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Hegemonía de Esparta (404-371 a.C.)

El siglo V a.C. marcó el ascenso y esplendor de Atenas hasta el punto de relegar a un segundo plano al resto de la polis griegas, pero en el éxito de Atenas se encontraba la semilla de su fracaso. Atenas había logrado imponerse por medio del miedo, en un primer momento miedo al enemigo persa, y posteriormente miedo a los propios atenienses y a sus represalias en caso de ser abandonados por alguno de sus aliados. De este modo, Atenas logró un dominio de cincuenta años en los que fue la potencia hegemónica de toda Grecia, pero lentamente, sus enemigos empezaron a organizarse y sus aliados a cansarse del poder ateniense. Así llegamos a la Guerra del Peloponeso en el que el poder ateniense fue sustituido por Esparta, la triunfadora de la guerra.

Derrotada Atenas, la unanimidad de sus enemigos se deshizo con la misma facilidad con la que se había construido. Esparta y Persia entraron en guerra, y en el 395 a.C. Esparta tuvo que hacer frente a una coalición formada por Atenas, Argos, Beocia y Corinto. Si los antaño aliados de Esparta en su lucha contra Atenas no tuvieron inconveniente en aliarse con Atenas en nuevas luchas con Esparta, fue debido a que los espartanos, tras acabar con el poderío ateniense, trataron de ocupar el papel de Atenas como potencia hegemónica, y someter así a sus aliados a su propio imperialismo.

Lisandro fue el encargado de realizar las reformas necesarias que permitiesen a Esparta ocupar el lugar hegemónico de Atenas. Si ésta había impuesto la democracia entre sus aliados, ahora Esparta sustituía varios gobierno democráticos por sistemas oligárquicos; si Atenas hizo uso de la proxenia y las cleruquías, Esparta creó las decarquías, junta de gobierno de diez personas, afines a Esparta, que fue instaurada en algunos estados aliados; para vigilar a sus aliados establecieron en las polis la figura del hermostas, funcionarios militares. Pero la política de Lisandro era excesivamente impositiva, y podía llevar a una sublevación general, por lo que sus métodos fueron, en parte, suavizados con las propuestas del moderado Pausanias, a partir del 403 a.C.

Según los acuerdos políticos firmados por la alianza de Esparta y Persia contra Atenas, los persas tuvieron manos libres sobre las ciudades griegas de Asia Menor, que se convirtieron en fuente de mercenarios para los conflictos internos persas. Así, cuando a la muerte de Darío II (404 a.C.) el imperio pasó a su hijo Artajerjes II, el hijo menor Ciro, se sublevó y contó con el apoyo de los griegos de Asia Menor, e incluso con el de Esparta; el apoyo de los griegos le dio una importante ventaja militar ya que las tropas griegas eran muy superiores al resto; no obstante, Ciro falleció en el campo de batalla de Cunaxa y los mercenarios griegos se retiraron. Los conflictos entre persas y griegos fueron una constante en Asia Menor, en ellos Esparta malgastó gran parte de su poderío militar mientras Persia, que en una guerra de desgaste como aquella lo tenía todo a su favor, mandaba una oleada tras otras, año tras año, de lo que parecían ser interminables soldados. En el año 394 a.C. los espartanos fueron totalmente derrotados en la batalla naval de Cnido, por una importante escuadra de Rodas, Chipre y Fenicia. Esta derrota trajo como consecuencia que las ciudades de Asia Menor dejasen de confiar en Esparta y abrazasen la causa de Persia, al tiempo que los restos del ejército espartano regresaban precipitadamente a Grecia ante las dificultades allí surgidas.

Mientras los ejércitos espartanos se encontraban luchando en Asia Menor, la diplomacia persa se había encargado de emplear el oro persa en comprar las lealtades de numerosas ciudades griegas, con el fin de que estas se sublevasen y restasen fortaleza a los espartanos. Si al soborno persa se suman los deseos de venganza de Atenas y los deseos de recuperar su autonomía de Tebas, Corinto y Argos, la revolución (conocida en la historiografía como la Guerra de Corinto) era un hecho. El pretexto fue una guerra local entre focidios y locrios por motivos fronterizos. Inmediatamente Tebas se colocó del lado de los locrios y los focidios pidieron ayuda a Esparta. Cuando Esparta entró en el conflicto, Tebas solicitó la ayuda de Atenas, deseosa de venganza tras la humillación de la Guerra del Peloponeso, Atenas aceptó. Las tropas espartanas fueron divididas en dos bajo el doble mando de Lisandro y Pausanias II, fueron derrotadas, las de Lisandro, en Haliarto; mientras que Pausanias se retiró. Este triunfo animó a Argos y Corinto, además de varias polis menores, a unirse a la coalición tebano-ateniense. Con el resultado de los enfrentamientos por decidir, llegó el año 394 a.C. y con él el desastre naval de Cnido, en el que los espartanos perdieron su flota. En el 392 a.C., Esparta se encontraba agotada y al borde del desastre por lo que trató de firmar la paz con los persas, pero no logró ningún acuerdo por lo que tuvo que proseguir la lucha. Atenas por su parte, que había creado el espejismo de una falsa y milagrosa recuperación gracias al oro persa, se encontró en una situación desesperada cuando los persas cortaron el suministro de oro. Finalmente hacia el 388-387 a.C. los persas firmaron la paz del Rey (o paz de Antálcidas) con los espartanos, una vez que comprobaron la inviabilidad de utilizar a los atenienses como palanca par deshacerse de los espartanos, decidieron usar a estos para controlar Grecia. Firmada la paz entre Esparta y Persia, Atenas era incapaz de seguir la lucha por si sola, por lo que firmó un tratado con Esparta que puso fin a las hostilidades, Argos, Tebas y Corinto hicieron lo mismo. La paz del Rey sumía en la ruina a Atenas, desmantelaba la Liga de Beocia, en torno a Tebas, y ponía fin a la unión entre Corinto y Argos; mientras Esparta y la Liga del Peloponeso fueron las grandes beneficiadas del tratado.

Una vez que Esparta recuperó su supremacía sobre Grecia llevó a cabo una serie de venganzas sobre todos aquellos estados que o bien le habían retirado su apoyo o bien se le habían opuesto abiertamente. El primero de ellos fue Mantinea que en el 385 a.C. fue destruida y fragmentada en cinco aldeas. Posteriormente cayó Fliunte; y en el 382 a.C. las ciudades de la Calcídica con Olinto a la cabeza. En ese mismo año el general lacedemonio Fébidas, cumpliendo órdenes de Esparta, dio un golpe de Estado en Tebas y colocó en el poder a Leontíadas. En el 379 a.C. los opositores tebanos, pagados y organizados por Atenas, dieron un contragolpe y expulsaron de la ciudad a los partidarios de Esparta. A todo este movimiento de alianzas hay que sumar la intensa labor diplomática de Atenas que firmó una serie de tratados bilaterales con multitud de polis. La hegemonía de Esparta estaba en peligro.

Finalmente en el 377 a.C. Atenas, que había reorganizado sus finanzas y construido nuevos barcos, creó la Segunda Confederación Marítima Ateniense, que contaba con un total de 75 ciudades (número mucho inferior al de la Liga de Delos). La nueva Liga ateniense, gobernada por un consejo federal con sede en Atenas, permitió la libertad de los estados miembros a regirse de la manera que creyeran conveniente, al tiempo que se prohibió la imposición de guarniciones o gobernadores de unos estados a otros, se negó también el derecho a establecer compensaciones económicas en forma de phoros y a establecer cleruquías. No obstante, en el 373 se hizo necesario la creación de un tributo (syntaxeis) para hacer frente a los gastos de la Liga.

Tebas por su parte, una vez recuperada su independencia tras la invasión espartana, se ocupó de reorganizar la Confederación Beocia al mismo tiempo que perfeccionaba su maquinaria bélica. De este modo, hacia el 377 a.C., había tres potencias en liza, de las cuales la más poderosa era Esparta cuyo objetivo consistía en deshacer tanto la Liga ateniense como la de Beocia; por su parte, Atenas veía con buenos ojos la recuperación de Tebas ya que podía ser una aliado contra Esparta, al mismo tiempo que le preocupaba que se hiciese demasiado poderosa para que no interfiriese sus futuros planes expansivos; Tebas, por su parte, temía un posible acercamiento entre Esparta y Atenas que la dejase sola ante ambas potencias.

Entre el 377 y el 375 a.C. los espartanos fueron derrotados tanto por la Liga Beocia como por la de Atenas. Pero los temores de Atenas se hicieron realidad en el 373 a.C., cuando Tebas arrasó Platea, tradicional aliada de Atenas. Por este motivo, en el 371 a.C., Atenas firmó la paz con Esparta en la que los primeros reconocían la hegemonía terrestre de Esparta y estos la marítima de Atenas. Sólo Tebas se opuso a la firma del tratado, lo que motivó que el rey espartano Cleómbroto invadiese Beocia; los tebanos presentaron batalla en Leuctra dirigidos por Epaminondas. Para asombro de toda Grecia, Epaminondas, con una agresiva y novedosa táctica, logró un rotundo éxito y causó la muerte de un tercio de los espartanos en edad de combatir, pero aún quedaban dos tercios. Por este motivo, los tebanos buscaron nuevas alianzas para aniquilar definitivamente el poder de Esparta. Atenas rehusó, no así Tesalia. Jasón de Feras marchó desde Tesalia con su poderosa caballería, en teoría para ayudar a Tebas, e impuso un arbitraje, seguido de una paz entre Esparta y Tebas. Jasón pretendía con esta maniobra no contribuir a sustituir un potencia por otra, ya que él mismo tenía planes de hacerse con el control de Grecia. Con este objetivo, de regreso a su patria tomó Heraclea, para usarla como cabeza de puente.

Hegemonía de Tebas (371-362 a.C.)

Tras el desastre de Leuctra, Esparta se replegó a su territorio, mientras que Tebas, el vencedor de la contienda se dispuso a extender sus redes sobre toda la Liga Beocia; sobre todo después de que Jasón de Feras fuese asesinado en el 370 a.C., con lo que se eliminaba a un peligroso aliado que en cualquier momento podía convertirse en un aún más peligroso enemigo. A partir del 370 a.C., los focidios, locrios, malios, acarnienses y otros muchos pueblos, que hasta ese momento formaban parte de la Liga de Atenas, pasaron a la Liga Beocia.

Mientras Tebas se extendía por Beocia y entraba en conflicto con Atenas, en el Peloponeso el debilitamiento del poder espartano estaba provocando una auténtica revolución, ya que multitud de ciudades se sublevaron contra los gobernantes impuestos por Esparta y adoptaron regímenes democráticos. Mantinea por su parte, reunificó su territorio; Argos asesinó a todos los ciudadanos afines a Esparta; en Tegea estalló una guerra civil entre oligarcas y demócratas. Con el apoyo de Epaminondas se creó la Liga de la Arcadia, cuya capital se instituyó en la ciudad de Megalópolis, creada ex proceso con ese fin. Esparta se negó a reconocer esta nueva Liga y Epaminondas lanzó al ejército tebano contra los lacedemonios. Ante la proximidad del ejército enemigo, y debido a la desmoralización de las últimas derrotas, los ilotas desertaron en masa y los periecos se negaron a luchar, sólo la crecida del río Eurotas salvó a los espartanos del desastre, ya que el enfrentamiento no tuvo lugar por esta causa. Pero Tebas no estaba dispuesta a quedarse así. Epaminondas marchó sobre Mesenia, la eterna enemiga y esclava de Esparta, y la liberó; todos los mesenios y descendientes repartidos por el mundo griego fueron invitados a regresar a su patria. Con éste golpe Esparta se hundió definitivamente ya que perdió más de un tercio de su territorio, la mayor parte de la mano de obra y muchos de sus ciudadanos perdieron dicho status al no poder hacer frente a sus compromisos económicos.

Ante la impresionante expedición de Epaminondas, Esparta se vio obligada a pedir ayuda a Atenas, la cual por su parte, estaba deseosa de parar los pies de la arrogante Tebas. Lo que Tebas más temía se hizo realidad con la firma de un tratado entre Esparta y Atenas por el cual se comprometían a defenderse mutuamente. La primera consecuencia de este tratado fue el freno, en el 369 a.C., de las acciones de Epaminondas por la presencia de un importante ejército mandado por Atenas y en el que había un importante contingente de mercenarios siracusanos.

Tras la muerte del tirano Jasón de Feras, Tesalia fue sacudida por una serie de luchas civiles en las cuales los oponentes pidieron por un lado ayuda a Tebas y por otro a Macedonia. Tebas envió un ejército al mando de Pelópidas en el 369 a.C. Éste hizo una incursión en Macedonia en la cual capturó al joven hijo del rey Alejandro II, Filipo. Finalmente en el 364 a.C. Pelópidas murió en combate cuando se enfrentaba al tirano Alejandro de Feras.

A partir del 368 a.C. empezaron diversas reuniones e intentos de acuerdo para alcanzar una paz entre los diversos estados griegos, pero ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo se propuso la mediación de Persia, la cual propuso un tratado que prácticamente dejaba toda Grecia desarmada frente a Tebas, por lo que causó el rechazo de buena parte de los estados beligerantes. En aquellos momentos Atenas se encontraba enfrascada en complicados juegos políticos por medio de los cuales estaba extendiendo su área de influencia hacia el Quersoneso tracio (actual península de Gallípoli), por lo que no estaba para nada dispuesta a deshacerse de su flota como le exigía el tratado persa. Para contrarrestar el resurgir ateniense, Epaminondas se enfrascó en un doble juego, por un lado se trataba de una lucha diplomática para restar aliados a la Liga de Atenas, lo que consiguió con Bizancio, Rodas y Quíos; por otro, Tebas necesitaba una flota que hiciera frente a la ateniense.

Un conflicto político-religioso en Arcadia desató de nuevo las hostilidades por toda Grecia. Debido a un incidente en los Juegos olímpicos, la Liga de la Arcadia se dividió, por un lado Mantinea que, junto con un numeroso grupo de polis, se alió con Atenas, Esparta, Élida y Acaya; mientras que Megalópolis y Tegea se unieron a Tebas. En el verano de 362 a.C. Epaminondas se dirigió al Peloponeso con la idea de restaurar su influencia sobre la Liga de la Arcadia. En la llanura de Mantinea se encontraron los ejércitos de las dos coaliciones. El resultado de la batalla fue indeciso, pero Tebas perdió a su gran general, Epaminondas, y sin él, su hegemonía no podía prevalecer.
 

Hegemonía de Tebas (371-362 a.C.)

Tras el desastre de Leuctra, Esparta se replegó a su territorio, mientras que Tebas, el vencedor de la contienda se dispuso a extender sus redes sobre toda la Liga Beocia; sobre todo después de que Jasón de Feras fuese asesinado en el 370 a.C., con lo que se eliminaba a un peligroso aliado que en cualquier momento podía convertirse en un aún más peligroso enemigo. A partir del 370 a.C., los focidios, locrios, malios, acarnienses y otros muchos pueblos, que hasta ese momento formaban parte de la Liga de Atenas, pasaron a la Liga Beocia.

Mientras Tebas se extendía por Beocia y entraba en conflicto con Atenas, en el Peloponeso el debilitamiento del poder espartano estaba provocando una auténtica revolución, ya que multitud de ciudades se sublevaron contra los gobernantes impuestos por Esparta y adoptaron regímenes democráticos. Mantinea por su parte, reunificó su territorio; Argos asesinó a todos los ciudadanos afines a Esparta; en Tegea estalló una guerra civil entre oligarcas y demócratas. Con el apoyo de Epaminondas se creó la Liga de la Arcadia, cuya capital se instituyó en la ciudad de Megalópolis, creada ex proceso con ese fin. Esparta se negó a reconocer esta nueva Liga y Epaminondas lanzó al ejército tebano contra los lacedemonios. Ante la proximidad del ejército enemigo, y debido a la desmoralización de las últimas derrotas, los ilotas desertaron en masa y los periecos se negaron a luchar, sólo la crecida del río Eurotas salvó a los espartanos del desastre, ya que el enfrentamiento no tuvo lugar por esta causa. Pero Tebas no estaba dispuesta a quedarse así. Epaminondas marchó sobre Mesenia, la eterna enemiga y esclava de Esparta, y la liberó; todos los mesenios y descendientes repartidos por el mundo griego fueron invitados a regresar a su patria. Con éste golpe Esparta se hundió definitivamente ya que perdió más de un tercio de su territorio, la mayor parte de la mano de obra y muchos de sus ciudadanos perdieron dicho status al no poder hacer frente a sus compromisos económicos.

Ante la impresionante expedición de Epaminondas, Esparta se vio obligada a pedir ayuda a Atenas, la cual por su parte, estaba deseosa de parar los pies de la arrogante Tebas. Lo que Tebas más temía se hizo realidad con la firma de un tratado entre Esparta y Atenas por el cual se comprometían a defenderse mutuamente. La primera consecuencia de este tratado fue el freno, en el 369 a.C., de las acciones de Epaminondas por la presencia de un importante ejército mandado por Atenas y en el que había un importante contingente de mercenarios siracusanos.

Tras la muerte del tirano Jasón de Feras, Tesalia fue sacudida por una serie de luchas civiles en las cuales los oponentes pidieron por un lado ayuda a Tebas y por otro a Macedonia. Tebas envió un ejército al mando de Pelópidas en el 369 a.C. Éste hizo una incursión en Macedonia en la cual capturó al joven hijo del rey Alejandro II, Filipo. Finalmente en el 364 a.C. Pelópidas murió en combate cuando se enfrentaba al tirano Alejandro de Feras.

A partir del 368 a.C. empezaron diversas reuniones e intentos de acuerdo para alcanzar una paz entre los diversos estados griegos, pero ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo se propuso la mediación de Persia, la cual propuso un tratado que prácticamente dejaba toda Grecia desarmada frente a Tebas, por lo que causó el rechazo de buena parte de los estados beligerantes. En aquellos momentos Atenas se encontraba enfrascada en complicados juegos políticos por medio de los cuales estaba extendiendo su área de influencia hacia el Quersoneso tracio (actual península de Gallípoli), por lo que no estaba para nada dispuesta a deshacerse de su flota como le exigía el tratado persa. Para contrarrestar el resurgir ateniense, Epaminondas se enfrascó en un doble juego, por un lado se trataba de una lucha diplomática para restar aliados a la Liga de Atenas, lo que consiguió con Bizancio, Rodas y Quíos; por otro, Tebas necesitaba una flota que hiciera frente a la ateniense.

Un conflicto político-religioso en Arcadia desató de nuevo las hostilidades por toda Grecia. Debido a un incidente en los Juegos olímpicos, la Liga de la Arcadia se dividió, por un lado Mantinea que, junto con un numeroso grupo de polis, se alió con Atenas, Esparta, Élida y Acaya; mientras que Megalópolis y Tegea se unieron a Tebas. En el verano de 362 a.C. Epaminondas se dirigió al Peloponeso con la idea de restaurar su influencia sobre la Liga de la Arcadia. En la llanura de Mantinea se encontraron los ejércitos de las dos coaliciones. El resultado de la batalla fue indeciso, pero Tebas perdió a su gran general, Epaminondas, y sin él, su hegemonía no podía prevalecer.
 

                                                                                       

Fundación Educativa Héctor A. García