Proyecto Salón Hogar Página(1) (2) (3) (4)El panteón azteca.Los aztecasSus mitos Sus dioses
Los aztecasEl pueblo azteca, mexica o mexicano, originario de un lugar mítico llamado Aztlán o "lugar de las garzas" fue el último de una larga serie de pueblos que llegó al valle de México.Se supone que a mediados del siglo XIII, los aztecas se establecieron en un islote del lago de Texcoco después de serios enfrentamientos con sus vecinos de Culhuacán Y Azcapotzalco. Al llegar al reinado del cuarto tlatoani azteca, Itzcoátl, habían sometido valerosamente a todos sus vecinos y se habían convertido en el pueblo más poderoso y rico de la región. Sus conquistas se extendieron mucho más allá de sus límites, hasta Veracruz, Chiapas y Guatemala. En el aspecto cultural, asimilaron las antiguas culturas teotihuacana y tolteca, a las que añadieron su propia originalidad y su profundo sentimiento religioso. En este aspecto hicieron importantes modificaciones, acentuando la importancia del sacrificio humano y convirtiéndose en el pueblo del sol, el pueblo elegido para ayudar con su sangre a la existencia de los dioses, por los cuales se produce la Guerra florida cuya finalidad era obtener víctimas para el sacrificio. Fuertes y llenos de riquezas provenientes de los pueblos tributarios fueron creándose también enemigos peligrosos, como los tlaxcaltecas, quienes en el momento oportuno colaboraron con los españoles para destruirlos. Mitos de los aztecasReligiónLa religión azteca contenía rasgos de crueldad y barbarie propios de la época primitiva de pueblo nómada, un culto agrario centralizado en el dios Tláloc, chamanismo y culto a la naturaleza, héroes civilizadores, fetichismo (obsidiana, jaguar). Además los aztecas no destruían las creencias religiosas de los nuevos vasallos, más bien incorporaban los dioses foráneos a su mitología: a mayores conquistas se acrecentaba el panteón de los aztecas. Todo esto había sido barajado y ordenado hasta donde era posible por una casta sacerdotal para darle cierta coherencia y, sobre todo, para dotarlo de un ritóal espectacular con el que se tenía dominado y sobrecogido al pueblo. Los sacerdotes se preparaban en el calmecac, perfeccionándose en conocimientos calendáricos, escritura sagradas, prácticas ascéticas, cántico, orácu;los y rituales. También había sacerdotisas y una especie de conventos para mujeres. Los sacrificios Todo el orden cósmico y natural dependía de la fuerza de sós dioses para mantenerlo por lo que era necesario hacerles ofrendas con la fu;nción de contentarlos. La ofrenda más importante era la sangre, fluído vital, que los mantenía jóvenes y vigorosos. Las vícimas humanas eran colocadas sobre una piedra ceremonial y se les extraía el corazón con un cuchillo de obsidiana. Este era ofrecido a los dioses mientras el cuerpo rodaba por las escaleras del templo ante la impresionada multitud que asistía regocijada a la ceremonia. Los aztecas creían que el destino estaba trazado para cada uno pero que bajo ciertas circunstancias podía ser modificado. Para apaciguar a los dioses, sacerdotes y gente del pueblo oradaban sus orejas y lenguas con espinas de nopal, haciendo de su sangre una ofrenda. Sobre los dioses Estaban los dioses supremos, más abstractos y óna pléyade de divinidades menores cercanas al diario vivir con fónciones específicas. Dentro del enorme cúmólo de dioses ninguno era más poderoso que otro pero había cuatro que compartían el cenit de todo el panteón: Huitzilopochtli, quetzalcóatl, Tezcatlipoca y Tláloc. Cosmogonía La historia de la cosmogonía azteca está condensada en una piedra circular conocida como "calendario azteca" [VER:Los cuatro soles]. La leyenda de los cóatro soles y que cólmina con la del qu;into sol (es una sola leyenda que se dividió en dos capítulos para efectos de estas páginas) se refiere a las edades de la tierra. En lo que respecta al universo, se le componía de dos secciones: vertical y horizontal. La región horizontal. La parte horizontal se componía se los cuatro puntos cardinales o cuatro vientos más una parte central (Calpulli) como eje. El oriente estaba dominado por Tláloc, por lo que sus dominios eran fértiles y había abundancia en todas las siembras. El occidente se hallaba bajo la protección de quetzalcóatl, donde residía la estrella de la tarde, Venus. El Sur estaba bajo el influjo de Macuilxóchitl y al mando de Xipe Totec. Mictlantecutli gobernaba el norte, región tenebrosa y domindada por el frío. El centro era dirigido por Huehuetéotl. El Calpulli era el punto de unión de la tierra y el cielo, de los cuatro rumbos del mundo: mundo superior, inferior, aguas celestes y los vientos. Así, el organismo humano está inserto en el cosmos y forma parte de los cinco elementos junto con el aire, la tierra, el fuego y el agua. La región vertical. Esta región estaba dividida en paraísos e infiernos. La parte superior era la morada de los dioses, en orden descendente segun su categoría sómando 18 en total. una de estas secciones estaba dedicada a Tláloc, se subdividía en una parte oriental y otra occidental para designar el paso del sol desde su nacimiento hasta su paso temporal. Al paraíso oriental (Tlalocan) llegaban todos los muertos en batalla o en la piedra de los sacrificios, también los que morían ahogados o fulminados por un rayo. El paraíso occidental era destinado a las mujeres muerta por parto, convertidas en las parteras del sol en su diario nacimiento [VER:Cihuateteo]. Los demás muertos iban al Mictlán, pasando primero por una serie de pruebas como cruzar grandes montañas, evitar el ataque de una serpiente y el de un terrible cocodrilo; luego debían atravesar ocho desiertos y escalar ocho colinas sometidos a fu;riosos vientos que arrojaban cuchillos de obsidiana; pasadas las próebas los muertos cruzan un ancho río sobre un perro rojo. Entonces Mictlantecutli disponía del muerto para enviarlo a una de las nueve regiones del Mictlán. Dualismo Se trata de una oposición de los contrarios que se complementan, como Ometéotl (Ometecutli y Ometecíhuatl) llamado el señor-señora que representa la dualidad que habita en las aguas y en las nubes. Es ón dios único y dual a la vez, cielo-macho y tierra-hembra. Así, por un dios benefactor hay uno agresor [VER: Los señores Ome].
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