Planeta enano,
considerado tradicionalmente el noveno planeta del Sistema Solar, el más
remoto con respecto al Sol, aunque se especuló con la existencia de un
décimo planeta que justificaría ciertas anomalías en la órbita del mismo.
Plutón solamente puede ser visto a través de grandes telescopios, con
los cuales sólo se pueden obtener imágenes con muy poco detalle.
Recientemente, el telescopio orbital Hubble ha obtenido imágenes
francamente mejoradas, que muestran una atmósfera de color amarillento.
Su nombre (que
corresponde al del dios griego Hades, esposado con Perséfone), fue
propuesto por los astrónomos del observatorio Lowell, en Arizona, a
sugerencia de Venetia Burney, una niña inglesa de once años. Las dos
primeras letras del planeta enano hacen honor a Percival Lowell, el
millonario aficionado a la astronomía que fundó el mencionado
observatorio.
Plutón fue considerado durante casi 100 años el menor de los planetas
del Sistema Solar. Tiene aproximadamente 2.300 km de diámetro (dos
tercios del tamaño de la Luna) y una densidad cercana a los 2,05 g/cm3.
Gira alrededor del Sol en 247,7 años a una distancia media de 5.900
millones de kilómetros, describiendo una órbita muy excéntrica (más que
la de cualquier otro planeta), de manera que en parte de su recorrido
Plutón se encuentra más cerca del Sol que Neptuno. Así, desde 1979 a
1999, Plutón se encontraba en el interior de la órbita de Neptuno,
cediendo a este último el puesto de planeta más alejado. Sin embargo, no
existe posibilidad de colisión, ya que la órbita de Plutón, inclinada
17,2° con respecto al plano de la eclíptica, nunca cruza realmente el
recorrido de Neptuno.
Neptuno fue
encontrado en el cielo en 1846 gracias a los cálculos de J. C. Adams y
U. J. Leverrier, quienes habían deducido su existencia a partir de la
irregularidad en el movimiento de Urano. Después de descubierto, la
órbita del mismo Neptuno mostraba anomalías que el astrónomo y
millonario Percival Lowell trató de justificar con la presencia de un
noveno e hipotético planeta más lejano, cuya posición llegó a predecir
mediante cálculos orbitales.
En 1905, Lowell y
William Pickering iniciaron una búsqueda sistemática del "planeta";
Lowell murió en 1916 sin haber conseguido ningún avance en la
localización del "planeta", aunque dejó en el laboratorio la ilusión de
seguir en su búsqueda. Finalmente, fue Clyde Tombaugh el que, empleando
un telescopio especial diseñado por él mismo, consiguió localizarlo el
18 de febrero de 1930.
Clyde, que había
sido contratado poco antes con el fin específico de proseguir la
búsqueda del "planeta", empleó un "comparador de destellos" que obtenía
fotografías del partes del cielo, que después serían comparadas,
mediante un telescopio de 33 cm de diámetro. El aparato tomaba en días
sucesivos y a la misma hora fotografías de exactamente la misma parte
del cielo, que posteriormente se presentaban alternativamente a la
vista, de manera que cualquier objeto que se hubiese movido aparecía en
la comparación como un punto destellante. Sin embargo, Plutón se
encontró a una distancia mucho más cercana de lo que se había pensado,
solamente un 30% más alejado que Neptuno, e inmediatamente se llegó a la
conclusión de que las mediciones realizadas de la posición de Neptuno
contenían errores instrumentales, puesto que Plutón era demasiado
pequeño para causar las perturbaciones observadas. Por ello, los
cálculos realizados para predecir su posición eran incorrectos, por lo
que el hecho de que Plutón se localizase a solamente 6 grados de la
posición predicha por Lowell fue más un fruto de la casualidad que de la
deducción científica. Sin embargo, no hay dudas de que las hipótesis de
Lowell y de otros animaron a la búsqueda y anticiparon su encuentro.
Plutón está a una
distancia media de 5.913.520.000 km. del Sol, sobre una órbita
extraordinariamente excéntrica comparada con las de los otros planetas
del Sistema Solar (e = 0,248), la máxima excentricidad hasta ahora
determinada en una órbita planetaria, por lo cual este planeta enano
tiene un perihelio de 4.455.000.000 km. y un afelio de 7.590.000.000 km.
La inclinación de su órbita con respecto al plano de la eclíptica es de
17,148 grados, la mayor de entre las del resto de los planetas. Emplea
248,54 años para dar una vuelta completa alrededor del Sol, por lo que
no volverá a ocupar la misma posición en que fue descubierto hasta el
año 2178.
La gran
excentricidad de Plutón hace que cuando se acerca al perihelio (punto de
mínima distancia del Sol) cruce la órbita de Neptuno, al que durante 20
años en cada periodo orbital cede la primacía de planeta más alejado,
hecho que se produjo recientemente hasta 1998 aproximadamente.
El continuo cruce por parte de Plutón de la órbita de Neptuno habría
llevado a una fortuita colisión de ambos si no se diese entre ellos un
fenómeno singular, ya apreciado entre otros planetas: una sincronización
entre múltiplos o fracciones de sus periodos; algo que en el caso de
Neptuno y Plutón se denominan "resonancias orbitales", y que significa
que Neptuno completa tres órbitas alrededor del Sol en el tiempo en que
Plutón completa dos. Esta situación, que es muy estable, impide que
ambos estén en la misma posición en un determinado momento; por lo
tanto, mientras estén resonando no colisionarán jamás.
En 1955, se observó
que el brillo del planeta enano variaba cíclicamente con un periodo de
6,4 días, de lo cual se dedujo que Plutón tardaba seis días y nueve
horas en rotar alrededor de su propio eje. Esta rotación es bastante
lenta en comparación con la de sus vecinos. El eje de rotación de Plutón
está inclinado 122°, lo que causa que su polo norte caiga por debajo de
su órbita. Esta exagerada inclinación, rasgo que comparte con Venus y
Urano, hace que su aspecto varíe notablemente con el transcurso del
tiempo al ser observado desde la Tierra. Así, en la década de los años
cincuenta, el polo sur de Plutón apuntaba hacia la Tierra, pero el
posterior movimiento orbital del planeta enano alrededor del Sol ha
cambiado esa orientación, de suerte que Plutón es actualmente observado
desde una perspectiva ecuatorial.
Debido a la enorme
distancia a que se encuentra el planeta enano, han sido grandes las
dificultades para establecer sus dimensiones, las cuales no se conocen
con total exactitud. La previsión inicial de Pervival Lowell era
encontrar un planeta similar a los gigantes gaseosos cercanos (Urano o
Neptuno), con una masa de al menos 10 veces la de la Tierra. Sin
embargo, uno de los aspectos que más sorprendió a los astrónomos cuando
Plutón fue descubierto fue su baja luminosidad, lo que significaba
inicialmente que éste tenía un tamaño similar al de la Tierra.
Las medidas realizadas en 1950 por G. Kuiper con el telescopio de Monte
Palomar daban un diámetro de 5.950 km, menor que el diámetro de Marte,
algo que muchos astrónomos se resistían a aceptar, pero que fue
comprobado en 1965, cuando Plutón se interpuso en el paso de una pequeña
estrella sin llegar a ocultarla. Ocultaciones estelares más recientes,
como la observada en 1988, indican que Plutón es mucho más pequeño, y
hoy se le atribuye un diámetro de 2.320 km, dos tercios del diámetro
lunar, lo que es bastante singular para tratarse de un tradicionalmente
planeta exterior, hoy planeta enano.
Tampoco los valores
de la masa y, por lo tanto, de la densidad de Plutón se conocían con
mucha aproximación hasta hace algunos años; pero en 1977 se hizo un
descubrimiento que ha contribuido a un mejor conocimiento de las
características físicas esenciales del planeta enano: el de su único
satélite conocido.
En 1978, el
astrónomo Christy, que examinaba una serie de fotografías obtenidas con
el telescopio de 1,5 m. del US Naval Observatory de Flagstaff (Arizona),
notó que en algunas de ellas el planeta mostraba una protuberancia que
cambiaba de posición con el transcurrir de las horas. Después de
examinar otras fotografías, el 22 de junio llegó a la conclusión de que
se trataba en realidad de un satélite de Plutón, al que llamó Caronte
por ser éste el nombre del barquero que según la mitología griega lleva
las sobras de los muertos hasta el otro lado de la laguna Estigia, donde
se encuentra el reino subterráneo de Plutón.
La distancia media,
de centro a centro, de Caronte a Plutón es de 19,640 km, demasiado
pequeña para ser detectada con los telescopios terrestres, razón por la
cual durante años el brillo de los dos cuerpos se consideraba como
exclusivamente propio de Plutón. Las órbitas de Plutón y Caronte se han
superpuesto ópticamente de forma repetida desde 1985 a 1990, lo que ha
permitido a los astrónomos determinar sus dimensiones con bastante
precisión. Plutón tiene un diámetro de 2.320 km y Caronte de 1.270 km,
lo que le convierte en el mayor satélite del Sistema Solar en relación
con el planeta alrededor del cual gira, superando a la Luna, que hasta
entonces ocupaba el primer lugar.
Caronte gira en
torno a Plutón en 6,4 días, exactamente lo mismo que tarda éste en girar
sobre su propio eje. Esto no es una coincidencia, porque Plutón y
Caronte forman un sistema planeta-satélite con características dinámicas
totalmente dependientes. Ambos están trabados gravitatoriamente mucho
más fuertemente que la Tierra y la Luna, y se comportan como dos esferas
unidas por un imaginario eje rígido y enfrentadas siempre con la misma
cara, que gira sobre su baricentro.
El descubrimiento de
Caronte ha permitido rehacer los cálculos sobre la masa de Plutón
aplicando las fórmulas de la mecánica celeste; los resultados indican
que el planeta enano pesa alrededor del 0,21% de la masa de la Tierra,
mientras que Caronte pesa el 0,03%.
En la segunda mitad
de los años setenta, se realizaron precisas observaciones
espectroscópicas de la luz reflejada por Plutón que permitieron conocer
que la superficie del planeta enano está compuesta de metano, en estado
de hielo a temperaturas inferiores a los 200 grados bajo cero, y
pequeñas cantidades de nitrógeno. Plutón tiene un color rojizo a causa
de la radiación solar. Las regiones polares presentan brillantes
casquetes de hielo de metano, mientras que la zona ecuatorial es más
oscura y moteada.
Estudios
astronómicos realizados en 1988 demostraron además que el planeta enano
posee una delgada atmósfera brumosa que contiene metano y, probablemente,
otros gases más pesados provenientes de la sublimación de los hielos por
efecto del tenue calor solar, que se hace sentir cuando Plutón se
encuentra en el perihelio. Estos gases ejercen una presión sobre la
superficie del planeta enano aproximadamente 100.000 veces más débil que
la presión atmosférica de la Tierra al nivel del mar.
Plutón tiene una
densidad aproximada dos veces superior a la del agua, por lo que su
naturaleza se prevé más rocosa que la de los otros planetas exteriores
del Sistema Solar.
Según algunos
astrónomos, Plutón más que un planeta era un satélite, probablemente
huido de Neptuno por el impacto de un meteorito. Actualmente es un
planeta enano que ya no forma parte de los planetas clásicos del Sistema
Solar.
El descubrimiento en
1997 de Quirón, un asteroide muy lejano de 300 km de diámetro que gira
entre las órbitas de Júpiter y Saturno, sustenta la teoría de que Plutón
sea uno de los miembros mayores de una familia de asteroides similar a
la que se encuentra entre Marte y Júpiter, confinada aquélla más allá de
la órbita de Neptuno. Si éste es el caso, es probable que en el futuro
se descubran nuevos miembros de esta familia. El hecho de que Plutón
tenga su satélite no invalida esta hipótesis, ya que algunos de los
asteroides tienen cuerpos que giran a su alrededor.
Después de que en
2006 la Unión Astronómica Internacional decidiese que Plutón era sólo un
"planeta enano" se le adjudicó un número en el catálogo de cuerpos
menores, el 134340, y se le siguió considerando, al menos, el mayor de
los planetas enanos, pero en 2007, un estudio realizado por Michael
Brown y Emily Schaller, astrónomos del Instituto Tecnológico de
California (ITC), llegó a la conclusión de que es superado en masa por
otro planeta enano descubierto en 2005, Éride, cuyo nombre es también el
de la diosa griega de la rivalidad. Los astrónomos del ITC han estudiado
los movimientos de Disnomia, la luna de Éride, con el telescopio
espacial Hubble y el Observatorio Keck de Hawai, llegando a la
conclusión indirecta de que Éride tiene una masa un 27% mayor que la de
Plutón.