Sagrada Biblia
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Lucas

Jesús infunde valor a los suyos


12 En esto, habiéndose juntado una multitud de miles y miles, tanto que se pisoteaban unos a otros, él comenzó a decir primeramente a sus discípulos: "Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. 2 Porque no hay nada encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de ser conocido. 3 Más bien, las cosas que habéis dicho en las tinieblas serán oídas en la luz, y lo que habéis hablado al oído en las habitaciones será pregonado en las azoteas.

4 "Y os digo a vosotros mis amigos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después no tienen nada peor que hacer. 5 Pero yo os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que, después de haber dado muerte, tiene poder de echar en el infierno. Sí, os digo: A éste temed. 6 ¿No se venden cinco pajaritos por dos cuartos? Pues ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. 7 Pero aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; más valéis vosotros que muchos pajaritos.

8 "Os digo que todo aquel que me confiese delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; 9 pero el que me niegue delante de los hombres será negado delante de los ángeles de Dios. 10 A todo aquel que diga palabra en contra del Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no le será perdonado.

11 "Cuando os lleven a las sinagogas y a los magistrados y autoridades, no estéis preocupados de cómo o qué responderéis, o qué habréis de decir. 12 Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquella hora lo que se debe decir."

Parábola del rico insensato


13 Le dijo uno de la multitud:

-Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.

14 Y él le dijo:

-Hombre, ¿quién me ha puesto como juez o repartidor sobre vosotros?

15 Y les dijo:

-Mirad, guardaos de toda codicia, porque la vida de uno no consiste en la abundancia de los bienes que posee.

16 Entonces les refirió una parábola, diciendo:

-Las tierras de un hombre rico habían producido mucho. 17 Y él razonaba dentro de sí, diciendo: "¿Qué haré? Porque ya no tengo dónde juntar mis productos." 18 Entonces dijo: "¡Esto haré! Derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes. Allí juntaré todo mi grano y mis bienes, 19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años. Descansa, come, bebe, alégrate." 20 Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta noche vienen a pedir tu alma; y lo que has provisto, ¿para quién será?" 21 Así es el que hace tesoro para sí y no es rico para con Dios.

Dios cuida de los suyos


22 Dijo a sus discípulos:

-Por tanto, os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. 23 La vida es más que el alimento, y el cuerpo es más que el vestido. 24 Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan, ni tienen almacenes ni graneros; y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves! 25 ¿Quién de vosotros podrá, con afanarse, añadir un codo a su estatura? 26 Pues si no podéis lo que es menos, ¿por qué estáis afanosos de lo demás? 27 Considerad los lirios, cómo crecen. No trabajan, ni hilan; y os digo que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido como uno de ellos. 28 Si Dios viste así la hierba, que hoy está en el campo y mañana es echada en el horno, ¡cuánto más hará por vosotros, hombres de poca fe!

29 »Vosotros, pues, no busquéis qué habéis de comer o qué habéis de beber, ni estéis ansiosos. 30 Porque todas estas cosas busca la gente del mundo; pero vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas. 31 Más bien, buscad su reino, y estas cosas os serán añadidas. 32 No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.

33 »Vended vuestros bienes y dad ofrendas de misericordia. Haceos bolsas que no se envejecen, un tesoro inagotable en los cielos, donde no se acerca el ladrón, ni la polilla destruye. 34 Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.

Llamado a la vigilancia


35 »Estén ceñidos vuestros lomos y encendidas vuestras lámparas. 36 Y sed vosotros semejantes a los siervos que esperan a su señor cuando ha de volver de las bodas, para que le abran al instante en que llegue y llame. 37 Bienaventurados aquellos siervos a quienes el señor les encuentre velando cuando llegue. De cierto os digo que se ceñirá y hará que se sienten a la mesa, y viniendo les servirá. 38 Aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los halla así, ¡bienaventurados aquellos siervos!

39 »Sabed que si el dueño de casa hubiera sabido a qué hora habría de venir el ladrón, no habría permitido que forzara la entrada a su casa. 40 Vosotros también estad preparados, porque a la hora que no penséis, vendrá el Hijo del Hombre.

Parábola de los mayordomos


41 Entonces Pedro le dijo:

-Señor, ¿dices esta parábola para nosotros, o también para todos?

42 Y dijo el Señor:

-¿Quién es, pues, el mayordomo fiel y prudente, a quien el señor pondrá sobre los de su casa para que les dé sus raciones a su debido tiempo? 43 Bienaventurado será aquel siervo a quien, cuando su señor venga, le encuentre haciéndolo así. 44 En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. 45 Pero si aquel siervo dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir" y comienza a golpear a los siervos y a las siervas, y a comer y a beber y a embriagarse, 46 vendrá el señor de aquel siervo en el día que no espera y a la hora que no sabe, y le castigará duramente y pondrá su parte con los incrédulos. 47 Porque aquel siervo que entendió la voluntad de su señor y no se preparó ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48 Pero el que no entendió, aunque hizo cosas dignas de azotes, recibirá pocos azotes. Porque de todo aquel a quien le ha sido dado mucho, mucho se demandará de él; y de aquel a quien confiaron mucho, se le pedirá más.

Jesús, motivo de división


49 »He venido a echar fuego en la tierra. ¡Y cómo quisiera que ya estuviese encendido! 50 Tengo un bautismo con que ser bautizado, ¡y cómo me angustio hasta que se cumpla! 51 ¿Pensáis que he venido a dar paz en la tierra? ¡Os digo que no, sino a causar división! 52 Porque de aquí en adelante cinco en una casa estarán divididos: tres contra dos y dos contra tres. 53 El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra.

Las señales de los tiempos


54 Decía también a las multitudes:

-Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: "Va a llover." Y así sucede. 55 Cuando sopla el viento del sur, decís: "Hará calor." Y lo hace. 56 ¡Hipócritas! Sabéis interpretar el aspecto del cielo y de la tierra, ¿y cómo no sabéis interpretar este tiempo?

57 »¿Por qué no juzgáis vosotros mismos lo que es justo? 58 Pues cuando vayas al magistrado con tu adversario, procura con diligencia arreglarte con él en el camino, no sea que te arrastre al juez y el juez te entregue al policía, y el policía te meta en la cárcel. 59 Te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado la última blanca.

 


Llamado al arrepentimiento


13 En aquella misma ocasión, algunos estaban allí contándole de ciertos galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la sangre de sus sacrificios. 2 Respondiendo Jesús les dijo: "¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron estas cosas, habrán sido más pecadores que todos los galileos? 3 Os digo que no; más bien, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. 4 O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que ellos habrán sido más culpables que todos los hombres que viven en Jerusalén? 5 Os digo que no; más bien, si no os arrepentís, todos pereceréis de la misma manera."

Parábola de la higuera estéril


6 Entonces dijo esta parábola: "Cierto hombre tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo halló. 7 Entonces dijo al viñador: ’He aquí, ya son tres años que vengo buscando fruto en esta higuera y no lo hallo. Por tanto, córtala. ¿Por qué ha de inutilizar también la tierra?’ 8 Entonces él le respondió diciendo: ’Señor, déjala aún este año, hasta que yo cave alrededor de ella y la abone. 9 Si da fruto en el futuro, bien; y si no, la cortarás.’ "

Jesús sana a una mujer encorvada


10 Jesús enseñaba en una de las sinagogas en el sábado. 11 Y he aquí una mujer que tenía espíritu de enfermedad desde hacía dieciocho años; andaba encorvada y de ninguna manera se podía enderezar. 12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:

-Mujer, quedas libre de tu enfermedad.

13 Puso las manos sobre ella, y al instante se enderezó y glorificaba a Dios. 14 Y respondiendo el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en sábado, decía a la gente:

-Seis días hay en la semana en los cuales se debe trabajar. Venid, pues, en estos días y sed sanados, y no en el día de sábado.

15 Entonces el Señor le respondió diciendo:

-¡Hipócrita! ¿No desata cada uno de vosotros en sábado su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? 16 Y a ésta, siendo hija de Abraham, a quien Satanás ha tenido atada por dieciocho años, ¿no debía ser librada de esta atadura en el día de sábado?

17 Cuando él decía estas cosas, todos sus adversarios se avergonzaban. Y todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas que él hacia.

Parábola del grano de mostaza


18 Por lo tanto, él decía:

-¿A qué es semejante el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? 19 Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció y se convirtió en un árbol, y las aves del cielo hicieron nidos en sus ramas.

Parábola de la levadura


20 Otra vez dijo:

-¿A qué compararé el reino de Dios? 21 Es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudado.

La puerta estrecha de la salvación


22 Jesús pasaba por las ciudades y aldeas, enseñando y caminando hacia Jerusalén. 23 Entonces alguien le dijo:

-Señor, ¿son pocos los que se salvan?

Y él les dijo:

24 -Esforzaos a entrar por la puerta angosta, porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. 25 Después que el dueño de casa se levante y cierre la puerta, vosotros, afuera, comenzaréis a llamar a la puerta diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Pero respondiendo él os dirá: "No os conozco de dónde sois." 26 Entonces comenzaréis a decir: "Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste." 27 Pero os hablará diciendo: "No os conozco de dónde sois. ¡Apartaos de mí todos los que hacéis iniquidad!" 28 Allí habrá llanto y crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y a vosotros echados fuera. 29 Vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur; y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. 30 He aquí, hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén


31 En la misma hora llegaron ciertos fariseos y le dijeron:

-Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.

32 El les dijo:

-Id y decid a ese zorro: "He aquí echo fuera demonios y realizo sanidades hoy y mañana, y al tercer día termino." 33 Sin embargo, es necesario que yo siga mi camino hoy, mañana y pasado mañana; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén.

34 »¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, así como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! 35 He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Os digo que no me veréis más, hasta que venga el día cuando digáis: "¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!"

 


Jesús sana a un hidrópico


14 Aconteció un sábado, cuando él entró en casa de uno de los principales de los fariseos para comer pan, que ellos le observaban cuidadosamente. 2 Y he aquí un hombre hidrópico estaba delante de él. 3 Entonces respondiendo Jesús, habló a los maestros de la ley y a los fariseos, diciendo:

-¿Es lícito sanar en sábado, o no?

4 Pero ellos callaron. Entonces él le tomó, le sanó y le despidió. 5 Y dijo a ellos:

-¿Cuál de vosotros, si su hijo o su buey cae en un pozo, no lo sacará de inmediato en el día de sábado?

6 Y no le podían responder a estas cosas.

Lecciones acerca de la humildad


7 Observando a los invitados, cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió una parábola diciéndoles:

8 -Cuando seas invitado por alguien a una fiesta de bodas, no te sientes en el primer lugar; no sea que otro más distinguido que tú haya sido invitado por él, 9 y que viniendo el que os invitó a ti y al otro, te diga: "Da lugar a éste", y luego comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. 10 Más bien, cuando seas invitado, vé y siéntate en el último lugar; para que cuando venga el que te invitó, diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa. 11 Porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

12 Dijo también al que le había invitado:

-Cuando hagas comida o cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te vuelvan a invitar a ti, y te sea hecha compensación. 13 Pero cuando hagas banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos. 14 Y serás bienaventurado, porque ellos no te pueden retribuir, pero te será recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete


15 Al oír esto, uno de los que estaban sentados juntos a la mesa le dijo:

-¡Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios!

16 Pero él le dijo:

-Un hombre hizo un gran banquete e invitó a muchos. 17 A la hora del banquete envió a su siervo para decir a los invitados: "Venid, porque ya está preparado." 18 Pero todos a una comenzaron a disculparse. El primero dijo: "He comprado un campo y necesito salir para verlo; te ruego que me disculpes." 19 El otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego que me disculpes." 20 El otro dijo: "Acabo de casarme y por tanto no puedo ir." 21 Cuando volvió el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces se enojó el dueño de casa y dijo a su siervo: "Vé pronto a las plazas y a las calles de la ciudad y trae acá a los pobres, a los mancos, a los ciegos y a los cojos." 22 Luego dijo el siervo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y aún queda lugar." 23 El señor dijo al siervo: "Vé por los caminos y por los callejones, y exígeles a que entren para que mi casa se llene. 24 Pues os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados gustará de mi banquete."

Condiciones del discipulado


25 Grandes multitudes iban con él, y él se volvió y les dijo: 26 "Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y aun su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 Y cualquiera que no toma su propia cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. 28 Porque ¿cuál de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? 29 No sea que después de haber puesto los cimientos y al no poderla terminar, todos los que la vean comiencen a burlarse de él, 30 diciendo: ’Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.’ 31 ¿O qué rey, que sale a hacer guerra contra otro rey, no se sienta primero y consulta si puede salir con diez mil al encuentro del que viene con veinte mil? 32 De otra manera, cuando el otro rey está todavía lejos, le envía una embajada y pide condiciones de paz. 33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todas las cosas que posee, no puede ser mi discípulo.

34 "Buena es la sal; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué será sazonada? 35 No es buena ni para la tierra ni para abono; por eso la arrojan fuera. Quien tiene oídos para oír, oiga."

 


Parábola de la oveja perdida


15 Se acercaban a él todos los publicanos y pecadores para oírle, 2 y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:

-Este recibe a los pecadores y come con ellos.

3 Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:

4 -¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas, y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se ha perdido, hasta hallarla? 5 Y al hallarla, la pone sobre sus hombros gozoso, 6 y cuando llega a casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: "Gozaos conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido." 7 Os digo que del mismo modo habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.

Parábola de la moneda perdida


8 »¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende una lámpara, barre la casa y busca con empeño hasta hallarla? 9 Cuando la halla, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: "Gozaos conmigo, porque he hallado la dracma que estaba perdida." 10 Os digo que del mismo modo hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido


11 Dijo además:

-Un hombre tenía dos hijos. 12 El menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde." Y él les repartió los bienes. 13 No muchos días después, habiendo juntado todo, el hijo menor se fue a una región lejana, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.

14 »Cuando lo hubo malgastado todo, vino una gran hambre en aquella región, y él comenzó a pasar necesidad. 15 Entonces fue y se allegó a uno de los ciudadanos de aquella región, el cual le envió a su campo para apacentar los cerdos. 16 Y él deseaba saciarse con las algarrobas que comían los cerdos, y nadie se las daba. 17 Entonces volviendo en sí, dijo: "¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18 Me levantaré, iré a mi padre y le diré: ’Padre, he pecado contra el cielo y ante ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.’ "

20 »Se levantó y fue a su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre le vio y tuvo compasión. Corrió y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 El hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y ante ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo." 22 Pero su padre dijo a sus siervos: "Sacad de inmediato el mejor vestido y vestidle, y poned un anillo en su mano y calzado en sus pies. 23 Traed el ternero engordado y matadlo. Comamos y regocijémonos, 24 porque este mi hijo estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron a regocijarse.

25 »Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino, se acercó a la casa y oyó la música y las danzas. 26 Después de llamar a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 Este le dijo: "Tu hermano ha venido, y tu padre ha mandado matar el ternero engordado, por haberle recibido sano y salvo." 28 Entonces él se enojó y no quería entrar.

»Salió, pues, su padre y le rogaba que entrase. 29 Pero respondiendo él dijo a su padre: "He aquí, tantos años te sirvo, y jamás he desobedecido tu mandamiento; y nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos. 30 Pero cuando vino éste tu hijo que ha consumido tus bienes con prostitutas, has matado para él el ternero engordado." 31 Entonces su padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32 Pero era necesario alegrarnos y regocijarnos, porque este tu hermano estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado."

 


Parábola del mayordomo injusto


16 Dijo también a sus discípulos: "Había cierto hombre rico, el cual tenía un mayordomo; y éste fue acusado delante de él como derrochador de sus bienes. 2 Su señor le llamó y le dijo: ’¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás ser mayordomo.’ 3 Entonces el mayordomo se dijo a sí mismo: ’¿Qué haré? Porque mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. 4 ¡Ya sé lo que haré para que cuando sea destituido de la mayordomía, me reciban en sus casas!’

5 "Entonces llamó a cada uno de los deudores de su señor, y dijo al primero: ’¿Cuánto debes a mi señor?’ 6 El dijo: ’Cien barriles de aceite.’ Y le dijo: ’Toma tu recibo, siéntate y de inmediato escribe: cincuenta.’ 7 Después dijo a otro: ’Y tú, ¿cuánto debes?’ Y él le dijo: ’Cien medidas de trigo.’ El le dijo: ’Toma tu recibo y escribe: ochenta.’

8 "Y el señor elogió al mayordomo injusto porque actuó sagazmente, pues los hijos de este mundo son en su generación más sagaces que los hijos de luz.

9 "Y yo os digo: Con las riquezas injustas ganaos amigos para que cuando éstas lleguen a faltar, ellos os reciban en las moradas eternas.

10 "El que es fiel en lo muy poco también es fiel en lo mucho, y el que en lo muy poco es injusto también es injusto en lo mucho. 11 Así que, si con las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? 12 Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? 13 Ningún siervo puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas."

14 Los fariseos, que eran avaros, oían todas estas cosas y se burlaban de él. 15 Y él les dijo: "Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres. Pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que entre los hombres es sublime, delante de Dios es abominación.

La ley y el reino de Dios


16 "La Ley y los Profetas fueron hasta Juan. A partir de entonces son anunciadas las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17 Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se caiga una tilde de la ley.

Acerca del divorcio


18 "Cualquiera que se divorcia de su mujer y se casa con otra comete adulterio. Y el que se casa con la divorciada por su marido comete adulterio.

El rico y Lázaro


19 "Cierto hombre era rico, se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 20 Y cierto pobre, llamado Lázaro, estaba echado a su puerta, lleno de llagas, 21 y deseaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico. Aun los perros venían y le lamían las llagas.

22 "Aconteció que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico, y fue sepultado. 23 Y en el Hades, estando en tormentos, alzó sus ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24 Entonces él, dando voces, dijo: ’Padre Abraham, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.’

25 "Y Abraham dijo: ’Hijo, acuérdate que durante tu vida recibiste tus bienes; y de igual manera Lázaro, males. Pero ahora él es consolado aquí, y tú eres atormentado. 26 Además de todo esto, un gran abismo existe entre nosotros y vosotros, para que los que quieran pasar de aquí a vosotros no puedan, ni de allá puedan cruzar para acá.’

27 "Y él dijo: ’Entonces te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre 28 (pues tengo cinco hermanos), de manera que les advierta a ellos, para que no vengan también a este lugar de tormento.’ 29 Pero Abraham dijo: ’Tienen a Moisés y a los Profetas. Que les escuchen a ellos.’ 30 Entonces él dijo: ’No, padre Abraham. Más bien, si alguno va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.’ 31 Pero Abraham le dijo: ’Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán si alguno se levanta de entre los muertos.’ "

 


Acerca de las ofensas y del perdón


17 Dijo a sus discípulos:

-Es imposible que no vengan tropiezos; pero, ¡ay de aquel que los ocasione! 2 Mejor le fuera que se le atase una piedra de molino al cuello y que fuese lanzado al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos.

3 »Mirad por vosotros mismos: Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. 4 Si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti diciendo: "Me arrepiento", perdónale.

El poder de la fe


5 Los apóstoles dijeron al Señor:

-Auméntanos la fe.

6 Entonces el Señor dijo:

-Si tuvieseis fe como un grano de mostaza, diríais a este sicómoro: "¡Desarráigate y plántate en el mar!" Y el árbol os obedecería.

El deber del siervo


7 »¿Y quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta, al volver éste del campo, le dirá: "Pasa, siéntate a la mesa"? 8 Más bien, le dirá: "Prepara para que yo cene. Cíñete y sírveme hasta que yo haya comido y bebido. Después de eso, come y bebe tú." 9 ¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado? 10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: "Siervos inútiles somos; porque sólo hicimos lo que debíamos hacer."

Jesús sana a diez leprosos


11 Aconteció que yendo a Jerusalén, pasaba por Samaria y Galilea. 12 Cuando entró en una aldea, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos 13 y alzaron la voz diciendo:

-¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!

14 Cuando él los vio, les dijo:

-Id, mostraos a los sacerdotes.

Aconteció que mientras iban, fueron limpiados. 15 Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, volvió glorificando a Dios en alta voz. 16 Y se postró sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias. Y éste era samaritano. 17 Y respondiendo Jesús dijo:

-¿No eran diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18 ¿No hubo quién volviese y diese gloria a Dios, sino este extranjero? 19 -Y le dijo-: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

El reino de Dios es actual


20 Y cuando los fariseos le preguntaron acerca de cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió diciendo:

-El reino de Dios no vendrá con advertencia. 21 No dirán: "¡Mirad, aquí está!" o "¡Allí está!" Porque el reino de Dios está en medio de vosotros.

La manifestación del Hijo del Hombre


22 Dijo a sus discípulos:

-Vendrá el tiempo cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre y no lo veréis. 23 Os dirán: "¡Mirad, aquí está!" o "¡Mirad, allí está!" Pero no vayáis ni les sigáis. 24 Porque como el relámpago que resplandece ilumina el cielo de un extremo al otro, así también será el Hijo del Hombre en su día. 25 Pero primero es necesario que él padezca mucho y sea rechazado por esta generación.

26 »Como pasó en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre: 27 Ellos comían y bebían; se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos.

28 »Asimismo, también será como pasó en los días de Lot: Comían, bebían, compraban, vendían, plantaban y edificaban; 29 pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. 30 Así será en el día en que se manifieste el Hijo del Hombre.

31 »En aquel día, el que esté en la azotea y sus cosas estén en la casa, no descienda para tomarlas. Asimismo, el que esté en el campo, no vuelva atrás. 32 Acordaos de la mujer de Lot. 33 Cualquiera que procure salvar su vida, la perderá; y cualquiera que la pierda, la conservará. 34 Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado. 35 ,36 Dos mujeres estarán moliendo juntas; la una será tomada, y la otra dejada.

37 Respondiendo le preguntaron:

-¿Dónde, Señor?

Y él dijo:

-Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.

 


Parábola del juez y la viuda


18 Les refirió también una parábola acerca de la necesidad de orar siempre y no desmayar. 2 Les dijo: "En cierta ciudad había un juez que ni temía a Dios ni respetaba al hombre. 3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él diciendo: ’Hazme justicia contra mi adversario.’ 4 El no quiso por algún tiempo, pero después se dijo a sí mismo: ’Aunque ni temo a Dios ni respeto al hombre, 5 le haré justicia a esta viuda, porque no me deja de molestar; para que no venga continuamente a cansarme.’ "

6 Entonces dijo el Señor: "Oíd lo que dice el juez injusto. 7 ¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos que claman a él de día y de noche? ¿Les hará esperar? 8 Os digo que los defenderá pronto. Sin embargo, cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?"

Parábola del fariseo y el publicano


9 Dijo también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como que eran justos y menospreciaban a los demás: 10 "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; y el otro, publicano. 11 El fariseo, de pie, oraba consigo mismo de esta manera: ’Dios, te doy gracias que no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano. 12 Ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que poseo.’ 13 Pero el publicano, de pie a cierta distancia, no quería ni alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ’Dios, sé propicio a mí, que soy pecador.’ 14 Os digo que éste descendió a casa justificado en lugar del primero. Porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."

Jesús bendice a los niños


15 También le presentaban los niños pequeños para que los tocase. Y los discípulos, al ver esto, les reprendían. 16 Pero Jesús los llamó diciendo: "Dejad a los niños venir a mí y no les impidáis, porque de los tales es el reino de Dios. 17 De cierto os digo que cualquiera que no reciba el reino de Dios como un niño, jamás entrará en él."

Jesús y el joven rico


18 Le preguntó cierto hombre principal, diciendo:

-Maestro bueno, ¿qué haré para obtener la vida eterna?

19 Y Jesús le dijo:

-¿Por qué me llamas "bueno"? Ninguno es bueno, sino sólo uno, Dios. 20 Tú conoces los mandamientos: No cometas adulterio, no cometas homicidio, no robes, no digas falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre.

21 Entonces él dijo:

-Todo esto lo he guardado desde mi juventud.

22 Jesús, al oírlo, le dijo:

-Aún te falta una cosa: Vende todo lo que tienes y repártelo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.

23 Entonces él, al oír estas cosas, se entristeció mucho, porque era muy rico.

El peligro de las riquezas


24 Jesús, al ver que se había entristecido mucho, dijo:

-¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 25 Porque más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.

26 Los que oyeron esto dijeron:

-¿Y quién podrá ser salvo?

27 El les dijo:

-Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios.

28 Entonces Pedro dijo:

-He aquí, nosotros hemos dejado lo nuestro y te hemos seguido.

29 Y él les dijo:

-De cierto os digo que no hay nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por causa del reino de Dios, 30 que no haya de recibir muchísimo más en este tiempo, y en la edad venidera, la vida eterna.

Jesús anuncia su muerte y victoria


31 Jesús, tomando a los doce, les dijo:

-He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas que fueron escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. 32 Porque será entregado a los gentiles, y será escarnecido, injuriado y escupido. 33 Después que le hayan azotado, le matarán; pero al tercer día resucitará.

34 Sin embargo, ellos no entendían nada de esto. Esta palabra les estaba encubierta, y no entendían lo que se les decía.

Jesús sana a un ciego en Jericó


35 Aconteció, al acercarse Jesús a Jericó, que un ciego estaba sentado junto al camino, mendigando. 36 Este, como oyó pasar a la multitud, preguntó qué era aquello. 37 Y le dijeron que pasaba Jesús de Nazaret. 38 Entonces él gritó diciendo:

-¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

39 Los que iban delante le reprendían para que se callase, pero él clamaba con mayor insistencia:

-¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

40 Entonces Jesús se detuvo, mandó que se lo trajesen; y cuando llegó, le preguntó 41 diciendo:

-¿Qué quieres que te haga?

Y él dijo:

-Señor, que yo recobre la vista.

42 Jesús le dijo:

-Recobra la vista; tu fe te ha salvado.

43 Inmediatamente recobró la vista y le seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo al ver esto dio alabanza a Dios.

 


Jesús y Zaqueo


19 Habiendo entrado Jesús en Jericó, pasaba por la ciudad. 2 Y he aquí, un hombre llamado Zaqueo, que era un principal de los publicanos y era rico, 3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, porque era pequeño de estatura. 4 Entonces corrió delante y subió a un árbol sicómoro para verle, pues había de pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, alzando la vista le vio y le dijo:

-Zaqueo, date prisa, desciende; porque hoy es necesario que me quede en tu casa.

6 Entonces él descendió aprisa y le recibió gozoso. 7 Al ver esto, todos murmuraban diciendo que había entrado a alojarse en la casa de un hombre pecador. 8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor:

-He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.

9 Jesús le dijo:

-Hoy ha venido la salvación a esta casa, por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Parábola de las diez minas


11 Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén y porque ellos pensaban que inmediatamente habría de ser manifestado el reino de Dios. 12 Dijo, pues: "Cierto hombre de noble estirpe partió a un país lejano para recibir un reino y volver. 13 Entonces llamó a diez siervos suyos y les dio diez minas, diciéndoles: ’Negociad hasta que yo venga.’

14 "Pero sus ciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: ’No queremos que éste reine sobre nosotros.’

15 "Aconteció que cuando él volvió después de haber tomado el reino, mandó llamar ante sí a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que habían negociado. 16 Vino el primero y dijo: ’Señor, tu mina ha producido diez minas.’ 17 Y él le dijo: ’Muy bien, buen siervo; puesto que en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades.’ 18 Vino el segundo y dijo: ’Señor, tu mina ha hecho cinco minas.’ 19 También a éste le dijo: ’Tú también estarás sobre cinco ciudades.’ 20 Y vino otro y dijo: ’Señor, he aquí tu mina, la cual he guardado en un pañuelo. 21 Porque tuve miedo de ti, que eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste y cosechas lo que no sembraste.’ 22 Entonces él le dijo: ’¡Mal siervo, por tu boca te juzgo! Sabías que yo soy hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré. 23 ¿Por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al venir yo lo cobrara junto con los intereses?’ 24 Y dijo a los que estaban presentes: ’Quitadle la mina y dadla al que tiene diez minas.’ 25 Ellos le dijeron: ’Señor, él ya tiene diez minas.’ 26 El respondió: ’Pues yo os digo que a todo el que tiene, le será dado; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 27 Pero, en cuanto a aquellos enemigos míos que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia.’ "

La entrada triunfal en Jerusalén


28 Después de decir esto, iba delante subiendo a Jerusalén. 29 Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, 30 diciendo:

-Id a la aldea de enfrente, y cuando entréis en ella, hallaréis atado un borriquillo, en el cual ningún hombre ha montado jamás. Desatadlo y traedlo. 31 Si alguien os pregunta: "¿Por qué lo desatáis?", le responderéis así: "Porque el Señor lo necesita."

32 Los que habían sido enviados fueron y hallaron como había dicho. 33 Cuando desataban el borriquillo, sus dueños les dijeron:

-¿Por qué desatáis el borriquillo?

34 Y ellos dijeron:

-Porque el Señor lo necesita.

35 Trajeron el borriquillo a Jesús, y echando sobre él sus mantos, hicieron que Jesús montara encima. 36 Y mientras él avanzaba, tendían sus mantos por el camino.

37 Cuando ya llegaba él cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto. 38 Ellos decían:

-¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo, y gloria en las alturas!

39 Entonces, algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron:

-Maestro, reprende a tus discípulos.

40 El respondió diciéndoles:

-Os digo que si éstos callan, las piedras gritarán.

41 Cuando llegó cerca, al ver la ciudad, lloró por ella 42 diciendo:

-¡Oh, si conocieses tú también, por lo menos en éste tu día, lo que conduce a tu paz! Pero ahora está encubierto a tus ojos. 43 Porque vendrán sobre ti días en que tus enemigos te rodearán con baluarte y te pondrán sitio, y por todos lados te apretarán. 44 Te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti. No dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.

Jesús purifica el templo


45 Cuando entró en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían, 46 diciéndoles:

-Escrito está: ¡Mi casa es casa de oración, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones!

47 Enseñaba cada día en el templo, pero los principales sacerdotes y los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle. 48 Pero no hallaban manera de hacerle algo, porque el pueblo le escuchaba con mucha atención.

 


La autoridad de Jesús


20 Aconteció un día que estando Jesús enseñando al pueblo en el templo y anunciando el evangelio, se le acercaron los principales sacerdotes y los escribas con los ancianos, 2 y le hablaron diciendo:

-Dinos, ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién es el que te dio esta autoridad?

3 Entonces respondió y les dijo:

-Yo os haré también una pregunta. Respondedme: 4 El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?

5 Ellos razonaban entre sí diciendo:

-Si decimos "del cielo", dirá: "¿Por qué, pues, no le creísteis?" 6 Y si decimos "de los hombres", todo el pueblo nos apedreará, porque están convencidos de que Juan era profeta.

7 Respondieron, pues, que no sabían de dónde era. 8 Entonces Jesús les dijo:

-Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.

Parábola de los labradores malvados


9 Entonces comenzó a decir al pueblo esta parábola:

-Cierto hombre plantó una viña, la arrendó a unos labradores y se fue lejos por mucho tiempo. 10 A su debido tiempo envió un siervo a los labradores para que le diesen del fruto de la viña. Pero los labradores le golpearon y le enviaron con las manos vacías. 11 Y volvió a enviar otro siervo, pero también a éste, golpeándole y afrentándole, le enviaron con las manos vacías. 12 Volvió a enviar un tercer siervo, pero también a éste echaron, herido.

13 »Entonces el señor de la viña dijo: "¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizás a éste le tendrán respeto." 14 Pero los labradores, al verle, razonaron entre sí diciendo: "Este es el heredero. Matémosle, para que la heredad sea nuestra." 15 Y echándole fuera de la viña, le mataron.

»¿Qué, pues, les hará el señor de la viña? 16 Vendrá y destruirá a estos labradores y dará su viña a otros.

Cuando ellos lo oyeron, dijeron:

-¡Nunca suceda tal cosa!

17 Pero él, mirándolos, les dijo:

-¿Qué, pues, es esto que está escrito:

La piedra que desecharon

los edificadores,

ésta fue hecha

cabeza del ángulo?

18 Cualquiera que caiga sobre aquella piedra será quebrantado, y desmenuzará a cualquiera sobre quien ella caiga.

19 En aquella hora los principales sacerdotes y los escribas procuraban echarle mano, porque entendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo.

Pregunta sobre el tributo al César


20 Entonces acechándole, enviaron espías que simulasen ser justos, a fin de sorprenderle en sus palabras, y así entregarle al poder y autoridad del procurador. 21 Estos le preguntaron diciendo:

-Maestro, sabemos que dices y enseñas bien, y que no haces distinción entre personas, sino que enseñas el camino de Dios con verdad. 22 ¿Nos es lícito dar tributo al César, o no?

23 Pero él, entendiendo la astucia de ellos, les dijo:

24 -Mostradme un denario. ¿De quién es la imagen y la inscripción que tiene?

Y ellos dijeron:

-Del César.

25 Entonces les dijo:

-Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

26 Y no pudieron sorprenderle en ninguna palabra delante del pueblo. Más bien callaron, maravillados de su respuesta.

Pregunta acerca de la resurrección


27 Se acercaron algunos de los saduceos, que niegan que haya resurrección, y le preguntaron 28 diciendo:

-Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muere dejando mujer, y él no deja hijos, su hermano tome la mujer y levante descendencia a su hermano. 29 Había, pues, siete hermanos. El primero tomó mujer, y murió sin dejar hijos. 30 También el segundo. 31 Y la tomó el tercero, y de la misma manera también todos los siete, y murieron sin tener hijos. 32 Por último, murió también la mujer. 33 En la resurrección, puesto que los siete la tuvieron por mujer, ¿de cuál de ellos será mujer?

34 Entonces respondiendo Jesús les dijo:

-Los hijos de este mundo se casan y se dan en casamiento. 35 Pero los que son tenidos por dignos de alcanzar aquel mundo venidero y la resurrección de los muertos no se casan, ni se dan en casamiento. 36 Porque ya no pueden morir, pues son como los ángeles, y son también hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. 37 Y con respecto a que los muertos han de resucitar, también Moisés lo mostró en el relato de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. 38 Pues Dios no es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos viven.

39 Le respondieron algunos de los escribas, diciendo:

-Maestro, bien has dicho.

40 Y no se atrevieron a preguntarle más.

Jesús, hijo y Señor de David


41 El les dijo:

-¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? 42 Porque el mismo David dice en el libro de los Salmos:

Dijo el Señor a mi Señor:

"Siéntate a mi diestra,

43 hasta que ponga a tus enemigos

por estrado de tus pies."

44 Así que David le llama "Señor"; ¿cómo es, pues, su hijo?

Jesús denuncia a los escribas


45 Cuando todo el pueblo le escuchaba, dijo a sus discípulos:

46 -Guardaos de los escribas, a quienes les gusta andar con ropas largas, que aman las salutaciones en las plazas, las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en los banquetes. 47 Estos, que devoran las casas de las viudas y como pretexto hacen largas oraciones, recibirán mayor condenación.

 


La ofrenda de la viuda pobre


21 Alzando la mirada, Jesús vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca del tesoro. 2 Vio también a una viuda pobre que echaba allí dos blancas. 3 Entonces dijo:

-De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos. 4 Porque todos éstos de su abundancia echaron a las ofrendas; pero ésta, de su pobreza, echó todo el sustento que tenía.

La inminente destrucción del templo


5 Hablando algunos acerca del templo decían que estaba adornado con hermosas piedras y con ofrendas votivas, él dijo:

6 -En cuanto a estas cosas que veis, vendrán días cuando no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.

Señales que anticipan el fin


7 Entonces le preguntaron diciendo:

-Maestro, ¿cuándo será esto? ¿Qué señal habrá cuando estas cosas estén por suceder?

8 Entonces él dijo:

-Mirad que no seáis engañados, porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: "Yo soy", y "El tiempo está cerca." No vayáis en pos de ellos. 9 Y cuando oigáis de guerras y de revoluciones, no os atemoricéis. Porque es necesario que estas cosas acontezcan primero, pero el fin no será de inmediato. 10 -Entonces dijo-: Se levantará nación contra nación y reino contra reino. 11 Habrá grandes terremotos, hambres y pestilencias en varios lugares. Habrá terror y grandes señales del cielo. 12 Pero antes de estas cosas os echarán mano y os perseguirán. Os entregarán a las sinagogas y os meterán en las cárceles, y seréis llevados delante de los reyes y gobernantes por causa de mi nombre. 13 Esto os servirá para dar testimonio. 14 Decidid, pues, en vuestros corazones no pensar de antemano cómo habéis de responder. 15 Porque yo os daré boca y sabiduría, a la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se os opongan. 16 Y seréis entregados aun por vuestros padres, hermanos, parientes y amigos; y harán morir a algunos de vosotros. 17 Seréis aborrecidos por todos a causa de mi nombre, 18 pero ni un solo cabello de vuestra cabeza perecerá. 19 Por vuestra perseverancia ganaréis vuestras almas.

La destrucción de Jerusalén


20 »Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed entonces que ha llegado su destrucción. 21 Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; los que estén en medio de la ciudad, salgan; y los que estén en los campos, no entren en ella. 22 Porque éstos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.

23 »¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días! Porque habrá grande calamidad sobre la tierra e ira sobre este pueblo. 24 Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones. Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que se cumplan los tiempos de los gentiles.

La venida del Hijo del Hombre


25 »Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas. Y en la tierra habrá angustia de las naciones por la confusión ante el rugido del mar y del oleaje. 26 Los hombres se desmayarán a causa del terror y de la expectación de las cosas que sobrevendrán al mundo habitado, porque los poderes de los cielos serán sacudidos.

27 »Entonces verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube, con poder y gran gloria. 28 Cuando estas cosas comiencen a suceder, mirad y levantad vuestras cabezas; porque vuestra redención está cerca.

Parábola de la higuera


29 Y les dijo una parábola:

-Mirad la higuera y todos los árboles. 30 Cuando veis que ya brotan, vosotros entendéis que el verano ya está cerca. 31 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que el reino de Dios está cerca. 32 De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que todo suceda. 33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

34 »Mirad por vosotros, que vuestros corazones no estén cargados de glotonería, de embriaguez y de las preocupaciones de esta vida, y que aquel día venga sobre vosotros de repente como una trampa; 35 porque vendrá sobre todos los que habitan sobre la superficie de toda la tierra. 36 Velad, pues, en todo tiempo, orando que tengáis fuerzas para escapar de todas estas cosas que han de suceder, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.

37 Pasaba los diás enseñando en el templo, y saliendo al anochecer permanecía en el monte que se llama de los Olivos. 38 Y todo el pueblo venía a él desde temprano para oírle en el templo.

 


Acuerdo para matar a Jesús


22 Estaba próximo el día de la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la Pascua. 2 Los principales sacerdotes y los escribas estaban buscando cómo eliminarle, pues temían al pueblo. 3 Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, el cual era uno del número de los doce. 4 El fue y habló con los principales sacerdotes y con los magistrados acerca de cómo entregarle. 5 Estos se alegraron y acordaron darle dinero. 6 El estuvo de acuerdo y buscaba la oportunidad para entregarle sin que la gente lo advirtiera.

Preparativos para la Pascua


7 Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar la víctima pascual. 8 Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo:

-Id, preparadnos la Pascua para que comamos.

9 Ellos le preguntaron:

-¿Dónde quieres que la preparemos?

10 El les dijo:

-He aquí, cuando entréis en la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua. Seguidle hasta la casa a donde entre. 11 Decidle al dueño de la casa: "El Maestro te dice: ’¿Dónde está la habitación en la que he de comer la Pascua con mis discípulos?’ " 12 Y él os mostrará un gran aposento alto, ya dispuesto. Preparad allí.

13 Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la Pascua.

La Cena del Señor


14 Cuando llegó la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. 15 Y les dijo:

-¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes de padecer! 16 Porque os digo que no comeré más de ella hasta que se cumpla en el reino de Dios.

17 Luego tomó una copa, y habiendo dado gracias, dijo:

-Tomad esto y repartidlo entre vosotros, 18 porque os digo que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.

19 Entonces tomó pan, y habiendo dado gracias, lo partió y les dio diciendo:

-Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado. Haced esto en memoria de mí.

20 Asimismo, después de haber cenado, tomó también la copa y dijo:

-Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.

Jesús anuncia la traición de Judas


21 »No obstante, he aquí la mano del que me entrega está conmigo en la mesa. 22 A la verdad, el Hijo del Hombre va según lo que está determinado, pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!

23 Entonces ellos comenzaron a preguntarse entre sí cuál de ellos sería el que habría de hacer esto.

Sobre la primacía y el servicio


24 Hubo entre ellos una disputa acerca de quién de ellos parecía ser el más importante. 25 Entonces él les dijo:

-Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que tienen autoridad sobre ellas son llamados bienhechores. 26 Pero entre vosotros no será así. Más bien, el que entre vosotros sea el importante, sea como el más nuevo; y el que es dirigente, como el que sirve. 27 Porque, ¿cuál es el más importante: el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.

28 »Y vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. 29 Yo, pues, dispongo para vosotros un reino, como mi Padre lo dispuso para mí; 30 para que comáis y bebáis en mi mesa en mi reino, y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

Jesús predice la negación de Pedro


31 »Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo. 32 Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.

33 El le dijo:

-Señor, estoy listo para ir contigo aun a la cárcel y a la muerte.

34 Pero él dijo:

-Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú hayas negado tres veces que me conoces.

La hora del conflicto espiritual


35 Y les dijo a ellos:

-Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin calzado, ¿os faltó algo?

Ellos dijeron:

-Nada.

36 Entonces les dijo:

-Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela; y también la alforja. Y el que no tiene espada, venda su manto y compre una. 37 Porque os digo que es necesario que se cumpla en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los malhechores. Porque lo que está escrito de mí tiene cumplimiento.

38 Entonces ellos dijeron:

-Señor, he aquí dos espadas.

Y él dijo:

-Basta.

Angustia de Jesús en Getsemaní


39 Después de salir, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. 40 Cuando llegó al lugar, les dijo:

-Orad que no entréis en tentación.

41 Y él se apartó de ellos a una distancia como de un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba 42 diciendo:

-Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

[ 43 Entonces le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. 44 Y angustiado, oraba con mayor intensidad, de modo que su sudor era como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.]

45 Cuando se levantó de orar y volvió a sus discípulos, los halló dormidos por causa de la tristeza. 46 Y les dijo:

-¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para que no entréis en tentación.

Jesús es arrestado


47 Mientras él aún hablaba, he aquí vino una multitud. El que se llamaba Judas, uno de los doce, venía delante de ellos y se acercó a Jesús para besarle. 48 Entonces Jesús le dijo:

-Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?

49 Al ver los que estaban con él lo que había de ocurrir, le dijeron:

-Señor, ¿heriremos a espada?

50 Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. 51 Entonces respondiendo Jesús dijo:

-¡Basta de esto!

Y tocando su oreja, le sanó. 52 Entonces Jesús dijo a los principales sacerdotes, los magistrados del templo y los ancianos que habían venido contra él:

-¿Como a ladrón habéis salido con espadas y palos? 53 Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis la mano contra mí. Pero ésta es vuestra hora y la del poder de las tinieblas.

Pedro niega a Jesús


54 Le prendieron, le llevaron y le hicieron entrar en la casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos. 55 Cuando encendieron fuego en medio del patio y se sentaron alrededor, Pedro también se sentó entre ellos. 56 Entonces una criada, al verle sentado junto a la lumbre, le miró fijamente y dijo:

-¡Este estaba con él!

57 Pero él negó diciendo:

-Mujer, no le conozco.

58 Un poco después, al verle otro, le dijo:

-¡Tú también eres de ellos!

Y Pedro dijo:

-Hombre, no lo soy.

59 Como una hora después, otro insistía diciendo:

-Verdaderamente, también éste estaba con él, porque es galileo.

60 Y Pedro dijo:

-¡Hombre, no sé lo que dices!

Y de inmediato, estando él aún hablando, el gallo cantó. 61 Entonces el Señor se volvió y miró a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra del Señor como le había dicho: "Antes que el gallo cante hoy, me negarás tres veces." 62 Y saliendo fuera, Pedro lloró amargamente.

Jesús ante el Sanedrín


63 Los hombres que tenían bajo custodia a Jesús se burlaban de él y le golpeaban. 64 Y cubriéndole le preguntaban diciendo:

-¡Profetiza! ¿Quién es el que te golpeó?

65 Y le decían otras muchas cosas, injuriándole.

66 Cuando amaneció, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le llevaron al Sanedrín de ellos. 67 Y le dijeron:

-Si tú eres el Cristo, ¡dínoslo!

Pero él les dijo:

-Si os lo dijera, no lo creeríais. 68 Además, si yo os preguntara, no me responderíais. 69 Pero de ahora en adelante, el Hijo del Hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios.

70 Le dijeron todos:

-Entonces, ¿eres tú Hijo de Dios?

Y él les dijo:

-Vosotros decís que yo soy.

71 Entonces ellos dijeron:

-¿Qué más necesidad tenemos de testimonio? Porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca.

 


Jesús ante Pilato


23 Entonces, levantándose toda la multitud de ellos, le llevaron a Pilato. 2 Y comenzaron a acusarle diciendo:

-Hemos hallado a éste que agita a nuestra nación, prohíbe dar tributo al César y dice que él es el Cristo, un rey.

3 Entonces Pilato le preguntó diciendo:

-¿Eres tú el rey de los judíos?

Respondiendo le dijo:

-Tú lo dices.

4 Pilato dijo a los principales sacerdotes y a la multitud:

-No hallo ningún delito en este hombre.

5 Pero ellos insistían diciendo:

-Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea, hasta aquí.

Jesús ante Herodes Antipas


6 Entonces Pilato, al oírlo, preguntó si el hombre era galileo. 7 Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, lo remitió a Herodes, quien también estaba en Jerusalén en aquellos días. 8 Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho; porque hacía mucho tiempo que deseaba verle, pues había oído muchas cosas de él y tenía esperanzas de que le vería hacer algún milagro. 9 Herodes le preguntaba con muchas palabras, pero Jesús no le respondió nada. 10 Estaban allí los principales sacerdotes y los escribas, acusándole con vehemencia. 11 Pero Herodes y su corte, después de menospreciarle y burlarse de él, le vistieron con ropa espléndida. Y volvió a enviarle a Pilato. 12 Aquel mismo día se hicieron amigos Pilato y Herodes, porque antes habían estado enemistados.

Jesús de nuevo ante Pilato


13 Entonces Pilato convocó a los principales sacerdotes, a los magistrados y al pueblo, 14 y les dijo:

-Me habéis presentado a éste como persona que desvía al pueblo. He aquí, yo le he interrogado delante de vosotros, y no he hallado ningún delito en este hombre, de todo aquello que le acusáis. 15 Tampoco Herodes, porque él nos lo remitió; y he aquí no ha hecho ninguna cosa digna de muerte. 16 Así que, le soltaré después de castigarle.

17 , 18 Pero toda la multitud dio voces a una, diciendo:

-¡Fuera con éste! ¡Suéltanos a Barrabás!

19 Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad y por un homicidio.

20 Entonces Pilato les habló otra vez, queriendo soltar a Jesús. 21 Pero ellos volvieron a dar voces, diciendo:

-¡Crucifícale! ¡Crucifícale!

22 El les dijo por tercera vez:

-¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito de muerte he hallado en él. Le castigaré entonces, y le soltaré.

23 Pero ellos insistían a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y sus voces prevalecieron.

Pilato cede ante el pueblo


24 Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían. 25 Les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien ellos habían pedido, y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.

Camino al Calvario


26 Y ellos, al llevarle, tomaron a un tal Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús. 27 Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, las cuales lloraban y se lamentaban por él. 28 Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo:

-Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. 29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: "Bienaventuradas las estériles, los vientres que no concibieron y los pechos que no criaron." 30 Entonces comenzarán a decir a las montañas: "¡Caed sobre nosotros!" y a las colinas: "¡Cubridnos!" 31 Porque si con el árbol verde hacen estas cosas, ¿qué se hará con el seco?

32 Llevaban también a otros dos, que eran malhechores, para ser ejecutados con él.

La crucifixión de Jesús


33 Cuando llegaron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores: el uno a la derecha y el otro a la izquierda. 34 Y Jesús decía:

-Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

Y partiendo sus vestidos, echaron suertes.

35 El pueblo estaba de pie mirando, y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo:

-A otros salvó. Sálvese a sí mismo, si es el Cristo, el escogido de Dios.

36 También los soldados le escarnecían, acercándose, ofreciéndole vinagre 37 y diciéndole:

-Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.

38 Había también sobre él un título escrito que decía: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.

Jesús y los malhechores


39 Uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba diciendo:

-¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!

40 Respondiendo el otro, le reprendió diciendo:

-¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 41 Nosotros, a la verdad, padecemos con razón, porque estamos recibiendo lo que merecieron nuestros hechos; pero éste no hizo ningún mal.

42 Y le dijo:

-Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.

43 Entonces Jesús le dijo:

-De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

La muerte de Jesús


44 Cuando era como la hora sexta, descendió oscuridad sobre la tierra hasta la hora novena. 45 El sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por en medio. 46 Entonces Jesús, gritando a gran voz, dijo:

-¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!

Y habiendo dicho esto, expiró.

47 Y cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo:

-¡Verdaderamente, este hombre era justo!

48 Y toda la multitud que estaba presente en este espectáculo, al ver lo que había acontecido, volvía golpeándose el pecho. 49 Pero todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, se quedaron lejos, mirando estas cosas.

Jesús es sepultado


50 He aquí, había un hombre llamado José, el cual era miembro del concilio, y un hombre bueno y justo. 51 Este no había consentido con el consejo ni con los hechos de ellos. El era de Arimatea, ciudad de los judíos, y también esperaba el reino de Dios. 52 Este se acercó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 53 Después de bajarle de la cruz, le envolvió en una sábana de lino y le puso en un sepulcro cavado en una peña, en el cual nadie había sido puesto todavía. 54 Era el día de la Preparación, y estaba por comenzar el sábado.

La resurrección de Jesús


55 Las mujeres que habían venido con él de Galilea, también le siguieron y vieron el sepulcro y cómo fue puesto el cuerpo. 56 Entonces regresaron y prepararon especias aromáticas y perfumes, y reposaron el sábado, conforme al mandamiento.

 


24 Y el primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando las especias aromáticas que habían preparado. 2 Y hallaron removida la piedra del sepulcro; 3 pero al entrar, no hallaron el cuerpo de Jesús.

4 Aconteció que estando perplejas por esto, he aquí se pusieron de pie junto a ellas dos hombres con vestiduras resplandecientes. 5 Como ellas les tuvieron temor y bajaron la cara a tierra, ellos les dijeron:

-¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? 6 No está aquí; más bien, ha resucitado. Acordaos de lo que os habló cuando estaba aún en Galilea, 7 como dijo: "Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado y resucite al tercer día."

8 Entonces ellas se acordaron de sus palabras, 9 y volviendo del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los once y a todos los demás.

10 Las que dijeron estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María madre de Jacobo, y las demás mujeres que estaban con ellas. 11 Pero sus palabras les parecían a ellos locura, y no las creyeron.

12 Sin embargo, Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Cuando miró adentro, vio los lienzos solos y se fue a casa, asombrado de lo que había sucedido.

Jesús en el camino a Emaús


13 He aquí, el mismo día dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. 14 Iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. 15 Sucedió que, mientras iban conversando y discutiendo el uno con el otro, el mismo Jesús se acercó e iba con ellos. 16 Pero sus ojos estaban velados, de manera que no le reconocieron. 17 Entonces les dijo:

-¿Qué son estas cosas de que estáis conversando entre vosotros mientras camináis?

Se detuvieron con semblante triste. 18 Y respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo:

-¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes las cosas que han acontecido en estos días?

19 Entonces él dijo:

-¿Qué cosas?

Y ellos dijeron:

-De Jesús de Nazaret, que era un hombre profeta, poderoso en obras y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y de cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros dirigentes para ser condenado a muerte, y de cómo le crucificaron. 21 Nosotros esperábamos que él era el que habría de redimir a Israel. Ahora, a todo esto se añade el hecho de que hoy es el tercer día desde que esto aconteció. 22 Además, unas mujeres de los nuestros nos han asombrado: Fueron muy temprano al sepulcro, 23 y al no hallar su cuerpo, regresaron diciendo que habían visto visión de ángeles, los cuales les dijeron que él está vivo. 24 Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y hallaron como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.

25 Entonces él les dijo:

-¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciese estas cosas y que entrara en su gloria?

27 Y comenzando desde Moisés y todos los Profetas, les interpretaba en todas las Escrituras lo que decían de él. 28 Así llegaron a la aldea a donde iban, y él hizo como que iba más adelante. 29 Pero ellos le insistieron diciendo:

-Quédate con nosotros, porque es tarde, y el día ya ha declinado.

Entró, pues, para quedarse con ellos. 30 Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo y les dio. 31 Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le reconocieron. Pero él desapareció de su vista. 32 Y se decían el uno al otro:

-¿No ardía nuestro corazón en nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos abría las Escrituras?

33 En la misma hora se levantaron y se volvieron a Jerusalén. Hallaron reunidos a los once y a los que estaban con ellos, 34 quienes decían:

-¡Verdaderamente el Señor ha resucitado y ha aparecido a Simón!

35 Entonces ellos contaron las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo se había dado a conocer a ellos al partir el pan.

Jesús se aparece a los apóstoles


36 Mientras hablaban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos y les dijo:

-Paz a vosotros.

37 Entonces ellos, aterrorizados y asombrados, pensaban que veían un espíritu. 38 Pero él les dijo:

-¿Por qué estáis turbados, y por qué suben tales pensamientos a vuestros corazones? 39 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy. Palpad y ved, pues un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo.

40 Al decir esto, les mostró las manos y los pies. 41 Y como ellos aún no lo creían por el gozo que tenían y porque estaban asombrados, les dijo:

-¿Tenéis aquí algo de comer?

42 Entonces le dieron un pedazo de pescado asado. 43 Lo tomó y comió delante de ellos. 44 Y les dijo:

-Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas estas cosas que están escritas de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos.

45 Entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras, 46 y les dijo:

-Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese y resucitase de los muertos al tercer día; 47 y que en su nombre se predicase el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 48 Y vosotros sois testigos de estas cosas. 49 He aquí yo enviaré el cumplimiento de la promesa de mi Padre sobre vosotros. Pero quedaos vosotros en la ciudad hasta que seáis investidos del poder de lo alto.

Jesús asciende al cielo


50 Entonces él los llevó fuera hasta Betania, y alzando sus manos les bendijo. 51 Aconteció que al bendecirlos, se fue de ellos, y era llevado arriba al cielo. 52 Después de haberle adorado, ellos regresaron a Jerusalén con gran gozo; 53 y se hallaban continuamente en el templo, bendiciendo a Dios.


Reina-Valera Actualizada, 1989.