Revolución verde
Desde 1950 la producción agrícola ha ido aumentando continuamente, a
un ritmo que ha superado con creces al muy importante aumento de la población, hasta
alcanzar una producción de calorías alimenticias que serían suficientes para toda la
humanidad, si estuvieran bien repartidas.
Este incremento se ha conseguido, principalmente, sin poner nuevas
tierras en cultivo, sino aumentando el rendimiento por superficie, es decir
consiguiendo mayor producción por cada hectárea cultivada. Es lo que se conoce como
revolución verde.
El aumento de productividad se ha conseguido con la difusión de
nuevas variedades de cultivo de alto rendimiento, unido a nuevas prácticas de cultivo
que usan grandes cantidades de fertilizantes, pesticidas y tractores
y otra maquinaria pesada.
Algunos de los logros más espectaculares de la revolución verde
fueron el desarrollo de variedades de trigo, arroz y maíz con las que se multiplicaba la
cantidad de grano que se podía obtener por hectárea. Cuando a lo largo de los años 1960
y1970 se fueron introduciendo estas mejoras en Latinoamérica y Asia, muchos países que
hasta entonces habían sido deficitarios en la producción de alimentos pasaron a ser
exportadores. Así la India, país que sufría el azote de periódicas hambrunas,
pasó a producir suficiente cereal para toda su población; Indonesia que tenía que
importar grandes cantidades de arroz se convirtió en país exportador, etc.
Problemas con la
revolución verde
Los beneficios traídos por la mejora agrícola de la llamada
Revolución Verde son indiscutibles, pero han surgido algunos problemas. Los dos más
importantes son los daños ambientales,
de los que trataremos con más detalle a continuación, y la gran cantidad de energía que hay que emplear
en este tipo de agricultura. Para mover los tractores y otras máquinas agrícolas se
necesita combustible; para construir presas, canales y sistemas de irrigación hay que
gastar energía; para fabricar fertilizantes y pesticidas se emplea petróleo; para
transportar y comerciar por todo el mundo con los productos agrícolas se consumen
combustibles fósiles. Se suele decir que la agricultura moderna es un gigantesco sistema
de conversión de energía, petróleo fundamentalmente, en alimentos.
Como es fácil de entender la agricultura actual exige fuertes
inversiones de capital y un planteamiento empresarial muy alejado del de la
agricultura tradicional. De hecho de aquí surgen algunos de los principales problemas de
la distribución de alimentos. El problema del hambre es un problema de pobreza. No es que
no haya capacidad de producir alimentos suficientes, sino que las personas más pobres del
planeta no tienen recursos para adquirirlos.
En la agricultura tradicional, también llamada de subsistencia, la
población se alimentaba de lo que se producía en la zona próxima a la que vivía. En el
momento actual el mercado es global y enormes cantidades de alimentos se exportan e
importan por todo el mundo.
Para los próximos decenios se prevé que si bien la producción
agrícola aumentará más rápidamente que la población mundial, este aumento será más
lento que el actual. Esta disminución refleja algunas tendencias positivas. En muchos
países la gente come hoy todo lo que desea, por lo que ya no hace falta aumentar la
producción. Pero también refleja la triste realidad de centenares de millones de
personas que necesitan desesperadamente más alimentos pero que no pueden comprarlos a los
precios que animarían a los agricultores a producir más.