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El corazón de la
práctica de Dharma es la meditación. El propósito de la meditación es pacificar y
calmar la mente. Si mantenemos una mente apacible, no tendremos preocupaciones ni
angustias y disfrutaremos de verdadera felicidad; pero si nuestra mente está
alterada, no conseguiremos sentirnos felices aunque estemos rodeados de las mejores
condiciones. Si nos adiestramos en la meditación, iremos descubriendo en nuestro
interior una paz y una serenidad cada vez mayores y disfrutaremos de una forma de
felicidad que se irá volviendo más pura. Finalmente, estaremos siempre contentos
incluso ante las situaciones más adversas.
Por lo general,
nos cuesta mucho controlar la mente. Al igual que un globo suelto en el aire se
zarandea de un lado a otro al capricho del viento, nuestra mente se tambalea
inestable a merced de las circunstancias externas. Si las cosas nos van bien nos
sentimos felices, pero si nos van mal enseguida nos enfadamos. Por ejemplo, si
logramos lo que deseamos, como nuevas posesiones o un nuevo amigo, nos alegramos
excesivamente y nos agarramos a ellos con fuerza; pero, como no nos es posible
adquirir todo lo que se nos antoja y es inevitable que algún día nos separaremos de
nuestros amigos y posesiones, este apego o adherencia mental sólo nos produce
sufrimiento. Por otro lado, si no conseguimos lo que queremos o perdemos algo que nos
gusta, nos enfadamos y descorazonamos. Así pues, si nos vemos obligados a trabajar
con una persona que no es de nuestro agrado, lo más probable es que nos pongamos de
mal humor y nos sintamos ofendidos; como consecuencia, no podremos trabajar de manera
eficiente, no encontraremos satisfacción en nuestro trabajo y empezaremos a padecer
estrés.
Tales cambios en nuestro
estado de ánimo surgen porque nos involucramos demasiado en las situaciones externas.
Somos como niños que se emocionan construyendo un castillo de arena en la playa, pero
cuando las olas lo destruyen se ponen a llorar. Por medio de la meditación aprendemos
a crear un espacio en nuestro interior y una flexibilidad y claridad mentales que nos
permiten controlar nuestra mente sin vernos afectados por los cambios en las
circunstancias externas. De manera gradual, desarrollamos una estabilidad mental, un
equilibrio interior que nos permite permanecer siempre felices en vez de oscilar
entre los extremos de la euforia y el desaliento.
Si nos adiestramos en la meditación con regularidad,
llegará un día en que seremos capaces de erradicar
las perturbaciones mentales, que son las causas de
todos nuestros problemas y sufrimientos. De este
modo disfrutaremos de la paz interna permanente,
conocida como «la liberación» o «el nirvana». A
partir de entonces, día y noche, durante una vida tras
otra, sólo experimentaremos paz y felicidad.
La meditación es el método para familiarizar la
mente con la virtud. Es una conciencia mental que
analiza un objeto virtuoso o se concentra en él. Un
objeto virtuoso es aquél que nos induce a manifestar
una mente apacible cuando lo analizamos o nos
concentramos en él. Si contemplamos un objeto y
como consecuencia de ello surge una mente agitada,
por ejemplo, por el odio o el apego, ésta es una
indicación de que ese objeto no es virtuoso. También
hay muchos otros objetos que no son ni virtuosos ni no virtuosos, sino neutros.
La meditación puede ser de dos tipos: analítica o de
emplazamiento. Cuando contemplamos o
estudiamos el significado de cualquier escritura de
Dharma que hayamos leído o escuchado, estamos realizando una meditación analítica. La
contemplación profunda de esa enseñanza nos
conducirá a una determinada conclusión o a
manifestar una actitud mental virtuosa. Esta
conclusión o actitud mental será el objeto de la
meditación de emplazamiento. Una vez que hayamos
encontrado el objeto deseado por medio de la
meditación analítica, debemos concentrarnos en él
sin distracciones por tanto tiempo como podamos a
fin de familiarizarnos profundamente con él. Esta
concentración convergente es la meditación de
emplazamiento. El término «meditación» suele
utilizarse para hacer referencia a la meditación de
emplazamiento, y «contemplación» para referirse a
la meditación analítica. La meditación de
emplazamiento depende de la contemplación, y ésta,
a su vez, de la escucha o lectura de las enseñanzas de Dharma.
La primera etapa de la meditación consiste en
detener las distracciones y lograr una cierta claridad
y lucidez en la mente. Esto puede lograrse por medio
de un simple ejercicio de respiración. Primero
buscamos un lugar tranquilo donde podamos meditar
y nos sentamos en una posición cómoda, ya sea la
postura tradicional, con las piernas cruzadas una
sobre la otra, o cualquier otra posición cómoda. Si lo
preferimos, nos podemos sentar en una silla. Lo más
importante es mantener la espalda recta para no caer en un estado de somnolencia.
Mantenemos los ojos entreabiertos y enfocamos toda
nuestra atención en la respiración. Respiramos de
forma natural, preferiblemente a través de los
orificios nasales, sin pretender controlar la
respiración, e intentamos ser conscientes de la
sensación que produce la entrada y salida del aire
por la nariz. Esta sensación es nuestro objeto de
meditación. Nos concentramos en él intentando olvidar todo lo demás.
Al principio percibiremos que nuestra mente está
muy atareada y entonces es posible que pensemos
que la meditación la agita aún más; en realidad, lo
que ocurre es que empezamos a darnos cuenta de lo
ajetreada que normalmente está nuestra mente.
Además, tendremos tendencia a seguir los diferentes
pensamientos que vayan surgiendo, pero hemos de
resistirnos a ello y concentrarnos todo lo que
podamos en la sensación producida al respirar. Si
descubrimos que nuestra mente se distrae y vaga
tras pensamientos e ideas, hemos de retornar de
inmediato a la respiración. Repetimos este proceso
tantas veces como haga falta hasta que la mente se asiente en la respiración.
Si practicamos de este modo con paciencia,
nuestras distracciones irán disminuyendo de manera
gradual y experimentaremos una sensación de
serenidad y relajación. Nuestra mente se volverá
lúcida y espaciosa y nos sentiremos restablecidos.
Cuando el mar está encrespado, el sedimento del
fondo se agita y el agua se enturbia; pero cuando el
viento cesa, el lodo se deposita en el fondo poco a
poco y el agua se vuelve transparente. Del mismo
modo, cuando por medio de la concentración en la
respiración logramos calmar el flujo incesante de
nuestras distracciones, nuestra mente se vuelve
lúcida y clara. Entonces, intentamos permanecer en
ese estado de calma mental durante un rato.
Aunque este ejercicio de respiración no sea más que
una etapa preliminar de la meditación, puede llegar a
ser muy efectivo. Esta práctica es una prueba de que
podemos experimentar paz interior y satisfacción
simplemente controlando la mente, sin tener que
depender de las condiciones externas. Cuando la
turbulencia de las divagaciones mentales disminuye y
nuestra mente se calma, surge de forma natural un
sentimiento profundo de felicidad y satisfacción. Este
sentimiento de bienestar nos ayudará a resolver los
problemas y dificultades de la vida diaria. Una gran
parte del estrés y de las tensiones que nos afligen se
originan en la mente y muchos de nuestros
problemas, como la mala salud, son provocados o
agravados por el estrés. Si practicamos la
meditación en la respiración durante diez o quince
minutos al día, seremos capaces de reducir en gran
medida nuestro estrés. Experimentaremos una
sensación de tranquilidad y espacio en nuestra
mente y muchos de nuestros problemas se desvanecerán. Sabremos manejar mejor las
situaciones difíciles, nos sentiremos más cerca de
los demás, seremos más atentos con ellos y nuestras relaciones mejorarán.
Hemos de adiestrarnos en esta meditación
preliminar hasta que logremos una cierta
experiencia; pero si deseamos lograr una paz interna
permanente y estable, y liberarnos de todos los
problemas y sufrimientos, este simple ejercicio de
respiración no es suficiente, hemos de emprender
formas más prácticas de meditación como las que se presentan en el libro Manual de meditación. Al
hacer estas meditaciones, comenzamos calmando la
mente por medio de este ejercicio de respiración y
proseguimos con las meditaciones analítica y de
emplazamiento siguiendo sus respectivas
instrucciones. Algunas de estas meditaciones se
introducen a continuación en este trabajo.
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