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Durante la Edad Media fueron frecuentes
los asaltos a peregrinos y comerciantes. |
La vida
urbana
Entre
los siglos XIII y XIV se produjo un aumento considerable de
actividad, que dio como resultado un mayor aprovechamiento de la
industria y el comercio.
La industria en la Edad Media se caracterizó por las
asociaciones de artesanos o gremios, a los que debían
pertenecer los obreros para poder ejercer su oficio. Esta
organización era además una sociedad de socorros mutuos, que
protegía a los huérfanos y personas que por su edad quedaban
incapacitados de trabajar.
El comercio era
desempeñado por los traficantes, cuyo oficio era el más
peligroso de todos, ya que con frecuencia eran víctimas de
bandoleros que robaban a mano armada las mercaderías y apresaban
al comerciante para cobrar por su rescate. A esto se sumaba el
pago de derechos que debían pagar por sus productos durante el
trayecto, los que no eran pocos si se consideraba el cobro de
entrada, de salida, en cada señorío, en cada ciudad y en cada
puente.
Dadas las difíciles
condiciones de comunicación, era imprescindible durante la Edad
Media abastecerse de productos para un largo período de tiempo.
De aquí la importancia de las ferias. Estas se formaban
cuando comerciantes procedentes de distintos países se reunían
en fecha fija en ciertos puntos llevando gran cantidad de
mercaderías, y atrayendo a miles de compradores que no solo se
acercaban con el objeto de comprar sino también para divertirse
con las presentaciones de acróbatas y titiriteros.
Las habitantes
medievales vivían prácticamente encerrados en las ciudades,
debido a que se construían entre murallas para evitar peligros
de ataques. Las calles estaban mal diseñadas, porque nadie se
preocupaba de su alineamiento y cada cual construía su casa como
mejor le pareciera. Por lo general eran sucias, ya que la única
alcantarilla o desagüe era un arroyo en medio de la calle, por
donde corría la sangre de los animales que mataba el carnicero y
al que se echaba todo tipo de basuras. Tampoco contaban con
iluminación, y para salir de noche había que llevar una antorcha
o lámpara.
Como consecuencia de la
forma como se edificaban las casas —una sobre otra— y la falta
de higiene, las poblaciones se encontraban siempre expuestas a
los incendios y la propagación de enfermedades. Así, no era poco
frecuente que cuando una vivienda se incendiaba, el fuego se
extendiera por el barrio entero.
Cuando la peste o los
incendios azotaban las poblaciones, las víctimas se contaban por
millares. En el año 1418, entre los meses de septiembre y
diciembre, una terrible epidemia se dejó caer sobre París,
falleciendo más de cien mil personas. Sin embargo, a partir del
siglo XIII la urbanización de las poblaciones empezó a mejorar,
y en Francia Felipe Augusto hizo cercar los cementerios,
empedrar las calles y edificar fuentes para distribuir el agua
de manantial proveniente de colinas cercanas. Poco a poco las
casas de madera fueron sustituidas por casas de piedra, con lo
que también comenzó a introducirse el lujo en castillos y
poblaciones. |