Mateo
Los mensajeros de Juan el Bautista
11 Aconteció que, cuando
Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a
enseñar y a predicar en las ciudades de ellos.
2 Ahora bien, cuando oyó Juan en la cárcel de los
hechos de Cristo, envió a él por medio de sus discípulos, 3 y
le dijo:
-¿Eres tú aquel que ha de venir, o esperaremos a otro?
4 Y respondiendo Jesús les dijo:
-Id y haced saber a Juan las cosas
que oís y veis: 5 Los
ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son hechos limpios, los sordos
oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres se les anuncia el
evangelio. 6 Y
bienaventurado es el que no toma ofensa en mí.
Jesús testifica de Juan el Bautista
7 Mientras ellos se iban, Jesús comenzó a hablar de Juan a
las multitudes: "¿Qué salisteis a ver en el
desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 8
Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre
vestido de ropa delicada? He aquí, los que se visten con ropa delicada
están en los palacios de los reyes. 9
Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta?
¡Sí, os digo, y más que profeta! 10
Este es aquel de quien está escrito:
He aquí yo envío mi mensajero
delante de tu rostro,
quien preparará tu camino
delante de ti.
11 De cierto os digo que
no se ha levantado entre los nacidos de mujer ningún otro mayor que Juan
el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es
mayor que él. 12 Desde
los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre
violencia, y los violentos se apoderan de él. 13
Porque todos los Profetas y la Ley
profetizaron hasta Juan. 14
Y si lo queréis recibir, él es el Elías que
había de venir. 15 El que
tiene oídos, oiga.
16 "Pero, ¿a qué compararé
esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las
plazas y dan voces a sus compañeros, 17
diciendo:
’Os tocamos la flauta,
y no bailasteis;
entonamos canciones de duelo
y no lamentasteis.’
18 Porque vino Juan, que
no comía ni bebía, y dicen: ’Tiene demonio.’ 19
Y vino el Hijo del Hombre, que come y bebe,
y dicen: ’He aquí un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de
publicanos y de pecadores.’ Pero la sabiduría es justificada por sus
hechos."
Ayes sobre las ciudades
20 Entonces comenzó a reprender a las ciudades en las cuales
se realizaron muchos de sus hechos poderosos, porque no se habían
arrepentido: 21 "¡Ay de ti,
Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si se hubieran realizado en Tiro y
en Sidón los hechos poderosos que se realizaron en vosotras, ya hace
tiempo se habrían arrepentido en saco y ceniza. 22
Pero os digo que en el día del juicio el
castigo para Tiro y Sidón será más tolerable que para vosotras.
23 "Y tú, Capernaúm, ¿serás
exaltada hasta el cielo? ¡Hasta el Hades serás hundida! Porque si entre
los de Sodoma se hubieran realizado los hechos poderosos que se
realizaron en ti, habrían permanecido hasta hoy. 24
Pero os digo que en el día del juicio el
castigo será más tolerable para la tierra de Sodoma, que para ti."
Jesús ofrece descanso para el alma
25 En aquel tiempo Jesús respondió y dijo:
"Te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de
la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos,
y las has revelado a los niños. 26
Sí, Padre, porque así te agradó.
27 "Todas las cosas me han
sido entregadas por mi Padre. Nadie conoce bien al Hijo, sino el Padre.
Nadie conoce bien al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo lo
quiera revelar.
28 "Venid a mí, todos los
que estáis fatigados y cargados, y yo os haré descansar. 29
Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso
para vuestras almas. 30
Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga."
Jesús: Señor del sábado
12 En ese tiempo, Jesús
pasó por los sembrados en sábado. Sus discípulos tuvieron hambre y
comenzaron a arrancar espigas y a comer. 2 Y al verlo los
fariseos, le dijeron:
-Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el sábado.
3 El les dijo:
-¿No habéis leído qué hizo David
cuando tuvo hambre él y los que estaban con él; 4
cómo entró en la casa de Dios y comieron
los panes de la Presencia, cosa que no les era lícito comer ni a él ni a
los que estaban con él, sino sólo a los sacerdotes? 5
¿Tampoco habéis leído en la ley que en los
sábados los sacerdotes en el templo profanan el sábado y quedan sin
culpa? 6 Pero os digo que
uno mayor que el templo está aquí. 7
Si hubierais conocido qué significa
Misericordia quiero y no sacrificio, no habríais condenado a los que
no tienen culpa. 8 Porque
el Hijo del Hombre es Señor del sábado.
El hombre de la mano paralizada
9 Partió de allí y fue a la sinagoga de ellos. 10
Y he aquí había un hombre que tenía la mano paralizada; y para acusar a
Jesús, le preguntaron diciendo:
-¿Es lícito sanar en sábado?
11 Pero él les dijo:
-¿Qué hombre hay entre vosotros que
tenga una oveja, que si ésta cae en un pozo en sábado, no le echará mano
y la sacará? 12 Pues, ¡cuánto
más vale un hombre que una oveja! De manera que es lícito hacer bien en
sábado.
13 Entonces dijo a aquel hombre:
-Extiende tu mano.
El la extendió, y su mano fue restaurada sana como la otra.
14 Pero saliendo los fariseos, tomaron consejo contra él, cómo
destruirlo.
Jesús: el Siervo del Señor
15 Como Jesús lo supo, se apartó de allí. Le siguió mucha
gente, y a todos los sanó. 16 Y les mandó rigurosamente que
no lo dieran a conocer, 17 para que se cumpliese lo dicho por
medio del profeta Isaías, que dijo:
18 He aquí mi siervo,
a quien he escogido;
mi amado,
en quien se complace mi alma.
Pondré mi Espíritu sobre él,
y anunciará juicio a las naciones.
19 No contenderá, ni dará voces;
ni oirá nadie su voz en las plazas.
20 La caña cascada no quebrará,
y la mecha que humea no apagará,
hasta que saque a triunfo el juicio.
21 Y en su nombre las naciones
pondrán su esperanza.
Por quién Jesús echa fuera demonios
22 Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y
le sanó, de manera que el mudo hablaba y veía. 23 Toda la
gente estaba atónita y decía:
-¿Acaso será éste el Hijo de David?
24 Pero al oírlo, los fariseos dijeron:
-Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebul, el príncipe
de los demonios.
25 Pero como Jesús conocía sus pensamientos, les dijo:
-Todo reino dividido contra sí mismo
está arruinado. Y ninguna ciudad o casa dividida contra sí misma
permanecerá. 26 Y si
Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido. ¿Cómo, pues,
permanecerá en pie su reino? 27
Y si yo echo fuera los demonios por
Beelzebul, ¿por quién los echan fuera vuestros hijos? Por tanto, ellos
serán vuestros jueces. 28
Pero si por el Espíritu de Dios yo echo
fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.
29 Porque, ¿cómo puede alguien
entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes a menos que
primero ate al hombre fuerte? Y entonces saqueará su casa.
30 El que no está conmigo, contra mí
está; y el que conmigo no recoge, desparrama.
31 »Por esto os digo que
todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia
contra el Espíritu no será perdonada. 32
Y a cualquiera que diga palabra contra el
Hijo del Hombre le será perdonado; pero a cualquiera que hable contra el
Espíritu Santo no le será perdonado, ni en este mundo, ni en el venidero.
El árbol es conocido por su fruto
33 »O haced bueno el árbol y
bueno su fruto, o haced malo el árbol y malo su fruto; porque el árbol
es conocido por su fruto. 34
¡Generación de víboras! ¿Cómo podréis
vosotros, siendo malos, hablar cosas buenas? Porque de la abundancia del
corazón habla la boca. 35
El hombre bueno del buen tesoro saca cosas
buenas, y el hombre malo del mal tesoro saca cosas malas. 36
Pero yo os digo que en el día del
juicio los hombres darán cuenta de toda palabra ociosa que hablen.
37 Porque por tus palabras serás
justificado, y por tus palabras serás condenado.
Jesús se niega a hacer señales
38 Entonces le respondieron algunos de los escribas y de los
fariseos, diciendo:
-Maestro, deseamos ver de ti una señal.
39 El respondió y les dijo:
-Una generación malvada y adúltera
demanda señal, pero no le será dada ninguna señal, sino la señal del
profeta Jonás. 40 Porque
así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran
pez, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres
días y tres noches. 41
Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación
y la condenarán, porque ellos se arrepintieron ante la proclamación de
Jonás. ¡Y he aquí uno mayor que Jonás está en este lugar! 42
La reina del Sur se levantará en el
juicio contra esta generación y la condenará, porque vino de los
confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón. ¡Y he aquí uno
mayor que Salomón está en este lugar!
El espíritu inmundo que regresa
43 »Cuando el espíritu inmundo
ha salido del hombre, anda por lugares secos buscando reposo, y no lo
encuentra. 44 Entonces
dice: "Volveré a mi casa de donde salí." Cuando regresa, la halla
desocupada, barrida y adornada. 45
Entonces va y trae consigo otros siete
espíritus peores que él. Y después de entrar, habitan allí; y el estado
final de aquel hombre llega a ser peor que el primero. Así también
sucederá a esta perversa generación.
La familia de Jesús
46 Mientras todavía hablaba a la gente, he aquí su madre y
sus hermanos estaban afuera, buscando hablar con él. 47 Y
alguien le dijo:
-Mira, tu madre y tus hermanos están afuera, buscando hablar
contigo.
48 Pero Jesús respondió al que hablaba con él y dijo:
-¿Quién es mi madre y quiénes son mis
hermanos?
49 Entonces extendió su mano hacia sus discípulos y
dijo:
-¡He aquí mi madre y mis hermanos!
50 Porque cualquiera que hace la
voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi
hermana y mi madre.
Parábola del sembrador
13 Aquel día Jesús salió de
la casa y se sentó junto al mar. 2 Y se le acercó mucha gente,
de manera que él entró en una barca para sentarse, y toda la multitud
estaba de pie en la playa.
3 Entonces les habló muchas cosas en parábolas,
diciendo: "He aquí un sembrador salió a
sembrar. 4 Mientras él
sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves
y la devoraron. 5 Y otra
parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó
rápidamente, porque la tierra no era profunda. 6
Pero cuando salió el sol, se quemó; y
porque no tenía raíz, se secó. 7
Y otra parte cayó entre los espinos. Los
espinos crecieron y la ahogaron. 8
Y otra parte cayó en buena tierra y dio
fruto, una a ciento, otra a sesenta y otra a treinta por uno.
9 El que tiene oídos, que oiga."
El propósito de las parábolas
10 Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron:
-¿Por qué les hablas por parábolas?
11 Y él respondiendo les dijo:
-Porque a vosotros se os ha concedido
conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no se les ha
concedido. 12 Porque al
que tiene, le será dado, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que
tiene le será quitado. 13
Por esto les hablo por parábolas; porque
viendo no ven, y oyendo no oyen, ni tampoco entienden. 14
Además, se cumple en ellos la
profecía de Isaías, que dice:
De oído oiréis, y nunca
entenderéis;
y mirando miraréis, y nunca veréis.
15 Porque el corazón de
este pueblo
se ha vuelto insensible,
y con los oídos han oído
torpemente.
Han cerrado sus ojos
para que no vean con los ojos,
ni oigan con los oídos,
ni entiendan con el corazón,
ni se conviertan. Y yo los sanaré.
16 Pero ¡bienaventurados
vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen! 17
Porque de cierto os digo que muchos
profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que
oís y no lo oyeron.
La parábola del sembrador explicada
18 »Vosotros, pues, oíd la
parábola del sembrador. 19
Cuando alguien oye la palabra del reino y
no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que fue sembrado en su
corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. 20
Y el que fue sembrado en pedregales
es el que oye la palabra y en seguida la recibe con gozo; 21
pero no tiene raíz en sí, sino que es
de poca duración, y cuando viene la aflicción o la persecución por causa
de la palabra, en seguida tropieza. 22
Y el que fue sembrado en espinos, éste es
el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y el engaño
de las riquezas ahogan la palabra, y queda sin fruto. 23
Pero el que fue sembrado en buena
tierra, éste es el que oye la palabra y la entiende, el que de veras
lleva fruto y produce, uno a ciento, otro a sesenta, y otro a treinta
por uno.
Parábola del trigo y la cizaña
24 Les presentó otra parábola diciendo:
"El reino de los cielos es semejante a un
hombre que sembró buena semilla en su campo. 25
Pero mientras dormían los hombres, vino su
enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26
Cuando brotó la hierba y produjo fruto,
entonces apareció también la cizaña. 27
Se acercaron los siervos al dueño del campo
y le preguntaron: ’Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De
dónde, pues, tiene cizaña?’ 28
Y él les dijo: ’Un hombre enemigo ha hecho
esto.’ Los siervos le dijeron: ’Entonces, ¿quieres que vayamos y la
recojamos?’ 29 Pero él
dijo: ’No; no sea que al recoger la cizaña arranquéis con ella el trigo.
30 Dejad crecer a ambos hasta la
siega. Cuando llegue el tiempo de la siega, yo diré a los segadores:
Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla. Pero reunid
el trigo en mi granero.’ "
Parábola del grano de mostaza
31 Les presentó otra parábola diciendo:
"El reino de los cielos es semejante al
grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo. 32
Esta es la más pequeña de todas las
semillas; pero cuando crece, es la más grande de las hortalizas y se
convierte en árbol, de modo que vienen las aves del cielo y hacen nidos
en sus ramas."
Parábola de la levadura
33 Les dijo otra parábola: "El
reino de los cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y
escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudado."
Las parábolas y las profecías
34 Todo esto habló Jesús en parábolas a las multitudes y sin
parábolas no les hablaba, 35 de manera que se cumplió lo
dicho por medio del profeta diciendo:
Abriré mi boca con parábolas;
publicaré cosas que han estado ocultas
desde la fundación del mundo.
La parábola de la cizaña explicada
36 Entonces, una vez despedida la multitud, volvió a casa. Y
sus discípulos se acercaron a él diciendo:
-Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
37 Y respondiendo él dijo:
-El que siembra la buena semilla es
el Hijo del Hombre. 38 El
campo es el mundo. La buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña
son los hijos del maligno. 39
El enemigo que la sembró es el diablo. La
siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
40 De manera que como la cizaña es
recogida y quemada en el fuego, así será el fin del mundo.
41 El Hijo del Hombre enviará a sus
ángeles, y recogerán de su reino a todos los que causan tropiezos y a
los que hacen maldad, 42
y los echarán en el horno de fuego. Allí habrá llanto y crujir de
dientes. 43 Entonces los
justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene
oídos, que oiga.
Parábolas: el tesoro, la perla y la red
44 »El reino de los cielos es
semejante a un tesoro escondido en el campo, que un hombre descubrió y
luego escondió. Y con regocijo va, vende todo lo que tiene y compra
aquel campo.
45 »Además, el reino de
los cielos es semejante a un comerciante que buscaba perlas finas.
46 Y habiendo encontrado una
perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.
47 »Asimismo, el reino de
los cielos es semejante a una red que fue echada en el mar y juntó toda
clase de peces. 48 Cuando
estuvo llena, la sacaron a la playa. Y sentados recogieron lo bueno en
cestas y echaron fuera lo malo. 49
Así será el fin del mundo: Saldrán los
ángeles y apartarán a los malos de entre los justos, 50
y los echarán en el horno de fuego.
Allí habrá llanto y crujir de dientes.
51 »¿Habéis entendido
todas estas cosas?
Ellos le dijeron:
-Sí.
52 El les dijo:
-Por eso, todo escriba instruido en
el reino de los cielos es semejante a un padre de familia que saca de su
tesoro cosas nuevas y viejas.
Jesús es rechazado en Nazaret
53 Aconteció que cuando Jesús terminó estas parábolas, partió
de allí. 54 Vino a su tierra y les enseñaba en su sinagoga,
de manera que ellos estaban atónitos y decían:
-¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? 55
¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y
sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? 56 ¿No están todas
sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, le vienen a éste todas estas
cosas?
57 Se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo:
-No hay profeta sin honra sino en su
propia tierra y en su casa.
58 Y no hizo allí muchos milagros a causa de la
incredulidad de ellos.
La muerte de Juan el Bautista
14 En aquel tiempo, Herodes
el tetrarca oyó la fama de Jesús 2 y dijo a sus criados: "¡Este
es Juan el Bautista! El ha resucitado de los muertos; por esta razón
operan estos poderes en él."
3 Porque Herodes había prendido a Juan, le había atado
con cadenas y puesto en la cárcel por causa de Herodía, la mujer de su
hermano Felipe. 4 Porque Juan le decía: "No te es lícito
tenerla por mujer." 5 Y aunque Herodes quería matarlo, temió
al pueblo; porque le tenían por profeta.
6 Pero cuando se celebró el cumpleaños de Herodes, la
hija de Herodía danzó en medio y agradó a Herodes, 7 por lo
cual él se comprometió bajo juramento a darle lo que ella pidiera.
8 Ella, instigada por su madre, dijo: "Dame aquí en un plato la
cabeza de Juan el Bautista."
9 Entonces el rey se entristeció; pero a causa del
juramento y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se la diesen.
10 Mandó decapitar a Juan en la cárcel. 11 Y su
cabeza fue traída en un plato y fue dada a la muchacha, y ella la
presentó a su madre.
12 Entonces llegaron sus discípulos, tomaron el cuerpo
y lo enterraron. Luego fueron y se lo contaron a Jesús.
Jesús alimenta a cinco mil
13 Al oírlo, Jesús se apartó de allí en una barca a un lugar
desierto y apartado. Cuando las multitudes oyeron esto, le siguieron a
pie desde las ciudades. 14 Cuando Jesús salió, vio la gran
multitud y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que entre ellos estaban
enfermos. 15 Al atardecer, sus discípulos se acercaron a él y
le dijeron:
-El lugar es desierto, y la hora ya avanzada. Despide a la gente
para que vayan a las aldeas y compren para sí algo de comer.
16 Pero Jesús les dijo:
-No tienen necesidad de irse. Dadles
vosotros de comer.
17 Entonces ellos dijeron:
-No tenemos aquí sino cinco panes y dos pescados.
18 El les dijo:
-Traédmelos acá.
19 Luego mandó que la gente se recostara sobre la
hierba. Tomó los cinco panes y los dos pescados, y alzando los ojos al
cielo, los bendijo. Después de partirlos, dio los panes a sus discípulos,
y ellos a la gente. 20 Todos comieron y se saciaron, y se
recogieron doce canastas llenas de lo que sobró de los pedazos. 21
Los que comieron eran como cinco mil hombres, sin contar las
mujeres y los niños.
Jesús camina sobre el agua
22 Y en seguida Jesús obligó a sus discípulos a entrar en la
barca e ir delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a las
multitudes. 23 Una vez despedida la gente, subió al monte
para orar a solas; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. 24
La barca ya quedaba a gran distancia de la tierra, azotada por las
olas, porque el viento era contrario. 25 Y a la cuarta
vigilia de la noche, Jesús fue a ellos caminando sobre el mar. 26
Pero cuando los discípulos le vieron caminando sobre el mar, se
turbaron diciendo:
-¡Un fantasma!
Y gritaron de miedo. 27 En seguida Jesús les habló
diciendo:
-¡Tened ánimo! ¡Yo soy! ¡No temáis!
28 Entonces le respondió Pedro y dijo:
-Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
29 Y él dijo:
-Ven.
Pedro descendió de la barca y caminó sobre las aguas, y fue hacia
Jesús. 30 Pero al ver el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó
a hundirse. Entonces gritó diciendo:
-¡Señor, sálvame!
31 De inmediato Jesús extendió la mano, le sostuvo y le
dijo:
-¡Oh hombre de poca fe! ¿Por qué
dudaste?
32 Cuando ellos subieron a la barca, se calmó el viento.
33 Entonces los que estaban en la barca le adoraron diciendo:
-¡Verdaderamente eres Hijo de Dios!
Jesús sana a muchos en Genesaret
34 Cuando cruzaron a la otra orilla, llegaron a la tierra de
Genesaret. 35 Y cuando los hombres de aquel lugar le
reconocieron, mandaron a decirlo por toda aquella región, y trajeron a
él todos los que estaban enfermos. 36 Y le rogaban que sólo
pudiesen tocar el borde de su manto, y todos los que tocaron quedaron
sanos.
Lo que contamina al hombre
15 Entonces se acercaron a
Jesús unos fariseos y escribas de Jerusalén, diciendo:
2 -¿Por qué quebrantan tus discípulos la tradición de
los ancianos? Pues no se lavan las manos cuando comen pan.
3 El les respondió diciendo:
-¿Por qué también vosotros
quebrantáis el mandamiento de Dios por causa de vuestra tradición?
4 Porque Dios dijo: Honra a
tu padre y a tu madre, y El que maldiga a su padre o a su madre
muera irremisiblemente. 5
Pero vosotros decís que cualquiera que diga
a su padre o a su madre: "Aquello con que hubieras sido beneficiado es
mi ofrenda a Dios", 6 no
debe honrar a su padre.
»Así habéis invalidado la palabra de Dios por causa de vuestra
tradición. 7 ¡Hipócritas! Bien
profetizó Isaías de vosotros diciendo:
8 Este pueblo me honra
de labios,
pero su corazón está lejos de mí.
9 Y en vano me rinden
culto,
enseñando como doctrina
los mandamientos de hombres.
10 Entonces, llamando a sí a la multitud, les dijo:
-¡Oíd y entended! 11
Lo que entra en la boca no contamina
al hombre; sino lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.
12 Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron:
-¿Sabes que los fariseos se ofendieron al oír esas palabras?
13 Pero él respondió y dijo:
-Toda planta que no plantó mi Padre
celestial será desarraigada. 14
Dejadlos. Son ciegos guías de ciegos. Pero
si el ciego guía al ciego, ambos caerán en el hoyo.
15 Respondió Pedro y le dijo:
-Explícanos esta parábola.
16 Jesús dijo:
-¿También vosotros carecéis de
entendimiento? 17 ¿No
entendéis que todo lo que entra en la boca va al estómago y sale a la
letrina? 18 Pero lo que
sale de la boca viene del corazón, y eso contamina al hombre.
19 Porque del corazón salen los
malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las inmoralidades
sexuales, los robos, los falsos testimonios y las blasfemias.
20 Estas cosas son las que
contaminan al hombre, pero el comer sin lavarse las manos no contamina
al hombre.
La fe de una mujer extranjera
21 Cuando Jesús salió de allí, se fue a las regiones de Tiro
y de Sidón. 22 Entonces una mujer cananea que había salido de
aquellas regiones, clamaba diciendo:
-¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es
gravemente atormentada por un demonio.
23 Pero él no le respondía palabra. Entonces se
acercaron sus discípulos y le rogaron diciendo:
-Despídela, pues grita tras nosotros.
24 Y respondiendo dijo:
-Yo no he sido enviado sino a las
ovejas perdidas de la casa de Israel.
25 Entonces ella vino y se postró delante de él
diciéndole:
-¡Señor, socórreme!
26 El le respondió diciendo:
-No es bueno tomar el pan de los
hijos y echarlo a los perritos.
27 Y ella dijo:
-Sí, Señor. Pero aun los perritos comen de las migajas que caen de
la mesa de sus dueños.
28 Entonces respondió Jesús y le dijo:
-¡Oh mujer, grande es tu fe! Sea
hecho contigo como quieres.
Y su hija fue sana desde aquella hora.
Otros milagros de Jesús
29 Cuando Jesús partió de allí, fue junto al mar de Galilea,
y subiendo al monte se sentó allí. 30 Entonces se acercaron a
él grandes multitudes que tenían consigo cojos, ciegos, mancos, mudos y
muchos otros enfermos. Los pusieron a los pies de Jesús, y él los sanó;
31 de manera que la gente se maravillaba al ver a los mudos
hablar, a los mancos sanos, a los cojos andar y a los ciegos ver. Y
glorificaban al Dios de Israel.
Jesús alimenta a cuatro mil
32 Jesús llamó a sus discípulos y dijo:
-Tengo compasión de la multitud,
porque ya hace tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer.
No quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino.
33 Entonces sus discípulos le dijeron:
-¿De dónde conseguiremos nosotros tantos panes en un lugar
desierto, como para saciar a una multitud tan grande?
34 Jesús les dijo:
-¿Cuántos panes tenéis?
Ellos dijeron:
-Siete, y unos pocos pescaditos.
35 Entonces él mandó a la multitud que se recostase
sobre la tierra. 36 Tomó los siete panes y los pescaditos, y
habiendo dado gracias los partió e iba dando a los discípulos, y los
discípulos a las multitudes. 37 Todos comieron y se saciaron,
y recogieron siete cestas llenas de lo que sobró de los pedazos. 38
Los que comían eran cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y
los niños. 39 Entonces, una vez despedida la gente, subió en
la barca y se fue a las regiones de Magdala.
Los fariseos y saduceos piden señales
16 Se acercaron los
fariseos y los saduceos, y para probarle le pidieron que les mostrase
una señal del cielo. 2 Pero él les respondió diciendo:
"Al atardecer decís: ’Hará buen tiempo,
porque el cielo está enrojecido’; 3
y al amanecer decís: ’Hoy habrá tempestad,
porque el cielo está enrojecido y sombrío.’ Sabéis discernir el aspecto
del cielo, pero no podéis discernir las señales de los tiempos.
4 Una generación malvada y
adúltera pide señal, pero no le será dada ninguna señal, sino la señal
de Jonás."
Y dejándolos se fue.
Levadura de los fariseos y saduceos
5 Cuando los discípulos cruzaron a la otra orilla, se
olvidaron de tomar consigo pan. 6 Entonces Jesús les dijo:
-Mirad, guardaos de la levadura de
los fariseos y de los saduceos.
7 Ellos discutían entre sí, diciendo:
-Es porque no trajimos pan.
8 Pero como Jesús lo entendió, les dijo:
-¿Por qué discutís entre vosotros que
no tenéis pan, hombres de poca fe? 9
¿Todavía no entendéis, ni os acordáis de
los cinco panes para los cinco mil hombres, y cuántas canastas
recogisteis? 10 ¿Ni
tampoco de los siete panes para los cuatro mil y cuántas cestas
recogisteis? 11 ¿Cómo es
que no entendéis que no os hablé del pan? ¡Pero guardaos de la levadura
de los fariseos y de los saduceos!
12 Entonces entendieron que no les habló de guardarse
de la levadura del pan, sino más bien de la doctrina de los fariseos y
de los saduceos.
La confesión de Pedro
13 Cuando llegó Jesús a las regiones de Cesarea de Filipo,
preguntó a sus discípulos diciendo:
-¿Quién dicen los hombres que es el
Hijo del Hombre?
14 Ellos dijeron:
-Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o uno de
los profetas.
15 Les dijo:
-Pero vosotros, ¿quién decís que soy
yo?
16 Respondió Simón Pedro y dijo:
-¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!
17 Entonces Jesús respondió y le dijo:
-Bienaventurado eres, Simón hijo de
Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en
los cielos. 18 Mas yo
también te digo que tú eres Pedro; y sobre esta roca edificaré mi
iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
19 A ti te daré las llaves del
reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra habrá sido atado en
el cielo, y lo que desates en la tierra habrá sido desatado en los
cielos.
20 Entonces mandó a los discípulos que no dijesen a
nadie que él era el Cristo.
Jesús anuncia su muerte y victoria
21 Desde entonces, Jesús comenzó a explicar a sus discípulos
que le era preciso ir a Jerusalén y padecer mucho de parte de los
ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto,
y resucitar al tercer día. 22 Pedro le tomó aparte y comenzó
a reprenderle diciendo:
-Señor, ten compasión de ti mismo. ¡Jamás te suceda esto!
23 Entonces él volviéndose, dijo a Pedro:
-¡Quítate de delante de mí, Satanás!
Me eres tropiezo, porque no piensas en las cosas de Dios, sino en las de
los hombres.
Condiciones para seguir a Jesús
24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
-Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. 25
Porque el que quiera salvar su vida la
perderá, y el que pierda su vida por causa de mí la hallará.
26 Pues, ¿de qué le sirve al hombre
si gana el mundo entero y pierde su alma? ¿O qué dará el hombre en
rescate por su alma? 27
Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus
ángeles, y entonces recompensará a cada uno conforme a sus hechos.
28 »De cierto os digo que
hay algunos que están aquí, que no probarán la muerte hasta que hayan
visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.
La transfiguración
17 Seis días después, Jesús
tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y les hizo subir
aparte a un monte alto. 2 Y fue transfigurado delante de
ellos. Su cara resplandeció como el sol, y sus vestiduras se hicieron
blancas como la luz. 3 Y he aquí les aparecieron Moisés y
Elías, hablando con él.
4 Entonces intervino Pedro y dijo a Jesús:
-Señor, bueno es que nosotros estemos aquí. Si quieres, yo
levantaré aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías.
5 Mientras él aún hablaba, de pronto una nube brillante
les hizo sombra, y he aquí salió una voz de la nube diciendo: "Este es
mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. A él oíd."
6 Al oír esto, los discípulos se postraron sobre sus
rostros y temieron en gran manera. 7 Entonces Jesús se
acercó, los tocó y dijo:
-Levantaos y no temáis.
8 Y cuando ellos alzaron los ojos, no vieron a nadie
sino a Jesús mismo, solo.
9 Mientras ellos descendían del monte, Jesús les mandó,
diciendo:
-No mencionéis la visión a nadie,
hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
10 Entonces los discípulos le preguntaron diciendo:
-¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga
primero?
11 Y respondiendo dijo:
-A la verdad, Elías viene y
restaurará todas las cosas. 12
Pero yo os digo que Elías ya vino, y no le
reconocieron; más bien, hicieron con él todo lo que quisieron. Así
también el Hijo del Hombre ha de padecer de ellos.
13 Entonces los discípulos entendieron que les hablaba
de Juan el Bautista.
Jesús sana a un muchacho
14 Cuando llegaron a la multitud, vino a él un hombre y se
arrodilló delante de él, 15 diciendo:
-¡Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático y padece
gravemente. Pues muchas veces cae en el fuego, y muchas veces en el
agua. 16 Lo traje a tus discípulos, y no le pudieron sanar.
17 Jesús respondió y dijo:
-¡Oh generación incrédula y perversa!
¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os soportaré? Traédmelo
acá.
18 Jesús le reprendió, y el demonio salió de él; y el
niño fue sanado desde aquella hora. 19 Luego, los discípulos
se acercaron en privado a Jesús y le dijeron:
-¿Por qué no pudimos nosotros echarlo fuera?
20 ,21 Jesús les dijo:
-Por causa de vuestra poca fe. Porque
de cierto os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a
este monte: "Pásate de aquí, allá"; y se pasará. Nada os será imposible.
Jesús vuelve a anunciar su muerte
22 Estando ellos reunidos en Galilea, Jesús les dijo:
"El Hijo del Hombre ha de ser entregado en
manos de hombres, 23 y le
matarán. Pero al tercer día resucitará." Y ellos se
entristecieron en gran manera.
Jesús paga el impuesto del templo
24 Cuando ellos llegaron a Capernaúm, fueron a Pedro los que
cobraban el impuesto del templo y dijeron:
-¿Vuestro maestro no paga el impuesto del templo?
25 El dijo:
-Sí.
Al entrar en casa, Jesús le habló primero diciendo:
-¿Qué te parece, Simón? Los reyes de
la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus
hijos o de otros?
26 Pedro le dijo:
-De otros.
Jesús le dijo:
-Luego, los hijos están libres de
obligación. 27 Pero, para
que no los ofendamos, vé al mar, echa el anzuelo, y el primer pez que
suba, tómalo. Cuando abras su boca, hallarás un estatero. Tómalo y dalo
por mí y por ti.
Quién es el más importante
18 En aquel tiempo los
discípulos se acercaron a Jesús diciendo:
-¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
2 Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
3 y dijo:
-De cierto os digo que si no os
volvéis y os hacéis como los niños, jamás entraréis en el reino de los
cielos. 4 Así que,
cualquiera que se humille como este niño, ése es el más importante en el
reino de los cielos. 5 Y
cualquiera que en mi nombre reciba a un niño como éste, a mí me recibe.
Ocasiones de caer
6 »Y a cualquiera que haga
tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se
le atase al cuello una gran piedra de molino y que se le hundiese en lo
profundo del mar. 7 ¡Ay
del mundo por los tropiezos! Es inevitable que haya tropiezos, pero ¡ay
del hombre que los ocasione!
8 »Por tanto, si tu mano o
tu pie te hace tropezar, córtalo y échalo de ti. Mejor te es entrar en
la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el
fuego eterno. 9 Y si tu
ojo te hace tropezar, sácalo y échalo de ti. Mejor te es entrar en la
vida con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de
fuego.
10 ,11 »Mirad, no tengáis
en poco a ninguno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en
los cielos siempre ven el rostro de mi Padre que está en los cielos.
Parábola de la oveja perdida
12 »¿Qué os parece? Si algún
hombre tiene cien ovejas y se extravía una, ¿acaso no dejará las noventa
y nueve en las montañas e irá a buscar la descarriada? 13
Y si sucede que la encuentra, de
cierto os digo que se goza más por aquélla que por las noventa y nueve
que no se extraviaron. 14
Así que, no es la voluntad de vuestro Padre
que está en los cielos que se pierda ni uno de estos pequeños.
Acerca del perdón al hermano
15 »Por tanto, si tu hermano
peca contra ti, vé, amonéstale a solas entre tú y él. Si él te escucha,
has ganado a tu hermano. 16
Pero si no escucha, toma aún contigo uno o
dos, para que todo asunto conste según la boca de dos o tres testigos.
17 Y si él no les hace caso a
ellos, dilo a la iglesia; y si no hace caso a la iglesia, tenlo por
gentil y publicano. 18 De
cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra habrá sido atado en el
cielo, y todo lo que desatéis en la tierra habrá sido desatado en el
cielo.
19 »Otra vez os digo que,
si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera
cosa que pidan, les será hecha por mi Padre que está en los cielos.
20 Porque donde dos o tres están
congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
21 Entonces Pedro se acercó y le dijo:
-Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le
perdonaré? ¿Hasta siete veces?
22 Jesús le dijo:
-No te digo hasta siete, sino hasta
setenta veces siete.
Parábola del siervo malvado
23 »Por esto, el reino de los
cielos es semejante a un hombre rey, que quiso hacer cuentas con sus
siervos. 24 Y cuando él
comenzó a hacer cuentas, le fue traído uno que le debía diez mil
talentos. 25 Puesto que
él no podía pagar, su señor mandó venderlo a él, junto con su mujer, sus
hijos y todo lo que tenía, y que se le pagara. 26
Entonces el siervo cayó y se postró delante
de él diciendo: "Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo."
27 El señor de aquel siervo,
movido a compasión, le soltó y le perdonó la deuda.
28 »Pero al salir, aquel
siervo halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios, y
asiéndose de él, le ahogaba diciendo: "Paga lo que debes."
29 Entonces su consiervo, cayendo, le
rogaba diciendo: "¡Ten paciencia conmigo, y yo te pagaré."
30 Pero él no quiso, sino que fue y
lo echó en la cárcel hasta que le pagara lo que le debía.
31 »Así que, cuando sus
consiervos vieron lo que había sucedido, se entristecieron mucho; y
fueron y declararon a su señor todo lo que había sucedido.
32 Entonces su señor le llamó y le
dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te perdoné, porque me
rogaste. 33 ¿No debías tú
también tener misericordia de tu consiervo, así como también yo tuve
misericordia de ti?" 34 Y
su señor, enojado, le entregó a los verdugos hasta que le pagara todo lo
que le debía. 35 Así
también hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón
cada uno a su hermano.
Una pregunta acerca del divorcio
19 Aconteció que, cuando
Jesús acabó estas palabras, partió de Galilea y fue a las fronteras de
Judea, al otro lado del Jordán. 2 Grandes multitudes le
siguieron, y los sanó allí. 3 Entonces los fariseos se
acercaron a él para probarle, diciendo:
-¿Le es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier
razón?
4 El respondió y dijo:
-¿No habéis leído que el que los creó
en el principio, los hizo varón y mujer? 5
Y dijo: "Por esta causa el hombre dejará
a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer; y serán los dos una sola
carne." 6 Así que ya
no son más dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, no
lo separe el hombre.
7 Le dijeron:
-¿Por qué, pues, mandó Moisés darle carta de divorcio y
despedirla?
8 Les dijo:
-Ante vuestra dureza de corazón,
Moisés os permitió divorciaros de vuestras mujeres; pero desde el
principio no fue así. 9 Y
os digo que cualquiera que se divorcia de su mujer, a no ser por causa
de fornicación, y se casa con otra, comete adulterio.
10 Le dijeron sus discípulos:
-Si así es el caso del hombre con su mujer, no conviene casarse.
11 Entonces él les dijo:
-No todos son capaces de aceptar esta
palabra, sino aquellos a quienes les está concedido. 12
Porque hay eunucos que nacieron así
desde el vientre de la madre, hay eunucos que fueron hechos eunucos por
los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa
del reino de los cielos. El que puede aceptar esto, que lo acepte.
Jesús bendice a los niños
13 Entonces le fueron presentados unos niños, para que
pusiese las manos sobre ellos y orase. Pero los discípulos los
reprendieron. 14 Entonces Jesús les dijo:
-Dejad a los niños y no les impidáis
venir a mí, porque de los tales es el reino de los cielos.
15 Y habiendo puesto las manos sobre ellos, partió de
allí.
Jesús y el joven rico
16 He aquí vino uno a él y le dijo:
-Maestro, ¿qué cosa buena haré para tener la vida eterna?
17 El le dijo:
-¿Por qué me preguntas acerca de lo
bueno? Hay uno solo que es bueno. Pero si quieres entrar en la vida,
guarda los mandamientos.
18 Le dijo:
-¿Cuáles?
Jesús respondió:
-No cometerás homicidio, no
cometerás adulterio, no robarás, no dirás falso testimonio,
19 honra a tu padre y a tu
madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.
20 El joven le dijo:
-Todo esto he guardado. ¿Qué más me falta?
21 Le dijo Jesús:
-Si quieres ser perfecto, anda, vende
tus bienes y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo. Y ven;
sígueme.
22 Pero cuando el joven oyó la palabra, se fue triste,
porque tenía muchas posesiones.
El peligro de las riquezas
23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
-De cierto os digo, que difícilmente
entrará el rico en el reino de los cielos. 24
Otra vez os digo que le es más fácil a un
camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino
de Dios.
25 Cuando los discípulos lo oyeron, se asombraron en
gran manera diciendo:
-Entonces, ¿quién podrá ser salvo?
26 Jesús los miró y les dijo:
-Para los hombres esto es imposible,
pero para Dios todo es posible.
27 Entonces respondió Pedro y le dijo:
-He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué
hay, pues, para nosotros?
28 Jesús les dijo:
-De cierto os digo que en el tiempo
de la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de
su gloria, vosotros que me habéis seguido os sentaréis también sobre
doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 29
Y todo aquel que deja casas, o
hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o campos por
causa de mi nombre, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.
30 Pero muchos primeros serán
últimos, y muchos últimos serán primeros.
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