Lucas
Jesús infunde valor a los suyos
12 En esto, habiéndose
juntado una multitud de miles y miles, tanto que se pisoteaban unos a
otros, él comenzó a decir primeramente a sus discípulos:
"Guardaos de la levadura de los fariseos,
que es la hipocresía. 2
Porque no hay nada encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que
no haya de ser conocido. 3
Más bien, las cosas que habéis dicho en las
tinieblas serán oídas en la luz, y lo que habéis hablado al oído en las
habitaciones será pregonado en las azoteas.
4 "Y os digo a vosotros
mis amigos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después no tienen
nada peor que hacer. 5
Pero yo os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que, después de
haber dado muerte, tiene poder de echar en el infierno. Sí, os digo: A
éste temed. 6 ¿No se
venden cinco pajaritos por dos cuartos? Pues ni uno de ellos está
olvidado delante de Dios. 7
Pero aun los cabellos de vuestra cabeza
están todos contados. No temáis; más valéis vosotros que muchos
pajaritos.
8 "Os digo que todo aquel
que me confiese delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le
confesará delante de los ángeles de Dios; 9
pero el que me niegue delante de los
hombres será negado delante de los ángeles de Dios. 10
A todo aquel que diga palabra en contra del
Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfeme contra el
Espíritu Santo, no le será perdonado.
11 "Cuando os lleven a las
sinagogas y a los magistrados y autoridades, no estéis preocupados de
cómo o qué responderéis, o qué habréis de decir. 12
Porque el Espíritu Santo os enseñará en
aquella hora lo que se debe decir."
Parábola del rico insensato
13 Le dijo uno de la multitud:
-Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
14 Y él le dijo:
-Hombre, ¿quién me ha puesto como
juez o repartidor sobre vosotros?
15 Y les dijo:
-Mirad, guardaos de toda codicia,
porque la vida de uno no consiste en la abundancia de los bienes que
posee.
16 Entonces les refirió una parábola, diciendo:
-Las tierras de un hombre rico habían
producido mucho. 17 Y él
razonaba dentro de sí, diciendo: "¿Qué haré? Porque ya no tengo dónde
juntar mis productos." 18
Entonces dijo: "¡Esto haré! Derribaré mis
graneros y edificaré otros más grandes. Allí juntaré todo mi grano y mis
bienes, 19 y diré a mi
alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años. Descansa,
come, bebe, alégrate." 20
Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta noche
vienen a pedir tu alma; y lo que has provisto, ¿para quién será?"
21 Así es el que hace tesoro
para sí y no es rico para con Dios.
Dios cuida de los suyos
22 Dijo a sus discípulos:
-Por tanto, os digo: No os afanéis
por vuestra vida, qué habéis de comer; ni por vuestro cuerpo, qué habéis
de vestir. 23 La vida es
más que el alimento, y el cuerpo es más que el vestido. 24
Considerad los cuervos, que ni
siembran, ni siegan, ni tienen almacenes ni graneros; y Dios los
alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves! 25
¿Quién de vosotros podrá, con afanarse,
añadir un codo a su estatura? 26
Pues si no podéis lo que es menos, ¿por qué
estáis afanosos de lo demás? 27
Considerad los lirios, cómo crecen. No
trabajan, ni hilan; y os digo que ni aun Salomón, con toda su gloria,
fue vestido como uno de ellos. 28
Si Dios viste así la hierba, que hoy está
en el campo y mañana es echada en el horno, ¡cuánto más hará por
vosotros, hombres de poca fe!
29 »Vosotros, pues, no
busquéis qué habéis de comer o qué habéis de beber, ni estéis ansiosos.
30 Porque todas estas cosas
busca la gente del mundo; pero vuestro Padre sabe que necesitáis estas
cosas. 31 Más bien,
buscad su reino, y estas cosas os serán añadidas. 32
No temáis, manada pequeña, porque a vuestro
Padre le ha placido daros el reino.
33 »Vended vuestros bienes
y dad ofrendas de misericordia. Haceos bolsas que no se envejecen, un
tesoro inagotable en los cielos, donde no se acerca el ladrón, ni la
polilla destruye. 34
Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.
Llamado a la vigilancia
35 »Estén ceñidos vuestros lomos
y encendidas vuestras lámparas. 36
Y sed vosotros semejantes a los siervos que
esperan a su señor cuando ha de volver de las bodas, para que le abran
al instante en que llegue y llame. 37
Bienaventurados aquellos siervos a quienes
el señor les encuentre velando cuando llegue. De cierto os digo que se
ceñirá y hará que se sienten a la mesa, y viniendo les servirá.
38 Aunque venga a la segunda
vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los halla así,
¡bienaventurados aquellos siervos!
39 »Sabed que si el dueño
de casa hubiera sabido a qué hora habría de venir el ladrón, no habría
permitido que forzara la entrada a su casa. 40
Vosotros también estad preparados, porque a
la hora que no penséis, vendrá el Hijo del Hombre.
Parábola de los mayordomos
41 Entonces Pedro le dijo:
-Señor, ¿dices esta parábola para nosotros, o también para todos?
42 Y dijo el Señor:
-¿Quién es, pues, el mayordomo fiel y
prudente, a quien el señor pondrá sobre los de su casa para que les dé
sus raciones a su debido tiempo? 43
Bienaventurado será aquel siervo a quien,
cuando su señor venga, le encuentre haciéndolo así. 44
En verdad os digo que le pondrá sobre todos
sus bienes. 45 Pero si
aquel siervo dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir" y comienza a
golpear a los siervos y a las siervas, y a comer y a beber y a
embriagarse, 46 vendrá el
señor de aquel siervo en el día que no espera y a la hora que no sabe, y
le castigará duramente y pondrá su parte con los incrédulos.
47 Porque aquel siervo que entendió
la voluntad de su señor y no se preparó ni hizo conforme a su voluntad,
recibirá muchos azotes. 48
Pero el que no entendió, aunque hizo cosas
dignas de azotes, recibirá pocos azotes. Porque de todo aquel a quien le
ha sido dado mucho, mucho se demandará de él; y de aquel a quien
confiaron mucho, se le pedirá más.
Jesús, motivo de división
49 »He venido a echar fuego en
la tierra. ¡Y cómo quisiera que ya estuviese encendido! 50
Tengo un bautismo con que ser
bautizado, ¡y cómo me angustio hasta que se cumpla! 51
¿Pensáis que he venido a dar paz en la
tierra? ¡Os digo que no, sino a causar división! 52
Porque de aquí en adelante cinco en una
casa estarán divididos: tres contra dos y dos contra tres.
53 El padre estará dividido contra el
hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija
contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra.
Las señales de los tiempos
54 Decía también a las multitudes:
-Cuando veis la nube que sale del
poniente, luego decís: "Va a llover." Y así sucede. 55
Cuando sopla el viento del sur, decís:
"Hará calor." Y lo hace. 56
¡Hipócritas! Sabéis interpretar el aspecto
del cielo y de la tierra, ¿y cómo no sabéis interpretar este tiempo?
57 »¿Por qué no juzgáis
vosotros mismos lo que es justo? 58
Pues cuando vayas al magistrado con tu
adversario, procura con diligencia arreglarte con él en el camino, no
sea que te arrastre al juez y el juez te entregue al policía, y el
policía te meta en la cárcel. 59
Te digo que no saldrás de allí hasta que
hayas pagado la última blanca.
Llamado al arrepentimiento
13 En aquella misma
ocasión, algunos estaban allí contándole de ciertos galileos cuya sangre
Pilato había mezclado con la sangre de sus sacrificios. 2
Respondiendo Jesús les dijo: "¿Pensáis que
estos galileos, porque padecieron estas cosas, habrán sido más pecadores
que todos los galileos? 3
Os digo que no; más bien, si no os
arrepentís, todos pereceréis igualmente. 4
O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó
la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que ellos habrán sido más
culpables que todos los hombres que viven en Jerusalén? 5
Os digo que no; más bien, si no os
arrepentís, todos pereceréis de la misma manera."
Parábola de la higuera estéril
6 Entonces dijo esta parábola:
"Cierto hombre tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar
fruto en ella y no lo halló. 7
Entonces dijo al viñador: ’He aquí, ya son
tres años que vengo buscando fruto en esta higuera y no lo hallo. Por
tanto, córtala. ¿Por qué ha de inutilizar también la tierra?’
8 Entonces él le respondió
diciendo: ’Señor, déjala aún este año, hasta que yo cave alrededor de
ella y la abone. 9 Si da
fruto en el futuro, bien; y si no, la cortarás.’ "
Jesús sana a una mujer encorvada
10 Jesús enseñaba en una de las sinagogas en el sábado.
11 Y he aquí una mujer que tenía espíritu de enfermedad desde
hacía dieciocho años; andaba encorvada y de ninguna manera se podía
enderezar. 12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:
-Mujer, quedas libre de tu
enfermedad.
13 Puso las manos sobre ella, y al instante se enderezó
y glorificaba a Dios. 14 Y respondiendo el principal de la
sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en sábado, decía a la
gente:
-Seis días hay en la semana en los cuales se debe trabajar. Venid,
pues, en estos días y sed sanados, y no en el día de sábado.
15 Entonces el Señor le respondió diciendo:
-¡Hipócrita! ¿No desata cada uno de
vosotros en sábado su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber?
16 Y a ésta, siendo hija de
Abraham, a quien Satanás ha tenido atada por dieciocho años, ¿no debía
ser librada de esta atadura en el día de sábado?
17 Cuando él decía estas cosas, todos sus adversarios
se avergonzaban. Y todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas
gloriosas que él hacia.
Parábola del grano de mostaza
18 Por lo tanto, él decía:
-¿A qué es semejante el reino de
Dios? ¿A qué lo compararé? 19
Es semejante a un grano de mostaza que un
hombre tomó y sembró en su huerto; y creció y se convirtió en un árbol,
y las aves del cielo hicieron nidos en sus ramas.
Parábola de la levadura
20 Otra vez dijo:
-¿A qué compararé el reino de Dios?
21 Es semejante a la levadura
que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo
quedó leudado.
La puerta estrecha de la salvación
22 Jesús pasaba por las ciudades y aldeas, enseñando y
caminando hacia Jerusalén. 23 Entonces alguien le dijo:
-Señor, ¿son pocos los que se salvan?
Y él les dijo:
24 -Esforzaos a entrar por
la puerta angosta, porque os digo que muchos procurarán entrar, y no
podrán. 25 Después que el
dueño de casa se levante y cierre la puerta, vosotros, afuera,
comenzaréis a llamar a la puerta diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Pero
respondiendo él os dirá: "No os conozco de dónde sois." 26
Entonces comenzaréis a decir:
"Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste."
27 Pero os hablará diciendo: "No
os conozco de dónde sois. ¡Apartaos de mí todos los que hacéis
iniquidad!" 28 Allí habrá
llanto y crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a
todos los profetas en el reino de Dios, y a vosotros echados fuera.
29 Vendrán del oriente y del
occidente, del norte y del sur; y se sentarán a la mesa en el reino de
Dios. 30 He aquí, hay
últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.
Lamento de Jesús sobre Jerusalén
31 En la misma hora llegaron ciertos fariseos y le dijeron:
-Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.
32 El les dijo:
-Id y decid a ese zorro: "He aquí
echo fuera demonios y realizo sanidades hoy y mañana, y al tercer día
termino." 33 Sin embargo,
es necesario que yo siga mi camino hoy, mañana y pasado mañana; porque
no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén.
34 »¡Jerusalén, Jerusalén,
que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas
veces quise juntar a tus hijos, así como la gallina junta sus pollitos
debajo de sus alas, y no quisiste! 35
He aquí vuestra casa os es dejada desierta.
Os digo que no me veréis más, hasta que venga el día cuando digáis: "¡Bendito
el que viene en el nombre del Señor!"
Jesús sana a un hidrópico
14 Aconteció un sábado,
cuando él entró en casa de uno de los principales de los fariseos para
comer pan, que ellos le observaban cuidadosamente. 2 Y he
aquí un hombre hidrópico estaba delante de él. 3 Entonces
respondiendo Jesús, habló a los maestros de la ley y a los fariseos,
diciendo:
-¿Es lícito sanar en sábado, o no?
4 Pero ellos callaron. Entonces él le tomó, le sanó y
le despidió. 5 Y dijo a ellos:
-¿Cuál de vosotros, si su hijo o su
buey cae en un pozo, no lo sacará de inmediato en el día de sábado?
6 Y no le podían responder a estas cosas.
Lecciones acerca de la humildad
7 Observando a los invitados, cómo escogían los primeros
asientos a la mesa, refirió una parábola diciéndoles:
8 -Cuando seas invitado
por alguien a una fiesta de bodas, no te sientes en el primer lugar; no
sea que otro más distinguido que tú haya sido invitado por él,
9 y que viniendo el que os
invitó a ti y al otro, te diga: "Da lugar a éste", y luego comiences con
vergüenza a ocupar el último lugar. 10
Más bien, cuando seas invitado, vé y
siéntate en el último lugar; para que cuando venga el que te invitó,
diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces tendrás gloria delante de los
que se sientan contigo a la mesa. 11
Porque cualquiera que se enaltece será
humillado, y el que se humilla será enaltecido.
12 Dijo también al que le había invitado:
-Cuando hagas comida o cena, no
invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus
vecinos ricos; no sea que ellos te vuelvan a invitar a ti, y te sea
hecha compensación. 13
Pero cuando hagas banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los
cojos y a los ciegos. 14
Y serás bienaventurado, porque ellos no te pueden retribuir, pero te
será recompensado en la resurrección de los justos.
Parábola del gran banquete
15 Al oír esto, uno de los que estaban sentados juntos a la
mesa le dijo:
-¡Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios!
16 Pero él le dijo:
-Un hombre hizo un gran banquete e
invitó a muchos. 17 A la
hora del banquete envió a su siervo para decir a los invitados: "Venid,
porque ya está preparado." 18
Pero todos a una comenzaron a disculparse.
El primero dijo: "He comprado un campo y necesito salir para verlo; te
ruego que me disculpes." 19
El otro dijo: "He comprado cinco yuntas de
bueyes y voy a probarlos. Te ruego que me disculpes." 20
El otro dijo: "Acabo de casarme y por
tanto no puedo ir." 21
Cuando volvió el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces se
enojó el dueño de casa y dijo a su siervo: "Vé pronto a las plazas y a
las calles de la ciudad y trae acá a los pobres, a los mancos, a los
ciegos y a los cojos." 22
Luego dijo el siervo: "Señor, se ha hecho
lo que mandaste, y aún queda lugar." 23
El señor dijo al siervo: "Vé por los
caminos y por los callejones, y exígeles a que entren para que mi casa
se llene. 24 Pues os digo
que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados gustará de mi
banquete."
Condiciones del discipulado
25 Grandes multitudes iban con él, y él se volvió y les dijo:
26 "Si alguno viene a mí y no
aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y aun su
propia vida, no puede ser mi discípulo. 27
Y cualquiera que no toma su propia cruz y
viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. 28
Porque ¿cuál de vosotros, queriendo
edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si
tiene lo que necesita para acabarla? 29
No sea que después de haber puesto los
cimientos y al no poderla terminar, todos los que la vean comiencen a
burlarse de él, 30
diciendo: ’Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.’
31 ¿O qué rey, que sale a hacer
guerra contra otro rey, no se sienta primero y consulta si puede salir
con diez mil al encuentro del que viene con veinte mil? 32
De otra manera, cuando el otro rey
está todavía lejos, le envía una embajada y pide condiciones de paz.
33 Así, pues, cualquiera de
vosotros que no renuncia a todas las cosas que posee, no puede ser mi
discípulo.
34 "Buena es la sal; pero
si la sal se vuelve insípida, ¿con qué será sazonada? 35
No es buena ni para la tierra ni para
abono; por eso la arrojan fuera. Quien tiene oídos para oír, oiga."
Parábola de la oveja perdida
15 Se acercaban a él todos
los publicanos y pecadores para oírle, 2 y los fariseos y los
escribas murmuraban diciendo:
-Este recibe a los pecadores y come con ellos.
3 Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:
4 -¿Qué hombre de
vosotros, si tiene cien ovejas, y pierde una de ellas, no deja las
noventa y nueve en el desierto y va tras la que se ha perdido, hasta
hallarla? 5 Y al
hallarla, la pone sobre sus hombros gozoso, 6
y cuando llega a casa reúne a sus amigos y
vecinos, y les dice: "Gozaos conmigo, porque he hallado mi oveja que se
había perdido." 7 Os digo
que del mismo modo habrá más gozo en el cielo por un pecador que se
arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de
arrepentimiento.
Parábola de la moneda perdida
8 »¿O qué mujer que tiene diez
dracmas, si pierde una dracma, no enciende una lámpara, barre la casa y
busca con empeño hasta hallarla? 9
Cuando la halla, reúne a sus amigas y
vecinas, y les dice: "Gozaos conmigo, porque he hallado la dracma que
estaba perdida." 10 Os
digo que del mismo modo hay gozo delante de los ángeles de Dios por un
pecador que se arrepiente.
Parábola del hijo perdido
11 Dijo además:
-Un hombre tenía dos hijos.
12 El menor de ellos dijo a su
padre: "Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde." Y él
les repartió los bienes. 13
No muchos días después, habiendo juntado
todo, el hijo menor se fue a una región lejana, y allí desperdició sus
bienes viviendo perdidamente.
14 »Cuando lo hubo
malgastado todo, vino una gran hambre en aquella región, y él comenzó a
pasar necesidad. 15
Entonces fue y se allegó a uno de los ciudadanos de aquella región, el
cual le envió a su campo para apacentar los cerdos. 16
Y él deseaba saciarse con las algarrobas
que comían los cerdos, y nadie se las daba. 17
Entonces volviendo en sí, dijo: "¡Cuántos
jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí
perezco de hambre! 18 Me
levantaré, iré a mi padre y le diré: ’Padre, he pecado contra el cielo y
ante ti. 19 Ya no soy
digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.’ "
20 »Se levantó y fue a su
padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre le vio y tuvo compasión.
Corrió y se echó sobre su cuello, y le besó. 21
El hijo le dijo: "Padre, he pecado contra
el cielo y ante ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo."
22 Pero su padre dijo a sus
siervos: "Sacad de inmediato el mejor vestido y vestidle, y poned un
anillo en su mano y calzado en sus pies. 23
Traed el ternero engordado y matadlo.
Comamos y regocijémonos, 24
porque este mi hijo estaba muerto y ha
vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron a
regocijarse.
25 »Su hijo mayor estaba
en el campo. Cuando vino, se acercó a la casa y oyó la música y las
danzas. 26 Después de
llamar a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27
Este le dijo: "Tu hermano ha venido,
y tu padre ha mandado matar el ternero engordado, por haberle recibido
sano y salvo." 28
Entonces él se enojó y no quería entrar.
»Salió, pues, su padre y le rogaba que entrase. 29
Pero respondiendo él dijo a su padre: "He
aquí, tantos años te sirvo, y jamás he desobedecido tu mandamiento; y
nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos.
30 Pero cuando vino éste tu hijo
que ha consumido tus bienes con prostitutas, has matado para él el
ternero engordado." 31
Entonces su padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis
cosas son tuyas. 32 Pero
era necesario alegrarnos y regocijarnos, porque este tu hermano estaba
muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado."
Parábola del mayordomo injusto
16 Dijo también a sus
discípulos: "Había cierto hombre rico, el
cual tenía un mayordomo; y éste fue acusado delante de él como
derrochador de sus bienes. 2
Su señor le llamó y le dijo: ’¿Qué es esto
que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás ser
mayordomo.’ 3 Entonces el
mayordomo se dijo a sí mismo: ’¿Qué haré? Porque mi señor me quita la
mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. 4
¡Ya sé lo que haré para que cuando
sea destituido de la mayordomía, me reciban en sus casas!’
5 "Entonces llamó a cada
uno de los deudores de su señor, y dijo al primero: ’¿Cuánto debes a mi
señor?’ 6 El dijo: ’Cien
barriles de aceite.’ Y le dijo: ’Toma tu recibo, siéntate y de inmediato
escribe: cincuenta.’ 7
Después dijo a otro: ’Y tú, ¿cuánto debes?’ Y él le dijo: ’Cien medidas
de trigo.’ El le dijo: ’Toma tu recibo y escribe: ochenta.’
8 "Y el señor elogió al
mayordomo injusto porque actuó sagazmente, pues los hijos de este mundo
son en su generación más sagaces que los hijos de luz.
9 "Y yo os digo: Con las
riquezas injustas ganaos amigos para que cuando éstas lleguen a faltar,
ellos os reciban en las moradas eternas.
10 "El que es fiel en lo
muy poco también es fiel en lo mucho, y el que en lo muy poco es injusto
también es injusto en lo mucho. 11
Así que, si con las riquezas injustas no
fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? 12
Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién
os dará lo que es vuestro? 13
Ningún siervo puede servir a dos señores;
porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y
menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas."
14 Los fariseos, que eran avaros, oían todas estas
cosas y se burlaban de él. 15 Y él les dijo:
"Vosotros sois los que os justificáis a
vosotros mismos delante de los hombres. Pero Dios conoce vuestros
corazones; porque lo que entre los hombres es sublime, delante de Dios
es abominación.
La ley y el reino de Dios
16 "La Ley y los Profetas fueron
hasta Juan. A partir de entonces son anunciadas las buenas nuevas del
reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él. 17
Pero más fácil es que pasen el cielo
y la tierra, que se caiga una tilde de la ley.
Acerca del divorcio
18 "Cualquiera que se divorcia
de su mujer y se casa con otra comete adulterio. Y el que se casa con la
divorciada por su marido comete adulterio.
El rico y Lázaro
19 "Cierto hombre era rico, se
vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con
esplendidez. 20 Y cierto
pobre, llamado Lázaro, estaba echado a su puerta, lleno de llagas,
21 y deseaba saciarse con lo que
caía de la mesa del rico. Aun los perros venían y le lamían las llagas.
22 "Aconteció que murió el
pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el
rico, y fue sepultado. 23
Y en el Hades, estando en tormentos, alzó
sus ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24
Entonces él, dando voces, dijo:
’Padre Abraham, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la
punta de su dedo en agua y refresque mi lengua; porque estoy atormentado
en esta llama.’
25 "Y Abraham dijo: ’Hijo,
acuérdate que durante tu vida recibiste tus bienes; y de igual manera
Lázaro, males. Pero ahora él es consolado aquí, y tú eres atormentado.
26 Además de todo esto, un gran
abismo existe entre nosotros y vosotros, para que los que quieran pasar
de aquí a vosotros no puedan, ni de allá puedan cruzar para acá.’
27 "Y él dijo: ’Entonces
te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre 28
(pues tengo cinco hermanos), de
manera que les advierta a ellos, para que no vengan también a este lugar
de tormento.’ 29 Pero
Abraham dijo: ’Tienen a Moisés y a los Profetas. Que les escuchen a
ellos.’ 30 Entonces él
dijo: ’No, padre Abraham. Más bien, si alguno va a ellos de entre los
muertos, se arrepentirán.’ 31
Pero Abraham le dijo: ’Si no escuchan a
Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán si alguno se levanta de
entre los muertos.’ "
Acerca de las ofensas y del perdón
17 Dijo a sus discípulos:
-Es imposible que no vengan
tropiezos; pero, ¡ay de aquel que los ocasione! 2
Mejor le fuera que se le atase una piedra
de molino al cuello y que fuese lanzado al mar, que hacer tropezar a uno
de estos pequeñitos.
3 »Mirad por vosotros
mismos: Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale.
4 Si siete veces al día peca
contra ti, y siete veces al día vuelve a ti diciendo: "Me arrepiento",
perdónale.
El poder de la fe
5 Los apóstoles dijeron al Señor:
-Auméntanos la fe.
6 Entonces el Señor dijo:
-Si tuvieseis fe como un grano de
mostaza, diríais a este sicómoro: "¡Desarráigate y plántate en el mar!"
Y el árbol os obedecería.
El deber del siervo
7 »¿Y quién de vosotros,
teniendo un siervo que ara o apacienta, al volver éste del campo, le
dirá: "Pasa, siéntate a la mesa"? 8
Más bien, le dirá: "Prepara para que yo
cene. Cíñete y sírveme hasta que yo haya comido y bebido. Después de
eso, come y bebe tú." 9
¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado?
10 Así también vosotros, cuando
hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: "Siervos inútiles
somos; porque sólo hicimos lo que debíamos hacer."
Jesús sana a diez leprosos
11 Aconteció que yendo a Jerusalén, pasaba por Samaria y
Galilea. 12 Cuando entró en una aldea, salieron a su
encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos 13
y alzaron la voz diciendo:
-¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!
14 Cuando él los vio, les dijo:
-Id, mostraos a los sacerdotes.
Aconteció que mientras iban, fueron limpiados. 15
Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, volvió glorificando
a Dios en alta voz. 16 Y se postró sobre su rostro a los pies
de Jesús, dándole gracias. Y éste era samaritano. 17 Y
respondiendo Jesús dijo:
-¿No eran diez los que fueron
limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18
¿No hubo quién volviese y diese gloria a
Dios, sino este extranjero? 19 -Y le dijo-:
Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
El reino de Dios es actual
20 Y cuando los fariseos le preguntaron acerca de cuándo
había de venir el reino de Dios, les respondió diciendo:
-El reino de Dios no vendrá con
advertencia. 21 No dirán:
"¡Mirad, aquí está!" o "¡Allí está!" Porque el reino de Dios está en
medio de vosotros.
La manifestación del Hijo del Hombre
22 Dijo a sus discípulos:
-Vendrá el tiempo cuando desearéis
ver uno de los días del Hijo del Hombre y no lo veréis. 23
Os dirán: "¡Mirad, aquí está!" o
"¡Mirad, allí está!" Pero no vayáis ni les sigáis. 24
Porque como el relámpago que resplandece
ilumina el cielo de un extremo al otro, así también será el Hijo del
Hombre en su día. 25 Pero
primero es necesario que él padezca mucho y sea rechazado por esta
generación.
26 »Como pasó en los días
de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre: 27
Ellos comían y bebían; se casaban y
se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino
el diluvio y los destruyó a todos.
28 »Asimismo, también será
como pasó en los días de Lot: Comían, bebían, compraban, vendían,
plantaban y edificaban; 29
pero el día en que Lot salió de Sodoma,
llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. 30
Así será en el día en que se
manifieste el Hijo del Hombre.
31 »En aquel día, el que
esté en la azotea y sus cosas estén en la casa, no descienda para
tomarlas. Asimismo, el que esté en el campo, no vuelva atrás.
32 Acordaos de la mujer de Lot.
33 Cualquiera que procure salvar
su vida, la perderá; y cualquiera que la pierda, la conservará.
34 Os digo que en aquella noche
estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado.
35 ,36 Dos mujeres estarán
moliendo juntas; la una será tomada, y la otra dejada.
37 Respondiendo le preguntaron:
-¿Dónde, Señor?
Y él dijo:
-Donde esté el cadáver, allí se
juntarán los buitres.
Parábola del juez y la viuda
18 Les refirió también una
parábola acerca de la necesidad de orar siempre y no desmayar. 2
Les dijo: "En cierta ciudad había un
juez que ni temía a Dios ni respetaba al hombre. 3
Había también en aquella ciudad una viuda,
la cual venía a él diciendo: ’Hazme justicia contra mi adversario.’
4 El no quiso por algún tiempo,
pero después se dijo a sí mismo: ’Aunque ni temo a Dios ni respeto al
hombre, 5 le haré
justicia a esta viuda, porque no me deja de molestar; para que no venga
continuamente a cansarme.’ "
6 Entonces dijo el Señor:
"Oíd lo que dice el juez injusto. 7
¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos
que claman a él de día y de noche? ¿Les hará esperar? 8
Os digo que los defenderá pronto. Sin
embargo, cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?"
Parábola del fariseo y el publicano
9 Dijo también esta parábola a unos que confiaban en sí
mismos como que eran justos y menospreciaban a los demás: 10
"Dos hombres subieron al templo a orar. Uno
era fariseo; y el otro, publicano. 11
El fariseo, de pie, oraba consigo mismo de
esta manera: ’Dios, te doy gracias que no soy como los demás hombres:
ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano.
12 Ayuno dos veces a la semana, doy
diezmos de todo lo que poseo.’ 13
Pero el publicano, de pie a cierta
distancia, no quería ni alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el
pecho, diciendo: ’Dios, sé propicio a mí, que soy pecador.’
14 Os digo que éste descendió a casa
justificado en lugar del primero. Porque cualquiera que se enaltece será
humillado, y el que se humilla será enaltecido."
Jesús bendice a los niños
15 También le presentaban los niños pequeños para que los
tocase. Y los discípulos, al ver esto, les reprendían. 16
Pero Jesús los llamó diciendo: "Dejad a los
niños venir a mí y no les impidáis, porque de los tales es el reino de
Dios. 17 De cierto os
digo que cualquiera que no reciba el reino de Dios como un niño, jamás
entrará en él."
Jesús y el joven rico
18 Le preguntó cierto hombre principal, diciendo:
-Maestro bueno, ¿qué haré para obtener la vida eterna?
19 Y Jesús le dijo:
-¿Por qué me llamas "bueno"? Ninguno
es bueno, sino sólo uno, Dios. 20
Tú conoces los mandamientos: No cometas
adulterio, no cometas homicidio, no robes, no digas falso testimonio,
honra a tu padre y a tu madre.
21 Entonces él dijo:
-Todo esto lo he guardado desde mi juventud.
22 Jesús, al oírlo, le dijo:
-Aún te falta una cosa: Vende todo lo
que tienes y repártelo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y
ven, sígueme.
23 Entonces él, al oír estas cosas, se entristeció
mucho, porque era muy rico.
El peligro de las riquezas
24 Jesús, al ver que se había entristecido mucho, dijo:
-¡Cuán difícilmente entrarán en el
reino de Dios los que tienen riquezas! 25
Porque más fácil le es a un camello pasar
por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.
26 Los que oyeron esto dijeron:
-¿Y quién podrá ser salvo?
27 El les dijo:
-Lo que es imposible para los hombres
es posible para Dios.
28 Entonces Pedro dijo:
-He aquí, nosotros hemos dejado lo nuestro y te hemos seguido.
29 Y él les dijo:
-De cierto os digo que no hay nadie
que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por causa del
reino de Dios, 30 que no
haya de recibir muchísimo más en este tiempo, y en la edad venidera, la
vida eterna.
Jesús anuncia su muerte y victoria
31 Jesús, tomando a los doce, les dijo:
-He aquí subimos a Jerusalén, y se
cumplirán todas las cosas que fueron escritas por los profetas acerca
del Hijo del Hombre. 32
Porque será entregado a los gentiles, y será escarnecido, injuriado y
escupido. 33 Después que
le hayan azotado, le matarán; pero al tercer día resucitará.
34 Sin embargo, ellos no entendían nada de esto. Esta
palabra les estaba encubierta, y no entendían lo que se les decía.
Jesús sana a un ciego en Jericó
35 Aconteció, al acercarse Jesús a Jericó, que un ciego
estaba sentado junto al camino, mendigando. 36 Este, como oyó
pasar a la multitud, preguntó qué era aquello. 37 Y le
dijeron que pasaba Jesús de Nazaret. 38 Entonces él gritó
diciendo:
-¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
39 Los que iban delante le reprendían para que se
callase, pero él clamaba con mayor insistencia:
-¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
40 Entonces Jesús se detuvo, mandó que se lo trajesen;
y cuando llegó, le preguntó 41 diciendo:
-¿Qué quieres que te haga?
Y él dijo:
-Señor, que yo recobre la vista.
42 Jesús le dijo:
-Recobra la vista; tu fe te ha
salvado.
43 Inmediatamente recobró la vista y le seguía,
glorificando a Dios. Y todo el pueblo al ver esto dio alabanza a Dios.
Jesús y Zaqueo
19 Habiendo entrado Jesús
en Jericó, pasaba por la ciudad. 2 Y he aquí, un hombre
llamado Zaqueo, que era un principal de los publicanos y era rico,
3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la
multitud, porque era pequeño de estatura. 4 Entonces corrió
delante y subió a un árbol sicómoro para verle, pues había de pasar por
allí. 5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, alzando la vista le
vio y le dijo:
-Zaqueo, date prisa, desciende;
porque hoy es necesario que me quede en tu casa.
6 Entonces él descendió aprisa y le recibió gozoso.
7 Al ver esto, todos murmuraban diciendo que había entrado a
alojarse en la casa de un hombre pecador. 8 Entonces Zaqueo,
puesto en pie, dijo al Señor:
-He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en
algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.
9 Jesús le dijo:
-Hoy ha venido la salvación a esta
casa, por cuanto él también es hijo de Abraham. 10
Porque el Hijo del Hombre ha venido a
buscar y a salvar lo que se había perdido.
Parábola de las diez minas
11 Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una
parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén y porque ellos pensaban
que inmediatamente habría de ser manifestado el reino de Dios. 12
Dijo, pues: "Cierto hombre de noble
estirpe partió a un país lejano para recibir un reino y volver.
13 Entonces llamó a diez siervos
suyos y les dio diez minas, diciéndoles: ’Negociad hasta que yo venga.’
14 "Pero sus ciudadanos le
aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: ’No queremos que
éste reine sobre nosotros.’
15 "Aconteció que cuando
él volvió después de haber tomado el reino, mandó llamar ante sí a
aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que
habían negociado. 16 Vino
el primero y dijo: ’Señor, tu mina ha producido diez minas.’
17 Y él le dijo: ’Muy bien, buen
siervo; puesto que en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre
diez ciudades.’ 18 Vino
el segundo y dijo: ’Señor, tu mina ha hecho cinco minas.’ 19
También a éste le dijo: ’Tú también
estarás sobre cinco ciudades.’ 20
Y vino otro y dijo: ’Señor, he aquí tu
mina, la cual he guardado en un pañuelo. 21
Porque tuve miedo de ti, que eres hombre
severo, que tomas lo que no pusiste y cosechas lo que no sembraste.’
22 Entonces él le dijo: ’¡Mal
siervo, por tu boca te juzgo! Sabías que yo soy hombre severo, que tomo
lo que no puse y cosecho lo que no sembré. 23
¿Por qué, pues, no pusiste mi dinero en el
banco, para que al venir yo lo cobrara junto con los intereses?’
24 Y dijo a los que estaban
presentes: ’Quitadle la mina y dadla al que tiene diez minas.’
25 Ellos le dijeron: ’Señor, él
ya tiene diez minas.’ 26
El respondió: ’Pues yo os digo que a todo el que tiene, le será dado;
pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 27
Pero, en cuanto a aquellos enemigos
míos que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos acá y
degolladlos en mi presencia.’ "
La entrada triunfal en Jerusalén
28 Después de decir esto, iba delante subiendo a Jerusalén.
29 Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y Betania, al
monte que se llama de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, 30
diciendo:
-Id a la aldea de enfrente, y cuando
entréis en ella, hallaréis atado un borriquillo, en el cual ningún
hombre ha montado jamás. Desatadlo y traedlo. 31
Si alguien os pregunta: "¿Por qué lo
desatáis?", le responderéis así: "Porque el Señor lo necesita."
32 Los que habían sido enviados fueron y hallaron como
había dicho. 33 Cuando desataban el borriquillo, sus dueños
les dijeron:
-¿Por qué desatáis el borriquillo?
34 Y ellos dijeron:
-Porque el Señor lo necesita.
35 Trajeron el borriquillo a Jesús, y echando sobre él
sus mantos, hicieron que Jesús montara encima. 36 Y mientras
él avanzaba, tendían sus mantos por el camino.
37 Cuando ya llegaba él cerca de la bajada del monte de
los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a
alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto.
38 Ellos decían:
-¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor!
¡Paz en el cielo, y gloria en las alturas!
39 Entonces, algunos de los fariseos de entre la
multitud le dijeron:
-Maestro, reprende a tus discípulos.
40 El respondió diciéndoles:
-Os digo que si éstos callan, las
piedras gritarán.
41 Cuando llegó cerca, al ver la ciudad, lloró por ella
42 diciendo:
-¡Oh, si conocieses tú también, por
lo menos en éste tu día, lo que conduce a tu paz! Pero ahora está
encubierto a tus ojos. 43
Porque vendrán sobre ti días en que tus
enemigos te rodearán con baluarte y te pondrán sitio, y por todos lados
te apretarán. 44 Te
derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti. No dejarán en ti piedra
sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.
Jesús purifica el templo
45 Cuando entró en el templo, comenzó a echar fuera a los que
vendían, 46 diciéndoles:
-Escrito está: ¡Mi casa es casa de
oración, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones!
47 Enseñaba cada día en el templo, pero los principales
sacerdotes y los escribas y los principales del pueblo procuraban
matarle. 48 Pero no hallaban manera de hacerle algo, porque
el pueblo le escuchaba con mucha atención.
La autoridad de Jesús
20 Aconteció un día que
estando Jesús enseñando al pueblo en el templo y anunciando el
evangelio, se le acercaron los principales sacerdotes y los escribas con
los ancianos, 2 y le hablaron diciendo:
-Dinos, ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién es el que
te dio esta autoridad?
3 Entonces respondió y les dijo:
-Yo os haré también una pregunta.
Respondedme: 4 El
bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?
5 Ellos razonaban entre sí diciendo:
-Si decimos "del cielo", dirá: "¿Por qué, pues, no le creísteis?"
6 Y si decimos "de los hombres", todo el pueblo nos
apedreará, porque están convencidos de que Juan era profeta.
7 Respondieron, pues, que no sabían de dónde era.
8 Entonces Jesús les dijo:
-Tampoco yo os digo con qué autoridad
hago estas cosas.
Parábola de los labradores malvados
9 Entonces comenzó a decir al pueblo esta parábola:
-Cierto hombre plantó una viña, la
arrendó a unos labradores y se fue lejos por mucho tiempo.
10 A su debido tiempo envió un siervo
a los labradores para que le diesen del fruto de la viña. Pero los
labradores le golpearon y le enviaron con las manos vacías.
11 Y volvió a enviar otro siervo,
pero también a éste, golpeándole y afrentándole, le enviaron con las
manos vacías. 12 Volvió a
enviar un tercer siervo, pero también a éste echaron, herido.
13 »Entonces el señor de
la viña dijo: "¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizás a éste le
tendrán respeto." 14 Pero
los labradores, al verle, razonaron entre sí diciendo: "Este es el
heredero. Matémosle, para que la heredad sea nuestra." 15
Y echándole fuera de la viña, le
mataron.
»¿Qué, pues, les hará el señor de la
viña? 16 Vendrá y
destruirá a estos labradores y dará su viña a otros.
Cuando ellos lo oyeron, dijeron:
-¡Nunca suceda tal cosa!
17 Pero él, mirándolos, les dijo:
-¿Qué, pues, es esto que está
escrito:
La piedra que desecharon
los edificadores,
ésta fue hecha
cabeza del ángulo?
18 Cualquiera que caiga
sobre aquella piedra será quebrantado, y desmenuzará a cualquiera sobre
quien ella caiga.
19 En aquella hora los principales sacerdotes y los
escribas procuraban echarle mano, porque entendieron que contra ellos
había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo.
Pregunta sobre el tributo al César
20 Entonces acechándole, enviaron espías que simulasen ser
justos, a fin de sorprenderle en sus palabras, y así entregarle al poder
y autoridad del procurador. 21 Estos le preguntaron diciendo:
-Maestro, sabemos que dices y enseñas bien, y que no haces
distinción entre personas, sino que enseñas el camino de Dios con
verdad. 22 ¿Nos es lícito dar tributo al César, o no?
23 Pero él, entendiendo la astucia de ellos, les dijo:
24 -Mostradme un denario.
¿De quién es la imagen y la inscripción que tiene?
Y ellos dijeron:
-Del César.
25 Entonces les dijo:
-Pues dad al César lo que es del
César y a Dios lo que es de Dios.
26 Y no pudieron sorprenderle en ninguna palabra
delante del pueblo. Más bien callaron, maravillados de su respuesta.
Pregunta acerca de la resurrección
27 Se acercaron algunos de los saduceos, que niegan que haya
resurrección, y le preguntaron 28 diciendo:
-Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muere
dejando mujer, y él no deja hijos, su hermano tome la mujer y levante
descendencia a su hermano. 29 Había, pues, siete
hermanos. El primero tomó mujer, y murió sin dejar hijos. 30
También el segundo. 31 Y la tomó el tercero, y de la misma
manera también todos los siete, y murieron sin tener hijos. 32
Por último, murió también la mujer. 33 En la
resurrección, puesto que los siete la tuvieron por mujer, ¿de cuál de
ellos será mujer?
34 Entonces respondiendo Jesús les dijo:
-Los hijos de este mundo se casan y
se dan en casamiento. 35
Pero los que son tenidos por dignos de alcanzar aquel mundo venidero y
la resurrección de los muertos no se casan, ni se dan en casamiento.
36 Porque ya no pueden morir,
pues son como los ángeles, y son también hijos de Dios, siendo hijos de
la resurrección. 37 Y con
respecto a que los muertos han de resucitar, también Moisés lo mostró en
el relato de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios
de Isaac y Dios de Jacob. 38
Pues Dios no es Dios de muertos, sino de
vivos; porque para él todos viven.
39 Le respondieron algunos de los escribas, diciendo:
-Maestro, bien has dicho.
40 Y no se atrevieron a preguntarle más.
Jesús, hijo y Señor de David
41 El les dijo:
-¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de
David? 42 Porque el mismo
David dice en el libro de los Salmos:
Dijo el Señor a mi Señor:
"Siéntate a mi diestra,
43 hasta que ponga a
tus enemigos
por estrado de tus pies."
44 Así que David le llama
"Señor"; ¿cómo es, pues, su hijo?
Jesús denuncia a los escribas
45 Cuando todo el pueblo le escuchaba, dijo a sus discípulos:
46 -Guardaos de los
escribas, a quienes les gusta andar con ropas largas, que aman las
salutaciones en las plazas, las primeras sillas en las sinagogas y los
primeros asientos en los banquetes. 47
Estos, que devoran las casas de las viudas
y como pretexto hacen largas oraciones, recibirán mayor condenación.
La ofrenda de la viuda pobre
21 Alzando la mirada, Jesús
vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca del tesoro. 2
Vio también a una viuda pobre que echaba allí dos blancas. 3
Entonces dijo:
-De cierto os digo que esta viuda
pobre echó más que todos. 4
Porque todos éstos de su abundancia echaron
a las ofrendas; pero ésta, de su pobreza, echó todo el sustento que
tenía.
La inminente destrucción del templo
5 Hablando algunos acerca del templo decían que estaba
adornado con hermosas piedras y con ofrendas votivas, él dijo:
6 -En cuanto a estas cosas
que veis, vendrán días cuando no quedará piedra sobre piedra que no sea
derribada.
Señales que anticipan el fin
7 Entonces le preguntaron diciendo:
-Maestro, ¿cuándo será esto? ¿Qué señal habrá cuando estas cosas
estén por suceder?
8 Entonces él dijo:
-Mirad que no seáis engañados, porque
vendrán muchos en mi nombre, diciendo: "Yo soy", y "El tiempo está
cerca." No vayáis en pos de ellos. 9
Y cuando oigáis de guerras y de
revoluciones, no os atemoricéis. Porque es necesario que estas cosas
acontezcan primero, pero el fin no será de inmediato. 10
-Entonces dijo-: Se levantará nación
contra nación y reino contra reino. 11
Habrá grandes terremotos, hambres y
pestilencias en varios lugares. Habrá terror y grandes señales del
cielo. 12 Pero antes de
estas cosas os echarán mano y os perseguirán. Os entregarán a las
sinagogas y os meterán en las cárceles, y seréis llevados delante de los
reyes y gobernantes por causa de mi nombre. 13
Esto os servirá para dar testimonio.
14 Decidid, pues, en vuestros
corazones no pensar de antemano cómo habéis de responder. 15
Porque yo os daré boca y sabiduría, a
la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se os opongan.
16 Y seréis entregados aun por
vuestros padres, hermanos, parientes y amigos; y harán morir a algunos
de vosotros. 17 Seréis
aborrecidos por todos a causa de mi nombre, 18
pero ni un solo cabello de vuestra cabeza
perecerá. 19 Por vuestra
perseverancia ganaréis vuestras almas.
La destrucción de Jerusalén
20 »Cuando veáis a Jerusalén
sitiada por ejércitos, sabed entonces que ha llegado su destrucción.
21 Entonces, los que estén en
Judea, huyan a los montes; los que estén en medio de la ciudad, salgan;
y los que estén en los campos, no entren en ella. 22
Porque éstos son días de venganza, para que
se cumplan todas las cosas que están escritas.
23 »¡Ay de las que estén
encintas y de las que críen en aquellos días! Porque habrá grande
calamidad sobre la tierra e ira sobre este pueblo. 24
Caerán a filo de espada y serán llevados
cautivos a todas las naciones. Jerusalén será pisoteada por los gentiles
hasta que se cumplan los tiempos de los gentiles.
La venida del Hijo del Hombre
25 »Entonces habrá señales en el
sol, en la luna y en las estrellas. Y en la tierra habrá angustia de las
naciones por la confusión ante el rugido del mar y del oleaje.
26 Los hombres se desmayarán a
causa del terror y de la expectación de las cosas que sobrevendrán al
mundo habitado, porque los poderes de los cielos serán sacudidos.
27 »Entonces verán al
Hijo del Hombre viniendo en una nube, con poder y gran gloria.
28 Cuando estas cosas comiencen
a suceder, mirad y levantad vuestras cabezas; porque vuestra redención
está cerca.
Parábola de la higuera
29 Y les dijo una parábola:
-Mirad la higuera y todos los
árboles. 30 Cuando veis
que ya brotan, vosotros entendéis que el verano ya está cerca.
31 Así también vosotros, cuando
veáis que suceden estas cosas, sabed que el reino de Dios está cerca.
32 De cierto os digo que no
pasará esta generación hasta que todo suceda. 33
El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán.
34 »Mirad por vosotros,
que vuestros corazones no estén cargados de glotonería, de embriaguez y
de las preocupaciones de esta vida, y que aquel día venga sobre vosotros
de repente como una trampa; 35
porque vendrá sobre todos los que habitan
sobre la superficie de toda la tierra. 36
Velad, pues, en todo tiempo, orando que
tengáis fuerzas para escapar de todas estas cosas que han de suceder, y
de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
37 Pasaba los diás enseñando en el templo, y saliendo
al anochecer permanecía en el monte que se llama de los Olivos. 38
Y todo el pueblo venía a él desde temprano para oírle en el
templo.
Acuerdo para matar a Jesús
22 Estaba próximo el día de
la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la Pascua. 2
Los principales sacerdotes y los escribas estaban buscando cómo
eliminarle, pues temían al pueblo. 3 Entonces Satanás entró
en Judas, llamado Iscariote, el cual era uno del número de los doce.
4 El fue y habló con los principales sacerdotes y con los
magistrados acerca de cómo entregarle. 5 Estos se alegraron y
acordaron darle dinero. 6 El estuvo de acuerdo y buscaba la
oportunidad para entregarle sin que la gente lo advirtiera.
Preparativos para la Pascua
7 Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era
necesario sacrificar la víctima pascual. 8 Jesús envió a
Pedro y a Juan, diciendo:
-Id, preparadnos la Pascua para que
comamos.
9 Ellos le preguntaron:
-¿Dónde quieres que la preparemos?
10 El les dijo:
-He aquí, cuando entréis en la
ciudad, os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua.
Seguidle hasta la casa a donde entre. 11
Decidle al dueño de la casa: "El Maestro te
dice: ’¿Dónde está la habitación en la que he de comer la Pascua con mis
discípulos?’ " 12 Y él os
mostrará un gran aposento alto, ya dispuesto. Preparad allí.
13 Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y
prepararon la Pascua.
La Cena del Señor
14 Cuando llegó la hora, se sentó a la mesa, y con él los
apóstoles. 15 Y les dijo:
-¡Cuánto he deseado comer con
vosotros esta Pascua antes de padecer! 16
Porque os digo que no comeré más de ella
hasta que se cumpla en el reino de Dios.
17 Luego tomó una copa, y habiendo dado gracias, dijo:
-Tomad esto y repartidlo entre
vosotros, 18 porque os
digo que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que venga
el reino de Dios.
19 Entonces tomó pan, y habiendo dado gracias, lo
partió y les dio diciendo:
-Esto es mi cuerpo que por vosotros
es dado. Haced esto en memoria de mí.
20 Asimismo, después de haber cenado, tomó también la
copa y dijo:
-Esta copa es el nuevo pacto en mi
sangre, que por vosotros se derrama.
Jesús anuncia la traición de Judas
21 »No obstante, he aquí la mano
del que me entrega está conmigo en la mesa. 22
A la verdad, el Hijo del Hombre va según lo
que está determinado, pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!
23 Entonces ellos comenzaron a preguntarse entre sí
cuál de ellos sería el que habría de hacer esto.
Sobre la primacía y el servicio
24 Hubo entre ellos una disputa acerca de quién de ellos
parecía ser el más importante. 25 Entonces él les dijo:
-Los reyes de las naciones se
enseñorean de ellas, y los que tienen autoridad sobre ellas son llamados
bienhechores. 26 Pero
entre vosotros no será así. Más bien, el que entre vosotros sea el
importante, sea como el más nuevo; y el que es dirigente, como el que
sirve. 27 Porque, ¿cuál
es el más importante: el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es
el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy en medio de vosotros
como el que sirve.
28 »Y vosotros sois los
que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. 29
Yo, pues, dispongo para vosotros un reino,
como mi Padre lo dispuso para mí; 30
para que comáis y bebáis en mi mesa en mi
reino, y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de
Israel.
Jesús predice la negación de Pedro
31 »Simón, Simón, he aquí
Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo. 32
Pero yo he rogado por ti, que tu fe no
falle. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.
33 El le dijo:
-Señor, estoy listo para ir contigo aun a la cárcel y a la muerte.
34 Pero él dijo:
-Pedro, te digo que el gallo no
cantará hoy antes que tú hayas negado tres veces que me conoces.
La hora del conflicto espiritual
35 Y les dijo a ellos:
-Cuando os envié sin bolsa, sin
alforja y sin calzado, ¿os faltó algo?
Ellos dijeron:
-Nada.
36 Entonces les dijo:
-Pues ahora, el que tiene bolsa,
tómela; y también la alforja. Y el que no tiene espada, venda su manto y
compre una. 37 Porque os
digo que es necesario que se cumpla en mí aquello que está escrito: Y
fue contado con los malhechores. Porque lo que está escrito de mí
tiene cumplimiento.
38 Entonces ellos dijeron:
-Señor, he aquí dos espadas.
Y él dijo:
-Basta.
Angustia de Jesús en Getsemaní
39 Después de salir, se fue, como solía, al monte de los
Olivos; y sus discípulos también le siguieron. 40 Cuando
llegó al lugar, les dijo:
-Orad que no entréis en tentación.
41 Y él se apartó de ellos a una distancia como de un
tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba 42 diciendo:
-Padre, si quieres, aparta de mí esta
copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
[ 43 Entonces le apareció un ángel del cielo para
fortalecerle. 44 Y angustiado, oraba con mayor intensidad, de
modo que su sudor era como grandes gotas de sangre que caían hasta la
tierra.]
45 Cuando se levantó de orar y volvió a sus discípulos,
los halló dormidos por causa de la tristeza. 46 Y les dijo:
-¿Por qué dormís? Levantaos y orad,
para que no entréis en tentación.
Jesús es arrestado
47 Mientras él aún hablaba, he aquí vino una multitud. El que
se llamaba Judas, uno de los doce, venía delante de ellos y se acercó a
Jesús para besarle. 48 Entonces Jesús le dijo:
-Judas, ¿con un beso entregas al Hijo
del Hombre?
49 Al ver los que estaban con él lo que había de
ocurrir, le dijeron:
-Señor, ¿heriremos a espada?
50 Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote
y le cortó la oreja derecha. 51 Entonces respondiendo Jesús
dijo:
-¡Basta de esto!
Y tocando su oreja, le sanó. 52 Entonces Jesús dijo a
los principales sacerdotes, los magistrados del templo y los ancianos
que habían venido contra él:
-¿Como a ladrón habéis salido con
espadas y palos? 53
Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis la
mano contra mí. Pero ésta es vuestra hora y la del poder de las
tinieblas.
Pedro niega a Jesús
54 Le prendieron, le llevaron y le hicieron entrar en la casa
del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos. 55 Cuando
encendieron fuego en medio del patio y se sentaron alrededor, Pedro
también se sentó entre ellos. 56 Entonces una criada, al
verle sentado junto a la lumbre, le miró fijamente y dijo:
-¡Este estaba con él!
57 Pero él negó diciendo:
-Mujer, no le conozco.
58 Un poco después, al verle otro, le dijo:
-¡Tú también eres de ellos!
Y Pedro dijo:
-Hombre, no lo soy.
59 Como una hora después, otro insistía diciendo:
-Verdaderamente, también éste estaba con él, porque es galileo.
60 Y Pedro dijo:
-¡Hombre, no sé lo que dices!
Y de inmediato, estando él aún hablando, el gallo cantó. 61
Entonces el Señor se volvió y miró a Pedro, y Pedro se acordó de
la palabra del Señor como le había dicho: "Antes que el gallo cante hoy,
me negarás tres veces." 62 Y saliendo fuera, Pedro lloró
amargamente.
Jesús ante el Sanedrín
63 Los hombres que tenían bajo custodia a Jesús se burlaban
de él y le golpeaban. 64 Y cubriéndole le preguntaban
diciendo:
-¡Profetiza! ¿Quién es el que te golpeó?
65 Y le decían otras muchas cosas, injuriándole.
66 Cuando amaneció, se juntaron los ancianos del
pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le llevaron al
Sanedrín de ellos. 67 Y le dijeron:
-Si tú eres el Cristo, ¡dínoslo!
Pero él les dijo:
-Si os lo dijera, no lo creeríais. 68
Además, si yo os preguntara, no me
responderíais. 69 Pero de
ahora en adelante, el Hijo del Hombre estará sentado a la diestra del
poder de Dios.
70 Le dijeron todos:
-Entonces, ¿eres tú Hijo de Dios?
Y él les dijo:
-Vosotros decís que yo soy.
71 Entonces ellos dijeron:
-¿Qué más necesidad tenemos de testimonio? Porque nosotros mismos
lo hemos oído de su boca.
Jesús ante Pilato
23 Entonces, levantándose
toda la multitud de ellos, le llevaron a Pilato. 2 Y
comenzaron a acusarle diciendo:
-Hemos hallado a éste que agita a nuestra nación, prohíbe dar
tributo al César y dice que él es el Cristo, un rey.
3 Entonces Pilato le preguntó diciendo:
-¿Eres tú el rey de los judíos?
Respondiendo le dijo:
-Tú lo dices.
4 Pilato dijo a los principales sacerdotes y a la
multitud:
-No hallo ningún delito en este hombre.
5 Pero ellos insistían diciendo:
-Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde
Galilea, hasta aquí.
Jesús ante Herodes Antipas
6 Entonces Pilato, al oírlo, preguntó si el hombre era
galileo. 7 Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes,
lo remitió a Herodes, quien también estaba en Jerusalén en aquellos días.
8 Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho; porque hacía
mucho tiempo que deseaba verle, pues había oído muchas cosas de él y
tenía esperanzas de que le vería hacer algún milagro. 9
Herodes le preguntaba con muchas palabras, pero Jesús no le respondió
nada. 10 Estaban allí los principales sacerdotes y los
escribas, acusándole con vehemencia. 11 Pero Herodes y su
corte, después de menospreciarle y burlarse de él, le vistieron con ropa
espléndida. Y volvió a enviarle a Pilato. 12 Aquel mismo día
se hicieron amigos Pilato y Herodes, porque antes habían estado
enemistados.
Jesús de nuevo ante Pilato
13 Entonces Pilato convocó a los principales sacerdotes, a
los magistrados y al pueblo, 14 y les dijo:
-Me habéis presentado a éste como persona que desvía al pueblo. He
aquí, yo le he interrogado delante de vosotros, y no he hallado ningún
delito en este hombre, de todo aquello que le acusáis. 15
Tampoco Herodes, porque él nos lo remitió; y he aquí no ha hecho ninguna
cosa digna de muerte. 16 Así que, le soltaré después de
castigarle.
17 , 18 Pero toda la multitud dio voces a
una, diciendo:
-¡Fuera con éste! ¡Suéltanos a Barrabás!
19 Este había sido echado en la cárcel por sedición en
la ciudad y por un homicidio.
20 Entonces Pilato les habló otra vez, queriendo soltar
a Jesús. 21 Pero ellos volvieron a dar voces, diciendo:
-¡Crucifícale! ¡Crucifícale!
22 El les dijo por tercera vez:
-¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito de muerte he hallado
en él. Le castigaré entonces, y le soltaré.
23 Pero ellos insistían a grandes voces, pidiendo que
fuese crucificado. Y sus voces prevalecieron.
Pilato cede ante el pueblo
24 Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían.
25 Les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por
sedición y homicidio, a quien ellos habían pedido, y entregó a Jesús a
la voluntad de ellos.
Camino al Calvario
26 Y ellos, al llevarle, tomaron a un tal Simón de Cirene,
que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase
tras Jesús. 27 Le seguía una gran multitud del pueblo y de
mujeres, las cuales lloraban y se lamentaban por él. 28 Pero
Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo:
-Hijas de Jerusalén, no lloréis por
mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. 29
Porque he aquí vendrán días en que
dirán: "Bienaventuradas las estériles, los vientres que no concibieron y
los pechos que no criaron." 30
Entonces comenzarán a decir a las
montañas: "¡Caed sobre nosotros!" y a las colinas: "¡Cubridnos!"
31 Porque si con el árbol verde
hacen estas cosas, ¿qué se hará con el seco?
32 Llevaban también a otros dos, que eran malhechores,
para ser ejecutados con él.
La crucifixión de Jesús
33 Cuando llegaron al lugar que se llama de la Calavera, le
crucificaron allí, y a los malhechores: el uno a la derecha y el otro a
la izquierda. 34 Y Jesús decía:
-Padre, perdónalos, porque no saben
lo que hacen.
Y partiendo sus vestidos, echaron suertes.
35 El pueblo estaba de pie mirando, y aun los
gobernantes se burlaban de él, diciendo:
-A otros salvó. Sálvese a sí mismo, si es el Cristo, el escogido
de Dios.
36 También los soldados le escarnecían, acercándose,
ofreciéndole vinagre 37 y diciéndole:
-Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
38 Había también sobre él un título escrito que decía:
ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.
Jesús y los malhechores
39 Uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba
diciendo:
-¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!
40 Respondiendo el otro, le reprendió diciendo:
-¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condenación?
41 Nosotros, a la verdad, padecemos con razón, porque estamos
recibiendo lo que merecieron nuestros hechos; pero éste no hizo ningún
mal.
42 Y le dijo:
-Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
43 Entonces Jesús le dijo:
-De cierto te digo que hoy estarás
conmigo en el paraíso.
La muerte de Jesús
44 Cuando era como la hora sexta, descendió oscuridad sobre
la tierra hasta la hora novena. 45 El sol se oscureció, y el
velo del templo se rasgó por en medio. 46 Entonces Jesús,
gritando a gran voz, dijo:
-¡Padre, en tus manos encomiendo
mi espíritu!
Y habiendo dicho esto, expiró.
47 Y cuando el centurión vio lo que había acontecido,
dio gloria a Dios, diciendo:
-¡Verdaderamente, este hombre era justo!
48 Y toda la multitud que estaba presente en este
espectáculo, al ver lo que había acontecido, volvía golpeándose el pecho.
49 Pero todos sus conocidos, y las mujeres que le habían
seguido desde Galilea, se quedaron lejos, mirando estas cosas.
Jesús es sepultado
50 He aquí, había un hombre llamado José, el cual era miembro
del concilio, y un hombre bueno y justo. 51 Este no había
consentido con el consejo ni con los hechos de ellos. El era de Arimatea,
ciudad de los judíos, y también esperaba el reino de Dios. 52
Este se acercó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 53
Después de bajarle de la cruz, le envolvió en una sábana de lino y le
puso en un sepulcro cavado en una peña, en el cual nadie había sido
puesto todavía. 54 Era el día de la Preparación, y estaba por
comenzar el sábado.
La resurrección de Jesús
55 Las mujeres que habían venido con él de Galilea, también
le siguieron y vieron el sepulcro y cómo fue puesto el cuerpo. 56
Entonces regresaron y prepararon especias aromáticas y perfumes, y
reposaron el sábado, conforme al mandamiento.
24 Y el primer día de
la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando las especias
aromáticas que habían preparado. 2 Y hallaron removida la
piedra del sepulcro; 3 pero al entrar, no hallaron el cuerpo
de Jesús.
4 Aconteció que estando perplejas por esto, he aquí se
pusieron de pie junto a ellas dos hombres con vestiduras
resplandecientes. 5 Como ellas les tuvieron temor y bajaron
la cara a tierra, ellos les dijeron:
-¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? 6 No
está aquí; más bien, ha resucitado. Acordaos de lo que os habló cuando
estaba aún en Galilea, 7 como dijo: "Es necesario que el Hijo
del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea
crucificado y resucite al tercer día."
8 Entonces ellas se acordaron de sus palabras, 9
y volviendo del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los once
y a todos los demás.
10 Las que dijeron estas cosas a los apóstoles eran
María Magdalena, Juana, María madre de Jacobo, y las demás mujeres que
estaban con ellas. 11 Pero sus palabras les parecían a ellos
locura, y no las creyeron.
12 Sin embargo, Pedro se levantó y corrió al sepulcro.
Cuando miró adentro, vio los lienzos solos y se fue a casa, asombrado de
lo que había sucedido.
Jesús en el camino a Emaús
13 He aquí, el mismo día dos de ellos iban a una aldea
llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. 14
Iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido.
15 Sucedió que, mientras iban conversando y discutiendo el
uno con el otro, el mismo Jesús se acercó e iba con ellos. 16
Pero sus ojos estaban velados, de manera que no le reconocieron. 17
Entonces les dijo:
-¿Qué son estas cosas de que estáis
conversando entre vosotros mientras camináis?
Se detuvieron con semblante triste. 18 Y respondiendo
uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo:
-¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes las cosas
que han acontecido en estos días?
19 Entonces él dijo:
-¿Qué cosas?
Y ellos dijeron:
-De Jesús de Nazaret, que era un hombre profeta, poderoso en obras
y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y de
cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros dirigentes para
ser condenado a muerte, y de cómo le crucificaron. 21
Nosotros esperábamos que él era el que habría de redimir a Israel. Ahora,
a todo esto se añade el hecho de que hoy es el tercer día desde que esto
aconteció. 22 Además, unas mujeres de los nuestros nos han
asombrado: Fueron muy temprano al sepulcro, 23 y al no hallar
su cuerpo, regresaron diciendo que habían visto visión de ángeles, los
cuales les dijeron que él está vivo. 24 Algunos de los
nuestros fueron al sepulcro y hallaron como las mujeres habían dicho,
pero a él no le vieron.
25 Entonces él les dijo:
-¡Oh insensatos y tardos de corazón
para creer todo lo que los profetas han dicho! 26
¿No era necesario que el Cristo padeciese
estas cosas y que entrara en su gloria?
27 Y comenzando desde Moisés y todos los Profetas, les
interpretaba en todas las Escrituras lo que decían de él. 28
Así llegaron a la aldea a donde iban, y él hizo como que iba más
adelante. 29 Pero ellos le insistieron diciendo:
-Quédate con nosotros, porque es tarde, y el día ya ha declinado.
Entró, pues, para quedarse con ellos. 30 Y aconteció
que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo y les
dio. 31 Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le
reconocieron. Pero él desapareció de su vista. 32 Y se decían
el uno al otro:
-¿No ardía nuestro corazón en nosotros cuando nos hablaba en el
camino y nos abría las Escrituras?
33 En la misma hora se levantaron y se volvieron a
Jerusalén. Hallaron reunidos a los once y a los que estaban con ellos,
34 quienes decían:
-¡Verdaderamente el Señor ha resucitado y ha aparecido a Simón!
35 Entonces ellos contaron las cosas que les habían
acontecido en el camino, y cómo se había dado a conocer a ellos al
partir el pan.
Jesús se aparece a los apóstoles
36 Mientras hablaban estas cosas, Jesús se puso en medio de
ellos y les dijo:
-Paz a vosotros.
37 Entonces ellos, aterrorizados y asombrados, pensaban
que veían un espíritu. 38 Pero él les dijo:
-¿Por qué estáis turbados, y por qué
suben tales pensamientos a vuestros corazones? 39
Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo
soy. Palpad y ved, pues un espíritu no tiene carne ni huesos como veis
que yo tengo.
40 Al decir esto, les mostró las manos y los pies.
41 Y como ellos aún no lo creían por el gozo que tenían y porque
estaban asombrados, les dijo:
-¿Tenéis aquí algo de comer?
42 Entonces le dieron un pedazo de pescado asado.
43 Lo tomó y comió delante de ellos. 44 Y les dijo:
-Estas son las palabras que os hablé,
estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas
estas cosas que están escritas de mí en la Ley de Moisés, en los
Profetas y en los Salmos.
45 Entonces les abrió el entendimiento para que
comprendiesen las Escrituras, 46 y les dijo:
-Así está escrito, y así fue
necesario que el Cristo padeciese y resucitase de los muertos al tercer
día; 47 y que en su
nombre se predicase el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas
las naciones, comenzando desde Jerusalén. 48
Y vosotros sois testigos de estas cosas.
49 He aquí yo enviaré el
cumplimiento de la promesa de mi Padre sobre vosotros. Pero quedaos
vosotros en la ciudad hasta que seáis investidos del poder de lo alto.
Jesús asciende al cielo
50 Entonces él los llevó fuera hasta Betania, y alzando sus
manos les bendijo. 51 Aconteció que al bendecirlos, se fue de
ellos, y era llevado arriba al cielo. 52 Después de haberle
adorado, ellos regresaron a Jerusalén con gran gozo; 53 y se
hallaban continuamente en el templo, bendiciendo a Dios.
Reina-Valera Actualizada, 1989. |