Revolución
Francesa
Capitulo
III
Luis
XVI trata de escapar
Si se
considera en conjunto la Constitución elaborada por la Asamblea
Constituyente, hay que reconocer que tuvo enorme importancia histórica.
En muchos de sus puntos sirvió de modelo para las transformaciones
posteriores de los estados absolutos y feudales en estados modernos de
derecho.
La
Constitución abolió todas las diferencias entre los ciudadanos (títulos,
armas, escudos, nobleza) pero encerraba contradicciones: toda su base
era republicana, mientras que en la cúspide conservaba un monarca
hereditario. En verdad, al rey le quedaba una función puramente
decorativa, puesto que carecía de todo influjo en el nombramiento de las
autoridades, elegidas por el pueblo. Una caricatura de la época lo
representaba con una simple máquina de aprobar.
Extraordinaria influencia para excitar las pasiones tuvieron en París y
también en el campo los volantes impresos y las discusiones de los
clubes. La completa libertad de prensa permitió al Marat estimular
los peores instintos de la plebe a sus periódicos sobre todo en el
"Amigo del Pueblo". Entre los clubes tuvieron importancia preponderante
el de los cordeleros, establecido en un convento de franciscanos, y el
de los jacobinos, llamado así por el local en que celebra sus sesiones,
un convento jacobino (nombre dado en París a los frailes dominicanos).
En aquél, el principal orador era el gigantesco y cínico Georges Jacques
Dantón, abogado. En éste, el virtuoso y orgulloso Maximiliano
Robespierre, (en la imagen) miembro de la Asamblea Constituyente.
En medio
de esta situación anárquica, Mirabeau intentó dominar la Revolución con
un gobierno fuerte. Para ello, planeó sacar al rey de su permanencia
forzada en París y trasladarlo a una provincia segura desde donde
pudiera convocar a una nueva Asamblea que revisara los artículos de la
Constitución referente al poder ejecutivo. Pero los medios que quería
poner en práctica para realizar estos propósitos -actuación sobre la
opinión pública por medio de una oficina secreta de prensa y una policía
secreta, soborno, incitación a sublevaciones, provocación de guerra
civil en perjuicio de la Asamblea Constituyente- eran armas de doble
filo. Mirabeau no pudo llevar a cabo sus planes, porque falleció en
abril de 1791, justo a tiempo para conservar su popularidad.
Huída de los reyes
Luego de
su muerte, los reyes fueron inclinándose cada vez más hacia el plan de
huída de Mirabeau, pues vivían bajo una presión insostenible. En la
noche el 20 de junio de 1791 se llevó a cabo la fuga de la familia real,
pero la empresa fracasó. El rey, vestido de criado, fue descubierto y
tuvo que volver a París en medio del repique de campanas, junto a una
multitud que lo insultaba y bajo la vigilancia de la Guardia Nacional.
Ante
esto, la Asamblea Constituyente se hizo cargo del poder ejecutivo y
ordenó a los ministros que ejecutaran sus decretos sin sanción o
aprobación del rey. Además, dio a conocer a las potencias extranjeras
que había asumido el gobierno.
Pese a
esto, no existía animadversión hacia la monarquía o deseo de abolirla.
Tanto es así que, después de su fuga, el rey fue repuesto con todos sus
derechos. Pero fuera de la Asamblea, la opinión republicana iba teniendo
cada vez más adeptos.
El 28 de
septiembre de 1791 la Constitución elaborada por la Asamblea Nacional,
transformada luego en una Asamblea Constituyente, quedó definitivamente
redactada y fue propuesta al rey para su aceptación. El 14 de ese mes,
el rey le prestó el juramento prescrito, pero lo hizo muy a
regañadientes y con el propósito de procurar su reforma y buscar el
apoyo de las potencias extranjeras.
El 28 de
septiembre de 1791 la Asamblea Constituyente se disolvió y fue
sustituida por la Asamblea Legislativa. Antes de hacerlo, tomó dos
importantes acuerdos: decretó una amnistía general y decidió que ninguno
de sus miembros pudiera postular a la Asamblea Legislativa.
Izquierdas y derechas
La
Asamblea Legislativa se reunió teniendo en su seno personas inexpertas
en los negocios públicos. Pronto éstos se dividieron en diferentes
partidos. En la derecha tomaron asiento los partidarios incondicionales
de la Constitución de 1791, apoyados principalmente por el club de los
Feuillants (grupo moderado desprendido de los jacobinos) y por la clase
media burguesa. En los bancos de la izquierda tomaron asiento los
miembros del club de los cordeleros y de los jacobinos, que
representaban a la masa de la capital. Esta izquierda comprendía un
pequeño grupo de fanáticos, que se sentaba en los bancos de arriba, y
por esto fue llamado la montaña.
Después
venía el grupo más importante, los girondinos, cuyo nombre se explica
porque sus principales líderes procedían de la región de Gironda. En el
centro se encontraban los llamados independientes. De esta división de
la Asamblea Legislativa de la época de la revolución francesa deriva la
costumbre de clasificar a los partidos políticos en izquierda y derecha.
Peticiones de guerra
La
principal preocupación de la Legislativa fue la guerra contra las
potencias extranjeras, que se veía como algo inminente. Los principales
impulsores de ésta eran los partidarios de la gironda, que lo veían como
un medio de consolidar su posición al interior del país.
Por
entonces empezó a circular la expresión de sans-culottes (sin calzón),
que alude a la costumbre de los revolucionarios de usar pantalones en
vez de calzones cortos que llevaban los partidarios del antiguo régimen.
También
en esa época fue aceptado como símbolo de la libertad el gorro frigio,
de color rojo , que primitivamente usaban los presidarios.
El 20 de
abril de 1792, con siete votos en contra, fue aprobada la declaración de
guerra contra Austria. Así comenzó la gran lucha entre las potencias
mundiales, guerra que con breves interrupciones había de durar más de
dos decenios.
La Comuna revolucionaria
El 9 de junio de
1792 se acordó celebrar un nuevo aniversario de la Toma de la Bastilla,
convocando a París a más de 20 mil hombres procedentes de todos los
puntos del país. Así, la gironda proponíase entrar en posición de una
forma defensiva que pudiera servir a sus propósitos.
Los
girondinos ardían en deseos de acrecentar su fuerza. Llamaron, pues, en
su ayuda, al proletariado de los barrios bajos, tras los cuales estaba
Dantón (en la imagen).
Una
manifestación se preparó para el 20 de junio, aniversario del juramento
del juego de pelota. Ese día se pusieron en marcha ochos mil proletarios
armados, sin que nada pudiera hacerse para detenerlos. A los
manifestantes se les unió una gran masa humana. Entraron al salón de
sesiones de la Legislativa, desfilando por la sala al redoble del
tambor. La muchedumbre se dirigió luego a las Tullerías y en pocos
momentos penetró en el interior del palacio. El rey quedó tan
sorprendido que dejó abierta la puerta de su habitación . Acosado con
pocos fieles sobre el arco de un balcón, amenazado de picas y sables, se
mantuvo firme durante horas y horas, rechazando con dignidad el griterío
de los atacantes. Cuando se hubo puesto el gorro rojo revolucionario,
que algunas manos le alargaron, y hubo bebido un vaso de vino a la salud
del pueblo, pareció cambiar el ánimo de los asaltantes, que se
dispersaron al llegar la noche.
Reacción de la Burguesía
Entre la
clase media burguesa, estos sucesos habían provocado una emoción de
vergüenza. Despertando dormidos sentimientos monárquicos. Se intentó
impedir que llegaran a París los 20 mil convocados para celebrar el
aniversario de la Toma de la Bastilla, pero el rey, atemorizado, la
aprobó. Su única esperanza de salvación eran las potencias extranjeras.
Pero éstas actuaban con poca inteligencia, y el 26 de julio emitieron
una declaración que causó profunda irritación en Francia, porque
responsabilizaba a los revolucionarios de cualquier daño que sufriera la
familia real. Se pidió declarar la "patria en peligro" y se empezó a
hablar abiertamente de la destitución del rey y de la supresión de la
monarquía.
Avance de Dantón
La
celebración del aniversario de la Toma de la Bastilla permitió a Dantón
avanzar en sus propósitos subversivos. Se produjo la unión entre los
llegados de provincia y el pueblo bajo de París, creándose comités al
margen de la ley. Entre los llegados de provincia representaba un papel
principal el batallón de los marselleses. Su cántico guerrero era un
himno que poco antes había compuesto Rouget de Lisle, y que se conoció
con el nombre de La Marsellesa. Hoy es el himno nacional francés.
El 9 de
agosto de 1792, mientras la Legislativa aplazaba su discusión sobre si
deponía o no al rey , una turba asaltó las Tullerías. En el Ayuntamiento
se instalaron, junto al Consejo Municipal, comisarios de 28 secciones en
que se había dividido París. Ante él compareció el comandante de la
Guardia Nacional, Mandat, encargado de defender el palacio que había
reemplazado a La Fayette en ese cargo. Los comisarios de las secciones
le mandaron arrestar y después de su asesinato, ocurrido en la escalera
misma del Ayuntamiento, se constituyeron en Comuna Revolucionaria,
reemplazando al Consejo Municipal , sobre todo en sus funciones
policiales. La defensa de la Tullerías quedó reducida a cero y el rey
decidió colocarse bajo la protección de la Asamblea Legislativa. Venció
la resistencia de María Antonieta, y entre los gritos insultantes de la
plebe amontonada en las terrazas del río Sena, condujo a la familia real
al salón de sesiones de la Legislativa. El presidente de ésta le aseguró
que la Asamblea mantendría y defendería "los derechos del pueblo y las
autoridades constituidas". Y señaló al rey y a los suyos, como lugar de
estancia, la tribuna de los taquígrafos, defendida por una reja. Allí,
durante muchas horas, el rey fue testigo presencial de la caída de la
monarquía.
Asalto a las Tullerías
Las
Tullerías quedaron defendidas por un reducido número de nobles y un
regimiento de la Guardia Suiza. Las turbas los asaltaron y sólo se
salvaron algunos que penetraron en el salón de sesiones de la
Legislativa. El palacio, indefenso ya, fue desbordado por los furiosos
parisinos. Casi toda la guarnición masculina fue asesinada. La Asamblea,
limitada a las izquierdas, por ausencias de las derechas y del centro,
decretó no la deposición, pero sí la "suspensión provisional del jefe
del poder ejecutivo" (el rey), hasta que una Convención Nacional se
pronunciara sobre las medidas necesarias "para asegurar la soberanía del
pueblo y el imperio de la libertad y la igualdad". Un segundo decreto
determinaba que el rey y su familia permanecerían como rehenes bajo la
protección de la ley en una residencia que les sería asignada.
Seguidamente la Asamblea nombró un Consejo Ejecutivo Provisional, del
que formó parte Dantón en una posición preeminente. Tras él estaba la
fracción extrema, que no retrocedía ante ningún hecho sangriento.
Presa la familia real
Entretanto, la Comuna amenazaba con suplantar de hecho a la Legislativa
y al gobierno por ella nombrado. Las autoridades revolucionarias, que se
reunían en el Ayuntamiento, en vez de limitarse a los asuntos de la
ciudad, se esforzaban por asumir las riendas del mando supremo.
Consiguieron que les fuera entregada la familia real para encerrarla en
el Temple, antigua sede de la Orden de los Templarios. Obtuvieron la
institución de un primer tribunal revolucionario que, sin sujeción a
procedimientos jurídicos regulares, pudiera castigar los "crímenes
monárquicos". Aniquilaron todos los signos y monumentos de la monarquía,
suprimieron los periódicos de esta tendencia, hicieron encarcelar a
sacerdotes y a nobles por Comités de Vigilancia. La Asamblea se hallaba
en oposición a la Comuna, que se burlaba de todo intento hecho para
disolverla.
Caos en París
El
peligro extranjero fue usado como pretexto para acabar con los presuntos
enemigos del interior. Dantón consiguió plenos poderes de la Asamblea
para mandar hacer investigaciones nocturnas en las casas, confiscar
todas las armas y poner presos a todos los sospechosos. Poco después se
inició la persecución entre los mismos revolucionarios. Durante varios
días y noches se llevaron a cabo matanzas en masa, en medio de las
calles y en las prisiones, por una plebe sedienta de sangre y afanosa de
robo.
Cuando la
Asamblea pudo salir de la embriaguez en la cual había estado sumida al
permitir las sangrientas escenas, puso pena de prisión a toda violación
de domicilio y detención arbitrarias. Luego de estas resoluciones, dio
término a su misión y fue reemplazada, el 20 de septiembre de 1792, por
la Convención.
Muerte de Luis XVI
Si los
demagogos de la Comuna Revolucionaria creían haberse asegurado la
mayoría en la Convención mediante las matanzas de septiembre, se
equivocaron. En París lograron hacer elegir a Robespierre, Marat, Dantón
y otros, pero en provincias los votos favorecieron a los enemigos del
régimen terrorista de la comuna, sobre todo a los girondinos.
A fines
de 1792 comenzó el proceso de Convención contra Luis XVI, quien fue
juzgado y condenado a la guillotina por mayoría de votos. El 21 de enero
de 1793, Luis subió al cadalso, inconmovible hasta el último momento en
el sentimiento de su inocencia.
La
noticia de la muerte del rey produjo indignación en Inglaterra, la que
despidió al embajador o representante francés. Francia contestó
declarando la guerra a Inglaterra y a Holanda, su aliada. Luego hizo lo
mismo con España, Rusia, Cerdeña, Nápoles, Portugal y el Imperio Alemán,
lo que acarreó a Francia una serie de derrotas militares.
Apretada
por la masa de sus enemigos externos, Francia se veía amenazada en el
interior por una terrible guerra civil, que enfrentaba a los girondinos
y la montaña. Los primeros fueron derrotados.
Asesinato de Marat
La caída de la
gironda produjo, por primera vez en la historia de la revolución, un
levantamiento de las provincias contra la capital, conocido con el
nombre de federalismo. La clase media urbana salió de su sopor.
Produjéronse protestas fogosas contra la violencia.
Los
comisarios de la Convención fueron encarcelados y todo el mundo se
preparó a la lucha de las armas contra los poderosos de la capital. Al
más odiado, Marat, lo mató el 3 de junio de 1793 una revolucionaria
llamada Carlota Corday, mientras se bañaba.(En la imagen)
Ascenso de Robespierre
Frente a
esta amenaza a la unidad de la república, la Convención desenvolvió una
energía terrorista sin igual, no deteniéndose ante ningún límite. El fin
principal de su convocatoria había sido el establecimiento de una nueva
constitución, así que el 24 de junio de 1793 promulgó una, pero apenas
fue confirmada y promulgada cuando quedó en suspenso para dejar el campo
libre a una "gobierno provisional revolucionario hasta la paz". El
órgano principal de este gobierno fue el Comité de Salud Pública, al que
se incorporó Robespierre. Un Tribunal Revolucionario constituyó en
complemento de la maquinaria gubernamental.
Bajo el dominio del terror
Y
sobrevino el terror. La guillotina aceleró la carnicería con la
simplicidad de su mecanismo. Había sido creada por el médico José
Ignacio Guillotín, como una forma piadosa de ejecutar a los condenados.
El debía ser una de sus víctimas. Hubo alrededor de 2.800 guillotinados
en París y 14.000 en provincias. El Tribunal Revolucionario sesionó sin
respiro durante 14 meses. La cabezas caían con sangrienta monotonía. Así
pereció María Antonieta, llamada en las actas la viuda Capeto, su cuñada
Isabel y Felipe Igualdad, que así se hacía llamar el duque de Orleáns,
primo del rey.
Pero el
terror fue una vorágine que consumió a sus propios creadores.
Aniquilados los girondinos y derrotado el federalismo, formáronse dos
grupos que amenazaban adoptar una posición independiente frente al
Comité de Salud Pública dirigido por Robespierre. Uno de esos grupos
apoyaba a Dantón en la Convención y quería dulcificar un tanto el
dominio del terror. Su órgano de prensa era El Viejo Cordelero, dirigido
por Camilo Desmoulins.
Los
dantonistas cayeron porque su defensa de la moderación hería
personalmente a Robespierre. Este hizo detener a Dantón en la noche del
30 al 31 de marzo de 1894, junto al Desmoulins y otros amigos,
juzgándolo sumariamente y condenándolo. "Una correa es bastante -
exclamó Dantón cuando era conducido a la guillotina-. Preparad la otra
para Robespierre".
Caída de Robespierre
Desaparecido Dantón, quedaba Robespierre dueño del campo. En el comité
le ayudaba su discípulo, Luis de Saint-Just, muy superior a él en
entusiasmo y actividad. La dictadura de Robespierre trajo un aumento de
terror, cosa que casi parecía imposible. La guillotina trabajaba sin
descanso, tomando a sus víctimas sin distinción de sexo clase ni mérito.
Todos los días caían en París de 40 a 50 personas bajo su cuchilla.
Entre
tanto, se preparaba la caída de Robespierre. En el Comité de Salud
Pública uniéronse en su contra. El 27 de julio de 1894 se presentó en la
Convención y fue recibido con los gritos de "el tirano". Tres veces
intentó dominar la tormenta, asiéndose, nervioso a la tribuna. Pero su
voz no pudo dominar el tumulto. "Te ahoga la sangre de Dantón", le
gritaron. La Convención, en forma unánime, presentó acusaciones en
contra suya y de Saint-Just. Ambos se refugiaron en el Ayuntamiento,
donde fueron detenidos.
Los
guillotinadores fueron guillotinados. Cayó la cabeza de Robespierre
mientras la multitud gritaba: "Abajo el tirano y viva la república". En
los días siguientes fueron a la guillotina 92 partidarios y secuaces del
tirano, miembros de la Comuna, jueces y jurados del Tribunal
Revolucionario.
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