Se dice que hay sequía en una zona cuando permanece
sin llover más tiempo del habitual y comienzan a notarse efectos
negativos. Como se ve la definición es muy subjetiva y, de hecho,
es difícil decir cuando ha empezado o terminado una sequía
y algunas veces incluso si ha existido. Tiene que ser una situación
de carencia de agua inesperada, porque si lo habitual en esa zona es que
llueva poco diríamos que es árida, pero no que hay sequía.
También es muy subjetiva la apreciación del tiempo que tiene
que durar para que digamos que se están produciendo daños.
En los países desarrollados no es un desastre que
suponga pérdida de vidas humanas o grandes catástrofes, porque
hay sistemas de reservar
y de abastecer de agua que cubren las necesidades mínimas, pero
en los países en vías de desarrollo sigue originando grandes
hambrunas y la muerte de muchas personas. Lo que sí suele originar
en todos los países es importantes pérdidas económicas
en la agricultura, la producción de energía hidroeléctrica,
el turismo, etc. e importantes impactos en los ecosistemas.
Las zonas
de España con alto riesgo de padecer sequías son muy
extensas. Exceptuando la parte Norte y noroeste en la que domina el clima
oceánico húmedo, el resto padece sequías con cierta
frecuencia. Entre los años 1940 a 1960 la ausencia de lluvias repercutía
de forma muy importante en la vida de las personas. La agricultura, la
producción de energía, la industria y el abastecimiento de
las ciudades sufría mucho con las sequías. Con la masiva
construcción de pantanos de los años cincuenta y sesenta
se logró mejorar mucho la situación y en la actualidad las
cuencas hidrográficas tienen capacidad para soportar largos periodos
de sequía sin que las repercusiones sean muy graves.
En los últimos años se ha visto cada vez
más claro que es imprescindible adecuar las formas de vida y la
explotación del territorio a la disponibilidad de agua. Es necesario
construir pantanos y hacer trasvases de agua de unas cuencas a otras, pero
sin olvidar que no puede haber soluciones correctas a este problema si
no se racionaliza el uso del agua. Como la mayor parte del agua usada en
España se dedica al riego es muy importante implantar sistemas que
ahorren agua como el riego gota a gota o similares. También está
creciendo la conciencia de que los jardines y espacios verdes lógicos
y adecuados en una zona con déficit de agua no son las grandes extensiones
de césped que necesitan mucho riego, sino los plantados con especies
propias del lugar, bien adaptadas a la aridez. Estas y otras medidas de
ahorro y consumo inteligente del agua son imprescindibles para la ordenación
de este importante recurso.
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