3.- La gran herejía |
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de proseguir, debemos hacer hincapié en que nos hallamos en la región
del Languedoc, tierra no solo de romanos y merovingios, sino también de
templarios, y sobre todo, de cátaros. |
principio del siglo XIII lo actualmente llamado Languedoc no formaba parte
de Francia. Era un principado independiente cuya cultura y lengua guardaban
más semejanzas con los reinos de la Península Ibérica. En el Languedoc,
donde florecían las artes y las ciencias al estilo de Bizancio, se praticaba
una tolerancia religiosa que contrastaba con el fanatismo del resto de
Europa. A través del comercio marítimo mediterráneo y de los pirineos
se introdujeron doctrinas islámicas y judaicas, al mismo tiempo que el
catolicismo romano perdía devotos entre la población. Ello formó un propicio
caldo de cultivo para originar lo que a ojos de la Iglesia era la mayor
y más peligrosa herejía de la cristiandad: el catarismo. |
os
cátaros rechazaban la iglesia católica ortodoxa y aborrecían la misa.
Repudiaban la fe, al menos en la concepción católica, e insistían en la
gnosis como fórmula para el contacto directo y personal con lo divino,
así que negaban la validez de todas las jerarquías clericales. También
eran dualistas; pregonaban la existencia de dos dioses con una categoría
comparable, uno maligno y otro benigno. Para ellos, toda la creación material
se debía al dios del mal, el Rex Mundi, y era intrínsecamente mala.
Para la iglesia romana la doctrina cátara era sinónimo de herejía, pero
lo más grave de todo era la actitud que tomaban ante el propio Jesús.
Los cátaros consideraban a Jesús un ser mortal que en nada se diferenciaba
de los demás, que había muerto por sus propios pecados y no por la salvación
de la humanidad. No había nada místico en él, nada sobrenatural ni divino.
Y lo que es más, muchos cátaros dudaban de la crucifixión y se negaban
a adorar la cruz. |
átaros
y templarios convivieron en la misma época, y aunque aparentemente y dadas
sus creencias respectivas podríamos pensar a priori que ocuparían bandos
enfrentados, conocemos suficientemente a los Templarios para no extrañarnos
la posibilidad de un entendimiento mutuo. Ciertamente hay claros indicios
de que unos y otros simpatizaron. Muchos templarios descendían de linajes
cátaros, como el Maestre del Temple Bertrand de Blanchefort. También es
sabido que numerosos cátaros fueron acogidos en las filas templarias cuando
se desató contra ellos la ira de Roma en forma de cruzada, e incluso se
rumorea que muchos miembros del Temple del Languedoc profesaban la fe
cátara y no la católica. Durante la "cruzada contra los albigenses", como
fue llamada la represión de los cátaros, la postura de la Orden del Temple
fue ostensiblemente neutral y, a veces, da la impresión de que empuñaron
las armas en defensa de los herejes. |
La iglesia de Rennes-le-Château
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omo
hemos dicho, conociendo los valores que defendía el catarismo se nos hace
extraña la asociación, y sin embargo algunos ritos templarios nos lo recuerdan.
No creemos que los Templarios fuesen mayoritariamente cátaros, pero...
¿hay algo en sus creencias en lo que coincidían con ellos? Antes de dar
rienda suelta a las especulaciones es menester acabar de contar la historia
de Saunière. |
ras
su vuelta de París, Bérenguer Saunière, que era natural de la zona y conocía
bien la historia de la región, continuó con los trabajos de restauración
de la Iglesia y con otras obras diversas, gastando una espectacular fortuna,
incluso para los tiempos que corren. Acometió la construcción de una torre,
llamada Torre Magdala que utilizaría como biblioteca y edificó una opulenta
casa de campo a la que denominó Villa Bethania, que nunca llegó a ocupar.
¿Confirma esto que la Magdalena era tan sumamente importante, como podemos
extraer del estudio de la Orden del Temple y del Priorato de Sión? Los
nombres dados a la torre y a la villa, se refieren inequívocamente a ella.
Y un dato que hemos omitido intencionadamente hasta el presente momento:
la iglesia de Rennes-le-Château, escenario de la boda de Dagoberto II,
está consagrada, como no, a María Magdalena. ¿Y no hemos analizado ya
al merovingio Dagoberto y su supuesto linaje de una de las piezas claves
del secreto de los Templarios? Indiscutiblemente, esta iglesia parece
estar en el epicentro del misterio. |