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EL ROMPECABEZAS DE JESÚS
¿Acaso no hubo Jesús histórico ?
por Earl Doherty
Traductor: Hernán Toro
POST SCRIPTUM
La teoría de que el cristianismo podría haber empezado sin un Jesús de
Nazareth histórico ha sido fieramente resistida por el academicismo
neotestamentario desde que fue planteada por primera vez hace unos 200 años.
Siempre ha sido sostenida por una pequeña minoría de investigadores, usualmente
"externos" , sólo porque la gran mayoría que trabajan en el campo han sido
apologistas religiosos, con sus propios intereses confesionales. Incluso los
eruditos más "seculares"de hoy, como Burton Mack y J.D. Crossan, han pasado a
través del sistema, y sentirían tremenda resistencia personal y presión de sus
colegas contra cualquier salto hacia la negación de la historicidad de Jesús.
Pero hay inmensos problemas en la Investigación del Nuevo Testamento que
continúan eludiendo la solución, y en última instancia, la teoría de Jesús como
mito ofrece algunas respuestas que merecen que se les dé una mirada honesta, en
vez del rechazo y desdén automático (por no mencionar la refutación trivial) que
regularmente se concuerda en darle.
Después del primer artículo en mi serie, se me llamó la atención por dejar de
lado los testimonios no cristianos de Jesús, pero estos hacen todo, menos
soportar su existencia. Hasta casi el final del primer siglo, no hay ni un
murmuro de él en los registros paganos o judíos. El filósofo judío alejandrino
Filón, quien vivió hasta el 50 D.C. y escribió acerca de sectas inusuales como
los Terapeutas y los Esenios, no tiene nada que decir acerca de Jesús o los
Cristianos. Se dice que Justo de Tiberíades, un historiador Judío que trabajó en
Galilea en los años 80 (sus trabajos se perdieron), no había hecho mención
alguna de Jesús. Plinio el Viejo (muerto en el 79) recolectó datos de todo tipo
de fenómenos astronómicos y naturales, incluso aquéllos que eran legendarios y
que él mismo no veía necesariamente como fácticos, pero no registra ningún
prodigio asociado con las creencias de los cristianos, como un terremoto o un
oscurecimiento del firmamento en la crucifixión, ni ninguna estrella de Belén.
El primer satirizador romano en desdeñar una secta que creía en un fundador
judío crucificado que había sido un dios fué Luciano en los años 160, y Epícteto,
el gran filósofo estoico del inicio del siglo segundo, quien predicó la
hermandad universal a las masas pobres y humildes no muestra conocimiento de un
precursor Judío.
El famoso pasaje acerca de Jesús en las Antiguedades Judaicas de Josefo,
capítulo 18, (publicado cerca del 93) es ampliamente reconocida, tal como nos
llegó, como una interpolación Cristiana tardía. Habla ingenua y devotamente de
Jesús y le declara como el Mesías. Orígenes en el tercer siglo nos dice que
Josefo no creía en Jesús como el Mesías (Tal vez porque Josefo había dado dicho
título al emperador Vespaciano), mostrando que este pasaje no existía en su
copia. Pero, ni Orígenes ni ningún otro antes del siglo cuarto menciona alguna
vez cualquier referencia a Jesús. Esto debería ser suficiente (y hay otras
razones también) para descartar la réplica de que incluso aunque los cristianos
más tarde lo hayan modificado, el historiador judío debe haber insertado algo
acerca de Jesús en Antigüedades 18. Y acerca de la nota fugaz en Antigüedades 20
de que Jesús era el hermano de Santiago, Orígenes nos muestra que éste pasaje
también fué alterado en alguna parte a lo largo de la línea. Si existía alguna
referencia a Jesús en el original, pudo haber sido al Cristo espiritual, como en
Gálatas 1:19 (ver mi segundo artículo), y fué cambiado más tarde en términos más
históricos. (Para una discusión posterior sobre Josefo, vea Respuesta del Autor
a Steven en la sección Feedback del Lector)
El historiador Romano Tácito, en sus Anales escritos alrededor del 115, hace
la primera referencia pagana a Jesús como un hombre ejecutado en el reinado de
Tiberio. No es probable que esto sea resultado de la búsqueda en algún archivo,
porque los romanos difícilmente mantenían registros de las incontables
crucifixiones alrededor del imperio, remontándose a casi un siglo atrás . (No
había Software). Además, Tácito no es conocido como un investigador profundo,
que se ilustra por el hecho de que se equivoca al asignarle el título a Pilato.
Algunos eruditos reconocen que la "información" de Tácito probablemente vino de
rumores populares e interrogatorios policiales de cristianos; esto habría sido
en un momento en el cual la idea de un fundador histórico había obtenido arraigo
en Roma. La bien conocida Carta a Trajano de Plinio el Joven, escrita desde Asia
Menor alrededor del 112 y pidiendo consejo acerca de la persecución a los
cristianos, no dice nada acerca de un Cristo que fué un hombre histórico
reciente. Y la referencia de Suetonio cerca del 120 es tan breve e incierta que
puede ser que ni siquiera se refiera a los Cristianos.
Hay algunos en la desesperación que llamarán la atención acerca de oscuras
referencias en Talo y Flegón acerca de eclipses del sol supuestamente asociados
con la crucifixión , pero dichos escritores paganos llegan a nosotros sólo a
través de comentaristas Cristianos. Los últimos indudablemente han puesto su
propio giro a reportes que originalmente no tenían que ver con un Jesús.
Sobre referencias a Jesús en el Talmud Judío : incluso aunque algunas
observaciones son atribuídas a rabís que florecieron alrededor del final del
primer siglo (de ninguna forma antes), ellas no fueron escritas antes del tercer
siglo. De cualquier forma, son tan crípticas y fuera de lugar, que difícilmente
pueden ser identificadas con la figura del Evangelio. Como testimonio del Jesús
histórico no tienen ningún valor.
* * * *
Los comentarios y objeciones generales que he recibido acerca de mi serie
hasta aquí, pueden agruparse bajo el encabezamiento de "Las Cinco Falacias" de
las cuales ha sido culpable la investigación del Nuevo Testamento . (Asumiré la
familiaridad del lector con los primeros tres artículos.) La Primera Falacia es
la idea de que los judíos, tanto en Palestina como en el resto del Imperio,
pudieran haber teminado creyendo -o haber sido convertidos a la idea por otros-
de que un ser humano era el Hijo de Dios. Sabemos de comunidades cristianas por
todo el Mediterráneo oriental a los pocos años de la supuesta muerte de Jesús,
la mayoría si no todas, dentro de círculos predominantemente Judíos. Dichos
cristianos eran numerosos y lo suficientemente problemáticos en Roma ¡para ser
expulsados por Claudio en los años 40!. La visión cristiana tradicional nos
haría creer que dichas comunidades eran el producto de discípulos polvorientos
de Judea que se desplazaron a centros grandes y pequeños y casi de repente,
lograron convencer a un gran número de Judíos (al igual que Gentiles) de que un
humilde predicador del cual ellos nunca habian oído y que nunca habían visto,
ejecutado en Jerusalén como un subversivo, había resurgido de la muerte y era,
de hecho, el Hijo preexistente de Dios que le había ayudado a crear el universo.
Ésta es una proposición cómicamente absurda.
En mi primer artículo dije que la enseñanza teológica fundamental del
Judaísmo era: Dios es uno. Es cierto que los primeros cristianos judíos, como
Pablo, estaban flirteando con un compromiso al monoteísmo al postular un Hijo
divino en el cielo, incluso aunque fuera totalmente espiritual en naturaleza y
se concibiera como parte de Dios; este Hijo fué derivado de la escritura y fué
una expresión de la prominente idea filosófica de la era de que la Deidad
Suprema emitió emanaciones de sí mismo que servían como intermediarias con el
mundo. Pero esto está muy lejos de convertir un hombre reciente que había
caminado por las arenas de Palestina en una parte del Dios Supremo. (eran
esencialmente Gentiles quienes más tarde iban a crear tal idea, y ésto produjo
la "separación de caminos " entre el movimiento cristiano y sus raíces judías.)
Cualquier judío se habría paralizado ante el mensaje sin precedentes de que un
hombre era Dios. En una sociedad en la cual la separación absoluta entre lo
divino y lo humano era una obsesión, el Dios Judío no podría ser representado
ni siquiera por la sugerencia de una forma humana y miles descubrieron su nuca
ante el filo de las espadas de Pilato simplemente por protestar contra las
imágenes humanas en los pedestales romanos elevados sobre las paredes de la
fortaleza que miraba al templo. El creer que judíos ordinarios iban a rendir
culto a cualquier ser humano, no importa cuán impresionante fuera, ni cuántos
títulos de divinidad e identificación plena con el antiguo Dios de Abraham
tuviera éste, es simplemente inconcebible.
No sólo se asume que Pablo hizo esto, sino que lo hizo sin decirnos nunca que
alguien lo haya retado en esto, que él hubiera tenido que defender una
proposición tan Blasfema. Su comentario en 1 Cor.1:23 de que la cruz de Cristo
es un "escáncalo" se refiere a la idea de que el Mesías espiritual divino
hubiera sido crucificado (en un entorno mítico), no a que un hombre reciente
fuera Dios.
La segunda falacia es una extensión de la primera, y la toqué en el tercer
artículo. Los eruditos se encuentran ante una variedad de expresiones en la
cristiandad primitiva que deja peplejo. Muchos círculos de creencia carecían de
doctrinas cristianas fundamentales, y diferentes aspectos de Jesús parecen haber
sido preservados en comunidades separadas. La academia moderna más liberal ha
propuesto un curioso escenario para explicar todo esto. Se supone que varios
grupos que estuvieron en contacto con Jesús o con el movimiento misionero
alrededor de él, centraron su atención en diferentes aspectos de él, algunos en
sus enseñanzas exclusivamente, otros en los milagros, otros incluso en el
mensaje acerca de su muerte y la percepción de la resurrección como un acto
redentor. Algunos salieron con interpretaciónes únicas de él. Algunos de estos
grupos lo vieron en términos enteramente humanos (La llamada "Gente de Jesús"),
mientras que otros, como Pablo, lo convirtieron en Dios y abandonaron todo
interés en su vida e identidad terrenal previa a la resurrección (Los cristianos
del "Hijo de Dios").Burton Mack sugiere que esta deificación cúltica de Jesús
tomó lugar bajo la influencia de Gentiles en círculos Helenísticos como
Antioquía. Pero esto difícilmente explica a Pablo, un Judío de nacimiento y de
crianza que fue convertido entre 2 y 5 años después de la supuesta muerte de
Jesús. ¿Acaso se desarrolló de repente una mitología completamente helenista
alrededor de Jesús, en el corazón de Jerusalén – y Pablo la enguyó? ¿O tal vez
desde el inicio no creía en Jesús como el Hijo de Dios? Tal vez tengamos que ver
la teología de las cartas de Pablo, nuestro más primitivo registro escrito dos
décadas despues, como el resultado de algún tipo de influencia impactante
ejercida sobre él por Gentiles en Antioquía.
Tales escenarios fracasan en proveer alguna explicación convincente al por
qué habría tenido lugar dicha fragmentación inmediata, por qué el movimiento
cristiano empezó como "fluido y amorfo" (James Robinson). Mack admite que "gran
parte de la evidencia es de segunda mano, y toda ella es tardía." Precisamente.
De un registro de multiplicidad, los eruditos cristianos han deducido un único
fundador y punto de origen que se basa en una etapa tardía: la historia del
Evangelio, formada por la denominada reconvergencia de los hilos divergentes
originales. Pero ningún documento registra este postulado fenómeno inicial de
"respuestas" diferentes al hombre histórico, este rompimiento de Jesús en sus
partes componentes. Dado un registro cuya manifestación más primaria no es sino
la diversidad, el sentido común nos obliga a asumir la probabilidad de que, de
hecho, éste fuera el estado incipiente y que la nueva fé surgió en muchos
lugares diferentes con muchas expresiones diferentes. (Algunos elementos, como
las enseñanzas, podrían no haber tenido conexión con Jesús en sus etapas más
tempranas.) La mayoría de esta diversidad iba a ser reunida y remoldeada más
tarde bajo una nueva figura compuesta, cortesía de los evangelistas.
El anterior tipo de escenario involucra una tercera falacia. Los académicos
se han hecho preguntas como la de Elizabeth Schlüsser-Fiorenza durante mucho
tiempo: "¿Por qué los himnos (cristológicos) usan el lenguaje del mito para
hablar de Jesús de Nazareth, quien no fue una figura mítica sino una persona
histórica concreta?" Ya anoté en el primer artículo que la más temprana
expresión de Jesús que encontramos en el registro cristiano lo presenta
exclusivamente como una figura cósmica, el creador preexistente y encargado del
universo (Pablo y su escuela), un Sumo Sacerdote celestial y una entidad del
tipo del Logos Platónico (Epístola a los Hebreos), un redentor que desciende en
el reino espiritual (Himnos prepaulinos) y continúa así. Se dice que todas estas
representaciones de Jesús son las formas que varios círculos adoptaron para
"interpretar" al hombre Jesús de Nazareth – de acuerdo con la escritura y con
conceptos míticos y filosóficos de moda. Pero ayudaría si alguno de estos
escritores primitivos nos diera aunque fuera una pista de que dicha intención
estuviera en algún lugar en sus mentes. ¿Cómo vamos a entender una
"interpretación" cuando el objeto que supuestamente está siendo interpretado no
se menciona nunca? John Knox señala a Efesios 1:3-10 como una especie de drama
mitológico creado para explicar a Jesús, en términos enteramente sobrenaturales.
Knox habla de "el hombre Jesús recordado" y "la maravilla de sus hechos y su
palabra." ¿Pero dónde están estas cosas en Efesios 1:3-10, o en las demás
partes? El dice que el mito ha sido creado basado en recuerdos del Señor, pero
¿dónde están estos recuerdos? No podemos aceptar la afirmación de Knox de que el
mito en Efesios se construyó sobre "datos históricos" cuando los datos nunca son
señalados y ni siquiera se les hace alusión. Una mejor explicación sería que los
datos históricos han sido añadidos al mito en un tiempo posterior. La totalidad
del concepto de que los escritores cristianos primitivos están "interpretando" a
Jesús de Nazareth sabiendo que nunca lo mencionan es una descarada "lectura" del
texto de parte de aquéllos que deben ver la supuesta figura histórica detrás de
toda esta presentación escritural y mitológica.
Buscando una explicación para el silencio sepulcral de Pablo sobre el Jesús
histórico, los eruditos nos han brindado una cuarta falacia. Ellos racionalizan
que Pablo "no tenía interés" en la encarnación terrenal de Jesús, que su
teología no lo requería. Esto es difícil de comprender. La fe de Pablo está
centrada en la crucifixión. ¿Qúe bizarros procesos mentales podrían posiblemente
haberle conducido a desencarnarla, a desligarla de su tiempo y lugar histórico y
de la vida que culminó en el Calvario? ¿Por qué transplantaría el gran acto
redentor a algún entorno mitológico de poderes demónicos que fueron responsables
de "crucificar al Señor de gloria"(1Cor.2:8)? ¿Por qué le daría a Cristo
"significado sólo como un ser divino trascendente?"(Herman Ridderbos)
¿ Y qué acerca de los detalles de la vida de Jesús? ¿No podría haber servido
Pilato como un ejemplo de la "sabiduría del mundo" que no pudo entender la
"sabiduría de Dios"? Para Pablo, el bautismo es el principal sacramento del
ritual Cristiano; por medio de él (entre otras cosas) los creyentes recibían el
Espíritu y eran adoptados como hijos de Dios. Y aún así, tenemos que asumir que
Pablo, al presentar su rito bautismal (como en Romanos 6) no le importó nada el
propio bautismo de Jesús por parte de Juan, ni las tradiciones de que él había
recibido el espíritu en forma de paloma, que había sido adoptado como Hijo por
el Padre en la voz que se oyó del cielo. Tenemos que asumir que en todos los
debates cáusticos en los cuales estuvo envuelto en sus cartas, como el de la
validez de las leyes judías sobre la dieta, Pablo nunca sintió necesidad de
introducir las propias acciones y enseñanzas del Señor con respecto a los
tópicos en disputa. ¿ Tenemos que aceptar, también, que los signos y maravillas
terrenales de Jesús no hubieran sido una vitrina de valor incalculable para los
Gentiles, inmersos como estaban ellos en tradiciones paganas populares del
"hombre divino" que ejecuta actos maravillosos, un concepto que fijó la carrera
terrenal de Jesús a una "T"? ¿Y tenemos que creer que, incluso si Pablo hubiera
expulsado de su propia cabeza la vida humana de Cristo, sus audiencias y
conversos igualmente no sintieron interés y no lo presionaron por detalles de
los dichos y hechos terrenales de Jesús – algo de lo cual no muestra ni un signo
en sus cartas? En cualquier caso, las explicaciones para el silencio y la
carencia de interés de Pablo tendrían que aplicarse a todos los otros escritores
primitivos de epístolas, quienes son igualmente silenciosos – una situación tan
extraordinaria como para desafiar la racionalización. En medio de éstas
consideraciones, el argumento del silencio se vuelve legítimo y convincente.
Finalmente, muchas personas hoy dia encuentran cada vez más aceptable la
dirección que la academia más liberal está siguiendo recientemente: Que Jesús
fue sólo un Hombre, un predicador Judío que de alguna forma fue divinizado
después de su muerte, una muerte que no terminó en una resurrección. Pero me
parece que aquí enfrentan un dilema insalvable, una Quinta Falacia. Primero que
todo, dicha divinización en la escala que Jesús experimentó hubiera sido
absolutamente sin precedentes, y no hay un entorno cultural más improbable para
que esto hubiera sucedido que un entorno Judío. Tampoco es gradual esta
divinización, una línea gráfica que asciende a medida que su reputación crece, a
medida que las cosas que hiciera en su vida tomaran un tomaran mayor altura y
fueran reinterpretadas. Más bien, no podemos encontrar al inicio ninguna
evidencia de esto, Jesús ya está en el punto más alto posible, formado en una
figura enteramente mitológica: totalmente divino, preexistente antes de la
creación del mundo, moviéndose en esferas celestiales y enfrentándose a fuerzas
demónicas. Aquellos hechos de su vida que pudieron haber contribuído a tal
elevación no son evidenciados en ninguna parte.
Pongamos el dilema de esta forma: Si este hombre Jesús hubiera ejercido en
sus seguidores y en los miles de creyentes que respondieron tan fácilmente a su
mensaje, el efecto explosivo que se afirma que de él, dicho hombre hubiera
tenido que haber brillado en el firmamento de su tiempo. Aquél impacto hubiera
estado basado en la fuerza de su personalidad, en las cosas únicas que dijo e
hizo. No hay otra forma.
A pesar de todo, el cuadro que vemos inmediatamente después de la muerte de
Jesús, y durante las dos generaciones siguientes en cada documento existente,
contradice esto de plano. La estrella fulgurante se pierde de vista
inmediatamente. Ningún historiador, filósofo o escritor popular contemporáneo lo
registra. No hay señal de ninguna tradición o fenómeno asociado con él. Por más
de medio siglo los mismos escritores cristianos ignoran totalmente su vida y
ministerio. No se cita ni un solo dicho. No hay asombro por ningún milagro. No
se refiere a ningún aspecto de su personalidad humana anclado dentro de algún
entorno biográfico. Los detalles de su vida, los lugares de su carrera: no
generan ningún interés en ninguno de sus creyentes. ¡Éste es un eclipse que ni
siquiera nos concede un rastro de una corona!
Si, de otro lado, Jesús fue solamente un ser humano ordinario, un modesto (si
algo carismático) predicador Judío, quien realmente dijo poco de lo que se le ha
imputado, que no ejecutó verdaderos milagros, y que por supuesto, no surgió de
entre los muertos – todo lo cual puede explicar por qué no atrajo gran antención
y por qué su vida pudo haber sido ignorada como intrascendente por sus
seguidores tardíos – ¿cuál, entonces, es la explicación para que dicha
personalidad pudiera haber dado origen al amplio rango de respuestas que
postulan los académicos, a la teología cósmica acerca de él, a la convicción de
que él había surgido de entre los muertos, al imparable movimiento que los
cristianos primitivos parecen haber sido? Éste es un dilema sin solución.
Si todo lo que tenemos en el registro cristiano más primitivo es esta figura
divina cósmica que se mueve en esferas mitológicas – justo como todas las otras
deidades salvadoras del momento – ¿no nos vemos empujados a aceptar, por
principios científicos, que éste y no otro, fue el objeto de la adoración
cristiana primitiva? Si podemos presentar un proceso lógico para sustentar esto,
por medio del cual se ve cómo dicha figura toma una biografía y un lugar en la
historia, ¿ tenemos alguna justificación para continuar manteniendo que el
Cristo cósmico, divino, surgió del Jesús de Nazareth humano?
* * * *
"Como historiador, no sé con certeza si Jesús realmente existió, si él es
algo más que una quimera de algunas imaginaciones hiperactivas... Desde mi punto
de vista, no hay nada acerca de Jesús de Nazareth que podamos conocer más alla
de cualquier posible duda. En la vida mortal que tenemos sólo hay
probabilidades. Y el Jesús que los eruditos han aislado en los antiguos
evangelios, evangelios que están hinchados de la voluntad de creer, puede llegar
a ser sólo otra imagen que únicamente refleja nuestros más profundos anhelos."
Robert W. Funk, Fundador y Copresidente del Seminario de Jesús (De La Cuarta R,
Enero-Febrero 1995.)
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