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Beremiz
era un ovejero que contaba en el desierto cualquier cosa, lo que fuera,
desde plantas, piedras, ovejas, el estaba solo en el desierto y su
mentalidad era contar, no tenia otra cosa que hacer...
Y señalándome una vieja higuera que se erguía a poca
distancia, prosiguió:
—Aquel árbol, por ejemplo, tiene doscientas ochenta y
cuatro ramas. Sabiendo que cada rama tiene como promedio, trescientos
cuarenta y seis hojas, es fácil concluir que aquel árbol tiene un total
de noventa y ocho mil quinientos cuarenta y ocho hojas. ¿No cree, amigo
mío?
—¡Maravilloso! —exclamé atónico. Es increíble que un
hombre pueda contar, de una ojeada, todas las ramas de un árbol y las
flores de un jardín… Esta habilidad puede procurarle a cualquier persona
inmensas riquezas...
Sinopsis de la
obra
Por:
Héctor A. García
En un viaje por las exóticas
tierras árabes y centrando la acción en tiempos remotos, un
árabe dotado de una habilidad, fruto de su espíritu atento y
observador, se halla sujeto a distintas pruebas que debe
resolver con su talento matemático. Unir lo útil con lo
deleitable ha sido siempre la máxima preocupación de los
pedagogos. Entre los intentos que se han hecho, ninguno tan
feliz como este libro ameno, repleto de curiosidades que enseñan
deleitando. Problemas que a primera vista parecen insolubles,
son resueltos con lógica deducción por diversos sistemas, que no
son en manera alguna trucos, antes bien se asientan en
conocimientos matemáticos fáciles, ciertos e indiscutibles.
Beremiz Samir, el Hombre
que Calculaba, aparece a un lado del camino que lleva a la
ciudad de Bagdad. Allí lo encuentra quien será el narrador de la
historia. Los dos personajes emprenden juntos el viaje.
A través de las palabras con que Hank-Tadé-Maiá
relata las distintas vicisitudes en las que participa Beremiz
Samir a lo largo de la travesía, el lector recibe una clara idea
de su talento para dominar la ciencia de la matemática, así como
también de la altura ética de el Hombre que Calculaba. Los
desafíos que enfrenta el calculador tienen como marco las
tierras de un antiquísimo Irak habitado por califas, jeques y
visires. En cada uno de los relatos, Beremiz Samir demuestra el
dominio que tiene sobre los números; pero ante cada consulta,
ante cada historia, esa sabiduría va acompañada por una
reflexión que, por encima de todos los detalles, busca y siempre
encuentra una razón ética, de justicia, para hacer desaparecer
el problema de la no coincidencia entre los hombres por cuestiones
en la mayoría de los casos, casi insignificantes.
Beremiz Samir es un
hombre sabio; es un hombre de paz que no busca el poder sino la
tranquilidad de vivir una vida plena. El Hombre que Calculaba
es, en definitiva, un hombre que intenta hablar con su hermano,
transmitir historias en las que los seres humanos entienden que
en la vida no todo es cálculo, y que es en la búsqueda de un
equilibrio sincero, real y justo, donde será posible hallar la
felicidad de nuestros días.
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