(extraído de la revista Estratos n. 18, 1990,
Artículo. "El "mini-monzón" mediterráneo" de Manuel
Toharia.)
Gota fría
Chubascos y tormentas de extraordinaria violencia,
aunque de poca duración y que afectan normalmente a una zona poco
extensa son frecuentes en las zonas costeras del Mediterráneo, sobre
todo entre los meses de septiembre y octubre. Algunos producen grandes
desastres, como el que provocó una enorme crecida en el río
Júcar que rompió la presa de Tous, o los que inundaron ciudades
como Valencia, Alicante, Almería o Tarrasa. Los meteorólogos
suelen explicar que la causa de estas lluvias torrenciales son las denominadas
"gotas frías".
El caso de mayor cantidad de lluvia caída en poco
tiempo es el de Gandía, en la Comunidad Valenciana, en la que en
noviembre de 1987 cayeron más de 1000 mm de lluvia en 36 horas,
de los cuales 400 mm en menos de 6 horas.
Son más frecuentes junto al Mediterráneo,
pero también suceden en otros lugares. Las grandes riadas que causaron
importantes daños en Bilbao y en otros lugares del País Vasco
fueron también producidas por una gota fría.
Formación
de la "gota fría"
La gota fría se forma cuando coinciden tres acontecimientos:
mar caliente, atmósfera inestable en la superficie y aire frío
en altura.
Cuando el mar se encuentra a temperaturas altas, como
el Mediterráneo al final del verano que puede llegar a estar a cerca
de treinta grados en zonas cercanas a la costa, desprende mucho vapor de
agua, como el agua caliente de un baño o una ducha. Si en esta situación
llega una borrasca o un frente frío y hay una bolsa de aire frío
en altura, se produce una situación de inestabilidad del aire superficial
que aumenta conforme ascendemos. El vapor de agua, que el mar libera en
gran cantidad, asciende arrastrado por la inestabilidad y se va condensando
al encontrarse con la zona fría, formándose una nube.
Esta nube puede ir agrandándose a gran velocidad
porque el vapor ascendente encuentra mucha facilidad para subir al encontrarse
con zonas más frías, y con este frío va condensándose
cada vez más agua. En muy pocas horas se pueden formar grandes nubes
tormentosas, del tipo de los cumulonimbos, que aunque no tengan una gran
extensión en horizontal, pueden llegar a tener más de diez
kilómetros de altura. Estos cumulonimbos descargan una fuerte lluvia,
normalmente acompañada de un gran aparato eléctrico y de
granizo.
Daños
Los daños que causa una tormenta no dependen sólo
de la intensidad de la lluvia. En una ladera con mucha pendiente, desprovista
de vegetación, el agua corre muy rápidamente, arrastrando
con fuerza el suelo, provocando una gran erosión. Si además
esta ladera termina en un valle encajonado puede formarse una gran riada
que arrastra con fuerza todo lo que encuentra. En la zona mediterránea
española es frecuente que los cauces de los ríos permanezcan
secos muchos meses al año y que sean ocupados por cultivos o edificaciones,
lo que hace que en las grandes crecidas, los daños sean mayores,
por una parte porque se destruye lo que estaba ahí construido y,
por otra, porque se impide la libre salida del agua y se hace mayor la
crecida.
Cuando las laderas son suaves y se encuentran cubiertas
de vegetación el agua que cae es frenada por las plantas, absorbida
con más facilidad por el suelo y termina bajando por la ladera menos
agua y a menor velocidad. Se entiende que así la erosión
es menor y que es importante mantener los bosques y la cubierta vegetal
del terreno para prevenir los daños que los fenómenos climatológicos
violentos producen.
|