Producción de
alimentos
Según las famosas predicciones de Malthus la población
hambrienta debería ir aumentando en el mundo. Malthus pensaba que mientras la población
crecería exponencialmente, los alimentos y los recursos aumentarían en mucha menor
proporción y, por tanto, cada vez habría más diferencia entre la cantidad de alimento y
la población.
La realidad de los últimos decenios, en los que se ha dado el mayor
crecimiento demográfico de toda la historia humana, ha desmentido totalmente las
previsiones de Malthus. La producción de alimentos está aumentando desde los años 1950,
especialmente en los últimos 30 años, a un ritmo tan rápido que ha superado el
crecimiento de la población. A comienzos del decenio de 1960 la producción mundial de
alimentos para consumo humano era sólo de 2300 calorías por persona y día, cantidad que
estaba distribuida de forma muy desigual. En 1994 había pasado a ser 2710 calorías por
persona y día, suficientes para permitir la correcta nutrición de toda la población
humana, aunque al persistir todavía graves problemas de distribución de hecho
sigue habiendo muchos millones de personas que pasan hambre o están mal nutridas. Más de 800 millones de personas
del mundo en desarrollo sufren de desnutrición crónica. Entre ellos, la falta de
energía y proteínas esenciales resta fuerzas al cuerpo y a la mente, y disminuye la
esperanza de vida de unos 200 millones de niños.
Alimentos agrícolas
Se calcula que unas 80 000 especies de plantas son comestibles, pero
sólo usamos unas 100 de ellas que proporcionan alrededor del 90% del alimento que la
humanidad consume, bien sea directamente, comidas por las personas, o indirectamente,
sirviendo de alimento al ganado. De cuatro de ellas: trigo, arroz, maíz y patata
obtenemos más de la mitad de los alimentos agrícolas que consume toda la población
mundial.
La agricultura empezó hace unos 10 000 años, cuando los
hombres comenzaron a cultivar plantas o a esparcir semillas de las plantas de las que
obtenían alimento (cereales del tipo del trigo) alrededor de los lugares en los que
vivían. Las prácticas agrícolas fueron muy importantes para el desarrollo de la
sociedad humana. Obligaron a que el hombre, que hasta entonces había sido cazador y
recolector, con una forma de vida nómada, pasara a vivir en lugares fijos y así
comenzaron las primeras ciudades. Además, aumentó tanto el alimento disponible
que se dio el primer gran crecimiento de la población humana.
En una sociedad agrícola, cada cultivador produce alimento suficiente
no sólo para él mismo sino también para otras personas y esto hizo posible que algunas
personas se puedan dedicar a las artes, la religión o el comercio y que la organización
social se fuera haciendo más y más compleja. Con el paso de algunos milenios, hace unos
5000 a 6000 años, alrededor de ríos especialmente aptos para el cultivo, como el Nilo,
Eufrates, Tigris, etc., se fueron desarrollando las primeras grandes civilizaciones
en las que surgió la escritura y tuvieron un gran impulso las actividades culturales,
científicas, comerciales, etc.. Se formaron los primeros imperios y el éxito de la
agricultura fue tan claro que muy pocos grupos sociales han vuelto a las prácticas
cazadoras o recolectoras una vez que han desarrollado la actividad agrícola.
La gran mayoría de las especies que cultivamos en la actualidad fueron
domesticadas en los comienzos de la agricultura por nuestros remotos antepasados.
Pocas especies nuevas se han añadido aunque los cambios en las plantas agrícolas
sí han sido muy grandes. Por ejemplo las mazorcas de maíz que se han podido encontrar en
los más antiguos yacimientos arqueológicos, tienen entre dos y tres centímetros de
longitud. En la actualidad, después de un largo proceso de selección que lleva miles de
años, usamos variedades de maíz con mazorcas más de diez veces más largas que las
prehistóricas, de granos grandes y compactos y recubiertas por hojas que protegen los
granos. Todavía existe en praderas altas de México la hierba salvaje de maíz de la que
proceden las variedades que cultivamos en la actualidad, pero su aspecto es muy distinto
al del maíz evolucionado. Sus granos no están todos apretados y protegidos, sino al
revés, sueltos a lo largo de un tallo y sin cobertura de hojas.
Hasta hace un siglo la agricultura había ido sufriendo cambios poco a
poco, pero se seguía trabajando de una forma tradicional que, en lo esencial, era muy
parecida a la que se había venido empleando durante milenios. Algunas técnicas
especialmente útiles, como el regadío, sabemos que se empleaban ya hace unos 5000
años
En el último siglo, y especialmente en los últimos 50 años, los avances tecnológicos, biológicos y
químicos han supuesto un cambio enorme, una auténtica revolución.