Desastre ambiental en el Mar de Aral
En el Asia Central entre Uzbekistan y Kazakhstan,
en una región de clima muy seco, se encuentra el mar de Aral. Hasta
1960 era un gigantesco lago de agua dulce alimentado por los ríos
Amu Daria y Syr Daria.
Todo este territorio formaba parte de la antigua Unión
Soviética y, entre 1954 y 1960, los jerarcas de Moscú, dirigidos
en aquella época por Nikita Kruschev, ordenaron la construcción
de un gran canal de 500 km de longitud que tomaba un tercio del agua del
Amu Daria y la distribuía en una gran cuenca de irrigación
de campos de algodón. Su objetivo era no depender de Estados Unidos
o de otros países en la producción de algodón.
Con el paso de los años fueron captando cada vez
más agua de los dos afluentes del mar de Aral para dedicarla al
riego hasta reducir a un hilo de agua la aportación de estos ríos
al mar. Esto ha provocado que el volumen de agua haya disminuido en un
70%, y el área ocupada por el lago es ahora la mitad de la original.
Casi 30 000 km2 de lo que antes era fondo del mar se han convertido
en arenales desérticos y algunos de los pueblos de pescadores han
quedado a 60 km de la orilla del agua.
Conforme se ha ido evaporando el agua, el mar de Aral
se ha hecho más y más salado. Todas las especies naturales
de peces han desaparecido, arruinándose la industria pesquera que,
en épocas anteriores, daba empleo a más de 60 000 personas.
Cuando se puso en marcha el sistema de riego la agricultura
floreció, pero, a medio plazo, han surgido importantes problemas,
además de la desecación del mar. Las grandes cantidades de
insecticidas y fertilizantes que exige el cultivo del algodón acaban
siendo arrastrados a lo que queda del Aral, contaminando sus aguas hasta
el punto de hacerlas muy peligrosas. Los casos de hepatitis, cáncer
de garganta y de otros tipos, infecciones intestinales y enfermedades respiratorias
y de los ojos, se han multiplicado en la zona hasta niveles siete veces
superiores a los que había antes de 1960. En este lugar también
tienen la mayor tasa de mortalidad infantil de toda la antigua URSS.
Por otra parte, el riego ha provocado que suba el nivel
freático en toda la cuenca del Aral y muchos km2 de terreno
han quedado anegados o están sufriendo una creciente salinización.
También el clima semiárido de la zona se ha visto afectado,
porque la masa de agua del Aral amortiguaba térmicamente las grandes
oscilaciones de temperatura entre invierno y verano. Al disminuir esta
cantidad de agua el clima se ha hecho más extremo y también
ha disminuido la lluvia. Como consecuencia de todo esto se ha producido
un apreciable descenso en los rendimientos de los cultivos.
La Unión Soviética no quiso reconocer la
existencia de este importante problema ambiental hasta mediados de la década
de 1980, cuando con Gorbachev en el poder comenzó una tímida
apertura hacia la libertad informativa y el reconocimiento de los hechos.
Desde entonces se estudian medidas para intentar reducir este desastre.
Una de las medidas propone desviar los ríos siberianos
Ob e Irtish, que ahora desembocan en el Artico, y canalizarlos 2400 km
hacia el sur, para alimentar la cuenca del Aral. Este proyecto ha sido
rechazado en varias ocasiones tanto por su enorme coste como por los problemas
ambientales que podría generar. Algunos científicos temen
que el quitar del Artico las relativamente menos frías aguas que
estos ríos le aportan podría cambiar la temperatura y la
salinidad de ese océano, provocando importantes cambios climáticos
locales que podrían tener incluso repercusiones en el clima de todo
el planeta.
Otras medidas menos ambiciosas, pero seguramente más
prácticas, son cobrar más a los agricultores por elgua de
riego para evitar el desperdicio, poner cultivos que necesiten menos agua,
usar riego gota a gota, plantar cinturones de bosque que protejan y amortigüen,
etc.
En 1990 se firmó un acuerdo entre los países
de la zona y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
para salvar el mar de Aral. Está por ver que se pueda poner en marcha
con eficacia porque exige grandes inversiones económicas y los países
de la antigua Unión Soviética han quedado sumidos en una
grave crisis social y económica después de sus años
de comunismo. |