El Corso de Guayama
Capítulo VI
La Trama, el enredo y el viaje...
Escrito por: Héctor A. García
©Todos los derechos reservados escrito en 1989
Se decía, que la
señora Vidal, sus hijas y criadas se entretenían pelando a medio pueblo
pellejo a pellejo, que lo que no sabían se lo inventaban y que muchas
reputaciones particularmente de damas contrarias al partido político de
su padre don José Vidal, habían caído por el piso. Casualmente
Rafaela y su madre no comulgaban con dicho partido y estaban con Don
Enrique González para próximo alcalde. Aquel acontecimiento de Rafaela y
el cura seria una excelente novedad para contar por buen rato. Aquí reza
el viejo dicho:
En
pueblo pequeño, campana grande.
Una angustiada Rafaela
salió de la Iglesia corriendo y desesperada por una calle enlodada, bajo un
torrencial aguacero. Caminó y vagó por el pueblo un rato mientras se bañaba
y desprendía bajo la lluvia del asqueante olor a cura sudoroso que la
contaminaba. Se sentía sucia y avergonzada. -¿Por qué señor, porqué?-
gritaba desconsolada. Nadie se veía por el pueblo, las ventanas y puertas de
las casas permanecían cerradas como si no se quisieran enterar de lo que
aquel día había ocurrido y Rafaela recibía de Dios aquellas aguas puras que
le aseguraban su limpieza espiritual. Pero la prueba a la que seria sometida
apenas comenzaba en lo que sería el peor momento de su joven vida.
Llegó a su humilde hogar
y se tiro a su petate (cama) a seguir llorando, en eso se acerca Doña Fanny
(Maria) su madre y ella la pone al tanto del lamentable incidente.
-Oiga uste, no tiene pol
que preocupalse pol ná. ¿Qué ja hecho usté?¿ na veldá?, puej olviese deso. Qui
no me entere yo, qui la brujas brujas esas se jaya puesto a hablal de ti,
pol que así no ma te digo que jasta ahí vamo a llegal.- La madre de Rafaela vivía con rabia con la
familia del alcalde por muchísimas razones, principalmente por la lengua
viperina y dañina de la mujer e hijas que eran como cañones de guerra. Además ella era partidaria de Don Enrique González político contrario al
alcalde para quien ella trabajó en algún momento en calidad de doméstica.
-Lo junico que te
recomiendo hija ej que no vuelva maj pol la Iglesia pol ahora, di lo
contrario va a sel peol- fué la recomendación de su madre.
-Dios mio, pero ¿como es
posible que le haya confiado mis mas íntimos secretos al desgraciado ese?-
se preguntaba Rafaela preocupada de que Juan Carlos con quien ya había
comenzado una relación se fuera a enterar. Y así pasaron los días...
Ya había pasado más de un mes de lo ocurrido y
como era de esperarse ya se comenzaba a filtrar la información de lo
ocurrido en la Iglesia, pero no como se creía, tal vez por el respeto que se
le tenia a la Institución Eclesiástica, pero fue rodando poco a poco, poco a
poco...
El alcalde sabia de la fuerza electoral que le
podía traer el estar congraciado con la Iglesia y de lo nocivo de ganarse la
antipatía de sus feligreses en caso contrario, así que instruyo a su mujer e
hijas a no hacer comentarios que pudieran afectar sus aspiraciones políticas,
pero; una de sus criadas...
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Rafaela se seguía viendo
con su enamorado bajo un árbol de corazón en el Cerro Rovira, lugar
desde donde se podía ver todo el pueblo de Guayama y a sus habitantes
como diminutas hormigas caminar de un sitio a otro. Además de una vista
espectacular de toda la costa, desde Salinas hasta el pueblo de Arroyo.
El Mar Caribe y su contraste entre azul y verdoso hacia la costa y un
azul intenso hacia la lejanía, creaban un hermoso fondo |
Se
podían ver las centrales azucareras de Aguirre en Salinas, Machete de
Guayama y Lafayette de Arroyo echando grandes torrentes de humo. Frente a su
vista se veían a los cortadores de caña de la Central Machete que a
machetazo limpio afeitaban su bien amada y azucarada tierra, el Puerto de
Jobos, quedaba hacia su derecha y un poco más allá la laguna de las mareas. Y ante aquel bello y fastuoso espectáculo terrenal, Juan Carlos y Rafaela se
juraban amor eterno.
-¿Qué te pasa Rafaela te noto rara hoy?- pregunto extrañado él. Sin
embargo, ella no quería contestar, mas el insistía, tomándole su rostro
por la barbilla y sonriéndole pero con un dejo de preocupación. -¿Qué te
ocurre, dímelo te lo suplico?- Rafaela solo lloraba y pensaba en lo
infeliz que sería si las hijas del alcalde formaran un escándalo por la
situación embarazosa. Por un segundo paso un pensamiento por la mente de
Juan Carlos y hasta se asusto de pensar en ello. |
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Sagaz y astuto como era prefirió no preguntar y dejar las cosas así no
fuera que la contestación de Rafaela no le agradara en el momento. Mmmmmm...
Cavilaba en su mente, ¿será que Rafaela está embarazada y le da pena y
preocupación decírmelo? Ya ellos llevaban siete meses de compartir y verse
allí mismo y sin falta dos veces por semana. Rafaela tal vez por no sentirse
a la altura de tan elegante caballero y por ser ella una mujer muy humilde,
sin la elegancia pomposa a la que estaban acostumbrados los europeos acepto
de buena gana estos encuentros furtivos. Sin embargo ella llevaba consigo
una promesa de Juan Carlos, una promesa que le honraba a ella como mujer. -
Tú
vas a ser mi esposa y la madre de mis hijos, te lo juro, no hay mujer como
tú y una vez halla concluido un acuerdo de cinco años que hice con mi tío,
nos vamos a Córcega,- Aquello le había prometido Juan Carlos, pero temía que
un embarazo le fuera a dañar sus planes. Así que por no adelantar una
contestación en ese sentido prefirió dejar las cosas así. Rafaela estaba
abrazada a él y entonces este para cambiar un poco las cosas decidió
comenzar una conversación.
-Sabes,
nunca te he hecho algunas de mis chistes o situaciones que me pasan a
diario según visito las Haciendas, los ingenios azucareros y los puertos de
la zona, y sé que vas a reír en cantidad- le decía para tranquilizarla, pero
más que a nadie, a sí mismo.
Mira este
chiste; le pregunta el monaguillo curioso al cura maestro:
-Señor maestro, ¿por que
Jesucristo cuando resucito, se lo dijo primero a las mujeres?
-Pues para que se enterara pronto todo el mundo hijo.-
-Que terrible eres- le decia
Rafaela, mientras reia.
Escucha este otro.
Esta Jesucristo dando un sermón a sus discípulos y dice:
-Quien este libre de pecado que tire la primera piedra.
En esto sale una mujer entre el público y le tira una piedra a la cabeza a
Jesús.
A lo que el responde:
-Por favor mama! porque siempre me tienes que estar estropeando los sermones!
- Ay nó, no me
hagas chistes de mi señor, respetamelo- refunfuño ella.
-Bueno,
bueno pues escucha este otro, resulta que ayer llegó tarde Nicasio al corte de caña y tú sabes que
este es el mejor abrecalles (machetero) de la central Machete y con el
cuentan siempre ya que es el que establece el ritmo de los demás cortadores.- A las 5:00 de la madrugada cuando se pasa lista y llamaron a Nicasio, parece
que alguien grito por el, ¡PRESENTE! el capataz que ya se conoce bastante
bien el tono de voz de los 200 macheteros, se hizo el tonto por un momento. Tú sabes que dicen que Nicasio se ve bien de madrugada con una de las hijas
del alcalde (Rafaela paró la oreja y rápido se le fue su malestar pues ella no sabia
ese detalle) y para que no lo vieran llegar tarde, rápido se monto en yegua,
o sea entre dos cortes de caña para no ser visto por el capataz y así decir
que estaba desde temprano trabajando por su lado abriendo camino. Pero Juan
Meléndez el capataz se metió con su corcel por entre medio de las cañas vio
la treta y le grito a aquel mulato en el momento que cogían su descanso. -Nicasio,
¿por qué llega tarde otra vez?,
ya le tengo sentenciao unas vacaciones, esta es la tercera vez de la semana.-
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-Pildone
don Juan Meléndez, pero jestoy tiniendo problemas con la espalda- diciéndole
esto Nicasio, frente a sus demás compañeros macheteros que tomándose un
café, seguían con sus
oídos bien de cerca el regaño.
-¿Y
que demonios tiene usté, la tiene enferma?- le pregunto el capataz -No
siñor, lo que paja ej que no se me quiere despegal del petate (cama).
Soltando una carcajada todos los macheteros y yo también, ya que acompañe al
capataz y estaba allí en asuntos de negocios.
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Rafaela se rió de la ocurrencia de Nicasio, ya que era un mulato muy querido
en el pueblo de Guayama y todos le conocían. Cuando pasó el Huracán San
Ciriaco, Nicasio fue de esos seres que lo dejaron todo por ayudar a los
demás. Aunque quedo sin casa estuvo ayudando a todo aquel que lo necesitara
solo por un pedazo de pan. De hecho la Iglesia perdió su cúpula en el
huracán y él fue de los obreros que se prestaron para repararla.
Juan
Carlos se dedicó toda la tarde a hacerle historias a Rafaela de su país y
de lo bello que era, además a hablarle muy bien de Puerto Rico pues estaba
fascinado con esta otra isla.
Una
semana mas tarde para finales de febrero de 1904, Rafaela se encontró nuevamente con Juan Carlos y esta vez
fue directa y sin lágrimas en los ojos. - Juan Carlos, estoy embarazada, ya
voy para tres meses-
¡!... ¿Coooo, cómo dices?, por favor dímelo nuevamente, sorprendido le
contesto, pero no preocupado sino, por el impacto de la sorpresa.
-Como te dije,
estoy embarazada- le volvió a contestar Rafaela
Lo sabia, lo sabia, lo sabia... se dijo en sus
adentros, haciendo un esfuerzo por ocultar lo que consideraba una buena
noticia, pero a destiempo, este no era el momento. Mientras ponía su mano
sobre la frente y cerraba los ojos. Ohhhh... madre y ahora... Aquel era un
rudo golpe que lo dejaba seriamente impactado, aunque ya el suponía que
podía ocurrir. De hecho ya él tenia un plan que pensaba poner a correr
inmediatamente, entonces apretó sus dientes, respiro hondo y abrazo a
Rafaela.
Esta bien mi amor, no te preocupes esto ya lo
tengo resuelto y gracias por hacerme tan dichoso y feliz. Si no me ves tan
emocionado ahora será porque tengo varios negocios corriendo ahora mismo
pendientes de concretarse y esto altera un poco mis planes, pero tus eres
primero, gracias mi amor- Mientras la abrazaba y ahora ella se sentía mucho
mas tranquila en sus brazos.
-¿Sabes qué mi amor?-
Va a ser corso o corsa como yo, quiero que nazca en mi tierra como ya te
había pedido antes.- Solo que por favor, te pido que esto sea un secreto no
se lo digas ni a tu mejor amiga, si a caso a tu madre y hermanos ya que
quiero que te acompañen ¿Te parece?- ella con su rostro asintió y con un
largo beso y abrazo quedaría todo acordado.
-¿Una sola cosa Juan
Carlos, porque no nos casamos primero por lo civil?-
-¿No te molestaría que
lo hiciéramos en Córcega, junto a mi madre y familia después de todo puedes
llevar a tus hermanos si gustas?- Juan Carlos entre otras cosas, era el
agente de viajes hacia Europa desde Arroyo hasta Coamo, y entre otras cosas
pensadas estaba la de dejar los testigos lo mas alejados posible de sus
planes, pues aquel embarazo a él no le convenia que se supiera.
Ella lo beso y con
ello quedo confirmado y aceptado el trato.
Mientras se abrazaban, Juan
Carlos tenía su rostro sombrío y tragó gordo.
El doble juego
Sin embargo, Juan
Carlos, hacia unos tres meses que acababa de conocer a Elvira Porrata Doria,
hija de Santiago Porrata acaudalado comerciante, y la cual era propietaria
de vastos terrenos que habían sido puestos en sus manos por su padre como
dote para cuando se fuera a casar. Don Santiago Porrata llevaba relaciones
de negocio con Juan Carlos y a Don Santiago le caía muy bien el mismo, decía
de este que era un hombre muy hábil y trabajador, que sabia hacer muchas
cosas y todas bien hechas según el. Se propuso lograr que Juan Carlos se
interesara en su hija y a la inversa a que su hija se interesara en él.
Ya Don Santiago, les
había hecho unas cuantas citas a ambos en el propio hogar y le dijo a Juan
Carlos -hijo, el día que te cases con mi hija, heredaras no solo mi fortuna,
si pones a un lado tu apellido y tomas el mío como propio, tendrás el titulo
de Marques.- Esto se lo propuso Don Santiago a Juan Carlos, ya que él no tenia herederos varones y se perdería dicho título inevitablemente.
Juan Carlos, estaba en
una gran encrucijada, tenia que manejar aquello de una forma cuidadosa pues
aunque enamorado perdidamente de Rafaela, había algo mas fuerte dentro de si
que no podía controlar, ese algo eran sus ambiciones, lo cual era la
verdadera razón por la que había viajado tan lejos y dejado su país.
Juan Carlos, deseaba
llegar a Córcega para ofrecerle a su familia las comodidades que ellos, ni
él habían tenido y allí de frente y al alcance de su mano estaba esa bendita
oportunidad.
Juan Carlos, comenzó a
verse con Elvira Porrata Doria y sin mucho amor, pero con unas cosas claras
en mente, esa seria una muy buena decisión y decidió jugarse una carta con
su destino.
Había una cosa que
Juan Carlos no sabia y era que la esposa de Don Santiago Porrata Doria,
Micaela García, era la hermana de Eugenio José García el padre de Rafaela,
aquello eventualmente iba a traer cola...
Juan Carlos decidió
entonces, por el asunto de su paternidad y por no afectar sus aspiraciones
de casamiento con Elvira, llevar a Rafaela y su familia a Córcega,
mientras tanto él se las arreglaría con los Porrata Doria acá en Puerto
Rico...
Córcega>
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