CIENCIAS DE LA TIERRA Y DEL MEDIO AMBIENTE |
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Los deslizamientos de laderas, desprendimientos de rocas y aludes de nieve son algunos de los procesos geológicos más comunes en la superficie de la Tierra. Forman parte del ciclo natural del terreno ya que la erosión y la gravedad actúan constantemente para transportar materiales de las zonas más altas hacia abajo. Deslizamientos, desprendimientos y aludes Se producen deslizamientos cuando capas enteras de terreno se mueven sobre el material firme que tienen por debajo. En su movimiento siguen uno o varios planos de corte del terreno. Los desprendimientos son fragmentos de roca que se separan de un talud y caen saltando por el aire en buena parte de su recorrido. Los aludes son caídas de grandes masas de nieve. Factores que influyen en la estabilidad de las laderas El que una ladera permanezca estable o sufra un deslizamiento depende de la unión de varios factores, entre los que están
Deslizamientos y desprendimientos en España La mayoría de las veces los movimientos de laderas no son muy espectaculares ni catastróficos, pero si son frecuentes y afectan a vías de comunicación y al transporte. Las pérdidas económicas anuales por estos fenómenos son de más de 30 000 millones de pesetas y todos los años entre 10 y 20 personas son víctimas de estos movimientos. En 1874 un gran desprendimiento mató a 100 personas en Azagra (Navarra), una población situada bajo una gran pared rocosa que ha sufrido varios desprendimientos importantes. Ejemplos de ciudades y pueblos construidos junto a farallones y paredes rocosas que sufren por estos procesos son frecuentes en la geografía española. Hay riesgo de deslizamientos y desprendimientos en prácticamente todo el territorio español. En algunos casos, como en el valle del Guadalquivir, son frecuentes los deslizamientos pequeños pero que dañan las carreteras y las vías de comunicación. En las zonas montañosas, como los Pirineos, y las cordilleras Cantábrica, Bética e Ibérica, es donde se producen los movimientos mayores en los que se movilizan millones de metros cúbicos de materiales. En las zonas montañosas en las que la nieve se acumula en las laderas es importante tener en cuenta el riesgo de los aludes. Su fuerza destructiva puede ser muy grande. En algunos de ellos se han llegado a medir fuerzas de impacto cincuenta veces mayores de la necesaria para derribar una casa y velocidades de caída de la nieve de hasta 350 km/h. El número de víctimas ha crecido mucho en los últimos años desde que se han popularizado los deportes de montaña. Así, por ejemplo, entre 1945 y 1974 hubo 719 muertes por aludes en toda Europa, mientras que de 1975 a 1985, solo en los Alpes han muerto por este motivo 1200 personas. En España están muriendo al año por este motivo, unas cuatro personas, con un máximo de 11 muertos en 1979. La mayoría de los aludes se producen durante el invierno y especialmente durante las nevadas y en las 24 horas siguientes. Cuando han caído 30 o más cm de nieve en laderas empinadas ya hay riesgo de avalancha. Con unos 70 cm de nieve el riesgo existe incluso en las zonas en las que normalmente no suelen haber aludes. Las avalanchas de invierno suelen ser de nieve seca y en polvo, pero también se producen aludes cuando el tiempo es soleado y caluroso, por ejemplo en primavera, y comienza a fundirse la nieve. El agua fundida favorece el deslizamiento de masa de nieve densa que pueden muy peligrosas para las personas y las construcciones. Otros factores como la intensidad de la nevada, el viento, los cambios de temperatura mientras nieva, las características del terreno y de la vegetación, etc. influyen en este fenómeno. La mejor defensa es la prudencia y la prevención. Conocer cual es el riesgo de alud antes de salir al monte en invierno o primavera es imprescindible para tomar las decisiones oportunas. Los servicios meteorológicos de las zonas de montaña suministran esta información. Además en las zonas con riesgo se suelen hacer defensas de distintos tipos para proteger construcciones y vías de comunicación. Asimismo se suele prohibir el paso por las zonas de más peligro y, es eficaz, provocar aludes controlados con explosivos en momentos oportunos. Para la protección de los automovilistas se han instalado detectores de ondas que captan el comienzo del alud en las zonas altas y transmite la señal a semáforos que cortan la circulación en los tramos de carretera amenazados. |
Tema8: Riesgos naturales >> Movimientos de tierras y aludes |
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