El Evangelio
según
Lucas
Prólogo: Dedicatoria a Teófilo
1 Puesto que muchos han
intentado poner en orden un relato acerca de las cosas que han sido
ciertísimas entre nosotros, 2 así como nos las transmitieron
los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la
palabra, 3 me ha parecido bien también a mí, después de
haberlo investigado todo con diligencia desde el comienzo, escribírtelas
en orden, oh excelentísimo Teófilo, 4 para que conozcas bien
la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.
Anuncio del nacimiento de Juan
5 En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote
llamado Zacarías, de la clase de Abías. Su esposa era de las hijas de
Aarón y se llamaba Elisabet. 6 Ambos eran justos delante de
Dios y vivían irreprensiblemente en todos los mandamientos y ordenanzas
del Señor. 7 No tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y
ambos eran de edad avanzada.
8 Aconteció que, cuando Zacarías ejercía el sacerdocio
delante de Dios, en el turno de su clase, 9 conforme a la
costumbre del sacerdocio, le tocó por sorteo entrar en el templo del
Señor para quemar el incienso. 10 Toda la multitud del pueblo
estaba fuera, orando a la hora del incienso.
11 Entonces el ángel del Señor se le apareció, puesto
de pie a la derecha del altar del incienso. 12 Zacarías se
turbó cuando le vio, y el temor se apoderó de él. 13 Pero el
ángel le dijo:
-¡No temas, Zacarías! Porque tu oración ha sido atendida. Tu
esposa Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.
14 Tendrás gozo y alegría, y muchos se gozarán de su nacimiento,
15 porque él será grande delante del Señor. Nunca beberá vino
ni licor, y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su
madre. 16 Y hará que muchos de los hijos de Israel vuelvan al
Señor su Dios. 17 El mismo irá delante del Señor con el
espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los
padres a los hijos y los desobedientes a la prudencia de los justos,
para preparar al Señor un pueblo apercibido.
18 Y Zacarías dijo al ángel:
-¿Cómo podré estar seguro de esto? Pues yo soy viejo, y mi esposa
es de edad avanzada.
19 Respondió el ángel y le dijo:
-Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y he sido enviado para
hablarte y anunciarte estas buenas nuevas. 20 He aquí,
quedarás mudo e incapaz de hablar hasta el día en que se realice esto,
por cuanto no has creído a mis palabras, las cuales se cumplirán a su
debido tiempo.
21 El pueblo estaba esperando a Zacarías, y se
extrañaba de que él pasara tanto tiempo en el templo. 22
Cuando salió, no les podía hablar; y se dieron cuenta de que había visto
una visión en el templo. El se comunicaba con ellos por señas y quedaba
mudo.
23 Sucedió que, cuando se cumplieron los días de este
ministerio, él se fue a su casa. 24 Y después de aquellos
días su mujer Elisabet concibió y se recluyó por cinco meses, diciendo:
25 -Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se
dignó mirarme para quitar mi afrenta entre los hombres.
Anuncio del nacimiento de Jesús
26 En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a
una ciudad de Galilea llamada Nazaret, 27 a una virgen
desposada con un hombre llamado José, de la casa de David. El nombre de
la virgen era María. 28 Cuando entró a donde ella estaba,
dijo:
-¡Te saludo, muy favorecida! El Señor está contigo.
29 Pero ella se turbó por sus palabras y se preguntaba
qué clase de salutación sería ésta. 30 Entonces el ángel le
dijo:
-¡No temas, María! Porque has hallado gracia ante Dios. 31
He aquí concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás
su nombre Jesús. 32 Este será grande, y será llamado Hijo del
Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de su padre David. 33
Reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no
habrá fin.
34 Entonces María dijo al ángel:
-¿Cómo será esto? Porque yo no conozco varón.
35 Respondió el ángel y le dijo:
-El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra, por lo cual también el santo Ser que nacerá será
llamado Hijo de Dios. 36 He aquí, también tu parienta
Elisabet ha concebido un hijo en su vejez. Este es el sexto mes para
ella que era llamada estéril. 37 Porque ninguna cosa será
imposible para Dios.
38 Entonces María dijo:
-He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu
palabra.
Y el ángel se fue de ella.
María visita a Elisabet
39 En esos días se levantó María y fue de prisa a una ciudad
en la región montañosa de Judá. 40 Entró en casa de Zacarías
y saludó a Elisabet. 41 Aconteció que, cuando Elisabet oyó la
salutación de María, la criatura saltó en su vientre. Y Elisabet fue
llena del Espíritu Santo, 42 y exclamó a gran voz y dijo:
-¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
43 ¿De dónde se me concede esto, que la madre de mi Señor
venga a mí? 44 Porque he aquí, cuando llegó a mis oídos la
voz de tu salutación, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
45 Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le ha
sido dicho de parte del Señor.
El cántico de María
46 Y María dijo:
-Engrandece mi alma al Señor;
47 y mi espíritu se alegra
en Dios, mi Salvador,
48 porque ha mirado
la bajeza de su sierva.
He aquí, pues, desde ahora
me tendrán por bienaventurada
todas las generaciones,
49 porque el Poderoso ha hecho
grandes cosas conmigo.
Su nombre es santo,
50 y su misericordia es
de generación en generación,
para con los que le temen.
51 Hizo proezas con su brazo;
esparció a los soberbios
en el pensamiento de sus corazones.
52 Quitó a los poderosos de sus tronos
y levantó a los humildes.
53 A los hambrientos sació de bienes
y a los ricos los despidió vacíos.
54 Ayudó a Israel su siervo,
para acordarse de la misericordia,
55 tal como habló a nuestros padres;
a Abraham y a su descendencia para siempre.
56 Y María se quedó con ella como tres meses, y regresó
a su casa.
El nacimiento de Juan el Bautista
57 Se cumplió para Elisabet el tiempo de su alumbramiento, y
dio a luz un hijo. 58 Los vecinos y los parientes oyeron que
Dios había engrandecido su misericordia hacia ella y se regocijaron con
ella. 59 Aconteció que al octavo día vinieron para
circuncidar al niño, y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías.
60 Y su madre respondiendo dijo:
-¡No! Más bien será llamado Juan.
61 Y le dijeron:
-No hay nadie en tu familia que se llame con este nombre.
62 Preguntaban por señas a su padre, cómo quería
llamarle. 63 Y pidiendo una tablilla escribió diciendo: "Juan
es su nombre." Y todos se maravillaron. 64 Al instante su
boca fue abierta, y se le soltó la lengua, y comenzó a hablar
bendiciendo a Dios. 65 Cayó temor sobre todos sus vecinos, y
por toda la región montañosa de Judá se divulgaban todas estas cosas.
66 Y todos los que las oían las guardaban en sus corazones,
diciendo:
-Pues, ¿quién será este niño?
Porque ciertamente la mano del Señor estaba con él.
El cántico de Zacarías
67 Zacarías, su padre, fue lleno del Espíritu Santo y
profetizó diciendo:
68 -Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
69 Ha levantado para nosotros un cuerno de salvación
en la casa de su siervo David,
70 tal como habló por boca de sus santos profetas
que fueron desde antiguo:
71 Salvación de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos aborrecen,
72 para hacer misericordia con nuestros padres
y para acordarse de su santo pacto.
73 Este es el juramento
que juró a Abraham nuestro padre,
para concedernos que,
74 una vez rescatados de las manos de los enemigos,
le sirvamos sin temor,
75 en santidad y en justicia
delante de él todos nuestros días.
76 Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo;
porque irás delante del Señor
para preparar sus caminos;
77 para dar a su pueblo conocimiento de salvación
en el perdón de sus pecados;
78 a causa de la entrañable misericordia de nuestro
Dios,
con que la luz de la aurora nos visitará de lo alto;
79 para alumbrar a los que habitan
en tinieblas y en sombra de muerte;
para encaminar nuestros pies por caminos de paz.
80 Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu, y
estaba en el desierto hasta el día de su manifestación a Israel.
El nacimiento de Jesús
2 Aconteció en aquellos
días que salió un edicto de parte de César Augusto, para levantar un
censo de todo el mundo habitado. 2 Este primer censo se
realizó mientras Cirenio era gobernador de Siria. 3 Todos
iban para inscribirse en el censo, cada uno a su ciudad. 4
Entonces José también subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a
Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, porque él era de la casa
y de la familia de David, 5 para inscribirse con María, su
esposa, quien estaba encinta.
6 Aconteció que, mientras ellos estaban allí, se
cumplieron los días de su alumbramiento, 7 y dio a luz a su
hijo primogénito. Le envolvió en pañales, y le acostó en un pesebre,
porque no había lugar para ellos en el mesón.
Anuncio de los ángeles a los pastores
8 Había pastores en aquella región, que velaban y guardaban
las vigilias de la noche sobre su rebaño. 9 Y un ángel del
Señor se presentó ante ellos, y la gloria del Señor los rodeó de
resplandor; y temieron con gran temor. 10 Pero el ángel les
dijo:
-No temáis, porque he aquí os doy buenas nuevas de gran gozo, que
será para todo el pueblo: 11 que hoy, en la ciudad de David,
os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. 12 Y esto
os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales y acostado en
un pesebre.
13 De repente apareció con el ángel una multitud de las
huestes celestiales, que alababan a Dios y decían:
14 -¡Gloria a Dios en las alturas,
y en la tierra paz
entre los hombres de buena voluntad!
15 Aconteció que, cuando los ángeles se fueron de ellos
al cielo, los pastores se decían unos a otros:
-Pasemos ahora mismo hasta Belén y veamos esto que ha sucedido, y
que el Señor nos ha dado a conocer.
16 Fueron de prisa y hallaron a María y a José, y al
niño acostado en el pesebre. 17 Al verle, dieron a conocer lo
que les había sido dicho acerca de este niño. 18 Todos los
que oyeron se maravillaron de lo que los pastores les dijeron; 19
pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
20 Los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios
por todo lo que habían oído y visto, tal como les había sido dicho.
Presentación de Jesús en el templo
21 Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al
niño, llamaron su nombre Jesús, nombre que le fue puesto por el ángel
antes que él fuese concebido en el vientre.
22 Cuando se cumplieron los días de la purificación de
ellos conforme a la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para
presentarle al Señor 23 (así como está escrito en la ley del
Señor: Todo varón que abre la matriz será llamado santo al Señor)
24 y para dar la ofrenda conforme a lo dicho en la ley del
Señor: un par de tórtolas o dos pichones de paloma.
El cántico de Simeón
25 He aquí, había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y
este hombre era justo y piadoso; esperaba la consolación de Israel, y el
Espíritu Santo estaba sobre él. 26 A él le había sido
revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viera al
Cristo del Señor. 27 Movido por el Espíritu, entró en el
templo; y cuando los padres trajeron al niño Jesús para hacer con él
conforme a la costumbre de la ley, 28 Simeón le tomó en sus
brazos y bendijo a Dios diciendo:
29 -Ahora, Soberano Señor,
despide a tu siervo en paz
conforme a tu palabra;
30 porque mis ojos han visto tu salvación
31 que has preparado en presencia de todos los pueblos:
32 luz para revelación de las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
33 Su padre y su madre se maravillaban de las cosas que
se decían de él. 34 Y Simeón los bendijo y dijo a María su
madre:
-He aquí, éste es puesto para caída y para levantamiento de muchos
en Israel y para señal que será contradicha, 35 para que sean
descubiertos los pensamientos de muchos corazones. Y una espada
traspasará tu misma alma.
El testimonio de Ana
36 También estaba allí la profetisa Ana, hija de Fanuel, de
la tribu de Aser. Ella era de edad avanzada, pues había vivido con su
marido siete años desde su matrimonio; 37 y había quedado
como viuda hasta ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo,
sirviendo con ayunos y oraciones de noche y de día. 38 En la
misma hora acudió al templo y daba gracias a Dios, y hablaba del niño a
todos los que esperaban la redención en Jerusalén.
Niñez de Jesús en Nazaret
39 Cuando cumplieron con todos los requisitos de la ley del
Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 El
niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de
Dios estaba sobre él.
El niño Jesús entre los maestros
41 Iban sus padres todos los años a Jerusalén, para la fiesta
de la Pascua. 42 Cuando cumplió doce años, subieron ellos a
Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta. 43 Una vez
acabados los días de la fiesta, mientras ellos volvían, el niño Jesús se
quedó en Jerusalén; y sus padres no lo supieron. 44
Suponiendo que él estaba en la caravana, fueron un día de camino y le
buscaban entre los parientes y los conocidos. 45 Como no le
encontraron, volvieron a Jerusalén buscándole.
46 Aconteció que después de tres días, le encontraron
en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándoles y
haciéndoles preguntas. 47 Todos los que le oían se asombraban
de su entendimiento y de sus respuestas. 48 Cuando le vieron,
se maravillaron, y su madre le dijo:
-Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? He aquí, tu padre y yo
te buscábamos con angustia.
49 Entonces él les dijo:
-¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais
que en los asuntos de mi Padre me es necesario estar?
50 Pero ellos no entendieron el dicho que les habló.
51 Descendió con ellos y fue a Nazaret, y estaba sujeto a
ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. 52
Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios
y los hombres.
Ministerio de Juan el Bautista
3 En el año quince del
gobierno de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea,
Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Felipe tetrarca de las regiones
de Iturea y de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia; 2
en tiempo de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a
Juan hijo de Zacarías, en el desierto. 3 Entonces él anduvo
por toda la región alrededor del Jordán, predicando el bautismo del
arrepentimiento para perdón de pecados, 4 como está escrito
en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice:
Voz del que proclama en el desierto:
"Preparad el camino del Señor;
enderezad sus sendas.
5 Todo valle será rellenado,
y toda montaña y colina serán rebajadas.
Los senderos torcidos serán enderezados;
y los caminos ásperos, allanados;
6 y toda carne verá la salvación de Dios."
7 Juan, pues, decía a las multitudes que salían para
ser bautizadas por él:
-¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira
venidera? 8 Producid, pues, fruto digno de arrepentimiento y
no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: "A Abraham tenemos por
padre." Porque os digo que aun de estas piedras Dios puede levantar
hijos a Abraham. 9 También el hacha ya está puesta a la raíz
de los árboles. Por lo tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado
y echado al fuego.
10 Las multitudes le preguntaban diciendo:
-Pues, ¿qué haremos?
11 Respondiendo les decía:
-El que tiene dos túnicas dé al que no tiene, y el que tiene
comida haga lo mismo.
12 También fueron unos publicanos para ser bautizados y
le preguntaron:
-Maestro, ¿qué haremos?
13 El les decía:
-No cobréis más de lo que os está ordenado.
14 También unos soldados le preguntaban diciendo:
-Y nosotros, ¿qué haremos?
El les dijo:
-No hagáis extorsión ni denunciéis falsamente a nadie, y
contentaos con vuestros salarios.
15 Como el pueblo estaba a la expectativa, y todos
especulaban en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo, 16
Juan respondió a todos, diciendo:
-Yo, a la verdad, os bautizo en agua. Pero viene el que es más
poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su
calzado. El os bautizará en el Espíritu Santo y fuego. 17 Su
aventador está en su mano para limpiar su era y juntar el trigo en su
granero, pero quemará la paja en el fuego que nunca se apagará.
18 Así que, exhortando con estas y otras muchas cosas,
anunciaba las buenas nuevas al pueblo.
19 Pero el tetrarca Herodes, cuando fue reprendido por
Juan respecto de Herodía, la mujer de su hermano, y de todas las
maldades que Herodes había hecho, 20 añadió a todo también
esto: Encerró a Juan en la cárcel.
El bautismo de Jesús
21 Aconteció que, en el tiempo en que todo el pueblo era
bautizado, también Jesús fue bautizado. Y mientras oraba, el cielo fue
abierto, 22 y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma
corporal, como paloma. Luego vino una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo
amado; en ti tengo complacencia."
Genealogía de Jesús
23 Al comenzar su ministerio, Jesús tenía como treinta años.
El era (según se creía) hijo de José,
24 hijo de Elí, hijo de Matat,
hijo de Leví, hijo de Melqui,
hijo de Jana, hijo de José,
25 hijo de Matatías, hijo de Amós,
hijo de Nahum, hijo de Esli,
26 hijo de Nagai, hijo de Maat,
hijo de Matatías, hijo de Semei,
hijo de José, hijo de Judá,
27 hijo de Joanán, hijo de Resa,
hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel,
28 hijo de Neri, hijo de Melqui,
hijo de Adi, hijo de Cosam,
hijo de Elmodam, hijo de Er,
29 hijo de Josué, hijo de Eliezer,
hijo de Jorim, hijo de Matat,
30 hijo de Leví, hijo de Simeón,
hijo de Judá, hijo de José,
hijo de Jonán, hijo de Eliaquim,
31 hijo de Melea, hijo de Mainán,
hijo de Matata, hijo de Natán,
32 hijo de David, hijo de Isaí,
hijo de Obed, hijo de Boaz,
hijo de Salá, hijo de Najsón,
33 hijo de Aminadab, hijo de Admín,
hijo de Arní, hijo de Hesrón,
hijo de Fares, hijo de Judá,
34 hijo de Jacob, hijo de Isaac,
hijo de Abraham, hijo de Taré,
35 hijo de Nacor, hijo de Serug,
hijo de Ragau, hijo de Peleg,
hijo de Heber, hijo de Sélaj,
36 hijo de Cainán, hijo de Arfaxad,
hijo de Sem, hijo de Noé,
37 hijo de Lamec, hijo de Matusalén,
hijo de Enoc, hijo de Jared,
hijo de Mahalaleel, hijo de Cainán,
38 hijo de Enós, hijo de Set,
hijo de Adán, hijo de Dios.
La tentación de Jesús
4 Entonces Jesús, lleno del
Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al
desierto, 2 por cuarenta días, y era tentado por el diablo.
No comió nada en aquellos días; y cuando fueron cumplidos, tuvo hambre.
3 Entonces el diablo le dijo:
-Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se haga pan.
4 Jesús le respondió:
-Escrito está: No sólo de pan
vivirá el hombre.
5 Al llevarle a una altura, le mostró todos los reinos
de la tierra en un momento. 6 Y el diablo le dijo:
-A ti te daré toda autoridad, y la gloria de ellos; porque a mí me
ha sido entregada, y la doy a quien yo quiero. 7 Por esto, si
tú me adoras, todo será tuyo.
8 Respondiendo Jesús, le dijo:
-Escrito está: Al Señor tu Dios
adorarás, y a él solo servirás.
9 Y le llevó a Jerusalén y le puso de pie sobre el
pináculo del templo, y le dijo:
-Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo. 10 Porque
escrito está:
A sus ángeles dará órdenes
acerca de ti
para que te guarden,
11 y en sus manos te llevarán,
de modo que nunca tropieces
con tu pie en piedra.
12 Respondiendo Jesús le dijo:
-Dicho está: No pondrás a prueba
al Señor tu Dios.
13 Cuando el diablo acabó toda tentación, se apartó de
él por algún tiempo.
Jesús comienza su ministerio
14 Entonces Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea,
y su fama se difundió por toda la tierra de alrededor. 15 El
enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.
Jesús en la sinagoga de Nazaret
16 Fue a Nazaret, donde se había criado, y conforme a su
costumbre, el día sábado entró en la sinagoga, y se levantó para leer.
17 Se le entregó el rollo del profeta Isaías; y cuando abrió
el rollo, encontró el lugar donde estaba escrito:
18 El Espíritu del
Señor
está sobre mí,
porque me ha ungido para anunciar
buenas nuevas a los pobres;
me ha enviado para proclamar
libertad a los cautivos
y vista a los ciegos,
para poner en libertad
a los oprimidos
19 y para proclamar
el año agradable del Señor.
20 Después de enrollar el libro y devolverlo al
ayudante, se sentó. Y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en
él. 21 Entonces comenzó a decirles:
-Hoy se ha cumplido esta Escritura en
vuestros oídos.
22 Todos daban testimonio de él y estaban maravillados
de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían:
-¿No es éste el hijo de José?
23 Entonces él les dijo:
-Sin duda, me diréis este refrán:
"Médico, sánate a ti mismo. Hemos oído que sucedieron tantas cosas en
Capernaúm; haz lo mismo también aquí en tu tierra." 24
-Y añadió-: De cierto os digo, que ningún
profeta es aceptado en su tierra. 25
Pero en verdad os digo que había muchas
viudas en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por
tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra;
26 pero a ninguna de ellas fue
enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón.
27 También había muchos leprosos en
Israel en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue
sanado, sino el sirio Naamán.
28 Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron
de ira, 29 y se levantaron y le echaron fuera de la ciudad.
Luego le llevaron hasta un precipicio del monte sobre el cual estaba
edificada su ciudad, para despeñarle. 30 Pero él pasó por en
medio de ellos y se fue.
El endemoniado de Capernaúm
31 Entonces descendió a Capernaúm, ciudad de Galilea, y les
enseñaba los sábados. 32 Y se asombraban de su enseñanza,
porque su palabra era con autoridad.
33 Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un
espíritu de demonio inmundo, y él exclamó a gran voz:
34 -¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús de Nazaret?
¿Has venido para destruirnos? Yo sé quién eres: ¡el Santo de Dios!
35 Jesús le reprendió, diciendo:
-¡Cállate y sal de él!
Entonces el demonio salió de él, derribándole allí en medio de
todos, pero sin hacerle ningún daño. 36 Todos quedaron
asombrados y hablaban entre sí diciendo:
-¿Qué palabra es ésta, que con autoridad y poder manda a los
espíritus inmundos, y salen?
37 Y su fama se divulgaba por todos los lugares de la
región.
Jesús sana a la suegra de Pedro
38 Levantándose Jesús, se apartó de la sinagoga y entró en
casa de Simón. Y la suegra de Simón estaba postrada con una fuerte
fiebre, y le rogaron por ella. 39 El se inclinó hacia ella y
reprendió a la fiebre, y la fiebre la dejó; y en seguida ella se levantó
y comenzó a servirles.
40 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de
diversas dolencias los trajeron a él. Y él, al poner las manos sobre
cada uno de ellos, los sanaba. 41 Y también de muchos salían
demonios, dando gritos y diciendo: "¡Tú eres el Hijo de Dios!" Pero él
los reprendía y no les dejaba hablar, porque ellos sabían que él era el
Cristo.
Jesús predica en Galilea
42 Siendo ya de día, salió y se fue a un lugar desierto, y
las multitudes le buscaban. Acudieron a él y le detenían para que no se
apartara de ellos. 43 Pero él les dijo:
"Me es necesario anunciar el evangelio del
reino de Dios a otras ciudades también, porque para esto he sido
enviado." 44 E iba predicando por las sinagogas de
Galilea.
La pesca milagrosa
5 Aconteció que, mientras
las multitudes se agolpaban sobre él y escuchaban la palabra de Dios,
Jesús estaba de pie junto al lago de Genesaret, 2 y vio dos
barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían salido de
ellas y estaban lavando sus redes. 3 Al entrar él en una de
las barcas, la cual pertenecía a Simón, pidió a éste que la apartase de
tierra un poco. Luego se sentó y enseñaba a las multitudes desde la
barca. 4 Cuando acabó de hablarles, dijo a Simón:
-Boga mar adentro, y echad vuestras
redes para pescar.
5 Simón le respondió y dijo:
-Maestro, toda la noche hemos trabajado duro y no hemos pescado
nada. Pero por tu palabra echaré la red.
6 Cuando lo hicieron, atraparon una gran cantidad de
peces, y sus redes se rompían. 7 Hicieron señas a sus
compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles.
Ellos vinieron y llenaron ambas barcas, de manera que se hundían. 8
Y Simón Pedro, al verlo, cayó de rodillas ante Jesús exclamando:
-¡Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador!
9 Por la pesca que habían logrado, el temor se apoderó
de Pedro y de todos los que estaban con él, 10 y de igual
manera de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón.
Entonces Jesús dijo a Simón:
-No temas; de aquí en adelante
estarás pescando hombres.
11 Después de sacar las barcas a tierra, lo dejaron
todo y le siguieron.
Jesús sana a un leproso
12 Aconteció que, estando Jesús en una de las ciudades, he
aquí había un hombre lleno de lepra. El vio a Jesús, y postrándose sobre
su rostro, le rogó diciendo:
-Señor, si quieres, puedes limpiarme.
13 Entonces extendió la mano y le tocó diciendo:
-Quiero. ¡Sé limpio!
Al instante la lepra desapareció de él. 14 Y Jesús le
mandó que no se lo dijera a nadie; más bien, le dijo:
-Vé y muéstrate al sacerdote y da por
tu purificación la ofrenda que mandó Moisés, para testimonio a ellos.
15 Sin embargo, su fama se extendía cada vez más, y se
juntaban a él muchas multitudes para oírle y para ser sanadas de sus
enfermedades. 16 Pero él se apartaba a los lugares desiertos
y oraba.
Jesús sana a un paralítico
17 Y aconteció en uno de esos días que Jesús estaba
enseñando, y estaban sentados allí unos fariseos y maestros de la ley
que habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y Jerusalén.
El poder del Señor estaba con él para sanar. 18 Y he aquí,
unos hombres traían sobre una camilla a un hombre que era paralítico, y
procuraban llevarlo adentro y ponerlo delante de Jesús. 19 Al
no encontrar cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la
casa y juntamente con la camilla, le bajaron por el tejado en medio,
delante de Jesús. 20 Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo:
-Hombre, tus pecados te son
perdonados.
21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a
razonar diciendo:
-¿Quién es éste, que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar
pecados, sino sólo Dios?
22 Pero Jesús, dándose cuenta de los razonamientos de
ellos, respondió y les dijo:
-¿Qué razonáis en vuestros corazones?
23 ¿Qué es más fácil? ¿Decir:
"Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate y anda"?
24 Pero para que sepáis que el
Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados,
-dijo al paralítico-: A ti te digo:
¡Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa!
25 De inmediato se levantó en presencia de ellos, tomó
la camilla en que estaba recostado y se fue a su casa glorificando a
Dios. 26 El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a
Dios. Fueron llenos de temor y decían:
-¡Hoy hemos visto maravillas!
El llamamiento de Leví
27 Después de esto, Jesús salió y vio a un publicano llamado
Leví, sentado en el lugar de los tributos públicos. Y le dijo:
-¡Sígueme!
28 El, dejándolo todo, se levantó y le siguió.
29 Entonces Leví le hizo un gran banquete en su casa, y
había un gran número de publicanos y otros que estaban a la mesa con
ellos. 30 Los fariseos y sus escribas murmuraban contra los
discípulos de él, diciendo:
-¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?
31 Respondiendo Jesús les dijo:
-Los sanos no tienen necesidad de
médico, sino los que están enfermos. 32
No he venido a llamar a justos, sino a
pecadores al arrepentimiento.
Preguntas sobre el ayuno
33 Entonces ellos le dijeron:
-Los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones,
igual que los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben.
34 Jesús les dijo:
-¿Acaso podéis hacer que los que
están de bodas ayunen mientras el novio está con ellos? 35
Pero vendrán días cuando el novio les
será quitado. Entonces, en aquellos días ayunarán.
36 Les decía también una parábola:
-Nadie corta un parche de un vestido
nuevo para remendar un vestido viejo. De otra manera, el vestido nuevo
se rompe, y el parche tomado del nuevo no armoniza con lo viejo.
37 Ni nadie echa vino nuevo en
odres viejos. De otra manera, el vino nuevo romperá los odres; el vino
se derramará, y los odres se perderán. 38
Pero el vino nuevo debe ser echado en odres
nuevos. 39 Y ninguno que
bebe lo añejo quiere el nuevo, porque dice: "Lo añejo es lo mejor."
Jesús: Señor del sábado
6 Aconteció que Jesús
pasaba por los sembrados en sábado, y sus discípulos arrancaban espigas
y las comían, restregándolas con las manos. 2 Y algunos de
los fariseos dijeron:
-¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en los sábados?
3 Respondiéndoles, Jesús dijo:
-¿No habéis leído qué hizo David
cuando tuvo hambre él y también los que estaban con él? 4
Entró en la casa de Dios, tomó los
panes de la Presencia, que no es lícito comer, sino sólo a los
sacerdotes, y comió y dio también a los que estaban con él.
5 -También les decía-: El Hijo del
Hombre es Señor del sábado.
El hombre de la mano paralizada
6 Aconteció en otro sábado que él entró en la sinagoga y
enseñaba. Y estaba allí un hombre cuya mano derecha estaba paralizada.
7 Los escribas y los fariseos le acechaban para ver si le
sanaría en sábado, para hallar de qué acusarle. 8 Pero él,
conociendo los razonamientos de ellos, dijo al hombre que tenía la mano
paralizada:
-Levántate y ponte en medio.
El se levantó y se puso en medio. 9 Entonces Jesús les
dijo:
-Yo os pregunto: ¿Es lícito en el
sábado hacer bien o hacer mal? ¿Salvar la vida o quitarla?
10 Y mirándolos a todos en derredor, dijo al hombre:
-Extiende tu mano.
El lo hizo, y su mano le fue restaurada. 11 Entonces
ellos se llenaron de enojo y discutían los unos con los otros qué
podrían hacer con Jesús.
Elección de los doce apóstoles
12 Aconteció en aquellos días que Jesús salió al monte para
orar, y pasó toda la noche en oración a Dios. 13 Cuando se
hizo de día, llamó a sus discípulos y de ellos escogió a doce, a quienes
también llamó apóstoles: 14 a Simón al cual también llamó
Pedro, y a su hermano Andrés; a Jacobo y a Juan; a Felipe y a Bartolomé;
15 a Mateo y a Tomás; a Jacobo hijo de Alfeo, y a Simón
llamado el Zelote; 16 a Judas hijo de Jacobo, y a Judas
Iscariote, que también llegó a ser el traidor.
Las multitudes siguen a Jesús
17 Descendió con ellos y se detuvo en una llanura, junto con
una multitud de sus discípulos y un gran número de personas de toda
Judea, de Jerusalén, y de las costas de Tiro y de Sidón, que habían
venido para oírle y para ser sanados de sus enfermedades. 18
Los que eran atormentados por espíritus inmundos eran sanados, 19
y toda la gente procuraba tocarle; porque salía poder de él, y
sanaba a todos.
Bienaventuranzas y ayes
20 Y alzando él los ojos hacia sus discípulos, decía:
"Bienaventurados vosotros los pobres,
porque vuestro es el reino de Dios.
21 "Bienaventurados los
que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados.
"Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
22 "Bienaventurados sois
cuando los hombres os aborrecen, cuando os apartan de sí y os vituperan,
y desechan vuestro nombre como si fuera malo, por causa del Hijo del
Hombre. 23 Gozaos en
aquel día y saltad de alegría, porque he aquí vuestro galardón es grande
en el cielo; pues así hacían sus padres a los profetas.
24 "Pero ¡ay de vosotros
los ricos! Porque estáis recibiendo vuestro consuelo.
25 "¡Ay de vosotros, los
que ahora estáis saciados! Porque tendréis hambre.
"¡Ay de vosotros, los que ahora os reís! Porque lamentaréis y
lloraréis.
26 "¡Ay de vosotros,
cuando todos los hombres hablan bien de vosotros! Porque así hacían sus
padres con los falsos profetas.
El amor al enemigo: la regla de oro
27 "Pero a vosotros los que oís,
os digo: Amad a vuestros enemigos y haced bien a los que os aborrecen;
28 bendecid a los que os
maldicen y orad por los que os maltratan. 29
Al que te hiera en la mejilla, preséntale
también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica.
30 A cualquiera que te pida,
dale; y al que tome lo que es tuyo, no se lo vuelvas a pedir.
31 "Y como queréis que
hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.
32 Porque si amáis a los que os
aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que los
aman. 33 Y si hacéis bien
a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen
lo mismo. 34 Y si dais
prestado a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis?
Pues también los pecadores dan prestado a los pecadores para recibir
otro tanto.
35 "Más bien, amad a
vuestros enemigos y haced bien y dad prestado sin esperar ningún
provecho. Entonces vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del
Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y los perversos.
36 Sed misericordiosos, como
también vuestro Padre es misericordioso.
El juzgar a los demás
37 "No juzguéis, y no seréis
juzgados. No condenéis, y no seréis condenados. Perdonad, y seréis
perdonados. 38 Dad, y se
os dará; medida buena, apretada, sacudida y rebosante se os dará en
vuestro regazo. Porque con la medida con que medís, se os volverá a
medir."
39 Entonces les dijo una parábola:
"¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?
¿No caerán ambos en el hoyo? 40
El discípulo no es superior a su maestro,
pero cualquiera que es plenamente instruido será como su maestro.
41 ¿Por qué miras la brizna de
paja que está en el ojo de tu hermano pero dejas de ver la viga que está
en tu propio ojo? 42
¿Cómo puedes decir a tu hermano: ’Hermano, deja que yo saque la brizna
de tu ojo’, sin que mires la viga que está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca
primero la viga de tu ojo, y entonces verás bien para sacar la brizna
que está en el ojo de tu hermano.
43 "No es buen árbol el
que da malos frutos, ni es árbol malo el que da buen fruto.
44 Porque cada árbol es conocido por
su fruto; pues no se recogen higos de los espinos, ni tampoco se
vendimian uvas de una zarza. 45
El hombre bueno, del buen tesoro de su
corazón, presenta lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón, presenta lo malo. Porque de la abundancia del corazón habla la
boca.
Parábola de los dos cimientos
46 "¿Por qué me llamáis: ’Señor,
Señor’, y no hacéis lo que digo? 47
Yo os mostraré a qué es semejante todo
aquel que viene a mí y oye mis palabras, y las hace. 48
Es semejante a un hombre que al
edificar una casa cavó profundo y puso los cimientos sobre la roca. Y
cuando vino una inundación, el torrente golpeó con ímpetu contra aquella
casa, y no la pudo mover, porque había sido bien construida.
49 Pero el que oye y no hace es
semejante a un hombre que edificó su casa sobre tierra, sin cimientos.
El torrente golpeó con ímpetu contra ella; en seguida cayó, y fue grande
la ruina de aquella casa."
Jesús sana al siervo del centurión
7 Una vez concluidas todas
sus palabras al pueblo que le escuchaba, Jesús entró en Capernaúm.
2 Y el siervo de cierto centurión, a quien él tenía en mucha
estima, estaba enfermo y a punto de morir. 3 Cuando oyó
hablar de Jesús, le envió ancianos de los judíos para rogarle que fuera
y sanara a su siervo. 4 Ellos fueron a Jesús y le rogaban con
insistencia, diciéndole:
-El es digno de que le concedas esto; 5 porque ama a
nuestra nación y él mismo nos edificó la sinagoga.
6 Jesús fue con ellos. Y cuando ya no estaban muy lejos
de su casa, el centurión le envió unos amigos para decirle:
-Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi
techo. 7 Por eso, no me tuve por digno de ir a ti. Más bien,
di la palabra, y mi criado será sanado. 8 Porque yo también
soy hombre puesto bajo autoridad y tengo soldados bajo mi mando. Y digo
a éste: "Vé", y él va; digo al otro: "Ven", y él viene; y digo a mi
siervo: "Haz esto", y él lo hace.
9 Cuando Jesús oyó esto, se maravilló de él; y dándose
vuelta, dijo a la gente que le seguía:
-¡Os digo que ni aun en Israel he
hallado tanta fe!
10 Cuando volvieron a casa los que habían sido
enviados, hallaron sano al siervo.
Jesús resucita al hijo de una viuda
11 Aconteció que poco después él fue a la ciudad que se llama
Naín. Sus discípulos y una gran multitud le acompañaban. 12
Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a
enterrar un muerto, el único hijo de su madre, la cual era viuda.
Bastante gente de la ciudad la acompañaba. 13 Y cuando el
Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo:
-No llores.
14 Luego se acercó y tocó el féretro, y los que lo
llevaban se detuvieron. Entonces le dijo:
-Joven, a ti te digo: ¡Levántate!
15 Entonces el que había muerto se sentó y comenzó a
hablar. Y Jesús lo entregó a su madre. 16 El temor se apoderó
de todos, y glorificaban a Dios diciendo:
-¡Un gran profeta se ha levantado entre nosotros! ¡Dios ha
visitado a su pueblo!
17 Y esto que se decía de él se difundió por toda Judea
y por toda la tierra de alrededor.
Los mensajeros de Juan el Bautista
18 A Juan le informaron sus discípulos acerca de todas estas
cosas. Entonces Juan llamó a dos de sus discípulos 19 y los
envió al Señor, para preguntarle: "¿Eres tú aquel que ha de venir, o
esperaremos a otro?" 20 Cuando los hombres vinieron a Jesús,
le dijeron:
-Juan el Bautista nos ha enviado a ti, diciendo: "¿Eres tú aquel
que ha de venir, o esperaremos a otro?"
21 En aquella hora Jesús sanó a muchos de enfermedades,
de plagas y de espíritus malos; y a muchos ciegos les dio la vista.
22 Y respondiendo les dijo:
-Id y haced saber a Juan lo que
habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son
hechos limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los
pobres se les anuncia el evangelio. 23
Bienaventurado es el que no toma ofensa en
mí.
Jesús testifica de Juan el Bautista
24 Cuando se fueron los mensajeros de Juan, Jesús comenzó a
hablar de Juan a las multitudes:
-¿Qué salisteis a ver en el desierto?
¿Una caña sacudida por el viento? 25
Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre
vestido de ropa delicada? He aquí, los que llevan ropas lujosas y viven
en placeres están en los palacios reales. 26
Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un
profeta? ¡Sí, os digo, y más que profeta! 27
El es aquel de quien está escrito:
He aquí envío mi mensajero
delante de tu rostro,
quien preparará tu camino
delante de ti.
28 Os digo que entre los
nacidos de mujer, no hay ninguno mayor que Juan. Sin embargo, el más
pequeño en el reino de Dios es mayor que él.
29 Al oírle, todo el pueblo y los publicanos
justificaron a Dios, siendo bautizados con el bautismo de Juan. 30
Pero los fariseos y los intérpretes de la ley rechazaron el
propósito de Dios para ellos, no siendo bautizados por él.
31 -¿A qué, pues,
compararé a los hombres de esta generación? ¿A qué son semejantes?
32 Son semejantes a los
muchachos que se sientan en la plaza, y gritan los unos a los otros,
diciendo:
"Os tocamos la flauta,
y no bailasteis;
entonamos canciones de duelo,
y no llorasteis."
33 Porque ha venido Juan
el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y decís: "¡Demonio tiene!"
34 Ha venido el Hijo del Hombre
que come y bebe, y decís: "¡He allí un hombre comilón y bebedor de vino,
amigo de publicanos y de pecadores!" 35
Pero la sabiduría es justificada por todos
sus hijos.
Una mujer pecadora recibe perdón
36 Uno de los fariseos le pidió que comiera con él; y cuando
entró en la casa del fariseo, se sentó a la mesa. 37 Y he
aquí, cuando supo que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, una
mujer que era pecadora en la ciudad llevó un frasco de alabastro con
perfume. 38 Y estando detrás de Jesús, a sus pies, llorando,
comenzó a mojar los pies de él con sus lágrimas; y los secaba con los
cabellos de su cabeza. Y le besaba los pies y los ungía con el perfume.
39 Al ver esto el fariseo que le había invitado a comer, se
dijo a sí mismo:
-Si éste fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la
que le está tocando, porque es una pecadora.
40 Entonces, respondiendo Jesús le dijo:
-Simón, tengo algo que decirte.
El dijo:
-Di, Maestro.
41 -Cierto acreedor tenía
dos deudores: Uno le debía quinientos denarios, y el otro, cincuenta.
42 Como ellos no tenían con qué
pagar, perdonó a ambos. Entonces, ¿cuál de éstos le amará más?
43 Respondiendo Simón dijo:
-Supongo que aquel a quien perdonó más.
Y él le dijo:
-Has juzgado correctamente.
44 Y vuelto hacia la mujer, dijo a Simón:
-¿Ves esta mujer? Yo entré en tu
casa, y no me diste agua para mis pies; pero ésta ha mojado mis pies con
lágrimas y los ha secado con sus cabellos. 45
Tú no me diste un beso, pero desde que
entré, ésta no ha cesado de besar mis pies. 46
Tú no ungiste mi cabeza con aceite, pero
ésta ha ungido mis pies con perfume. 47
Por lo cual, te digo que sus muchos pecados
son perdonados, puesto que amó mucho. Pero al que se le perdona poco,
poco ama. 48 -Y a ella le dijo-:
Tus pecados te son perdonados.
49 Los que estaban con él a la mesa comenzaron a decir
entre sí:
-¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?
50 Entonces Jesús dijo a la mujer:
-Tu fe te ha salvado; vete en paz.
Mujeres que siguen a Jesús
8 Aconteció después, que él
andaba de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, predicando y anunciando
el evangelio del reino de Dios. Los doce iban con él, 2 y
también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y
de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la cual habían salido
siete demonios; 3 Juana, la mujer de Cuza, administrador de
Herodes; Susana, y muchas otras. Ellas les servían con sus bienes.
Parábola del sembrador
4 Juntándose una gran multitud y los que de cada ciudad
acudían a él, les habló por medio de una parábola: 5
"Un sembrador salió a sembrar su semilla.
Mientras sembraba, una parte cayó junto al camino y fue pisoteada; y las
aves del cielo la comieron. 6
Otra parte cayó sobre la roca, y cuando
creció, se secó, porque no tenía humedad. 7
Otra parte cayó entre los espinos, y los
espinos crecieron al mismo tiempo y la ahogaron. 8
Y otra parte cayó en buena tierra, y cuando
creció, llevó fruto a ciento por uno." Hablando de estas cosas,
exclamó: "El que tiene oídos para oír,
oiga."
La parábola del sembrador explicada
9 Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta
parábola. 10 Y él dijo: "A
vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de Dios;
pero a los demás, en parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no
entiendan.
11 "Esta es, pues, la
parábola: La semilla es la palabra de Dios. 12
Los de junto al camino son los que oyen,
pero luego viene el diablo y quita la palabra de sus corazones, para que
no crean y sean salvos. 13
Los de sobre la roca son los que, cuando
oyen, reciben la palabra con gozo. Pero éstos no tienen raíz; por un
tiempo creen y en el tiempo de la prueba se apartan. 14
En cuanto a la parte que cayó entre
los espinos, éstos son los que oyeron; pero mientras siguen su camino,
son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la
vida, y no llegan a la madurez. 15
Pero en cuanto a la parte que cayó en buena
tierra, éstos son los que, al oír con corazón bueno y recto, retienen la
palabra oída; y llevan fruto con perseverancia.
Parábola de la lámpara
16 "Ninguno que enciende una
lámpara la cubre con una vasija, o la pone debajo de la cama, sino que
la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.
17 Porque no hay nada oculto que
no haya de ser manifestado, ni nada escondido que no haya de ser
conocido y salir en claro.
18 "Mirad, pues, cómo oís;
porque a cualquiera que tenga, le será dado, y a cualquiera que no
tenga, aun lo que piense tener le será quitado."
La familia de Jesús
19 Vinieron hacia él su madre y sus hermanos, pero no podían
llegar a él a causa de la multitud. 20 Entonces se le avisó:
-Tu madre y tus hermanos están fuera, deseando verte.
21 Pero él respondiendo les dijo:
-Mi madre y mis hermanos son aquellos
que oyen la palabra de Dios y la hacen.
Jesús calma la tempestad
22 Aconteció en uno de aquellos días, que él entró en una
barca, y también sus discípulos. Y les dijo:
-Pasemos a la otra orilla del lago.
Y zarparon. 23 Pero mientras ellos navegaban, él se
durmió. Entonces se desencadenó una tempestad de viento en el lago, y
ellos se anegaban y peligraban. 24 Acercándose a él, le
despertaron diciendo:
-¡Maestro, Maestro! ¡Perecemos!
Y despertándose, reprendió al viento y al oleaje del agua; y
cesaron, y se hizo bonanza. 25 Entonces les dijo:
-¿Dónde está vuestra fe?
Atemorizados, se maravillaron diciéndose los unos a los otros:
-¿Quién es éste, que manda aun a los vientos y al agua, y le
obedecen?
Jesús sana a un endemoniado
26 Navegaron a la tierra de los gadarenos, que está frente a
Galilea. 27 Al bajarse él a tierra, le salió al encuentro un
hombre de la ciudad, el cual tenía demonios. Desde hacía mucho tiempo no
había llevado ropa, ni vivía en una casa, sino entre los sepulcros.
28 Pero cuando vio a Jesús, exclamó, se postró delante de él y
dijo a gran voz:
-¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que
no me atormentes!
29 Porque Jesús había mandado al espíritu inmundo que
saliera del hombre, pues se había apoderado de él desde hacía mucho
tiempo. Para guardarlo, lo ataban con cadenas y con grillos, pero
rompiendo las ataduras era impelido por el demonio a los desiertos.
30 Jesús le preguntó, diciendo:
-¿Cómo te llamas?
Y él dijo:
-Legión.
Porque muchos demonios habían entrado en él; 31 y le
rogaban que no los mandase al abismo. 32 Había allí un hato
de muchos cerdos que pacía en la montaña; y le rogaron que les dejase
entrar en aquéllos, y él les dio permiso. 33 Cuando los
demonios salieron del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se
precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó.
34 Los que apacentaban los cerdos, al ver lo que había
acontecido, huyeron y dieron aviso en la ciudad y por los campos.
35 Y salieron a ver lo que había acontecido. Fueron a Jesús y
hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los
pies de Jesús, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. 36
Los que lo habían visto les contaron cómo había sido salvado aquel
endemoniado. 37 Entonces toda la multitud de la región de los
gadarenos le rogó que se apartara de ellos, porque tenían mucho temor.
Jesús subió a la barca y regresó. 38 El hombre de quien
habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él. Pero
Jesús le respondió diciendo:
39 -Vuelve a tu casa y
cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios por ti.
Y él se fue, proclamando por toda la ciudad cuán grandes cosas
Jesús había hecho por él.
Jesús sana a una mujer
40 Al regresar Jesús, toda la gente le recibió gozosa, porque
todos le esperaban. 41 Y he aquí vino un hombre llamado
Jairo, que era principal de la sinagoga. Se postró a los pies de Jesús y
le imploró que fuese a su casa, 42 porque tenía una hija
única, de unos doce años, que se estaba muriendo. Mientras él iba, las
multitudes le apretujaban.
43 Y una mujer, que padecía de hemorragia desde hacía
doce años (la cual, aunque había gastado todo su patrimonio en médicos,
no pudo ser sanada por nadie), 44 se le acercó por detrás y
tocó el borde del manto de Jesús. De inmediato se detuvo su hemorragia.
45 Entonces dijo Jesús:
-¿Quién es el que me ha tocado?
Y como todos negaban, Pedro le dijo:
-Maestro, las multitudes te aprietan y presionan.
46 Jesús dijo:
-Alguien me ha tocado, porque yo sé
que ha salido poder de mí.
47 Entonces, cuando la mujer vio que no había pasado
inadvertida, fue temblando; y postrándose delante de él, declaró ante
todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo había sido sanada
al instante. 48 El le dijo:
-Hija, tu fe te ha salvado. Vete en
paz.
Jesús resucita a la hija de Jairo
49 Mientras él aún hablaba, vino uno de la casa del principal
de la sinagoga para decirle:
-Tu hija ha muerto. No molestes más al Maestro.
50 Al oír esto, Jesús le respondió:
-No temas; sólo cree, y ella será
salva.
51 Cuando llegó a la casa, no dejó entrar consigo a
nadie, sino sólo a Pedro, a Juan, a Jacobo, y al padre y a la madre de
la niña. 52 Todos lloraban y lamentaban por ella. Pero él
dijo:
-No lloréis. Ella no ha muerto, sino
que duerme.
53 Ellos se burlaban de él, sabiendo que ella había
muerto. 54 Pero él la tomó de la mano, y habló a gran voz
diciendo:
-Niña, levántate.
55 Entonces su espíritu volvió a ella, y al instante se
levantó. Y él ordenó que le diesen de comer. 56 Sus padres
quedaron atónitos, y él les mandó que a nadie dijesen lo que había
sucedido.
La misión de los doce
9 Reuniendo a los doce, les
dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar
enfermedades. 2 Los envió a predicar el reino de Dios y a
sanar a los enfermos. 3 Y les dijo:
-No toméis nada para el camino, ni
bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero; ni tengáis dos túnicas.
4 En cualquier casa en que entréis,
permaneced allí, y de allí salid. 5
Y dondequiera que no os reciban, al salir
de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies como testimonio
contra ellos.
6 Y saliendo, pasaban de aldea en aldea, anunciando el
evangelio y sanando por todas partes.
La muerte de Juan el Bautista
7 El tetrarca Herodes oyó de todo lo que estaba pasando; y
estaba perplejo, porque algunos decían que Juan había resucitado de los
muertos. 8 Otros decían que Elías había aparecido, y otros
que alguno de los antiguos profetas había resucitado. 9 Pero
Herodes dijo: "A Juan yo lo decapité. ¿Quién, pues, es éste de quien
escucho tales cosas?" Y procuraba verle.
Jesús alimenta a cinco mil
10 Cuando los apóstoles regresaron, contaron a Jesús todo lo
que habían hecho. Y él los tomó consigo y se retiró aparte a la ciudad
llamada Betsaida. 11 Pero al saberlo las multitudes, le
siguieron; y él los recibió y les hablaba del reino de Dios y sanaba a
los que tenían necesidad de ser sanados.
12 El día comenzó a declinar, y los doce se acercaron a
él y le dijeron:
-Despide a la gente para que vayan a las aldeas y a los campos de
alrededor, y se alojen y hallen comida, porque aquí estamos en un lugar
desierto.
13 El les dijo:
-Dadles vosotros de comer.
Pero ellos dijeron:
-No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que
vayamos nosotros y compremos comida para todo este pueblo.
14 Porque eran como cinco mil hombres. Entonces dijo a
sus discípulos:
-Haced que se sienten en grupos de
unos cincuenta cada uno.
15 Y así lo hicieron, haciendo que todos se sentaran.
16 Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, y
alzando los ojos al cielo, los bendijo. Luego los partió e iba dando a
sus discípulos para que los pusiesen delante de la gente. 17
Todos comieron y se saciaron, y de lo que sobró recogieron doce canastas
de pedazos.
La confesión de Pedro
18 Aconteció que, mientras él estaba orando aparte, sus
discípulos estaban con él, y les preguntó diciendo:
-¿Quién dice la gente que soy yo?
19 Respondiendo ellos dijeron:
-Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno
de los antiguos profetas ha resucitado.
20 Y les dijo:
-Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Entonces Pedro respondiendo dijo:
-El Cristo de Dios.
21 Pero él les mandó enérgicamente que no dijeran esto
a nadie. 22 Y les dijo:
-Es necesario que el Hijo del Hombre
padezca muchas cosas, y que sea desechado por los ancianos, por los
principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto y que
resucite al tercer día.
Condiciones para seguir a Jesús
23 Decía entonces a todos:
-Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. 24
Porque el que quiera salvar su vida,
la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la salvará.
25 Pues, ¿de qué le sirve al
hombre si gana el mundo entero y se destruye o se pierde a sí mismo?
26 Pues el que se avergüence de
mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando
venga en su gloria y la del Padre y la de los santos ángeles.
27 Y os digo, en verdad, que hay
algunos de los que están aquí presentes que no gustarán la muerte hasta
que hayan visto el reino de Dios.
La transfiguración
28 Aconteció, como ocho días después de estas palabras, que
tomó consigo a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.
29 Y mientras oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y
sus vestiduras se hicieron blancas y resplandecientes. 30 Y
he aquí, dos hombres hablaban con él. Eran Moisés y Elías, 31
quienes aparecieron en gloria y hablaban de su partida, que él iba a
cumplir en Jerusalén. 32 Pedro y los otros con él estaban
cargados de sueño; pero se mantuvieron vigilando y vieron su gloria y a
dos hombres que estaban con él. 33 Aconteció que, mientras
aquéllos se apartaban de él, Pedro dijo a Jesús, sin saber lo que decía:
-Maestro, nos es bueno estar aquí. Levantemos, pues, tres
enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
34 Mientras él estaba diciendo esto, vino una nube y
les hizo sombra. Y ellos tuvieron temor cuando entraron en la nube.
35 Entonces de la nube salió una voz que decía: "Este es mi Hijo,
el Escogido. A él oíd."
36 Cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo. Y ellos
callaron, y en aquellos días no dijeron a nadie nada de lo que habían
visto.
Jesús sana a un muchacho
37 Aconteció al día siguiente, cuando habían bajado del
monte, que una gran multitud le salió al encuentro. 38 Y he
aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo:
-Maestro, te ruego que veas a mi hijo, que es el único que tengo.
39 He aquí un espíritu le toma, y de repente grita y le
convulsiona con espumarajos; le hace pedazos y difícilmente se aparta de
él. 40 Yo rogué a tus discípulos que le echasen fuera, pero
no pudieron.
41 Respondiendo Jesús, dijo:
-¡Oh generación incrédula y perversa!
¿Hasta cuándo estaré con vosotros y os soportaré? Trae a tu hijo acá.
42 Y mientras aún se acercaba, el demonio le derribó y
le convulsionó. Pero Jesús reprendió al espíritu inmundo y sanó al
muchacho, y se lo entregó a su padre. 43 Y todos se
maravillaban de la grandeza de Dios.
Jesús anuncia su humillación
Como todos se maravillaban de todas las cosas que hacía, dijo a sus
discípulos:
44 -Poned en vuestros
oídos estas palabras, porque el Hijo del Hombre ha de ser entregado en
manos de hombres.
45 Pero ellos no entendían este dicho, pues les estaba
encubierto para que no lo percibieran. Y temían preguntarle acerca de
este dicho.
Quién es el más importante
46 Entonces hubo una discusión entre los discípulos: cuál de
ellos sería el más importante. 47 Pero Jesús, percibiendo los
razonamientos de sus corazones, tomó a un niño y lo puso a su lado,
48 y les dijo:
-Cualquiera que reciba a este niño en
mi nombre me recibe a mí; y cualquiera que me reciba a mí recibe al que
me envió. Porque el que es más pequeño entre todos vosotros, éste es el
más importante.
Quién está de vuestra parte
49 Entonces respondiendo Juan dijo:
-Maestro, vimos a cierto hombre echando fuera demonios en tu
nombre, y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.
50 Jesús le dijo:
-No se lo prohibáis. Porque el que no
es contra vosotros, por vosotros es.
El viaje decisivo a Jerusalén
51 Aconteció que, cuando se cumplía el tiempo en que había de
ser recibido arriba, él afirmó su rostro para ir a Jerusalén.
52 Envió mensajeros delante de sí, los cuales fueron y
entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos,
53 pero no le recibieron porque vieron en su cara que iba a
Jerusalén. 54 Al ver esto sus discípulos Jacobo y Juan, le
dijeron:
-Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los
consuma?
55 El se dio vuelta y los reprendió, 56 y
fueron a otra aldea.
Lo que cuesta seguir a Jesús
57 Mientras ellos iban por el camino, cierto hombre le dijo:
-¡Te seguiré a dondequiera que vayas!
58 Jesús le dijo:
-Las zorras tienen cuevas, y las aves
del cielo tienen nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar
la cabeza.
59 Dijo a otro:
-Sígueme.
Pero él dijo:
-Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre.
60 Y Jesús le dijo:
-Deja que los muertos entierren a sus
muertos; pero tú, ¡vé y anuncia el reino de Dios!
61 Entonces también dijo otro:
-Te seguiré, Señor, pero primero permite que me despida de los que
están en mi casa.
62 Pero Jesús le dijo:
-Ninguno que ha puesto su mano en el
arado y sigue mirando atrás, es apto para el reino de Dios.
La misión de los setenta
10 Después de estas cosas,
el Señor designó a otros setenta, a los cuales envió delante de sí de
dos en dos, a toda ciudad y lugar a donde él había de ir. 2 Y
les decía: "A la verdad, la mies es mucha,
pero los obreros son pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe
obreros a su mies. 3 ¡Id!
He aquí yo os envío como corderos en medio de lobos. 4
No llevéis bolsa, ni alforjas, ni calzado;
ni saludéis a nadie por el camino.
5 "En cualquier casa donde
entréis, primeramente decid: ’Paz sea a esta casa.’ 6
Si hay allí un hijo de paz, vuestra paz
reposará sobre él; pero si no, volverá a vosotros. 7
Posad en aquella misma casa, comiendo y
bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No
andéis de casa en casa. 8
En cualquier ciudad donde entréis y os
reciban, comed lo que os pongan delante. 9
Sanad a los enfermos que haya allí y
decidles: ’El reino de Dios se ha acercado a vosotros.’
10 "Pero en cualquier
ciudad donde entréis y no os reciban, salid a sus calles y decid:
11 ’Aun el polvo de vuestra
ciudad que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos contra vosotros.
Pero sabed esto: que el reino de Dios se ha acercado.’ 12
Os digo que en aquel día será más
tolerable para Sodoma que para aquella ciudad.
13 "¡Ay de ti, Corazín!
¡Ay de ti, Betsaida! Porque si se hubieran realizado en Tiro y en Sidón
los hechos poderosos que han sido realizados en vosotras, desde hace
tiempo se habrían arrepentido sentados en saco y ceniza. 14
Por lo tanto, en el juicio será más
tolerable para Tiro y Sidón que para vosotras. 15
Y tú, Capernaúm, ¿serás exaltada hasta el
cielo? ¡Hasta el Hades serás hundida!
16 "El que os escucha me
escucha a mí; el que os rechaza me rechaza a mí; y el que me rechaza,
rechaza al que me envió."
El regreso de los setenta
17 Los setenta volvieron con gozo, diciendo:
-Señor, ¡aun los demonios se nos sujetan en tu nombre!
18 El les dijo:
-Yo veía a Satanás caer del cielo
como un rayo. 19 He aquí,
os doy autoridad de pisar serpientes, escorpiones, y sobre todo el poder
del enemigo; y nada os dañará. 20
Sin embargo, no os regocijéis de esto, de
que los espíritus se os sujeten; sino regocijaos de que vuestros nombres
están inscritos en los cielos.
Jesús se regocija por los suyos
21 En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu
Santo y dijo: "Yo te alabo, oh Padre, Señor
del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios
y entendidos y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te
agradó.
22 "Todas las cosas me han
sido entregadas por mi Padre. Nadie conoce quién es el Hijo, sino el
Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo lo
quiera revelar."
23 Volviéndose a los discípulos les dijo aparte:
-Bienaventurados los ojos que ven lo
que vosotros veis. 24
Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros
veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
Parábola del buen samaritano
25 Y he aquí, cierto maestro de la ley se levantó para
probarle, diciendo:
-Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?
26 Y él le dijo:
-¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo
lees?
27 El le respondió diciendo:
-Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,
con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a
ti mismo.
28 Le dijo:
-Has respondido bien. Haz esto y
vivirás.
29 Pero él, queriendo justificarse, preguntó a Jesús:
-¿Y quién es mi prójimo?
30 Respondiendo Jesús dijo:
-Cierto hombre descendía de Jerusalén
a Jericó y cayó en manos de ladrones, quienes le despojaron de su ropa,
le hirieron y se fueron, dejándole medio muerto. 31
Por casualidad, descendía cierto sacerdote
por aquel camino; y al verle, pasó de largo. 32
De igual manera, un levita también llegó al
lugar; y al ir y verle, pasó de largo. 33
Pero cierto samaritano, que iba de viaje,
llegó cerca de él; y al verle, fue movido a misericordia. 34
Acercándose a él, vendó sus heridas,
echándoles aceite y vino. Y poniéndole sobre su propia cabalgadura, le
llevó a un mesón y cuidó de él. 35
Al día siguiente, sacó dos denarios y los
dio al mesonero diciéndole: "Cuídamelo, y todo lo que gastes de más, yo
te lo pagaré cuando vuelva." 36
¿Cuál de estos tres te parece haber sido el
prójimo de aquel que cayó en manos de ladrones?
37 El dijo:
-El que hizo misericordia con él.
Entonces Jesús le dijo:
-Vé y haz tú lo mismo.
Jesús en casa de Marta y María
38 Prosiguiendo ellos su camino, él entró en una aldea; y una
mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39 Esta tenía una
hermana que se llamaba María, la cual se sentó a los pies del Señor y
escuchaba su palabra. 40 Pero Marta estaba preocupada con
muchos quehaceres, y acercándose dijo:
-Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado servir sola?
Dile, pues, que me ayude.
41 Pero respondiendo el Señor le dijo:
-Marta, Marta, te afanas y te
preocupas por muchas cosas. 42
Pero una sola cosa es necesaria. Pues María
ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
Sobre la oración: el Padre Nuestro
11 Aconteció que, estando
Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le
dijo:
-Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus
discípulos.
2 El les dijo:
-Cuando oréis, decid:
"Padre [nuestro
que estás en los cielos]:
Santificado sea tu nombre;
venga tu reino;
[sea hecha tu voluntad,
como en el cielo,
así también en la tierra.]
3 el pan nuestro de cada
día,
dánoslo hoy;
4 y perdónanos nuestros
pecados
porque también nosotros perdonamos
a todos los que nos deben.
Y no nos metas en tentación,
[mas líbranos del mal.]"
5 Les dijo también:
-Supongamos que uno de vosotros tiene
un amigo y va a él a la medianoche y le dice: "Amigo, préstame tres
panes, 6 porque ha
llegado a mí un amigo de viaje, y no tengo nada que poner delante de
él." 7 ¿Le responderá
aquél desde adentro: "No me molestes; ya está cerrada la puerta, y mis
niños están conmigo en la cama; no puedo levantarme para dártelos"?
8 Os digo que, aunque no se
levante a dárselos por ser su amigo, ciertamente por la insistencia de
aquél se levantará y le dará todo lo que necesite.
9 »Y yo os digo: Pedid, y
se os dará; buscad y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 10
Porque todo aquel que pide recibe, y
el que busca halla, y al que llama se le abrirá.
11 »¿Qué padre de entre
vosotros, si su hijo le pide pescado, en lugar de pescado le dará una
serpiente? 12 O si le
pide un huevo, ¿le dará un escorpión? 13
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar
buenos regalos a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial
dará el Espíritu Santo a los que le pidan?
Por quién Jesús echa fuera demonios
14 Jesús estaba echando fuera un demonio que era mudo. Y
aconteció que, cuando salió el demonio, el mudo habló. Las muchedumbres
se asombraron, 15 pero algunos de ellos dijeron:
-Por Beelzebul, el príncipe de los demonios, echa fuera a los
demonios.
16 Otros, para probarle, pedían de él una señal del
cielo. 17 Pero como conocía los razonamientos de ellos, les
dijo:
-Todo reino dividido contra sí mismo
está arruinado, y cae casa sobre casa. 18
Y si Satanás está dividido contra sí mismo,
¿cómo permanecerá en pie su reino? Pues decís que por Beelzebul yo echo
fuera los demonios. 19 Y
si yo echo fuera los demonios por Beelzebul, ¿por quién los echan fuera
vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. 20
Pero si por el dedo de Dios yo echo
fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.
21 Cuando el hombre fuerte y
armado guarda su propia casa, sus posesiones están en paz.
22 Pero si viene uno más fuerte que
él y le vence, le toma todas sus armas en que confiaba y reparte sus
despojos. 23 El que no
está conmigo, contra mí está; y el que conmigo no recoge, desparrama.
El espíritu inmundo que regresa
24 »Cuando el espíritu inmundo
ha salido de un hombre, anda por lugares secos buscando reposo, y al no
hallarlo, dice: "Volveré a mi casa de donde salí." 25
Y cuando regresa, la halla barrida y
adornada. 26 Entonces va
y trae otros siete espíritus peores que él. Y después de entrar, habitan
allí; y el estado final de aquel hombre llega a ser peor que el primero.
La verdadera bienaventuranza
27 Mientras él decía estas cosas, aconteció que una mujer de
entre la multitud levantó la voz y le dijo:
-¡Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que mamaste!
28 Y él dijo:
-Más bien, bienaventurados son los
que oyen la palabra de Dios y la guardan.
Jesús se niega a hacer señales
29 Y apiñándose las multitudes, él comenzó a decir:
"Esta generación es una generación malvada.
Pide señal, y no le será dada ninguna señal, sino la señal de Jonás.
30 Porque como Jonás fue señal
para los habitantes de Nínive, así también lo será el Hijo del Hombre
para esta generación. 31
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta
generación y los condenará, porque vino de los confines de la tierra
para oír la sabiduría de Salomón. ¡Y he aquí uno mayor que Salomón está
en este lugar! 32 Los
hombres de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación y la
condenarán, porque ellos se arrepintieron ante la predicación de Jonás.
¡Y he aquí uno mayor que Jonás está en este lugar!
El ojo: lámpara del cuerpo
33 "Al encender una lámpara
nadie la pone en oculto, ni debajo de un cajón, sino sobre un candelero
para que todos los que entren vean la luz. 34
La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Cuando
tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está lleno de luz. Pero cuando
es malo, también tu cuerpo está en tinieblas. 35
Mira, pues, no sea que la luz que hay en ti
sea tinieblas. 36 Así
que, si todo tu cuerpo está lleno de luz y no tiene ninguna parte
oscura, estará todo lleno de luz como cuando una lámpara te alumbra con
su resplandor."
Jesús denuncia a escribas y fariseos
37 Cuando Jesús acabó de hablar, un fariseo le rogó que
comiese con él; y habiendo entrado Jesús en su casa, se sentó a la mesa.
38 Y el fariseo se asombró al ver que no se lavó antes de
comer. 39 Entonces el Señor le dijo:
-Vosotros los fariseos limpiáis el
exterior de la copa o del plato, pero vuestro interior está lleno de
rapiña y de maldad. 40
Necios, ¿el que hizo lo de fuera no hizo también lo de dentro?
41 Pero dad con misericordia de
las cosas que están dentro, y he aquí, todas las cosas os serán limpias.
42 »¡Ay de vosotros,
fariseos! Porque diezmáis la menta, la ruda y toda hortaliza, pero
pasáis por alto el juicio y el amor de Dios. Es necesario hacer estas
cosas, sin pasar por alto aquéllas.
43 »¡Ay de vosotros,
fariseos! Porque amáis los primeros asientos en las sinagogas y las
salutaciones en las plazas.
44 »¡Ay de vosotros!
Porque sois como sepulcros ocultos, y los hombres que andan por encima
no lo saben.
45 Respondió uno de los maestros de la ley y le dijo:
-Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros.
46 Y él le dijo:
-¡Ay de vosotros también, maestros de
la ley! Porque imponéis a los hombres cargas que no pueden llevar, pero
vosotros mismos no las tocáis ni aun con uno de vuestros dedos.
47 »¡Ay de vosotros!
Porque edificáis los sepulcros de los profetas, pero vuestros padres los
mataron. 48 Con eso, sois
testigos y consentís en los hechos de vuestros padres; porque a la
verdad ellos los mataron, pero vosotros edificáis sus sepulcros.
49 Por esto, la sabiduría de
Dios también dijo: "Les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos, a unos
matarán y a otros perseguirán;" 50
para que de esta generación sea demandada
la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la fundación
del mundo; 51 desde la
sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, quien pereció entre el altar
y el santuario. Así os digo, la sangre de ellos será demandada de esta
generación.
52 »¡Ay de vosotros,
maestros de la ley! Porque habéis quitado la llave del conocimiento.
Vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo habéis
impedido.
53 Cuando salió de allí, los escribas y los fariseos
comenzaron a presionarle mucho y a provocarle a que hablase de muchas
cosas, 54 acechándole para cazar algo de su boca.
Reina-Valera Actualizada, 1989. |