Sagrada Biblia
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El Evangelio según Mateo


Genealogía de Jesucristo


1 Libro de la genealogía de Jesucristo,

hijo de David, hijo de Abraham.

2 Abraham engendró a Isaac;

Isaac engendró a Jacob;

Jacob engendró a Judá y a sus hermanos;

3 Judá engendró de Tamar a Fares y a Zéraj;

Fares engendró a Hesrón;

Hesrón engendró a Aram;

4 Aram engendró a Aminadab;

Aminadab engendró a Najsón;

Najsón engendró a Salmón;

5 Salmón engendró de Rajab a Boaz;

Boaz engendró de Rut a Obed;

Obed engendró a Isaí;

6 Isaí engendró al rey David.

David engendró a Salomón, de la que fue mujer de Urías;

7 Salomón engendró a Roboam;

Roboam engendró a Abías;

Abías engendró a Asa;

8 Asa engendró a Josafat;

Josafat engendró a Joram;

Joram engendró a Uzías;

9 Uzías engendró a Jotam;

Jotam engendró a Acaz;

Acaz engendró a Ezequías;

10 Ezequías engendró a Manasés;

Manasés engendró a Amón;

Amón engendró a Josías;

11 Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos en el tiempo de la deportación a Babilonia.

12 Después de la deportación a Babilonia,

Jeconías engendró a Salatiel;

Salatiel engendró a Zorobabel;

13 Zorobabel engendró a Abiud;

Abiud engendró a Eliaquim;

Eliaquim engendró a Azor;

14 Azor engendró a Sadoc;

Sadoc engendró a Aquim;

Aquim engendró a Eliud;

15 Eliud engendró a Eleazar;

Eleazar engendró a Matán;

Matán engendró a Jacob.

16 Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.

17 De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce generaciones, y desde David hasta la deportación a Babilonia son catorce generaciones, y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo son catorce generaciones.

Nacimiento de Jesucristo


18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Su madre María estaba desposada con José; y antes de que se unieran, se halló que ella había concebido del Espíritu Santo. 19 José, su marido, como era justo y no quería difamarla, se propuso dejarla secretamente. 20 Mientras él pensaba en esto, he aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que ha sido engendrado en ella es del Espíritu Santo. 21 Ella dará a luz un hijo; y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados."

22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo que habló el Señor por medio del profeta, diciendo:

23 He aquí, la virgen concebirá

y dará a luz un hijo,

y llamarán su nombre Emanuel,

que traducido quiere decir: Dios con nosotros.

24 Cuando José despertó del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. 25 Pero no la conoció hasta que ella dio a luz un hijo, y llamó su nombre Jesús.

 


La adoración de los magos


2 Jesús nació en Belén de Judea, en días del rey Herodes. Y he aquí unos magos vinieron del oriente a Jerusalén, 2 preguntando:

-¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido para adorarle.

3 Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó, y toda Jerusalén con él. 4 Y habiendo convocado a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron:

-En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta:

6 Y tú, Belén, en la tierra de Judá,

de ninguna manera eres la más pequeña

entre los gobernadores de Judá;

porque de ti saldrá un gobernante

que pastoreará a mi pueblo Israel.

7 Entonces Herodes llamó en secreto a los magos e indagó de ellos el tiempo de la aparición de la estrella. 8 Y enviándolos a Belén, les dijo:

-Id y averiguad con cuidado acerca del niño. Tan pronto le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.

9 Ellos, después de oír al rey, se fueron. Y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría. 11 Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María su madre, y postrándose le adoraron. Entonces abrieron sus tesoros y le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra. 12 Pero advertidos por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su país por otro camino.

La huida a Egipto


13 Después que ellos partieron, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José, diciendo: "Levántate; toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo."

14 Entonces José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. 15 Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo que habló el Señor por medio del profeta, diciendo: De Egipto llamé a mi hijo.

La masacre de los niños


16 Entonces Herodes, al verse burlado por los magos, se enojó sobremanera y mandó matar a todos los niños varones en Belén y en todos sus alrededores, de dos años de edad para abajo, conforme al tiempo que había averiguado de los magos. 17 Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías, diciendo:

18 Voz fue oída en Ramá;

grande llanto y lamentación.

Raquel lloraba por sus hijos,

y no quería ser consolada,

porque perecieron.

El regreso de Egipto


19 Cuando había muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, 20 diciendo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y vé a la tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban quitar la vida al niño."

21 Entonces él se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. 22 Pero, al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá; y advertido por revelación en sueños, fue a las regiones de Galilea. 23 Habiendo llegado, habitó en la ciudad que se llama Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que había de ser llamado nazareno.

 


Ministerio de Juan el Bautista


3 En aquellos días apareció Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea 2 y diciendo: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado." 3 Pues éste es aquel de quien fue dicho por medio del profeta Isaías:

Voz del que proclama en el desierto:

"Preparad el camino del Señor;

enderezad sus sendas."

4 Juan mismo estaba vestido de pelo de camello y con un cinto de cuero a la cintura. Su comida era langostas y miel silvestre. 5 Entonces salían a él Jerusalén y toda Judea y toda la región del Jordán, 6 y confesando sus pecados eran bautizados por él en el río Jordán.

7 Pero cuando Juan vio que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: "¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8 Producid, pues, frutos dignos de arrepentimiento; 9 y no penséis decir dentro de vosotros: ’A Abraham tenemos por padre.’ Porque yo os digo que aun de estas piedras Dios puede levantar hijos a Abraham. 10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles. Por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. 11 Yo, a la verdad, os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene después de mí, cuyo calzado no soy digno de llevar, es más poderoso que yo. El os bautizará en el Espíritu Santo y fuego. 12 Su aventador está en su mano, y limpiará su era. Recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en el fuego que nunca se apagará."

El bautismo de Jesús


13 Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán, a Juan, para ser bautizado por él. 14 Pero Juan procuraba impedírselo diciendo:

-Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?

15 Pero Jesús le respondió:

-Permítelo por ahora, porque así nos conviene cumplir toda justicia.

Entonces se lo permitió. 16 Y cuando Jesús fue bautizado, en seguida subió del agua, y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y venía sobre él. 17 Y he aquí, una voz de los cielos decía: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia."

 


La tentación de Jesús


4 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. 2 Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. 3 El tentador se acercó y le dijo:

-Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.

4 Pero él respondió y dijo:

-Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

5 Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, le puso de pie sobre el pináculo del templo, 6 y le dijo:

-Si eres Hijo de Dios, échate abajo, porque escrito está:

A sus ángeles mandará acerca de ti,

y en sus manos te llevarán,

de modo que nunca tropieces

con tu pie en piedra.

7 Jesús le dijo:

-Además está escrito: No pondrás a prueba al Señor tu Dios.

8 Otra vez el diablo le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria. 9 Y le dijo:

-Todo esto te daré, si postrado me adoras.

10 Entonces Jesús le dijo:

-Vete, Satanás, porque escrito está:

Al Señor tu Dios adorarás

y a él solo servirás.

11 Entonces el diablo le dejó, y he aquí, los ángeles vinieron y le servían.

Jesús inicia su ministerio en Galilea


12 Y cuando Jesús oyó que Juan había sido encarcelado, regresó a Galilea. 13 Y habiendo dejado Nazaret, fue y habitó en Capernaúm, ciudad junto al mar en la región de Zabulón y Neftalí, 14 para que se cumpliese lo dicho por medio del profeta Isaías, diciendo:

15 Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,

camino del mar, al otro lado del Jordán,

Galilea de los gentiles.

16 El pueblo que moraba en tinieblas

vio una gran luz.

A los que moraban en región y sombra de muerte,

la luz les amaneció.

17 Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: "¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!"

Jesús llama a los primeros discípulos


18 Mientras andaba junto al mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, que es llamado Pedro, y a su hermano Andrés. Estaban echando una red en el mar, porque eran pescadores. 19 Y les dijo: "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres." 20 Y de inmediato ellos dejaron sus redes y le siguieron.

21 Y pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo y Juan su hermano, en la barca con su padre Zebedeo, arreglando sus redes. Los llamó, 22 y en seguida ellos dejaron la barca y a su padre, y le siguieron.

Jesús predica en Galilea


23 Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 24 Su fama corrió por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían males: los que padecían diversas enfermedades y dolores, los endemoniados, los lunáticos y los paralíticos. Y él los sanó. 25 Le siguieron grandes multitudes de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán.

 


EL SERMON DEL MONTE


5 Cuando vio la multitud, subió al monte; y al sentarse él, se le acercaron sus discípulos. 2 Y abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

Las bienaventuranzas


3 "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

4 "Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

5 "Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

6 "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

7 "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos recibirán misericordia.

8 "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

9 "Bienaventurados los que hacen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

10 "Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

11 "Bienaventurados sois cuando os vituperan y os persiguen, y dicen toda clase de mal contra vosotros por mi causa, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

La sal de la tierra y la luz del mundo


13 "Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.

14 "Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no puede ser escondida. 15 Tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo de un cajón, sino sobre el candelero; y así alumbra a todos los que están en la casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, de modo que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

El verdadero cumplimiento de la ley


17 "No penséis que he venido para abrogar la Ley o los Profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 De cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni una tilde pasará de la ley hasta que todo haya sido cumplido.

19 "Por lo tanto, cualquiera que quebranta el más pequeño de estos mandamientos y así enseña a los hombres, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero cualquiera que los cumple y los enseña, éste será considerado grande en el reino de los cielos. 20 Porque os digo que a menos que vuestra justicia sea mayor que la de los escribas y de los fariseos, jamás entraréis en el reino de los cielos.

Acerca de la ira


21 "Habéis oído que fue dicho a los antiguos: No cometerás homicidio; y cualquiera que comete homicidio será culpable en el juicio. 22 Pero yo os digo que todo el que se enoja con su hermano será culpable en el juicio. Cualquiera que le llama a su hermano ’necio’ será culpable ante el Sanedrín; y cualquiera que le llama ’fatuo’ será expuesto al infierno de fuego.

23 "Por tanto, si has traído tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja tu ofrenda allí delante del altar, y vé, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y ofrece tu ofrenda.

25 "Reconcíliate pronto con tu adversario mientras estás con él en el camino; no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel. 26 De cierto te digo que jamás saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante.

Acerca del adulterio


27 "Habéis oído que fue dicho: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón. 29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti. Porque es mejor para ti que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti. Porque es mejor para ti que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

31 "También fue dicho: Cualquiera que despide a su mujer, déle carta de divorcio. 32 Pero yo os digo que todo aquel que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de adulterio, hace que ella cometa adulterio. Y el que se casa con la mujer divorciada comete adulterio.

Acerca de la mentira


33 "Además, habéis oído que fue dicho a los antiguos: No jurarás falsamente; sino que cumplirás al Señor tus juramentos. 34 Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey. 36 No jurarás ni por tu cabeza, porque no puedes hacer que un cabello sea ni blanco ni negro. 37 Pero sea vuestro hablar, ’sí’, ’sí’, y ’no’, ’no’. Porque lo que va más allá de esto, procede del mal.

Acerca de la venganza


38 "Habéis oído que fue dicho a los antiguos: Ojo por ojo y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No resistáis al malo. Más bien, a cualquiera que te golpea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. 40 Y al que quiera llevarte a juicio y quitarte la túnica, déjale también el manto. 41 A cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con él dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues.

Acerca del odio


43 "Habéis oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, y orad por los que os persiguen; 45 de modo que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, porque él hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? 47 Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen eso mismo los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

 


Sobre las obras de misericordia


6 "Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos. De lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. 2 Cuando, pues, hagas obras de misericordia, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. De cierto os digo que ellos ya tienen su recompensa. 3 Pero cuando tú hagas obras de misericordia, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 de modo que tus obras de misericordia sean en secreto. Y tu Padre que ve en secreto te recompensará.

Sobre la oración: el Padre Nuestro


5 "Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que aman orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. De cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará. 7 Y al orar, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que serán oídos por su palabrería. 8 Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis. 9 Vosotros, pues, orad así:

Padre nuestro que estás en los cielos:

Santificado sea tu nombre,

10 venga tu reino,

sea hecha tu voluntad,

como en el cielo

así también en la tierra.

11 El pan nuestro de cada día,

dánoslo hoy.

12 Perdónanos nuestras deudas,

como también nosotros perdonamos

a nuestros deudores.

13 Y no nos metas en tentación,

mas líbranos del mal.

[Porque tuyo es el reino,

el poder y la gloria

por todos los siglos. Amén.]

14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros. 15 Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Sobre el ayuno


16 "Cuando ayunéis, no os hagáis los decaídos, como los hipócritas, que descuidan su apariencia para mostrar a los hombres que ayunan. De cierto os digo que ya tienen su recompensa. 17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lávate la cara, 18 de modo que no muestres a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto. Y tu Padre que ve en secreto te recompensará.

Sobre las riquezas


19 "No acumuléis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corrompen, y donde los ladrones se meten y roban. 20 Más bien, acumulad para vosotros tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corrompen, y donde los ladrones no se meten ni roban. 21 Porque donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón.

El ojo: lámpara del cuerpo


22 "La lámpara del cuerpo es el ojo. Así que, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz. 23 Pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará en tinieblas. De modo que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande es esa oscuridad!

Las prioridades en la vida


24 "Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

25 "Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas? 27 ¿Quién de vosotros podrá, por más que se afane, añadir a su estatura un codo? 28 ¿Por qué os afanáis por el vestido? Mirad los lirios del campo, cómo crecen. Ellos no trabajan ni hilan; 29 pero os digo que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido como uno de ellos. 30 Si Dios viste así la hierba del campo, que hoy está y mañana es echada en el horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?

31 "Por tanto, no os afanéis diciendo: ’¿Qué comeremos?’ o ’¿Qué beberemos?’ o ’¿Con qué nos cubriremos?’ 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas, pero vuestro Padre que está en los cielos sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Más bien, buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. 34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta a cada día su propio mal.

 


El juzgar a los demás


7 "No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados, y con la medida con que medís se os medirá.

3 "¿Por qué miras la brizna de paja que está en el ojo de tu hermano, y dejas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4 ¿Cómo dirás a tu hermano: ’Deja que yo saque la brizna de tu ojo’, y he aquí la viga está en el tuyo? 5 ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.

6 "No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra vosotros y os despedacen.

La eficacia de la oración


7 "Pedid, y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad, y se os abrirá. 8 Porque todo el que pide recibe, el que busca halla, y al que llama se le abrirá. 9 ¿Qué hombre hay entre vosotros que, al hijo que le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O al que le pide pescado, le dará una serpiente? 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?

La regla de oro


12 "Así que, todo lo que queráis que los hombres hagan por vosotros, así también haced por ellos, porque esto es la Ley y los Profetas.

La puerta y el camino de la vida


13 "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella. 14 Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y son pocos los que la hallan.

Cómo reconocer a los falsos profetas


15 "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero que por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? 17 Así también, todo árbol sano da buenos frutos, pero el árbol podrido da malos frutos. 18 El árbol sano no puede dar malos frutos, ni tampoco puede el árbol podrido dar buenos frutos. 19 Todo árbol que no lleva buen fruto es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis.

Parábola de los dos cimientos


21 "No todo el que me dice ’Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: ’¡Señor, Señor! ¿No profetizamos en tu nombre? ¿En tu nombre no echamos demonios? ¿Y en tu nombre no hicimos muchas obras poderosas?’ 23 Entonces yo les declararé: ’Nunca os he conocido. ¡Apartaos de mí, obradores de maldad!’

24 "Cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, será semejante a un hombre prudente que edificó su casa sobre la peña. 25 Y cayó la lluvia, vinieron torrentes, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa. Pero ella no se derrumbó, porque se había fundado sobre la peña.

26 "Pero todo el que me oye estas palabras y no las hace, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena. 27 Cayó la lluvia, vinieron torrentes, y soplaron vientos, y azotaron contra aquella casa. Y se derrumbó, y fue grande su ruina."

28 Y aconteció que cuando Jesús terminó estas palabras, las multitudes estaban maravilladas de su enseñanza; 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

 


Jesús sana a un leproso


8 Cuando descendió del monte, le siguió mucha gente. 2 Y he aquí vino un leproso y se postró ante él diciendo:

-¡Señor, si quieres, puedes limpiarme!

3 Jesús extendió la mano y le tocó diciendo:

-Quiero. ¡Sé limpio!

Y al instante quedó limpio de la lepra. 4 Entonces Jesús le dijo:

-Mira, no lo digas a nadie; pero vé, muéstrate al sacerdote y ofrece la ofrenda que mandó Moisés, para testimonio a ellos.

Jesús sana al criado del centurión


5 Cuando Jesús entró en Capernaúm, vino a él un centurión y le rogó 6 diciendo:

-Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, y sufre terribles dolores.

7 Y le dijo:

-Yo iré y le sanaré.

8 Respondió el centurión y dijo:

-Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo. Solamente di la palabra, y mi criado será sanado. 9 Porque yo también soy un hombre bajo autoridad y tengo soldados bajo mi mando. Si digo a éste: "Vé", él va; si digo al otro: "Ven", él viene; y si digo a mi siervo: "Haz esto", él lo hace.

10 Cuando Jesús oyó esto, se maravilló y dijo a los que le seguían:

-De cierto os digo que no he hallado tanta fe en ninguno en Israel. 11 Y os digo que muchos vendrán del oriente y del occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, 12 pero los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera. Allí habrá llanto y crujir de dientes.

13 Entonces Jesús dijo al centurión:

-Vé, y como creíste te sea hecho.

Y su criado fue sanado en aquella hora.

Jesús sana a la suegra de Pedro


14 Entró Jesús en la casa de Pedro, y vio que su suegra estaba postrada en cama con fiebre. 15 El le tocó la mano, y la fiebre la dejó. Luego ella se levantó y comenzó a servirle.

16 Al atardecer, trajeron a él muchos endemoniados. Con su palabra echó fuera a los espíritus y sanó a todos los enfermos, 17 de modo que se cumpliese lo dicho por medio del profeta Isaías, quien dijo:

El mismo tomó nuestras debilidades

y cargó con nuestras enfermedades.

Lo que cuesta seguir a Jesús


18 Cuando se vio rodeado de una multitud, Jesús mandó que pasasen a la otra orilla. 19 Entonces se le acercó un escriba y le dijo:

-Maestro, te seguiré a dondequiera que tú vayas.

20 Jesús le dijo:

-Las zorras tienen cuevas, y las aves del cielo tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.

21 Otro de sus discípulos le dijo:

-Señor, permíteme que primero vaya y entierre a mi padre.

22 Pero Jesús le dijo:

-Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos.

Jesús calma la tempestad


23 El entró en la barca, y sus discípulos le siguieron. 24 Y de repente se levantó una tempestad tan grande en el mar que las olas cubrían la barca, pero él dormía. 25 Y acercándose, le despertaron diciendo:

-¡Señor, sálvanos, que perecemos!

26 Y él les dijo:

-¿Por qué estáis miedosos, hombres de poca fe?

Entonces se levantó y reprendió a los vientos y al mar, y se hizo grande bonanza. 27 Los hombres se maravillaron y decían:

-¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?

Jesús sana a dos endemoniados


28 Una vez llegado a la otra orilla, a la región de los gadarenos, le vinieron al encuentro dos endemoniados que habían salido de los sepulcros. Eran violentos en extremo, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. 29 Y he aquí, ellos lanzaron gritos diciendo:

-¿Qué tienes con nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?

30 Lejos de ellos estaba paciendo un gran hato de cerdos, 31 y los demonios le rogaron diciendo:

-Si nos echas fuera, envíanos a aquel hato de cerdos.

32 El les dijo:

-¡Id!

Ellos salieron y se fueron a los cerdos, y he aquí todo el hato de cerdos se lanzó al mar por un despeñadero, y murieron en el agua.

33 Los que apacentaban los cerdos huyeron, se fueron a la ciudad y lo contaron todo, aun lo que había pasado a los endemoniados. 34 Y he aquí, toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaban que se fuera de sus territorios.

 


Jesús sana a un paralítico


9 Habiendo entrado en la barca, Jesús pasó a la otra orilla y llegó a su propia ciudad. 2 Entonces le trajeron un paralítico tendido sobre una camilla. Y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico:

-Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.

3 He aquí, algunos de los escribas dijeron entre sí:

-¡Este blasfema!

4 Y conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo:

-¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5 Porque, ¿qué es más fácil decir: "Tus pecados te son perdonados" o decir: "Levántate y anda"? 6 Pero para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad para perdonar pecados en la tierra, -entonces dijo al paralítico-: ¡Levántate; toma tu camilla y vete a tu casa!

7 Y se levantó y se fue a su casa. 8 Cuando las multitudes vieron esto, temieron y glorificaron a Dios, quien había dado semejante autoridad a los hombres.

El llamamiento de Mateo


9 Pasando de allí más adelante, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el lugar de los tributos públicos, y le dijo: "¡Sígueme!" Y él se levantó y le siguió.

10 Sucedió que, estando Jesús sentado a la mesa en casa, he aquí muchos publicanos y pecadores que habían venido estaban sentados a la mesa con Jesús y sus discípulos. 11 Y cuando los fariseos le vieron, decían a sus discípulos:

-¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?

12 Al oírlo, Jesús les dijo:

-Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos. 13 Id, pues, y aprended qué significa: Misericordia quiero y no sacrificio. Porque yo no he venido para llamar a justos, sino a pecadores.

Preguntas sobre el ayuno


14 Entonces los discípulos de Juan fueron a Jesús y dijeron:

-¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos frecuentemente, pero tus discípulos no ayunan?

15 Jesús les dijo:

-¿Pueden tener luto los que están de bodas mientras el novio está con ellos? Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán. 16 Nadie pone parche de tela nueva en vestido viejo, porque el parche tira del vestido y la rotura se hace peor. 17 Tampoco echan vino nuevo en odres viejos, porque los odres se rompen, el vino se derrama, y los odres se echan a perder. Más bien, echan vino nuevo en odres nuevos, y ambos se conservan.

Jesús sana a una mujer


18 Mientras él hablaba estas cosas, he aquí vino un hombre principal y se postró delante de él diciéndole:

-Mi hija acaba de morir. Pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.

19 Jesús se levantó y le siguió con sus discípulos. 20 Y he aquí una mujer que sufría de hemorragia desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; 21 porque ella pensaba dentro de sí: "Si solamente toco su vestido, seré sanada." 22 Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo:

-Ten ánimo, hija, tu fe te ha salvado.

Y la mujer fue sanada desde aquella hora.

Jesús resucita a una niña


23 Cuando Jesús llegó a la casa del principal y vio a los que tocaban las flautas y a la multitud que hacía bullicio, 24 les dijo:

-Apartaos, porque la muchacha no ha muerto, sino que duerme.

Y se burlaban de él. 25 Cuando habían sacado a la gente, él entró y la tomó de la mano; y la muchacha se levantó. 26 Y salió esta noticia por toda aquella tierra.

Jesús sana a dos ciegos


27 Mientras Jesús pasaba de allí, le siguieron dos ciegos clamando a gritos y diciendo:

-¡Ten misericordia de nosotros, hijo de David!

28 Cuando él llegó a la casa, los ciegos vinieron a él. Y Jesús les dijo:

-¿Creéis que puedo hacer esto?

Ellos dijeron:

-Sí, Señor.

29 Entonces les tocó los ojos diciendo:

-Conforme a vuestra fe os sea hecho.

30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Entonces Jesús les encargó rigurosamente diciendo:

-Mirad que nadie lo sepa.

31 Pero ellos salieron y difundieron su fama por toda aquella tierra.

Jesús sana a un endemoniado mudo


32 Mientras aquéllos salían, he aquí le trajeron un hombre mudo endemoniado. 33 Y tan pronto fue echado fuera el demonio, el mudo habló. Y las multitudes se maravillaban diciendo:

-¡Nunca se ha visto semejante cosa en Israel!

34 Pero los fariseos decían:

-Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.

Jesús se compadece de la gente


35 Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. 36 Y cuando vio las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban acosadas y desamparadas como ovejas que no tienen pastor. 37 Entonces dijo a sus discípulos: "A la verdad, la mies es mucha, pero los obreros son pocos. 38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies."

 


Jesús comisiona a los doce


10 Entonces llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos para echarlos fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. 2 Los nombres de los doce apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; también Jacobo hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; 3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Jacobo hijo de Alfeo, y Tadeo; 4 Simón el cananita y Judas Iscariote, quien le entregó.

La misión de los doce


5 A estos doce los envió Jesús, dándoles instrucciones diciendo: "No vayáis por los caminos de los gentiles, ni entréis en las ciudades de los samaritanos. 6 Pero id, más bien, a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Y cuando vayáis, predicad diciendo: ’El reino de los cielos se ha acercado.’ 8 Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad fuera demonios. De gracia habéis recibido; dad de gracia.

9 "No os proveáis ni de oro, ni de plata, ni de cobre en vuestros cintos. 10 Tampoco llevéis bolsas para el camino, ni dos vestidos, ni zapatos, ni bastón; porque el obrero es digno de su alimento. 11 En cualquier ciudad o aldea donde entréis, averiguad quién en ella sea digno y quedaos allí hasta que salgáis. 12 Al entrar en la casa, saludadla. 13 Si la casa es digna, venga vuestra paz sobre ella. Pero si no es digna, vuelva vuestra paz a vosotros. 14 Y en caso de que no os reciban ni escuchen vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies. 15 De cierto os digo que en el día del juicio será más tolerable para los de la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad.

Las persecuciones venideras


16 "He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos. Sed, pues, astutos como serpientes y sencillos como palomas. 17 Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y en sus sinagogas os azotarán. 18 Seréis llevados aun ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio a ellos y a los gentiles. 19 Pero cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué hablaréis, porque os será dado en aquella hora lo que habéis de decir. 20 Pues no sois vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre que hablará en vosotros.

21 "El hermano entregará a muerte a su hermano, y el padre a su hijo. Se levantarán los hijos contra sus padres y los harán morir. 22 Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo. 23 Y cuando os persigan en una ciudad, huid a la otra. Porque de cierto os digo que de ningún modo acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre.

24 "El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. 25 Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia le llamaron Beelzebul, ¡cuánto más lo harán a los de su casa!

Jesús infunde valor a los suyos


26 "Así que, no les temáis. Porque no hay nada encubierto que no será revelado, ni oculto que no será conocido. 27 Lo que os digo en privado, decidlo en público; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. 28 No temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar al alma. Más bien, temed a aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno. 29 ¿Acaso no se venden dos pajaritos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. 30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. 31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajaritos.

32 "Por tanto, a todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.

Recompensas del discipulado


34 "No penséis que he venido para traer paz a la tierra. No he venido para traer paz, sino espada. 35 Porque yo he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. 36 Y los enemigos de un hombre serán los de su propia casa.

37 "El que ama a padre o a madre más que a mí no es digno de mí, y el que ama a hijo o a hija más que a mí no es digno de mí. 38 El que no toma su cruz y sigue en pos de mí no es digno de mí. 39 El que halla su vida la perderá, y el que pierde su vida por mi causa la hallará.

40 "El que os recibe a vosotros a mí me recibe, y el que me recibe a mí recibe al que me envió. 41 El que recibe a un profeta porque es profeta, recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, recibirá recompensa de justo. 42 Cualquiera que da a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente porque es mi discípulo, de cierto os digo que jamás perderá su recompensa."


Reina-Valera Actualizada, 1989.

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