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L  a  G r a n  E n c ic l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r

DICCIONARIO FILOSÓFICO CIENTÍFICO

Aprende esto de mi: Jamas desesperes en los dias mas oscuros, de las nubes mas negras, de alli sale agua limpia para limpiarte y refrescarte. H.G.

Proyecto Salón Hogar

A-B- C- D- E-F-G- H-I-J-K-L- M-N-O- P-Q-R-S- T-U-V

    Hecho científico: Es sabido que uno de los temas más importantes, es el de que todo conocimiento (vulgar, científico, filosófico) empieza por los sentidos, es decir, por la observación de los hechos concretos y positivos; aunque la crítica moderna ha mostrado la complejidad y la parte de construcción humana presente en lo que se llama el "hecho científico", es de alabar la insistencia que Aristóteles pone en el conocimiento sensible, de forma que nos hace ver en él el fundador de la auténtica búsqueda científica

Heliocentrismo: El filósofo peripatético Aristarco de Samos (s. II a. de C.) concibió el sistema del mundo, centrado en el Sol, con rotación de los planetas y de la Tierra alrededor de él, sistema que dieciocho siglos después, será el de Nicolás Copérnico (1473-1543)

Herencia: El jesuita Johann Gregor Mendel (1822-1884) fue el primero en explicar las leyes que rigen la herencia. Se entiende por herencia el conjunto de características corporales, intelectuales y personales que al unirse el óvulo y la célula espermática quedan fijadas genéticamente; entonces, la herencia es el hecho por el que los organismos, con su generación y en virtud de su descendencia, reciben ciertas cualidades individuales. Mendel formuló la ley de la segregación y la ley de la independencia. (Ver Cromosomas).

Hilemorfismo: A menudo se acusa al hilemorfismo de Aristóteles de ser una especie de transposición del proceso lingüístico; el análisis del devenir (atribución de una forma a una materia) sería un calco del lenguaje, del juicio sobre todo (atribución de una cualidad a un sujeto). Ello sería equivocar gravemente respecto a la dialéctica de Aristóteles; el análisis del lenguaje le sirve a él de procedimiento de aproximación, de manifestación de la aprehensión de lo real, y en esto no hay nada de ilógico; toda teoría física comporta una epistemología, una teoría del conocimiento, que se manifiesta en el lenguaje. Por otra parte, la ciencia moderna conoce su objeto de una manera conforme a su lógica (de tipo relacional) y a su método (operatorio); por tanto, no hay de qué acusar a Aristóteles; se trata de una de las condiciones de todo conocimiento de la naturaleza.

Si la doctrina hilemórfica explica el devenir, la aparición de nuevos seres, permite también explicar la aparición de seres múltiples y variados, sea de la misma especie, sea de especies diferentes (aquí el término "especie" no se lo toma en el sentido de clasificación zoológica, sino en el de tipo formal que expresa una estructura inteligible bien caracterizada). En el seno de la extraordinaria variedad de seres individuales que existen en la naturaleza, el espíritu discierne semejanzas y diferencias; es capaz de elegir entre ellas y descubrir bajo las variaciones individuales una estructura permanente, una estabilidad de fondo, que le permite clasificar estos seres en una misma categoría; y se da cuenta de que estas categorías no son simples etiquetas cómodas que esconden su ignorancia.

Al hablar del hombre encontramos la explicación de esta unión original, que no es ni fusión (en la que los principios componentes desaparecen en su combinación) ni simple yuxtaposición (en la que la unidad ya no está explicada). Sólo la doctrina hilemórfica de Aristóteles, precisada por santo Tomás, asegura esa solución equilibrada que garantiza la unidad vital del ser humano a la que nos han sensibilizado la ciencia y la sicología modernas. Tal unidad nos obliga a sacar la conclusión de que la materia, presente en nuestro cuerpo, revela la capacidad natural de ser penetrada por el espíritu, y a recibir de éste un significado no material. La materia puede ser portadora de algo distinto de ella y que se encarna en ella.

En el hombre, la materia es informada por el espíritu (y eso espontáneamente, antes de cualquier toma de conciencia del hecho; la espiritualización de la materia corporal es un dato primitivo). Y así, puesto que la materia humana (el cuerpo) es portadora de inteligibilidad, ¿por qué la materia extrahumana no habría de serlo, si bien, evidentemente, en otra forma? Ahora bien, puesto que la ciencia nos descubre en la naturaleza una profunda inteligibilidad, sería anticientífico declarar a priori que ese hecho es contradictorio e incomprensible, puesto que el hombre lo comprueba ya e incluso lo instaura en sí mismo. Todo será distinguir cuidadosamente los dos modos de penetración del espíritu en estas dos zonas de la materia, las dos maneras de "información" inteligible de que es susceptible la materia (cosa que no distingue el realismo ingenuo). En el hombre será conforme a una manera de emergencia, de principio espiritual activo, que domina la función animadora; fuera del hombre será en forma de huella, de impregnación pasiva en algún modo: cada uno realiza de una manera diferente la misma dialéctica, el mismo emparejamiento de un principio material y un principio formal (de tipo hilemórfico)

Hipóstasis: El término hipóstasis fue aplicado por Plotino a las tres sustancias principales del mundo inteligible, o sea, el Uno, la Inteligencia y el Alma. Así la hipóstasis es el ser o la sustancia de la cual los fenómenos son una manifestación. El término griego fue traducido al latín con el de "sustancia", palabra que fue usada en la tradición filosófica con un significado totalmente diferente. En el lenguaje moderno y contemporáneo, el vocablo es usado en sentido peyorativo, para indicar la transformación falaz o subrepticia de una palabra o de un concepto en sustancia, o sea en una cosa o en un ente.

Hipótesis: Newton afirma: "En verdad no he logrado aún deducir de los fenómenos la razón de estas propiedades de la gravedad, y no invento hipótesis". Hypotheses non fingo: es la célebre sentencia metodológica de Newton, que se cita tradicionalmente como irreversible llamada a los hechos y como decidida y justificada condena de las hipótesis o conjeturas. Sin embargo, es obvio que Newton también formuló hipótesis; es famoso y su grandeza supera todas las fronteras no porque haya vista caer una manzana o haya observado la Luna, es célebre y es grande porque formuló hipótesis y las comprobó, hipótesis que explican por qué la manzana cae al suelo y por qué la Luna no cae sobre la Tierra, por qué los planetas gravitan hacia el Sol y por qué se producen las mareas. Entonces, si esto es así, ¿ qué quería decir Newton mediante la palabra "hipótesis" cuando afirmaba "no inventar hipótesis"?.

Esta es la respuesta de Newton: "... y no invento hipótesis; en efecto, todo lo que no se deduce a partir de los fenómenos, debe ser llamado "hipótesis"; y las hipótesis, tanto las metafísicas como las físicas, ya versen sobre cualidades ocultas o mecánicas, no pueden ocupar un lugar en la filosofía experimental. En tal filosofía, se deducen proposiciones particulares a partir de los fenómenos, y a continuación se vuelven generales mediante la inducción. Así fueron descubiertas la impenetrabilidad, la movilidad y la fuerza de los cuerpos, las leyes del movimiento y la gravitación. Para nosotros es suficiente con que la gravedad exista de hecho y actúe según las leyes que hemos expuesto, y esté en condiciones de dar cuenta con amplitud de todos los movimientos de los cuerpos celestes y de nuestro mar".

Historia: El término originario en griego significa investigación. Significa, por un lado, el conocimiento de los hechos o la ciencia que disciplina y dirige este conocimiento; y por otro, los hechos mismos, un conjunto o totalidad de ellos. El termino ha sido empleado con los significados, como: pasado, tradición, como mundo histórico, como sujeto de la historiografía.

Hasta el siglo XVIII la historia era considerada más bien como un género literario que consistía en transmitir un relato del pasado fijado una vez por todas; la aportación de las nuevas generaciones se limitaba a propagarlo. Por otra parte, el mecanicismo cartesiano y su racionalismo geométrico eran refractarios a la inteligencia histórica; toda idea de duración, de continuidad, de devenir, tenía que parecerles inútil para comprender la realidad.

Hoy posee un doble significado, pues se puede referir al conocimiento de los hechos humanos (historia rerum gestarum) o a los hechos mismos en conjunto o la totalidad de ellos (res gestae).

El progreso de los conocimientos, el estudio de las civilizaciones y sobre todo el desarrollo de la técnica por la modificación de la imagen que el hombre se hacía de sí mismo, ante la naturaleza, todo esto implicó una toma de conciencia del progreso histórico; era el paso de una conciencia de tipo estacionario a otra, abierta hacia un porvenir desconocido, hacia el cual empujaba un movimiento inevitable. Si los iniciadores de este descubrimiento del sentido histórico fueron Giambattista Vico (1668-1744) y Carlos Montesquieu (1689-1755), hay que señalar la función que en ello desempeñó la ciencia. Esta introducción del tiempo y de la duración en la conciencia moderna adoptó la forma de una creencia en el progreso universal, que abría a la humanidad perspectivas ilimitadas de porvenir y cuya llave debía proporcionar la ciencia. El ambiente del siglo de las luces y el entusiasmo del maquinismo, permitió al hombre "soltar las últimas amarras que aún nos unían al neolítico" (Enrique E. Breuil '1877-1961'), no sin dramatismo; se efectuó rompiendo con la tradición cristiana y medieval, pero a pesar de ello, dicha tradición permaneció viva en los grandes innovadores (Descartes o Newton) y constituyó uno de los que Paul Hazard (1878-1944) ha llamado la "crisis de la conciencia europea".

Este cambio radical de mentalidad manifiesto en el descubrimiento del tiempo como medio esencial de comprender el mundo, se extendió al siglo XIX, a través de dos corrientes ideológicas salidas del dualismo cartesiano: el racionalismo idealista de Kant y de Hegel que vio esencialmente en la historia humana la evolución dialéctica del pensamiento y el materialismo, que interpretaba la historia en el sentido de una evolución homogénea de una única realidad, la materia. Las dos negaban el ideal cristiano tradicional por lo que fue necesario esperar la renovación teológica y bíblica para mostrar que el cristianismo implicaba un profundo sentido de la historia.

Hace milenios ya vivían hombres, su existencia está demostrada por el hallazgo de huesos en capas geológicas que pueden datarse en el tiempo. Hace milenios vivían hombres semejantes a nosotros anatómicamente en todo punto; hay restos de instrumentos, incluso de pinturas. Únicamente desde hace cinco o seis mil años tenemos una historia documentada y continua. La historia presenta cuatro profundos cortes:

Primero. Sólo inferible es el primer gran paso del nacimiento de las lenguas, de la invención de instrumentos, del encender y usar el fuego. Es la edad prometeica, la base de toda historia, a través de la cual se volvió el hombre por primera vez hombre frente a un ser humano sólo biológico que no podemos representarnos. Cuándo fue ello, en qué largos espacios de tiempo se distribuyeron los distintos pasos, no lo sabemos. Esta edad tiene que retroceder hasta muy lejos y sustentar la múltiple del tiempo histórico documentado, que es casi insignificante comparada con ella.

Segundo. Entre 5,000 y 3,000 antes de Jesucristo se desarrollaron las altas culturas antiguas de Egipto, Mesopotamia, el Indo, y algo más tarde del Hoangho, en China. Son pequeñas islas de luz en la vasta masa de la humanidad que ya puebla el planeta entero.

Tercero. Por los años 500 antes de Jesucristo (en el tiempo que va de del 800 al 200) tuvo lugar la cimentación espiritual de la humanidad, de la cual se nutre ésta hasta hoy, y es notable que lo tuvo simultánea e independientemente en China, India, Persia, Palestina y Grecia.

Cuarto. Desde entonces se ha desarrollado un único proceso enteramente nuevo, espiritual y materialmente decisivo, de igual jerarquía que los anteriores bajo el punto de vista de su acción histórico-universal: la edad de la técnica científica, preparada en Europa desde el fin de la Edad Media, constituida espiritualmente en el siglo XVII, en amplio despliegue desde el fin del siglo XVIII, en un desarrollo vertiginosamente rápido tan sólo desde hace algunos decenios.

Dando una mirada a la tercera sección, por el 500 a.C., Hegel decía: "Toda la historia va a parar a Cristo y procede de él. La aparición del hijo de Dios es el eje de la historia universal". De esta estructura cristiana de la historia universal, nuestra cronología es el testimonio diario. Lo malo es que semejante manera de ver la historia universal sólo puede tener valor para los fieles cristianos.

Historia de las ideas: Metodología especial que consiste en estudiar los procesos ideológicos con todos los demás factores de la cultura y la sociedad.

Historicidad: El modo de ser del mundo histórico o de una realidad histórica cualquiera. Indica para el hombre que el tiempo es una dimensión constitutiva de su ser. También señala al hombre como ente histórico.

Una comprensión profunda de la historia supone precisamente un análisis del hombre como ser fundamentalmente histórico, como un ente temporal. Esta indagación previa de las estructuras concretas del hombre nada tiene que ver con las posiciones teóricas del relativismo y del historicismo. Loyer Feiner dice: "Porque sólo se da una historicidad allí donde un ente tiene como cometido su propia esencia permanente. Allí donde la esencia siempre ha "sido", como la base, de ningún modo dada como tarea, de una realización que propiamente no hace sino huir de sí misma, no puede haber historia. La verdadera y auténtica historicidad de un ente significa, precisamente, que una inderogable esencia permanente domina y fundamenta esta historicidad y justamente en ella se convierte en tema. Por otro lado, el ser dado a sí mismo en esencia, que se hace posible por la trascendencia, es la propia donación de esta esencia en la historia. El mismo proceso que ocurre al margen de la historia. Si al hombre le fuera posible realizar la experiencia de lo trascendente, fuera y al margen de la historicidad, es decir, al margen de un encuentro pasivo, imprevisto e indisponible con el mundo, entonces ciertamente podría llevar a término su "esencia metafísica" al margen independientemente de la historia" (Mysterium salutis, 1975).

El sentido de la historicidad nos lleva a rechazar de plano las ideas del destino y la fatalidad inculcadas durante mucho tiempo. Asignarle a la historia la categoría de una necesidad absoluta no sólo es eternizar las situaciones presentes, sino una forma sutil de eludir toda responsabilidad en la construcción o destrucción de la historia. La misma idea de la Providencia pensada en términos populares, de esta manera no puede ser aceptada sino en la medida en que indica la misteriosa presencia de lo divino que actúa en concurrencia con la libertad de los hombres. Durante la Edad Media, por ejemplo, cierta deformación de la Providencia en el sentido señalado, llevaba a colocar en el orden puramente natural la expresión total de la voluntad de Dios; de ahí, que la resignación fuese una actitud predominante y lógica frente a todas las calamidades naturales y sociales e incluso utilizada como forma ideológica para impedir el cambio radical de la sociedad y la historia.

Además, no hay que identificar, por oposición, el sentido moderno de la historicidad con las categorías de fugacidad, inestabilidad, inconsistencia y futilidad de todas las cosas, tal como lo encontramos en el dicho pesimista del Eclesiastés (vanitas vanitatum, omnia vanitas). En efecto, la conciencia de que todo pasa y todo es inútil, indica, en el fondo, una conciencia que se piensa a sí misma desligada radicalmente de todo, mientras que el sentido moderno de la historicidad es el señalamiento de una conciencia abierta hacia las cosas, responsable del presente, del pasado y del futuro.

Historicismo: En su acepción más general, es la corriente filosófica que afirma que la realidad es histórica y que todo conocimiento es conocimiento histórico. El historicismo es un punto de vista fácilmente asimilable que actúa sobre la mente y el corazón de todos, desde el intelectual hasta el observador de tipo medio. La razón es obvia. El historicismo puede definirse como un sistema ideológico que considera sujeta a cambio y evolución toda realidad, material y espiritual, incluyendo el conocimiento de lo verdadero, la religión, la moral y la justicia; se niega a aceptar todo lo que sea permanente, con valor eterno y absoluto.

Las características generales del historicismo, según Meyerhoff, son: 1) la repudiación de un enfoque sistemático de la historia; 2) la repudiación de una interpretación unificadora de la historia; 3) las siguientes aserciones positivas: a) los aspectos básicos de la historia son el cambio y la particularidad; b) el historiador tiene una manera especial de explicar las cosas, consistente en forjar "historias"; c) la historia lo penetra todo, de modo que sus principios de cambio y particularidad afectan a todos los aspectos de la vida humana, incluyendo la filosofía, la moral y la religión.

Historiografía: Se refiere al conocimiento histórico en general o el conjunto de las ciencias históricas.

Hombre: Para los griegos, con su concepción cíclica de un mundo idéntico a sí mismo, la finalidad de la vida humana no podía ser otra que la contemplación y la impasibilidad, en la sumisión al destino inexorable; sumergido en un mundo que no estaba metido en una historia, el hombre no estaba invitado a transformarlo, de aquí un cierto desprecio hacia la acción técnica y las artes utilitarias.

El hombre es un antropoide con cuatro propiedades especiales: 1) posición erecta; 2) los brazos y las manos se mueven libremente; 3) cerebro grande, capaz de fino juicio y decisión, y de aguda percepción; 4) lenguaje. Además, hay otras características que hacen del hombre un animal biológicamente especial.

La paleontología nos muestra que el hombre es una muy reciente adición a los vertebrados; no hay señales de que el hombre existiese "desde el principio", sino que todo parece indicar que el homo sapiens no llega a tener un millón de años de antigüedad.

Por el contrario, la visión cristiana del mundo, resumida en la síntesis tomista, no podía acomodarse a semejante inmovilismo; el hombre, metido en este universo en movimiento hacia Dios, debe también, y de un modo especial, participar en este dinamismo; su misión es más grande y se realiza a diversos niveles: 1) en cuanto a sí, debe realizar el ideal común, realizar el querer divino, el proyecto de Dios sobre él, es decir, aquello para lo cual ha sido creado; 2) al nivel de su medio cósmico, del que es íntimamente solidario (su cuerpo sumergido en el mundo de la materia); gozando de autonomía y libertad por su naturaleza espiritual, el ser humano está llamado también a dominar este universo, a hacerse dueño de él.

Este dominio humano sobre la naturaleza consiste en dar su plena significación al retorno de las criaturas a Dios; y si el sentido de la finalidad del universo es revelar a Dios y parecérsele, la misión del hombre es la de hacer con su acción esta semejanza más perfecta, pues se trata de actuar en un campo propuesto al hombre.

El hombre actual tiene cada vez más una profunda sensibilidad histórica manifiesta en la conciencia lúcida de la fugacidad del tiempo y de las instituciones. Esta sensibilidad ha formado una cierta conciencia de universalidad, de impacto y recepción a todos los fenómenos y manifestaciones de la historia actual acorde con el progreso vigente de socialización en gran parte dinamizados por los medios de comunicación social. Debido a esto existe hoy una resonancia mundial de hechos y procesos que marcan el hecho irreversible de una unidad del mundo y de la historia en un destino común que nos hace responsables de su éxito o fracaso.

De todas maneras debemos reconocer que queda en claro y siempre como marco crítico que la historia como contexto libre y abierto de la acción humana no puede obedecer al esquema de la ciencia natural, al modelo de leyes rígidas e inmutables y que es el hombre mismo quien historiza (dimensión subjetiva y de valores) al tener conciencia de sus hechos y no de su organismo.

Homeostasis: Término procedente del griego o m o i o s, semejante y de s t a s i s, estabilidad, propuesto por el biólogo norteamericano Walter Cannon para designar la estabilidad del estado corporal de los seres superiores, mediante mecanismos reguladores propios. De este modo, toda marcada expansión de la especie es una radiación adaptativa mediante la cual la vida, diversificándose, se adapta a muchos lugares, altamente diversificados, de la economía de la naturaleza.

Homo economicus: Para F. Bacon "el hombre, es el ministro e intérprete de la naturaleza, tantum facit et intelligit quantum de naturae ordine re vel mente observaverit, nec amplius scit aut potest" (Novum Organum). Expresión concebida por Ricardo para designar al hombre concreto, inmerso en una comunidad humana, en la que lo económico tiende a recibir sus normas y su método de la historia más que de la matemática.

Homo faber: Se refiere a la dimensión activa, transformante del hombre y de la vida humana en general.

Homo sapiens: El hombre en cuanto ser esencialmente pensante o animal racional, según la definición clásica de Aristóteles.

Horizonte: Punto desde el cual pensamos toda una visión de las cosas según una circunstancia histórico-cultural. La perspectiva desde donde planteamos los problemas pero que no siempre es patente y accesible.

Humanitas: Palabra pronunciada por Leonardo Bruni (1370-1444) en una oración fúnebre, equivalente a la griega "filantropía" (j i l a n J r o p i a ), que Esquilo aplicó por primera vez la benevolencia de Prometeo.

Giuseppe Lombardo Radice (1879-1938) afirma: " Sé hombre y serás maestro"; pero este requisito tiene muchos aspectos.

Letra "I"

Idea: Mientras para Platón las ideas estaban separadas de las cosas sensibles, para Aristóteles son inmanentes en las mismas; son sus "formas" inteligibles; no existen en sí, en un modo a parte, sino que están realizadas en la materia.

El término idea es empleado con dos significados diferentes, esto es: 1) como especie única intuible en una multiplicidad de objetos; 2) como cualquier objeto del pensamiento humano, o sea como representación en general. En el primer significado, la palabra fue utilizada por Platón, Aristóteles, los escolásticos, Kant, y otros. En el segundo, fue empleada por Descartes, los empiristas y gran parte de los filósofos modernos; y así es comúnmente aceptada en las lenguas modernas. Hegel vio en la idea "lo verdadero en y para sí, la unidad absoluta del concepto y de la objetividad"

Thomas Reid (1710-1796) da al término "idea" el significado específico de imagen sensorial, con lo cual acepta la posición empirista, no es solamente cartesiana.

Ideología: Conjunto sistemático o no de ver el mundo expresado a través de un núcleo de ideas, valores, representaciones, actitudes de un grupo social o de un individuo. La ideología no es una teoría especulativa establecida por medio de un análisis racional y objetivo, sino un modo de pensar o un sistema de actitudes características de una clase o individuo, vemos que la evolución se ha convertido de este modo en una ideología científica.

El sentido etimológico de "ideología" la connota como "ciencia de las ideas", por lo que el ideólogo sería aquel que se ocupa de las ideas, clasificándolas, buscando su origen, explicando sus combinaciones, etc.. Con este sentido el término fue empleado en los siglos XVIII y XIX por un grupo de filósofos franceses que se inspiraron en Condillac, y que precisamente fueron llamados "ideólogos". Uno de estos Antoine Destutt de Tracy, consideró la ideología como una "filosofía prima", articulada en tres sectores de investigación: la ideología propiamente dicha, que tiene por objeto el análisis del origen de las ideas; la gramática, que tiene por objeto el estudio de las modalidades de su expresión, y, la lógica, que tiene por objeto el estudio de su combinación. En 1801 Destutt designó con el término ideología "el análisis de las sensaciones y de las ideas" siguiendo el modelo de Condillac. En este contexto la ideología fue la corriente filosófica que señaló el tránsito del empirismo iluminista al espiritualismo tradicionalista que floreció en la primera mitad del siglo XIX. Napoleón adoptó el término en sentido despectivo para calificar de "ideólogos" a sus enemigos políticos. En la segunda mitad del siglo XIX el término es utilizado por el marxismo para calificar la cultura denominada "burguesa".

Según Carlos Manheim la ideología es la idea que es capaz de insertarse en la situación, de dominarla y de adatársela; pues las "ideologías son las ideas que trascienden la situación y que nunca lograron, de hecho, realizar su contenido virtual. Aunque a menudo se convierten en los motivos bien intencionados de la conducta del individuo, cuando se las aplica en la práctica se suele deformar su sentido. La idea cristiana del amor fraternal, por ejemplo, sigue siendo, en una sociedad basada sobre la servidumbre, una idea irrealizable y, en ese sentido, ideológica, aun cuando se reconozca que puede actuar como motivo en la conducta del individuo" (Ideología y Utopía).

Entendemos que la ideología es un sistema de ideas concernientes al mundo del hombre, especialmente a los conceptos de la vida social. A diferencia de la filosofía, no es una teoría especulativa o práctica, sino una manera de pensar o un sistema de actitudes. Un "ismo", según el diccionario de Webster, es una doctrina o práctica de un sistema filosófico, una teoría o un principio. Las ideologías se refieren a un modo de pensar, a una actitud de la mente; los "ismos" se refieren a un modo de vivir, a la práctica de un modo de pensar.

Ilustración: En forma general es el empeño por extender la crítica y la guía absoluta de la razón a todos los campos de la experiencia humana. Francisco Bacon (1561-1625) es el padre de la ilustración científica.

La Ilustración incluye tres aspectos diferentes pero conexos: a) La extensión de la crítica a toda creencia o conocimiento, sin excepción. b) La realización de un conocimiento que, para abrirse a la crítica, incluya y organice los instrumentos para la propia corrección. c). El uso efectivo, en todos los campos, del conocimiento logrado de esta manera, con la finalidad de mejorar la vida individual y asociada de los hombres. Estas tres tareas constituyen una de las formas recurrentes de entender y practicar la filosofía. La razón humana se creyó capaz de poder comprender exhaustivamente la realidad, y se dispuso a transformar (con arreglo a sus opiniones) todas las esferas de la vida prescindiendo de la historia. De ahí el carácter atrayente de la filosofía de la Ilustración y su influencia literaria sobre la masa de los intelectuales ("filosofía popular").

Kant escribe: "la ilustración es el abandono por el hombre del estado de minoría de edad que debe atribuirse a sí mismo. La minoría de edad es la incapacidad de valerse del propio intelecto sin la guía de otro. Esta minoría es imputable a sí mismo, cuando su causa no consiste en la falta de inteligencia, sino en la ausencia de decisión y de valentía para servirse del propio intelecto sin la guía del otro. ¡Sapere aude! ¡Ten la valentía de utilizar tu propia inteligencia! Este es el lema de la Ilustración". Tal servidumbre es una "servidumbre de los prejuicios, de los ídolos y de los errores evitables" afirma K.R. Popper.

Christian Thomasius (1655-1728) fue quien distinguió - en sus Lectiones de praejudiciis (1689-1690) - entre prejuicios debidos a la autoridad y prejuicios debidos a la precipitación. Los ilustrados se constituyen como un ejército en lucha contra todos los prejuicios: la verdad no tiene otra fuente que no sea la razón humana.

La Ilustración comenzó en Inglaterra y Francia. La filosofía moral de la Ilustración cultivada particularmente en Inglaterra por Hobbes, Shaftesbury, Bentham, buscó, por una parte, apoyo en el deísmo, liberándose, por otra, de todo supuesto religioso y metafísico (Pedro Bayle). La Ilustración desembocó en el radicalismo de Voltaire y de los enciclopedistas acabando en el grosero materialismo de Holbach y Lamettrie.

Implícito: Que está contenido internamente.

Inanición: La ciencia moderna ha mostrado la inanidad de las concepciones de Kant acerca del subjetivismo que sería inherente a todo conocimiento, particularmente en lo que concierne a su concepción del espacio y del tiempo (formas a priori). El hombre de ciencia sabe bien que la realidad que se presenta ante él no se presta fácilmente a adoptar una forma impuesta por estructuras a priori del pensamiento. La ciencia ha mostrado invariantes irreductibles (constancia de la velocidad de la luz, intervalo del universo, cuanto de Planck, constantes del mundo infraatómico, etc.), que la obligan a renunciar a toda racionalización a priori. La renovación de las teorías científicas, sus continuos progresos por integraciones sucesivas, han revelado la extraordinaria complejidad de una realidad que impone al hombre sus propias exigencias. Aunque el esfuerzo científico para traducir esta realidad conduce a construcciones muy teóricas, éstas dependen siempre estrechamente de la experimentación y de la sumisión a la realidad.

Incorruptibilidad: La incorruptibilidad de los cielos será uno de los puntos neurálgicos de la lucha entre la ciencia del siglo XVII y el aristotelismo decadente que renegará del espíritu de su fundador (la observación) por fetichismo hacia su letra.

Indeterminación (Principio de): Sólo los desarrollos de la física subatómica y el descubrimiento del principio de indeterminación, debido a Heisenberg (1927), dieron el golpe decisivo al principio de causalidad. Heisenberg lo expresa así: "En las teorías clásicas de interacción entre el objeto y el observador era considerada como insignificantemente pequeña o como controlable, de manera de poder eliminar su influencia por medio de cálculos. En cambio, en la física atómica tal admisión no se puede hacer, debido a que por la discontinuidad de los hechos atómicos, toda interacción puede producir variaciones parcialmente incontrolables y relativamente grandes. Esta circunstancia tiene como consecuencia el hecho de que, por lo general, las experiencias realizadas para determinar una magnitud física hacen ilusorio el conocimiento de otras magnitudes obtenidas con anterioridad; influyen, en efecto en el sistema sobre el cual se obra de manera incontrolable y, por lo tanto, los valores de las magnitudes conocidas con anterioridad resultan atrasados. Si se trata de perturbación de modo cuantitativo, se encuentra que en muchos casos existe, debido al conocimiento contemporáneo de diferentes variables, un límite de exactitud finito, el cual no puede ser superado" (Los principios físicos de la teoría cuántica, 1930)|

Indeterminismo cuántico: Ha sido explotado por algunos espiritualistas para ver en él una prueba de libre albedrío en el seno de la materia, prueba que debería hacer más explicable el libre albedrío humano. Tal tentativa revela una cierta indigencia filosófica. La libertad humana no tiene nada que ver con el dominio infraatómico; su raíz está en otro lugar y escapa a cualquier crítica de orden científico, pues reside en la estructura misma del espíritu humano, es de orden eminentemente espiritual. El resultado de tal historia es haber desencadenado una reacción muy viva de los medios materialistas, reacción que ha agravado aún más la incomprensión del verdadero espiritualismo, de acuerdo con ellos en la repulsa de semejante tentativa. "El descubrimiento de Heisenberg, escribe M. Boll, ha sido el pretexto para la rebatiña y despojo de las pretendidas ruinas de la concepción científica del mundo, acusada de haber pecado contra el espíritu... Todos los espiritualistas, que mascaban el freno desde hacía dos o tres generaciones, se han precipitado sobre este maná celeste" (Les quatre faces de la physique, 1939). Es grande, pues, la responsabilidad de los espiritualistas que se extravían en semejante confusionismo. Una buena puntualización la ofrece A. Metz en Causalité scientifique et causalité première, en Archives de philosophie, 3, 1961.

El indeterminismo, al cual se refiere, no tiene nada que ver con cualquier violación del principio de causalidad. Situándose al nivel del ser de las cosas, "la causalidad es una exigencia radical de la razón humana", afirma J. Ullmo en La pensée scientifique moderne (1958). La verdadera causalidad con frecuencia está escondida, escapando a la observación y a la medida matemática, cuya expresión científica es el determinismo, en el sentido de establecer una relación constante entre los fenómenos haciendo posible la previsión del desarrollo de su devenir. Por tanto, el determinismo sólo es posible si lo son las medidas exactas. En las partículas elementales, estas medidas no aportan la precisión requerida, por la sencilla razón de que el fenómeno, a que se refieren, es modificado en el mismo momento por el instrumental técnico empleado.

Así, a este nivel, el hombre se encubre a sí mismo el determinismo causal profundo, puesto que inserta en él su propia acción. Entre dos observadores, es imposible saber qué sucede en el estado puro. El indeterminismo de que se trata aquí no es más que una limitación fijada al conocimiento científico por la intervención del hombre, que se añade al fenómeno estudiado e interfiere en él. El único determinismo posible es entonces de orden estadístico, simple probabilidad que aporta un conocimiento de orden global, lo cual, evidentemente, no puede satisfacer a la razón humana deseosa de conocer la realidad en su estructura.

Las divergencias entre las teorías cuánticas se refieren principalmente a la actitud ante este probabilismo. Algunos (interpretación de la escuela de Copenhague) estiman que será siempre imposible superar tal incertidumbre, porque está vinculada por definición a la relación hombre-naturaleza a este último nivel. Otros conservan la esperanza de recuperar un verdadero determinismo (no de orden estadístico), con el descubrimiento de parámetros escondidos o por caminos que aún hay que encontrar. De todos modos, la física moderna renuncia más o menos al antiguo sueño mecanicista de una naturaleza de la cual el hombre podría aislarse para interrogarla a su capricho y representársela según su conveniencia. Sabe que desde ahora en adelante él mismo forma parte de esta naturaleza, por todo un aspecto de su ser (su actividad corporal y su técnica operatoria)

Inducción: La inducción aristotélica descansa en la simple enumeración de los casos en que una determinada naturaleza se encuentra con una determinada forma (ausencia de hiel). No es, pues, nunca absolutamente probatoria, porque la enumeración no es nunca completa. La inducción baconiana descansa en un principio fecundo y verdaderamente probatorio en otro sentido: en saber que la causa se reconoce en la indicación de que, estando suprimida, el efecto quede suprimido al mismo tiempo (sublata causa, tollitur effectus). Pero Bacon, al descubrir esa regla que es el nervio de todo el método experimental no parece haber supuesto su fuerza y su fecundidad. Le faltaba para esto haber puesto la mano en la masa, y haber realizado él mismo una experimentación verdadera. Con todo, tuvo el mérito de discernir el primero la esencia del razonamiento inductivo y su papel en el establecimiento de la experiencia, de dar un notable impulso, sobre todo en Inglaterra, a la "nueva filosofía", a la "filosofía experimental y eficaz", que culminará con la obra de Newton, de dejarnos algunos admirables aforismos sobre la colaboración del hombre con la naturaleza en la gran tarea de edificación de la ciencia, y de haber operado, para decirlo todo, un verdadero "rejuvenecimiento de la razón", recordando al hombre la verdad que Shakespeare pone en boca de Hamlet: "¡Oh, Horacio!, hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que sueña tu filosofía"

Según L. Bourgey "hay que notar también la enorme extensión del campo de la inducción que va de las abstracciones matemáticas al mundo sicológico y social, respetando y manifestando la originalidad de cada aspecto fundamental de lo real, pues es sabido con qué fuerza ha insistido el aristotelismo en la importancia de los principios propios de las diversas ciencias" (Observation et expérience chez Aristote, 1955). (Ver Síntesis inductiva).

Industria: (Ver Revolución industrial).

Inercia: Es sabido que algunos escolásticos habían entrevisto la noción de inercia, en la forma de teoría del ímpetus; acerca de esta historia y de las diversas interpretaciones que ha suscitado (unos como P. Duhem, ven en el ímpetus la prefiguración de la noción moderna de inercia; otros, como la señorita Maier y A. Koyré recuerdan que para la ciencia moderna el movimiento rectilíneo uniforme es un estado por la misma razón que el reposo, y que por tanto no necesita ninguna fuerza para perseverar, lo cual es ajeno a la noción de ímpetus).

El principio de la inercia dice: un cuerpo que no está sometido a ninguna fuerza, o bien está inmóvil, o bien está animado de un movimiento rectilíneo uniforme. En efecto, la inercia de los cuerpos no puede proporcionar criterio alguno y absoluto para descubrir si un cuerpo está en reposo o en movimiento rectilíneo uniforme; esto hace válidas las leyes de la mecánica en cualquier sistema en dicho movimiento (cada uno es tan "verdadero" como los demás, y ninguno puede ser llamado tal sino se escoge arbitrariamente un punto de mira del cual se ignora, de hecho, si es inmóvil o no); de donde el principio de la relatividad galileana (o newtoniana): las leyes mecánicas, válidas para un sistema de referencia, son igualmente válidas para otro sistema en movimiento rectilíneo uniforme con relación al primero.

En un vagón que se desplaza con un determinado movimiento, un péndulo queda inmóvil como en reposo; unos niños que jugasen a las bolas en el pasillo verían que el desplazamiento del tren no afecta a sus bolas; el cosmonauta que abandona su cápsula espacial para flotar en el espacio no puede advertir la velocidad enorme a que él gravita (por lo menos a 8 km por segundo); nosotros no percibimos que giramos con la Tierra a 1,674 km por hora (en el ecuador) o que somos arrastrados por ella alrededor del Sol casi 60 veces más de prisa. Volviendo a la comparación del vagón, sólo una aceleración (o un frenazo) o un cambio de dirección (viraje) pueden ser advertidos por sus efectos, los cuales traen consigo una modificación que ofrece una señal posible (tal movimiento acelerado o no rectilíneo no es, pues, relativo en el sentido de la relatividad de Galileo; sí lo será para la relatividad generalizada pues es asimilable a un efecto de gravedad)

Inextricable: Difícil de resolver, de desenredar.

Infinito: "Infinito" y "finito" derivan su significado del término latino finis (del griego p e r a s) que significa tanto "confín" (límite) como "fin". Así pues, infinito y finito son, respectivamente, lo que no tiene o tiene límite, es decir, lo ilimitado y lo limitado, o lo que no tiene o tiene fin (sentido temporal). Del infinito (y del finito) se suele distinguir un significado filosófico y un significado matemático. El significado filosófico es a la vez doble y puede ser: negativo, el infinito es equivalente a inacabado e imperfecto, y el finito lo es a acabado y perfecto; o bien puede ser positivo, es decir, infinito es equivalente a ilimitado, inmenso, eterno y, por consiguiente, absoluto, y, el finito es equivalente a limitado, circunscrito, transitorio, y, por tanto, relativo. Del significado filosófico negativo de "infinito" deriva el significado matemático de infinito, que está en lugar de infinitamente divisible o aumentable o en cualquier caso susceptible de ser sometido a una de las operaciones matemáticas fundamentales, y por consiguiente, inagotable.

En la cultura griega antigua el infinito osciló, desde el punto de vista filosófico, entre el significado positivo y el negativo, como ha demostrado magistralmente en una famosa monografía Rodolfo Mondolfo. El infinito tiene ciertamente un significado positivo para Anaximandro, según el cual el infinito (a p e i r o n ) es el principio de todas las cosas, inmortal, eterno, divino que abraza todo y gobierna todo; mientras que tiene un significado negativo para los pitagóricos, según los cuales el infinito es, sí, un principio de todas las cosas, pero en cuanto opuesto al límite (p e r a s), que es el principio positivo, bueno y racional. Esta dualidad de principios, donde el límite o uno es positivo y es principio de la forma, mientras que el infinito o díada indefinida es negativo y es principio de la materia, se encuentra también en el Platón tardío, es decir, en el Filebo y en las llamadas "doctrinas no escritas".

La idea de infinito para Aristóteles era sinónima de imperfecto, de inacabado, porque sólo la había concebido y aplicado en el orden material y cuantitativo (infinito cuantitativo); en este caso, infinito significaba indefinido, aquello que no está determinado, acabado; pues un ser material no es perfecto en su orden por la finitud que le confiere su forma, que lo limita y distingue de los demás. En cambio Tomás de Aquino, al aplicar a Dios la idea de infinito, percibe que en el orden de la cualidad, esta idea de infinito implicaba, por el contrario, la de perfección (infinito cualitativo). Por el mismo motivo, el aquinatense utilizó también el concepto de potencia en el nuevo sentido de potencia activa, aplicable a Dios, por oposición a la potencia pasiva concebida por Aristóteles como propiedad del ser cambiante.

Infraestructura: Hace referencia a las relaciones económicas o base de la sociedad. Según el marxismo es el conjunto de sectores de la economía que atienden a la producción industrial y agropecuaria, así como a la población: transporte, comunicaciones, abastecimiento material y técnico, suministro de agua, etc., ciencia, instrucción sanidad, protección del medio ambiente, etc.

Inmortalidad: La inmortalidad es un tema que interesa a todo hombre. Unamuno describió apasionadamente sus dos desgarradoras vivencias frente a la inmortalidad: frustración de no poderla "demostrar" y asombro por la indiferencia de hombres cultos frente a la propia inmortalidad.

Inmóvil: "El principio y el primero de todos los entes es inmóvil, sea en sí y por sí, sea de cualquier otro modo, y mueve y provoca el movimiento primero, eterno, uno e indivisible" (Aristóteles). Aristóteles denominó al primer cielo, cuyo movimiento le es comunicado directamente por el primer motor o motor inmóvil y que, por tanto, es tan simple, ingenerado e incorruptible como el primer motor.

Integración: Este vocablo tiene significados específicos diferentes en las diferentes ramas del saber. Así, en matemática es el proceso e cuyo límite se determina el valor de una magnitud como suma de aportes infinitesimales consideradas en número siempre creciente. En biología significa el grado de unidad o de solidaridad entre las diferentes partes de un organismo, es decir, en grado en el que las partes dependen una de la otra.

El gran esfuerzo de integración filosófica que realizó santo Tomás de Aquino precisa la manera cómo esas aportaciones, provenientes de horizontes distintos, fueron integradas en una síntesis verdadera y armoniosa, alejada de todo eclecticismo. En este esfuerzo de integración es donde mejor se revela el genio de santo Tomás. Tal integración se proponía, más que interpretar las fuentes utilizadas en su propia estructura histórica, unificarlas en una síntesis original que les confiriese una vida nueva.

Se llama integración al acto o proceso por el que una parte de la realidad social es restituida o destinada a aquella misma realidad de la que se había separado (por anomía, disgregación, marginación, etc.) o a la que tiende por exigencia de crecimiento o por creatividad cultural (dinámica de la pareja, del grupo, de la organización del trabajo, etc.). Con ella se sigue la recomposición de lo que, en su orden, era compacto, o la construcción de contextos, y de acontecimientos en ellos, que realizan y expanden la sociabilidad del hombre; en el primer caso, la integración se configura como proceso orgánico; en el segundo, como proceso organizativo.

Integrismo: Tendencia a absolutizar un núcleo de valores e instituciones.

Inteligible: El objeto del entendimiento es lo inteligible, así como lo sensible es el objeto de los sentidos. Para Aristóteles la materia, no pudiendo existir sin la forma, no contiene absolutamente ninguna inteligibilidad en sí misma; solamente la forma, que es idea, se la procura por su íntima unión con ella.

Tomás de Aquino, por influencia de Agustín de Hipona, abandonó este punto de vista que primitivamente había aceptado; pues la materia prima en cuanto está presente en todo ser corporal (lo substrae de su forma), por hecho de ser creada por Dios, le es transparente e inteligible. Siendo su obra es necesariamente un reflejo de su pensamiento; por tanto, posee una inteligibilidad en sí; y por ello, el alma humana en el estado de separación del cuerpo, después de la muerte, puede, en la visión de Dios, participar de este conocimiento del misterio de la materia; ésta, por consiguiente, no está en sí misma absolutamente cerrada a su penetración por el espíritu; su opacidad respecto a nosotros proviene esencialmente del hecho que, sumergidos en ella por nuestro cuerpo, no podemos tener ningún conocimiento si no es por abstracción de los datos materiales.

Inteligibilidad: ¿Cuál es el grado de inteligibilidad de la naturaleza alcanzado por la ciencia? Este problema ha suscitado numerosas discusiones, las cuales han puesto en juego orientaciones ideológicas opuestas, que han buscado en él un terreno de aplicación. Lo ha planteado más agudamente la ciencia contemporánea, que presenta, de una parte, un carácter cada vez más abstracto, y de otra, una manifiesta eficacia sobre lo real; realistas e idealistas han tratado de explicar en qué podía consistir la comprensión del mundo para la ciencia. Visto el papel de ésta en nuestra época, el problema se plantea así: la inteligibilidad de la naturaleza por la ciencia es producto o construcción del espíritu humano?. Emile Meyerson (1859-1933), mediante la historia de las ciencias, se propone estudiar el funcionamiento del pensamiento y sus posibilidades de percibir lo real, afirma: "Habría que mostrar cómo sucede que el espíritu salga airoso de su empresa... Hemos ido de abstracción en abstracción, hemos creado conceptos cada vez más apartados de las cosas, de lo real concreto... Y los resultados de esas operaciones paradójicas son rigurosamente aplicables a lo real concreto" (Du cheminement de la pensée, 1931).

Los pioneros de la ciencia tuvieron conciencia de todo. Louis de Broglie sostiene: "La gran maravilla el progreso de la ciencia es que éste nos ha revelado una concordancia entre nuestro pensamiento y lo real, una cierta posibilidad de captar, con ayuda de los recursos de nuestra inteligencia y de las reglas de nuestra razón, las relaciones profundas que existen entre los fenómenos... No nos asombramos lo bastante del hecho de que sea posible alguna ciencia" (Physique et microphysique, 1947). Pero, además, es igualmente importante la reflexión de Albert Einstein (1879-1955, formuló lo que él mismo llamó "principio de relatividad; proclamó lo que ha sido llamado su "religión cósmica"): lo que hay de eternamente incomprensible en el universo es su inteligibilidad".

El problema de la adecuación está en el centro del pensamiento. ¿Por qué la naturaleza da poder al espíritu humano? Desde sus primeros pasos, la ciencia ha planteado el problema de justificar su éxito.

El hombre de ciencia está persuadido que de que la inteligibilidad que él quiere expresar a través de su investigación no es un puro efecto de su mente, sino que se halla más o menos en esa realidad a la que él interroga; pues lo real no es radicalmente hermético y opaco a su penetración por el hombre y que oculta un significado por descifrar.

"En efecto, sostiene Jean-Marie Aubert, si el investigador dudase un solo instante de que los resultados de su investigación tuvieran un significado objetivo, por no ser más que un puro producto subjetivo de su pensamiento, especie de 'rumia' interior sin ningún alcance real, la razón misma de su esfuerzo se derrumbaría. Si el hombre de ciencia se afana y trabaja, luchando con una materia huidiza, es para arrancar a ésta sus secretos, para dominarla penetrándola con el pensamiento. Esta persuasión supone evidentemente que el universo es inteligible en sí, antes de que la inteligencia humana interrogue y penetre la materia; no es la toma de contacto por el hombre lo que crea esa inteligibilidad: el mundo la posee desde antes. El mundo lleva en sí congénitamente esa capacidad de ser pensado y comprendido" (Recherche scientifique et foi chrétienne)

Inteligibilidad de los factores no racionales: Rara vez esta inteligibilidad es de orden puramente racional. Está determinada por numerosos factores afectivos, incluso pasionales, o más simplemente, por juicios no críticos que provienen del medio social. Hay que señalar la importancia de estos factores no racionales en el conocimiento de la naturaleza, capaces a veces de determinar la orientación de toda una vida, de una concepción del mundo (crisis moral, decepción, sentimiento de una injusticia, etc.). Y no hay que creer que estos factores sólo tienen una función en el conocimiento vulgar; también tienen una función en el del científico o del filósofo, pero generalmente de forma inconsciente y no confesada. Y, generalmente, cuando la racionalidad no aporta la luz suficiente en un problema complejo (como el de la inteligibilidad científica) la elección de una solución con frecuencia está determinada por estos factores irracionales, que hay que tener en cuenta. En pocas palabras, es afirmar que puede existir una evidencia subjetiva que no es comunicable, porque está excesivamente vinculada a un contexto personal. Los moralistas se han encontrado muchas veces con este problema a propósito de la conciencia dudosa y de los medios de salir de ella (probabilismo). No hay que pensar que no se dé también a su vez en los diversos tipos de saber teórico. La historia de las ideas ofrece numerosos ejemplos, tales como el positivismo. Ya que el estudio de estos motivos irracionales corresponde a la sicología y a la moral, no podemos extendernos aquí. Conviene únicamente señalar su importancia en la apreciación equilibrada de las discusiones sobre numerosos problemas planteados. En este caso, una de las finalidades de la reflexión filosófica es la de revelar la verdadera naturaleza de tales motivaciones, para eliminarlas en la medida de lo posible. El filósofo no debe jamás olvidar que es el hombre entero el que está comprometido en todo diálogo auténtico con la naturaleza.

Semejante inteligibilidad se expresa entonces en conceptos bastante sencillos, generalmente de origen social y estrechamente vinculados a alguna impresión sensorial. De aquí la tentación de contentarse con explicaciones verbales cuando se trata de superar el punto de vista interesado (la simple palabra dispensa de todo esfuerzo crítico), o de apelar solamente a una experiencia personal proyectada en las cosas (antropomorfismo, animismo). Así, por ejemplo, considera J. Girardi, si preguntamos a diversas personas la idea que se hacen de la nieve; un labrador podrá ver en ella un elemento hostil al cultivo, un automovilista un estorbo en su circulación y una fuente de preocupación para su seguridad; un artista, en cambio, apreciará la belleza y el silencio que ella le confiere al paisaje; el deportista se alegrará ante la perspectiva de practicar el esquí, etc. La nieve tiene para cada uno un significado propio, función de su vinculación con el mundo vivido. Y si buscamos respuestas más objetivas, cada uno recurrirá a los recuerdos de sensaciones provocadas por la nieve, en percepciones ampliamente teñidas de afectividad; todo lo más, serán evocados algunos residuos de conocimiento escolar (origen de la nieve, su estructura cristalina, etc.), pero, generalmente, la inteligibilidad vulgar se interrumpirá de pronto enseguida si queremos hacerle precisar la situación de la nieve en relación con otros fenómenos vecinos (lluvia, hielo, granizo, escarcha, etc.) (Les facteurs extra-intellectuels de la connaissance humaine en Revista filosófica de Lovaina, 3, 1963).

Intrínseco: Valor constitutivo de algo en sí mismo. En general, se denomina intrínseco a lo que pertenece a la naturaleza de una cosa. En la lógica tradicional es intrínseco a un objeto el carácter que entra en la definición del objeto mismo, por ejemplo, la racionalidad, en caso de ser definido el hombre como "animal racional". En las lógicas que o se fundan en la noción de esencia o sustancia, tiene significado más elástico.

Intuición: El término "intuición" empleado para designar genéricamente el acto de la experiencia inmediata con que se capta u objeto o una idea o un valor se distingue, más aún, se contrapone al procedimiento discursivo de la razón, y por consiguiente, también a los modos mediatizados de la demostración. Muestra la relación directa con un objeto cualquiera. En filosofía da lugar a las muchas doctrinas intuicionistas; pero también se le encuentra en el ámbito sicológico, estético y teológico-religioso.

Letra "L"

Lancasteriano: Sistema de enseñanza mutua propagado en Inglaterra por José Lancaster (1778-1838), pedagogo inglés que expuso un sistema de enseñanza en dos obras tituladas Educación de las clases obreras y Sistema inglés de educación. Simple obrero, organizó en 1798 la enseñanza mutua en una escuela del arrabal de Southwark, método ya practicado por Andrés Bell (1753-1832) en una escuela de Londres y que ésta acababa de traer de la India. Fracasó en la enseñanza secundaria, y a partir de 1816 intentó, sin éxito, hacerlo adoptar en América, donde murió. Alcanzó popularidad, pero su método fue impugnado por el clero norteamericano y por el mismo Bell, a quien quiso privar del mérito de su invención.

Leibniz Guillermo (1646-1716): Fue un genio de una fecundidad extraordinaria. Según J. Chevalier es "el más rico y más completo, tal vez, de los tiempos modernos. Reunió en él la herencia del mundo antiguo, de la edad media y del renacimiento, con las adquisiciones de la ciencia moderna, que él mismo contribuyó a acrecentar de una manera decisiva; y su gama se extiende desde la lógica pura, la matemática y las ciencias de la naturaleza hasta la moral y el derecho, la política y la historia, la religión y la teología, e incluso la organización religiosa de la tierra".

Lengua: "Toda lengua es un método analítico, y todo método analítico es una lengua" (Condillac, en Lengua de los cálculos). Un conjunto organizado de signos lingüísticos. La distinción entre lengua y lenguaje fue realizada por Saussure, para quien la lengua es "el conjunto de los hábitos lingüísticos que permiten a un sujeto comprender y hacer comprender". En este sentido, supone una "masa parlante" que la constituye como una realidad social.

Lenguaje: El lenguaje se puede entender como un conjunto construido de palabras y es considerado siempre y en todas partes como una peculiaridad de la especie humana. El lenguaje ha sido objeto de gran atención sea como portador de pensamiento, sea por sus características de ser "fijado" a través de la escritura, que lo constituye como instrumento de comunicación a distancia de tiempo y de espacio. Los tres grandes sectores en los que se concentra toda la problemática que le concierne son: la capacidad de referir objetos extralingüísticos (semántica), de constituirse como saber correcto (sintáctica) y de ser instrumento de operaciones humanas (pragmática), tanto personales o interiores (construcción del saber) como de carácter grupal (instrumento de comunicación).

Según J. Gevaert (1970) el lenguaje es una de las manifestaciones humanas que revelan claramente la estructura dialogal e interpersonal de la existencia, y esto bajo una doble perspectiva: por un lado, la palabra está situada en el ámbito de las relaciones sociales; por otro, la inteligencia personal no consigue realizarse fuera de la palabra. Según Wittgenstein el lenguaje "forma parte de nuestra historia natural, igual que el caminar, el comer, el beber o el jugar". El lenguaje actúa sobre un trasfondo de necesidades humanas, en la determinación de un ambiente humano.

Ley: usualmente significa una norma o conjunto de normas obligatorias. Carlos de Secondat Montesquieu (1689-1755) sentenció que la ley es "el conjunto de relaciones necesarias que nacen de la naturaleza de las cosas". Para Kant lo propio de toda ley es la universalidad de su forma; él diferencia: ley moral e imperativo.

El término ley se emplea en ciencia con más propiedad para designar una aserción de un orden o relación de fenómenos que, en cuanto se sabe, es invariable bajo ciertas condiciones. La ley de Ohm, por ejemplo, puede formularse del siguiente modo: En un conductor, la intensidad de la corriente es igual a la diferencia de potencial dividida por la resistencia. En ciencias físicas y matemáticas las leyes pueden expresarse mediante operaciones matemáticas realizadas con números resultantes de mediciones. La ley de Ohm puede expresarse por la siguiente fórmula:

 

 

Y =

E
R

 

Ley aritmética: Las leyes aritméticas son juicios analíticos y, en consecuencia, juicios a priori. Todo enunciado aritmético es una ley lógica derivada. Las leyes aritméticas no pueden aplicarse directamente a la naturaleza, sino sólo a los juicios sobre la naturaleza, es decir, a las leyes naturales.

Ley científica: Las leyes científicas y explicativas están organizadas en una jerarquía, según la cual hay leyes: primarias, que explican hechos observados, secundarias (o leyes de leyes) que explican conjuntos de leyes primarias, terciarias (o leyes de leyes) que explican conjunto de leyes secundarias, y así sucesivamente. "El objeto de todas las ciencias, decía Einstein, es coordinar nuestras experiencias y formas con ellas un sistema lógico"; y N. Bohr afirma: "La labor de la ciencia consiste en extender el área de nuestra experiencia y someterla a un orden". La ley científica se sustenta en un problema señalado, resuelto en base a una hipótesis demostrada o comprobada y que acrecienta la teoría.

Leyes biológicas: referidas a la especial organización fisicoquímica característica: existen leyes del metabolismo, de la conservación, del crecimiento, de la reparación, de la reproducción y de la decadencia. Leyes de la irritabilidad, en las que se comprende la más universal de todas las características orgánicas: la adaptabilidad.

Ley de la entropía: La entropía, o tendencia a la degradación de la energía disponible en un sistema natural cerrado, es una inferencia de la segunda ley de la termodinámica. Se define de modos diversos según la ciencia de que se trate: física matemática, química, cosmología, etc. La especulación sobre el modo en que este proceso termodinámico afecta al universo considerado globalmente, se halla expuesta en lenguaje asequible en el trabajo The Nature of the Physical World (1948) de Arthur Stanley Eddington (1882-1944).

En un sistema físico cerrado prevalece la ley de la entropía, según la cual, en la transformación de energía, la cantidad de energía disponible para actuar disminuye constantemente. Significa esto que en nuestro sistema solar el Sol llegará con el tiempo a no brillar, a no emitir luz y calor, dejando de mantener condiciones apropiadas para las actividades que se desarrollan actualmente en el sistema solar. La misma "muerte del calor", el mismo decrecimiento de energía disponible, prevalece en todo el universo de cuerpos inorgánicos, y si continúan rigiendo las leyes físicas actuales en el sistema de estrellas, galaxias, nebulosas, planetas y satélites, los procesos cósmicos están destinados a sufrir una mutación gradual: son finitos. Este proceso cósmico en una sola dirección, tendente a la terminación de la energía, es otro argumento en el que basan los cosmólogos su tesis del origen del universo en un tiempo finito.

Ley de la gravedad: El III libro de los Principia, escribe Da Costa Andrade, "constituye un triunfo. Después de resumir el contenido de los dos primeros, Newton anuncia que basándose en los mismos principios pretende ahora demostrar la estructura del sistema del mundo, y lo consigue con tanta meticulosidad que todo lo que hicieron durante los doscientos años siguientes algunas de las mentes más capaces de la ciencia no fue más que una ampliación y un enriquecimiento de su obra".

La ley de la gravedad señala que la fuerza de gravitación con que dos cuerpos se atraen es directamente proporcional al producto de sus masas, e inversamente proporcional al cuadrado de su distancia. Utilizando símbolos, ésta ley se expresa mediante la conocida fórmula:

 

F = G

M1m2
D2

donde F es la fuerza de atracción, m1 y m2 son las dos masas, D es la distancia que separa a las dos masas, y G una constante que se aplica a todos los casos: en la recíproca atracción entre la Tierra y la Luna, entre la Tierra y una manzana, etc. Con la ley de la gravedad, Newton llegaba a un único principio que era capaz de dar cuenta de una cantidad indefinida de fenómenos. En efecto, la fuerza que hace que caigan al suelo una piedra o una manzana es de la misma naturaleza que la fuerza que mantiene a la Luna vinculada con la Tierra, y a la tierra vinculada con el Sol. Esta fuerza es la misma que explica el fenómeno de las mareas (como efecto combinado de la atracción del Sol y de la Luna sobre la masa de agua de los mares). Con base en la ley de la gravitación, afirma Einstein, "Newton llegó a explicar los movimientos de los planetas, de los satélites, de los cometas, hasta en sus detalles más menudos, así como el flujo y el reflujo, el movimiento de precesión de la Tierra: todo un trabajo deductivo de grandeza única".

Al final del Scholium generale, Newton propone un claro programa de investigación, en el cual la fuerza de la gravedad no sólo está en condiciones de explicar fenómenos como la caída de los graves, las órbitas de los cuerpos o las mareas. Newton sostiene que dicha fuerza podrá dar cuenta en el futuro de los fenómenos eléctricos, ópticos o incluso fisiológicos. Según Einstein, "Newton fue el primero que logró hallar una base formulada con claridad desde la que se podía deducir un gran número de fenómenos mediante el razonamiento matemático, lógico, cuantitativo y en armonía con la experiencia. Por eso, podía esperar correctamente que la base fundamental de su mecánica llegaría con el tiempo a suministrar la clave para la comprensión de todos los fenómenos. Sus alumnos pensaron lo mismo, con mayor seguridad que él, y también lo pensaron sus sucesores, hasta finales del siglo XVIII".

Ley de la proporcionalidad: Domingo de Soto (1494-1560) hizo una hermosa obra de cosmólogo y pionero científico: más de medio siglo antes de Galileo, enunció la ley de la proporcionalidad de la velocidad de la duración de la caída de los cuerpos (los trabajos de Pierre Duhem '1861-1916' y de A. Maier la han sacado del olvido).

Leyes de la evolución: Son las muchas reglas a las que se califica así. Según R. Collin, las tenencias observadas en la prehistoria evolutiva parecen comprobar la existencia de las siguientes: 1) Ley de la creciente complejidad; 2) ley de la progresiva especialización de las ramas filéticas; 3) ley del aumento de tamaño; 4) ley de la radiación adaptativa; 5) ley de las emigraciones; 6) ley de la irreversibilidad (ley de Dollo); 7) ley de la no especialización de las formas raíces; 8) ley de la continuidad evolutiva (Evolution, 1959). Según Dobzhansky, todas estas tendencias y estos cambios, no solamente permiten a la vida resistir frente a los obstáculos del ambiente, sino que permiten a la vida conquistar nuevos habitantes y establecer un dominio progresivamente más firme sobre los antiguos.

Leyes del movimiento: Las tres leyes newtonianas del movimiento expresan la enunciación clásica de los principios de la dinámica:

1) La primera es la ley de la inercia, sobre la que había trabajado Galileo y que Descartes había formulado con toda exactitud. Newton escribe: "Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o de movimiento rectilíneo uniforme, a menos que se vea obligado a modificar dicho estado de fuerzas que se apliquen sobre él". Newton ejemplifica este principio fundamental así: "Los proyectiles perseveran en sus movimientos hasta que no se vean entorpecidos por la resistencia del aire o no sean atraídos hacia abajo por la fuerza de la gravedad. Un trompo... no deja de girar, si no es porque se le opone la resistencia del aire. Los cuerpos más voluminosos de los planetas y los cometas, al encontrarse en espacios más libres y con menos resistencia, mantienen sus movimientos de avance y al mismo tiempo circulares durante un tiempo mucho más largo".

2) La segunda ley, ya formulada por Galileo, dice: "El cambio de movimiento es proporcional a la fuerza motriz que se aplica, y se da en la dirección de la línea recta según la cual ha sido aplicada la fuerza". Formulada la ley Newton agrega: "Si una fuerza determinada genera un movimiento, una fuerza doble generará un movimiento doble, una fuerza triple, un movimiento triple, ya sea que aquella fuerza haya sido aplicada toda ella a la vez y de golpe, o bien de una forma paulatina y sucesivamente. Este movimiento (que siempre se dirige en la misma dirección que la fuerza generadora), si el cuerpo ya está en movimiento, se añade o se substrae del primer movimiento, según que cooperen directamente o que sean contrarios directamente el uno al otro; o bien se añade oblicuamente, si son oblicuos entre sí, con lo que se produce un nuevo movimiento compuesto por lo que determinan ambos".

3) La tercera ley, formulada por Newton, afirma que "a toda acción se opone siempre una reacción igual: las acciones recíprocas de dos cuerpos son iguales siempre, y dirigidas en sentido contrario". Igualmente Newton ilustra este principio: "Toda cosa que ejerza una presión sobre otra, o que atraiga a otra cosa, se ve presionada por la otra o atraída por ella. Si presionas con un dedo una piedra, también el dedo será presionado por la piedra. Si un caballo tira de una piedra atada con una cuerda, también el caballo (por así decirlo) se ve tirado hacia atrás, hacia la piedra".

Ley natural: Es la ordenación hacia la determinada actividad incita en las cosas naturales, pues con esa disposición se da a los seres de la naturaleza una necesidad para obrar. En los seres carentes de inteligencia, la disposición natural constituye el fundamento de un acontecer necesario, por lo que únicamente en el acontecer inorgánico, ley natural es sinónimo de acontecer uniforme. Las leyes de la ciencia natural son: 1) dinámicas, expresión directa del acontecer individual causalmente determinado, 2) estadística, concernientes a un acontecer regular que se realiza como valor medio constante en el concurso de un gran número de causas individuales, como por ejemplo, en las leyes de los gases.

Libertad: La exigencia comunitaria y de justicia se asume en su radicalidad en el ideal de la libertad, que denota un distanciamiento frente a la situación de alienación en que viven millones de individuos en nuestro continente. La libertad hace alusión al ideal del hombre y al sentido de la historia que enjuician toda situación donde el individuo es reducido a medio, a instrumento de producción. No es simplemente la capacidad de autodeterminación, una cualidad más de la voluntad, sino el hombre mismo en cuanto proyecto, en cuanto realización de su esencia a través de la historia.

Pascal afirma que no nos encontramos en el estado de nuestra creación. Rousseau manifiesta que el remedio a nuestros males se halla en el retorno a la naturaleza, si "lo esencial es ser lo que nos hizo la naturaleza", no se puede ignorar, que "los prejuicios, la autoridad, la necesidad, el ejemplo, todas las instituciones sociales en las que nos encontramos sumergidos ahogan en nosotros la naturaleza"

El indeterminismo cuántico ha sido explotado por algunos espiritualistas para ver en él una prueba de libre albedrío en el seno de la materia, prueba que debería hacer más explicable el libre albedrío humano. Tal tentativa revela una cierta indigencia filosófica. La libertad humana no tiene nada que ver con el dominio infraatómico; su raíz está en otro lugar y escapa a cualquier crítica de orden científico, pues reside en la estructura misma del espíritu humano, es de orden eminentemente espiritual. El resultado de tal historia es haber desencadenado una reacción muy viva de los medios materialistas, reacción que ha agravado aún más la incomprensión del verdadero espiritualismo, de acuerdo con ellos en la repulsa de semejante tentativa. "El descubrimiento de Heisenberg, afirma M. Boll, ha sido el pretexto para la rebatiña y el despojo de las pretendidas ruinas de la concepción científica del mundo, acusada de haber pecado contra el espíritu... Todos los espiritualistas, que mascaban el freno desde hacía dos o tres generaciones, se han precipitado sobre este maná celeste" (Les quatre faces de la physique, 1939).

No debemos dejar de relacionar libertad con autonomía. Autonomía significa "ley propia", una ley dada por sí mismo. Por ello afirma G. Marcel "yo puedo administrar todo lo que se puede relacionar, aunque sea indirectamente, con una fortuna, con un tener. En cambio, si la categoría del tener se hace inaplicable, ya no podré hablar de gestión en campo alguno ni, por tanto, de autonomía" (Diario metafísico). La libertad es una categoría del espíritu, se arraiga en el terreno más recóndito de la existencia, el más íntimo y a la vez el más público en el sentido de objetivo. La autonomía es un derecho esencial por el que merece la pena luchar, pero que no se debe acabar sepultando la libertad, a la que hay que subordinar la autonomía. El hombre totalmente libre ha superado el problema de la autonomía, está despojado de deseo, es "pobre", y por tanto, disponible.

La vivencia de la libertad conlleva una continua educación. Y educar para la libertad es educar para realizar en nosotros al hombre, educar para la autoconciencia y para la autodisciplina. Así, la persona será conciencia crítica y tendrá dominio de sí mismo. (Ver Teología de la liberación).

Línea: Gracias a la aportación de Fermat y Wallis, Newton supera la noción según la cual las líneas no son más que un agregado de puntos, considerándolas, en cambio, como trayectorias del movimiento de un punto; por consiguiente, las superficies se transforman en movimientos de líneas, y los cuerpos sólidos, en movimientos de superficies.

Lo dado: El conjunto de situaciones que el sujeto no ha hecho y que le afectan en forma de condicionamientos o situaciones inevitables. En lenguaje del existencialismo se utiliza el término facticidad.

Lógica: Desde el ángulo sintáctico-semántico, lo que hace de las proposiciones un argumento aparte respecto a las otras frases del lenguaje es su característica de poder ser verdaderas o falsas. La verdad y la falsedad son predicados metalingüísticos, es decir, son atributos de las frases enunciativas o proposiciones. No decimos que "la pluma es verdadera, pero decimos que "la afirmación 'la pluma es negra' es verdadera (o falsa)". Por tanto, las frases: 1) "María trabaja"; 2) "José ama a María"; 3) "3 es un número primo"; 4) Patricio presenta a Josefa", son proposiciones, en cuanto que pueden ser verdaderas o falsas; mientras que las frases: 1) "¿María trabaja?"; 2) "Luis, ¡estáte atento!"; 3) "¡Cierra la puerta!"; 4) "Danos hoy nuestro pan de cada día", no son proposiciones, sino interrogaciones, exclamaciones, órdenes, oraciones, etc.

Una norma moral podrá ser justa o injusta, pero no verdadera o falsa; una oración podrá ser más o menos sincera, pero no verdadera o falsa; una orden jurídica podrá ser válida o inválida, más o menos eficaz, pero no verdadera o falsa.

Condillac manifiesta "cómo la misma naturaleza nos enseña el análisis y cómo, según este método, se explica el origen y la generación, bien de las ideas, bien de las facultades del alma" (La lógica o los primeros desenvolvimientos del arte de pensar, 1786).

Lógica formal: La distinción entre verdad y corrección de una argumentación hace comprensible el hecho de que la lógica se ocupe no del contenido de los discursos (de lo que dicen, de aquello de que se habla), sino de su forma (por esto hablamos de "lógica formal"), esto es, de su estructura o armazón sintáctica, o aún de aquellos nexos particulares que hacen correctos tales discursos o argumentaciones. Al lógico no le interesa si se habla de hombres, de electrones, de cromosomas o de plantas; él se preocupa de si los discursos que se hacen sobre estos y otros contenidos son discursos o argumentaciones correctos: lógicamente correctos.

El silogismo: "Todos los hombres son mortales, Sócrates es hombre, luego Sócrates es mortal", es un razonamiento correcto no porque habla de hombres, de hombres mortales o de Sócrates, sino en virtud de su forma, forma que puede recibir los contenidos más variados, dejando intacta y garantizado la corrección del discurso.

Así, la lógica es aquella ciencia que va en búsqueda de las formas de los razonamientos correctos, es decir, de las leyes del deducir correctamente. En este sentido es legítimo afirmar que la lógica es la teoría de la deducción, en cuanto estudia las reglas de las inferencias correctas. La lógica hace explícitas estas leyes, las ordena en sistemas axiomáticos y prueba sus capacidades y límites.

El concepto de consecuencia lógica (concepto, como sabemos, semántico, que implica la noción de verdad) afirma que "B es consecuencia lógica de A si sucede que B es verdad siempre que es verdad A". Pero una definición de este tipo no nos exime de un control infinito: para poder decir que "todo número par es divisible por 4" debería probar con 4, 8, 16, 20, 28, y así adelante; además, podríamos no ser tan afortunados y encontrarnos con números como 10, 22, o 230, que no son divisibles por 4.

Por tanto, los lógicos en lugar de aceptar el concepto de consecuencia lógica (que no ofrece la seguridad de no haberse equivocado en una deducción de consecuencias de premisas; en efecto, podemos tropezar siempre con un contra-ejemplo), han advertido la urgencia de hacer explícitas no sólo las premisas del discurso, sino también las reglas que permiten pasar de las premisas a las consecuencias. Pero llegados aquí, la cuestión se invierte, dado que de esta forma ya no podemos decir que "B es consecuencia lógica de A", sin que B es derivable de A en el sentido de que hemos deducido B de A a través de reglas formuladas explícitamente. Y exactamente con este pasaje del punto de vista semántico al sintáctico emerge la lógica formal, como ya vio Aristóteles.

La lógica hace explícitas e investiga sobre aquellas reglas que, aplicadas a proposiciones, conservan una propiedad hereditaria de éstas en el sentido de que si las frases iniciales son verdaderas, también son verdaderas las que se obtienen a partir de ellas a través de la aplicación de estas reglas. Y la lógica matemática demuestra precisamente que los cálculos lógicos, es decir, los conjuntos de reglas que los lógicos han hecho efectivamente explícitas y que las han construido para hacer deducciones, poseen al menos esa propiedad: si las premisas son verdaderas, entonces las consecuencias no pueden ser falsas.

Lógica relacional: La naturaleza operatoria y la matematización de la ciencia tienen una importante consecuencia: su lógica no puede ser del tipo clásico, la llamada "predicativa" (atribución o negación de una cualidad o predicado a un sujeto); en efecto, su obra no consiste en atribuir esta o aquella cualidad a un sujeto que por lo demás sería conocido, sino que se limita a discernir una red de relaciones cuantitativas, por intermedio de un instrumento cuyos datos son lo único real experimental que ella conoce directamente. Su lógica será llamada entonces "relacional". Ciertamente que para el filósofo, para el sentido común, o incluso para el físico en la fase experimental de su trabajo, la relación media aparece como una relación entre varias "cosas"; pero en su fase propiamente constructiva, ensayo de realización matemática, sólo subsiste la relación, y su único soporte es el ente científico forjado y concebido por el hombre de ciencia para dar cuenta de las relaciones que lo definen. La naturaleza de ese ente científico (es un "ente de razón" fundado en lo real) explica que él no pueda ser el sujeto real de una atribución cualquiera (predicativa), pues él mismo no es definible sino por las relaciones descubiertas.

Sin embargo, debemos considerar que semejante consecuencia no destruye ni disminuye el valor de la otra lógica (llamada aristotélica) en los demás dominios del saber humano, pues la ciencia empírica no es el único conocimiento que pone al hombre en contacto con el mundo (ver saber empírico). Esta observación es importante, pues muchos filósofos de la ciencia han exagerado la oposición entre las dos lógicas, oposición que sólo ha podido nacer bajo los efectos de una visión caricaturesca y restrictiva de la lógica de Aristóteles (los últimos adoradores del mito antiaristotélico se hallan sobre todo entre los filósofos que se han quedado aparte de la historia de las ciencias) y, de una valoración excesiva de la ciencia. Baste recordar que el estudio de la relación ocupa un lugar importante en la lógica antigua. Asimismo, y con igual objetivo, ha sido frecuente oponer el culto aristotélico del concepto al culto moderno de la relación; ahora bien, eso es olvidar que el concepto puede tener un contenido relacional, puede expresar una relación (por ejemplo, los conceptos que designan un género o una especie lógicos). Ajustar las dos lógicas y unificarlas es, pues, una tarea posible y necesaria, porque es, de ese modo, situar más exactamente el saber científico dentro del conjunto de las diversas formas de diálogo entre le hombre y la naturaleza.

Logística: Palabra oficialmente creada en el Congreso de Lógica realizado el 1904 en Ginebra en lugar de "lógica matemática" o algorítmica, de "álgebra de la lógica". Pues a veces fue utilizada por el pitagórico Arquitas de Tarento para indicar la aritmética pura. Igualmente Leibniz empleó tal vocablo como sinónimo de "cálculo lógico" o "lógica matemática", y con tal significado parece que fue propuesto en el Congreso mencionado. Fue George Boole (1815-1864) quien construyó un cálculo puramente algebraico mediante símbolos y operaciones definidas a partir de los mismos, e interpretó como manejo de clases y de elementos de clases, construyendo toda la teoría por medio de ecuaciones. Boole consiguió traducir a una teoría de ecuaciones la lógica tradicional (de términos) y, especialmente, la silogística. Junto a esta elaboración algebraica de la lógica de términos, alude Boole también (como otra interpretación del mismo cálculo) a una análoga teoría algebraica de la lógica proposicional, resucitando así esta parte de la lógica de su secular olvido.

Logomaquia: "El comentarista sin genio ni curiosidad, afirma R. Lenolb, se limita a buscar las "esencias" en el lenguaje y reduce la ciencia a una logomaquia. Tal fue el destino del aristotelismo en las escuelas. La fidelidad al texto del maestro, el abandono de los hechos por la especulación de las esencias, bloquearon la observación. Al consagrar la primacía del concepto social, se había asegurado el triunfo del homo loquax. Esto es lo que dijeron Bacon y Gassendi. Aristóteles había hecho lo que había podido, pero sus comentaristas dejaron periclitar su obra" (Histoire de la sciencie, 1957); reflexiones que hacen eco a las de A. Mansion: "Se le reprochó (a Aristóteles) haber detenido así, durante más de mil años, el vuelo del pensamiento científico. Pero este último reproche alcanza más bien a sus discípulos, quienes, faltos de iniciativa, en vez de continuar y perfeccionar su obra, se contentaron, en muchos puntos, con comentarla" (Introdution à la physique aristotelicienne, 1945). La veneración hacia los maestros era tal que los discípulos no tuvieron la lucidez y la audacia para realizar las adaptaciones necesarias en un mundo en total renovación, y llegaron a una especie de petrificación de una doctrina, cuyo profundo realismo hubiera debido ser una invitación a integrar los nuevos campos conquistados por el hombre.

Sin embargo, no hay que atribuir al tomismo de aquellos tiempos la responsabilidad de esta petrificación del aristotelismo; porque no se debe olvidar que el éxito del pensamiento y de la síntesis de santo Tomás no fue tan rápido y general como con frecuencia se cree.

Logos: Es la razón en cuanto sustancia o causa del mundo.

Luz: Newton trató de llevar a cabo su programa de investigaciones en el campo de la óptica "cuando supuso que la luz estaba compuesta de corpúsculos inertes", según anota Einstein.

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