Buda significa "Iluminado" aquél cuya mente ha alcanzado el despertar y que puede ponerse, por
tanto, más allá del samsara y fuera del sufrimiento. Buda
es por tanto todo ser que alcanza este bienaventurado estado; por eso
nos referimos a Sidarta Gautama Sakiamuni como a un Buda
más, aunque para nosotros el más decisivo, puesto que es el que
descubrió predicó y dio forma a las enseñanzas de las que derivan las
diferentes escuelas que hoy difunden y mantienen el Darma.
Sidarta nació en
el país de los sakias, cuyo territorio se hallaba al sur del actual
Nepal el 566 a.c. Su padre, Sudodana, de la casta de los ksatrias (aristócratas
guerreros) era "rey" de aquel territorio, es decir, el jefe más poderoso
de una confederación de clanes aristocráticos. Su clan propio era el
Gautama, de modo que el nombre por el que se conoció al Buda sería el de
Sidarta Gautama, denominación a la que se añadiría más tarde la de "sabio
de los sakias" (Sakiamuni).La madre de Sidarta se llamaba Mahamaya y era
también del más noble linaje. La tradición rodea el advenimiento de
Sidarta de numerosas premoniciones y prodigios que indican la gran
importancia que la persona y su enseñanza alcanzaron durante su vida y
despu és de ella.
El nacimiento se produjo en
Lumbini, lugar situado a corta distancia de Kapilavastu, residencia de
Sudodana, y al niño se le puso por nombre Sidarta, que significa "cumplimiento
del objetivo". Mahamaya murió pocos días después a consecuencia del
parto, pero Sidarta fue criado por Mahaprajapati, hermana de su madre y
también esposa de su padre.
Durante su niñez y
juventud no parece que Sidarta se distinguiera de los demás jóvenes
nobles de su tiempo. Según la tradición, el rey Sudodana, que temía
perderlo y quedarse así sin primogénito (puesto que, sin duda, tenía
muchos más hijos), intentó aislarlo del mundo exterior y hacerlo vivir
en un mundo cerrado en el que todo eran placeres y el dolor y la muerte
quedaban cuidadosamente ocultos. Recibió la educación literaria,
religiosa y militar que eran propias de su condición y, a su debido
tiempo se le casó con Yasodara, una bella y noble joven con la que
parece que era feliz.
Según la tradición Sidarta
tuvo cuatro encuentros que cambiaron completamente su forma de ver el
mundo y le impulsaron a buscar algo m ás fuera de los placeres de que
estaba rodeado.
El príncipe solía
salir con su auriga, Chandaka, a dar paseos fuera del palacio, y en uno
de estos vio un día Sidarta a un anciano decrépito que los criados de su
padre no habían tenido tiempo de apartar. Asombrado ante aquella
decadencia tan extrema, que él no había visto nunca antes, pensó que se
trataba de algo extraño, hasta que Chandaka le sacó de su error y le
enseñó que, de vivir mucho tiempo, todos los seres perd ían su belleza y
muchos de sus atributos para ser viejos y débiles.
En otra ocasión
vio un enfermo que sufría un mal repugnante que deformaba su cuerpo y le
hacía padecer grandes dolores. El príncipe se sorprendió mucho cuando
Chandaka le explicó que esto era algo normal, puesto que los humanos
sufr ían enfermedades constantemente.
En otra salida se
topó el príncipe con un cortejo funerario, lo que le puso en contacto
con la muerte y el principio ineluctable de que todo lo que nace tiene
que morir.
Por último, en
otro paseo, a quien vio Sidarta fue a un mendigo que, a pesar de vestir
muy pobremente y pedir limosna, tenía un aspecto feliz y luminoso. Al
preguntar quién era se le contestó que se trataba de un hombre santo que
había renunciado a todo para dedicarse a la perfección espiritual.
Todos estos
encuentros le habían turbado profundamente y le habían hecho pensar en
la falta de sentido de su vida de placer. Comenzó a ver su entorno con
otros ojos y a observar el esfuerzo y el sufrimiento de los criados y
trabajadores, el de los animales que trabajaban en el campo e incluso el
de las mujeres que llenaban el harén del palacio. Comprendió la magnitud
del sufrimiento que le rodeaba y en el que estaban sumidos todos los
seres y decidió buscar el también una salida a esta rueda de dolor
inacabable que se renovaba con cada existencia. Con cerca de treinta
años dejó su palacio y su patria, se despojó de adornos y joyas, se
vistió como mendigo y como tal aprendió a pedir limosna.
Al principio
Sidarta buscó la enseñanza de grandes maestros como Arada y Rudraka, que
le enseñaron a meditar hasta niveles muy elevados y, una vez que hubo
aprendido se retiró a Bodgaya en el reino de Magadha, en donde se
entregó a las más extremas prácticas ascéticas durante seis años. Su
fama se extendió y varios ascetas más se le acercaron y se convirtieron
en sus discípulos, al ver sus grandes cualidades y los extremos a que
llevaba su sacrificio.
El ascetismo
extremo, sin embargo, no le hizo progresar demasiado en el camino hacia
la iluminación y, cuando Sidarta comprendió que castigar el cuerpo hasta
ese extremo no le haría adelantar más de lo que ya estaba volvió a comer
mejor, se bañó y reconsideró su posición. Sus discípulos, desilusionados
por lo que consideraban un abandono, le dejaron, pero él se dio cuenta
de que, con las fuerzas recuperadas, volvía a sentirse capaz de
continuar con su esfuerzo. Por eso enunció Sidarta su doctrina de la
Madiamika, el camino medio: los excesos de sensualidad y
ascetismo no son favorables para perfeccionarse espiritualmente;
el sabio debe buscar un equilibrio entre ambos extremos.
Cuando llegó a
esta conclusión, volvió a sentarse bajo un árbol (el Bo, o árbol de la
iluminación) y tras pasar por varias fases en que sufrió tentaciones de
los sentidos e ilusiones producidas por su propio yo, consiguió superar
sus limitaciones anteriores y al alcanzar la iluminación convertirse en
el Buda. Tenía entonces 35 años.
Sidarta había
comprendido que el deseo era la causa del sufrimiento. El deseo crea
apego y éste ata a la existencia, fomenta la ilusión del yo y sume a los
seres en un estado de ignorancia en que no reconocen la naturaleza de su
mente y que los condena a vivir en el samsara.
En un principio el
Buda dudó sobre si debía o no enseñar el Darma (su doctrina), pero al
final venció su compasión y comenzó su predicación en el parque de los
ciervos, cerca de Varanasi (Benarés). Allí le oyeron sus antiguos
discípulos, quienes pronto se convirtieron en arhats (los que han
elimindo en su interior todos los obstáculos para llegar a la
iluminación). A éstos se sumaron muchos otros y así se creó la
Sanga, la comunidad de Monjes Budistas, para los que el Buda
mismo dio las primeras y fundamentales normas. Reyes y devotos pronto
proporcionaron tierras y edificios en los que construir monasterios para
alojar el creciente número de monjes.
El Buda continuó
dando enseñanzas y ejemplos hasta la edad de ochenta años, momento en
que entró en profunda meditación y pasó al Nirvana
(Parinirvana) (486 a.c.), pero su enseñanza quedó como guía para ayudar
a todos los seres a salir del sufrimiento.
Las enseñanzas de Buda
reciben el nombre de «Rueda del Dharma» por la siguiente razón: Se dice que en
tiempos remotos había grandes reyes, llamados «reyes chakravatines», que gobernaban
el mundo entero. Estos reyes tenían unas posesiones muy especiales, entre las que
destacaba una rueda preciosa con la que podían viajar por todo el mundo. El rey podía
dominar cualquier región a la que viajara con la rueda. Se dice que las enseñanzas de
Buda son como una rueda preciosa, porque allí donde se difunden aquellos que las
ponen en práctica tienen la oportunidad de controlar sus mentes.
«Dharma» quiere decir
'protección'. Con la práctica de las enseñanzas de Buda nos protegemos de problemas y
sufrimientos. Todos los problemas que surgen en nuestra vida diaria tienen su origen
en la ignorancia, y ésta se elimina a través de la práctica del Dharma.
El adiestramiento en el
Dharma es el método supremo para mejorar la calidad de nuestras vidas. Ésta depende
no sólo del desarrollo externo o progreso material, sino también del crecimiento
interno de paz y felicidad. Por ejemplo, en el pasado muchos budistas vivían en
países subdesarrollados y pobres, pero disfrutaban de una felicidad pura e
imperecedera porque practicaban lo que Buda enseñó.
Si integramos las
instrucciones de Buda en nuestra vida diaria, podemos resolver todos nuestros
problemas internos y lograr una verdadera apacibilidad mental. Sin paz interior, la
paz externa es imposible. Si establecemos primero la paz en nuestro interior por
medio del adiestramiento en el camino espiritual, la paz externa surgirá de forma
natural; pero si no lo hacemos así, nunca habrá paz en el mundo por muchas campañas
que se organicen en su favor.
El budismo o
Budadharma son las enseñanzas de Buda y las experiencias o realizaciones que se
obtienen al ponerlas en práctica. Buda impartió ochenta y cuatro mil enseñanzas.
Todas ellas, junto con sus respectivas realizaciones, constituyen lo que se llama
«budismo».
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