Yo
recuerdo la noche que nos escapamos y fuimos a tener a la Logia Masónica
del pueblo, ese lugar donde se reunían los hijos de la Viuda Negra, como
les llamaban a los masones. Se ponían capuchas, se envainaban espadas
y haciendo unos rituales mágicos y declaraciones en un idioma que luego
supe era el latín, reclamaban a los espíritus de los difuntos poder y
fuerza ultraterrenal para dominar las fuerzas espirituales de sus
contrarios.
Aquella noche seguí a
Luis Palés y a Adolfo Porrata que desde hacían días estaban fraguando
conocer que era lo que ocurría en la Logia, ya que a
Luis,
le habían dicho que su
padre iba para allá cuando debería estar según su madre en el hotel
Inglaterra jugando cartas. Luis Palés me dio durante el día, diez
centavos para que yo abriera un roto debajo de la casa donde se reunían
los masones y así llegada la noche poder ver para adentro. A nadie le
pareció sospechoso que yo entrara por el callejón de los muertos, como
se le decía al camino a la Logia, ya que yo repartía encargos del
negocio de don Jesús por el pueblo y esa era mi costumbre, caminar y
meterme por todas partes.
Acometido el plan y
hecho el roto en el piso, me fui discretamente y me enlisté con Luis y
Adolfo para el viaje y la aventura de esa noche. Mi madre, en cama por
estar muy enferma, me hacia durmiendo a las 8:00 de la noche ya que yo
llegaba como a las 7:00 de la noche de hacer mi última repartición de
encargos del negocio de don Jesús con el que yo trabajaba para ayudar en
las cosas de la casa.
Esa noche,
puntualmente, a las ocho, ya comenzaban a llegar los hijos de la viuda
negra. Muchos de estos hombres a los que vimos llegar uno a uno, eran
comerciantes que yo conocía y en mi vida hubiera imaginado que de meros
hombres simples y mansos, allí aquella noche fueran a convertirse ante
mis ojos como en el espíritu de salvajes fieras. Pompilio Anselmi, Lino
Guillen, Julián Villodas, Alejandro Buitrago, Vicente Olazagasti,
Alfredo Blondet, Juan Blondet, Eduardo McCormick y para sorpresa de
nosotros tres,
el tío de Adolfo, don Santiago Porrata Doria (tío político mío), don
Vicente Palés (el padre de Luis Palés) y mi padre, Jean Charles
Romanacce. Eran alrededor de unos treinta masones, entonces a la hora de
iniciar su sesión, don Vicente tomó la palabra...
--Estimados
hermanos--
--La
obra masónica es el reflejo perfecto de la obra del propio GADU, pues su
objetivo primero es llevar al hombre desde la ignorancia hasta el
extremo de la sabiduría y el conocimiento. Tenemos las lecciones y los
rituales masónicos que representan lo que hay de mas sagrado para el
aprendizaje del mundo como un laboratorio para la práctica de todo lo
que se aprende. Es a través de la ritualística y del proceso alquímico y
dinámico de los movimientos que se originan las condiciones mentales en
los hermanos y en el templo para que la logia sea formada, el libro de
la ley, pasa a ser abierto y así hacer la invocación para la presencia
del propio GADU. De ahí la importancia de que los hermanos participen en
los rituales con el corazón lleno de amor y buena voluntad. Solo así se
integran en el cernir de los trabajos. El trabajo de transformar las
mentes ignorantes en centellas vivas de sabiduría y amor al prójimo y
del control de nuestros enemigos.--
--Si
pusiésemos ejemplos de hombres santos y mártires, notamos que sus
legados y ejemplos de vida están fundados en la síntesis de la obra
masónica, que es elevar a la sociedad a través de la libertad, de la
justicia y del conocimiento.--
--Cabe
en nosotros esta pregunta: ¿De qué nos sirve de ejemplo lo que estás
personas hicieron?--
--La
obra de la masonería nos enseña estas verdades y nos da la oportunidad
de colocarlas en práctica todos los días en nuestra sociedad, depende
solo de nuestra disposición en hacerla.--
--En
el día de hoy nos ocupa más allá del amor al prójimo la necesidad
natural de preservar aquello que nos es propio y que nos hemos ganado
con el sudor de nuestras frentes. Hoy ha puesto sus pies sobre Guayama
el Gran Brujo Yoruba de Martinica y de origen africano conocido como Grand
Saint Père (Gran Padre Santo) que no es otra cosa que el Gran Brujo o
Babalao de esa isla. Según nos trae aquí nuestro hermano corso y cónsul
de Francia en nuestra costa sur Jean Charles, este nos indica que desde
Martinica recibió una carta que lo ponía al tanto de la salida del Gran
Brujo de la isla a consecuencia de una devastadora explosión volcánica
del Mont Peleé, que destruyó parte de la capital Saint Pierre y sus
alrededores. Este luego se marchó a Haití de donde fue expulsado por
razones políticas y en su huida llegó aquí. Ya anteriormente había
estado según supimos en Santiago de Cuba ordenándose con el Gran Babalao
de dicha isla. Dado que tiene dos hijas en nuestro suelo vino preparado
a quedarse y a tomar control de nuestros obreros de la caña metiéndole
cosas raras en la mente y como han podido ver en estos dos últimos meses
han comenzado a rebelarse contra los hacendados lo que pone en riesgo
nuestros negocios. Lo que sabemos hasta ahora es que se esta reuniendo
con los negros y mulatos en la costa y con embrujos sugestionándolos a
que de ahora en adelante sigan su mandato a lo que ellos están
accediendo. Ello lo lleva a ser el Santo Sacerdote espiritual de ellos
con el consabido control que ello contempla de por si.--
<<Ya
se había escuchado en el pueblo de la llegada de este negro, y los que
lo vieron andar por sus cercanías decían que era como una palma de alto
y que su mera presencia sin éste siquiera abrir la boca ya metía miedo.>>
--Se
avecina una lucha próximamente y es menester que paremos esto ahora
antes de que sea muy tarde. ¿Quien secunda mi moción?--
Y todos a viva voz estuvieron de acuerdo.
--Hoy
tenemos que recurrir al extremo que no nos gusta poner en ejecución, o
son ellos o somos nosotros. Aquí nadie se opone a los derechos de los
obreros, pero no podemos aceptar que se cambie el orden del mando por
este maldito ciempiés.--
(alterando su nombre).
Una vez acordado los
pasos a seguir y de hacer unas órdenes emblemáticas ya que a cada cual
se le asignó una misión y arrodillados solo sobre una rodilla, se les
puso una espada en ambos hombros como a los caballeros y con unos
pronunciamientos como los que hacia el cura en latín, quedaron
encomendados.
Ahora seguiría el paso
final del ritual y era él que nos tenía con los pelos de punta, Lino
Guillén y uno de los Blondet, subieron un cabro vivo enorme y en un
altar lo degollaron frente a nuestros ojos que mirábamos no por uno,
sino por tres rotos que yo había hecho durante el día en el piso de la
casa y luego vimos como todos bebieron de la sangre del cabro, recién
sacada, calientita y sin que el animal hubiera terminado de estirar las
patas. Luis estaba asombrado de saber que su padre era el Cocoroco
mayor <<Como deciamos>>
de la logia o Gran Masón
y yo lo estaría mas pues al hombre que me abandono Jean Charles,
le asignaron ir a confrontar al Gran Ciempiés, y ya que ambos hablaban
francés en la conversación magnetizar al negro con un poder especial que
se le iba a dar solo para ese propósito. Jean Charles tuvo que comer
testículos de toro y tragarlos con la sangre del cabro, además de tomar
un brebaje de yerbas brujas de las que aún recuerdo entre ellas, el
aroma de unas gardenias.
Los masones por alguna
razón habían mezclado un poco de sus creencias europeas con algunas
creencias africanas y aquella mezcla francesa, española y africana ahora
criollizada los tenía hablando desde francés, español y hasta africano
en un ritual que reclamaba la presencia de mas de las siete potencias
africanas para poder tomar control de los negros costeros.
Eran ya casi las diez
de la noche,
Luis y Adolfo ambos como de trece años y yo a penas de ocho, ya teníamos
que irnos, no podíamos quedarnos mucho más, sino nos cogería el sereno y
entonces íbamos a tener problemas con la guardia civil.
En eso y ya
escurriéndonos poco a poco,
el orador don
Leopoldo Venegas tomó la palabra:
--Hermanos
no hay camino que penetre de las tinieblas a la luz, siempre que haya
entre nosotros compromisos, dedicación, tolerancia y previa
purificación.--
Entonces Adolfo metió la
mano por un roto y cogió un papel que estaba tapándole la visión al
interior de la sala en que estos masones estaban y trajo esto:
Eran símbolos que solo
ellos sabrían lo que significaban y Adolfo lo guardo entre su camisa y
el pecho, don Leopoldo seguía hablando y nosotros poco a poco nos fuimos
escurriendo.
--Hermanos,
el inicio de la purificación se da en la parte más densa. En la parte
formada por los cuatro elementos, los elementos esenciales para la
existencia terrena. Así purificando el cuerpo, tornándolo en un templo
sagrado, que lo eres, como espíritus eternos, tendrán el medio seguro de
crecer en luz y amor. --
--El
primer elemento, la tierra, símbolo de mazmorra, de oscuridad, de miedo
y de ignorancia. Es el profano, viviendo en un mundo limitado de
mortalidad de pasiones y de fantasías que obscurecen la sabiduría, la
fuerza, la belleza y el amor universal. Es en la tierra en que se tiene
el libre albedrío de escoger, la dulzura de una vida limpia y digna o la
amargura de los pensamientos, de las palabras o de los actos
inconsecuentes. --
--La
segunda jornada, o aire, o soplo divino o símbolo de vida. Es el aire
que anima y da vida. Es la fuerza vital y perenne que contienen los
códigos de la eternidad de la vida. Es la vida en el cuerpo para la
evolución delante de los tumultos y tribulaciones de día a día. Es la
fuerza universal e intangible donde todo obedece a un principio de
lógica y misericordia. Es el etéreo transformando la impregnación de
nuestra aura en partículas de luz.
--
--El
próximo es la purificación por el agua. El baño que retira la mácula de
la ignorancia y hace renacer la pureza de la vida honrada justa. Es la
albura de las manos, del corazón, de la mente, en las actitudes, los
pensamientos, los sentimientos. Es la evolución a través de las buenas
acciones, elevando al ser en la vivencia del amor, y la sabiduría
eterna. Es este el disolvente universal transformador.
--
--La
última jornada de esta primera etapa, es la prueba del fuego. Es del
fuego, que se irradian luz y calor que eleva a todos a la magnificencia
del GADU. Es el bautismo de purificación, de transmutación de todos los
elementos inarmónicos y groseros en la más sutil irradiación de armonía,
paz y felicidad. Es el símbolo del génesis de la creación. Es el pájaro
sagrado renacido de las cenizas que se alza en la conciencia, o sea el
vuelo de retorno a sus orígenes divinos.--
--Es
de esta forma que el ahora Masón, puro, convencido, pronto comienza su
gran trabajo, el de llevar luz, justicia y amor para todos los lugares
por donde pasa y de infundír
el
respeto y
la reverencia
de sus enemigos...
Septiembre de 1912
Habían transcurrido ya
seis años de la salida de Juan y Rafaela de la isla de Córcega y apenas
unos días de la muerte de ella a causa de lo que todos decían había sido
una muerte de amor. La gente sabía que Rafaela había muerto amando a
Juan Carlos, el padre de su hijo, pero con el dolor y sufrimiento de
haber vivido calumniada, pues casi todos pensaban que ese niño era el
hijo de un farsante cura que había pasado por la Iglesia del pueblo. Aún
cuando este había dejado claro en una nota antes de suicidarse que él no
tenía ninguna responsabilidad, sin embargo, la morbosidad era más
atractiva que la realidad.
A Juan se lo llevaron
a vivir rápidamente a casa de doña Luisa Cintrón Vda.de Fernández, la
cual estaba emparentada con Emilia Porrata Santaella la madrina del
niño. Su padrino José Vives hubiera deseado tener al niño junto a él en
La Hacienda Esperanza, pero asuntos de mujeres que él nunca pudo
entender determinaron el curso a seguir.
Juan, ahora viviría
cómodamente en una casa de gente rica, rodeado de lujos y atenciones. Lo
primero que se hizo con el niño fue asegurarle una buena higiene y
apariencia, lo próximo que tuviera una buena educación. Ya Juan no
tendría que madrugar para ir al negocio de don Jesús a recoger los
encargos para los diferentes cafetines del pueblo, ahora le enseñaban a
acicalarse antes de ir al desayuno.
--Juan,
por favor toma el cepillo de dientes de esta forma, entre tus dedos, no
lo cojas con la mano completa- -- Ven ahora acá que te vamos a escoger
una ropa bonita para el día de hoy. -Cepíllate bien ese pelo que no
quiero que doña Luisa te vea despeinado- La criada doña Petra se ocupaba
de enseñarle lo que seria su nuevo estilo de vida. -Ven Juan, vas a
tomar los cubiertos de esta forma, el tenedor en la mano izquierda y el
cuchillo en tu derecha y si vas a comer sopa por favor te me pegas de la
mesa que no quiero que te embarres la ropa con ella y te pones la
servilleta aquí, o en el cuello o sobre tu falda, no, no, no, pensándolo
bien, mejor póntela aquí en el cuello--
Juan que aún no salía
de su dolor por la pérdida de su madre, no mostraba gran interés en
aprender, simplemente seguía las instrucciones sin poner mucho de su
parte. Luego tendría que ir a la escuela Eleuterio Derkes, a cumplir con
su tercer grado. Allí tenía una maestra muy rígida de apellido Vidal que
no le ayudaría gran cosa en su aprendizaje, primero por que ella nunca
soportó la belleza de la madre de Juan, Rafaela, y segundo por
ser la que
originó los comentarios, junto a su madre, de haber visto a Rafaela en
la en la Iglesia junto al cura. Vidal era la hija del ex-alcalde, y la
que se encargaría de bautizar a Juan en la propia escuela como, el hijo
del cura.
--Tu
niño--
refiriéndose a Juan --¿que
haces dibujando en tu libreta?--
hágame el favor y présteme atención o de lo contrario se me va a parar
aquí de frente a esta esquina, hasta que aprenda a seguir instrucciones.--
le gritaba la maestra Vidal.
Los niños le tenían
terror a Misis
Vidal como le decían,
aunque algunos gozaban de privilegios con ella ya que eran hijos de
amigos de su padre, quien aspiraba ser reelecto a la alcaldía.
Casi era rutinario que
Juan terminara sus día de pie frente a una esquina del salón, la maestra
tenía por costumbre esperar la última hora de clases para dejarlo
parado. Aunque Juan no escribiera lo que la maestra ponía en la pizarra,
era la nota mas alta del salón en los exámenes y aquello molestaba
muchísimo a la
"Misis" Vidal. Ni siquiera su estrategia de tenerlo parado,
logró doblegar la inteligencia y el espíritu precoz de ese niño, que
invariablemente día a día se dedicaba a dibujar a su madre en la
libreta, mientras la maestra daba clases. Era más que nada Juan un
estudiante de oídos.
Pasaron los días y Juan tomaba todo aquello de una forma abnegada, era
muy poco lo que él pudiera hacer, al menos en ese momento. Doña Luisa
por su parte le cogió un gran cariño al niño por su humildad y
obediencia. Se ocupó de enseñarle a tocar el piano para lo cual el
demostraba una gran inclinación y habilidad, sin embargo, los nietos de
ella lo tenían a menos y ya comenzaban a decirle no Juan sino, el hijo
del cura.
Juan
vivía triste sus días por la falta de su madre, pero Petra se encargó de
hacerle la vida un poco más llevadera. Por el hecho de haber sido una
gran amiga de su madre lo atendía y enseñaba con gran cariño.
Allí
vivió en esa casa poco mas de un año
Todas
las noches Juan al acostarse a dormir soñaba como si cada sueño fuera
una vivencia real, entonces...
El Encuentro con Yacari el Indio Brujo
--Anoche
soñé con usted le dijo Juan a un indio que se encontró en el pueblo.
Soñé que el Señor me decía:
--Mañana
por la mañana irás caminando por el pueblo para la escuela, como a las
ocho de la mañana, y te encontrarás con un indio caminante--
y aquí me encontré con usted.
¿Qué más te dijo el
Señor? Preguntó el indio.
--Me
dijo: Si el hombre te da un Talismán mágico podrás traer de vuelta atrás
a tus seres más queridos ya muertos, y te convertirás en la persona
más dichosa del
mundo ... ¿Me daría usted ese Talismán?--
Entonces el indio
abrió una pequeña bolsa de papel y le dijo:
--¿Será
este el Talismán del que me hablas
--
Juan no podía creer lo
que veía, porque era un Talismán precioso, tal vez el mas bello del
mundo. Entonces, le pregunta --¿Y
puedo quedarme con él?--
--Por
supuesto, jamás había tenido algo tan hermoso en mis manos, pero puedes
tomarlo lo encontré en el bosque de Carite y el bosque me murmuró que es
para ti.--
Juan contento siguió su
camino a la escuela y se subió a un árbol de Jobos de los que se dispuso
a comer unos cuantos, al lado del negocio de don Domingo Glormini, en
una cuesta que le llamaban La Joya de la Malagueta. Entonces tomó el
Talismán y se dijo, ¡qué feliz soy!, Juan deseaba ese Talismán para
traer de vuelta a la vida a su madre.
Entonces perplejo por el regalo que recibió se puso a pensar y en lugar
de irse a la escuela, permaneció todo el día sentado comiendo jobos y
sumido en meditación.
Al caer la tarde, Juan volvió sobre sus pasos hasta que encontró al
indio que le había regalado el amuleto maravilloso y le dijo:
--¿Podría
hacerme un favor?--
--¿Cuál?--le
pregunto el indio.
--Podría
darme la riqueza que le permite a usted deshacerse de este Talismán
mágico y tan valioso tan fácilmente?--
--Ven
hijo, siéntate aquí, que te voy a dar eso y mucho más, mi nombre es
Yacari...
Aquella riqueza espiritual en la acción de aquel indio al poner en sus
manos semejante tesoro, le enseñó a Juan que había cosas en la vida más
importantes que el valor material de las mismas. |