El
28 de octubre de 1922 Carter llegó a la ciudad de Luxor para
contratar a los trabajado res de esa temporada. A principios
de noviembre ya estaba a punto para reanudar las
excavaciones abandonadas durante los meses de más calor.
Esta vez comenzó a excavar una trinchera hacia el sur,
partiendo de la tumba de Ramses VI, tal y como habían
decidido la temporada anterior con lord Carnarvon. Las
cabañas de los trabajadores cubrían la parte delantera de la
tumba y se extendían hacia el sur de la misma, hasta unirse
a otro grupo de cabañas similares construidas en el lado
opuesto del valle. Cuando todo estaba dispuesto para
comenzar la búsqueda se descubre un corte en la roca situada
bajo la primera cabaña. El corte era, curiosamente, muy
parecido a los que se veían en las escalinatas de entrada
del valle. Cuando acabaron de sacar todos los escombros que
dificultaban la visión de la hendidura vieron claramente que
estaban frente a una tumba, aunque aún no sabían si sería
una tumba inacabada o tal vez inutilizada o saqueada algunos
siglos atrás. La incertidumbre seguía guiando los trabajos,
pero las obras avanzaron hasta dejar al descubierto la parte
superior de una puerta cegada, enyesada y sellada. Que la
puerta estuviera sellada constituía todo un descubrimiento
¡Eso quería decir que nadie había saqueado la tumba! Carter
inspeccionó las huellas del sello en la puerta, buscando
indicios que le indicaran a quien pertenecía la tumba,
nombres, ¡algo! pero solo encontró el sello real de la
necrópolis, lo que indicaba que la tumba era para alguien de
alto rango. Que las cabañas de los trabajadores estuvieran
encima significaba también algo, que al menos desde la XX
dinastía la tumba no había sido visitada.
Carter realizó una minuciosa inspección y descubrió que la
abertura era muy pequeña comparada con las encontradas en
otros lugares del Valle, y que correspondía a un diseño de
la XVIII dinastía. Lord Carnarvon se encontraba en esos
momentos en Inglaterra, así que Carter dejó a sus
trabajadores de mayor confianza montando guardia en la
entrada de la tumba durante la noche, mientras avisaba a su
socio del descubrimiento. Mientras aguardaba la llegada de
su compañero de excavaciones, Carter dispuso que se volviera
a cubrir toda la entrada para que nadie advirtiese que se
había descubierto algo, por si los saqueadores seguían
merodeando el terreno. Ahora le tocaba esperar pacientemente
la llegada de Lord Carnarvon durante aproximadamente quince
días, quince días de nervios e incertidumbre.
Lord Carnarvon llegó el 23 de
noviembre a Luxor vía Alejandría, acompañado de su hija,
Evelyn Harbert, quien compartía con su padre la afición a la
arqueología y a la historia del Antiguo Egipto. Al día
siguiente de su llegada la escalinata y sus 16 escalones se
pusieron de nuevo al descubierto. Esta vez examinaron con
mayor detenimiento los sellos de la puerta y descubrieron
que en la parte interior de los sellos había algunas
referencias al faraón Tut Ankh Amon, que la puerta se había
abierto y vuelto a cerrar, lo que indicaba que probablemente
los saqueadores habían llegado antes que ellos en algún
momento de la historia. A pesar de los indicios de los
sellos, la acumulación de objetos pertenecientes a otros
reyes les desconcertó de tal forma que llegaron a pensar que
la tumba no sería más que una especie de almacén de objetos
reales de la XVIII dinastía que fueron trasladados por orden
del joven faraón desde Tell el Amarna para preservarlos de
los robos en la esperanza de que su nueva ubicación fuera
más segura.
El 25 de noviembre los trabajos se centraron en desbloquear
la entrada, y cuando la tuvieron totalmente despejada
descubrieron una rampa de piedra y grava sembrado de restos
de objetos que confirmaban la idea inicial de que el lugar,
fuese tumba o almacén, había sido saqueado. Al día siguiente
los trabajadores vaciaron el pasillo de objetos y fue
entonces cuando pudieron ver una segunda entrada, otra
puerta sellada muy parecida a la primera. Los primeros
indicios apuntaban a una cámara secreta, pero para confirmar
las sospechas debían ver que había al otro lado de la puerta.
Carter se adelantó y abrió una pequeña grieta en el rincón
superior izquierdo de la puerta y tras limpiarlo y comprobar
que no había gases acumulados introdujo una vela y se asomó
al otro lado mientras los otros esperaban expectantes sus
palabras. Pero Carter, tras asomarse por la pequeña
hendidura, se quedó mudo por unos segundos y a la pregunta
de su socio sobre si veía algo, éste solo pudo responder "Sí,
cosas maravillosas". Solo quien lleve tantos años esperando
encontrar siquiera un indicio de lo que anda buscando podría
comprender la emoción que embargó a los presentes en ese
momento.
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