Redescubriendo el pasado
Italia estaba
salpicada de innumerables ruinas de los monumentos romanos,
facilitando de esa manera la existencia de los modelos para la
creación de la arquitectura renacentista. Por otra parte, los
bajorrelieves de los arcos de triunfo, como los del arco de Tito y
los de la columna de Trajano, en Roma, permitieron a los escultores
y pintores seguir ejemplos para sus obras. Además, al desenterrar
las estatuas quedaba en evidencia el conocimiento exacto que tenían
los antiguos de las proporciones del cuerpo humano. Lo representaban
perfecto, desnudo, sin otra preocupación que la forma y la belleza.
En la Edad Media era diferente: los artistas, por pudor cristiano,
cubrían el cuerpo con vestidos. Interesados en traducir sentimientos
y reproducir con fidelidad lo que veían, representaban la fealdad lo
mismo que la belleza.
Los arquitectos del Renacimiento desecharon los modelo góticos,
considerados como toscos. Así, reaparecieron las líneas rectas de
los templos griegos. El arco de medio punto romano reemplazó al
ojival. Las columnas con capiteles dórico, jónico y corintio
decoraron las estructuras sencillas de las construcciones del
Renacimiento, y la cúpula relevó a la bóveda gótica.
En la pintura, los artistas del Renacimiento se destacaron por su
dibujo, es decir, por el uso del trazo perfecto. Asimismo,
redescubrieron las leyes de la perspectiva, ignoradas desde
la antigüedad, gracias a lo cual pudieron representar las figuras en
una superficie plana, con la forma con que aparecían a la vista.
Sin embargo, en este campo del arte, no quedaban obras de la
antigüedad, por lo cual los pintores renacentistas desarrollaron
extensamente su poder creativo. Además, el invento del óleo fue muy
importante. Esta técnica consiste en el uso de colores disueltos en
aceite, que pueden ser aplicados sobre telas o maderas, lo que
provocó el surgimiento del llamado cuadro de caballete, es
decir, en tela y fácilmente transportable. Gracias al óleo, se logró
un mayor colorido y minuciosidad, porque podía ser trabajado con más
lentitud que los frescos, que debían pintarse más rápidamente sobre
un muro cuando este estaba todavía húmedo.
Por todo ello es que los pintores de esa época se destacaron en
varias facetas distintas. Fueron hábiles compositores, es decir,
supieron agrupar armoniosamente las distintas figuras y elementos de
sus cuadros. Solucionaron también el problema de la conveniente
distribución de la luz y de las sombras que se conoce con el nombre
de claroscuro. Finalmente, fueron grandes coloristas, al
saber disponer y graduar debidamente los colores.
Escritos antiguos
Sin embargo, la gran influencia de la Antigüedad se ejerció a
través de los escritos de todo género: literarios, históricos y
filosóficos, latinos y griegos, que fueron hallados en los siglos
XIV y XV. Las obras latinas, por ejemplo Los Discursos y las
Cartas de Cicerón (político, pensador y orador romano) y una
parte de las obras de Tácito (historiador latino), fueron
descubiertas principalmente en el siglo XIV en las bibliotecas de
los conventos. En cuanto a los autores griegos, Platón en
particular, eran ignorados en la Europa Occidental, y recién fueron
revelados en el siglo XV.
Posteriormente, después de la toma de Constantinopla por
los turcos (1453), muchos sabios bizantinos buscaron refugio en
Italia y contribuyeron allí a desarrollar el gusto por los estudios
griegos.
Todo este material iluminó a los artistas de la época y sirvió
para dar un apoyo fundamental a sus obras, entregando nuevas
visiones del mundo, que se ajustaban a los ideales que en ese
momento flotaban en el aire renacentista.
Aparecen los humanistas
En el siglo XIV surgió, en oposición a la Escolástica
(enseñanza filosófica propia de la Edad Media, en la que dominaban
las ideas de Aristóteles), un nuevo movimiento intelectual, el
Humanismo. Esta corriente marcó una actitud distinta frente al
entorno, al ser humano y al saber. Los humanistas estaban
interesados profundamente en el hombre mismo, en las posibilidades
que ofrecía la existencia terrenal y en la belleza de este mundo. Y
estaban convencidos de que los escritos de los autores clásicos
revelaban auténtica humanidad.
El italiano Francisco Petrarca ha sido calificado como el
padre del Humanismo. Él dedicó toda su vida al estudio de los
clásicos, tratando de imitar a Cicerón y Virgilio, descubriendo las
cartas del primero, hasta entonces desconocidas. Al mismo tiempo,
escribió sonetos en lengua italiana, en los que cantó su amor por
una mujer llamada Laura de Noves. Sus obras más conocidas son el
Cancionero y Triunfos. Por estos sonetos, Petrarca es considerado
unos de los más grandes poetas líricos de la literatura universal.
Otro humanista famoso fue Juan Boccaccio, también
italiano, autor del Decamerón, conjunto de cuentos que
retratan al ser humano con sus vicios y virtudes y que reflejan las
costumbres de la época. En otra de sus obras, titulada De la
genealogía de los dioses, realizó uno de los estudios más
completos que se conocen sobre la mitología grecorromana.
Uno de los personajes considerados como el más perfecto
representante del Humanismo fue Desiderio Erasmo, o también
conocido como Erasmo de Rotterdam, por haber nacido en esa
ciudad holandesa. Fue un apasionado humanista y editó obras clásicas
como la Geografía de Ptolomeo y tradujo al latín varios
autores griegos. Escribió también el Elogio de la locura. En
ella, la más alabada de todas sus obras, y que dedicó a su amigo, el
humanista inglés Tomás Moro, criticó las costumbres de sus
contemporáneos, las supersticiones, los prejuicios, la ignorancia y
el fanatismo en todas sus formas.
La influencia de esta tendencia en la educación fue notable. Los
humanistas ya no basaron sus enseñanzas en la teología, sino que
primero en la literatura clásica, que llamaron letras humanas o
humanidades y por las cuales se lograría el ideal de la
educación humanista: el desarrollo completo de la personalidad y la
formación del hombre culto, íntegramente humano.
El latín y el griego fueron incorporados a los programas de
estudios. La observación de la naturaleza, el espíritu de análisis y
de crítica se comenzaron a practicar en la investigación científica.
Finalmente, el Humanismo promovió una agitación cultural que
contribuyó a provocar el gran desarrollo de las artes que estamos
viendo ahora con el nombre de Renacimiento.
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