Los Hechos de
los Apóstoles
Promesa acerca del Espíritu Santo
1 En el primer
relato escribí, oh Teófilo, acerca de todas las cosas que Jesús comenzó
a hacer y a enseñar, 2 hasta el día en que fue recibido
arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los
apóstoles que había escogido. 3 A éstos también se presentó
vivo, después de haber padecido, con muchas pruebas convincentes.
Durante cuarenta días se hacía visible a ellos y les hablaba acerca del
reino de Dios. 4 Y estando juntos, les mandó que no se fuesen
de Jerusalén, sino que esperasen el cumplimiento de la promesa del
Padre, "de la cual me oísteis hablar;
5 porque Juan, a la verdad,
bautizó en agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo
después de no muchos días."
Jesús asciende al cielo
6 Por tanto, los que estaban reunidos le preguntaban
diciendo:
-Señor, ¿restituirás el reino a Israel en este tiempo?
7 El les respondió:
-A vosotros no os toca saber ni
los tiempos ni las ocasiones que el Padre dispuso por su propia
autoridad. 8 Pero
recibiréis poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros, y
me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo
último de la tierra.
9 Después de decir esto, y mientras ellos le
veían, él fue elevado; y una nube le recibió ocultándole de sus ojos.
10 Y como ellos estaban fijando la vista en el cielo mientras
él se iba, he aquí dos hombres vestidos de blanco se presentaron junto a
ellos, 11 y les dijeron:
-Hombres galileos, ¿por qué os quedáis de pie mirando al
cielo? Este Jesús, quien fue tomado de vosotros arriba al cielo, vendrá
de la misma manera como le habéis visto ir al cielo.
12 Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte
que se llama de los Olivos, el cual está cerca de Jerusalén, camino de
un sábado. 13 Y cuando entraron, subieron al aposento alto
donde se alojaban Pedro, Juan, Jacobo y Andrés, Felipe y Tomás,
Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo y Simón el Zelote y Judas hijo
de Jacobo. 14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración
junto con las mujeres y con María la madre de Jesús y con los hermanos
de él.
Matías es nombrado entre los doce
15 En aquellos días se levantó Pedro en medio de los
hermanos, que reunidos eran como ciento veinte personas, y dijo: 16
"Hermanos, era necesario que se cumpliesen las Escrituras, en las
cuales el Espíritu Santo habló de antemano por boca de David acerca de
Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús; 17 porque
era contado con nosotros y tuvo parte en este ministerio." 18
(Este, pues, adquirió un campo con el pago de su iniquidad, y cayendo de
cabeza, se reventó por en medio, y todas sus entrañas se derramaron.
19 Y esto llegó a ser conocido por todos los habitantes de
Jerusalén, de tal manera que aquel campo fue llamado en su lengua
Acéldama, que quiere decir Campo de Sangre.) 20 "Porque está
escrito en el libro de los Salmos:
Sea hecha desierta su morada,
y no haya quien habite en ella.
Y otro ocupe su cargo.
21 Por tanto, de estos hombres que han estado
junto con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía
entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan hasta
el día en que fue tomado de nosotros y recibido arriba, es preciso que
uno sea con nosotros testigo de su resurrección."
23 Propusieron a dos: a José que era llamado
Barsabás, el cual tenía por sobrenombre, Justo; y a Matías. 24
Entonces orando dijeron: "Tú, Señor, que conoces el corazón de
todos, muestra de estos dos cuál has escogido 25 para tomar
el lugar de este ministerio y apostolado del cual Judas se extravió para
irse a su propio lugar."
26 Echaron suertes sobre ellos, y la suerte cayó
sobre Matías, quien fue contado con los once apóstoles.
La venida del Espíritu en Pentecostés
2 Al llegar el día de
Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. 2 Y de
repente vino un estruendo del cielo, como si soplara un viento violento,
y llenó toda la casa donde estaban sentados. 3 Entonces
aparecieron, repartidas entre ellos, lenguas como de fuego, y se
asentaron sobre cada uno de ellos. 4 Todos fueron llenos del
Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, como el
Espíritu les daba que hablasen.
5 En Jerusalén habitaban judíos, hombres piadosos
de todas las naciones debajo del cielo. 6 Cuando se produjo
este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confundidos, porque cada
uno les oía hablar en su propio idioma. 7 Estaban atónitos y
asombrados, y decían:
-Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8
¿Cómo, pues, oímos nosotros cada uno en nuestro idioma en que nacimos?
9 Partos, medos, elamitas; habitantes de Mesopotamia, de
Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, 10 de Frigia y de
Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia más allá de Cirene;
forasteros romanos, tanto judíos como prosélitos; 11
cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestros propios idiomas los
grandes hechos de Dios.
12 Todos estaban atónitos y perplejos, y se decían
unos a otros:
-¿Qué quiere decir esto?
13 Pero otros, burlándose, decían:
-Están llenos de vino nuevo.
Discurso de Pedro en Pentecostés
14 Entonces Pedro se puso de pie con los once, levantó la voz
y les declaró:
-Hombres de Judea y todos los habitantes de Jerusalén, sea
conocido esto a vosotros, y prestad atención a mis palabras. 15
Porque éstos no están embriagados, como pensáis, pues es solamente
la tercera hora del día. 16 Más bien, esto es lo que fue
dicho por medio del profeta Joel:
17 Sucederá en los últimos días,
dice Dios,
que derramaré de mi Espíritu
sobre toda carne.
Vuestros hijos y vuestras hijas
profetizarán,
vuestros jóvenes verán visiones,
y vuestros ancianos soñarán sueños.
18 De cierto, sobre mis siervos
y mis siervas
en aquellos días derramaré
de mi Espíritu, y profetizarán.
19 Daré prodigios en el cielo arriba,
y señales en la tierra abajo:
sangre, fuego y vapor de humo.
20 El sol se convertirá en tinieblas,
y la luna en sangre,
antes que venga el día del Señor,
grande y glorioso.
21 Y sucederá que todo aquel
que invoque el nombre del Señor
será salvo.
22 »Hombres de Israel, oíd estas palabras: Jesús
de Nazaret fue hombre acreditado por Dios ante vosotros con hechos
poderosos, maravillas y señales que Dios hizo por medio de él entre
vosotros, como vosotros mismos sabéis. 23 A éste, que fue
entregado por el predeterminado consejo y el previo conocimiento de
Dios, vosotros matasteis clavándole en una cruz por manos de inicuos.
24 A él, Dios le resucitó, habiendo desatado los dolores de
la muerte; puesto que era imposible que él quedara detenido bajo su
dominio. 25 Porque David dice de él:
Veía al Señor siempre delante de mí,
porque está a mi derecha,
para que yo no sea sacudido.
26 Por tanto, se alegró mi corazón,
y se gozó mi lengua;
y aun mi cuerpo
descansará en esperanza.
27 Porque no dejarás mi alma
en el Hades,
ni permitirás que tu Santo
vea corrupción.
28 Me has hecho conocer
los caminos de la vida
y me llenarás de alegría
con tu presencia.
29 »Hermanos, os puedo decir confiadamente que
nuestro padre David murió y fue sepultado, y su sepulcro está entre
nosotros hasta el día de hoy. 30 Siendo, pues, profeta y
sabiendo que Dios le había jurado con juramento que se sentaría sobre su
trono uno de su descendencia, 31 y viéndolo de antemano,
habló de la resurrección de Cristo:
que no fue abandonado en el Hades,
ni su cuerpo vio corrupción. 32 ¡A este Jesús lo
resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos!
33 »Así que, exaltado por la diestra de Dios y
habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado
esto que vosotros veis y oís. 34 Porque David no subió a los
cielos, pero él mismo dice:
El Señor dijo a mi Señor:
"Siéntate a mi diestra,
35 hasta que ponga a tus enemigos
por estrado de tus pies."
36 Sepa, pues, con certidumbre toda la casa de
Israel, que a este mismo Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le
ha hecho Señor y Cristo.
37 Entonces, cuando oyeron esto, se afligieron de
corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles:
-Hermanos, ¿qué haremos?
38 Pedro les dijo:
-Arrepentíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el
nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el
don del Espíritu Santo. 39 Porque la promesa es para
vosotros, para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para
todos cuantos el Señor nuestro Dios llame.
40 Y con otras muchas palabras testificaba y les
exhortaba diciendo:
-¡Sed salvos de esta perversa generación!
41 Así que los que recibieron su palabra fueron
bautizados, y fueron añadidas en aquel día como tres mil personas.
42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión,
en el partimiento del pan y en las oraciones.
La vida diaria entre los creyentes
43 Entonces caía temor sobre toda persona, pues se hacían
muchos milagros y señales por medio de los apóstoles. 44 Y
todos los que creían se reunían y tenían todas las cosas en común.
45 Vendían sus posesiones y bienes, y los repartían a todos, a
cada uno según tenía necesidad. 46 Ellos perseveraban
unánimes en el templo día tras día, y partiendo el pan casa por casa,
participaban de la comida con alegría y con sencillez de corazón,
47 alabando a Dios y teniendo el favor de todo el pueblo. Y el
Señor añadía diariamente a su número los que habían de ser salvos.
Pedro sana a un cojo en el templo
3 Pedro y Juan subían al
templo a la hora de la oración, la hora novena. 2 Y era
traído cierto hombre que era cojo desde el vientre de su madre. Cada día
le ponían a la puerta del templo que se llama Hermosa, para pedir
limosna de los que entraban en el templo. 3 Este, al ver a
Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba para recibir
una limosna. 4 Entonces Pedro, juntamente con Juan, se fijó
en él y le dijo:
-Míranos.
5 El les prestaba atención, porque esperaba
recibir algo de ellos. 6 Pero Pedro le dijo:
-No tengo ni plata ni oro, pero lo que tengo te doy. En el
nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!
7 Le tomó de la mano derecha y le levantó. De
inmediato fueron afirmados sus pies y tobillos, 8 y de un
salto se puso de pie y empezó a caminar. Y entró con ellos en el templo,
caminando, saltando y alabando a Dios.
9 Todo el pueblo le vio caminando y alabando a
Dios. 10 Reconocían que él era el mismo que se sentaba para
pedir limosna en la puerta Hermosa del templo, y se llenaron de asombro
y de admiración por lo que le había acontecido.
Discurso de Pedro en el templo
11 Como él se asió de Pedro y de Juan, toda la gente,
atónita, concurrió apresuradamente a ellos en el pórtico llamado de
Salomón. 12 Pedro, al ver esto, respondió al pueblo:
-Hombres de Israel, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿Por qué
nos miráis a nosotros como si con nuestro poder o piedad hubiésemos
hecho andar a este hombre? 13 El Dios de Abraham, de Isaac y
de Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado a su Siervo Jesús,
al cual vosotros entregasteis y negasteis ante Pilato, a pesar de que él
había resuelto soltarlo. 14 Pero vosotros negasteis al Santo
y Justo; pedisteis que se os diese un hombre asesino, 15 y
matasteis al Autor de la vida, al cual Dios ha resucitado de los
muertos. De esto nosotros somos testigos.
16 »Y el nombre de Jesús hizo fuerte, por la fe en
su nombre, a este hombre que vosotros veis y conocéis. Y la fe que es
despertada por Jesús le ha dado esta completa sanidad en la presencia de
todos vosotros. 17 Ahora bien, hermanos, sé que por
ignorancia lo hicisteis, como también vuestros gobernantes. 18
Pero Dios cumplió así lo que había anunciado de antemano por boca
de todos los profetas, de que su Cristo había de padecer.
19 »Por tanto, arrepentíos y convertíos para que
sean borrados vuestros pecados; de modo que de la presencia del Señor
vengan tiempos de refrigerio 20 y que él envíe al Cristo, a
Jesús, quien os fue previamente designado. 21 A él, además,
el cielo le debía recibir hasta los tiempos de la restauración de todas
las cosas, de las cuales habló Dios por boca de sus santos profetas
desde tiempos antiguos. 22 Porque ciertamente Moisés dijo: El
Señor vuestro Dios os levantará, de entre vuestros hermanos, un profeta
como yo. A él escucharéis en todas las cosas que os hable. 23
Y sucederá que cualquier persona que no escuche a aquel profeta será
desarraigada del pueblo. 24 Y todos los profetas, de Samuel
en adelante, todos los que hablaron, también anunciaron estos días.
25 »Vosotros sois los hijos de los profetas y del
pacto que Dios concertó con vuestros padres, diciendo a Abraham: En tu
descendencia serán benditas todas las familias de la tierra. 26
Y después de levantar a su Siervo, Dios lo envió primero a
vosotros, para bendeciros al convertirse cada uno de su maldad.
Pedro y Juan son encarcelados
4 Mientras ellos estaban
hablando al pueblo, llegaron los sacerdotes, el capitán de la guardia
del templo y los saduceos, 2 resentidos de que enseñasen al
pueblo y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos.
3 Les echaron mano y los pusieron en la cárcel hasta el día
siguiente, porque ya era tarde. 4 Pero muchos de los que
habían oído la palabra creyeron, y el número de los hombres llegó a ser
como cinco mil.
Pedro y Juan ante el Sanedrín
5 Al día siguiente, aconteció que se reunieron en Jerusalén
los gobernantes de ellos, los ancianos y los escribas; 6 y
estaban el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan, Alejandro y todos los del
linaje del sumo sacerdote. 7 Y poniéndolos en medio, les
interrogaron:
-¿Con qué poder, o en qué nombre habéis hecho vosotros esto?
8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les
dijo:
-Gobernantes del pueblo y ancianos: 9 Si hoy somos
investigados acerca del bien hecho a un hombre enfermo, de qué manera
éste ha sido sanado, 10 sea conocido a todos vosotros y a
todo el pueblo de Israel, que ha sido en el nombre de Jesucristo de
Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de
entre los muertos. Por Jesús este hombre está de pie sano en vuestra
presencia. 11 El es la piedra rechazada por vosotros los
edificadores, la cual ha llegado a ser cabeza del ángulo. 12
Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre debajo del
cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
13 Y viendo la valentía de Pedro y de Juan, y
teniendo en cuenta que eran hombres sin letras e indoctos, se asombraban
y reconocían que habían estado con Jesús. 14 Pero, ya que
veían de pie con ellos al hombre que había sido sanado, no tenían nada
que decir en contra. 15 Entonces les mandaron que saliesen
fuera del Sanedrín y deliberaban entre sí, 16 diciendo:
-¿Qué hemos de hacer con estos hombres? Porque de cierto, es
evidente a todos los que habitan en Jerusalén que una señal notable ha
sido hecha por medio de ellos, y no lo podemos negar. 17 Pero
para que no se divulgue cada vez más entre el pueblo, amenacémosles para
que de aquí en adelante no hablen a ninguna persona en este nombre.
18 Entonces los llamaron y les ordenaron
terminantemente que no hablaran ni enseñaran en el nombre de Jesús.
19 Pero respondiendo Pedro y Juan, les dijeron:
-Juzgad vosotros si es justo delante de Dios obedecer a
vosotros antes que a Dios. 20 Porque nosotros no podemos
dejar de decir lo que hemos visto y oído.
21 Y después de amenazarles más, ellos les
soltaron, pues por causa del pueblo no hallaban ningún modo de
castigarles; porque todos glorificaban a Dios por lo que había
acontecido, 22 pues el hombre en quien había sido hecho este
milagro de sanidad tenía más de cuarenta años.
Oración de los discípulos amenazados
23 Una vez sueltos, fueron a los suyos y les contaron todo lo
que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. 24
Cuando ellos lo oyeron, de un solo ánimo alzaron sus voces a Dios
y dijeron: "Soberano, tú eres el que hiciste el cielo y la tierra, el
mar y todo lo que en ellos hay, 25 y que mediante el Espíritu
Santo por boca de nuestro padre David, tu siervo, dijiste:
¿Por qué se amotinaron las naciones
y los pueblos tramaron cosas vanas?
26 Se levantaron los reyes de la tierra
y sus gobernantes consultaron unidos
contra el Señor y contra su Ungido.
27 Porque verdaderamente, tanto Herodes como
Poncio Pilato con los gentiles y el pueblo de Israel se reunieron en
esta ciudad contra tu santo Siervo Jesús, al cual ungiste, 28
para llevar a cabo lo que tu mano y tu consejo habían determinado de
antemano que había de ser hecho. 29 Y ahora, Señor, mira sus
amenazas y concede a tus siervos que hablen tu palabra con toda
valentía. 30 Extiende tu mano para que sean hechas sanidades,
señales y prodigios en el nombre de tu santo Siervo Jesús."
31 Cuando acabaron de orar, el lugar en donde
estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y
hablaban la palabra de Dios con valentía.
La vida en común entre los fieles
32 La multitud de los que habían creído era de un solo
corazón y una sola alma. Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que
poseía, sino que todas las cosas les eran comunes. 33 Con
gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor
Jesús, y abundante gracia había sobre todos ellos. 34 No
había, pues, ningún necesitado entre ellos, porque todos los que eran
propietarios de terrenos o casas los vendían, traían el precio de lo
vendido 35 y lo ponían a los pies de los apóstoles. Y era
repartido a cada uno según tenía necesidad.
36 Entonces José, quien por los apóstoles era
llamado Bernabé (que significa hijo de consolación) y quien era levita,
natural de Chipre, 37 como tenía un campo, lo vendió, trajo
el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.
Ananías y Safira
5 Pero cierto hombre
llamado Ananías, juntamente con Safira su mujer, vendió una posesión.
2 Con el conocimiento de su mujer, sustrajo del precio; y
llevando una parte, la puso a los pies de los apóstoles.
3 Y Pedro dijo:
-Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para mentir al
Espíritu Santo y sustraer del precio del campo? 4
Reteniéndolo, ¿acaso no seguía siendo tuyo? Y una vez vendido, ¿no
estaba bajo tu autoridad? ¿Por qué propusiste en tu corazón hacer esto?
No has mentido a los hombres, sino a Dios.
5 Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó y
expiró. Y gran temor sobrevino a todos los que lo oían. 6
Luego se levantaron los jóvenes y le envolvieron. Y sacándole fuera, lo
sepultaron.
7 Después de un intervalo de unas tres horas,
sucedió que entró su mujer, sin saber lo que había acontecido. 8
Entonces Pedro le preguntó:
-Dime, ¿vendisteis en tanto el campo?
Ella dijo:
-Sí, en tanto.
9 Y Pedro le dijo:
-¿Por qué os pusisteis de acuerdo para tentar al Espíritu del
Señor? He aquí los pies de los que han sepultado a tu marido están a la
puerta, y te sacarán a ti.
10 De inmediato, ella cayó a los pies de él y
expiró. Cuando los jóvenes entraron, la hallaron muerta; la sacaron y la
sepultaron junto a su marido. 11 Y gran temor sobrevino a la
iglesia entera y a todos los que oían de estas cosas.
Los apóstoles hacen sanidades
12 Por las manos de los apóstoles se hacían muchos milagros y
prodigios entre el pueblo, y estaban todos de un solo ánimo en el
pórtico de Salomón. 13 Pero ninguno de los demás se atrevía a
juntarse con ellos, aunque el pueblo les tenía en gran estima.
14 Los que creían en el Señor aumentaban cada vez
más, gran número así de hombres como de mujeres; 15 de modo
que hasta sacaban los enfermos a las calles y los ponían en camillas y
colchonetas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cayese
sobre alguno de ellos. 16 También de las ciudades vecinas a
Jerusalén, concurría una multitud trayendo enfermos y atormentados por
espíritus impuros; y todos eran sanados.
Los apóstoles son perseguidos
17 Entonces se levantó el sumo sacerdote y todos los que
estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, y se llenaron de
celos. 18 Echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la
cárcel pública. 19 Pero un ángel del Señor abrió de noche las
puertas de la cárcel y al conducirlos fuera dijo: 20 "Id, y
de pie en el templo, hablad al pueblo todas las palabras de esta vida."
21 Habiendo oído esto, entraron en el templo al
amanecer y enseñaban. Mientras tanto, el sumo sacerdote y los que
estaban con él fueron y convocaron al Sanedrín con todos los ancianos de
los hijos de Israel. Luego enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.
22 Cuando los oficiales llegaron y no los hallaron
en la cárcel, regresaron y dieron las noticias 23 diciendo:
-Hallamos la cárcel cerrada con toda seguridad, y a los
guardias de pie a las puertas. Pero cuando abrimos, no hallamos a nadie
dentro.
24 Como oyeron estas palabras, el capitán de la
guardia del templo y los principales sacerdotes quedaron perplejos en
cuanto a ellos y en qué vendría a parar esto. 25 Pero vino
alguien y les dio esta noticia:
-He aquí los hombres que echasteis en la cárcel están de pie
en el templo, enseñando al pueblo.
26 Entonces fue el capitán de la guardia del
templo con los oficiales; y los llevaron, pero sin violencia, porque
temían ser apedreados por el pueblo. 27 Cuando los trajeron,
los presentaron al Sanedrín, y el sumo sacerdote les preguntó 28
diciendo:
-¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en este
nombre? ¡Y he aquí habéis llenado a Jerusalén con vuestra doctrina y
queréis echar sobre nosotros la sangre de este hombre!
29 Pero respondiendo Pedro y los apóstoles,
dijeron:
-Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.
30 El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros
matasteis colgándole en un madero. 31 A éste, lo ha
enaltecido Dios con su diestra como Príncipe y Salvador, para dar a
Israel arrepentimiento y perdón de pecados. 32 Nosotros somos
testigos de estas cosas, y también el Espíritu Santo que Dios ha dado a
los que le obedecen.
El consejo de Gamaliel
33 Los que escuchaban se enfurecían y deseaban matarles.
34 Entonces se levantó en el Sanedrín cierto fariseo llamado
Gamaliel, maestro de la ley, honrado por todo el pueblo, y mandó que
sacasen a los hombres por un momento. 35 Entonces les dijo:
-Hombres de Israel, cuidaos vosotros de lo que vais a hacer a
estos hombres. 36 Porque antes de estos días se levantó
Teudas, diciendo que él era alguien. A éste se unieron como
cuatrocientos hombres. Pero él fue muerto, y todos los que le seguían
fueron dispersados y reducidos a la nada. 37 Después de éste,
se levantó Judas el galileo en los días del censo, y arrastró gente tras
sí. Aquél también pereció, y todos los que le seguían fueron
dispersados. 38 En el presente caso, os digo: Apartaos de
estos hombres y dejadles ir. Porque si este consejo o esta obra es de
los hombres, será destruida. 39 Pero si es de Dios, no
podréis destruirles. ¡No sea que os encontréis luchando contra Dios!
40 Fueron persuadidos por Gamaliel. Y llamaron a
los apóstoles, y después de azotarles les prohibieron hablar en el
nombre de Jesús, y los dejaron libres. 41 Por lo tanto, ellos
partieron de la presencia del Sanedrín, regocijándose porque habían sido
considerados dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. 42
Y todos los días, en el templo y de casa en casa, no cesaban de
enseñar y anunciar la buena nueva de que Jesús es el Cristo.
Elección de los siete
6 En aquellos días, como
crecía el número de los discípulos, se suscitó una murmuración de parte
de los helenistas contra los hebreos, de que sus viudas eran
desatendidas en la distribución diaria. 2 Así que, los doce
convocaron a la multitud de los discípulos y dijeron:
-No conviene que nosotros descuidemos la palabra de Dios para
servir a las mesas. 3 Escoged, pues, hermanos, de entre
vosotros a siete hombres que sean de buen testimonio, llenos del
Espíritu y de sabiduría, a quienes pondremos sobre esta tarea. 4
Y nosotros continuaremos en la oración y en el ministerio de la
palabra.
5 Esta propuesta agradó a toda la multitud; y
eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe,
a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, un prosélito de
Antioquía. 6 Presentaron a éstos delante de los apóstoles; y
después de orar, les impusieron las manos.
7 Y la palabra de Dios crecía, y el número de los
discípulos se multiplicaba en gran manera en Jerusalén; inclusive un
gran número de sacerdotes obedecía a la fe.
Esteban es tomado preso
8 Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía
grandes prodigios y milagros en el pueblo. 9 Y se levantaron
algunos de la sinagoga llamada de los Libertos, de los cireneos y los
alejandrinos, y de los de Cilicia y de Asia, discutiendo con Esteban.
10 Y no podían resistir la sabiduría y el espíritu con que
hablaba. 11 Entonces sobornaron a unos hombres para que
dijesen: "Le hemos oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra
Dios." 12 Ellos incitaron al pueblo, a los ancianos y a los
escribas. Y se levantaron contra él, le arrebataron y le llevaron al
Sanedrín. 13 Luego presentaron testigos falsos que decían:
-Este hombre no deja de hablar palabras contra este santo
lugar y contra la ley. 14 Porque le hemos oído decir que ese
Jesús de Nazaret destruirá este lugar y cambiará las costumbres que
Moisés nos dejó.
15 Entonces, todos los que estaban sentados en el
Sanedrín, cuando fijaron los ojos en él, vieron su cara como si fuera la
cara de un ángel.
Discurso de Esteban
7 Entonces el sumo
sacerdote preguntó:
-¿Es esto así?
2 Y él respondió:
-Hermanos y padres, oíd. El Dios de la gloria apareció a
nuestro padre Abraham cuando estaba en Mesopotamia, antes que habitase
en Harán, 3 y le dijo: "Sal de tu tierra y de tu parentela y
vete a la tierra que te mostraré." 4 Entonces salió de la
tierra de los caldeos y habitó en Harán. Después que murió su padre,
Dios le trasladó de allá a esta tierra en la cual vosotros habitáis
ahora. 5 Pero no le dio heredad en ella, ni siquiera para
asentar su pie; aunque prometió darla en posesión a él y a su
descendencia después de él, aun cuando él no tenía hijo. 6
Así Dios le dijo que su descendencia sería extranjera en tierra ajena y
que los reducirían a esclavitud y los maltratarían por cuatrocientos
años. 7 "Pero yo juzgaré a la nación a la cual sirvan", dijo
Dios, " y después de esto saldrán y me rendirán culto en este lugar."
8 Dios le dio el pacto de la circuncisión; y así Abraham
engendró a Isaac y le circuncidó al octavo día. Lo mismo hizo Isaac a
Jacob, y Jacob a los doce patriarcas.
9 »Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron
a José para Egipto. Pero Dios estaba con él; 10 le libró de
todas sus tribulaciones y le dio gracia y sabiduría en la presencia del
Faraón, rey de Egipto, quien le puso por gobernador sobre Egipto y sobre
toda su casa. 11 Entonces vino hambre y gran tribulación en
toda la tierra de Egipto y en Canaán, y nuestros padres no hallaban
alimentos. 12 Pero al oír Jacob que había trigo en Egipto,
envió a nuestros padres la primera vez. 13 La segunda vez,
José se dio a conocer a sus hermanos. Así el linaje de José fue dado a
conocer al Faraón. 14 Y José envió e hizo venir a su padre
Jacob y a toda su familia, que eran 75 personas. 15 Así
descendió Jacob a Egipto, donde él y nuestros padres terminaron su vida.
16 Y fueron llevados a Siquem y puestos en el sepulcro que
Abraham compró a precio de plata, de los hijos de Hamor en Siquem.
17 »Como se acercaba el tiempo de la promesa, la
cual Dios había asegurado a Abraham, el pueblo creció y se multiplicó en
Egipto 18 hasta que se levantó en Egipto otro rey que no
conocía a José. 19 Con astucia este rey se aprovechó de
nuestro pueblo y maltrató a nuestros padres, haciéndoles exponer a la
muerte a sus bebés para que no sobreviviesen. 20 En aquel
tiempo nació Moisés y era agradable a Dios. El fue criado tres meses en
la casa de su padre; 21 pero cuando fue expuesto a la muerte,
la hija del Faraón le recogió y lo crió como a hijo suyo. 22
Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios y era poderoso
en sus palabras y hechos.
23 »Cuando cumplió cuarenta años, le vino al
corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. 24 Al
ver que uno era maltratado le defendió, y matando al egipcio, vengó al
oprimido. 25 Pensaba que sus hermanos entenderían que Dios
les daría liberación por su mano, pero ellos no lo entendieron. 26
Al día siguiente, él se presentó a unos que estaban peleando y
trataba de ponerlos en paz diciendo: "¡Hombres, sois hermanos! ¿Por qué
os maltratáis el uno al otro?" 27 Entonces, el que maltrataba
a su prójimo le rechazó diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernador y
juez sobre nosotros? 28 ¿Acaso quieres tú matarme como
mataste ayer al egipcio? 29 Al oír esta palabra, Moisés huyó
y vivió exiliado en la tierra de Madián, donde engendró dos hijos.
30 »Cuarenta años después, un ángel le apareció en
el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza. 31
Cuando Moisés le vio, se asombró de la visión; pero al acercarse
para mirar, le vino la voz del Señor: 32 "Yo soy el Dios de
tus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob." Pero Moisés,
temblando, no se atrevía a mirar. 33 Le dijo el Señor: "Quita
las sandalias de tus pies, porque el lugar donde estás es tierra santa.
34 He mirado atentamente la aflicción de mi pueblo en Egipto.
He oído el gemido de ellos y he descendido para librarlos. Ahora, pues,
ven, y te enviaré a Egipto."
35 »A este mismo Moisés, al cual habían rechazado
diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernador y juez?, Dios le envió por
gobernador y redentor, por mano del ángel que le apareció en la zarza.
36 El los sacó, haciendo prodigios y señales en Egipto, en el
mar Rojo y en el desierto por cuarenta años. 37 Este es el
mismo Moisés que dijo a los hijos de Israel: Dios os levantará un
profeta como yo de entre vuestros hermanos. 38 Este es aquel
que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba
en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y el que recibió palabras de
vida para darnos. 39 Nuestros padres no quisieron serle
obedientes; más bien, le rechazaron y en sus corazones se volvieron
atrás a Egipto, 40 diciendo a Aarón: Haz para nosotros dioses
que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés que nos sacó de la
tierra de Egipto, no sabemos qué le habrá acontecido. 41
Entonces, en aquellos días hicieron un becerro y ofrecieron sacrificio
al ídolo, y se regocijaban en las obras de sus manos. 42 Pero
Dios se apartó de ellos y los entregó a que rindiesen culto al ejército
del cielo, como está escrito en el libro de los Profetas: ¿Acaso me
ofrecisteis víctimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, oh
casa de Israel? 43 Más bien, llevasteis el tabernáculo de
Moloc y la estrella de vuestro dios Renfán, las imágenes que hicisteis
para adorarlas. Por tanto, os transportaré más allá de Babilonia.
44 »En el desierto, nuestros padres tenían el
tabernáculo del testimonio, como lo había ordenado Dios, quien ordenaba
a Moisés que lo hiciese según el modelo que había visto. 45
Habiendo recibido el tabernáculo, nuestros padres, junto con Josué, lo
introdujeron en la posesión de las naciones que Dios expulsó de la
presencia de nuestros padres, hasta los días de David. 46
Este halló gracia delante de Dios y pidió proveer un tabernáculo para el
Dios de Jacob. 47 Pero Salomón le edificó casa.
48 »No obstante, el Altísimo no habita en casas
hechas por mano, como dice el profeta:
49 El cielo es mi trono,
y la tierra es el estrado de mis pies.
¿Qué casa me edificaréis?
dice el Señor.
¿Cuál será el lugar de mi reposo?
50 ¿No hizo mi mano todas estas cosas?
51 »¡Duros de cerviz e incircuncisos de corazón y
de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo. Como vuestros
padres, así también vosotros. 52 ¿A cuál de los profetas no
persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que de antemano anunciaron
la venida del Justo. Y ahora habéis venido a ser sus traidores y
asesinos. 53 ¡Vosotros que habéis recibido la ley por
disposición de los ángeles, y no la guardasteis!
Esteban es apedreado
54 Escuchando estas cosas, se enfurecían en sus corazones y
crujían los dientes contra él. 55 Pero Esteban, lleno del
Espíritu Santo y puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y
a Jesús que estaba de pie a la diestra de Dios. 56 Y dijo:
-¡He aquí, veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de
pie a la diestra de Dios!
57 Entonces gritaron a gran voz, se taparon los
oídos y a una se precipitaron sobre él. 58 Le echaron fuera
de la ciudad y le apedrearon. Los testigos dejaron sus vestidos a los
pies de un joven que se llamaba Saulo. 59 Y apedreaban a
Esteban, mientras él invocaba diciendo:
-¡Señor Jesús, recibe mi espíritu!
60 Y puesto de rodillas clamó a gran voz:
-¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!
Y habiendo dicho esto, durmió.
8 Y Saulo
consentía en su muerte.
Saulo persigue a la iglesia
En aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia que estaba
en Jerusalén, y todos fueron esparcidos por las regiones de Judea y de
Samaria, con excepción de los apóstoles.
2 Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban, e
hicieron gran lamentación por él. 3 Entonces Saulo asolaba a
la iglesia. Entrando de casa en casa, arrastraba tanto a hombres como a
mujeres y los entregaba a la cárcel.
Felipe en Samaria
4 Entonces, los que fueron esparcidos anduvieron anunciando
la palabra. 5 Y Felipe descendió a la ciudad de Samaria y les
predicaba a Cristo. 6 Cuando la gente oía y veía las señales
que hacía, escuchaba atentamente y de común acuerdo lo que Felipe decía.
7 Porque de muchas personas salían espíritus inmundos, dando
grandes gritos, y muchos paralíticos y cojos eran sanados; 8
de modo que había gran regocijo en aquella ciudad.
Pedro y Simón el mago
9 Hacía tiempo había en la ciudad cierto hombre llamado
Simón, que practicaba la magia y engañaba a la gente de Samaria,
diciendo ser alguien grande. 10 Todos estaban atentos a él,
desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: "¡Este sí que es el
Poder de Dios, llamado Grande!" 11 Le prestaban atención,
porque con sus artes mágicas les había asombrado por mucho tiempo.
12 Pero cuando creyeron a Felipe mientras anunciaba el evangelio
del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y
mujeres. 13 Aun Simón mismo creyó, y una vez bautizado él
acompañaba a Felipe; y viendo las señales y grandes maravillas que se
hacían, estaba atónito.
14 Los apóstoles que estaban en Jerusalén, al oír
que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a
Juan, 15 los cuales descendieron y oraron por los samaritanos
para que recibieran el Espíritu Santo. 16 Porque aún no había
descendido sobre ninguno de ellos el Espíritu Santo; solamente habían
sido bautizados en el nombre de Jesús. 17 Entonces les
impusieron las manos, y recibieron el Espíritu Santo.
18 Cuando Simón vio que por medio de la imposición
de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció
dinero, 19 diciendo:
-Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien
yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo.
20 Entonces Pedro le dijo:
-¡Tu dinero perezca contigo, porque has pensado obtener por
dinero el don de Dios! 21 Tú no tienes parte ni suerte en
este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. 22
Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad y ruega a Dios, si quizás te
sea perdonado el pensamiento de tu corazón; 23 porque veo que
estás destinado a hiel de amargura y a cadenas de maldad.
24 Entonces respondiendo Simón dijo:
-Rogad vosotros por mí ante el Señor, para que ninguna cosa
de las que habéis dicho venga sobre mí.
25 Ellos, después de haber testificado y hablado
la palabra de Dios, regresaron a Jerusalén y anunciaban el evangelio en
muchos pueblos de los samaritanos.
Felipe evangeliza al etíope
26 Un ángel del Señor habló a Felipe diciendo: "Levántate y
vé hacia el sur por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual
es desierto." 27 El se levantó y fue. Y he aquí un eunuco
etíope, un alto funcionario de Candace, la reina de Etiopía, quien
estaba a cargo de todos sus tesoros y que había venido a Jerusalén para
adorar, 28 regresaba sentado en su carro leyendo el profeta
Isaías. 29 El Espíritu dijo a Felipe: "Acércate y júntate a
ese carro." 30 Y Felipe corriendo le alcanzó y le oyó que
leía el profeta Isaías. Entonces le dijo:
-¿Acaso entiendes lo que lees?
31 Y él le dijo:
-¿Pues cómo podré yo, a menos que alguien me guíe?
Y rogó a Felipe que subiese y se sentase junto a él. 32
La porción de las Escrituras que leía era ésta:
Como oveja, al matadero fue llevado,
y como cordero mudo
delante del que lo trasquila,
así no abrió su boca.
33 En su humillación,
se le negó justicia;
pero su generación,
¿quién la contará?
Porque su vida es quitada de la tierra.
34 Respondió el eunuco a Felipe y dijo:
-Te ruego, ¿de quién dice esto el profeta? ¿Lo dice de sí
mismo o de algún otro?
35 Entonces Felipe abrió su boca, y comenzando
desde esta Escritura, le anunció el evangelio de Jesús. 36
Mientras iban por el camino, llegaron a donde había agua, y el eunuco
dijo:
-He aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?
37 , 38 Y mandó parar el carro. Felipe
y el eunuco descendieron ambos al agua, y él le bautizó. 39
Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. Y el
eunuco no le vio más, pues seguía su camino gozoso.
40 Pero Felipe se encontró en Azoto, y pasando por
allí, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a
Cesarea.
La conversión de Saulo
9 Entonces Saulo,
respirando aún amenazas y homicidio contra los discípulos del Señor, se
presentó al sumo sacerdote 2 y le pidió cartas para las
sinagogas en Damasco, con el fin de llevar preso a Jerusalén a
cualquiera que hallase del Camino, fuera hombre o mujer.
3 Mientras iba de viaje, llegando cerca de
Damasco, aconteció de repente que le rodeó un resplandor de luz desde el
cielo. 4 El cayó en tierra y oyó una voz que le decía:
-Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues?
5 Y él dijo:
-¿Quién eres, Señor?
Y él respondió:
-Yo soy Jesús, a quien tú
persigues. 6 Pero
levántate, entra en la ciudad, y se te dirá lo que te es preciso hacer.
7 Los hombres que iban con Saulo habían quedado de
pie, enmudecidos. A la verdad, oían la voz, pero no veían a nadie.
8 Entonces Saulo fue levantado del suelo, y aun con los ojos
abiertos no veía nada. Así que, guiándole de la mano, le condujeron a
Damasco. 9 Por tres días estuvo sin ver, y no comió ni bebió.
10 Había cierto discípulo en Damasco llamado
Ananías, y el Señor le dijo en visión:
-Ananías.
El respondió:
-Heme aquí, Señor.
11 El Señor le dijo:
-Levántate, vé a la calle que se
llama La Derecha y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo de Tarso;
porque he aquí él está orando, 12
y en una visión ha visto a un hombre
llamado Ananías que entra y le pone las manos encima para que recobre la
vista.
13 Entonces Ananías respondió:
-Señor, he oído a muchos hablar acerca de este hombre, y de
cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén. 14 Aun aquí
tiene autoridad de parte de los principales sacerdotes para tomar presos
a todos los que invocan tu nombre.
15 Y le dijo el Señor:
-Vé, porque este hombre me es un
instrumento escogido para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes
y los hijos de Israel. 16
Porque yo le mostraré cuánto le es
necesario padecer por mi nombre.
17 Entonces Ananías fue y entró en la casa; le
puso las manos encima y dijo:
-Saulo, hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino
por donde venías, me ha enviado para que recuperes la vista y seas lleno
del Espíritu Santo.
18 De inmediato le cayó de los ojos algo como
escamas, y volvió a ver. Se levantó y fue bautizado; 19 y
habiendo comido, recuperó las fuerzas.
Saulo predica en Damasco
Saulo estuvo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.
20 Y en seguida predicaba a Jesús en las sinagogas, diciendo:
-Este es el Hijo de Dios.
21 Todos los que le oían estaban atónitos y
decían:
-¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban
este nombre? ¿Y no ha venido acá para eso mismo, para llevarles presos
ante los principales sacerdotes?
22 Pero Saulo se fortalecía aun más y confundía a
los judíos que habitaban en Damasco, demostrando que Jesús era el
Cristo.
23 Pasados muchos días, los judíos consultaron
entre sí para matarle; 24 pero sus asechanzas fueron
conocidas por Saulo. Y guardaban aun las puertas de la ciudad de día y
de noche para matarle. 25 Entonces sus discípulos tomaron a
Saulo de noche y le bajaron por el muro en una canasta.
Saulo y los hermanos en Jerusalén
26 Cuando fue a Jerusalén, intentaba juntarse con los
discípulos; y todos le tenían miedo, porque no creían que fuera
discípulo. 27 Pero Bernabé le recibió y le llevó a los
apóstoles. Les contó cómo había visto al Señor en el camino, y que había
hablado con él, y cómo en Damasco había predicado con valentía en el
nombre de Jesús. 28 Así entraba y salía con ellos en
Jerusalén, 29 predicando con valentía en el nombre del Señor.
Hablaba y discutía con los helenistas, pero ellos procuraban matarle.
30 Luego, cuando los hermanos lo supieron, le acompañaron
hasta Cesarea y le enviaron a Tarso.
31 Entonces por toda Judea, Galilea y Samaria la
iglesia tenía paz. Iba edificándose y vivía en el temor del Señor, y con
el consuelo del Espíritu Santo se multiplicaba.
Pedro sana a Eneas
32 Aconteció que mientras Pedro recorría por todas partes,
fue también a visitar a los santos que habitaban en Lida. 33
Allí encontró a cierto hombre llamado Eneas, que estaba postrado en cama
desde hacía ocho años, pues era paralítico.
34 Pedro le dijo: "Eneas, ¡Jesucristo te sana!
Levántate y arregla tu cama." De inmediato se levantó, 35 y
le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se
convirtieron al Señor.
Pedro resucita a Dorcas
36 Entonces había en Jope cierta discípula llamada Tabita,
que traducido es Dorcas. Ella estaba llena de buenas obras y de actos de
misericordia que hacía. 37 Aconteció en aquellos días que
ella se enfermó y murió. Después de lavarla, la pusieron en una sala del
piso superior. 38 Como Lida estaba cerca de Jope, los
discípulos, al oír que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres para
que le rogaran: "No tardes en venir hasta nosotros."
39 Entonces Pedro se levantó y fue con ellos.
Cuando llegó, le llevaron a la sala y le rodearon todas las viudas,
llorando y mostrándole las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía
cuando estaba con ellas. 40 Después de sacar fuera a todos,
Pedro se puso de rodillas y oró; y vuelto hacia el cuerpo, dijo:
"¡Tabita, levántate!" Ella abrió los ojos, y al ver a Pedro se sentó.
41 El le dio la mano y la levantó. Entonces llamó a los
santos y a las viudas, y la presentó viva.
42 Esto fue conocido en todo Jope, y muchos
creyeron en el Señor. 43 Pedro se quedó muchos días en Jope,
en casa de un tal Simón, curtidor.
Visión de Cornelio en Cesarea
10 Había en Cesarea cierto
hombre llamado Cornelio, que era centurión de la compañía llamada la
Italiana. 2 Era piadoso y temeroso de Dios, junto con toda su
casa. Hacía muchas obras de misericordia para el pueblo y oraba a Dios
constantemente. 3 Como a la hora novena del día, él vio
claramente en visión a un ángel de Dios que entró hacia él y le dijo:
-Cornelio.
4 Con los ojos puestos en el ángel y espantado, él
dijo:
-¿Qué hay, Señor?
Y le dijo:
-Tus oraciones y tus obras de misericordia han subido como
memorial ante la presencia de Dios. 5 Ahora, pues, envía
hombres a Jope y haz venir a cierto Simón, que tiene por sobrenombre
Pedro. 6 Este se hospeda con un tal Simón, curtidor, quien
tiene su casa junto al mar.
7 En cuanto se fue el ángel que hablaba con él,
Cornelio llamó a dos de sus criados y a un soldado piadoso de entre sus
asistentes, 8 y después de haberles contado todo esto, los
envió a Jope.
La visión de Pedro en Jope
9 Al día siguiente, mientras ellos iban viajando por el
camino y llegaban cerca de la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar,
como a la sexta hora. 10 Sintió mucha hambre y deseaba comer;
pero mientras preparaban la comida, le sobrevino un éxtasis. 11
Vio el cielo abierto y un objeto que descendía como un gran
lienzo, bajado por sus cuatro extremos a la tierra. 12 En el
lienzo había toda clase de cuadrúpedos y reptiles de la tierra y aves
del cielo. 13 Y le vino una voz:
-Levántate, Pedro; mata y come.
14 Entonces Pedro dijo:
-¡De ninguna manera, Señor! Porque ninguna cosa común o
inmunda he comido jamás.
15 La voz volvió a él por segunda vez:
-Lo que Dios ha purificado, no lo tengas tú por común.
16 Esto ocurrió tres veces, y de repente el objeto
fue elevado al cielo.
Pedro y los enviados de Cornelio
17 Mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí acerca de lo
que pudiera ser la visión que había visto, he aquí los hombres enviados
por Cornelio, habiendo preguntado por la casa de Simón, llegaron a la
puerta. 18 Entonces llamaron y preguntaron si un Simón que
tenía por sobrenombre Pedro se hospedaba allí. 19 Como Pedro
seguía meditando en la visión, el Espíritu le dijo: "He aquí, tres
hombres te buscan. 20 Levántate, pues, y baja. No dudes de ir
con ellos, porque yo los he enviado."
21 Entonces Pedro bajó para recibir a los hombres
y dijo:
-Heme aquí. Yo soy el que buscáis. ¿Cuál es la causa por la
que habéis venido?
22 Ellos dijeron:
-Cornelio, un centurión, hombre justo y temeroso de Dios,
como bien lo testifica toda la nación de los judíos, ha recibido
instrucciones en una revelación por medio de un santo ángel, para
hacerte venir a su casa y oír tus palabras.
23 Entonces les hizo entrar y los alojó. Al día
siguiente, se levantó y fue con ellos. También le acompañaron algunos de
los hermanos de Jope.
Pedro predica en casa de Cornelio
24 Al día siguiente, entraron en Cesarea. Cornelio los estaba
esperando, habiendo invitado a sus parientes y a sus amigos más íntimos.
25 Cuando Pedro iba a entrar, Cornelio salió para recibirle,
se postró a sus pies y le adoró. 26 Pero Pedro le levantó
diciendo:
-¡Levántate! Yo mismo también soy hombre.
27 Mientras hablaba con él, entró y halló que
muchos se habían reunido. 28 Y les dijo:
-Vosotros sabéis cuán indebido le es a un hombre judío
juntarse o acercarse a un extranjero, pero Dios me ha mostrado que a
ningún hombre llame común o inmundo. 29 Por esto, al ser
llamado, vine sin poner objeciones. Así que pregunto: ¿Por qué razón
mandasteis por mí?
30 Entonces dijo Cornelio:
-Hace cuatro días como a esta hora, la hora novena, yo estaba
orando en mi casa. Y he aquí, un hombre en vestiduras resplandecientes
se puso de pie delante de mí 31 y dijo: "Cornelio, tu oración
ha sido atendida, y tus obras de misericordia han sido recordadas ante
la presencia de Dios. 32 Envía, por tanto, a Jope y haz venir
a Simón, que tiene por sobrenombre Pedro. El está alojado en casa de
Simón el curtidor, junto al mar." 33 Así que, inmediatamente
envié a ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros
estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que el Señor te
ha mandado.
34 Entonces Pedro, abriendo su boca, dijo:
-De veras, me doy cuenta de que Dios no hace distinción de
personas, 35 sino que en toda nación le es acepto el que le
teme y obra justicia. 36 Dios ha enviado un mensaje a los
hijos de Israel, anunciando las buenas nuevas de la paz por medio de
Jesucristo. El es el Señor de todos. 37 Vosotros sabéis el
mensaje que ha sido divulgado por toda Judea, comenzando desde Galilea,
después del bautismo que predicó Juan. 38 Me refiero a Jesús
de Nazaret, y a cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder. El
anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con él. 39 Y nosotros somos testigos de
todas las cosas que él hizo, tanto en la región de Judea como en
Jerusalén. A él le mataron colgándole sobre un madero, 40
pero Dios le levantó al tercer día e hizo que apareciera, 41
no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de
antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó
de entre los muertos. 42 El nos ha mandado a predicar al
pueblo y a testificar que él es el que Dios ha puesto como Juez de los
vivos y de los muertos. 43 Todos los profetas dan testimonio
de él, y de que todo aquel que cree en él recibirá perdón de pecados por
su nombre.
44 Mientras Pedro todavía hablaba estas palabras,
el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían la palabra. 45
Y los creyentes de la circuncisión que habían venido con Pedro
quedaron asombrados, porque el don del Espíritu Santo fue derramado
también sobre los gentiles; 46 pues les oían hablar en
lenguas y glorificar a Dios. 47 Entonces Pedro respondió:
-¿Acaso puede alguno negar el agua, para que no sean
bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo, igual que nosotros?
48 Y les mandó que fueran bautizados en el nombre
de Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara por algunos días.
Pedro relata la conversión de Cornelio
11 Los apóstoles y los
hermanos que estaban en Judea oyeron que también los gentiles habían
recibido la palabra de Dios. 2 Y cuando Pedro subió a
Jerusalén, contendían contra él los que eran de la circuncisión, 3
diciendo:
-¡Entraste en casa de hombres incircuncisos y comiste con
ellos!
4 Entonces Pedro comenzó a contarles en orden,
diciendo:
5 -Yo estaba orando en la ciudad de Jope, y vi en
éxtasis una visión: un objeto que descendía como un gran lienzo, bajado
del cielo por sus cuatro extremos, y llegó a donde yo estaba. 6
Cuando fijé la vista en él, observé y vi cuadrúpedos de la tierra,
fieras y reptiles, y aves del cielo. 7 Luego oí también una
voz que me decía: "Levántate, Pedro; mata y come." 8 Pero yo
dije: "¡De ninguna manera, Señor! Porque jamás ha entrado en mi boca
ninguna cosa común o inmunda." 9 Entonces respondió la voz
del cielo por segunda vez: "Lo que Dios ha purificado no lo tengas tú
por común." 10 Esto ocurrió tres veces, y todo volvió a ser
retirado al cielo. 11 Y he aquí llegaron en seguida tres
hombres a la casa donde estábamos, enviados a mí desde Cesarea; 12
y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron
también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa del hombre.
13 El nos contó cómo había visto en su casa un ángel que se puso
de pie y le dijo: "Envía a Jope y haz venir a Simón, que tiene por
sobrenombre Pedro. 14 El te hablará palabras por las cuales
serás salvo tú, y toda tu casa." 15 Cuando comencé a hablar,
el Espíritu Santo cayó sobre ellos también, como sobre nosotros al
principio. 16 Entonces me acordé del dicho del Señor, cuando
decía: "Juan ciertamente bautizó en agua,
pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo." 17
Así que, si Dios les dio el mismo don también a ellos, como a
nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para
poder resistir a Dios?
18 Al oír estas cosas, se calmaron y glorificaron
a Dios diciendo:
-¡Así que también a los gentiles Dios ha dado arrepentimiento
para vida!
La iglesia en Antioquía de Siria
19 Entre tanto, los que habían sido esparcidos a causa de la
tribulación que sobrevino en tiempos de Esteban fueron hasta Fenicia,
Chipre y Antioquía, sin comunicar la palabra a nadie, excepto sólo a los
judíos. 20 Pero entre ellos había unos hombres de Chipre y de
Cirene, quienes entraron en Antioquía y hablaron a los griegos
anunciándoles las buenas nuevas de que Jesús es el Señor. 21
La mano del Señor estaba con ellos, y un gran número que creyó se
convirtió al Señor.
22 Llegaron noticias de estas cosas a oídos de la
iglesia que estaba en Jerusalén, y enviaron a Bernabé para que fuese
hasta Antioquía. 23 Cuando él llegó y vio la gracia de Dios,
se regocijó y exhortó a todos a que con corazón firme permaneciesen en
el Señor; 24 porque Bernabé era hombre bueno y estaba lleno
del Espíritu Santo y de fe. Y mucha gente fue agregada al Señor.
25 Después partió Bernabé a Tarso para buscar a
Saulo, y cuando le encontró, le llevó a Antioquía. 26 Y
sucedió que se reunieron todo un año con la iglesia y enseñaron a mucha
gente.
Y los discípulos fueron llamados cristianos por primera vez
en Antioquía.
27 En aquellos días descendieron unos profetas de
Jerusalén a Antioquía. 28 Y se levantó uno de ellos, que se
llamaba Agabo, y dio a entender por el Espíritu que iba a ocurrir una
gran hambre en toda la tierra habitada. (Esto sucedió en tiempos de
Claudio.)
29 Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo
que tenía, determinaron enviar una ofrenda para ministrar a los hermanos
que habitaban en Judea. 30 Y lo hicieron, enviándolo a los
ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.
Jacobo ejecutado, Pedro encarcelado
12 Entonces, por aquel
tiempo, el rey Herodes echó mano de algunos de la iglesia para
maltratarlos. 2 Y a Jacobo, el hermano de Juan, lo hizo matar
a espada.
3 Al ver que esto había agradado a los judíos,
procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes
sin levadura. 4 Cuando le tomó preso, le puso en la cárcel,
entregándole a la custodia de cuatro escuadras de cuatro soldados cada
una, con la intención de sacarle al pueblo después de la Pascua. 5
Así que Pedro estaba bajo guardia en la cárcel, pero la iglesia
sin cesar hacía oración a Dios por él.
Pedro es librado de la cárcel
6 Cuando Herodes iba a sacarlo, aquella misma noche Pedro
estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas, y los
guardias delante de la puerta vigilaban la cárcel. 7 Y he
aquí se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la celda.
Despertó a Pedro dándole un golpe en el costado y le dijo:
-¡Levántate pronto!
Y las cadenas se le cayeron de las manos. 8
Entonces le dijo el ángel:
-Cíñete y ata tus sandalias.
Y así lo hizo. Luego le dijo:
-Envuélvete en tu manto y sígueme.
9 Y habiendo salido, le seguía y no comprendía que
lo que hacía el ángel era realidad. Más bien, le parecía que veía una
visión. 10 Cuando habían pasado la primera y la segunda
guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se
les abrió por sí misma. Cuando habían salido, avanzaron por una calle, y
de repente el ángel se apartó de él. 11 Entonces Pedro, al
volver en sí, dijo: "Ahora entiendo realmente que el Señor ha enviado su
ángel y me ha librado de la mano de Herodes y de toda la expectación del
pueblo judío."
12 Cuando se dio cuenta de esto, fue a la casa de
María, la madre de Juan que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos
estaban congregados y orando. 13 Cuando Pedro tocó a la
puerta de la entrada, una muchacha llamada Rode salió para responder.
14 Cuando ella reconoció la voz de Pedro, de puro gozo no
abrió la puerta, sino que corrió adentro y anunció que Pedro estaba ante
la puerta. 15 Ellos le dijeron:
-¡Estás loca!
Pero ella insistía en que así era. Entonces ellos decían:
-¡Es su ángel!
16 Mientras tanto, Pedro persistía en tocar; y
cuando abrieron, le vieron y se asombraron. 17 Con la mano
Pedro les hizo señal de guardar silencio y les contó cómo el Señor le
había sacado de la cárcel. Luego dijo:
-Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos.
Y saliendo se fue a otro lugar.
18 Cuando se hizo de día, hubo un alboroto no
pequeño entre los soldados sobre qué habría pasado con Pedro. 19
Pero Herodes, como le buscó y no le halló, después de interrogar a
los guardias, les mandó ejecutar. Después descendió de Judea a Cesarea y
se quedó allí.
La muerte de Herodes Agripa I
20 Herodes estaba furioso con los de Tiro y de Sidón. Pero
ellos se presentaron a él de común acuerdo; y habiendo persuadido a
Blasto, el camarero mayor del rey, pedían la paz, porque su región era
abastecida por la del rey.
21 En un día señalado, Herodes, vestido de sus
vestiduras reales, se sentó en el tribunal y les arengaba. 22
Y el pueblo aclamaba diciendo: "¡Voz de un dios, y no de un hombre!"
23 De repente le hirió un ángel del Señor, por
cuanto no dio la gloria a Dios. Y murió comido de gusanos.
24 Pero la palabra de Dios crecía y se
multiplicaba. 25 Bernabé y Saulo volvieron de Jerusalén, una
vez cumplido su encargo, tomando también consigo a Juan que tenía por
sobrenombre Marcos.
Bernabé y Saulo para la obra misionera
13 Había entonces en la
iglesia que estaba en Antioquía, unos profetas y maestros: Bernabé,
Simón llamado Níger, Lucio de Cirene, Manaén, que había sido criado con
el tetrarca Herodes, y Saulo. 2 Mientras ellos ministraban al
Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: "Apartadme a Bernabé y a Saulo
para la obra a la que los he llamado." 3 Entonces, habiendo
ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.
Bernabé y Saulo en Chipre
4 Por lo tanto, siendo enviados por el Espíritu Santo, ellos
descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre. 5
Después de llegar a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las
sinagogas de los judíos. También tenían a Juan como ayudante.
6 Habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos,
hallaron a un mago, falso profeta judío, llamado Barjesús. 7
El estaba con el procónsul Sergio Paulo, un hombre prudente. Este,
mandando llamar a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios.
8 Pero el mago Elimas (pues así se traduce su nombre) les
resistía, intentando apartar al procónsul de la fe.
9 Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del
Espíritu Santo, fijó los ojos en él 10 y dijo:
-¡Oh tú, lleno de todo engaño y de toda malicia, hijo del
diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de pervertir los caminos
rectos del Señor? 11 Y ahora, ¡he aquí la mano del Señor está
contra ti! Quedarás ciego por un tiempo sin ver el sol.
De repente cayeron sobre él niebla y tinieblas, y andando a
tientas, buscaba quien le condujese de la mano. 12 Entonces,
al ver lo que había sucedido, el procónsul creyó, maravillado de la
doctrina del Señor.
Pablo en Antioquía de Pisidia
13 Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros
arribaron a Perge de Panfilia; pero Juan se separó de ellos y se volvió
a Jerusalén. 14 Pasando de Perge, ellos llegaron a Antioquía
de Pisidia. Y en el día sábado, habiendo entrado en la sinagoga, se
sentaron.
15 Después de la lectura de la Ley y de los
Profetas, los principales de la sinagoga mandaron a decirles:
-Hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el
pueblo, hablad.
16 Entonces Pablo se levantó, y haciendo una señal
con la mano, dijo:
-Hombres de Israel y los que teméis a Dios, oíd. 17
El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres.
Enalteció al pueblo, siendo ellos extranjeros en la tierra de Egipto, y
con brazo levantado los sacó de allí. 18 Por un tiempo como
de cuarenta años los soportó en el desierto. 19 Luego
destruyó siete naciones en la tierra de Canaán, y les hizo heredar la
tierra de ellas; 20 como unos 450 años.
»Después de eso, les dio jueces hasta el profeta Samuel.
21 Y a partir de entonces pidieron rey, y Dios les dio por
cuarenta años a Saúl hijo de Quis, hombre de la tribu de Benjamín.
22 »Después de quitarlo, les levantó por rey a
David, de quien dio testimonio diciendo: "He hallado a David hijo de
Isaí, hombre conforme a mi corazón, quien hará toda mi voluntad."
23 De la descendencia de David, conforme a la promesa, Dios trajo
para Israel un Salvador, Jesús. 24 Antes de presenciar su
venida, Juan predicó el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de
Israel. 25 Entonces, cuando Juan terminaba su carrera, decía:
"¿Quién pensáis que yo soy? Yo no lo soy. Más bien, he aquí viene tras
mí uno de quien yo no soy digno de desatar el calzado de sus pies."
26 »Hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los
que entre vosotros temen a Dios: A nosotros nos ha sido enviado el
mensaje de esta salvación. 27 Porque los habitantes de
Jerusalén y sus gobernantes, por no reconocer a Jesús ni hacer caso a
las palabras de los profetas que se leen todos los sábados, las
cumplieron al condenarlo. 28 Sin hallar en él ninguna causa
digna de muerte, pidieron a Pilato que le matase. 29 Y como
habían cumplido todas las cosas escritas acerca de él, lo bajaron del
madero y lo pusieron en el sepulcro. 30 Pero Dios le levantó
de entre los muertos. 31 Y él apareció por muchos días a los
que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son
sus testigos ante el pueblo.
32 »Nosotros también os anunciamos las buenas
nuevas de que la promesa que fue hecha a los padres, 33 ésta
la ha cumplido Dios para nosotros sus hijos, cuando resucitó a Jesús;
como también está escrito en el Salmo segundo:
Mi hijo eres tú;
yo te he engendrado hoy.
34 »Y acerca de que le levantó de los muertos para
no volver más a la corrupción, ha dicho así: Os daré las santas y fieles
bendiciones prometidas a David. 35 Por eso dice también en
otro lugar: No permitirás que tu Santo vea corrupción. 36
Porque, después de haber servido en su propia generación a la voluntad
de Dios, David murió, fue reunido con sus padres y vio corrupción.
37 En cambio, aquel a quien Dios levantó no vio corrupción.
38 »Por lo tanto, hermanos, sea conocido de
vosotros que por medio de él se os anuncia el perdón de pecados. 39
Y de todo lo que por la ley de Moisés no pudisteis ser
justificados, en él es justificado todo aquel que cree. 40
Mirad, pues, que no sobrevenga lo que está dicho en los Profetas:
41 Mirad, burladores, asombraos y pereced.
Porque yo hago una gran obra
en vuestros días:
una obra que jamás la creeréis,
aunque alguien os la cuente.
42 Cuando ellos salían, les rogaron que el sábado
siguiente les hablasen de estos temas. 43 Entonces una vez
despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos
piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes les hablaban y les
persuadían a perseverar fieles en la gracia de Dios.
44 El sábado siguiente se reunió casi toda la
ciudad para oír la palabra de Dios. 45 Y cuando los judíos
vieron las multitudes, se llenaron de celos, y blasfemando contradecían
lo que Pablo decía. 46 Entonces Pablo y Bernabé, hablando con
valentía, dijeron:
-Era necesario que se os hablase a vosotros primero la
palabra de Dios; pero ya que la habéis desechado y no os juzgáis dignos
de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. 47
Porque así nos ha mandado el Señor:
Te he puesto por luz
a los gentiles,
a fin de que seas para salvación
hasta lo último de la tierra.
48 Al oír esto, los gentiles se regocijaban y
glorificaban la palabra del Señor, y creyeron cuantos estaban designados
para la vida eterna. 49 Y la palabra del Señor se difundía
por toda la región.
50 Pero los judíos instigaron a unas mujeres
piadosas y distinguidas y a los principales de la ciudad, y provocaron
una persecución contra Pablo y Bernabé, y los echaron de sus
territorios. 51 Entonces sacudieron el polvo de sus pies
contra ellos, y se fueron a Iconio. 52 Y los discípulos
estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.
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