Sagrada Biblia
Proyecto Salón Hogar

Mateo

Parábola de los obreros de la viña


20 »Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, dueño de un campo, que salió al amanecer a contratar obreros para su viña. 2 Habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. 3 Salió también como a la tercera hora y vio que otros estaban en la plaza desocupados, 4 y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo." Y ellos fueron. 5 Salió otra vez como a la sexta hora y a la novena hora, e hizo lo mismo. 6 También alrededor de la undécima hora salió y halló que otros estaban allí, y les dijo: "¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?" 7 Le dijeron: "Porque nadie nos ha contratado." Les dijo: "Id también vosotros a la viña."

8 »Al llegar la noche, dijo el señor de la viña a su mayordomo: "Llama a los obreros y págales el jornal. Comienza desde los últimos hasta los primeros." 9 Entonces vinieron los que habían ido cerca de la undécima hora y recibieron cada uno un denario. 10 Y cuando vinieron, los primeros pensaron que recibirían más; pero ellos también recibieron un denario cada uno. 11 Al recibirlo, murmuraban contra el dueño del campo, 12 diciendo: "Estos últimos trabajaron una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado el peso y el calor del día." 13 Pero él respondió y dijo a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No conviniste conmigo en un denario? 14 Toma lo que es tuyo y vete. Pero quiero darle a este último como a ti. 15 ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes envidia porque soy bueno?" 16 Así, los últimos serán primeros, y los primeros últimos.

Jesús anuncia su muerte y victoria


17 Mientras Jesús subía a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte y les dijo en el camino:

18 -He aquí, subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte. 19 Le entregarán a los gentiles para que se burlen de él, le azoten y le crucifiquen; pero al tercer día resucitará.

Pedido de la madre de Jacobo y Juan


20 Entonces se acercó a él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. 21 El le dijo:

-¿Qué deseas?

Ella le dijo:

-Ordena que en tu reino estos dos hijos míos se sienten el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

22 Entonces respondiendo Jesús dijo:

-No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo he de beber?

Ellos le dijeron:

-Podemos.

23 Les dijo:

-A la verdad, beberéis de mi copa; pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es mío concederlo, sino que es para quienes lo ha preparado mi Padre.

24 Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. 25 Entonces Jesús los llamó y les dijo:

-Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean sobre ellos, y los que son grandes ejercen autoridad sobre ellos. 26 Entre vosotros no será así. Más bien, cualquiera que anhele ser grande entre vosotros será vuestro servidor; 27 y el que anhele ser el primero entre vosotros, será vuestro siervo. 28 De la misma manera, el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.

Jesús sana a dos ciegos en Jericó


29 Saliendo ellos de Jericó, le siguió una gran multitud. 30 Y he aquí dos ciegos estaban sentados junto al camino, y cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron diciendo:

-¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!

31 La gente les reprendía para que se callasen, pero ellos gritaron aun más fuerte diciendo:

-¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!

32 Jesús se detuvo, los llamó y les dijo:

-¿Qué queréis que os haga?

33 Le dijeron:

-Señor, que sean abiertos nuestros ojos.

34 Entonces Jesús, conmovido dentro de sí, les tocó los ojos; y de inmediato recobraron la vista y le siguieron.

 


La entrada triunfal en Jerusalén


21 Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, entonces Jesús envió a dos discípulos, 2 diciéndoles:

-Id a la aldea que está frente a vosotros, y en seguida hallaréis una asna atada, y un borriquillo con ella. Desatadla y traédmelos. 3 Si alguien os dice algo, decidle: "El Señor los necesita, y luego los enviará."

4 Todo esto aconteció para cumplir lo dicho por el profeta, cuando dijo:

5 Decid a la hija de Sion:

"He aquí tu Rey viene a ti,

manso y sentado sobre una asna

y sobre un borriquillo,

hijo de bestia de carga."

6 Los discípulos fueron e hicieron como Jesús les mandó. 7 Trajeron el asna y el borriquillo y pusieron sobre ellos sus mantos, y él se sentó encima de ellos. 8 La mayor parte de la multitud tendió sus mantos en el camino, mientras otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. 9 Las multitudes que iban delante de él y las que le seguían aclamaban diciendo:

-¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!

10 Cuando él entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió diciendo:

-¿Quién es éste?

11 Y las multitudes decían:

-Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.

Jesús purifica el templo


12 Entró Jesús en el templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas, 13 y les dijo:

-Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

Los niños aclaman a Jesús


14 Entonces ciegos y cojos vinieron a él en el templo, y él los sanó. 15 Pero los principales sacerdotes y los escribas se indignaron cuando vieron las maravillas que él hizo, y a los muchachos que le aclamaban en el templo diciendo:

-¡Hosanna al Hijo de David!

16 Y le dijeron:

-¿Oyes lo que dicen éstos?

Jesús les dijo:

-Sí. ¿Nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman preparaste la alabanza?

17 Los dejó y salió fuera de la ciudad a Betania, y se alojó allí.

Jesús y la higuera sin fruto


18 Volviendo a la ciudad por la mañana, él tuvo hambre. 19 Al ver una higuera en el camino, fue a ella; pero no encontró nada en ella sino sólo hojas, y le dijo:

-Nunca jamás brote fruto de ti.

Pronto se secó la higuera, 20 y los discípulos, al verlo, se maravillaron diciendo:

-¿Cómo se secó tan pronto la higuera?

21 Jesús respondió y les dijo:

-De cierto os digo que si tenéis fe y no dudáis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si decís a este monte: "Quítate y arrójate al mar", así será. 22 Todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis.

La autoridad de Jesús


23 El llegó al templo, y mientras estaba enseñando, se acercaron a él los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo, y le decían:

-¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te dio esta autoridad?

24 Entonces respondió Jesús y les dijo:

-Yo también os haré una pregunta; y si me respondéis, yo también os diré con qué autoridad hago estas cosas. 25 ¿De dónde era el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?

Entonces ellos razonaban entre sí, diciendo:

-Si decimos "del cielo", nos dirá: "¿Por qué, pues, no le creísteis?" 26 Y si decimos "de los hombres . . . ", tememos al pueblo, porque todos tienen a Juan por profeta.

27 Respondieron a Jesús y dijeron:

-No sabemos.

Y él les dijo:

-Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.

Parábola de los dos hijos


28 »¿Pero, qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, vé hoy a trabajar en la viña." 29 El contestó y dijo: "No quiero." Pero después, cambió de parecer y fue. 30 Al acercarse al otro, le dijo lo mismo; y él respondió diciendo: "¡Sí, señor, yo voy!" Y no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?

Ellos dijeron:

-El primero.

Y Jesús les dijo:

-De cierto os digo que los publicanos y las prostitutas entran delante de vosotros en el reino de Dios. 32 Porque Juan vino a vosotros en el camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las prostitutas le creyeron. Y aunque vosotros lo visteis, después no cambiasteis de parecer para creerle.

Parábola de los labradores malvados


33 »Oíd otra parábola: Había un hombre, dueño de un campo, quien plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, edificó una torre, la arrendó a unos labradores y se fue lejos. 34 Pero cuando se acercó el tiempo de la cosecha, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. 35 Y los labradores, tomando a sus siervos, a uno hirieron, a otro mataron y a otro apedrearon. 36 El envió de nuevo otros siervos, en mayor número que los primeros, y les hicieron lo mismo.

37 »Por último, les envió a su hijo, diciendo: "Tendrán respeto a mi hijo." 38 Pero al ver al hijo, los labradores dijeron entre sí: "Este es el heredero. Venid, matémosle y tomemos posesión de su herencia." 39 Le prendieron, le echaron fuera de la viña y le mataron. 40 Ahora bien, cuando venga el señor de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?

41 Le dijeron:

-A los malvados los destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, quienes le pagarán el fruto a su tiempo.

42 Jesús les dijo:

-¿Nunca habéis leído en las Escrituras?

La piedra que desecharon los edificadores,

ésta fue hecha cabeza del ángulo.

De parte del Señor sucedió esto,

y es maravilloso en nuestros ojos.

43 Por esta razón os digo que el reino de Dios será quitado de vosotros y será dado a un pueblo que producirá los frutos del reino. 44 El que caiga sobre esta piedra será quebrantado, y desmenuzará a cualquiera sobre quien ella caiga.

45 Al oír sus parábolas, los principales sacerdotes y los fariseos entendieron que él hablaba de ellos. 46 Pero buscando cómo echarle mano, temieron al pueblo; porque le tenía por profeta.

 


Parábola del banquete de bodas


22 Jesús respondió y les volvió a hablar en parábolas diciendo:

2 -El reino de los cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas para su hijo. 3 Envió a sus siervos para llamar a los que habían sido invitados a las bodas, pero no querían venir. 4 Volvió a enviar otros siervos, diciendo: "Decid a los invitados: ’He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido matados, y todo está preparado. Venid a las bodas.’ " 5 Pero ellos no le hicieron caso y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; 6 y los otros tomaron a sus siervos, los afrentaron y los mataron. 7 El rey se enojó, y enviando sus tropas mató a aquellos asesinos y prendió fuego a su ciudad. 8 Entonces dijo a sus siervos: "El banquete, a la verdad, está preparado, pero los invitados no eran dignos. 9 Id, pues, a las encrucijadas de los caminos y llamad al banquete de bodas a cuantos halléis." 10 Aquellos siervos salieron por los caminos y reunieron a todos los que hallaron, tanto buenos como malos; y el banquete de bodas estuvo lleno de convidados.

11 »Pero cuando entró el rey para ver a los convidados y vio allí a un hombre que no llevaba ropa de bodas, 12 le dijo: "Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin llevar ropa de bodas?" Pero él quedó mudo. 13 Entonces el rey dijo a los que servían: "Atadle los pies y las manos y echadle en las tinieblas de afuera." Allí habrá llanto y crujir de dientes; 14 porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos.

Pregunta sobre el tributo al César


15 Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo podrían enredarle en alguna palabra. 16 Después enviaron a él discípulos de ellos, junto con los herodianos, diciendo:

-Maestro, sabemos que eres hombre de verdad, que enseñas el camino de Dios con verdad y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres. 17 Dinos, pues, ¿qué te parece? ¿Es lícito dar tributo al César, o no?

18 Pero Jesús, entendiendo la malicia de ellos, les dijo:

-¿Por qué me probáis, hipócritas? 19 Mostradme la moneda del tributo.

Ellos le presentaron un denario. 20 Entonces él les dijo:

-¿De quién es esta imagen y esta inscripción?

21 Le dijeron:

-Del César.

Entonces él les dijo:

-Por tanto, dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.

22 Al oír esto, se maravillaron; y dejándole, se fueron.

Pregunta acerca de la resurrección


23 Aquel día se le acercaron unos saduceos, quienes dicen que no hay resurrección, y le preguntaron diciendo:

24 -Maestro, Moisés dijo: Si alguno muere sin tener hijos, su hermano se casará con su mujer y levantará descendencia a su hermano. 25 Había, pues, siete hermanos entre nosotros. El primero tomó mujer y murió, y como no tenía descendencia, dejó su mujer a su hermano. 26 De la misma manera sucedió también con el segundo y el tercero, hasta los siete. 27 Después de todos, murió también la mujer. 28 En la resurrección, puesto que todos la tuvieron, ¿de cuál de los siete será mujer?

29 Entonces respondió Jesús y les dijo:

-Erráis porque no conocéis las Escrituras, ni tampoco el poder de Dios; 30 porque en la resurrección no se casan ni se dan en casamiento, sino que son como los ángeles que están en el cielo. 31 Y acerca de la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios? 32 Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.

33 Al oír esto, las multitudes estaban atónitas de su doctrina.

El gran mandamiento


34 Entonces los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se reunieron de común acuerdo. 35 Uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó para probarle:

36 -Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?

37 Jesús le dijo:

-Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. 38 Este es el grande y el primer mandamiento. 39 Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.

Jesús, hijo y Señor de David


41 Habiéndose reunido los fariseos, Jesús les preguntó 42 diciendo:

-¿Qué pensáis acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?

Le dijeron:

-De David.

43 El les dijo:

-Entonces, ¿cómo es que David, mediante el Espíritu, le llama Señor? Pues dice:

44 Dijo el Señor a mi Señor:

"Siéntate a mi diestra

hasta que ponga a tus enemigos

debajo de tus pies."

45 Pues, si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?

46 Nadie le podía responder palabra, ni nadie se atrevió desde aquel día a preguntarle más.

 


Jesús denuncia a escribas y fariseos


23 Entonces habló Jesús a la multitud y a sus discípulos, 2 diciendo: "Los escribas y los fariseos están sentados en la cátedra de Moisés. 3 Así que, todo lo que os digan hacedlo y guardadlo; pero no hagáis según sus obras, porque ellos dicen y no hacen. 4 Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos mismos no las quieren mover ni aun con el dedo. 5 Más bien, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Ellos ensanchan sus filacterias y alargan los flecos de sus mantos. 6 Aman los primeros asientos en los banquetes y las primeras sillas en las sinagogas, 7 las salutaciones en las plazas y el ser llamados por los hombres: Rabí, Rabí.

8 "Pero vosotros, no seáis llamados Rabí; porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos. 9 Y no llaméis a nadie vuestro Padre en la tierra, porque vuestro Padre que está en los cielos es uno solo. 10 Ni os llaméis Guía, porque vuestro Guía es uno solo, el Cristo. 11 Pero el que es mayor entre vosotros será vuestro siervo; 12 porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

13 "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres. Pues vosotros no entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando.

14 , 15 "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un solo prosélito; y cuando lo lográis, le hacéis un hijo del infierno dos veces más que vosotros.

16 "¡Ay de vosotros, guías ciegos! Pues decís: ’Si uno jura por el santuario, no significa nada; pero si jura por el oro del santuario, queda bajo obligación.’ 17 ¡Necios y ciegos! ¿Cuál es más importante: el oro o el santuario que santifica al oro? 18 O decís: ’Si uno jura por el altar, no significa nada; pero si jura por la ofrenda que está sobre el altar, queda bajo obligación.’ 19 ¡Ciegos! ¿Cuál es más importante: la ofrenda o el altar que santifica a la ofrenda? 20 Por tanto, el que jura por el altar, jura por el altar y por todo lo que está sobre él. 21 Y el que jura por el santuario, jura por el santuario y por aquel que habita en él. 22 Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel que está sentado sobre él.

23 "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque entregáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino; pero habéis omitido lo más importante de la ley, a saber, el juicio, la misericordia y la fe. Era necesario hacer estas cosas sin omitir aquéllas. 24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito pero tragáis el camello!

25 "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpiáis lo de afuera del vaso o del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. 26 ¡Fariseo ciego! ¡Limpia primero el interior del vaso para que también el exterior se haga limpio!

27 "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados que, a la verdad, se muestran hermosos por fuera; pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda impureza. 28 Así también vosotros, a la verdad, por fuera os mostráis justos a los hombres; pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.

29 "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, 30 y decís: ’Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no habríamos sido sus cómplices en la sangre de los profetas.’ 31 Así dais testimonio contra vosotros mismos de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. 32 ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!

33 "¡Serpientes! ¡Generación de víboras! ¿Cómo os escaparéis de la condenación del infierno? 34 Por tanto, mirad; yo os envío profetas, sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad, 35 de manera que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el santuario y el altar. 36 De cierto os digo, que todo esto recaerá sobre esta generación.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén


37 "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, así como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! 38 He aquí, vuestra casa os es dejada desierta, 39 porque os digo que desde ahora no me veréis más hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!"

 


La inminente destrucción del templo


24 Cuando Jesús salió y se iba del templo, se le acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. 2 Y él respondiendo les dijo:

-¿No veis todo esto? De cierto os digo que aquí no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.

Señales que anticipan el fin


3 Estando él sentado en el monte de los Olivos, sus discípulos se acercaron a él aparte, y le dijeron:

-Dinos, ¿cuándo sucederán estas cosas? ¿Y qué señal habrá de tu venida y del fin del mundo?

4 Respondió Jesús y les dijo:

-Mirad que nadie os engañe; 5 porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: "Yo soy el Cristo", y engañarán a muchos. 6 Oiréis de guerras y de rumores de guerras. Mirad que no os turbéis, porque es necesario que esto acontezca; pero todavía no es el fin. 7 Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá hambre y terremotos por todas partes. 8 Pues todas estas cosas son principio de dolores.

9 »Entonces os entregarán a tribulación y os matarán, y seréis aborrecidos por todas las naciones por causa de mi nombre. 10 Entonces muchos tropezarán; y se traicionarán unos a otros, y se aborrecerán unos a otros. 11 Muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos; 12 y por haberse multiplicado la maldad, se enfriará el amor de muchos. 13 Pero el que persevere hasta el fin será salvo. 14 Y este evangelio del reino será predicado en todo el mundo para testimonio a todas las razas, y luego vendrá el fin.

La abominación desoladora


15 »Por tanto, cuando veáis establecida en el lugar santo la abominación desoladora, de la cual habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), 16 entonces los que estén en Judea huyan a los montes. 17 El que esté en la azotea no descienda para sacar algo de su casa, 18 y el que esté en el campo no vuelva atrás a tomar su manto. 19 ¡Ay de las mujeres que estén encintas y de las que críen en aquellos días! 20 Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en sábado; 21 porque entonces habrá gran tribulación como no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni habrá jamás. 22 Si aquellos días no fuesen acortados, no se salvaría nadie; pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.

Falsos cristos y falsos profetas


23 »Entonces, si alguien os dice: "Mirad, aquí está el Cristo", o "Está acá", no le creáis. 24 Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y darán grandes señales y maravillas de tal manera que engañarán, de ser posible, aun a los escogidos. 25 ¡Mirad! Os lo he dicho de antemano. 26 Así que, si os dicen: "Mirad, está en el desierto", no salgáis; o "Mirad, está en las habitaciones interiores", no lo creáis. 27 Porque así como el relámpago sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre. 28 Porque donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.

La venida del Hijo del Hombre


29 »Pero inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor. Las estrellas caerán del cielo y los poderes de los cielos serán sacudidos. 30 Entonces se manifestará la señal del Hijo del Hombre en el cielo, y en ese tiempo harán duelo todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. 31 El enviará a sus ángeles con un gran sonar de trompeta, y ellos reunirán a los escogidos de él de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

32 »De la higuera aprended la analogía: Cuando su rama ya está tierna y brotan sus hojas, sabéis que el verano está cerca. 33 Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas. 34 De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

36 »Pero acerca de aquel día y hora, nadie sabe; ni siquiera los ángeles de los cielos, ni aun el Hijo, sino sólo el Padre. 37 Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. 38 Pues como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en casamiento hasta el día en que Noé entró en el arca, 39 y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. 40 En aquel entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. 41 Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra dejada. 42 Velad, pues, porque no sabéis en qué día viene vuestro Señor. 43 Pero sabed esto: Si el dueño de casa hubiera sabido a qué hora habría de venir el ladrón, habría velado y no habría dejado que forzaran la entrada a su casa. 44 Por tanto, estad preparados también vosotros, porque a la hora que no pensáis, vendrá el Hijo del Hombre.

Parábola de los mayordomos


45 »¿Quién, pues, es el siervo fiel y prudente, a quien su señor le puso sobre los criados de su casa, para que les diera alimentos a su debido tiempo? 46 Bienaventurado será aquel siervo a quien, cuando su señor venga, le encuentre haciéndolo así. 47 De cierto os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. 48 Pero si aquel siervo malvado dice en su corazón: "Mi señor tarda"; 49 y si comienza a golpear a sus consiervos, y si come y bebe con los borrachos, 50 el señor de aquel siervo vendrá en el día que no espera y a la hora que no sabe, 51 y le castigará duramente y le asignará lugar con los hipócritas. Allí habrá llanto y crujir de dientes.

 


Parábola de las diez vírgenes


25 »Entonces, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio. 2 Cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. 3 Cuando las insensatas tomaron sus lámparas, no tomaron consigo aceite; 4 pero las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. 5 Y como tardaba el novio, todas cabecearon y se quedaron dormidas. 6 A la media noche se oyó gritar: "¡He aquí el novio! ¡Salid a recibirle!" 7 Entonces, todas aquellas vírgenes se levantaron y alistaron sus lámparas. 8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan." 9 Pero las prudentes respondieron diciendo: "No, no sea que nos falte a nosotras y a vosotras; id, más bien, a los vendedores y comprad para vosotras mismas." 10 Mientras ellas iban para comprar, llegó el novio; y las preparadas entraron con él a la boda, y se cerró la puerta. 11 Después vinieron también las otras vírgenes diciendo: "¡Señor, señor, ábrenos!" 12 Pero él respondiendo dijo: "De cierto os digo que no os conozco." 13 Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.

Parábola de los talentos


14 »Porque el reino de los cielos será semejante a un hombre que al emprender un viaje largo, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. 15 A uno dio cinco talentos, a otro dos, y a otro, uno. A cada uno dio conforme a su capacidad y se fue lejos. 16 Inmediatamente, el que había recibido cinco talentos se fue, negoció con ellos y ganó otros cinco talentos. 17 De la misma manera, el que había recibido dos ganó también otros dos. 18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.

19 »Después de mucho tiempo, vino el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. 20 Cuando se presentó el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos y dijo: "Señor, me entregaste cinco talentos; he aquí he ganado otros cinco talentos." 21 Su señor le dijo: "Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor." 22 Y cuando se presentó el que había recibido dos talentos, dijo: "Señor, me entregaste dos talentos; he aquí he ganado otros dos talentos." 23 Su señor le dijo: "Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor." 24 Pero cuando se presentó el que había recibido un talento, dijo: "Señor, yo te conozco que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. 25 Y como tuve miedo, fui y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo." 26 Su señor respondió y le dijo: "¡Siervo malo y perezoso! ¿Sabías que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí? 27 Por lo tanto, debías haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, habría recibido lo que es mío con los intereses. 28 Por tanto, quitadle el talento y dadlo al que tiene diez talentos. 29 Porque a todo el que tiene le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 30 Al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera." Allí habrá llanto y crujir de dientes.

El juicio de las naciones


31 »Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria; 32 y todas las naciones serán reunidas delante de él. El separará los unos de los otros, como cuando el pastor separa las ovejas de los cabritos; 33 y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.

34 »Entonces el Rey dirá a los de su derecha: "¡Venid, benditos de mi Padre! Heredad el reino que ha sido preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; 36 estuve desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí." 37 Entonces los justos le responderán diciendo: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos, o sediento y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o desnudo y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y fuimos a ti?" 40 Y respondiendo el Rey les dirá: "De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis."

41 »Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 fui forastero, y no me recibisteis; estuve desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis." 44 Entonces le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o forastero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?" 45 Entonces les responderá diciendo: "De cierto os digo, que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco lo hicisteis a mí." 46 Entonces irán éstos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna.

 


Acuerdo para matar a Jesús


26 Aconteció que, cuando Jesús terminó todas estas palabras, dijo a sus discípulos: 2 "Sabéis que después de dos días se celebra la Pascua, y el Hijo del Hombre va a ser entregado para ser crucificado."

3 Entonces los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el palacio del sumo sacerdote, que se llamaba Caifás, 4 y consultaron entre sí para prender a Jesús por engaño y matarle. 5 Pero decían: "No lo hagamos en la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo."

Jesús es ungido en Betania


6 Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7 vino a él una mujer trayendo un frasco de alabastro con perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de Jesús mientras estaba sentado a la mesa. 8 Al verlo, sus discípulos se indignaron y dijeron:

-¿Para qué este desperdicio? 9 Porque esto podría haberse vendido a un gran precio y haberse dado a los pobres.

10 Como Jesús se dio cuenta, les dijo:

-¿Por qué molestáis a la mujer? Pues ha hecho una buena obra conmigo. 11 Porque siempre tenéis a los pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis. 12 Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, ella lo hizo para prepararme para la sepultura. 13 De cierto os digo que dondequiera que este evangelio sea predicado en todo el mundo, también será contado lo que esta mujer ha hecho, para memoria de ella.

Judas ofrece traicionar a Jesús


14 Entonces, uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes 15 y les dijo:

-¿Qué me queréis dar? Y yo os lo entregaré.

Ellos le asignaron treinta piezas de plata; 16 y desde entonces él buscaba la oportunidad para entregarle.

Preparativos para la Pascua


17 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús diciendo:

-¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua?

18 El dijo:

-Id a la ciudad, a cierto hombre, y decidle: "El Maestro dice: ’Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos.’ "

19 Los discípulos hicieron como Jesús les mandó y prepararon la Pascua.

Jesús anuncia la traición de Judas


20 Al atardecer, él estaba sentado a la mesa con los doce, 21 y mientras comían, dijo:

-De cierto os digo que uno de vosotros me va a entregar.

22 Entristecidos en gran manera, comenzaron a preguntarle, uno por uno:

-¿Acaso seré yo, Señor?

23 Entonces respondiendo él dijo:

-El que mete la mano conmigo en el plato, éste me entregará. 24 A la verdad, el Hijo del Hombre va, tal como está escrito de él. Pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado el Hijo del Hombre! Bueno le fuera a aquel hombre no haber nacido.

25 Y respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo:

-¿Acaso seré yo, Maestro?

Le dijo:

-Tú lo has dicho.

La Cena del Señor


26 Mientras ellos comían, Jesús tomó pan y lo bendijo; lo partió y lo dio a sus discípulos, y dijo:

-Tomad; comed. Esto es mi cuerpo.

27 Tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio diciendo:

-Bebed de ella todos; 28 porque esto es mi sangre del pacto, la cual es derramada para el perdón de pecados para muchos. 29 Pero os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

30 Y después de cantar un himno, salieron al monte de los Olivos.

Jesús predice la negación de Pedro


31 Entonces Jesús les dijo:

-Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al Pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas. 32 Pero después de haber resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.

33 Respondiéndole Pedro dijo:

-Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.

34 Jesús le dijo:

-De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, tú me negarás tres veces.

35 Pedro le dijo:

-Aunque me sea necesario morir contigo, jamás te negaré.

Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

Angustia de Jesús en Getsemaní


36 Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a los discípulos:

-Sentaos aquí, hasta que yo vaya allá y ore.

37 Tomó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a entristecerse y a angustiarse. 38 Entonces les dijo:

-Mi alma está muy triste, hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo.

39 Pasando un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo:

-Padre mío, de ser posible, pase de mí esta copa. Pero, no sea como yo quiero, sino como tú.

40 Volvió a sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro:

-¿Así que no habéis podido velar ni una sola hora conmigo? 41 Velad y orad, para que no entréis en tentación. El espíritu, a la verdad, está dispuesto; pero la carne es débil.

42 Por segunda vez se apartó y oró diciendo:

-Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.

43 Cuando volvió otra vez, los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. 44 Dejándolos, se apartó de nuevo y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. 45 Entonces volvió a sus discípulos y les dijo:

-¿Todavía estáis durmiendo y descansando? He aquí la hora está cerca, y el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levantaos, vamos! He aquí está cerca el que me entrega.

Jesús es arrestado


47 Mientras él aún hablaba, vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. 48 El que le entregaba les había dado señal diciendo: "Al que yo bese, ése es. Prendedle." 49 De inmediato se acercó a Jesús y dijo:

-¡Te saludo, Rabí!

Y le besó. 50 Pero Jesús le dijo:

-Amigo, haz lo que viniste a hacer.

Entonces ellos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron. 51 Y he aquí uno de los que estaban con Jesús extendió su mano, sacó su espada, y golpeando a un siervo del sumo sacerdote le cortó la oreja. 52 Entonces Jesús le dijo:

-Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman espada, a espada perecerán. 53 ¿O piensas que no puedo invocar a mi Padre y que él no me daría ahora mismo más de doce legiones de ángeles? 54 Entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras de que es necesario que suceda de esta manera?

55 En ese momento Jesús dijo a la multitud:

-¿Como contra un asaltante habéis salido con espadas y palos para prenderme? Cada día me sentaba enseñando en el templo, y no me prendisteis. 56 Pero todo esto ha ocurrido para que se cumplan las Escrituras de los profetas.

Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.

Jesús ante el Sanedrín


57 Los que habían prendido a Jesús le llevaron ante Caifás, el sumo sacerdote, donde los escribas y los ancianos se habían reunido. 58 Y Pedro le seguía de lejos hasta el patio de la casa del sumo sacerdote. Habiéndose metido adentro, estaba sentado con los guardias para ver cómo terminaba aquello.

59 Los principales sacerdotes, los ancianos y todo el Sanedrín buscaban falso testimonio contra Jesús, para que le entregaran a muerte. 60 Pero no lo hallaron, a pesar de que se presentaron muchos testigos falsos. Por fin se presentaron dos, 61 y dijeron:

-Este dijo: "Puedo derribar el templo de Dios y edificarlo en tres días."

62 Se levantó el sumo sacerdote y le dijo:

-¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?

63 Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:

-¡Te conjuro por el Dios viviente que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios!

64 Jesús le dijo:

-Tú lo has dicho. Además os digo: De aquí en adelante veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo en las nubes del cielo.

65 Entonces el sumo sacerdote rasgó su vestidura diciendo:

-¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo, vosotros habéis oído la blasfemia. 66 ¿Qué os parece?

Y ellos respondiendo dijeron:

-¡Es reo de muerte!

67 Entonces le escupieron en la cara y le dieron de puñetazos, y otros le dieron bofetadas, 68 diciendo:

-¡Profetízanos, Cristo! ¿Quién es el que te golpeó?

Pedro niega a Jesús


69 Pedro estaba sentado afuera en el patio, y se le acercó una criada diciendo:

-¡Tú también estabas con Jesús el galileo!

70 Pero él negó delante de todos diciendo:

-No sé lo que dices.

71 Pero cuando él salió a la puerta, otra criada le vio y dijo a los que estaban allí:

-Este estaba con Jesús de Nazaret.

72 Y otra vez negó con juramento:

-Yo no conozco al hombre.

73 Y poco después se acercaron los que estaban por allí y dijeron a Pedro:

-Verdaderamente, tú también eres de ellos, porque aun tu modo de hablar te descubre.

74 Entonces comenzó a maldecir y a jurar:

-¡No conozco al hombre!

En seguida cantó el gallo, 75 y Pedro se acordó de las palabras de Jesús que había dicho: "Antes que cante el gallo, tú me negarás tres veces." Y saliendo fuera, lloró amargamente.

 


Jesús es llevado ante Pilato


27 Al amanecer, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron consejo contra Jesús para entregarle a muerte. 2 Y después de atarlo, le llevaron y le entregaron al procurador Pilato.

La muerte de Judas


3 Entonces Judas, el que le había entregado, al ver que era condenado, sintió remordimiento y devolvió las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, 4 diciendo:

-Yo he pecado entregando sangre inocente.

Pero ellos dijeron:

-¿Qué nos importa a nosotros? ¡Es asunto tuyo!

5 Entonces él, arrojando las piezas de plata dentro del santuario, se apartó, se fue y se ahorcó. 6 Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron:

-No es lícito ponerlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre.

7 Y habiendo tomado acuerdo, compraron con ellas el campo del Alfarero, para sepultura de los extranjeros. 8 Por eso aquel campo se llama Campo de Sangre, hasta el día de hoy. 9 Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según el precio fijado por los hijos de Israel; 10 y las dieron para el campo del Alfarero, como me ordenó el Señor.

Pilato interroga a Jesús


11 Jesús estuvo de pie en presencia del procurador, y el procurador le preguntó diciendo:

-¿Eres tú el rey de los judíos?

Jesús le dijo:

-Tú lo dices.

12 Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, no respondió nada. 13 Entonces Pilato le dijo:

-¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?

14 El no le respondió ni una palabra, de manera que el procurador se maravillaba mucho.

15 En la fiesta, el procurador acostumbraba soltar al pueblo un preso, el que quisieran. 16 Tenían en aquel entonces un preso famoso que se llamaba Barrabás. 17 Estando ellos reunidos, Pilato les dijo:

-¿A cuál queréis que os suelte? ¿A Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?

18 Porque sabía que por envidia le habían entregado. 19 Mientras él estaba sentado en el tribunal, su esposa le mandó a decir: "No tengas nada que ver con ese justo, porque hoy he sufrido muchas cosas en sueños por causa de él."

20 Entonces los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a las multitudes que pidieran a Barrabás y que dieran muerte a Jesús. 21 Y respondiendo el procurador les dijo:

-¿A cuál de los dos queréis que os suelte?

Ellos dijeron:

-¡A Barrabás!

22 Pilato les dijo:

-¿Qué, pues, haré con Jesús, llamado el Cristo?

Todos dijeron:

-¡Sea crucificado!

23 Y el procurador les dijo:

-Pues, ¿qué mal ha hecho?

Pero ellos gritaban aun más fuerte diciendo:

-¡Sea crucificado!

24 Y cuando Pilato se dio cuenta de que no se lograba nada, sino que sólo se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo:

-¡Yo soy inocente de la sangre de éste! ¡Será asunto vuestro!

25 Respondió todo el pueblo y dijo:

-¡Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos!

26 Entonces les soltó a Barrabás; y después de haber azotado a Jesús, le entregó para que fuese crucificado.

Los soldados se burlan de Jesús


27 Entonces los soldados del procurador llevaron a Jesús al Pretorio y reunieron a toda la compañía alrededor de él. 28 Después de desnudarle, le echaron encima un manto de escarlata. 29 Habiendo entretejido una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha pusieron una caña. Se arrodillaron delante de él y se burlaron de él, diciendo:

-¡Viva, rey de los judíos!

30 Y escupiendo en él, tomaron la caña y le golpeaban la cabeza.

La crucifixión de Jesús


31 Y cuando se habían burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus propios vestidos y le llevaron para crucificarle. 32 Mientras salían, hallaron a un hombre de Cirene llamado Simón. A éste le obligaron a cargar la cruz de Jesús. 33 Cuando llegaron al lugar que se llama Gólgota, que significa lugar de la Calavera, 34 le dieron a beber vino mezclado con ajenjo; pero cuando lo probó, no lo quiso beber. 35 Después de crucificarle, repartieron sus vestidos, echando suertes. 36 Y sentados, le guardaban allí.

37 Pusieron sobre su cabeza su acusación escrita: ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS JUDIOS. 38 Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda. 39 Los que pasaban le insultaban, meneando sus cabezas 40 y diciendo:

-Tú que derribas el templo y en tres días lo edificas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y desciende de la cruz!

41 De igual manera, aun los principales sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él, y decían:

42 -A otros salvó; a sí mismo no se puede salvar. ¿Es rey de Israel? ¡Que descienda ahora de la cruz, y creeremos en él! 43 Ha confiado en Dios. Que lo libre ahora si le quiere, porque dijo: "Soy Hijo de Dios."

44 También los ladrones que estaban crucificados con él le injuriaban de la misma manera.

La muerte de Jesús


45 Desde la sexta hora descendió oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46 Como a la hora novena Jesús exclamó a gran voz diciendo:

-¡Elí, Elí! ¿Lama sabactani? -que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?-

47 Cuando algunos de los que estaban allí le oyeron, decían:

-Este hombre llama a Elías.

48 Y de inmediato uno de ellos corrió, tomó una esponja, la llenó de vinagre, y poniéndola en una caña, le daba de beber. 49 Pero otros decían:

-Deja, veamos si viene Elías a salvarlo.

50 Pero Jesús clamó otra vez a gran voz y entregó el espíritu.

51 Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló, y las rocas se partieron. 52 Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de hombres santos que habían muerto se levantaron; 53 y salidos de los sepulcros después de la resurrección de él, fueron a la santa ciudad y aparecieron a muchos.

54 Y cuando el centurión y los que con él guardaban a Jesús vieron el terremoto y las cosas que habían sucedido, temieron en gran manera y dijeron:

-¡Verdaderamente éste era Hijo de Dios!

55 Estaban allí muchas mujeres mirando desde lejos. Ellas habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole. 56 Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Jesús es sepultado


57 Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea llamado José, quien también había sido discípulo de Jesús. 58 Este se presentó a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese. 59 José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia 60 y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña. Luego hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, y se fue. 61 Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas delante del sepulcro.

La guardia puesta ante el sepulcro


62 Al día siguiente, esto es, después de la Preparación, los principales sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato, 63 diciendo:

-Señor, nos acordamos que mientras aún vivía, aquel engañador dijo: "Después de tres días resucitaré." 64 Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que sus discípulos vengan y roben el cadáver, y digan al pueblo: "Ha resucitado de los muertos." Y el último fraude será peor que el primero.

65 Pilato les dijo:

-Tenéis tropas de guardia. Id y aseguradlo como sabéis hacerlo.

66 Ellos fueron, y habiendo sellado la piedra, aseguraron el sepulcro con la guardia.

 


La resurrección de Jesús


28 Después del sábado, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María para ver el sepulcro. 2 Y he aquí, hubo un gran terremoto; porque el ángel del Señor descendió del cielo, y al llegar removió la piedra y se sentó sobre ella. 3 Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura era blanca como la nieve. 4 Los guardias temblaron por miedo de él y quedaron como muertos. 5 Y respondiendo el ángel dijo a las mujeres:

-No temáis vosotras, porque sé que buscáis a Jesús, quien fue crucificado. 6 No está aquí, porque ha resucitado, así como dijo. Venid, ved el lugar donde estaba puesto. 7 E id de prisa y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos. He aquí va delante de vosotros a Galilea. Allí le veréis. He aquí os lo he dicho.

8 Entonces ellas salieron a toda prisa del sepulcro con temor y gran gozo, y corrieron a dar las nuevas a sus discípulos. 9 Y he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo:

-¡Os saludo!

Y acercándose ellas, abrazaron sus pies y le adoraron. 10 Entonces Jesús les dijo:

-No temáis. Id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea. Allí me verán.

El soborno de la guardia


11 Entre tanto que ellas iban, he aquí algunos de la guardia fueron a la ciudad y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. 12 Ellos se reunieron en consejo con los ancianos, y tomando mucho dinero se lo dieron a los soldados, 13 diciendo: "Decid: ’Sus discípulos vinieron de noche y lo robaron mientras nosotros dormíamos.’ 14 Y si esto llega a oídos del procurador, nosotros le persuadiremos y os evitaremos problemas."

15 Ellos tomaron el dinero e hicieron como habían sido instruidos. Y este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy.

La gran comisión


16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había mandado. 17 Cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaron.

18 Jesús se acercó a ellos y les habló diciendo: "Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo."


Reina-Valera Actualizada, 1989.