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Las primeras manifestaciones artísticas

Se llama arte prehistórico a todas las creaciones con valor artístico realizadas por el hombre antes de la aparición de los primeros textos escritos.

Estas manifestaciones se han estudiado principalmente en Europa, donde se han encontrado en gran cantidad, por lo que se puede seguir su evolución a lo largo de varias docenas de miles de años.

El arte paleolítico se manifestó en: objetos decorados, esculturas, grabados y el arte parietal (en paredes) o rupestre (sobre rocas). Los objetos cumplían una función, pero además eran decorados. Por ejemplo, los propulsores de proyectiles, armas, pulseras, collares o instrumentos domésticos. Hay restos de grabados y pinturas sobre plaquitas de piedra y hueso, en las que aparecen figuras de animales. Estos también están presentes en relieves de piedra y marfil.

Destacan las estatuillas de mujeres desnudas, que pudieron estar relacionadas con cultos a divinidades femeninas de la fecundidad, que propiciarían la continuidad de la especie humana.

Los hallazgos de pinturas al interior de las cuevas de Altamira en España y Lascaux en Francia, entre otros, han permitido saber que mezclaban los colores, especialmente el rojo, negro y amarillo, con la grasa animal, y los aplicaban en las rocas con los dedos o toscos pinceles. También sabían pintar por pulverización, soplando a través de un hueso largo o una caña a manera de tubo.

Se cree que las representaciones de animales, hechas en color sobre las paredes rocosas de las cuevas, tenían un fin mágico: por medio de la magia de la caza, el hombre quería dominar las fieras peligrosas.

Evolución artística

El arte rupestre cambió, al igual que el paisaje y el clima, tras el término de las glaciaciones. Los animales, que eran motivos realistas, fueron reemplazados por signos y figuras esquemáticas.

Más tarde, con la expansión del uso de la agricultura en Europa y gracias a la influencia de las civilizaciones del Mediterráneo oriental, el estilo naturalista desapareció tanto en las pinturas como en los objetos decorativos, con el uso de la combinación de líneas y trazos esquemáticos en la representación de plantas, animales y personas.

La escultura realizada en yeso adoptó formas toscas, ya que los rasgos anatómicos humanos solo están esbozados. Por otra parte, la cerámica, elemento nuevo en el neolítico, aparece decorada con adornos geométricos.

Poco antes del inicio de la Edad del bronce aparecen las primeras manifestaciones de lo que sería la arquitectura monumental -de los grandes y hermosos edificios públicos o de gobierno-. A fines del segundo milenio, se extendió el uso del vaso de bronce con forma de campana.

Los primeros murales 
En 1879 fueron descubiertas las impresionantes pinturas rupestres de Altamira, en la provincia española de Santander. Esto desbarató las concepciones existentes sobre la capacidad artística del hombre prehistórico. De hecho, muchos estudiosos negaron su autenticidad, porque pensaban que los cazadores del paleolítico superior no podían tener la habilidad o la sensibilidad suficiente para crear obras de arte tan expresivas y perfectas.

Pero en 1901, en la localidad francesa de Dordoña se encontró una cueva con grabados similares a los de Altamira. A partir de ese momento los investigadores se pusieron a descifrar las figuras.

En Altamira, una cueva de apenas 18 metros de largo por nueve de ancho, se descubrieron cerca de un centenar de dibujos, casi todos de animales -al igual que en Dordoña-. El más destacado era un bisonte a punto de atacar, pintado de rojo.

En 1940 fue hallada la caverna de Lascaux, también en Francia, donde, entre muchos otros grabados, hay una escena de caza en la que se ve a un bisonte, al parecer herido, embistiendo a un hombre que cae con la lanza desprendida.

Otras manifestaciones similares se han encontrado en distintos lugares del mundo, permitiendo clarificar los motivos y elementos usados por el hombre para pintar hace más de 25 mil años.

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