Grecia     Página 9

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El Ática

En el Ática las magistraturas se concedían según el status familiar, es decir, sólo unas pocas familias tenían acceso a los más altos puestos del gobierno de la polis. En un principio las magistraturas fueron vitalicias, aunque a medida que se fueron desarrollando los conceptos políticos y organizativos de la sociedad, el carácter vitalicio se perdió en beneficio de un estilo electivo por cortos períodos de tiempo. Las magistraturas más elevadas eran el rey, polemarca y arconte. El pueblo, por su parte, se dividía entre los campesinos (?georgói?) y artesanos (?demiorgói?). Estos se agrupaban en cuatro phylái, que a su vez se subdividían en tres partes o tritias. Cada una de estas subdivisiones estaba constituida por un total de treinta gene y cada genos por treinta hombres. Por su parte, las grandes familias componían una aristocracia basada en el dinero más que en lazos hereditarios de sangre; estos aristócratas recibían el nombre de eupátridas y se ocupaban fundamentalmente del culto. Paralela a la sociedad se encontraban las asociaciones de orgéones, extranjeros que vivían en la polis y que por medio de dicha organización podían acabar formando parte de la sociedad. Los orgéones se reunían bajo la protección de un dios o un héroe legendario.

Esparta

Esparta fue un caso singular dentro del mundo griego, como ya dijimos no conoció el fenómeno de las tiranías y su constitución permaneció inalterada hasta la conquista romana.

El poder de Esparta provenía directamente de su tamaño, la superficie que controlaba era con mucho la mayor del mundo griego, y además, era rica tanto en agricultura como en mineral de hierro. Sin embargo, Esparta se encontraba muy alejada de los puertos marítimos, lo que quizá sirva para explicar su escasa participación en el comercio y el fenómeno de la Colonización.

La política de Esparta estaba dirigida por una asamblea de guerreros y la gerousia (consejo de ancianos), por encima de ellos los dos reyes de la diarquía espartana. El Estado estaba integrado por los ciudadanos, los periecos y los ilotas. Los periecos eran los habitantes de los núcleos controlados por Esparta, tenían autonomía en asuntos internos, pero carecían de la posibilidad de decidir sobre su política exterior. Los ilotas por su parte eran prisioneros de guerra, esclavos del Estado que los asignaba a los ciudadanos para su servicio. Tanto los ilotas como los periecos tenían por misión fundamental la producción de alimentos y el auxilio al ejército durante la guerra. Un último grupo era el de los mesenios, estos, según la leyenda, eran los hijos ilegítimos nacidos de mujeres espartanas mientras sus maridos se encontraban en la guerra de Mesenia (730-710 a.C.). Por estas fechas, Licurgo redactó su famosa constitución, La Rhetra, que se convirtió en la base del Estado espartano.

Cultura

El mito, como medio de explicación de los acontecimientos contemporáneos a través de su asimilación con hechos acontecidos a personajes legendarios que vivieron en una realidad diferente a la de los griegos, y como fuente de recuerdo de un pasado brumoso; fue elevado en Grecia a un complejo corpus, poco sistemático pero muy útil, que acabó por dar lugar a lo que se conoce como Mitología Griega.

A mediados del siglo VII a.C. surgieron una serie de grandes poetas líricos que compusieron obras en las que supieron describir a la perfección el mundo que les rodeaba y que elevaron la poesía lírica a las más altas cotas dentro de la sociedad, hasta el punto de que muchos de ellos ocuparon relevantes cargos en la vida política y religiosa de las polis. Algunos de estos autores fueron Terpandro, Arión, Aristóclides, Períclito, Alceo de Mitilene o Safo.

La característica fundamental de la lírica arcaica fue la combinación de monodia y coro por un lado, y monodia y danza por otro. Safo, Alceo y Anacreonte fueron los máximos exponentes de la lírica monódica. En cuanto a la lírica coral, Alcmán de Esparta y Estesícoro de Himera fueron quizá los más altos exponentes.

La historiografía griega nació en las costas de Jonia a finales del siglo VI a.C., precisamente debido a la situación geográfica que convertía a la región en un centro de intercambio de ideas orientales, griegas y anatolias; ideas que fue preciso recoger en archivos a modo de crónicas.

El más famoso de los historiadores griegos arcaicos fue Hecateo de Mileto que vivió entre el siglo VI y V a.C. De su obra sólo han llegado fragmentos, pero la tradición le ha hecho autor de una Descripción de la Tierras o Periegesis, así como de una Historia o Genealogía. La primera se trataría de una obra geográfica e histórica sobre Asia y Europa; mientras que la segunda haría referencia a los dioses y a los héroes.

En cuanto a la ciencia griega, destacaron figuras como la del médico y naturalista Alcmeón de Crotona, discípulo de Pitágoras, que realizó importantes observaciones en relación a la genética y a la reproducción de los mamíferos. La medicina arcaica griega se concentró en dos escuelas fundamentales, la de Cnido y la de Cos. Tanto las matemáticas como la geometría son ciencias de origen griego, ellos establecieron la terminología y establecieron los principios (aunque algunos de ellos, como el famoso teorema de Pitágoras, ya eran conocidos con anterioridad no quedando claro si los sabios griegos copiaron o llegaron a las mismas conclusiones por caminos diferentes); las grandes figuras de las matemáticas griegas fueron Pitágoras y Tales de Mileto.

La filosofía griega, muy influida por las matemáticas, fue un producto del fecundo intercambio cultural que se desarrolló en Jonia. Los grandes filósofos arcaicos griegos fueron Tales de Mileto, Anaximandro, Anaximenes de Mileto, Jenófanes de Colofón, Heráclito de Éfeso y Pitágoras.

Grecia Clásica

El período de la Historia de Grecia comprendido entre el fin de las Guerras Médicas (500-479 a.C.) y la llegada de Alejandro Magno (336-323 a.C.) se ha denominado tradicionalmente como Época Clásica ya que durante el mismo la cultura y el pensamiento griegos alcanzaron su máximo desarrollo. Todo ello sucedió en el seno de una muy compleja sociedad en la que, como ya dijimos, nunca se formó un Estado unitario sino que fue un conglomerado de polis libres y políticamente independientes unas de otras, cada una de las cuales poseyó sus órganos de defensa y gobierno que únicamente tuvieron autoridad sobre el núcleo urbano y sus alrededores. Este régimen de ciudad-estado provocó frecuentes luchas entre las ciudades para alcanzar la hegemonía, que se manifestó en el esplendor comercial de la polis. De estas ciudades, las dos que alcanzaron una mayor relevancia fueron Esparta y Atenas, cuya organización social y política fue radicalmente distinta.

Esparta

La ciudadanía espartana estaba organizada en torno a tres clases o estamentos: los espartiacas, que eran la clase dirigente y descendientes de los conquistadores dorios; los periecos, cuyo origen se remonta a los primeros pobladores anteriores a la invasión doria; y los ilotas, la clase socialmente inferior. De ellos, sólo los espartiacas eran ciudadanos de pleno derechos.

El sistema social espartano se cimentaba sobre una estricta educación en la que el Estado actuaba como uno de los agentes principales. El recién nacido era examinado por el consejo de ancianos, los cuales juzgaban cual iba a ser su futuro; tras esto, el niño era entregado a su madre, la cual era responsable de su educación durante los siete años siguientes. A los siete años daba inicio el proceso educativo por parte del Estado, dicho proceso constaba de una serie de etapas por las cuales el niño iba atravesando, todas ellas marcadas por la sobriedad y la disciplina. A los catorce años se iniciaba el aprendizaje militar. Finalmente, a los veinte años de su nacimiento, el joven adquiría la mayoría de edad y pasaba a formar parte de las sociedades de banquetes comunales (?pbiditia?). Desde el momento en el que el joven era aceptado en los banquetes, y hasta los sesenta años, podía ser movilizado por el ejército, por lo que debía de estar permanentemente en buen estado físico y realizar un entrenamiento constante con las armas.

Los ciudadanos de pleno derecho de Esparta estaban obligados, para mantener su posición, a participar en los banquetes comunes, ya que estos contribuían a fomentar el compañerismo y la solidaridad entre los ciudadanos, algo muy importante en la estructura militarizada de Esparta. A estos banquetes cada comensal contribuía con sus propios recursos, por lo que a la idea de ciudadanía estaba ligado el concepto de posesión de tierra con cuyos rendimientos sufragar los banquetes. El mito espartano ha ofrecido, a lo largo de los siglos, la idea de que la sociedad de Esparta era igualitaria y que en ella todos los ciudadanos poseían igual cantidad de terreno y por tanto igual cantidad de riqueza; en la actualidad esto se tiene por falso, ya que existen evidencias de la compra y venta de propiedades (aunque parece que esta práctica no era bien vista), y es razonable pensar que diferentes lotes de tierra y diferentes formas de trabajarla deberían de producir rendimientos distintos.

Los periecos constituían el segundo status social de Esparta, no eran considerados ciudadanos, pero si que compartían la denominación de lacedemonios con los espartiacas. Buena parte del territorio de Esparta era ocupado por los periecos, normalmente el territorio más pobre agrícolamente y el territorio de frontera, bien fuese con otro Estado griego o bien con los territorio ocupados por los siempre levantiscos ilotas. A los ciudadanos de Esparta no les interesaba pues, reducir a los periecos a la condición de ilotas, puesto que esto hubiera roto el equilibrio de fuerzas y habría puesto en peligro la propia supervivencia de los espartiacas. Dada la prohibición de los espartanos de dedicarse al comercio, estas actividades era desarrolladas por los periecos, los cuales gozaban de una cierta autonomía con respecto a las rígidas leyes espartanas. Los periecos desarrollaron, gracias al comercio, una clase enriquecida que parece ser no mostró ningún interés de luchar por los derechos políticos que les eran negados. Como ya hemos visto, dicha lucha había producido en otras polis el nacimiento de las tiranías, pero en Esparta no sucedió debido a que las escasas ventajas (y sin embargo muchos inconvenientes) que tenía la ciudadanía eran ampliamente compensadas con la riqueza acumulada.

En cuanto a los ilotas, mucho se ha discutido sobre su origen y el modo en el que llegaron a la situación de servidumbre a la que estaban sumidos en Esparta. En la actualidad la teoría más aceptada hace referencia a que los espartanos, en el momento de su invasión llegaron a entablar contacto (posiblemente en el valle de Helos), con una población de origen aqueo que se dedicaban al cultivo de la tierra; los espartanos los conquistaría y les obligarían a trabajar las tierras para ellos. Lentamente fueron asimilados y esclavizados. Los ilotas eran en cierto sentido esclavos públicos, pues pertenecían al Estado, el cual los concedía en propiedad a particulares. Los ilotas sufrieron un continuo aumento poblacional, pero nunca perdieron su conciencia de pueblo sometido ni sus ansias de independencia, por ello provocaron infinidad de motines hasta que finalmente fueron liberados.

Tradicionalmente se ha considerado la Rhetra de Licurgo como la primera constitución espartana y la base de su sistema social. Pero la Rhetra presenta un grave problema, tanto sobre el documento como sobre su autor, Licurgo; ya que no se han podido fijar su cronología. De acuerdo con lo contemplado en la Rhetra la vida política de Esparta estaba organizada en torno a cuatro elementos, dos reyes que conformaban un sistema diárquico de gobierno; un cuerpo de cinco magistrados, conocidos como éforos; un consejo de treinta ancianos, la Gerousía elegidos de forma vitalicia; y por último una asamblea de la que formaban parte todos los ciudadanos adultos varones, la Apella.

Atenas

A finales del siglo VI a.C. la tiranía ateniense, dirigida por los hijos de Pisístrato (Hipias e Hiparco), empezó a dar claros síntomas de agotamiento tanto por las disensiones internas como por la continua presión que en el exterior ejercía el Imperio Persa y, dentro de Grecia, la competencia con Esparta y la cada vez más poderosa Tebas, la cual encabezaba la Liga de Beocia. Tras el asesinato de Hiparco, su hermano estableció un régimen represivo y militarizado que provocó la oposición interna de los ciudadanos. La poderosa facción de los Alcmeónidas encabezó la resistencia de los atenienses exiliados, estos tras sucesivos fracasos solicitaron la ayuda de Esparta. Finalmente con la ayuda del ejército de la Liga del Peloponeso, encabezado por Esparta, la tiranía ateniense fue derrocada.

Después de la tiranía, en Atenas surgieron las figuras de Iságoras y Clístenes, ambos miembros de la rancia aristocracia pero con diferentes planteamientos políticos, el primero como representante de la aristocracia deseosa de recuperar la posición de privilegio que había perdido con el advenimiento de la tiranía; por contra, Clístenes, que a la postre era el líder de los Alcmeónidas, buscó la alianza con el pueblo y se convirtió en el paladín de las aspiraciones del demos. Iságoras buscó el apoyo del rey de Esparta, Cleómenes, el cual invadió el Ática y obligó a exiliarse a los Almeónidas; pero el demos y el consejo ateniense se opusieron a la invasión y restauraron en el poder a Clístenes. Una vez asentado en el poder, Clístenes llevó a cabo un importante conjunto de reformas tanto a nivel administrativo como político y territorial; dicho programa reformador sentó las bases para el establecimiento de la democracia en Atenas.

La estructura político-social de Atenas se fue conformando a lo largo de varios siglos, desde las reformas aplicadas por Dracón en su célebre código que, aunque contenía disposiciones muy rigurosas, representó un progreso en algunos aspectos; hasta las de Solón y Clístenes. Tanto Solón como Clístenes, con sus respectivas reformas, pusieron los cimientos para que la democracia se desarrollase en Atenas. Pero la transformación interna de la sociedad se había empezado a producir antes, y fue a causa de ella por la que hombres como los mencionados pudieron hacerse con el poder y aplicar sus idearios reformadores. El modelo según el cual unos pocos aristócratas terratenientes controlaban la riqueza y las instituciones que regían la vida del resto de la comunidad empezó a tambalearse bajo dos poderosos golpes: en primer lugar, cuando una serie de comerciantes, no pertenecientes a este grupo aristocrático, alcanzó unos niveles de riqueza comparables a los de los terratenientes, era lógico que exigiesen un poder político que se les negaba sistemáticamente; por otra parte, en el momento en el que los nuevos modelos de guerra provocaron que la forma tradicional de luchar de los nobles perdiese importancia con respecto a las formaciones de ciudadanos hoplitas, su situación como garantes del orden y veladores de la seguridad de la comunidad perdió todo apoyo. Como árbitro de estas tensiones surgió la figura de Solón, el cual trató de mejorar la convivencia social.

Solón organizó la vida política bajo unos principios de igualdad y cierta incipiente democracia. Suprimió la esclavitud por deudas, lo cual supuso una cierta liberación para los campesinos, limitó el poder de la nobleza, reestructuró las instituciones de gobierno de la polis, creó un sistema monetario propio, y en los aspectos legales codificó el derecho de Atenas reconociendo a todos los ciudadanos capacidad para la denuncia pública.

Clístenes (510-507 a.C.) por su parte, llevó al extremo las reformas solónidas. Sin llegar a instaurar un sistema democrático, la propuesta de Clístenes se basó en la igualdad de derechos políticos de todos los ciudadanos, todos tenían derecho a participar en el mismo grado en el gobierno de la polis. La soberanía política residía en la Asamblea, formada por todos los ciudadanos varones atenienses, en la que todos tenían derecho de voz y voto. Junto a ésta estaba el Consejo de los 500 que era un órgano deliberante formado por ciudadanos que se renovaban por turno. Para evitar posibles tendencias a la tiranía, Clístenes instauró el ostracismo, es decir, el destierro de la ciudad por un tiempo determinado.

El creciente poderío económico y marítimo de los griegos, especialmente de Atenas, chocó con las ansias expansionistas del Imperio persa. Tanto Darío I como Jerjes I trataron de establecer un imperio universal que se extendiera por todo el Mundo Antiguo, es decir, Asia, Mesopotamia y el Mediterráneo. El choque de intereses se materializó en una larga serie de enfrentamientos entre persas y griegos que se iniciaron en el año 500 a.C. y no finalizaron hasta el año 479 a.C. Finalmente los persas desistieron de extender sus conquistas por el Mediterráneo, al tiempo que los griegos lograron salvar su independencia.

                                                                                       

Fundación Educativa Héctor A. García