Colonización...
La primera colonia griega en el
Adriático se estableció en Corcira, alrededor del 733 a.C.,
un importante núcleo de comunicaciones en el comercio por el
Mediterráneo central. Lentamente los colonos fueron
penetrando tierra a dentro hasta alcanzar el valle del Po y
Bolonia.Pese a que los
griegos alcanzaron la costa del Ponto Euxino en una fecha
relativamente temprana, en torno al siglo VIII a.C. (según
la leyenda,
Jasón,
en su búsqueda del
Vellocino de Oro,
alcanzó este mar en el siglo XIII a.C.), parece ser que no
iniciaron la colonización hasta principios del siglo VII a.C.,
así
Calcedonia
fue fundada hacia el 680 a.C. y
Bizancio
hacia el 660 a.C. En esta ocasión la iniciativa recayó en
Mileto,
metrópolis que por éste camino llegó a alcanzar el sur de
Rusia y la desembocadura del
Danubio.
Hacia el 630 a.C. los samios
llegaron al Mediterráneo occidental, según Herodoto, el
encuentro fue puramente casual, ya que un griego focense
llamado Koleos de Samos, que se dirigía a Egipto, perdió el
rumbo y arribó en la Península Ibérica. Parece ser que
Koleos era un mercader que hacía viajes exploratorios por su
cuenta. En torno al 600 a.C. los focenses de la costa de
Anatolia fundaron la ciudad de
Marsella,
enclave que sirvió como foco difusor para que todo el sur de
la
Galia
se cubriese de un mosaico de colonias griegas, hasta el
punto de que se cruzaron los Pirineos y se fundó el
importante enclave de
Ampurias.
Mientras tanto, en el norte de África iban apareciendo
ciudades como
Cirene,
Rakotis o Naucratis.
Los griegos conocían la costa
siria, al menos desde la época micénica, pues se ha
encontrado cerámica micénica en diversos enclaves costeros.
Al parecer, desde esos momentos hubo asentamientos griegos
en la región. La ciudad de Al-Mina, en la desembocadura del
Orontes
es la ciudad griega más antigua encontrada en Siria. Se ha
supuesto que a partir de este contacto con Oriente fue como
los griegos recuperaron, en torno al 750 a.C., la escritura,
copiada directamente de los fenicios. Durante el siguiente
siglo la escritura se extendió por toda Grecia,
alfabetizándose la sociedad, lo cual se ha venido
considerando como uno de los factores que motivaron los
cambios acontecidos en Grecia en la edad arcaica, en el
camino hacia la democracia, el desarrollo del pensamiento
filosófico y de la concepción individualista del hombre.
Otro de los elementos que los griegos tomaron de su contacto
con los fenicios fue la domesticación de importantes
animales como la gallina (hacia el 650 a.C.), así como la
manera de festejar los banquetes, muy al modo oriental. La
cultura oriental tuvo un fuerte impacto en los comienzos del
arte griego, en las modas sociales, en la religión y en la
mitología.
Frigia
supuso el modelo contrario a lo ocurrido con los fenicios.
Los frigios absorbieron la cultura griega, ya orientalizante,
en sus contactos comerciales con los griegos. Por medio de
los fenicios, los griegos entraron en contacto con los
egipcios, ya en el siglo VII a.C. En un principio fueron
algunos egipcios los que acudieron a Grecia, normalmente
como comerciantes o artesanos, pero posteriormente el flujo
cambió. Los primeros griegos que llegaron a Egipto fueron
los mercenarios. La fundación de Naucratis (localidad muy
cercana a la capital de la XXVI Dinastía, Sais) supuso el
inicio de los intercambios comerciales a gran escala entre
ambos pueblos. Egipto ejerció su influencia sobre todo en
los aspectos artísticos, en los cuales el griego es en gran
medida deudor del país del Nilo.
Las diferentes polis griegas
lucharon entre si por reservarse las mejores zonas de
colonización de modo que se llegó a un reparto, Mileto y
Megara controlaban la región del Ponto Euxino; Calcis y
Corinto el Mediterráneo central; y los focenses el sur de la
Galia y
Tartesos.
La fundación de las diferentes
colonias griegas respondía a causas muy diversas. En
ocasiones se buscaba un buen puerto que controlase el
tráfico comercial de la región; en otros, un punto que
facilitase la penetración hacia el interior; una tercera
posibilidad era asentar la colonia en una región rica de por
sí, con abundancia de cualquier tipo de recurso apreciado
por los griegos. También se trató de buscar sitios de fácil
defensa debido a la gran desconfianza de los griegos hacia
los nativos; en algunos casos, no del todo excepcionales,
los griegos levantaron sus ciudades junto a otras ya
existentes, de forma que con el paso de poco tiempo ambas
acababan fundiéndose en una única urbe en la que convivían
griegos y bárbaros, pero la desconfianza griega provocó que
estas ciudades mixtas realmente no lo fuesen, ya que en el
interior se las dividía en dos sectores, uno para los
griegos y otro para los nativos, separados por una muralla
que era fuertemente vigilada. La explicación a esta extrema
desconfianza por parte de los griegos puede hallarse en el
pequeño número de los colonos, se ha calculado que no
pasaban de las doscientas personas, no hay que olvidar que
una metrópolis normal no podía fundar más de cuatro o cinco
colonias por generación, sobre todo teniendo en cuenta que
los colonos solían ser hombres jóvenes, los más aptos para
el trabajo y la guerra.
La colonización provocó que a
partir del siglo VI a.C. se generalizase la esclavitud en la
economía griega ya que los primeros esclavos provinieron de
los pueblos conquistados. Los esclavos tuvieron un precio
fijo que facilitaba su compra y su venta en los mercados
esclavistas. La primera polis en contar con esclavos como
fuerza de trabajo fue, posiblemente,
Quíos.
No fue hasta el siglo V a.C.
cuando de la mano de autores como
Platón,
Jenofonte
o
Aristóteles,
enemigos acérrimos del sistema tiránico, el término
tiranía
adquirió el aspecto negativo y violento que actualmente se
le concede. En su origen, la tiranía no era más que otra
forma política legítima dentro del sentido político de la
sociedad griega.
La tiranía fue un fenómeno
político que se produjo a lo largo de toda la historia
antigua de Grecia desde la época arcaica a la helenística.
En la época arcaica la tiranía se extendió no sólo por la
propia Grecia, sino que siguiendo la ruta de los
colonizadores llegó a Sicilia, la Magna Grecia, las islas
del Mar Egeo y las costas de Asia Menor. Prácticamente la
totalidad de las polis, salvo los casos de Esparta,
Egina
y la isla de Eubea, atravesaron en uno u otro momento por un
período de gobierno tiránico en su camino hacia la
democracia. Esparta y Eubea solucionaron sus problemas
internos con sendas conquistas (Mesenia
y la península Calcídica respectivamente), mientras que
Egina era demasiado pequeña para que la agricultura fuera
importante y por tanto nunca estuvo bajo el control de un
número pequeños de terratenientes, camino previo e
imprescindible para el nacimiento de la tiranía.
En la época arcaica el tirano
fue un gobernante con plenos poderes pero apoyado en el
pueblo, ya que su autoridad emanaba del pueblo y era
provisional. El tirano era elegido para rescatar a la polis
de una situación de crisis, una vez finalizada la emergencia
el tirano devolvía el poder. En algunos casos, excepcionales,
las tiranías llegaron a perdurar durante dos o tres
generaciones, pero en ninguno llegaron a consolidar su poder
y convertirse en elementos hereditarios. Las diversas
tiranías dieron paso a sistemas democráticos o oligárquicos
liquidando en el proceso el gobierno de la aristocracia; al
mismo tiempo coincidieron con una época de gran actividad
económica y de desarrollo social. Los tiranos llevaron a
cabo grandes programas de obras públicas y aglutinaron
entorno a ellos a los intelectuales de su época, al
convertirse en auténticos mecenas de las artes y la cultura.
Por lo general se extendió una especie de solidaridad entre
los distintos tiranos que quizá sabedores de que su poder
interno era débil buscaron las alianzas exteriores como
medio de consolidarlo.
Las causas que dieron lugar a
la tiranía se pueden resumir en cuatro puntos básicos: el
hundimiento de la pequeña propiedad agrícola; el surgimiento
de la clase intermedia de los comerciantes y artesanos; la
aparición de los hoplitas; y por último, la expansión del
uso de la moneda.
Los pequeños propietarios
agrícolas sucumbieron ante el creciente peso de un
endeudamiento al que era imposible que pudieran hacer frente,
debido a la constante presión de la aristocracia
terrateniente que pugnaba por hacerse con el control de sus
tierras. Los campesinos, una vez perdidas sus tierras,
acabaron siendo esclavizados por los terratenientes, en pago
de las deudas contraídas, por lo que perdieron sus derechos
políticos. Esto les llevó a apoyar sin fisuras el gobierno
de un tirano que se comprometiese a devolverles su poder
político y a sacudirles el yugo de la aristocracia
terrateniente.
En las polis implicadas en el
proceso colonizador surgió un nuevo grupo social compuesto
por comerciantes y artesanos que a medida que sus negocios
prosperaron fueron adquiriendo grandes fortunas, en
ocasiones muy superiores a las de los aristócratas. Estos
nuevos elementos pronto empezaron a reclamar un papel
político dentro de la polis que estuviese más acorde con sus
recién logradas riquezas. De otra parte, los comerciantes y
artesanos, debido a que su modo de vida se basaba en los
intercambios a través del Mediterráneo, estaban
especialmente interesados en el establecimiento de un
gobierno fuerte que asegurase la tranquilidad en el mar,
esto es, la tiranía; en contraposición a la creciente
anarquía e incapacidad demostrada por los gobiernos
aristocráticos.
Con el tiempo los hoplitas
fueron adquiriendo un enorme peso en el ejército,
desbancando a los nobles cuya forma de combate cada vez se
mostraba más anacrónica; ante el fundamental papel de los
hoplitas en el ejército, y teniendo en cuenta la asimilación
de estos con los ciudadanos (el armamento de los hoplitas
era costeado por los ciudadanos y como sólo podía ser
hoplita aquel que pagara su propio armamento, sólo los
ciudadanos eran hoplitas), los hoplitas empezaron a exigir
unos derechos cívicos que la aristocracia se negaba a
concederles. En numerosas ocasiones el tirano era el líder
del demos, al que pertenecían los hoplitas, que estaba
enfrentado a la aristocracia.
Herodoto aseguró que los lidios
fueron los primeros en acuñar moneda a finales del siglo VII
a.C.. La aparición de la moneda transformó la economía de
intercambio en economía monetal que facilitó la compra y
venta de todo tipo de bienes, y ello desencadenó la
aparición de importantes desigualdades entre ricos y pobres.
La aristocracia fue incapaz de controlar dichas
desigualdades, por el contrario los tiranos se presentaron
ante el demos como la solución a sus males.
Prácticamente en todas las
ciudades griegas en las que luego surgieron las tiranías
apareció primero la figura de los legisladores. La
aristocracia se encontraba en un proceso de franca
decadencia en el cual se entremezcló la propia división
interna de las grandes familias, en lucha continua por
hacerse con el poder; con las consecuencias de la expansión
colonial en forma de desarrollo del comercio, multiplicación
de la conflictividad social (motivada por las desigualdades)
y monetarización de la economía. Para tratar de hacer frente
a ésta situación de crisis, surgieron, del seno de la propia
aristocracia, una serie de individuos preocupados en detener
los excesos aristocráticos y devolver a la polis el
sentimiento de confianza en sus gobernantes. En las
diferentes polis se redactaron legislaciones que de una u
otra forma trataron de reglamentar un modelo de convivencia
pacífica entre las distintas facciones sociales. A este
grupo de legisladores pertenecieron hombres como
Zaleuco de Locris,
Carondas,
Licurgo
y los atenienses,
Dracón,
Solón,
Clístenes
y
Pericles.
Finalmente, cuando
prácticamente la totalidad de las polis habían experimentado
los regímenes tiránicos estos fueron perdiendo apoyos y
acabaron por desaparecer debido a su excesiva dependencia de
las cualidades individuales del tirano, que hacía del todo
imposible e inútil cualquier tipo de transmisión hereditaria.
Las últimas tiranías se deshicieron en un sinfín de luchas
internas para alzarse con el poder entre un cúmulo de
personajes carentes de las virtudes del tirano y que sólo
eran movidos por sus propias ambiciones y no por el bien de
la comunidad.
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Fundación Educativa
Héctor A. García |