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L a G r a n E n c ic l o p e d i a
I l u s t r a d a d e l P r o y e c t o
S a l ó n H o g a r
DICCIONARIO
FILOSÓFICO CIENTÍFICO
Aprende esto de mi:
Jamas desesperes en los dias mas oscuros, de las nubes mas negras, de alli
sale agua limpia para limpiarte y refrescarte. H.G.
Proyecto
Salón Hogar
A-B-
C-
D-
E-F-G-
H-I-J-K-L-
M-N-O-
P-Q-R-S-
T-U-V
Hecho científico: Es sabido que uno de los temas más
importantes, es el de que todo conocimiento (vulgar, científico,
filosófico) empieza por los sentidos, es decir, por la observación de los
hechos concretos y positivos; aunque la crítica moderna ha mostrado la
complejidad y la parte de construcción humana presente en lo que se llama
el "hecho científico", es de alabar la insistencia que Aristóteles pone en
el conocimiento sensible, de forma que nos hace ver en él el fundador de
la auténtica búsqueda científica
Heliocentrismo: El filósofo peripatético Aristarco de Samos (s.
II a. de C.) concibió el sistema del mundo, centrado en el Sol, con
rotación de los planetas y de la Tierra alrededor de él, sistema que
dieciocho siglos después, será el de Nicolás Copérnico (1473-1543)
Herencia: El jesuita Johann Gregor Mendel (1822-1884) fue el
primero en explicar las leyes que rigen la herencia. Se entiende por
herencia el conjunto de características corporales, intelectuales y
personales que al unirse el óvulo y la célula espermática quedan fijadas
genéticamente; entonces, la herencia es el hecho por el que los
organismos, con su generación y en virtud de su descendencia, reciben
ciertas cualidades individuales. Mendel formuló la ley de la segregación y
la ley de la independencia. (Ver Cromosomas).
Hilemorfismo: A menudo se acusa al hilemorfismo de Aristóteles
de ser una especie de transposición del proceso lingüístico; el análisis
del devenir (atribución de una forma a una materia) sería un calco del
lenguaje, del juicio sobre todo (atribución de una cualidad a un sujeto).
Ello sería equivocar gravemente respecto a la dialéctica de Aristóteles;
el análisis del lenguaje le sirve a él de procedimiento de aproximación,
de manifestación de la aprehensión de lo real, y en esto no hay nada de
ilógico; toda teoría física comporta una epistemología, una teoría del
conocimiento, que se manifiesta en el lenguaje. Por otra parte, la ciencia
moderna conoce su objeto de una manera conforme a su lógica (de tipo
relacional) y a su método (operatorio); por tanto, no hay de qué acusar a
Aristóteles; se trata de una de las condiciones de todo conocimiento de la
naturaleza.
Si la doctrina hilemórfica explica el devenir, la aparición de nuevos
seres, permite también explicar la aparición de seres múltiples y
variados, sea de la misma especie, sea de especies diferentes (aquí el
término "especie" no se lo toma en el sentido de clasificación zoológica,
sino en el de tipo formal que expresa una estructura inteligible bien
caracterizada). En el seno de la extraordinaria variedad de seres
individuales que existen en la naturaleza, el espíritu discierne
semejanzas y diferencias; es capaz de elegir entre ellas y descubrir bajo
las variaciones individuales una estructura permanente, una estabilidad de
fondo, que le permite clasificar estos seres en una misma categoría; y se
da cuenta de que estas categorías no son simples etiquetas cómodas que
esconden su ignorancia.
Al hablar del hombre encontramos la explicación de esta unión original,
que no es ni fusión (en la que los principios componentes desaparecen en
su combinación) ni simple yuxtaposición (en la que la unidad ya no está
explicada). Sólo la doctrina hilemórfica de Aristóteles, precisada por
santo Tomás, asegura esa solución equilibrada que garantiza la unidad
vital del ser humano a la que nos han sensibilizado la ciencia y la
sicología modernas. Tal unidad nos obliga a sacar la conclusión de que la
materia, presente en nuestro cuerpo, revela la capacidad natural de ser
penetrada por el espíritu, y a recibir de éste un significado no material.
La materia puede ser portadora de algo distinto de ella y que se encarna
en ella.
En el hombre, la materia es informada por el espíritu (y eso
espontáneamente, antes de cualquier toma de conciencia del hecho; la
espiritualización de la materia corporal es un dato primitivo). Y así,
puesto que la materia humana (el cuerpo) es portadora de inteligibilidad,
¿por qué la materia extrahumana no habría de serlo, si bien,
evidentemente, en otra forma? Ahora bien, puesto que la ciencia nos
descubre en la naturaleza una profunda inteligibilidad, sería
anticientífico declarar a priori que ese hecho es contradictorio e
incomprensible, puesto que el hombre lo comprueba ya e incluso lo instaura
en sí mismo. Todo será distinguir cuidadosamente los dos modos de
penetración del espíritu en estas dos zonas de la materia, las dos maneras
de "información" inteligible de que es susceptible la materia (cosa que no
distingue el realismo ingenuo). En el hombre será conforme a una manera de
emergencia, de principio espiritual activo, que domina la función
animadora; fuera del hombre será en forma de huella, de impregnación
pasiva en algún modo: cada uno realiza de una manera diferente la misma
dialéctica, el mismo emparejamiento de un principio material y un
principio formal (de tipo hilemórfico)
Hipóstasis: El término hipóstasis fue aplicado por Plotino a las
tres sustancias principales del mundo inteligible, o sea, el Uno, la
Inteligencia y el Alma. Así la hipóstasis es el ser o la sustancia de la
cual los fenómenos son una manifestación. El término griego fue traducido
al latín con el de "sustancia", palabra que fue usada en la tradición
filosófica con un significado totalmente diferente. En el lenguaje moderno
y contemporáneo, el vocablo es usado en sentido peyorativo, para indicar
la transformación falaz o subrepticia de una palabra o de un concepto en
sustancia, o sea en una cosa o en un ente.
Hipótesis: Newton afirma: "En verdad no he logrado aún deducir
de los fenómenos la razón de estas propiedades de la gravedad, y no
invento hipótesis". Hypotheses non fingo: es la célebre sentencia
metodológica de Newton, que se cita tradicionalmente como irreversible
llamada a los hechos y como decidida y justificada condena de las
hipótesis o conjeturas. Sin embargo, es obvio que Newton también formuló
hipótesis; es famoso y su grandeza supera todas las fronteras no porque
haya vista caer una manzana o haya observado la Luna, es célebre y es
grande porque formuló hipótesis y las comprobó, hipótesis que explican por
qué la manzana cae al suelo y por qué la Luna no cae sobre la Tierra, por
qué los planetas gravitan hacia el Sol y por qué se producen las mareas.
Entonces, si esto es así, ¿ qué quería decir Newton mediante la palabra
"hipótesis" cuando afirmaba "no inventar hipótesis"?.
Esta es la respuesta de Newton: "... y no invento hipótesis; en efecto,
todo lo que no se deduce a partir de los fenómenos, debe ser llamado
"hipótesis"; y las hipótesis, tanto las metafísicas como las físicas, ya
versen sobre cualidades ocultas o mecánicas, no pueden ocupar un lugar en
la filosofía experimental. En tal filosofía, se deducen proposiciones
particulares a partir de los fenómenos, y a continuación se vuelven
generales mediante la inducción. Así fueron descubiertas la
impenetrabilidad, la movilidad y la fuerza de los cuerpos, las leyes del
movimiento y la gravitación. Para nosotros es suficiente con que la
gravedad exista de hecho y actúe según las leyes que hemos expuesto, y
esté en condiciones de dar cuenta con amplitud de todos los movimientos de
los cuerpos celestes y de nuestro mar".
Historia: El término originario en griego significa
investigación. Significa, por un lado, el conocimiento de los hechos o la
ciencia que disciplina y dirige este conocimiento; y por otro, los hechos
mismos, un conjunto o totalidad de ellos. El termino ha sido empleado con
los significados, como: pasado, tradición, como mundo histórico, como
sujeto de la historiografía.
Hasta el siglo XVIII la historia era considerada más bien como un
género literario que consistía en transmitir un relato del pasado fijado
una vez por todas; la aportación de las nuevas generaciones se limitaba a
propagarlo. Por otra parte, el mecanicismo cartesiano y su racionalismo
geométrico eran refractarios a la inteligencia histórica; toda idea de
duración, de continuidad, de devenir, tenía que parecerles inútil para
comprender la realidad.
Hoy posee un doble significado, pues se puede referir al conocimiento
de los hechos humanos (historia rerum gestarum) o a los hechos mismos en
conjunto o la totalidad de ellos (res gestae).
El progreso de los conocimientos, el estudio de las civilizaciones y
sobre todo el desarrollo de la técnica por la modificación de la imagen
que el hombre se hacía de sí mismo, ante la naturaleza, todo esto implicó
una toma de conciencia del progreso histórico; era el paso de una
conciencia de tipo estacionario a otra, abierta hacia un porvenir
desconocido, hacia el cual empujaba un movimiento inevitable. Si los
iniciadores de este descubrimiento del sentido histórico fueron
Giambattista Vico (1668-1744) y Carlos Montesquieu (1689-1755), hay que
señalar la función que en ello desempeñó la ciencia. Esta introducción del
tiempo y de la duración en la conciencia moderna adoptó la forma de una
creencia en el progreso universal, que abría a la humanidad perspectivas
ilimitadas de porvenir y cuya llave debía proporcionar la ciencia. El
ambiente del siglo de las luces y el entusiasmo del maquinismo, permitió
al hombre "soltar las últimas amarras que aún nos unían al neolítico"
(Enrique E. Breuil '1877-1961'), no sin dramatismo; se efectuó rompiendo
con la tradición cristiana y medieval, pero a pesar de ello, dicha
tradición permaneció viva en los grandes innovadores (Descartes o Newton)
y constituyó uno de los que Paul Hazard (1878-1944) ha llamado la "crisis
de la conciencia europea".
Este cambio radical de mentalidad manifiesto en el descubrimiento del
tiempo como medio esencial de comprender el mundo, se extendió al siglo
XIX, a través de dos corrientes ideológicas salidas del dualismo
cartesiano: el racionalismo idealista de Kant y de Hegel que vio
esencialmente en la historia humana la evolución dialéctica del
pensamiento y el materialismo, que interpretaba la historia en el sentido
de una evolución homogénea de una única realidad, la materia. Las dos
negaban el ideal cristiano tradicional por lo que fue necesario esperar la
renovación teológica y bíblica para mostrar que el cristianismo implicaba
un profundo sentido de la historia.
Hace milenios ya vivían hombres, su existencia está demostrada por el
hallazgo de huesos en capas geológicas que pueden datarse en el tiempo.
Hace milenios vivían hombres semejantes a nosotros anatómicamente en todo
punto; hay restos de instrumentos, incluso de pinturas. Únicamente desde
hace cinco o seis mil años tenemos una historia documentada y continua. La
historia presenta cuatro profundos cortes:
Primero. Sólo inferible es el primer gran paso del nacimiento de las
lenguas, de la invención de instrumentos, del encender y usar el fuego. Es
la edad prometeica, la base de toda historia, a través de la cual se
volvió el hombre por primera vez hombre frente a un ser humano sólo
biológico que no podemos representarnos. Cuándo fue ello, en qué largos
espacios de tiempo se distribuyeron los distintos pasos, no lo sabemos.
Esta edad tiene que retroceder hasta muy lejos y sustentar la múltiple del
tiempo histórico documentado, que es casi insignificante comparada con
ella.
Segundo. Entre 5,000 y 3,000 antes de Jesucristo se desarrollaron las
altas culturas antiguas de Egipto, Mesopotamia, el Indo, y algo más tarde
del Hoangho, en China. Son pequeñas islas de luz en la vasta masa de la
humanidad que ya puebla el planeta entero.
Tercero. Por los años 500 antes de Jesucristo (en el tiempo que va de
del 800 al 200) tuvo lugar la cimentación espiritual de la humanidad, de
la cual se nutre ésta hasta hoy, y es notable que lo tuvo simultánea e
independientemente en China, India, Persia, Palestina y Grecia.
Cuarto. Desde entonces se ha desarrollado un único proceso enteramente
nuevo, espiritual y materialmente decisivo, de igual jerarquía que los
anteriores bajo el punto de vista de su acción histórico-universal: la
edad de la técnica científica, preparada en Europa desde el fin de la Edad
Media, constituida espiritualmente en el siglo XVII, en amplio despliegue
desde el fin del siglo XVIII, en un desarrollo vertiginosamente rápido tan
sólo desde hace algunos decenios.
Dando una mirada a la tercera sección, por el 500 a.C., Hegel decía:
"Toda la historia va a parar a Cristo y procede de él. La aparición del
hijo de Dios es el eje de la historia universal". De esta estructura
cristiana de la historia universal, nuestra cronología es el testimonio
diario. Lo malo es que semejante manera de ver la historia universal sólo
puede tener valor para los fieles cristianos.
Historia de las ideas: Metodología especial que consiste en
estudiar los procesos ideológicos con todos los demás factores de la
cultura y la sociedad.
Historicidad: El modo de ser del mundo histórico o de una
realidad histórica cualquiera. Indica para el hombre que el tiempo es una
dimensión constitutiva de su ser. También señala al hombre como ente
histórico.
Una comprensión profunda de la historia supone precisamente un análisis
del hombre como ser fundamentalmente histórico, como un ente temporal.
Esta indagación previa de las estructuras concretas del hombre nada tiene
que ver con las posiciones teóricas del relativismo y del historicismo.
Loyer Feiner dice: "Porque sólo se da una historicidad allí donde un ente
tiene como cometido su propia esencia permanente. Allí donde la esencia
siempre ha "sido", como la base, de ningún modo dada como tarea, de una
realización que propiamente no hace sino huir de sí misma, no puede haber
historia. La verdadera y auténtica historicidad de un ente significa,
precisamente, que una inderogable esencia permanente domina y fundamenta
esta historicidad y justamente en ella se convierte en tema. Por otro
lado, el ser dado a sí mismo en esencia, que se hace posible por la
trascendencia, es la propia donación de esta esencia en la historia. El
mismo proceso que ocurre al margen de la historia. Si al hombre le fuera
posible realizar la experiencia de lo trascendente, fuera y al margen de
la historicidad, es decir, al margen de un encuentro pasivo, imprevisto e
indisponible con el mundo, entonces ciertamente podría llevar a término su
"esencia metafísica" al margen independientemente de la historia" (Mysterium
salutis, 1975).
El sentido de la historicidad nos lleva a rechazar de plano las ideas
del destino y la fatalidad inculcadas durante mucho tiempo. Asignarle a la
historia la categoría de una necesidad absoluta no sólo es eternizar las
situaciones presentes, sino una forma sutil de eludir toda responsabilidad
en la construcción o destrucción de la historia. La misma idea de la
Providencia pensada en términos populares, de esta manera no puede ser
aceptada sino en la medida en que indica la misteriosa presencia de lo
divino que actúa en concurrencia con la libertad de los hombres. Durante
la Edad Media, por ejemplo, cierta deformación de la Providencia en el
sentido señalado, llevaba a colocar en el orden puramente natural la
expresión total de la voluntad de Dios; de ahí, que la resignación fuese
una actitud predominante y lógica frente a todas las calamidades naturales
y sociales e incluso utilizada como forma ideológica para impedir el
cambio radical de la sociedad y la historia.
Además, no hay que identificar, por oposición, el sentido moderno de la
historicidad con las categorías de fugacidad, inestabilidad,
inconsistencia y futilidad de todas las cosas, tal como lo encontramos en
el dicho pesimista del Eclesiastés (vanitas vanitatum, omnia vanitas). En
efecto, la conciencia de que todo pasa y todo es inútil, indica, en el
fondo, una conciencia que se piensa a sí misma desligada radicalmente de
todo, mientras que el sentido moderno de la historicidad es el
señalamiento de una conciencia abierta hacia las cosas, responsable del
presente, del pasado y del futuro.
Historicismo: En su acepción más general, es la corriente
filosófica que afirma que la realidad es histórica y que todo conocimiento
es conocimiento histórico. El historicismo es un punto de vista fácilmente
asimilable que actúa sobre la mente y el corazón de todos, desde el
intelectual hasta el observador de tipo medio. La razón es obvia. El
historicismo puede definirse como un sistema ideológico que considera
sujeta a cambio y evolución toda realidad, material y espiritual,
incluyendo el conocimiento de lo verdadero, la religión, la moral y la
justicia; se niega a aceptar todo lo que sea permanente, con valor eterno
y absoluto.
Las características generales del historicismo, según Meyerhoff, son:
1) la repudiación de un enfoque sistemático de la historia; 2) la
repudiación de una interpretación unificadora de la historia; 3) las
siguientes aserciones positivas: a) los aspectos básicos de la historia
son el cambio y la particularidad; b) el historiador tiene una manera
especial de explicar las cosas, consistente en forjar "historias"; c) la
historia lo penetra todo, de modo que sus principios de cambio y
particularidad afectan a todos los aspectos de la vida humana, incluyendo
la filosofía, la moral y la religión.
Historiografía: Se refiere al conocimiento histórico en general
o el conjunto de las ciencias históricas.
Hombre: Para los griegos, con su concepción cíclica de un mundo
idéntico a sí mismo, la finalidad de la vida humana no podía ser otra que
la contemplación y la impasibilidad, en la sumisión al destino inexorable;
sumergido en un mundo que no estaba metido en una historia, el hombre no
estaba invitado a transformarlo, de aquí un cierto desprecio hacia la
acción técnica y las artes utilitarias.
El hombre es un antropoide con cuatro propiedades especiales: 1)
posición erecta; 2) los brazos y las manos se mueven libremente; 3)
cerebro grande, capaz de fino juicio y decisión, y de aguda percepción; 4)
lenguaje. Además, hay otras características que hacen del hombre un animal
biológicamente especial.
La paleontología nos muestra que el hombre es una muy reciente adición
a los vertebrados; no hay señales de que el hombre existiese "desde el
principio", sino que todo parece indicar que el homo sapiens no llega a
tener un millón de años de antigüedad.
Por el contrario, la visión cristiana del mundo, resumida en la
síntesis tomista, no podía acomodarse a semejante inmovilismo; el hombre,
metido en este universo en movimiento hacia Dios, debe también, y de un
modo especial, participar en este dinamismo; su misión es más grande y se
realiza a diversos niveles: 1) en cuanto a sí, debe realizar el ideal
común, realizar el querer divino, el proyecto de Dios sobre él, es decir,
aquello para lo cual ha sido creado; 2) al nivel de su medio cósmico, del
que es íntimamente solidario (su cuerpo sumergido en el mundo de la
materia); gozando de autonomía y libertad por su naturaleza espiritual, el
ser humano está llamado también a dominar este universo, a hacerse dueño
de él.
Este dominio humano sobre la naturaleza consiste en dar su plena
significación al retorno de las criaturas a Dios; y si el sentido de la
finalidad del universo es revelar a Dios y parecérsele, la misión del
hombre es la de hacer con su acción esta semejanza más perfecta, pues se
trata de actuar en un campo propuesto al hombre.
El hombre actual tiene cada vez más una profunda sensibilidad histórica
manifiesta en la conciencia lúcida de la fugacidad del tiempo y de las
instituciones. Esta sensibilidad ha formado una cierta conciencia de
universalidad, de impacto y recepción a todos los fenómenos y
manifestaciones de la historia actual acorde con el progreso vigente de
socialización en gran parte dinamizados por los medios de comunicación
social. Debido a esto existe hoy una resonancia mundial de hechos y
procesos que marcan el hecho irreversible de una unidad del mundo y de la
historia en un destino común que nos hace responsables de su éxito o
fracaso.
De todas maneras debemos reconocer que queda en claro y siempre como
marco crítico que la historia como contexto libre y abierto de la acción
humana no puede obedecer al esquema de la ciencia natural, al modelo de
leyes rígidas e inmutables y que es el hombre mismo quien historiza
(dimensión subjetiva y de valores) al tener conciencia de sus hechos y no
de su organismo.
Homeostasis: Término procedente del griego o m o i o s,
semejante y de s t a s i s, estabilidad, propuesto por el biólogo
norteamericano Walter Cannon para designar la estabilidad del estado
corporal de los seres superiores, mediante mecanismos reguladores propios.
De este modo, toda marcada expansión de la especie es una radiación
adaptativa mediante la cual la vida, diversificándose, se adapta a muchos
lugares, altamente diversificados, de la economía de la naturaleza.
Homo economicus: Para F. Bacon "el hombre, es el ministro e
intérprete de la naturaleza, tantum facit et intelligit quantum de naturae
ordine re vel mente observaverit, nec amplius scit aut potest" (Novum
Organum). Expresión concebida por Ricardo para designar al hombre
concreto, inmerso en una comunidad humana, en la que lo económico tiende a
recibir sus normas y su método de la historia más que de la matemática.
Homo faber: Se refiere a la dimensión activa, transformante del
hombre y de la vida humana en general.
Homo sapiens: El hombre en cuanto ser esencialmente pensante o
animal racional, según la definición clásica de Aristóteles.
Horizonte: Punto desde el cual pensamos toda una visión de las
cosas según una circunstancia histórico-cultural. La perspectiva desde
donde planteamos los problemas pero que no siempre es patente y accesible.
Humanitas: Palabra pronunciada por Leonardo Bruni (1370-1444) en
una oración fúnebre, equivalente a la griega "filantropía" (j
i l
a n
J r
o p
i a ), que Esquilo
aplicó por primera vez la benevolencia de Prometeo.
Giuseppe Lombardo Radice (1879-1938) afirma: " Sé hombre y serás
maestro"; pero este requisito tiene muchos aspectos.
Letra "I"
Idea: Mientras para Platón las ideas estaban separadas de las
cosas sensibles, para Aristóteles son inmanentes en las mismas; son sus
"formas" inteligibles; no existen en sí, en un modo a parte, sino que
están realizadas en la materia.
El término idea es empleado con dos significados diferentes, esto es:
1) como especie única intuible en una multiplicidad de objetos; 2) como
cualquier objeto del pensamiento humano, o sea como representación en
general. En el primer significado, la palabra fue utilizada por Platón,
Aristóteles, los escolásticos, Kant, y otros. En el segundo, fue empleada
por Descartes, los empiristas y gran parte de los filósofos modernos; y
así es comúnmente aceptada en las lenguas modernas. Hegel vio en la idea
"lo verdadero en y para sí, la unidad absoluta del concepto y de la
objetividad"
Thomas Reid (1710-1796) da al término "idea" el significado específico
de imagen sensorial, con lo cual acepta la posición empirista, no es
solamente cartesiana.
Ideología: Conjunto sistemático o no de ver el mundo expresado a
través de un núcleo de ideas, valores, representaciones, actitudes de un
grupo social o de un individuo. La ideología no es una teoría especulativa
establecida por medio de un análisis racional y objetivo, sino un modo de
pensar o un sistema de actitudes características de una clase o individuo,
vemos que la evolución se ha convertido de este modo en una ideología
científica.
El sentido etimológico de "ideología" la connota como "ciencia de las
ideas", por lo que el ideólogo sería aquel que se ocupa de las ideas,
clasificándolas, buscando su origen, explicando sus combinaciones, etc..
Con este sentido el término fue empleado en los siglos XVIII y XIX por un
grupo de filósofos franceses que se inspiraron en Condillac, y que
precisamente fueron llamados "ideólogos". Uno de estos Antoine Destutt de
Tracy, consideró la ideología como una "filosofía prima", articulada en
tres sectores de investigación: la ideología propiamente dicha, que tiene
por objeto el análisis del origen de las ideas; la gramática, que tiene
por objeto el estudio de las modalidades de su expresión, y, la lógica,
que tiene por objeto el estudio de su combinación. En 1801 Destutt designó
con el término ideología "el análisis de las sensaciones y de las ideas"
siguiendo el modelo de Condillac. En este contexto la ideología fue la
corriente filosófica que señaló el tránsito del empirismo iluminista al
espiritualismo tradicionalista que floreció en la primera mitad del siglo
XIX. Napoleón adoptó el término en sentido despectivo para calificar de
"ideólogos" a sus enemigos políticos. En la segunda mitad del siglo XIX el
término es utilizado por el marxismo para calificar la cultura denominada
"burguesa".
Según Carlos Manheim la ideología es la idea que es capaz de insertarse
en la situación, de dominarla y de adatársela; pues las "ideologías son
las ideas que trascienden la situación y que nunca lograron, de hecho,
realizar su contenido virtual. Aunque a menudo se convierten en los
motivos bien intencionados de la conducta del individuo, cuando se las
aplica en la práctica se suele deformar su sentido. La idea cristiana del
amor fraternal, por ejemplo, sigue siendo, en una sociedad basada sobre la
servidumbre, una idea irrealizable y, en ese sentido, ideológica, aun
cuando se reconozca que puede actuar como motivo en la conducta del
individuo" (Ideología y Utopía).
Entendemos que la ideología es un sistema de ideas concernientes al
mundo del hombre, especialmente a los conceptos de la vida social. A
diferencia de la filosofía, no es una teoría especulativa o práctica, sino
una manera de pensar o un sistema de actitudes. Un "ismo", según el
diccionario de Webster, es una doctrina o práctica de un sistema
filosófico, una teoría o un principio. Las ideologías se refieren a un
modo de pensar, a una actitud de la mente; los "ismos" se refieren a un
modo de vivir, a la práctica de un modo de pensar.
Ilustración: En forma general es el empeño por extender la
crítica y la guía absoluta de la razón a todos los campos de la
experiencia humana. Francisco Bacon (1561-1625) es el padre de la
ilustración científica.
La Ilustración incluye tres aspectos diferentes pero conexos: a) La
extensión de la crítica a toda creencia o conocimiento, sin excepción. b)
La realización de un conocimiento que, para abrirse a la crítica, incluya
y organice los instrumentos para la propia corrección. c). El uso
efectivo, en todos los campos, del conocimiento logrado de esta manera,
con la finalidad de mejorar la vida individual y asociada de los hombres.
Estas tres tareas constituyen una de las formas recurrentes de entender y
practicar la filosofía. La razón humana se creyó capaz de poder comprender
exhaustivamente la realidad, y se dispuso a transformar (con arreglo a sus
opiniones) todas las esferas de la vida prescindiendo de la historia. De
ahí el carácter atrayente de la filosofía de la Ilustración y su
influencia literaria sobre la masa de los intelectuales ("filosofía
popular").
Kant escribe: "la ilustración es el abandono por el hombre del estado
de minoría de edad que debe atribuirse a sí mismo. La minoría de edad es
la incapacidad de valerse del propio intelecto sin la guía de otro. Esta
minoría es imputable a sí mismo, cuando su causa no consiste en la falta
de inteligencia, sino en la ausencia de decisión y de valentía para
servirse del propio intelecto sin la guía del otro. ¡Sapere aude! ¡Ten la
valentía de utilizar tu propia inteligencia! Este es el lema de la
Ilustración". Tal servidumbre es una "servidumbre de los prejuicios, de
los ídolos y de los errores evitables" afirma K.R. Popper.
Christian Thomasius (1655-1728) fue quien distinguió - en sus Lectiones
de praejudiciis (1689-1690) - entre prejuicios debidos a la autoridad y
prejuicios debidos a la precipitación. Los ilustrados se constituyen como
un ejército en lucha contra todos los prejuicios: la verdad no tiene otra
fuente que no sea la razón humana.
La Ilustración comenzó en Inglaterra y Francia. La filosofía moral de
la Ilustración cultivada particularmente en Inglaterra por Hobbes,
Shaftesbury, Bentham, buscó, por una parte, apoyo en el deísmo,
liberándose, por otra, de todo supuesto religioso y metafísico (Pedro
Bayle). La Ilustración desembocó en el radicalismo de Voltaire y de los
enciclopedistas acabando en el grosero materialismo de Holbach y Lamettrie.
Implícito: Que está contenido internamente.
Inanición: La ciencia moderna ha mostrado la inanidad de las
concepciones de Kant acerca del subjetivismo que sería inherente a todo
conocimiento, particularmente en lo que concierne a su concepción del
espacio y del tiempo (formas a priori). El hombre de ciencia sabe bien que
la realidad que se presenta ante él no se presta fácilmente a adoptar una
forma impuesta por estructuras a priori del pensamiento. La ciencia ha
mostrado invariantes irreductibles (constancia de la velocidad de la luz,
intervalo del universo, cuanto de Planck, constantes del mundo
infraatómico, etc.), que la obligan a renunciar a toda racionalización a
priori. La renovación de las teorías científicas, sus continuos progresos
por integraciones sucesivas, han revelado la extraordinaria complejidad de
una realidad que impone al hombre sus propias exigencias. Aunque el
esfuerzo científico para traducir esta realidad conduce a construcciones
muy teóricas, éstas dependen siempre estrechamente de la experimentación y
de la sumisión a la realidad.
Incorruptibilidad: La incorruptibilidad de los cielos será uno
de los puntos neurálgicos de la lucha entre la ciencia del siglo XVII y el
aristotelismo decadente que renegará del espíritu de su fundador (la
observación) por fetichismo hacia su letra.
Indeterminación (Principio de): Sólo los desarrollos de la
física subatómica y el descubrimiento del principio de indeterminación,
debido a Heisenberg (1927), dieron el golpe decisivo al principio de
causalidad. Heisenberg lo expresa así: "En las teorías clásicas de
interacción entre el objeto y el observador era considerada como
insignificantemente pequeña o como controlable, de manera de poder
eliminar su influencia por medio de cálculos. En cambio, en la física
atómica tal admisión no se puede hacer, debido a que por la discontinuidad
de los hechos atómicos, toda interacción puede producir variaciones
parcialmente incontrolables y relativamente grandes. Esta circunstancia
tiene como consecuencia el hecho de que, por lo general, las experiencias
realizadas para determinar una magnitud física hacen ilusorio el
conocimiento de otras magnitudes obtenidas con anterioridad; influyen, en
efecto en el sistema sobre el cual se obra de manera incontrolable y, por
lo tanto, los valores de las magnitudes conocidas con anterioridad
resultan atrasados. Si se trata de perturbación de modo cuantitativo, se
encuentra que en muchos casos existe, debido al conocimiento contemporáneo
de diferentes variables, un límite de exactitud finito, el cual no puede
ser superado" (Los principios físicos de la teoría cuántica, 1930)|
Indeterminismo cuántico: Ha sido explotado por algunos
espiritualistas para ver en él una prueba de libre albedrío en el seno de
la materia, prueba que debería hacer más explicable el libre albedrío
humano. Tal tentativa revela una cierta indigencia filosófica. La libertad
humana no tiene nada que ver con el dominio infraatómico; su raíz está en
otro lugar y escapa a cualquier crítica de orden científico, pues reside
en la estructura misma del espíritu humano, es de orden eminentemente
espiritual. El resultado de tal historia es haber desencadenado una
reacción muy viva de los medios materialistas, reacción que ha agravado
aún más la incomprensión del verdadero espiritualismo, de acuerdo con
ellos en la repulsa de semejante tentativa. "El descubrimiento de
Heisenberg, escribe M. Boll, ha sido el pretexto para la rebatiña y
despojo de las pretendidas ruinas de la concepción científica del mundo,
acusada de haber pecado contra el espíritu... Todos los espiritualistas,
que mascaban el freno desde hacía dos o tres generaciones, se han
precipitado sobre este maná celeste" (Les quatre faces de la physique,
1939). Es grande, pues, la responsabilidad de los espiritualistas que se
extravían en semejante confusionismo. Una buena puntualización la ofrece
A. Metz en Causalité scientifique et causalité première, en Archives de
philosophie, 3, 1961.
El indeterminismo, al cual se refiere, no tiene nada que ver con
cualquier violación del principio de causalidad. Situándose al nivel del
ser de las cosas, "la causalidad es una exigencia radical de la razón
humana", afirma J. Ullmo en La pensée scientifique moderne (1958). La
verdadera causalidad con frecuencia está escondida, escapando a la
observación y a la medida matemática, cuya expresión científica es el
determinismo, en el sentido de establecer una relación constante entre los
fenómenos haciendo posible la previsión del desarrollo de su devenir. Por
tanto, el determinismo sólo es posible si lo son las medidas exactas. En
las partículas elementales, estas medidas no aportan la precisión
requerida, por la sencilla razón de que el fenómeno, a que se refieren, es
modificado en el mismo momento por el instrumental técnico empleado.
Así, a este nivel, el hombre se encubre a sí mismo el determinismo
causal profundo, puesto que inserta en él su propia acción. Entre dos
observadores, es imposible saber qué sucede en el estado puro. El
indeterminismo de que se trata aquí no es más que una limitación fijada al
conocimiento científico por la intervención del hombre, que se añade al
fenómeno estudiado e interfiere en él. El único determinismo posible es
entonces de orden estadístico, simple probabilidad que aporta un
conocimiento de orden global, lo cual, evidentemente, no puede satisfacer
a la razón humana deseosa de conocer la realidad en su estructura.
Las divergencias entre las teorías cuánticas se refieren principalmente
a la actitud ante este probabilismo. Algunos (interpretación de la escuela
de Copenhague) estiman que será siempre imposible superar tal
incertidumbre, porque está vinculada por definición a la relación
hombre-naturaleza a este último nivel. Otros conservan la esperanza de
recuperar un verdadero determinismo (no de orden estadístico), con el
descubrimiento de parámetros escondidos o por caminos que aún hay que
encontrar. De todos modos, la física moderna renuncia más o menos al
antiguo sueño mecanicista de una naturaleza de la cual el hombre podría
aislarse para interrogarla a su capricho y representársela según su
conveniencia. Sabe que desde ahora en adelante él mismo forma parte de
esta naturaleza, por todo un aspecto de su ser (su actividad corporal y su
técnica operatoria)
Inducción: La inducción aristotélica descansa en la simple
enumeración de los casos en que una determinada naturaleza se encuentra
con una determinada forma (ausencia de hiel). No es, pues, nunca
absolutamente probatoria, porque la enumeración no es nunca completa. La
inducción baconiana descansa en un principio fecundo y verdaderamente
probatorio en otro sentido: en saber que la causa se reconoce en la
indicación de que, estando suprimida, el efecto quede suprimido al mismo
tiempo (sublata causa, tollitur effectus). Pero Bacon, al descubrir esa
regla que es el nervio de todo el método experimental no parece haber
supuesto su fuerza y su fecundidad. Le faltaba para esto haber puesto la
mano en la masa, y haber realizado él mismo una experimentación verdadera.
Con todo, tuvo el mérito de discernir el primero la esencia del
razonamiento inductivo y su papel en el establecimiento de la experiencia,
de dar un notable impulso, sobre todo en Inglaterra, a la "nueva
filosofía", a la "filosofía experimental y eficaz", que culminará con la
obra de Newton, de dejarnos algunos admirables aforismos sobre la
colaboración del hombre con la naturaleza en la gran tarea de edificación
de la ciencia, y de haber operado, para decirlo todo, un verdadero
"rejuvenecimiento de la razón", recordando al hombre la verdad que
Shakespeare pone en boca de Hamlet: "¡Oh, Horacio!, hay más cosas en el
cielo y en la tierra de las que sueña tu filosofía"
Según L. Bourgey "hay que notar también la enorme extensión del campo
de la inducción que va de las abstracciones matemáticas al mundo
sicológico y social, respetando y manifestando la originalidad de cada
aspecto fundamental de lo real, pues es sabido con qué fuerza ha insistido
el aristotelismo en la importancia de los principios propios de las
diversas ciencias" (Observation et expérience chez Aristote, 1955). (Ver
Síntesis inductiva).
Industria: (Ver Revolución industrial).
Inercia: Es sabido que algunos escolásticos habían entrevisto la
noción de inercia, en la forma de teoría del ímpetus; acerca de esta
historia y de las diversas interpretaciones que ha suscitado (unos como P.
Duhem, ven en el ímpetus la prefiguración de la noción moderna de inercia;
otros, como la señorita Maier y A. Koyré recuerdan que para la ciencia
moderna el movimiento rectilíneo uniforme es un estado por la misma razón
que el reposo, y que por tanto no necesita ninguna fuerza para perseverar,
lo cual es ajeno a la noción de ímpetus).
El principio de la inercia dice: un cuerpo que no está sometido a
ninguna fuerza, o bien está inmóvil, o bien está animado de un movimiento
rectilíneo uniforme. En efecto, la inercia de los cuerpos no puede
proporcionar criterio alguno y absoluto para descubrir si un cuerpo está
en reposo o en movimiento rectilíneo uniforme; esto hace válidas las leyes
de la mecánica en cualquier sistema en dicho movimiento (cada uno es tan
"verdadero" como los demás, y ninguno puede ser llamado tal sino se escoge
arbitrariamente un punto de mira del cual se ignora, de hecho, si es
inmóvil o no); de donde el principio de la relatividad galileana (o
newtoniana): las leyes mecánicas, válidas para un sistema de referencia,
son igualmente válidas para otro sistema en movimiento rectilíneo uniforme
con relación al primero.
En un vagón que se desplaza con un determinado movimiento, un péndulo
queda inmóvil como en reposo; unos niños que jugasen a las bolas en el
pasillo verían que el desplazamiento del tren no afecta a sus bolas; el
cosmonauta que abandona su cápsula espacial para flotar en el espacio no
puede advertir la velocidad enorme a que él gravita (por lo menos a 8 km
por segundo); nosotros no percibimos que giramos con la Tierra a 1,674 km
por hora (en el ecuador) o que somos arrastrados por ella alrededor del
Sol casi 60 veces más de prisa. Volviendo a la comparación del vagón, sólo
una aceleración (o un frenazo) o un cambio de dirección (viraje) pueden
ser advertidos por sus efectos, los cuales traen consigo una modificación
que ofrece una señal posible (tal movimiento acelerado o no rectilíneo no
es, pues, relativo en el sentido de la relatividad de Galileo; sí lo será
para la relatividad generalizada pues es asimilable a un efecto de
gravedad)
Inextricable: Difícil de resolver, de desenredar.
Infinito: "Infinito" y "finito" derivan su significado del
término latino finis (del griego p e r a s) que significa tanto "confín"
(límite) como "fin". Así pues, infinito y finito son, respectivamente, lo
que no tiene o tiene límite, es decir, lo ilimitado y lo limitado, o lo
que no tiene o tiene fin (sentido temporal). Del infinito (y del finito)
se suele distinguir un significado filosófico y un significado matemático.
El significado filosófico es a la vez doble y puede ser: negativo, el
infinito es equivalente a inacabado e imperfecto, y el finito lo es a
acabado y perfecto; o bien puede ser positivo, es decir, infinito es
equivalente a ilimitado, inmenso, eterno y, por consiguiente, absoluto, y,
el finito es equivalente a limitado, circunscrito, transitorio, y, por
tanto, relativo. Del significado filosófico negativo de "infinito" deriva
el significado matemático de infinito, que está en lugar de infinitamente
divisible o aumentable o en cualquier caso susceptible de ser sometido a
una de las operaciones matemáticas fundamentales, y por consiguiente,
inagotable.
En la cultura griega antigua el infinito osciló, desde el punto de
vista filosófico, entre el significado positivo y el negativo, como ha
demostrado magistralmente en una famosa monografía Rodolfo Mondolfo. El
infinito tiene ciertamente un significado positivo para Anaximandro, según
el cual el infinito (a p e i r o n ) es el principio de todas las cosas,
inmortal, eterno, divino que abraza todo y gobierna todo; mientras que
tiene un significado negativo para los pitagóricos, según los cuales el
infinito es, sí, un principio de todas las cosas, pero en cuanto opuesto
al límite (p e r a s), que es el principio positivo, bueno y racional.
Esta dualidad de principios, donde el límite o uno es positivo y es
principio de la forma, mientras que el infinito o díada indefinida es
negativo y es principio de la materia, se encuentra también en el Platón
tardío, es decir, en el Filebo y en las llamadas "doctrinas no escritas".
La idea de infinito para Aristóteles era sinónima de imperfecto, de
inacabado, porque sólo la había concebido y aplicado en el orden material
y cuantitativo (infinito cuantitativo); en este caso, infinito significaba
indefinido, aquello que no está determinado, acabado; pues un ser material
no es perfecto en su orden por la finitud que le confiere su forma, que lo
limita y distingue de los demás. En cambio Tomás de Aquino, al aplicar a
Dios la idea de infinito, percibe que en el orden de la cualidad, esta
idea de infinito implicaba, por el contrario, la de perfección (infinito
cualitativo). Por el mismo motivo, el aquinatense utilizó también el
concepto de potencia en el nuevo sentido de potencia activa, aplicable a
Dios, por oposición a la potencia pasiva concebida por Aristóteles como
propiedad del ser cambiante.
Infraestructura: Hace referencia a las relaciones económicas o
base de la sociedad. Según el marxismo es el conjunto de sectores de la
economía que atienden a la producción industrial y agropecuaria, así como
a la población: transporte, comunicaciones, abastecimiento material y
técnico, suministro de agua, etc., ciencia, instrucción sanidad,
protección del medio ambiente, etc.
Inmortalidad: La inmortalidad es un tema que interesa a todo
hombre. Unamuno describió apasionadamente sus dos desgarradoras vivencias
frente a la inmortalidad: frustración de no poderla "demostrar" y asombro
por la indiferencia de hombres cultos frente a la propia inmortalidad.
Inmóvil: "El principio y el primero de todos los entes es
inmóvil, sea en sí y por sí, sea de cualquier otro modo, y mueve y provoca
el movimiento primero, eterno, uno e indivisible" (Aristóteles).
Aristóteles denominó al primer cielo, cuyo movimiento le es comunicado
directamente por el primer motor o motor inmóvil y que, por tanto, es tan
simple, ingenerado e incorruptible como el primer motor.
Integración: Este vocablo tiene significados específicos
diferentes en las diferentes ramas del saber. Así, en matemática es el
proceso e cuyo límite se determina el valor de una magnitud como suma de
aportes infinitesimales consideradas en número siempre creciente. En
biología significa el grado de unidad o de solidaridad entre las
diferentes partes de un organismo, es decir, en grado en el que las partes
dependen una de la otra.
El gran esfuerzo de integración filosófica que realizó santo Tomás de
Aquino precisa la manera cómo esas aportaciones, provenientes de
horizontes distintos, fueron integradas en una síntesis verdadera y
armoniosa, alejada de todo eclecticismo. En este esfuerzo de integración
es donde mejor se revela el genio de santo Tomás. Tal integración se
proponía, más que interpretar las fuentes utilizadas en su propia
estructura histórica, unificarlas en una síntesis original que les
confiriese una vida nueva.
Se llama integración al acto o proceso por el que una parte de la
realidad social es restituida o destinada a aquella misma realidad de la
que se había separado (por anomía, disgregación, marginación, etc.) o a la
que tiende por exigencia de crecimiento o por creatividad cultural
(dinámica de la pareja, del grupo, de la organización del trabajo, etc.).
Con ella se sigue la recomposición de lo que, en su orden, era compacto, o
la construcción de contextos, y de acontecimientos en ellos, que realizan
y expanden la sociabilidad del hombre; en el primer caso, la integración
se configura como proceso orgánico; en el segundo, como proceso
organizativo.
Integrismo: Tendencia a absolutizar un núcleo de valores e
instituciones.
Inteligible: El objeto del entendimiento es lo inteligible, así
como lo sensible es el objeto de los sentidos. Para Aristóteles la
materia, no pudiendo existir sin la forma, no contiene absolutamente
ninguna inteligibilidad en sí misma; solamente la forma, que es idea, se
la procura por su íntima unión con ella.
Tomás de Aquino, por influencia de Agustín de Hipona, abandonó este
punto de vista que primitivamente había aceptado; pues la materia prima en
cuanto está presente en todo ser corporal (lo substrae de su forma), por
hecho de ser creada por Dios, le es transparente e inteligible. Siendo su
obra es necesariamente un reflejo de su pensamiento; por tanto, posee una
inteligibilidad en sí; y por ello, el alma humana en el estado de
separación del cuerpo, después de la muerte, puede, en la visión de Dios,
participar de este conocimiento del misterio de la materia; ésta, por
consiguiente, no está en sí misma absolutamente cerrada a su penetración
por el espíritu; su opacidad respecto a nosotros proviene esencialmente
del hecho que, sumergidos en ella por nuestro cuerpo, no podemos tener
ningún conocimiento si no es por abstracción de los datos materiales.
Inteligibilidad: ¿Cuál es el grado de inteligibilidad de la
naturaleza alcanzado por la ciencia? Este problema ha suscitado numerosas
discusiones, las cuales han puesto en juego orientaciones ideológicas
opuestas, que han buscado en él un terreno de aplicación. Lo ha planteado
más agudamente la ciencia contemporánea, que presenta, de una parte, un
carácter cada vez más abstracto, y de otra, una manifiesta eficacia sobre
lo real; realistas e idealistas han tratado de explicar en qué podía
consistir la comprensión del mundo para la ciencia. Visto el papel de ésta
en nuestra época, el problema se plantea así: la inteligibilidad de la
naturaleza por la ciencia es producto o construcción del espíritu humano?.
Emile Meyerson (1859-1933), mediante la historia de las ciencias, se
propone estudiar el funcionamiento del pensamiento y sus posibilidades de
percibir lo real, afirma: "Habría que mostrar cómo sucede que el espíritu
salga airoso de su empresa... Hemos ido de abstracción en abstracción,
hemos creado conceptos cada vez más apartados de las cosas, de lo real
concreto... Y los resultados de esas operaciones paradójicas son
rigurosamente aplicables a lo real concreto" (Du cheminement de la pensée,
1931).
Los pioneros de la ciencia tuvieron conciencia de todo. Louis de
Broglie sostiene: "La gran maravilla el progreso de la ciencia es que éste
nos ha revelado una concordancia entre nuestro pensamiento y lo real, una
cierta posibilidad de captar, con ayuda de los recursos de nuestra
inteligencia y de las reglas de nuestra razón, las relaciones profundas
que existen entre los fenómenos... No nos asombramos lo bastante del hecho
de que sea posible alguna ciencia" (Physique et microphysique, 1947).
Pero, además, es igualmente importante la reflexión de Albert Einstein
(1879-1955, formuló lo que él mismo llamó "principio de relatividad;
proclamó lo que ha sido llamado su "religión cósmica"): lo que hay de
eternamente incomprensible en el universo es su inteligibilidad".
El problema de la adecuación está en el centro del pensamiento. ¿Por
qué la naturaleza da poder al espíritu humano? Desde sus primeros pasos,
la ciencia ha planteado el problema de justificar su éxito.
El hombre de ciencia está persuadido que de que la inteligibilidad que
él quiere expresar a través de su investigación no es un puro efecto de su
mente, sino que se halla más o menos en esa realidad a la que él
interroga; pues lo real no es radicalmente hermético y opaco a su
penetración por el hombre y que oculta un significado por descifrar.
"En efecto, sostiene Jean-Marie Aubert, si el investigador dudase un
solo instante de que los resultados de su investigación tuvieran un
significado objetivo, por no ser más que un puro producto subjetivo de su
pensamiento, especie de 'rumia' interior sin ningún alcance real, la razón
misma de su esfuerzo se derrumbaría. Si el hombre de ciencia se afana y
trabaja, luchando con una materia huidiza, es para arrancar a ésta sus
secretos, para dominarla penetrándola con el pensamiento. Esta persuasión
supone evidentemente que el universo es inteligible en sí, antes de que la
inteligencia humana interrogue y penetre la materia; no es la toma de
contacto por el hombre lo que crea esa inteligibilidad: el mundo la posee
desde antes. El mundo lleva en sí congénitamente esa capacidad de ser
pensado y comprendido" (Recherche scientifique et foi chrétienne)
Inteligibilidad de los factores no racionales: Rara vez esta
inteligibilidad es de orden puramente racional. Está determinada por
numerosos factores afectivos, incluso pasionales, o más simplemente, por
juicios no críticos que provienen del medio social. Hay que señalar la
importancia de estos factores no racionales en el conocimiento de la
naturaleza, capaces a veces de determinar la orientación de toda una vida,
de una concepción del mundo (crisis moral, decepción, sentimiento de una
injusticia, etc.). Y no hay que creer que estos factores sólo tienen una
función en el conocimiento vulgar; también tienen una función en el del
científico o del filósofo, pero generalmente de forma inconsciente y no
confesada. Y, generalmente, cuando la racionalidad no aporta la luz
suficiente en un problema complejo (como el de la inteligibilidad
científica) la elección de una solución con frecuencia está determinada
por estos factores irracionales, que hay que tener en cuenta. En pocas
palabras, es afirmar que puede existir una evidencia subjetiva que no es
comunicable, porque está excesivamente vinculada a un contexto personal.
Los moralistas se han encontrado muchas veces con este problema a
propósito de la conciencia dudosa y de los medios de salir de ella
(probabilismo). No hay que pensar que no se dé también a su vez en los
diversos tipos de saber teórico. La historia de las ideas ofrece numerosos
ejemplos, tales como el positivismo. Ya que el estudio de estos motivos
irracionales corresponde a la sicología y a la moral, no podemos
extendernos aquí. Conviene únicamente señalar su importancia en la
apreciación equilibrada de las discusiones sobre numerosos problemas
planteados. En este caso, una de las finalidades de la reflexión
filosófica es la de revelar la verdadera naturaleza de tales motivaciones,
para eliminarlas en la medida de lo posible. El filósofo no debe jamás
olvidar que es el hombre entero el que está comprometido en todo diálogo
auténtico con la naturaleza.
Semejante inteligibilidad se expresa entonces en conceptos bastante
sencillos, generalmente de origen social y estrechamente vinculados a
alguna impresión sensorial. De aquí la tentación de contentarse con
explicaciones verbales cuando se trata de superar el punto de vista
interesado (la simple palabra dispensa de todo esfuerzo crítico), o de
apelar solamente a una experiencia personal proyectada en las cosas
(antropomorfismo, animismo). Así, por ejemplo, considera J. Girardi, si
preguntamos a diversas personas la idea que se hacen de la nieve; un
labrador podrá ver en ella un elemento hostil al cultivo, un automovilista
un estorbo en su circulación y una fuente de preocupación para su
seguridad; un artista, en cambio, apreciará la belleza y el silencio que
ella le confiere al paisaje; el deportista se alegrará ante la perspectiva
de practicar el esquí, etc. La nieve tiene para cada uno un significado
propio, función de su vinculación con el mundo vivido. Y si buscamos
respuestas más objetivas, cada uno recurrirá a los recuerdos de
sensaciones provocadas por la nieve, en percepciones ampliamente teñidas
de afectividad; todo lo más, serán evocados algunos residuos de
conocimiento escolar (origen de la nieve, su estructura cristalina, etc.),
pero, generalmente, la inteligibilidad vulgar se interrumpirá de pronto
enseguida si queremos hacerle precisar la situación de la nieve en
relación con otros fenómenos vecinos (lluvia, hielo, granizo, escarcha,
etc.) (Les facteurs extra-intellectuels de la connaissance humaine en
Revista filosófica de Lovaina, 3, 1963).
Intrínseco: Valor constitutivo de algo en sí mismo. En general,
se denomina intrínseco a lo que pertenece a la naturaleza de una cosa. En
la lógica tradicional es intrínseco a un objeto el carácter que entra en
la definición del objeto mismo, por ejemplo, la racionalidad, en caso de
ser definido el hombre como "animal racional". En las lógicas que o se
fundan en la noción de esencia o sustancia, tiene significado más
elástico.
Intuición: El término "intuición" empleado para designar
genéricamente el acto de la experiencia inmediata con que se capta u
objeto o una idea o un valor se distingue, más aún, se contrapone al
procedimiento discursivo de la razón, y por consiguiente, también a los
modos mediatizados de la demostración. Muestra la relación directa con un
objeto cualquiera. En filosofía da lugar a las muchas doctrinas
intuicionistas; pero también se le encuentra en el ámbito sicológico,
estético y teológico-religioso.
Letra "L"
Lancasteriano: Sistema de enseñanza mutua propagado en
Inglaterra por José Lancaster (1778-1838), pedagogo inglés que expuso un
sistema de enseñanza en dos obras tituladas Educación de las clases
obreras y Sistema inglés de educación. Simple obrero, organizó en 1798 la
enseñanza mutua en una escuela del arrabal de Southwark, método ya
practicado por Andrés Bell (1753-1832) en una escuela de Londres y que
ésta acababa de traer de la India. Fracasó en la enseñanza secundaria, y a
partir de 1816 intentó, sin éxito, hacerlo adoptar en América, donde
murió. Alcanzó popularidad, pero su método fue impugnado por el clero
norteamericano y por el mismo Bell, a quien quiso privar del mérito de su
invención.
Leibniz Guillermo (1646-1716): Fue un genio de una fecundidad
extraordinaria. Según J. Chevalier es "el más rico y más completo, tal
vez, de los tiempos modernos. Reunió en él la herencia del mundo antiguo,
de la edad media y del renacimiento, con las adquisiciones de la ciencia
moderna, que él mismo contribuyó a acrecentar de una manera decisiva; y su
gama se extiende desde la lógica pura, la matemática y las ciencias de la
naturaleza hasta la moral y el derecho, la política y la historia, la
religión y la teología, e incluso la organización religiosa de la tierra".
Lengua: "Toda lengua es un método analítico, y todo método
analítico es una lengua" (Condillac, en Lengua de los cálculos). Un
conjunto organizado de signos lingüísticos. La distinción entre lengua y
lenguaje fue realizada por Saussure, para quien la lengua es "el conjunto
de los hábitos lingüísticos que permiten a un sujeto comprender y hacer
comprender". En este sentido, supone una "masa parlante" que la constituye
como una realidad social.
Lenguaje: El lenguaje se puede entender como un conjunto
construido de palabras y es considerado siempre y en todas partes como una
peculiaridad de la especie humana. El lenguaje ha sido objeto de gran
atención sea como portador de pensamiento, sea por sus características de
ser "fijado" a través de la escritura, que lo constituye como instrumento
de comunicación a distancia de tiempo y de espacio. Los tres grandes
sectores en los que se concentra toda la problemática que le concierne
son: la capacidad de referir objetos extralingüísticos (semántica), de
constituirse como saber correcto (sintáctica) y de ser instrumento de
operaciones humanas (pragmática), tanto personales o interiores
(construcción del saber) como de carácter grupal (instrumento de
comunicación).
Según J. Gevaert (1970) el lenguaje es una de las manifestaciones
humanas que revelan claramente la estructura dialogal e interpersonal de
la existencia, y esto bajo una doble perspectiva: por un lado, la palabra
está situada en el ámbito de las relaciones sociales; por otro, la
inteligencia personal no consigue realizarse fuera de la palabra. Según
Wittgenstein el lenguaje "forma parte de nuestra historia natural, igual
que el caminar, el comer, el beber o el jugar". El lenguaje actúa sobre un
trasfondo de necesidades humanas, en la determinación de un ambiente
humano.
Ley: usualmente significa una norma o conjunto de normas
obligatorias. Carlos de Secondat Montesquieu (1689-1755) sentenció que la
ley es "el conjunto de relaciones necesarias que nacen de la naturaleza de
las cosas". Para Kant lo propio de toda ley es la universalidad de su
forma; él diferencia: ley moral e imperativo.
El término ley se emplea en ciencia con más propiedad para designar una
aserción de un orden o relación de fenómenos que, en cuanto se sabe, es
invariable bajo ciertas condiciones. La ley de Ohm, por ejemplo, puede
formularse del siguiente modo: En un conductor, la intensidad de la
corriente es igual a la diferencia de potencial dividida por la
resistencia. En ciencias físicas y matemáticas las leyes pueden expresarse
mediante operaciones matemáticas realizadas con números resultantes de
mediciones. La ley de Ohm puede expresarse por la siguiente fórmula:
Ley aritmética: Las leyes aritméticas son juicios analíticos y,
en consecuencia, juicios a priori. Todo enunciado aritmético es una ley
lógica derivada. Las leyes aritméticas no pueden aplicarse directamente a
la naturaleza, sino sólo a los juicios sobre la naturaleza, es decir, a
las leyes naturales.
Ley científica: Las leyes científicas y explicativas están
organizadas en una jerarquía, según la cual hay leyes: primarias, que
explican hechos observados, secundarias (o leyes de leyes) que explican
conjuntos de leyes primarias, terciarias (o leyes de leyes) que explican
conjunto de leyes secundarias, y así sucesivamente. "El objeto de todas
las ciencias, decía Einstein, es coordinar nuestras experiencias y formas
con ellas un sistema lógico"; y N. Bohr afirma: "La labor de la ciencia
consiste en extender el área de nuestra experiencia y someterla a un
orden". La ley científica se sustenta en un problema señalado, resuelto en
base a una hipótesis demostrada o comprobada y que acrecienta la teoría.
Leyes biológicas: referidas a la especial organización
fisicoquímica característica: existen leyes del metabolismo, de la
conservación, del crecimiento, de la reparación, de la reproducción y de
la decadencia. Leyes de la irritabilidad, en las que se comprende la más
universal de todas las características orgánicas: la adaptabilidad.
Ley de la entropía: La entropía, o tendencia a la degradación de
la energía disponible en un sistema natural cerrado, es una inferencia de
la segunda ley de la termodinámica. Se define de modos diversos según la
ciencia de que se trate: física matemática, química, cosmología, etc. La
especulación sobre el modo en que este proceso termodinámico afecta al
universo considerado globalmente, se halla expuesta en lenguaje asequible
en el trabajo The Nature of the Physical World (1948) de Arthur Stanley
Eddington (1882-1944).
En un sistema físico cerrado prevalece la ley de la entropía, según la
cual, en la transformación de energía, la cantidad de energía disponible
para actuar disminuye constantemente. Significa esto que en nuestro
sistema solar el Sol llegará con el tiempo a no brillar, a no emitir luz y
calor, dejando de mantener condiciones apropiadas para las actividades que
se desarrollan actualmente en el sistema solar. La misma "muerte del
calor", el mismo decrecimiento de energía disponible, prevalece en todo el
universo de cuerpos inorgánicos, y si continúan rigiendo las leyes físicas
actuales en el sistema de estrellas, galaxias, nebulosas, planetas y
satélites, los procesos cósmicos están destinados a sufrir una mutación
gradual: son finitos. Este proceso cósmico en una sola dirección, tendente
a la terminación de la energía, es otro argumento en el que basan los
cosmólogos su tesis del origen del universo en un tiempo finito.
Ley de la gravedad: El III libro de los Principia, escribe Da
Costa Andrade, "constituye un triunfo. Después de resumir el contenido de
los dos primeros, Newton anuncia que basándose en los mismos principios
pretende ahora demostrar la estructura del sistema del mundo, y lo
consigue con tanta meticulosidad que todo lo que hicieron durante los
doscientos años siguientes algunas de las mentes más capaces de la ciencia
no fue más que una ampliación y un enriquecimiento de su obra".
La ley de la gravedad señala que la fuerza de gravitación con que dos
cuerpos se atraen es directamente proporcional al producto de sus masas, e
inversamente proporcional al cuadrado de su distancia. Utilizando
símbolos, ésta ley se expresa mediante la conocida fórmula:
donde F es la fuerza de atracción, m1 y m2 son las dos masas, D es la
distancia que separa a las dos masas, y G una constante que se aplica a
todos los casos: en la recíproca atracción entre la Tierra y la Luna,
entre la Tierra y una manzana, etc. Con la ley de la gravedad, Newton
llegaba a un único principio que era capaz de dar cuenta de una cantidad
indefinida de fenómenos. En efecto, la fuerza que hace que caigan al suelo
una piedra o una manzana es de la misma naturaleza que la fuerza que
mantiene a la Luna vinculada con la Tierra, y a la tierra vinculada con el
Sol. Esta fuerza es la misma que explica el fenómeno de las mareas (como
efecto combinado de la atracción del Sol y de la Luna sobre la masa de
agua de los mares). Con base en la ley de la gravitación, afirma Einstein,
"Newton llegó a explicar los movimientos de los planetas, de los
satélites, de los cometas, hasta en sus detalles más menudos, así como el
flujo y el reflujo, el movimiento de precesión de la Tierra: todo un
trabajo deductivo de grandeza única".
Al final del Scholium generale, Newton propone un claro programa de
investigación, en el cual la fuerza de la gravedad no sólo está en
condiciones de explicar fenómenos como la caída de los graves, las órbitas
de los cuerpos o las mareas. Newton sostiene que dicha fuerza podrá dar
cuenta en el futuro de los fenómenos eléctricos, ópticos o incluso
fisiológicos. Según Einstein, "Newton fue el primero que logró hallar una
base formulada con claridad desde la que se podía deducir un gran número
de fenómenos mediante el razonamiento matemático, lógico, cuantitativo y
en armonía con la experiencia. Por eso, podía esperar correctamente que la
base fundamental de su mecánica llegaría con el tiempo a suministrar la
clave para la comprensión de todos los fenómenos. Sus alumnos pensaron lo
mismo, con mayor seguridad que él, y también lo pensaron sus sucesores,
hasta finales del siglo XVIII".
Ley de la proporcionalidad: Domingo de Soto (1494-1560) hizo una
hermosa obra de cosmólogo y pionero científico: más de medio siglo antes
de Galileo, enunció la ley de la proporcionalidad de la velocidad de la
duración de la caída de los cuerpos (los trabajos de Pierre Duhem
'1861-1916' y de A. Maier la han sacado del olvido).
Leyes de la evolución: Son las muchas reglas a las que se
califica así. Según R. Collin, las tenencias observadas en la prehistoria
evolutiva parecen comprobar la existencia de las siguientes: 1) Ley de la
creciente complejidad; 2) ley de la progresiva especialización de las
ramas filéticas; 3) ley del aumento de tamaño; 4) ley de la radiación
adaptativa; 5) ley de las emigraciones; 6) ley de la irreversibilidad (ley
de Dollo); 7) ley de la no especialización de las formas raíces; 8) ley de
la continuidad evolutiva (Evolution, 1959). Según Dobzhansky, todas estas
tendencias y estos cambios, no solamente permiten a la vida resistir
frente a los obstáculos del ambiente, sino que permiten a la vida
conquistar nuevos habitantes y establecer un dominio progresivamente más
firme sobre los antiguos.
Leyes del movimiento: Las tres leyes newtonianas del movimiento
expresan la enunciación clásica de los principios de la dinámica:
1) La primera es la ley de la inercia, sobre la que había trabajado
Galileo y que Descartes había formulado con toda exactitud. Newton
escribe: "Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o de movimiento
rectilíneo uniforme, a menos que se vea obligado a modificar dicho estado
de fuerzas que se apliquen sobre él". Newton ejemplifica este principio
fundamental así: "Los proyectiles perseveran en sus movimientos hasta que
no se vean entorpecidos por la resistencia del aire o no sean atraídos
hacia abajo por la fuerza de la gravedad. Un trompo... no deja de girar,
si no es porque se le opone la resistencia del aire. Los cuerpos más
voluminosos de los planetas y los cometas, al encontrarse en espacios más
libres y con menos resistencia, mantienen sus movimientos de avance y al
mismo tiempo circulares durante un tiempo mucho más largo".
2) La segunda ley, ya formulada por Galileo, dice: "El cambio de
movimiento es proporcional a la fuerza motriz que se aplica, y se da en la
dirección de la línea recta según la cual ha sido aplicada la fuerza".
Formulada la ley Newton agrega: "Si una fuerza determinada genera un
movimiento, una fuerza doble generará un movimiento doble, una fuerza
triple, un movimiento triple, ya sea que aquella fuerza haya sido aplicada
toda ella a la vez y de golpe, o bien de una forma paulatina y
sucesivamente. Este movimiento (que siempre se dirige en la misma
dirección que la fuerza generadora), si el cuerpo ya está en movimiento,
se añade o se substrae del primer movimiento, según que cooperen
directamente o que sean contrarios directamente el uno al otro; o bien se
añade oblicuamente, si son oblicuos entre sí, con lo que se produce un
nuevo movimiento compuesto por lo que determinan ambos".
3) La tercera ley, formulada por Newton, afirma que "a toda acción se
opone siempre una reacción igual: las acciones recíprocas de dos cuerpos
son iguales siempre, y dirigidas en sentido contrario". Igualmente Newton
ilustra este principio: "Toda cosa que ejerza una presión sobre otra, o
que atraiga a otra cosa, se ve presionada por la otra o atraída por ella.
Si presionas con un dedo una piedra, también el dedo será presionado por
la piedra. Si un caballo tira de una piedra atada con una cuerda, también
el caballo (por así decirlo) se ve tirado hacia atrás, hacia la piedra".
Ley natural: Es la ordenación hacia la determinada actividad
incita en las cosas naturales, pues con esa disposición se da a los seres
de la naturaleza una necesidad para obrar. En los seres carentes de
inteligencia, la disposición natural constituye el fundamento de un
acontecer necesario, por lo que únicamente en el acontecer inorgánico, ley
natural es sinónimo de acontecer uniforme. Las leyes de la ciencia natural
son: 1) dinámicas, expresión directa del acontecer individual causalmente
determinado, 2) estadística, concernientes a un acontecer regular que se
realiza como valor medio constante en el concurso de un gran número de
causas individuales, como por ejemplo, en las leyes de los gases.
Libertad: La exigencia comunitaria y de justicia se asume en su
radicalidad en el ideal de la libertad, que denota un distanciamiento
frente a la situación de alienación en que viven millones de individuos en
nuestro continente. La libertad hace alusión al ideal del hombre y al
sentido de la historia que enjuician toda situación donde el individuo es
reducido a medio, a instrumento de producción. No es simplemente la
capacidad de autodeterminación, una cualidad más de la voluntad, sino el
hombre mismo en cuanto proyecto, en cuanto realización de su esencia a
través de la historia.
Pascal afirma que no nos encontramos en el estado de nuestra creación.
Rousseau manifiesta que el remedio a nuestros males se halla en el retorno
a la naturaleza, si "lo esencial es ser lo que nos hizo la naturaleza", no
se puede ignorar, que "los prejuicios, la autoridad, la necesidad, el
ejemplo, todas las instituciones sociales en las que nos encontramos
sumergidos ahogan en nosotros la naturaleza"
El indeterminismo cuántico ha sido explotado por algunos
espiritualistas para ver en él una prueba de libre albedrío en el seno de
la materia, prueba que debería hacer más explicable el libre albedrío
humano. Tal tentativa revela una cierta indigencia filosófica. La libertad
humana no tiene nada que ver con el dominio infraatómico; su raíz está en
otro lugar y escapa a cualquier crítica de orden científico, pues reside
en la estructura misma del espíritu humano, es de orden eminentemente
espiritual. El resultado de tal historia es haber desencadenado una
reacción muy viva de los medios materialistas, reacción que ha agravado
aún más la incomprensión del verdadero espiritualismo, de acuerdo con
ellos en la repulsa de semejante tentativa. "El descubrimiento de
Heisenberg, afirma M. Boll, ha sido el pretexto para la rebatiña y el
despojo de las pretendidas ruinas de la concepción científica del mundo,
acusada de haber pecado contra el espíritu... Todos los espiritualistas,
que mascaban el freno desde hacía dos o tres generaciones, se han
precipitado sobre este maná celeste" (Les quatre faces de la physique,
1939).
No debemos dejar de relacionar libertad con autonomía. Autonomía
significa "ley propia", una ley dada por sí mismo. Por ello afirma G.
Marcel "yo puedo administrar todo lo que se puede relacionar, aunque sea
indirectamente, con una fortuna, con un tener. En cambio, si la categoría
del tener se hace inaplicable, ya no podré hablar de gestión en campo
alguno ni, por tanto, de autonomía" (Diario metafísico). La libertad es
una categoría del espíritu, se arraiga en el terreno más recóndito de la
existencia, el más íntimo y a la vez el más público en el sentido de
objetivo. La autonomía es un derecho esencial por el que merece la pena
luchar, pero que no se debe acabar sepultando la libertad, a la que hay
que subordinar la autonomía. El hombre totalmente libre ha superado el
problema de la autonomía, está despojado de deseo, es "pobre", y por
tanto, disponible.
La vivencia de la libertad conlleva una continua educación. Y educar
para la libertad es educar para realizar en nosotros al hombre, educar
para la autoconciencia y para la autodisciplina. Así, la persona será
conciencia crítica y tendrá dominio de sí mismo. (Ver Teología de la
liberación).
Línea: Gracias a la aportación de Fermat y Wallis, Newton supera
la noción según la cual las líneas no son más que un agregado de puntos,
considerándolas, en cambio, como trayectorias del movimiento de un punto;
por consiguiente, las superficies se transforman en movimientos de líneas,
y los cuerpos sólidos, en movimientos de superficies.
Lo dado: El conjunto de situaciones que el sujeto no ha hecho y
que le afectan en forma de condicionamientos o situaciones inevitables. En
lenguaje del existencialismo se utiliza el término facticidad.
Lógica: Desde el ángulo sintáctico-semántico, lo que hace de las
proposiciones un argumento aparte respecto a las otras frases del lenguaje
es su característica de poder ser verdaderas o falsas. La verdad y la
falsedad son predicados metalingüísticos, es decir, son atributos de las
frases enunciativas o proposiciones. No decimos que "la pluma es
verdadera, pero decimos que "la afirmación 'la pluma es negra' es
verdadera (o falsa)". Por tanto, las frases: 1) "María trabaja"; 2) "José
ama a María"; 3) "3 es un número primo"; 4) Patricio presenta a Josefa",
son proposiciones, en cuanto que pueden ser verdaderas o falsas; mientras
que las frases: 1) "¿María trabaja?"; 2) "Luis, ¡estáte atento!"; 3)
"¡Cierra la puerta!"; 4) "Danos hoy nuestro pan de cada día", no son
proposiciones, sino interrogaciones, exclamaciones, órdenes, oraciones,
etc.
Una norma moral podrá ser justa o injusta, pero no verdadera o falsa;
una oración podrá ser más o menos sincera, pero no verdadera o falsa; una
orden jurídica podrá ser válida o inválida, más o menos eficaz, pero no
verdadera o falsa.
Condillac manifiesta "cómo la misma naturaleza nos enseña el análisis y
cómo, según este método, se explica el origen y la generación, bien de las
ideas, bien de las facultades del alma" (La lógica o los primeros
desenvolvimientos del arte de pensar, 1786).
Lógica formal: La distinción entre verdad y corrección de una
argumentación hace comprensible el hecho de que la lógica se ocupe no del
contenido de los discursos (de lo que dicen, de aquello de que se habla),
sino de su forma (por esto hablamos de "lógica formal"), esto es, de su
estructura o armazón sintáctica, o aún de aquellos nexos particulares que
hacen correctos tales discursos o argumentaciones. Al lógico no le
interesa si se habla de hombres, de electrones, de cromosomas o de
plantas; él se preocupa de si los discursos que se hacen sobre estos y
otros contenidos son discursos o argumentaciones correctos: lógicamente
correctos.
El silogismo: "Todos los hombres son mortales, Sócrates es hombre,
luego Sócrates es mortal", es un razonamiento correcto no porque habla de
hombres, de hombres mortales o de Sócrates, sino en virtud de su forma,
forma que puede recibir los contenidos más variados, dejando intacta y
garantizado la corrección del discurso.
Así, la lógica es aquella ciencia que va en búsqueda de las formas de
los razonamientos correctos, es decir, de las leyes del deducir
correctamente. En este sentido es legítimo afirmar que la lógica es la
teoría de la deducción, en cuanto estudia las reglas de las inferencias
correctas. La lógica hace explícitas estas leyes, las ordena en sistemas
axiomáticos y prueba sus capacidades y límites.
El concepto de consecuencia lógica (concepto, como sabemos, semántico,
que implica la noción de verdad) afirma que "B es consecuencia lógica de A
si sucede que B es verdad siempre que es verdad A". Pero una definición de
este tipo no nos exime de un control infinito: para poder decir que "todo
número par es divisible por 4" debería probar con 4, 8, 16, 20, 28, y así
adelante; además, podríamos no ser tan afortunados y encontrarnos con
números como 10, 22, o 230, que no son divisibles por 4.
Por tanto, los lógicos en lugar de aceptar el concepto de consecuencia
lógica (que no ofrece la seguridad de no haberse equivocado en una
deducción de consecuencias de premisas; en efecto, podemos tropezar
siempre con un contra-ejemplo), han advertido la urgencia de hacer
explícitas no sólo las premisas del discurso, sino también las reglas que
permiten pasar de las premisas a las consecuencias. Pero llegados aquí, la
cuestión se invierte, dado que de esta forma ya no podemos decir que "B es
consecuencia lógica de A", sin que B es derivable de A en el sentido de
que hemos deducido B de A a través de reglas formuladas explícitamente. Y
exactamente con este pasaje del punto de vista semántico al sintáctico
emerge la lógica formal, como ya vio Aristóteles.
La lógica hace explícitas e investiga sobre aquellas reglas que,
aplicadas a proposiciones, conservan una propiedad hereditaria de éstas en
el sentido de que si las frases iniciales son verdaderas, también son
verdaderas las que se obtienen a partir de ellas a través de la aplicación
de estas reglas. Y la lógica matemática demuestra precisamente que los
cálculos lógicos, es decir, los conjuntos de reglas que los lógicos han
hecho efectivamente explícitas y que las han construido para hacer
deducciones, poseen al menos esa propiedad: si las premisas son
verdaderas, entonces las consecuencias no pueden ser falsas.
Lógica relacional: La naturaleza operatoria y la matematización
de la ciencia tienen una importante consecuencia: su lógica no puede ser
del tipo clásico, la llamada "predicativa" (atribución o negación de una
cualidad o predicado a un sujeto); en efecto, su obra no consiste en
atribuir esta o aquella cualidad a un sujeto que por lo demás sería
conocido, sino que se limita a discernir una red de relaciones
cuantitativas, por intermedio de un instrumento cuyos datos son lo único
real experimental que ella conoce directamente. Su lógica será llamada
entonces "relacional". Ciertamente que para el filósofo, para el sentido
común, o incluso para el físico en la fase experimental de su trabajo, la
relación media aparece como una relación entre varias "cosas"; pero en su
fase propiamente constructiva, ensayo de realización matemática, sólo
subsiste la relación, y su único soporte es el ente científico forjado y
concebido por el hombre de ciencia para dar cuenta de las relaciones que
lo definen. La naturaleza de ese ente científico (es un "ente de razón"
fundado en lo real) explica que él no pueda ser el sujeto real de una
atribución cualquiera (predicativa), pues él mismo no es definible sino
por las relaciones descubiertas.
Sin embargo, debemos considerar que semejante consecuencia no destruye
ni disminuye el valor de la otra lógica (llamada aristotélica) en los
demás dominios del saber humano, pues la ciencia empírica no es el único
conocimiento que pone al hombre en contacto con el mundo (ver saber
empírico). Esta observación es importante, pues muchos filósofos de la
ciencia han exagerado la oposición entre las dos lógicas, oposición que
sólo ha podido nacer bajo los efectos de una visión caricaturesca y
restrictiva de la lógica de Aristóteles (los últimos adoradores del mito
antiaristotélico se hallan sobre todo entre los filósofos que se han
quedado aparte de la historia de las ciencias) y, de una valoración
excesiva de la ciencia. Baste recordar que el estudio de la relación ocupa
un lugar importante en la lógica antigua. Asimismo, y con igual objetivo,
ha sido frecuente oponer el culto aristotélico del concepto al culto
moderno de la relación; ahora bien, eso es olvidar que el concepto puede
tener un contenido relacional, puede expresar una relación (por ejemplo,
los conceptos que designan un género o una especie lógicos). Ajustar las
dos lógicas y unificarlas es, pues, una tarea posible y necesaria, porque
es, de ese modo, situar más exactamente el saber científico dentro del
conjunto de las diversas formas de diálogo entre le hombre y la
naturaleza.
Logística: Palabra oficialmente creada en el Congreso de Lógica
realizado el 1904 en Ginebra en lugar de "lógica matemática" o
algorítmica, de "álgebra de la lógica". Pues a veces fue utilizada por el
pitagórico Arquitas de Tarento para indicar la aritmética pura. Igualmente
Leibniz empleó tal vocablo como sinónimo de "cálculo lógico" o "lógica
matemática", y con tal significado parece que fue propuesto en el Congreso
mencionado. Fue George Boole (1815-1864) quien construyó un cálculo
puramente algebraico mediante símbolos y operaciones definidas a partir de
los mismos, e interpretó como manejo de clases y de elementos de clases,
construyendo toda la teoría por medio de ecuaciones. Boole consiguió
traducir a una teoría de ecuaciones la lógica tradicional (de términos) y,
especialmente, la silogística. Junto a esta elaboración algebraica de la
lógica de términos, alude Boole también (como otra interpretación del
mismo cálculo) a una análoga teoría algebraica de la lógica proposicional,
resucitando así esta parte de la lógica de su secular olvido.
Logomaquia: "El comentarista sin genio ni curiosidad, afirma R.
Lenolb, se limita a buscar las "esencias" en el lenguaje y reduce la
ciencia a una logomaquia. Tal fue el destino del aristotelismo en las
escuelas. La fidelidad al texto del maestro, el abandono de los hechos por
la especulación de las esencias, bloquearon la observación. Al consagrar
la primacía del concepto social, se había asegurado el triunfo del homo
loquax. Esto es lo que dijeron Bacon y Gassendi. Aristóteles había hecho
lo que había podido, pero sus comentaristas dejaron periclitar su obra" (Histoire
de la sciencie, 1957); reflexiones que hacen eco a las de A. Mansion: "Se
le reprochó (a Aristóteles) haber detenido así, durante más de mil años,
el vuelo del pensamiento científico. Pero este último reproche alcanza más
bien a sus discípulos, quienes, faltos de iniciativa, en vez de continuar
y perfeccionar su obra, se contentaron, en muchos puntos, con comentarla"
(Introdution à la physique aristotelicienne, 1945). La veneración hacia
los maestros era tal que los discípulos no tuvieron la lucidez y la
audacia para realizar las adaptaciones necesarias en un mundo en total
renovación, y llegaron a una especie de petrificación de una doctrina,
cuyo profundo realismo hubiera debido ser una invitación a integrar los
nuevos campos conquistados por el hombre.
Sin embargo, no hay que atribuir al tomismo de aquellos tiempos la
responsabilidad de esta petrificación del aristotelismo; porque no se debe
olvidar que el éxito del pensamiento y de la síntesis de santo Tomás no
fue tan rápido y general como con frecuencia se cree.
Logos: Es la razón en cuanto sustancia o causa del mundo.
Luz: Newton trató de llevar a cabo su programa de
investigaciones en el campo de la óptica "cuando supuso que la luz estaba
compuesta de corpúsculos inertes", según anota Einstein.
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