Nació: 5 de Agosto de 1802 en Frindoe (cerca de Stavanger), Noruega
Murió: 6 de Abril de 1829 en Froland, Noruega
La vida de Abel estuvo marcada por la pobreza. A finales del siglo XVIII, Noruega pertenecía a Dinamarca. Dinamarca procuró permanecer neutral en las guerras Napoleónicas, pero Inglaterra, envalentonada por la victoria naval de Trafalgar, terminó por atacar por mar a Dinamarca y destruyó su flota (1807). Dinamarca entonces se unió en la alianza contra Inglaterra. La alianza bloqueó Inglaterra y ésta, bloqueó a Noruega. El doble bloqueo perjudicó muchísimo a Noruega y el pueblo noruego padeció hambre. Debido a este aislamiento, los noruegos comenzaron a pensar que les iría mejor independizarse de Dinamarca.
En 1809 hubo una hambruna en Noruega. En esta época el padre de Abel, que era pastor protestante, tuvo gran influencia en su pueblo organizando la comunidad para paliar los efectos de la hambruna. Esto le sirvió, años más tarde, para ser elegido representante local en el primer parlamento noruego.
En 1813 Suecia atacó Dinamarca y ésta acabó cediendo Noruega a Suecia. Los noruegos intentaron independizarse pero Suecia controló la revuelta y estableció un gobierno provisional en Oslo (por aquella época llamada Christiania).
El padre de Abel era un nacionalista que participaba activamente en la política, en 1814, participó en la redacción de la nueva constitución de Noruega. El abuelo de Abel era un pastor protestante, que murió cuando Abel tenía un año de edad. El padre de Abel sucedió en la vicaria a su padre, hasta que Abel tuvo 13 años. La madre de Abel era hija de un comerciante y naviero.
Abel, era el segundo hijo de siete. En 1815. Abel y su hermano mayor, fueron enviados a Oslo a la Escuela Catedral. Esta escuela había sido muy buena, pero cuando Abel llegó ya no lo era, porque los profesores buenos se habían ido a la reciente fundada Universidad de Oslo. Abel fue un estudiante normal, con talento en Matemáticas y Física.
En 1817 llegó a la escuela un nuevo profesor de matemáticas, Bernt Holmboe, que sería un gran amigo de Abel y su primer biografo y editor. El profesor anterior había sido cesado por pegar a un alumno tanto que le causó la muerte. Abel empezó a estudiar textos de nivel universitario y al cabo de un año de la llegada de este profesor, Abel empezó a leer los trabajos de Euler, Newton, y d'Alembert. Holmhoe estaba convencido que Abel tenía un gran talento para las matemáticas y le animó a estudiar los trabajos de Lagrange y Laplace. Abel destacaba en los estudios de matemáticas pero era un alumno normal en las otras asignaturas. Las peores notas las sacaba en caligrafía.
En 1820 murió el padre de Abel. La carrera política del padre de Abel había acabado de mala manera por su afición a la bebida y por haber hecho falsos cargos contra sus colegas del Parlamento. La muerte de su padre dejó una fuerte impresión en Abel que se convirtió en una persona taciturna. Abel no tenía dinero para continuar sus estudios y además tenía la responsabilidad de alimentar a su familia.
Holmhoe consiguió una beca para que Abel continuase sus estudios y recaudó dinero de sus colegas para que Abel entrase en la Universidad de Christiania en 1821 y se graduase en 1822.
En el último año en la escuela, Abel, comenzó a trabajar en la solución de las ecuaciones quínticas por radicales. Creyó que había resuelto el problema y le entegó el manuscrito a Homlhoe, que aunque no encontraba el fallo en la demostración, dudaba de que Abel lo hiese resuelto, por ello, envió el trabajo a otros profesores que tampoco encontraron el fallo y entonces lo enviaron a Ferdinand Degen, para su publicación en la Real Sociedad de Copenague. Deguen pidió a Abel que le enviase un ejemplo numérico y al tratar de resolver el ejemplo, Abel se dio cuenta del error.
En la universidad de Christiania, Abel encontró ayuda económica y ánimo en el profesor de astronomía, Christopher Hansteen. La esposa de Hansteen empezó a cuidar de Abel como si fuese un hijo. Cuentan, aunque más parece una leyenda que realidad, que un día, en clase de griego, Abel, que se pasaba las clases pensando en problemas de matemáticas se levantó excitado y al preguntarle el profesor qué le pasaba, gritó: ¡Lo tengo!, ¡lo tengo!. Otro profesor que le ayudó fue Soren Rasmussen. Rasmussen era profesor de trigonometría y álgebra y reconoció el talento de su alumno y le pagó el viaje a Copenhague y la estancia durante dos meses, en el verano de 1823 para que contactara con otros matemáticos.
Este viaje a Copenhague fue muy importante para Abel. Fue bien tratado, especialmente por sus tíos que tenían una buena posición social y economica, conoció a Ferdinand Degen, el único matemático de Copenague que le superaba, y a una joven que le atrajo, Christien Kemp, que se convirtió en su primera y única novia. En la biblioteca de Ferdinand Degen, Abel encontró el libro Ensayo sobre la teoría de números, de Legendre, este libro cautivó a Abel. Más tarde, ya de regreso a Oslo (Cristianía), Abel buscó en la biblioteca de la Universidad, encontró el libro de Legendre, Ejercicios de cálculo integral sobre diversos órdenes de transcendentes.
En 1823 Abel publicó, en la Revista sobre Ciencias Naturales, Soluciones de algunos problemas por medio de integrales definidas, que fue la primera solución de una ecuación integral, esa ecuación se conoce hoy como ecuación de Abel.
En 1824, Abel demostró la imposibilidad de resolver las ecuaciones quínticas por radicales. Publicó este trabajo en francés y a sus expensas de título Memoria sobre las ecuaciones algebraicas. Abel envió este trabajo a varios matemáticos incluido Gauss, a quien tenía pensado visitar en Göttingen.
En 1825, el gobierno noruego, a instancia de varios profesores de la Universidad, le concedió una beca para que pudiese visitar a los grandes matemáticos de la época. En Copenague, Abel consiguió una carta de presentación para Crelle, un matemático de Berlín. Abel y Crelle se hicieron grandes amigos. Crelle estaba preparando la publicación de una revista matemática y encargó a Abel una versión sencilla de su demostración de la imposibilidad de resolver por radicales, ecuaciones quínticas.
En 1827 se publicó el primer número de la revista de Crelle que incluía el trabajo de Abel, Recherches sur les fonctions elliptiques, y otros seis trabajos de Abel. La revista de Crelle continuó publicando trabajos de Abel y éste empezó a trabajar en establecer con rigor las bases del Análisis.
El viaje de Abel concluyó, después de varias peripecias en Paris, donde presentó a la Academia un trabajo sobre funciones transcendentales. Cauchy y Legendre fueron los encargados de examinar el trabajo y Abel permaneció en Paris, durante varios meses, en los que pasó muchas penalidades que dejaron su salud en muy mal estado. A finales de 1826, Abel regresó a Berlín, donde le prestaron dinero y continuó trabajando en las funciones elípticas.
Crelle trató de persuadir a Abel de que se quedase en Berlín y le ofreció el puesto de editor de su revista, pero Abel no aceptó porque quería casarse y regresó a Noruega.
En mayo de 1827 llegó a Oslo y fue recompensado con una pequeña cantidad de dinero, si bien, la Universidad se reservó el derecho de recuperar el dinero de los salarios futuros de Abel. Para conseguir más dinero Abel dio clases a escolares y su prometida se empleó como institutriz en una familia amiga de Abel en Froland. La situación económica de Abel mejoró al ocupar el puesto de Hansteen en la Universidad y en la Academia militar.
En 1828 Abel vio un trabajo de Jacobi sobre transformaciones de integrales elípticas. Abel se dio cuenta que los resultados de Jacobi, eran consecuencia de su trabajo. En esta época, Abel estaba trabajando en determinar qué ecuaciones algebraicas eran resolubles por radicales, pero el trabajo de Jacobi hizo que volviese a sus trabajos sobre las funciones elípticas.
La salud de Abel continuó deteriorándose. Pasó el verano de 1828 con su novia en Froland. El trabajo que había enviado a la Academia de Paris, se había perdido y tuvo que rehacerlo. Este trabajo sólo tenía dos páginas pero quizá sea el más importante de los muchos trabajos de Abel.
En las navidades de 1828, volvió a visitar a su prometida en Froland. Su salud era muy mala. Crelle había redoblado sus esfuerzos para conseguirle un puesto en Berlin y le envió una carta el 8 de abril de 1829 comunicándole que lo había conseguido, pero Abel había muerto el 6 de abril.
La memoria que Abel había presentado a la Academia de París fue encontrada por Cauchy en 1830 y fue publicada en 1841, desapareció de nuevo y fue encontrada en 1952 en Florencia.