EL ROMPECABEZAS DE JESÚS
¿Acaso no hubo Jesús histórico ?
por Earl Doherty
Traductor: Hernán Toro
PARTE UNO : UNA CONSPIRACIÓN DE SILENCIO
Alrededor del año 107, el obispo cristiano de Antioquía hizo un último y
penoso viaje. Bajo escolta militar, Ignacio viajó por tierra desde Antioquía
hasta Roma, donde en su brutal arena iba a morir una muerte de martir. A lo
largo del camino él escribió a varias comunidades cristianas.
A los Tralianos el dijo : "Cierren sus oídos entonces si alguien les predica
sin hablar de Jesucristo. Cristo fue del línaje de David. Él era el hijo de
María ; él verdaderamente nació, comió y bebió, fue realmente perseguido bajo
Poncio Pilato, fué realmente crucificado....Él fué también realmente levantado
de entre los muertos.
Pero hay algo muy curioso acerca del hecho de tales ideas en las cartas de
Ignacio. Dejemos de lado los Evangelios por ahora, excepto para decir que no hay
buena razón para fechar ninguno de ellos antes de muy avanzado el primer siglo,
y miremos el cuerpo remanente de escritos cristianos supervivientes en la época
de Ignacio.
El plano incluye las cartas genuinas de Pablo, escritas en los años 50;
cartas escritas más tarde bajo su nombre : Colosenses, Efesios, 2
Tesalonicenses, las tres pastorales(1 y 2 de Timoteo & Tito); otras espístolas
del Nuevo Testamento : Santiago, Hebreos, Judas, 1 y 2 de Pedro, 1, 2 y 3 de
Juan; Revelación. También están incluidos escritos no canónicos: 1 de Clemente,
la Didaché (Más tarde llamada las enseñanzas de los 12 Apóstoles), las cartas de
Ignacio, y la epístola de Bernabé. Las fechas de muchos de estos documentos
(todos originalmente escritos en griego) son difíciles de fijar y aquí son sólo
tratadas de forma aproximada.
Muchas veces en sus cartas, Ignacio enfatiza su creencia en Jesus como el
hijo de María, como un hombre que había vivido
en la época de Herodes, que había sufrido y muerto bajo Poncio Pilato. Cada
Cristiano estaría de acuerdo de que estos son
elementos esenciales de la historia del Evangelio junto con el retrato de Jesús
como un maestro ético, como ejecutante de milagros, un predicador apocalíptico
de la llegada del Reino de Dios. Y aún así, cuando pisamos por fuera de aquellos
Evangelios en la mucho más enrarecida atmósfera de las epístolas del primer
siglo, encontramos un gigantesco rompecabezas.
Antes de Ignacio no se va a encontrar ni una sola referencia a Poncio Pilato,
el ejecutor de Jesús. Ignacio es tambien el primero en mencionar a María; José,
el padre de Jesús, no aparece en ninguna parte. La más antigua referencia a
Jesús como algún
tipo de maestro viene en la primera carta de Clemente justo antes de Ignacio,
quien parece curiosamente inadvertido de cualquiera de las enseñanzas de Jesús.
Para encontrar el primer indicio de Jesús como Taumaturgo, debemos movernos más
alla de Ignacio hasta la epístola de Bernabé. Otros elementos notables de la
historia del Evangelio son igualmente difíciles de
encontrar.
Este extraño silencio sobre el Jesús de los evangelios que impregna casi un
siglo de correspondencia cristiana pide a gritos una explicación. No puede ser
ignorado como algún capricho inconsecuente, o por la observación descuidada
hecha por el academicismo Neotestamentario de que los escritores cristianos
primitivos "no mostraban interés" en la vida terrenal de
Jesús. Algo está pasando aquí. En este primer artículo de una seria de tres,
vamos a examinar detalladamente esta "conspiración de silencio" en la cual
Pablo y todos los demás escritores cristianos del primer siglo parecen estar
confabulados.
El cristianismo nació dentro del Judaísmo, cuya enseñanza teológica básica
fué : Dios es Uno. La más grande blasfemia para un judío hubiera sido asociar
cualquier hombre con Dios. Aún así, ¿Qué hicieron estos primeros cristianos?
Aparentemente, ellos tomaron alguien visto como un criminal crucificado y lo
convirtieron el el Hijo de Dios y Salvador del Mundo. Le dieron títulos y roles
previamente reservados únicamente para Dios. Le hicieron preexistente:
compartiendo la divinidad con Dios en el cielo antes de que el mundo fuera
hecho. Esto no fué algo que hubiera evolucionado con el tiempo. Todo este
pensamiento altamente espiritual y mitológico es la más temprana expresión
acerca de Jesús.
No obstante, hay un profundo silencio en Pablo y los otros escritores del
primer siglo. Lo podríamos llamar "La Ecuación Perdida". Ninguno de estos
escritores afirma en ninguna parte que este Hijo de Dios y Salvador, este Cristo
cósmico del cual todos están hablando, era el hombre Jesús de Nazareth
recientemente enviado a la muerte en Judea. En ninguna parte hay una defensa de
esta proposición descabellada y blasfema, el primer elemento necesario
(presumiblemente) en el Mensaje cristiano: que un hombre reciente era Dios.
Dicha defensa hubiera sido requerida aún para una audiencia de Gentiles. Los
griegos y Romanos tenían sus propias filosofías religiosas, que incluían la idea
de un Hijo divino, de un intermediario entre Dios y el mundo, pero dichos
conceptos espirituales nunca habían sido igualados con un ser humano.
En contraste, miremos los Hechos de los Apóstoles, escritos bien entrado el
segundo siglo. En el capítulo 2, Pedro se representa hablando a los judíos así :
"Hombres de Israel, escuchen mis palabras : Jesús de Nazareth, un hombre
"probado ante ustedes por Dios..." Y sigue predicando acerca de éste Jesús, a
quien "Dios ha hecho Señor y Cristo".
Aquí está la ecuación perdida en las epístolas del primer siglo. Empieza con
el Jesús humano y le declara que fué divino o que fué hecho divino. Pablo y
otros escritores primitivos, sinembargo, parecen hablar exclusivamente de un
Cristo divino. Él es una especie de don, nunca identificado con un ser humano
reciente. Se estipulan creencias espirituales acerca de éste Cristo e Hijo de
Dios divino.
1 Corintios 8 :6, por ejemplo, dice: "Para nosotros hay un Dios, el Padre,
del cual proceden todas las cosas y hay un solo Señor, Jesus Cristo, por quién
son todas las cosas y por quien somos nosotros." De la misma carta, Pablo recita
el evangelio que predicó (15 :3-4) : "Que Cristo murió por nuestros pecados de
acuerdo con las escrituras; que fue enterrado; que fué levantado en el tercer
día de acuerdo con las escrituras." ¿Por qué la igualación de este Salvador
divino con el reciente Jesús de Nazareth no sería una parte necesaria y natural
de al menos algunas de las declaraciones de fé o aún, de argumentos y
discusiones simples que encontramos en todas las epístolas del primer siglo?
Esta igualación está perdida de forma notoria en 1Corintios 1, 18 y ss, donde
Pablo está defendiendo la sabiduría de Dios y la aparentemente absurda doctrina
Cristiana, aunque no siente necesidad de incluir una defensa del sinsentido de
que un ser humano ha sido elevado a la divinidad. Dejaré al lector que mire
cuidadosamente otros pasajes, como Filipenses 2 :6-11, Colosenses 1 :15-20, el
primer capítulo de la Epístola a los Hebreos (La lista podría crecer
indefinidamente), para que se pregunte dónde está el reciente Jesús de Nazareth
en todo ésto, el hombre que supuestamente había caminado sobre la misma tierra
en que estos escritores también habían asentado el pie, en muchos casos, durante
sus propias vidas.
Considere otro gran silencio: sobre las enseñanzas de Jesús. Las epístolas
del primer siglo regularmente dan máximas morales, dichos, admoniciones que en
los evangelios son pronunciadas por Jesús, sin atribuírselas nunca a él. El
bien conocido "Ama a tu prójimo", originalmente del Levítico, se cita en
Santiago, La Didaché, y tres veces En Pablo, aunque ninguna de ellas apunta que
Jesús hizo de ésto una pieza central de su propia enseñanza. Pablo (1 Ts. 4 :9)
y también el escritor de 1 Juan de hecho, atribuyen dichos mandamientos de amor
a Dios, ¡y no a Jesús !
Cuando Hebreos habla de la "voz" de Cristo hoy ( 1, 2 y ss; 2,11; 3,7;
10,5 ), ¿Por qué todo eso es extraído del Antiguo Testamento? Cuando Pablo en
Rom 8 :26, dice que "no sabemos cómo debemos orar," ¿significa ésto que no está
enterado
de que Jesús enseñó El Padre Nuestro a sus discípulos? Cuando el escritor de 1
Pedro insiste en , "no devolver mal con mal, sino que devuelvan bendiciones,"
¿ha olvidado el "Enseña la otra mejilla" de Jesús? Rom 12 y 13 es una letanía de
ética cristiana, como lo es la epístola de Santiago y partes de la instrucción
de los "Dos Caminos" en la Didaché y en la epístola de Bernabé; pero aunque
muchos de estos preceptos corresponden a las enseñanzas evangélicas de Jesús, ni
una única alusión se hace en su dirección. Dichos ejemplos podrían multiplicarse
por docenas.
De pasada, debe notarse que esa media docena de "palabras del Señor" que
Pablo promulga como guías para ciertas prácticas en sus comunidades cristianas
no son de algún registro de pronunciamientos terrenales hechos por Jesús. Es una
característica reconocida de los movimientos cristianos primitivos que los
predicadores carismáticos como Pablo se creían a sí mismos en un estado de
comunicación directa con el Cristo espiritual en el Cielo, recibiendo
instrucción e inspiración de él .
El cristianismo y otras sectas Judías creían que el fin del mundo y el
establecimiento del Reino de Dios estaba a la vuelta de la esquina. Pablo le
dice a sus lectores : "El tiempo que vivimos no durará mucho", y " Ustedes saben
que el Día del Señor viene como un ladrón en la noche." ¿Pero puede estar Pablo
desinformado acerca de que Jesús mismo había hecho casi idénticas predicciones
apocalípticas, como se registra en pasajes como Mc.13,30 y Mt. 24,42 ? El no
hace ni una alusión de ésto.
Él y otros igualmente parecen ignorantes de la postura de Jesús con respecto a
la limpieza de alimentos, sobre la cuestión de aceptar la totalidad de la ley
Judía, sobre el tema de predicarle a los Gentiles, incluso en situaciones donde
están enfrascados en encarnizados debates sobre dichos tópicos.
Ni siquiera hay alguna referencia en las epístolas a Jesús como el Hijo del
Hombre, no importando el hecho de que los Evangelios están llenos de esta
autodesignación favorita de Jesús. Esta figura apocalíptica, tomada del Libro de
Daniel (7,13), aparece en un cúmulo de documentos sectarios Cristianos y Judíos
alrededor del final del primer siglo, incluyendo los Evangelios, donde Jesús
mismo se declara ser quien llegará al final de los Tiempos en las nubes del
cielo para juzgar al mundo y establecer el Reino. Parece inconcebible que Pablo,
con toda su preocupación acerca del fin inminente (ver 1 Tes.4, por ejemplo)
estuviera, ya sea desinformado o decidiera ignorar, el rol declarado por Jesús
como el Hijo del Hombre, .
Pero el silencio se extiende más allá de los pronunciamientos individuales
del ministerio de Jesús como un todo, y en ninguna parte es más asombroso que en
Rom.10. Pablo está ansioso de mostrar que los Judíos no tienen excusa para no
creer en Cristo y ganar la salvación porque ellos han oído la buena nueva acerca
de él de parte de mensajeros señalados como Pablo mismo. Y él contrasta los
apáticos judíos con los gentiles que lo han recibido. ¡Pero seguro que Pablo ha
olvidado lo deslumbrantemente obvio ! Porque los Judíos -o al menos algunos de
ellos- supuestamente habían rechazado ese mensaje
directamente de los mismísimos labios de Jesús en persona, en contraste con los
gentiles que habían creido de segunda mano. En el verso 18 Pablo pregunta
dramáticamente : "¿Pero puede ser que ellos nunca lo hayan oído (es decir, el
mensaje)?" ¿Cómo pudo fallar en enfatizar el rechazo de la misma persona de
Jesús por parte de sus coterráneos ? Así, todo a lo que se refiere son los
apóstoles como él mismo, quien ha "predicado hasta los confines del mundo."
Entonces, en Rom.11, Pablo continúa componiendo este increíble silencio,
describiendo la extensión del rechazo de Israel,
en donde el cita las palabras de Elías de 1 Reyes acerca del supuesto hábito de
los judíos (realmente un mito infundado)
de matar sus propios profetas. Aún así, ¡Pablo falla en adicionar a este
registro la atrocidad culminante de matar al Hijo de Dios mismo! (Para 1 Tes.2
:15-16, ver el siguiente artículo.)
Ésta es una característica recurrente de las cartas de Pablo : el ignora
totalmente la carrera reciente de Jesús y pone el foco de la revelación y la
salvación enteramente sobre el movimiento misionero del cual él es el miembro
más prominente (según él lo ve). Las cartas pseudopaulinas también hacen ésto .
Lea pasajes como Rom.16,25; Col.1,25-27; Ef.3,5-10 y pregúntese Ud. mismo
¿dónde está el papel de Jesus en revelar el por largo tiempo oculto Plan Secreto
de Dios para la salvación ? ¿Por qué en 2 Cor.5,18 es Pablo quien ha recibido el
ministerio de reconciliación entre el hombre y Dios, y no Jesús en su
ministerio? (La críptica y ubicua pequeña frase : "en" o "por medio de Cristo"
que Pablo a menudo inserta en pasajes como éste, difícilmente compagina con
dicho significado, y hablaré acerca de qué si lo hace en el siguiente artículo.)
La perspectiva de Pablo del presente período conduciendo al fin del mundo
parece no tomar en cuenta la actividad reciente de Jsús en la tierra. El no da
ningún "intermedio", ningún período entre la muerte y resurrección de Cristo, y
su futura venida. Pasajes en Rom. 8 y 13, y especialmente 2 Cor. 6,2 no
conciben ningún impacto de la reciente carrera de Jesús en la progresión desde
la era antigua a la nueva; en cambio, es la actividad actual de Pablo la que es
una parte integral de este proceso. Él tampoco toca nunca la pregunta que
hubiera reflejado las expectativas populares: ¿Por qué la verdadera llegada del
Mesías no produjo por si misma la llegada del Reino ? (En las epístolas, nunca
se habla de la esperada Venida de Cristo al final de los tiempos como de un
"Regreso" o segunda Venida; la impresión que ésto produce es que ésta sería su
primera aparición en persona en la tierra.)
Ninguna epístola del primer siglo menciona nunca que Jesús ejecutara
milagros. En algunos casos el silencio es impactante.
Tanto colosenses como Efesios ven a Jesús como el Salvador cuya muerte ha
rescatado la humanidad de los poderes demoníacos que se creía inundaban el
mundo, causando pecado, enfermedad y mala fortuna. Pero ni siquiera en estas
cartas hay alguna mención de los milagros de sanación de los cuales están llenos
los Evangelios, aquellos exorcismos que pudieron haber mostrado que Jesús había
subyugado dichos demonios aún mientras estaba en la tierra.
En 1 Cor.15, Pablo está ansioso de convencer a sus lectores de que los
humanos pueden ser resucitados de la muerte.
Entonces, ¿Por qué no apunta a cualquiera de las tradiciones de que Jesús mismo
había levantado a varias personas de la muerte? ¿Dónde está Lázaro?
En varias cartas, Pablo trata con acusaciones hechas por ciertos rivales no
nombrados de que él no es un apóstol legítimo.
Incluso Pedro y Santiago disputan su autoridad de hacer ciertas cosas. ¿Podemos
creer que en tales situaciones ninguno
hubiera usado el argumento de que Pablo no había sido un seguidor verdadero de
Jesús, mientras que los otros si lo fueron ?
Pablo nunca discute el punto. De hecho, el afirma (1 Cor.9,1 y 15,8) que él ha
"visto" al Señor en la misma forma que Pedro y todos los demás lo han hecho.
Ésta es una referencia obvia a las visiones, una de las formas estándar de
revelación religiosa en éste período.
Y ¿Cómo pudo Pablo, en Gal 2,6 desdeñar con tal falta de interés a aquéllos
que habían sido los verdaderos apóstoles de
Jesús mismo? Pero él no está solo en no concederles ningún estatus especial. El
verdadero concepto de "apóstol" en los escritos cristianos primitivos es amplio,
significando simplemente un predicador del mensaje (es decir, el "evangelio")
acerca de
Cristo. Nunca se aplica a un grupo selecto de Doce que supuestamente poseían
autoridad especial debida a su apostolado de Jesús mientras él estaba en la
tierra. ( Está lejos de ser claro a qué se refiere "Los Doce" en 1 Cor. 15,5
puesto que Pablo lista a Pedro y "Los apóstoles " por separado.)
Tampoco hay ningún concepto de tradición apostólica en los escritores del
primer siglo, ninguna idea de enseñanzas o
autoridad pasada en una cadena, yendo hacia atrás hasta los Apóstoles originales
y Jesús mismo. En cambio, todo es
desde el Espíritu, significando revelación directa de Dios, con cada grupo
alegando que el Espíritu que han recibido es el genuino y refleja el verdadero
evangelio. Ésta es la base de la afirmación de Pablo contra sus rivales en 2
Cor. 11,4. El escritor de 1 Juan, en su declaración (4,1 y ss) de que el Hijo de
Dios ha venido en la carne, no se basa en ninguna tradición apostólica ni en
ningún registro histórico sino que debe exigir validez por su propio Espíritu,
como opuesto al falso Espíritu de los disidentes, inspirado por Satan. En el
capítulo 5, él declara que es el testimonio de Dios a través del Espíritu el
que produce la fé en el Hijo, no varias décadas de predicación cristiana
remitiéndose hasta Jesús mismo. ¿Cómo pudo este escritor en la comunidad de
Juan, que más tarde produjo el cuarto evangelio, decir (5,11) que es Dios quien
ha revelado la vida eterna, e ignorar todos aquellos memorables dichos de Jesús
como "Yo soy la resurrección y la vida" que aquél Evangelio tan ricamente
registra?
Al igual que el gran señalamiento de Pedro por parte de Jesús como la "roca"
sobre la cual su Iglesia iba a ser construida, nadie en el primer siglo
(incluyendo los escritores de 1 y 2 de Pedro) lo cita alguna vez en los
constantes debates sobre autoridad.
El agente de toda la actividad reciente parece ser Dios, no Jesús. Pablo
habla de "el evangelio de Dios", "el mensaje de Dios".
Es Dios apelando y llamando al creyente cristiano. 2 Cor. 5,18 nos dice que
"desde el principio hasta el final, ésta ha sido la obra de Dios" (Nueva
traducción inglesa de la Biblia). En Rom.1,19 el vacío es alarmante. Pablo
declara : "Todo lo que puede ser conocido de Dios por los hombres... Dios mismo
se lo ha revelado a ellos." ¿ No fué Jesús quien reveló a Dios?, ¿dónde los
atributos no visibles de Dios en Jesús ? ¿Cómo pudo cualquier cristiano
expresarse de ésta forma en que lo hacen tantos cristianos primitivos?
También merecen mención unas pocas omisiones secundarias . Ninguna epístola
del primer siglo, aún cuando discuten el butismo cristiano, menciona alguna vez,
ya sea el propio bautismo de Jesús, o la figura de Juan el Bautista. 1 Clemente
17,1 habla de aquéllos que proclamaban la venida del Mesías, pero incluye
unicamente a Elías, Eliseo y Ezequiel. El architraidor
Judas nunca aparece, ni siquiera en un pasaje como Hebreos 12,15 donde el autor,
al advertir contra los miembros venenosos en medio de la comunidad, ofrece la
figura de Esaú como un ejemplo, quien "vendió su herencia por una única comida".
¡Seguro que vender al Hijo de Dios por treinta piezas de plata hubiera sido una
comparación muchísimo más dramática !
Hebreos también contiene (9,20 y ss) un asombroso silencio sobre el
establecimiento de Jesús de la Eucaristía cristiana. El
escritor está comparando la antigua alianza con la nueva, pero ni siquiera las
citadas palabras de Moisés en la inauguración de la primera : "ésta es la sangre
de la alianza que Dios ha ordenado sobre Ustedes", pueden moverlo a mencionar
que Jesús había establecido la nueva alianza en la Última Cena, usando casi
idénticas palabras, como lo registran Mc.14,24 y sus paralelos . El vá más allá
aún en el capítulo 13 cuando inconmoviblemente declara que los cristianos no
comen un alimento de sacrificio. La Didaché 9 presenta una Eucaristía que es
solamente una comida de acción de gracias a Dios, sin ningún significado
sacramental y no establecida por Jesús.
Esto nos deja con 1 Cor. 11,23 y ss, la declaración de Pablo acerca de las
palabras de Jesús en lo que él llama la Cena del Señor. Tocaré ésto en el
próximo artículo, al igual que unos pocos tópicos en varias cartas que parecen
llegar a a acercarse ambiguamente a un referirse a una vida reciente de Cristo.
He hecho poco más que rasguñar la superficie de esta "conspiración de
Silencio" encontrada en las epístolas del primer siglo. Pero me gustaría
concluir mirando a una omisión flagrante en la que ninguno, por lo que sé, ha
hecho caer en cuenta.
¿Dónde están los lugares sagrados ?
En todos los escritores cristianos del primer siglo, en toda la devoción que
muestran hacia Cristo y la nueva fe, ni uno de ellos expresa alguna vez el más
pequeño deseo de ver el lugar de nacimiento de Jesus, de visitar Nazareth, su
lugar de nacimiento, los sitios de su predicación, el segundo piso donde asistió
a su Última Cena, la tumba donde fué enterrado y surgió de entre los muertos.
¡Estos lugares nunca son mencionados ! Más aún, no hay una sugerencia de
peregrinar al mismo Calvario, donde se consumó la salvación de la humanidad.
¿Cómo fué posible que dicho lugar no se hubiera convertido en un santuario ?
Incluso Pablo, este hombre tan emocional, tan lleno de inseguridades, quien
declara (Fil.3,10) que "Lo unico por lo que me preocupo es por conocer a Cristo,
por experimentar el poder de su resurrección, de compartir sus sufrimientos",
aún él parece inmune al atractivo de dichos lugares. Tres años iban a pasar
despues de su conversión antes de que hiciera una por cierto, corta visita a
Jerusalén. Y ésta -así nos dice en Galatas- unicamente para "ir a conocer" a
Pedro ; y no volvería allí durante otros 14 años.
¿Es concebible que Pablo no hubiera querido recorrer la colina del calvario,
para postrarse él mismo en el suelo sagrado que recibió la sangre de su Señor
asesinado? ¡Seguramente el hubiera compartido una experiencia emocional tan
intensa con sus lectores! ¿No hubiera sido conducido al Jardín de Getsemaní,
donde se reporta que Jesús había pasado a través del horror y la duda que Pablo
mismo había conocido? ¿No se hubiera regocijado al permanecer de pié delante de
la tumba vacía, la garantía de su propia resurrección? ¿Hay, de hecho, en esta
extensa tierra tan recientemente llena con la presencia de el Hijo de Dios,
algún lugar sagrado, alguna zona de terreno donde dicha presencia persistiera
aún, santificada por el paso, toque o palabra de Jesús de Nazareth ? Ni Pablo ni
ningún otro escritor de cartas del primer siglo exhala un susurro de ninguna
cosa semejante.
Los académicos del nuevo testamento son muy rápidos en mantener que el
"argumento del silencio" no es válido, pero seguro se vuelve poderoso cuando el
silencio es tan invasivo, tan inquietante. ¿Por qué escritor tras escritor falla
consistentemente en mencionar al mismo hombre que fué el fundador de su fé, el
maestro de su ética, la encarnación del Cristo divino que ellos adoraban y en el
cual esperaban la salvación ? ¿Por qué cada escritor cristiano, en la atmósfera
altamente polémica durante aquellas primeras décadas de la expansión de la fé,
falla en avalarse a sí mismo con el soporte de su posición ofrecido por las
mismas palabras y hechos del Hijo de Dios mismo mientras estaba en la tierra ?
¿Qué pudo posiblemente explicar este desconcertante, enloquecedor y universal
silencio ?
Trataré de responder esa cuestión en el siguiente artículo : "Quién fué
Cristo Jesús"
Siguiente>
|