Grecia     Página 8

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Jonia

A lo largo de toda la costa jónica la tiranía tuvo que ser una forma de gobierno generalizada, pero no se conservan más que un pequeño número de nombres referentes a Quíos (Anfides y Politecnos), Eritras (Ortiges) y Éfeso (Píndaro).

El gran tirano de Asia Menor fue Trasíbulo de Mileto, en la primera década del siglo VI a.C., de origen aristocrático probablemente accedió al poder por la fama ganada en el ejército. Trasíbulo alcanzó el poder en un momento en el que Mileto vivía una de sus épocas más ricas. La ciudad de Mileto era uno de los mayores productores de grano de todo el mundo griego, además tenía una rica cabaña ganadera y unos excelentes viñedos. Toda esta riqueza se encontraba concentrada en pocas manos, las de unos pocos terratenientes y comerciantes; mientras que la mayoría de la población eran pequeños propietarios que formaban parte de los hoplitas. Al parecer, los pequeños propietarios hoplitas se unieron a los comerciantes contra los grandes terratenientes.

En la ciudad de Mitilene se extendió por diez años, los que van del 590 al 580 a.C., el gobierno del tirano Pítaco, el cual gozó de gran prestigio en su época ya que incluso fue considerado como uno de los Siete Sabios de Grecia. Pítaco repartió las tierras de la aristocracia entre el pueblo y obligó a los aristócratas a abandonar la isla de Lesbos, donde se encontraba Mitilene. El gobierno de Pítaco ejemplifica como los tiranos eran elevados al poder por el pueblo para hacer frente al gobierno y abusos de los aristoi.

El último de los grandes tiranos de Asia Menor fue Polícrates de Samos, el cual vivió en la segunda mitad del siglo VI a.C. Polícrates se hizo famoso en toda Grecia debido al éxito de sus expediciones marítimas, no hay que olvidar que Samos poseía la mejor flota del mundo griego en aquel período. Realizó importantes obras de infraestructura y se convirtió en un poderoso mecenas de las artes.

El istmo de Corinto

Al igual que lo ocurrido en la costa jónica, en el istmo de Corinto se reprodujeron las condiciones socio-económicas que propiciaron el surgimiento de la tiranía; esto es, concentración de la riqueza y el poder político en las pocas manos de los aristócratas, lo que motivaba el levantamiento del resto de los ciudadanos y la elección de un tirano como único medio de hacer frente a los aristoi.

En Argos surgió la, prácticamente desconocida, figura de Fidón, del cual se sabe que vivió en la segunda mitad del siglo VII a.C., que convirtió la monarquía en tiranía (él era el séptimo rey de la ciudad), que contuvo el poder de Esparta, ciudad que a su muerte se convirtió en la potencia hegemónica del Peloponeso; y que desarrolló un importante imperio comercial.

La tiranía griega más antigua que se conoce fue la de Corinto. Durante el siglo VIII a.C. la ciudad de Corinto gozó de una gran prosperidad propiciada por una extensa red de relaciones comerciales que se extendía hasta la Península Ibérica, aunque aquí, parece que intermediando los fenicios. Todo el poderío comercial de Corinto había sido obra del clan aristocrático de los Baquíadas, a los cuales, por razones no del todo claras, les fue arrebatado el poder a favor del tirano Cipselo. Cipselo se condujo de forma cruel y violenta con los ciudadanos, sobre todo con los aristoi, no obstante logró mantener el poder durante treinta años tras los cuales se lo cedió a su hijo Periandro; éste prosiguió la dura política de su padre llevando sus ataques hacia los ciudadanos ricos, por lo que fue, en su tiempo, considerado como uno de los Siete Sabios de Grecia. Durante la época de la tiranía, Corinto alcanzó su máximo desarrollo y la cumbre de su poder y riqueza, se convirtió en un referente para el resto de polis. Periandro gozó de gran prestigio entre sus contemporáneos y ejerció en numerosas ocasiones de árbitro entre ellos en los diversos conflictos de las polis. Finalmente, Periandro fue sustituido por Psamétrico, con el cual se llegó al fin de la tiranía (en torno al 540 a.C.) ya que las condiciones socio-económicas que la justificaban habían desaparecido. Tras la tiranía Corinto evolucionó hacia una forma de gobierno timocrática en la que el poder era ejercido por los medianos propietarios de tierra.

La polis de Megara tuvo un activo papel en la colonización del Ponto Euxino, y al igual que en Corinto, la tiranía vino de la mano de los deseos de representación política de los nuevos grupos sociales nacidos a la luz de la expansión comercial. La tiranía de Megara estuvo encarnada en Teágenes, personaje del que se sabe muy poco y que vivió a finales del siglo VII a.C. Tras Teágenes la tiranía se hundió en un proceso de guerras civiles que propiciaron el resurgimiento de la aristocracia. El fracaso de Megara se explica teniendo en cuenta que, pese a su poderío marítimo, nunca llegó a controlar el mar, debido a la fuerte competencia de Corinto y Atenas, por lo que su expansión comercial siempre estuvo en entredicho.

El gobierno tiránico tuvo en Sición su más larga pervivencia. Sición controlaba la ruta comercial de Corinto por Occidente, una ruta secundaria que no permitió que la polis desarrollase importantes relaciones comerciales. De alguna forma, probablemente con ayuda de Corinto, Ortágoras se hizo con el poder en la segunda mitad del siglo VII a.C instaurando una dinastía que gobernó durante un siglo.

Atenas

La polis atenienses estaba dirigida por un grupo de familias de aristócratas terratenientes llamadas Eupátridas, los cuales controlaban las magistraturas y tenían en el Areópago la fuente de su poder y representatividad ante el demos.

La situación de conflictividad entre la clase aristócrata dirigente y el demos encabezado por la nueva clase de ricos comerciantes, en continua disputa por el poder de la polis y por los derechos políticos, se generalizó dando lugar, como en el resto de Grecia, a la aparición de las tiranías. A finales del siglo VII a.C. Cilón intentó hacerse con el poder, pero Atenas aún no estaba preparada para la tiranía y la intentona fracasó. A principios del siglo VI a.C. apareció la impresionante figura de Solón, el cual trató de realizar un plan de reformas políticas tendentes a alcanzar la paz social entre las distintas facciones de la sociedad. Entre el 594-593 a.C. fue nombrado arconte en medio de una muy complicada situación ya que el endeudamiento del campesinado había llegado al extremo de amenazar con el estallido de una guerra civil contra la aristocracia. Solón rechazó la tiranía y ejerció como mediador anulando las deudas y liberando de la servidumbre a los campesinos arruinados.

En tiempos de Solón, Atenas se encontraba en una situación crítica ya que el exceso de población había motivado una sobreexplotación de los recursos agrícolas que habían acabado por empobrecer el suelo, ante ello, los pequeños propietarios sólo pudieron vender sus tierras a los aristócratas como único camino de pagar sus deudas, pasando en muchas ocasiones, ellos mismos a formar parte de las posesiones de los aristócratas. La reforma agraria de Solón acabó con esto, al devolver a los pequeños agricultores sus tierras. Por encima de la reforma agraria, la gran obra reformadora de Solón consistió en la redacción de su Código Legal, en el cual se contempla el ordenamiento íntegro de la sociedad. Éste Código Legal vino a sustituir al duro código legislativo creado por Dracón en el 620 a.C..

Pese a sus esfuerzos, las reformas de Solón no tuvieron el éxito pretendido y sus leyes fueron sistemáticamente incumplidas en beneficio de la aristocracia, por ello, tras la retirada de Solón, surgió en la escena política ateniense Pisístrato, el cual supo atraerse a su causa a los comerciantes y campesinos, y con ellos hacerse con el control absoluto de la polis e instaurar un gobierno tiránico (ca. 560 a.C.). El gobierno de Pisístrato, que duró cerca de veinte años, supuso para Atenas una época de paz y prosperidad económica que sentó las bases políticas y sociales para el establecimiento de la democracia. Durante éste período, Atenas estableció las bases para convertirse en la gran potencia marítima de Grecia; se fomentó el comercio y se embelleció la ciudad con la construcción de grandes edificios y obras de ingeniería. Tras Pisístrato, la tiranía se mantuvo hasta el 510 a.C. en manos de sus hijos y herederos, Hipias e Hiparco. Hiparco fue asesinado en el 514 a.C. lo que hizo que durante los siguientes cuatro años su hermano, Hipias, gobernase de forma cruel y despiadada obteniendo el rechazo del pueblo.

Finalmente la tiranía ateniense fue derrocada con la ayuda del rey Cleómenes de Esparta, que actuaba en favor de los aristoi atenienses. Esta polis, que nunca tuvo gobierno tiránico, había llevado a cabo la unificación del Peloponeso y se había convertido en la gran potencia a la que acudían todos aquellos descontentos con las diversas tiranías de Grecia. Cleómenes atacó a Hipias, que se refugió en la acrópolis, y logró que éste fuese desterrado de Atenas.

Sicilia y la Magna Grecia

A mediados del siglo VI a.C. la tiranía hizo su aparición en Sicilia de la mano de Panecio de Leontinos y Falaris de Agrigento. La lista de tiranos sicilianos no es más que una sucesión de nombres, ignorando completamente lo que aconteció a lo largo de sus gobiernos. De Falaris tan sólo se sabe que ejerció el poder con excesiva crueldad y que fue asesinado. Ya en el siglo V a.C., Hipócrates se hizo con el control de Naxos y Leontinos e intentó unificar la región oriental de la isla. Al mismo tiempo, Gelón se convirtió en tirano de Gela apoyado por un formidable ejército de hoplitas con los que pudo controlar a la aristocracia, poco después, Gelón se hizo con el control de Siracusa, la ciudad más poblada de Grecia y que alcanzó una gran prosperidad en estas fechas. A mediados del siglo V a.C. la tiranía había desaparecido de Sicilia.

Las polis de Sicilia se encontraban inmersas en la lucha contra los cartagineses y contra el expansionismo de los etruscos, lo que quizá explique el motivo por el que la tiranía surgió tan tarde y con tan escaso poder, el problema fundamental no era la tenencia de la tierra y el poder político, lo más importante era la defensa de las propias polis.

Sociedad y cultura / organización social

Jonia estaba compuesta por doce ciudades, Mileto, Priene, Mios, Éfeso, Colofón, Lébedos, Teos, Eritras, Clazomenes, Focea y las islas Samos y Quíos; las cuales se agrupaban en una liga para defender sus intereses comunes. Entre estas ciudades la más importante era Mileto; el centro religioso se encontraba en Micale donde se levantó el templo a Poseidón, el protector de la Liga. El gran dios de los jonios era Apolo, el cual recibía culto en Didimia y Claros. Las polis de Jonia estaban rodeadas por los persas, lidios y anatolios; no obstante supieron mantener su espíritu griego intacto, vanagloriándose de su origen ático.

La base de la articulación social de la polis estaba constituida por el genos, en el cual se estructuraban las familias unidas por lazos de filiación o religión. Los gene eran los propietarios de la tierra, por lo que controlaban la economía de la polis, al tiempo que perpetuaban celosamente las tradiciones. Al comienzo del invierno tenía lugar la festividad de las fratrías, en dichos festejos cada familia presentaba ante la comunidad a los nuevos miembros, los cuales adquirían sus derechos ciudadanos en esos momentos. Las fratrías eran el eslabón que unía a los gene a nivel interno. Un último factor cohesionador eran las phylái, concepto que no está del todo claro en la actualidad, pero que posiblemente simbolizase algún tipo de unión de carácter profesional, territorial e incluso étnico.

En la segunda mitad del siglo VIII a.C. Jonia ya presentaba un avanzado nivel cultural gracias a la fuerte herencia micénica de su cultura, mezclada con las influencias de los pueblos anatolios y asiáticos con los que compartía el territorio desde el siglo XI a.C. En un principio, su economía estaba cimentada sobre las tradicionales labores de agricultura y pesca, y su sociedad controlada por la aristocracia terrateniente. En cada una de las polis jonias se imponía la autoridad del supremo magistrado que representaba a la Liga, y que en la práctica ostentaba el título de rey.

                                                                                       

Fundación Educativa Héctor A. García