El
descubrimiento
Alrededor del año 1000, un grupo de vikingos islandeses bajo el mando de
Leif Ericson navegaron hacia la costa oriental de América del Norte.
Arribaron a un lugar que llamaron Vinlandia. En la provincia canadiense de
Terranova se han encontrado vestigios de una colonia vikinga. Es probable
que los vikingos también hayan visitado Nueva Escocia y Nueva Inglaterra.
Sin embargo, no lograron fundar colonias perrnanentes y pronto perdieron
contacto con el nuevo continente.
Quinientos años más tarde, la necesidad de incrementar el comercio y un
error de navegación propiciaron un nuevo encuentro con el continente
americano. A finales del siglo XV había en Europa una gran demanda de
especies, textiles y tinturas de Asia. Cristóbal Colón, marino italiano,
creyó erróneamente que podría llegar al Lejano Oriente navegando 6.400
kilómetros hacia el oeste partiendo de Europa. En 1492, persuadió a los
reyes de España para que le financiaran el viaje. Colón navegó hacia
occidente pero no llegó a Asia sino a una de las Islas Bahamas en el Caribe.
Colón llegó a explorar la mayor parte del área caribeña. Jamás alcanzó el
Lejano Oriente; pero en cambio regresó a Europa con oro, y en el lapso de 40
años los avaros aventureros españoles habían conquistado un enorme imperio
en Centro y Suramérica. Los españoles también fundaron algunas de las
primeras colonias norteamericanas: San Agustín en Florida (1565), Santa Fé
en New Mexico (1609), y San Diego en California (1769).
Cuando Colón y más tarde los exploradores españoles regresaron a Europa
con relatos del abundante oro que había en América, cada soberano europeo se
apresuró a reclamar para sí la mayor parte posible del territorio del Nuevo
Mundo, junto con las riquezas que pudieran extraerse de él.
La única forma de hacer valer estos reclamos era mediante el
establecimiento de colonias de europeos en el territorio. Este requerimiento
combinado con el celo de los sacerdotes españoles por convertir a los
habitantes indígenas de América al cristianismo, la necesidad de los
disidentes religiosos y políticos europeos de escapar de la persecución en
sus respectivas patrias, y la sed de aventura de algunos individuos dio
impulso a la fundación de colonias.
Durante los siguientes 100 años, exploradores ingleses, españoles,
holandeses y franceses se hicieron a la vela "en busca de nuevos mundos, de
oro, de fama, de gloria" como dijera Sir Walter Raleigh. Pero, al no
encontrar tesoros fabulosos en las boscosas riberas de Norte América a donde
por fin llegaron, no se quedaron en ellas.
Las colonias
inglesas
En 1607 un grupo de atrevidos colonizadores ingleses construyó una
diminuta aldea en Jamestown, Virginia. Portadores de una cédula del Rey
Jaime I de Inglaterra, fundaron la primera colonia inglesa que sobrevivió.
Una compañía londinense interesada en obtener utilidades financió la
fundación, pero nunca las obtuvo. De los primeros 105 colonos, 73 murieron
de hambre y enfermedades en los primeros siete meses después de su arribo.
Pero la colonia con el tiempo creció y prosperó. Los virginianos
descubrieron la forma de ganar dinero con el cultivo del tabaco, el cual
empezaron a enviar a Inglaterra en 1614.
En Nueva Inglaterra, la región nororiental de lo que hoy es Estados
Unidos, los puritanos ingleses establecieron varias colonias. Estos
colonizadores pensaban que la Iglesia de Inglaterra había adoptado
demasiadas prácticas del catolicismo, y llegaron a América huyendo de la
persecución en tierras inglesas y con la intención de fundar una colonia
basada en sus propios ideales religiosos. Un grupo de puritanos, conocidos
como los peregrinos, cruzaron el Atlántico en un barco llamado
Mayflower y se establecieron en Plymouth, Massachusetts, en 1620. Una
colonia puritana mucho más grande se estableció en el área de Boston en
1630. Para 1635, algunos colonizadores ya estaban emigrando a la cercana
Connecticut.
Llegó toda clase de gente: aventureros, maleantes, fervorosos creyentes,
constructores, soñadores. América les prometía, como dijo el poeta Robert
Frost, un nuevo comienzo para la raza humana. Desde entonces, los
estadounidenses han considerado a su país como un gran experimento, un
modelo valioso para otras naciones. Nueva Inglaterra también estableció otra
tradición: un rasgo de moralismo frecuentemente intolerante. Los puritanos
creían que los gobiernos debían hacer cumplir la moralidad de Dios.
Castigaban severamente a los bebedores, los adúlteros, los violadores del
Séptimo Día, y los herejes. En las colonias puritanas el derecho de voto se
limitaba a los miembros de la iglesia, y los salarios de los ministros se
pagaban de los impuestos.
Roger Williams, un puritano que no estaba de acuerdo con las decisiones
de la comunidad, sostuvo que el estado no debía intervenir en cuestiones
religiosas. Obligado a salir de Massachusetts en 1635, fundó la vecina
colonia de Rhode Island, la cual garantizaba libertad religiosa y la
separacidn del estado y la iglesia. Las colonias de Maryland, establecida en
1634 como refugio para católicos, y Pennsylvania, fundada en 1681 por el
dirigente cuáquero William Penn, también se caracterizaron por su tolerancia
religiosa. Esta tolerancia, a su vez, atrajo a otros grupos de colonizadores
al Nuevo Mundo.
Con el paso del tiempo, las colonias británicas de América del Norte
fueron ocupadas también por muchos grupos de origen no británico.
Agricultores alemanes se establecieron en Pennsylvania, los suecos fundaron
la colonia de Delaware y los primeros esclavos africanos llegaron a Virginia
en 1619. En 1626, colonizadores holandeses compraron la isla de Manhattan a
los jefes indígenas de la región y erigieron la ciudad de New Amsterdam; en
1664, esta colonia fue tomada por los ingleses y rebautizada con el nombre
de New York.
La época
colonial
Para el visitante extranjero, Estados Unidos siempre ha dado la impresión
de ser no una cultura sino una mezcla de diferentes culturas. En la época
colonial, esta mezcla de tradiciones contrastantes ya estaba tomando forma.
El estrecho idealismo de Massachusetts coexistia con uno más tolerante de
Rhode Island, la diversidad étnica de Pennsylvania y la práctica agricultura
comercial de Virginia. La mayoría de los colonos trabajaba en granjas
pequeñas. En las colonias sureñas de Virginia, Carolina dei Norte y Carolina
del Sur, los terratenientes crearon extensos plantíos de tabaco y arroz en
las fértiles cuencas ribereñas. Estos plantíos eran trabajados por negros
bajo el sistema de esclavitud (que se había desarrollado lentamente desde
1619) o por ingleses libres que convenían en trabajar sin pago durante
varios años a cambio de su travesía a América.
Para 1770 ya habían surgido varios centros urbanos pequeños pero en
proceso de expansión, y cada uno de ellos contaba con periódicos, tiendas,
comerciantes y artesanos. Philadelphia, con 28.000 habitantes, era la ciudad
más grande, seguida por New York, Boston, y Charleston. A diferencia de la
mayor parte de las demás naciones, Estados Unidos jamás tuvo una
aristocracia feudal. En la era colonial la tierra era abundante y la mano de
obra escasa, y todo hombre libre tenía la oportunidad de alcanzar, si no la
prosperidad, al menos la independencia económica.
Todas las colonias compartían la tradición del gobiemo representativo. El
monarca inglés nombraba a muchos de los gobernadores coloniales, pero todos
ellos debían gobernar conjuntamente con una asamblea elegida. El voto estaba
restringido a los terratenientes varones blancos, pero la mayorfa de los
hombres blancos tenía propiedades suficientes para votar. Inglaterra no
podía ejercer un control directo sobre sus colonias norteamericanas. Londres
estaba demasiado lejos, y los colonos tenían un espíritu muy independiente.
Para 1733, los ingleses habían ocupado 13 colonias a lo largo de la costa
del Atlántico, desde New Hampshire en el norte hasta Georgia en el sur. Los
franceses controlaban Canadá y Louisiana, que comprendían toda la vertiente
del Mississippi: un imperio vasto con pocos habitantes. Entre 1689 y 1815,
Francia y la Gran Bretaña sostuvieron varias guerras, y América del Norte se
vio envuelta en cada una de ellas. En 1756 Francia e Inglaterra estaban
enfrascadas en la Guerra de los Siete Años, conocida en Estados Unidos como
la Guerra Francesa e Indígena. El primer ministro británico, William Pitt,
invirtió soldados y dinero en América del Norte y ganó un imperio. Las
fuerzas británicas tomaron las plazas fuertes canadienses de Louisburg
(1758), Quebec (1759) y Montreal (1760). La Paz de Paris, firmada en 1763,
dio a la Gran Bretaña derechos sobre Canadá y toda América del Norte al este
del Río Mississippi.
La victoria de Inglaterra condujo directamente a un conflicto con sus
colonias norteamericanas. Para evitar que pelearan con los nativos de la
región, llamados indios por los europeos, una proclama real negó a
los colonos el derecho de establecerse al oeste de los Montes Apalaches. El
gobierno británico empezó a castigar a los contrabandistas e impuso nuevos
gravámenes al azúcar, el café, los textiles y otros bienes importados. La
Ley de Alojamiento obligó a las colonias a alojar y alimentar a los soldados
británicos; y con la aprobación de la Ley de Estampillas, debían adherirse
estampillas fiscales especiales a todos los periódicos, folletos, documentos
legales y licencias.
Estas medidas parecieron muy justas a los políticos británicos, que
habían gastado fuertes sumas de dinero para defender a sus colonias
norteamericanas durante y después de la Guerra Francesa e Indígena.
Seguramente su razonamiento era que los colonos debían sufragar parte de
esos gastos. Pero los colonos temían que los nuevos impuestos dificultaran
el comercio, y que las tropas británicas estacionadas en las colonias
pudieran ser usadas para aplastar las libertades civiles que los colonos
habían disfrutado hasta entonces.
En general, estos temores eran infundados, pero fueron los precursores de
lo que han llegado a ser tradiciones profundamente arraigadas en la política
estadounidense. Los ciudadanos desconfían del "gobierno poderoso"; después
de todo, millones de inmigrantes llegaron a este país para escapar de la
represión política. Asimismo, los ciudadanos siempre han insistido en
ejercer cierto control sobre el sistema tributario que sostiene a su
gobierno. Hablando como ingleses nacidos en libertad, los colonos
insistieron en que sólo sus propias asambleas coloniales podían gravarlos.
No admitiremos tributación sin representación era su grito
de batalla.
En 1765, representantes de nueve colonias se reunieron como "Congreso
sobre la Ley de Estampillas" y protestaron contra el nuevo impuesto. Los
comerciantes se negaron a vender productos británicos, los distribuidores de
estampillas se vieron amenazados por la muchedumbre enardecida y la mayoría
de los colonos sencillamente se negó a comprar las mencionadas estampillas.
El parlamento británico se vio forzado a revocar la Ley de Estampillas, pero
hizo cumplir la Ley de Alojamiento, decretó impuestos al té y a otros
productos y envió funcionarios aduaneros a Boston a cobrar esos aranceles.
De nuevo los colonos optaron por desobedecer, así que se enviaron soldados
británicos a Boston.
Las tensiones se aliviaron cuando Lord North, el nuevo ministro de
hacienda británico, eliminó todos los nuevos impuestos salvo el del té. En
1773, un grupo de patriotas respondi6 a dicho impuesto escenificando la
Fiesta del Té de Boston: disfrazados de indígenas, abordaron buques
mercantes británicos y arrojaron al agua, en el puerto de Boston, 342
huacales de té. El parlamento promulgó entonces las "Leyes Intolerables": la
independencia del gobierno colonial de Massachusetts fue drásticamente
restringida y se enviaron más soldados británicos al puerto de Boston, que
ya estaba cerrado a los buques mercantes. En septiembre de 1774 tuvo lugar
en Philadelphia el Primer Congreso Continental, reunión de líderes
coloniales que se oponían a lo que percibían como opresión británica en las
colonias. Estos líderes instaron a los colonos a desobedecer las Leyes
Intolerables y a boicotear el comercio británico. Los colonos empezaron a
organizar milicias y a almacenar armas y municiones.
La revolución
Dígase a un estadounidense "1776" ó "4 de julio", e inmediatamente
cualquiera de estas fechas le traerá a la memoria la Declaración de
Independencia, cuando las 13 colonias originales se separaron de Inglaterra.
El 19 de abril de 1775, 700 soldados ingleses salieron de Boston para
impedir la rebelión de los colonos mediante la toma de un depósito de armas
de estos últimos en la vecina ciudad de Concord. En el poblado de Lexington
se enfrentaron a 70 milicianos. Alguien, nadie sabe quién, abrió fuego, y la
guerra de independencia comenzó. Los ingleses fácilmente se tomaron a
Lexington y Concord, pero a su regreso hacia Boston fueron hostilizados por
cientos de voluntarios de Massachusetts. Para junio, 10.000 soldados
coloniales habían sitiado Boston, y los británicos se vieron forzados a
evacuar la ciudad en marzo de 1776.
En mayo de 1775, un Segundo Congreso Continental se reunió en
Philadelphia y empezó a asumir las funciones de gobierno nacional. Creó un
ejército y una marina continentales bajo el mando de George Washington, un
hacendado virginiano y veterano de la Guerra Francesa e Indígena. Se
imprimió papel moneda y se iniciaron relaciones diplomáticas con potencias
extranjeras. El 2 de julio de 1776, el Congreso finalmente resolvió :
Que estas Colonias Unidas son, y por derecho deben ser, estados libres y
soberanos. Thomas Jefferson, con la ayuda de otros de Virginia, redactó
una Declaración de Independencia, que el
Congreso aceptó el 4 de julio de 1776
La declaración presentó una defensa pública de la Guerra de Independencia
incluida una larga lista de quejas contra el soberano inglés Jorge III. Pero
sobre todo, explicó la filosofía que sustentaba a la independencia,
proclamando que todos los hombres nacen iguales, y poseen
ciertos derechos inalienables, entre ellos la vida, la libertad y la
búsqueda de la felicidad; que los gobiernos pueden gobernar sólo con
el consentimiento de los gobernados; que cualquier gobierno
puede ser disuelto cuando deja de proteger los derechos del pueblo.
Esta teoría política tuvo su origen en el filósofo inglés John Locke, y
ocupa un lugar prominente en la tradición política anglosajona.
Al principio, la guerra fue desfavorable para los colonos. Los británicos
se tomaron a la ciudad de New York en septiembre de 1776, y a Philadelphia
un año después. Las cosas empezaron a cambiar en octubre de 1777 cuando un
ejército británico bajo el mando del General John Burgoyne se rindió en
Saratoga, en el norte del estado de New York. Alentada por esa victoria,
Francia aprovechó la oportunidad de humillar a la Gran Bretaña, su enemiga
tradicional. En febrero de 1778 se firmó una alianza franco-americana. Pese
a sus escasas provisiones y limitado adiestramiento, las tropas coloniales
pelearon bien en general, pero podrían haber perdido la guerra si no
hubieran recibido ayuda del erario francés y de la poderosa marina francesa.
Después de 1778, la lucha se trasladó en gran medida al sur. En 1781,
8.000 tropas británicas al mando del General George Cornwallis fueron
rodeadas en Yorktown, Virginia, por una flota francesa y un ejército
combinado franco-americano al mando de George Washington. Cornwallis se
rindió, y poco después el gobierno británico propuso la paz. El Tratado de
Paris, firmado en septiembre de 1783, reconoció la independencia de Estados
Unidosde América y otorgó a la nueva nación todo el territorio al norte de
Florida, al sur del Canadá y al este del Río Mississippi.
La creación de una
constitución
Las 13 colonias eran ya estados libres y soberanos, pero aún no
una nación unida. Desde 1781 habían estado gobernadas por los Artículos de
la Confederación, una constitución que establecía un gobierno central muy
débil. El pueblo acababa de rebelarse contra un parlamento en la distante
Londres, y no quería remplazarlo con una autoridad central tiránica en su
propio país. De acuerdo con los Artículos de la Confederación, el Congreso,
compuesto por representantes del pueblo, no podía dictar leyes ni elevar
impuestos. No había poder judicial federal ni poder ejecutivo permanente.
Cada estado en lo individual era casi independiente: podía incluso
establecer sus propias barreras fiscales.
En mayo de 1787 se reunió una convención en Philadelphia con
instrucciones de revisar los Artículos de la Confederación. Los delegados,
entre quienes estaban George Washington, Benjamin Franklin y James Madison,
rebasaron su encargo y redactaron una constitución nueva y más viable, la
cual estableció un gobierno federal más poderoso y con facultades para
cobrar impuestos, conducir la diplomacia, mantener fuerzas armadas, y
reglamentar el comercio exterior y entre los estados. Dispuso la creación de
una Corte Suprema y tribunales federales menores, y dio el poder ejecutivo a
un presidente electo. Lo que es más importante, estableció el principio de
un "equilibrio de poder" entre las tres ramas del gobierno: los poderes
ejecutivo, legislativo y judicial. Este principio le otorgó a cada rama
medios propios para contrarrestar y equilibrar las actividades de las demás,
garantizando así que ninguna de ellas pudiera ejercer autoridad dictatorial
sobre las operaciones del gobierno.
La constitución fue aceptada en 1788,
pero sólo después de muchas amargas discusiones. Muchos colonos temían que
un gobiemo central poderoso aplastara las libertades del pueblo, y en 1791
se agregaron a la constitución 10 enmiendas: la Declaración de Derechos.
Este documento garantizó la libertad de culto, de prensa, de palabra, el
derecho de los ciudadanos a porter armas, la protección contra cateos
ilegales, el derecho a un juicio justo por un jurado, y la protección contra
"castigos crueles e inusuales". Es la más antigua constitución escrita del
mundo, perdurable por tratarse de un documento general que se puede
interpretar de conformidad con los cambios de la época. O bien se puede
enmendar, como ya se ha hecho en 27 ocasiones.
La Constitución dejó establecida una forma de gobierno federal con
facultades divididas entre los gobiernos federal y estatales. Al gobierno
federal corresponden todos los asuntos que afectan a la nación en general.
De este modo, la Constitución y la Declaración lograron un equilibrio entre
dos aspectos fundamentales pero contradictorios de la política: la necesidad
de una autoridad central eficiente y fuerte y la necesidad de garantizar
libertades individuales. Los primeros dos partidos políticos de Estados
Unidos reflejaron esta división ideológica. Los Federalistas estaban a
f:avor de un presidente fuerte y un gobierno central; los Republicanos
Demócratas defendían los derechos de los estados en lo individual, porque
ésto parecía garantizar mayor control y responsabilidad "locales". Este
partido tenía las simpatías de los pequeños agricultores; el Partido
Federalista era el favorito de las clases prósperas, y desaparecería en
1820.
Una nación nueva
El Distrito de Columbia (DC), que está rodeado por los estados de
Maryland y Virginia, fue designado en la década de 1790 como la sede de la
capital de la nación. Fue bautizada con el nombre de Washington en honor del
primer presidente. En Washington, DC, quedó establecida la sede de las tres
ramas del gobierno federal: la legislativa, la ejecutiva y la judicial. La
rama legislativa la constituyen el Congreso, compuesto por dos cámaras, las
cuales se reunen en el Capitolio. La Cámara de Representantes se compone de
miembros que se eligen en cada estado en proporción con su población. El
Senado está compuesto por dos miembros que elige cada estado. El poder
ejecutivo está compuesto por el Presidente quien, con ayuda de su Gabinete,
se encarga de administrar la ley. El Presidente es elegido por todo el
pueblo y habita en la Casa Blanca. La rama judicial esta compuesta por nueve
magistrados de la Corte Suprema, a quienes incumbe la decisión final en lo
que se refiere a la determinación de si una ley está conforme con el
espíritu de la Constitución. Así pues, el Congreso elabora las leyes, el
Presidente las pone en vigor y la Corte Suprema las interpreta.
Entre las atribuciones del gobierno federal están las de acuñar monedas,
imponer tributos al pueblo, mantener un ejército, una armada y una fuerza
aérea para defender a la nación y dirigir sus relaciones exteriores. Además,
a través de los tribunales federales el gobierno tiene autoridad sobre las
personas en casos relacionados con la interpretación de la Constitución o de
las leyes y tratados elaborados al amparo de la misma.
Los gobiernos estatales conservan el poder exclusivo en lo que se refiere
a todo asunto local. Tienen su gobernador, sus asambleas legislativas y
tribunales propios. Promulgan las leyes relacionadas con la salud, la
educación, los impuestos locales y muchas otras cuestiones de importancia.
Como primer presidente de Estados Unidos, George Washington gobernó con
un estilo federalista. Cuando los agricultores de Pennsylvania se negaron a
pagar un impuesto federal sobre el licor, Washington movilizó a un ejército
de 15.000 hombres pare sofocar la Rebelión del Whiskey. Con
Alexander Hamilton al frente de la Secretaría de Hacienda, el gobierno
federal se hizo cargo de las deudas de cada estado y creó una banca
nacional. Estas medidas fiscales fueron concebidas pare alentar la inversión
y persuadir a la iniciativa privada a que apoyara al nuevo gobierno.
En 1797, Washington fue sucedido por otro federalista, John Adams, quien
se vio envuelto en una guerra naval no declarada contra Francia. En una
atmósfera de histeria bélica, el Congreso, controlado por los federalistas,
aprobó en 1798 las Leyes sobre Extranjeros y Sedición. Estas medidas
permitieron la deportación o arresto de extranjeros "peligrosos", y
prescribieron multas o prisión por publicar ataques "falsos, escandalosos y
maliciosos" contra el gobierno. Diez editores republicanos fueron condenados
conforme a la Ley de Sedición, la cual fue acremente denunciada por el
abogado virginiano y principal autor de la Declaración de Independencia,
Thomas Jefferson.
La represión a que dieron lugar las Leyes sobre Extranjeros y Sedición
terminó en 1801, cuando Thomas Jefferson fue elegido presidente. Como
Republicano, Jefferson fue un jefe del ejecutivo informal y accesible.
Aunque quiso limitar el poder del presidente, la realidad política lo obligó
a ejercer ese poder vigorosamente. En 1803 compró a Francia el inmenso
territorio de Louisiana por US$15 millones: en adelante Estados Unidos se
extendería hacia el oeste hasta las Montañas Rocosas. Cuando piratas
norafricanos atacaron barcos estadounidenses, Jefferson envió una expedición
naval en contra del estado de Trípoli.
Mientras tanto, la Corte Suprema, bajo su presidente John Marshall,
afimmaba su propia autoridad. En el caso de Marbury vs. Madison, que se
ventiló en 1803, Marshall afimmó que la corte declararía nulo cualquier acto
del Congreso "contrario a la Constitución". Esa disposición estableció la
idea más fundamental del derecho constitucional de Estados Unidos: la Corte
Suprema toma la decisión final en la interpretación de la Constitución y, si
los jueces determinan que una ley es inconstitucional, pueden declararla
nula aunque haya sido promulgada por el Congreso y firmada por el
presidente.
Durante las guerras napoleónicas, barcos de guerra británicos y franceses
hostilizaron a buques de Estados Unidos. Jefferson respondió prohibiendo las
exportaciones estadounidenses a Europa, pero los comerciantes de la región
de Nueva lnglaterra protestaron porque su comercio se arruinaría por el
embargo, el cual fue derogado por el Congreso en 1809. Sin embargo, en 1812
el Presidente James Madison le declaró la guerra a la Gran Bretaña por este
asunto.
Durante la Guerra de 1812, los barcos de guerra estadounidenses tuvieron
algunas victorias impresionantes, pero la marina inglesa, inmensamente
superior, bloqueó los puertos de Estados Unidos. Los intentos por invadir al
Canadá británico terminaron en catástrofe, y las fuerzas inglesas se tomaron
y quemaron Washington, la nueva ciudad capital de la nación. Inglaterra y
Estados Unidos convinieron en una paz pactada en diciembre de 1814;
ningunade las partes obtuvo concesiones de la otra. Dos semanas después, el
General Andrew Jackson detuvo un asalto británico a New Orleans. La noticia
del tratado de paz aún no llegaba a oídos de los soldados.
Después de la guerra, Estados Unidos gozó de un período de rápida
expansión económica. Se construyó una red nacional de carreteras y canales,
buques de vapor surcaban los ríos, y el primer ferrocarril de vapor se
inauguró en Baltimore, Maryland, en 1830. La Revolución Industrial había
llegado a Estados Unidos: la región de Nueva Inglaterra contaba con fábricas
de textiles y Pennsylvania con fundiciones de hierro. Para la década de 1850
había fábricas que producían artículos de hule, máquinas de coser, zapatos,
ropa, equipos agrícolas, pistolas y relojes.
Las tierras colonizadas crecieron hacia el oeste, más allá del Río
Mississippi. En 1828 Andrew Jackson fue elegido presidente: el primer hombre
en ocupar este cargo quien haya nacido en el seno de una familia pobre y en
el oeste de Estados Unidos, lejos de las tradiciones culturales del litoral
del Atlántico. Jackson y su nuevo Partido Demócrata, herederos de los
Republicanos de Jefferson, promovieron un credo de democracia popular y
atrajeron a los miembros humildes de la sociedad: los agricultores, los
mecánicos y los obreros. Jackson destruyó el poder del Banco de Estados
Unidos, que había dominado la economía de la nación. Premió con empleos
gubernamentales a sus partidarios sin experiencia pero de probada lealtad.
Puso tierras a disposición de los colonizadores del oeste, obligando a las
tribus indígenas a emigrar al oeste del Río Mississippi.
Conflicto local
La era de optimismo de Jackson se vio nublada por la existencia en
Estados Unidos de una contradicción social cada día más claramente percibida
como un mal social que con el tiempo desgarraría a la nación: la esclavitud.
Las palabras de la Declaración de Independencia que todos los hombres
nacen iguales carecían de sentido para el millón y medio de negros que
eran esclavos. Thomas Jefferson, él mismo dueño de esclavos, reconoció que
el sistema era inhumano e incorporó en la Declaración una impugnación de la
esclavitud, pero los delegados sureños ante el Congreso Continental lo
obligaron a eliminar esa parte. La importación de esclavos fue proscrita en
1808, y muchos estados del norte impulsaron la abolición de la esclavitud,
pero la economía surña se basaba en enormes plantaciones que usaban mano de
obra esclava para cultivar algodón, arroz, tabaco y azúcar. Sin embargo, en
varios estados del sur, pequeñas poblaciones de negros libres trabajaban
también como artesanos o comerciantes.
En 1820, políticos del norte y del sur debatieron la cuestión de si la
esclavitud sería legal en los territorios del oeste. El Congreso optó por
pactar: se permitió la esclavitud en el nuevo estado de Missouri y en el
territorio de Arkansas, y se prohibió en todas partes al oeste y al norte de
Missouri. Pero el punto en disputa no desaparecí, y mientras que algunos se
organizaban en sociedades abolicionistas, principalmente en el norte, los
blancos sureños defendían la esclavitud con creciente pasión. La nación
también se hallaba dividada en torno a la cuestión del alto arancel que
protegía a las industrias del norte pero elevaba los precios para los
consumidores del sur.
Mientras tanto, miles de estadounidenses se habían establecido en Texas,
que en ese entonces formaba parte de México. Para los texanos el régimen
mexicano bajo el General Santa Anna era cada vez más opresivo, y en 1835 se
rebelaron, derrotaron a un ejército de ese país y fundaron la república
independiente de Texas. En 1845 Texas se anexó a Estados Unidos, y México
suspendió relaciones diplomáticas. El Presidente James K. Polk envió tropas
estadounidenses al territorio disputado en la frontera texana. Después de
una batalla entre soldados mexicanos y estadounidenses en mayo de 1846, el
Congreso declaró la guerra a México.
Un ejército estadounidense desembarcó cerca de Veracruz en marzo de 1847
y tomó la Ciudad de México en septiembre. A cambio de US$15 millones, México
se vio forzado a ceder una vastísima porción de su territorio: la mayor
parte de lo que hoy es Califomia, Arizona, Nevada, Utah, Nuevo Mexico y
Colorado.
En 1846, al zanjar una larga disputa fronteriza con el Canadá británico,
Estados Unidos había adquirido derechos indiscutibles sobre la porción sur
de la región de Oregon: los actuales estados de Oregon, Idaho y Washington.
De este modo, Estados Unidos se convirtió en una potencia verdaderamente
continental que se extendía desde el Atlántico hasta el Pacífico.
La adquisición de estos nuevos territorios reavivó una inquietante duda:
¿se abrirían a la esclavitud estas tierras recién adquiridas? Desde mediados
del siglo XVII se traían esclavos de Africa para que trabajasen en las
grandes plantaciones del sur. Los sureños pretendían que se extendiese la
esclavitud a los nuevos territorios del oeste. Los norteños se oponían. En
1861 empezó la Guerra Civil entre norte y sur.
En 1850 el Congreso convino en otro pacto: California fue admitida como
estado libre, y los habitantes de los territorios de New Mexico y Utah
debían decidir la cuestión por sí mismos. El Congreso también aprobó la Ley
del Esclavo Fugitivo, que ayudaba a los surños a recapturar esclavos que
hubieran huido a los estados libres. Sin embargo, algunos estados del norte
no hicieron cumplir esta ley y los abolicionistas seguían ayudando a los
negros que escapaban. Harriet Beecher Stowe, de Massachusetts, escribió
Uncle Tom's Cabin (La cabaña del Tío Tom), novela sentimental
pero ferozmente en contra de la esclavitud, que convirtió a muchos lectores
a la causa abolicionista. En la vida política, económica y cultural de
Estados Unidos, el tema de la esclavitud pasó a ser el punto central de
disputa.
En 1854, el Senador Stephen Douglas, de Illinois, convenció al Congreso
de permitir a los habitantes de los territorios de Kansas y Nebraska
resolver la cuestión de la esclavitud dentro de sus propias fronteras, lo
cual anuló el Pacto de Missouri de 1820. En Kansas, el resultado fue una
contienda violenta entre los colonizadores que estaban a favor de la
esclavitud y los que estaban en contra de ella. En 1857, la Corte Suprema
hizo público el fallo Dred Scott, que sostenía que los negros no tenían
derechos como ciudadanos estadounidenses y que el Congreso no tenía
autoridad para proscribir la esclavitud en los territorios del oeste.
En 1858, cuando el Senador Douglas buscó la reelección, fue desafiado por
Abraham Lincoln y el Partido Republicano (un nuevo partido en contra de la
esclavitud, y que nada tenía que ver con el Partido Republicano de Jefferson).
En una serie de debates históricos con Douglas, Lincoln exigió un alto a la
expansión de la esclavitud. Estaba dispuesto a tolerarla en los estados del
sur, pero al mismo tiempo afirmó que "este gobierno no puede subsistir
permanentemente siendo mitad esclavo y mitad libre".
La Guerra Civil
Lincoln perdió la contienda senatorial, pero en 1860 él y Douglas
volvieron a enfrentarse: esta vez como los candidatos presidenciales
Republicano y Demócrata. Para entonces la tensión entre el norte y el sur
era extrema. En 1859, John Brown, un fanático del abolicionismo, había
tratado de iniciar una rebelión de esclavos en Virginia atacando un depósito
de municiones del ejército. Brown fue rápidamente capturado, juzgado y
sentenciado a la horca, tras de lo cual muchos habitantes del norte lo
aclamaron como mártir. Sin embargo, los blancos del sur se convencieron de
que el norte estaba dispuesto a poner fin a la esclavitud mediante una
guerra sangrienta. Douglas conminó a los Demócratas sureños a permanecer en
la Unión, pero estos por su parte nombraron su propio candidato presidencial
y amenazaron con separarse si los Republicanos resultaban victoriosos.
La mayoría en los estados sureños y fronterizos votaron contra Lincoln,
pero el norte lo apoyó y ganó las elecciones. Unas semanas después, Carolina
del Sur decidió mediante votación abandonar la Unión. Pronto se le unieron
Mississippi, Florida, Alabama, Georgia, Louisiana, Texas, Virginia,
Arkansas, Tennessee y Carolina del Norte. Estos estados se proclamaron
nación independiente los Estados Confederados de América y así empezó la
Guerra Civil.
Los sureños declararon que no peleaban sólo por la esclavitud: después de
todo, la mayoría de los soldados confederados eran demasiado pobres para
poseer esclavos. El sur estaba empeñ ado en una guerra de independencia: una
segunda revolución. Los confederados generalmente tuvieron la ventaja de
pelear en su propio territorio, y su moral era excelente. Tenían magníficos
soldados de infantería, de caballería y generales, pero eran mucho menores
en número que las fuerzas de la Unión (del norte). La red ferrocarrilera y
la base industrial del sur no podían sostener un esfuerzo bélico moderno. La
marina de la Unión rápidamente impuso un bloqueo que creó graves escaseces
de material bélico y bienes de consumo en la confederación. Para librar la
guerra, ambas partes suspendieron algunas libertades civiles, imprimieron
montañas de papel moneda y recurrieron al reclutamiento.
Las dos prioridades de Lincoln fueron mantener a Estados Unidos como un
sólo país y librar a la nación de la esclavitud. El reconoció que al hacer
de la guerra una batalla contra la esclavitud podría obtener apoyo pare la
Unión tanto en el interior como en el exterior. Consecuentemente, el 1° de
enero de 1863 dio a conocer la Proclama de Emancipación, que otorgaba
libertad a todos los esclavos en áreas aún controladas por la Confederación.
El ejército sureño (Confederado) obtuvo algunas victorias en la primera
etapa de la guerra, pero en el verano de 1863 su comandante, el General
Robert E. Lee, se enfiló hacia Pennsylvania en el norte. En Gettysburg se
encontó con un ejército de la Unión, y así dio comienzo la batalla de mayor
magnitud jamás librada en suelo norteamericano. Después de tres días de
lucha desesperada, los Confederados fueron derrotados. Al mismo tiempo, en
el Río Mississippi, el General Ulysses S. Grant, de la Unión, tomó la
importante ciudad de Vicksburg. Las fuerzas de la Unión controlaban ahora
todo el valle del Mississippi, dividiendo en dos a la Confederación.
En 1864, un ejército de la Unión al mando del General William T. Sherman
atravesó Georgia destruyendo el campo. Mientras tanto, el General Grant se
batía implacablemente con las fuerzas de Lee en Virginia. El 2 de abril de
1865, Lee se vio forzado a abandonar Richmond, la capital de la
Confederación. Una semana después se rindió ante Grant en el palacio de
justicia de Appomattox, y todas las demás fuerzas confederadas se rindieron
poco después. El 14 de abril Lincoln fue asesinado por el actor John Wilkes
Booth.
La Guerra Civil fue el episodio más traumático de la historia de Estados
Unidos. Las cicatrices no se han cerrado por completo hasta el día de hoy.
Todas las guerras posteriores en que ha participado Estados Unidos han
tenido lugar mucho más allá de sus fronteras, pero este conflicto devastó al
sur y sometió a esa región a la ocupación militar. El país perdió más
hombres en esta guerra que en cualquier otra: un total de 635.000 muertos en
ambos bandos.
La guerra resolvió dos cuestiones fundamentales que habían dividido a
Estados Unidos desde 1776: puso fin a la esclavitud, que fue completamente
abolida por la Enmienda 13 de la Constitución en 1865; y decidió, de una vez
por todas, que Estados Unidos no es una colección de estados semi-independientes
sino una sola nación indivisible. Después de cuatro amargos años de guerra,
se conservó la Unión y se liberó a los esclavos. Aunque la victoria del
norte en la Guerra Civil aseguró la integridad de Estados Unidos como nación
indivisible, muchas cosas se destruyeron en el curso del conflicto, y el
objetivo secundario de la guerra, la abolición del sistema de esclavitud, se
logró sólo de manera imperfecta. Para los negros, ha sido una lucha larga y
penosa en busca de la igualdad. Muchos se trasladaron a las ciudades del
norte, sólo para afrontar nuevas dificultades. Pero un creciente movimiento
en pro de los derechos civiles continúa bregando en contrade empecinados
sistemas sociales y económicos con el fin de garantizar igualdad de
oportunidades para los negros en materia de vivienda, educación y trabajo.
La
Reconstrucción
La derrota de la Confederación dejó económicamente destruida la región
agrícola más fértil del país, y devastó su rica cultura. Al mismo tiempo, la
abolición legal de la esclavitud no trajo igualdad para los antiguos
esclavos. Inmediatamente después de la Guerra Civil, las legislaturas de los
estados surenos, temerosas de la manera cómo los antiguos esclavos pudieran
ejercer su derecho al voto y también ávidas por rescatar lo que pudieran de
su anterior estilo de vida, trataron de impedir que los negros votaran y
decretaron "códigos negros" para restringir la libertad de los antiguos
esclavos. Aunque los republicanos "radicales'' del Congreso trataron de
proteger los derechos civiles de los negros y de incorporarlos en la
corriente principal de la vida de Estados Unidos, sus esfuerzos fueron
resistidos por el Presidente Andrew Johnson. Johnson, un sureño que había
permanecido leal a la Unión durante la Guerra Civil y prestado servicio como
vicepresidente republicano, asumió la presidencia al ser asesinado Abraham
Lincoln.
En marzo de 1868, la Cámara de Representantes respondió a la oposición de
Johnson para adoptar soluciones radicales intentando relevarlo de su puesto.
Los cargos que se le imputaban carecían de fundamento, y el Senado votó en
contra de una moción para declararlo culpable. En opinión de muchos, Johnson
había sido demasiado indulgente con los antiguos confederados, pero su
descargo constituyó una importante victoria para un principio fundamental
del gobierno estadounidense. Dicho principio es la separación de poderes
entre las ramas legislativa, ejecutiva y judicial del gobierno. El descargo
de Johnson ayudó a conservar el delicado equilibrio del poder entre el
presidente y el Congreso.
Sin embargo, este último pudo proseguir con su programa de
"reconstrucción", o reforma, de los estados del sur, ocupados después de la
guerra por el ejército del norte. Para 1870, los estados del sur eran
gobernados por grupos de negros, blancos dispuestos a cooperar, y norteños
trasplantados (llamados "explotadores"). Muchos negros sureños fueron
elegidos para ocupar cargos en las legislaturas estatales y en el Congreso.
Aunque existía cierta corrupción en estos gobiemos estatales
"reconstruidos", fue mucho lo que hicieron por mejorar la educación,
impulsar los servicios sociales, y proteger los derechos civiles.
La Reconstrucción fue amargamente resentida por la mayor parte de los
blancos del sur, algunos de los cuales formaron el Ku Klux Klan, sociedad
secreta violenta que esperaba proteger los intereses y ventajas de los
blancos aterrorizando a los negros e impidiéndoles lograr progresos
sociales. Para 1872 el gobierno federal había suprimido al Klan, pero los
demócratas blancos seguían recurriendo a la violencia y al temor para
reconquistar el control de sus gobiernos estatales. La Reconstrucción llegó
a su fin en 1877, cuando en todos los estados sureños se ratificaron
constituciones nuevas y las tropas federales en su totalidad fueron
retiradas de la región.
Pese a las garantías constitucionales, los negros del sur eran ahora
"ciudadanos de segunda clase"; es decir, estaban subordinados a los blancos
aun cuando gozaban de ciertos derechos civiles. En algunos estados sureños,
los negros podían votar y ocupar puestos de eiección. Había segregación
racial en escuelas y hospitales, pero los trenes, parques y otras
instalaciones públicas todavía podían ser usadas, en general, por personas
de una y otra raza.
Hacia fines de siglo XIX, este sistema de segregación y opresión de los
negros se tornó mucho más rígido. En el caso de Plessy vs. Ferguson,
ventilado en 1869, la Corte Suprema de Estados Unidos determinó que la
Constitución permitía instalaciones y servicios separados para las dos
razas, siempre que dichas instalaciones y servicios fueran iguales. Sin más
tardanza, las legislaturas de los estados del sur destinaron a los negros
instalaciones separadas, pero desiguales. Las leyes pusieron en vigor una
estricta segregación en el trasporte público, los teatros, los deportes e
incluso en los ascensores y cementerios. La mayoría de los negros y muchos
blancos pobres perdieron el derecho de voto debido a que no tenían recursos
suficientes para pagar los impuestos que habían sido decretados para
excluirlos de la participación política, y a que no sabían leer ni escribir.
A los negros que eran acusados de delitos menores se les sentenciaba a
trabajos forzados y algunas veces eran asediados por turbas violentas. La
mayoría de los negros del sur, debido a su pobreza e ignorancia, seguían
labrando las tierras como agricultores arrendatarios. Aunque legalmente eran
libres, vivían y eran tratados como esclavos.
El éxodo hacia el oeste
En los años siguientes a la Guerra Civil en 1865, los norteamericanos
colonizaron la mitad de la región occidental de Estados Unidos. Los mineros
que buscaban oro y plata se trasladaron a la región de las Montañas Rocosas.
Los agricultores, incluidos muchos inmigrantes alemanes y escandinavos, se
establecieron en Minnesota y en las dos Dakotas. En las planicies de Texas y
en otros estados occidentales apacentaban enormes rebaños de ganado vacuno,
manejados por jinetes contratados (vaqueros) que pasaron a ser los
personajes más célebres y románticos de la cultura de Estados Unidos. La
mayoría de esos jinetes habían sido soldados o esclavos sureños, que se
habían desplazado al oeste tras la derrota del sur. El vaquero era el héroe
de los Estados Unidos: trabajaba largas horas en las vastas llanuras a
cambio de un salario bajo. No era tan violento como se lo representó después
el cine moderno.
Los colonizadores y el ejército de Estados Unidos sostuvieron batallas
frecuentes con los indígenas, cuyas tierras estaban siendo invadidas por la
corriente de colonizadores blancos, pero también en este caso se ha
exagerado el derramamiento del sangre. Un total de aproximadamente 7.000
blancos y 5.000 indígenas fueron muertos en el curso del siglo XIX. Un
número mayor de indígenas murió de enfermedades y hambre causadas por el
desplazamiento de los colonizadores hacia el oeste. Los blancos sacaron a
los indígenas de sus tierras y acabaron con casi todos los búfalos, que eran
la fuente principal de alimento y pieles para las tribus de las Grandes
Praderas.
El
crecimiento industrial
Durante este período, Estados Unidos se estaba convirtiendo en la
potencia industrial más importante del mundo, y hombres de negocios sagaces
amasaron grandes fortunas. El primer ferrocarril trascontinental se terminó
en 1869. Entre 1860 y 1900 el kilometraje total de vías férreas aumentó de
50.000 a casi 322.000: más que en toda Europa en su conjunto. Para estimular
esta expansión, el gobierno federal otorgó préstamos y regaló tierras a los
ferrocarriles del oeste.
La industria del petróleo prosperó, dominada por la gigantesca Standard
Oil Company de John D. Rockefeller. Andrew Carnegie, quien emigró de Escocia
a Estados Unidos sin un centavo, erigió un vasto imperio de fundiciones de
acero y minas de hierro que vendió en 1901 por casi US$500.000 millones. En
el sur se multiplicaron las fábricas de textiles, y en Chicago y sus
alrededores surgieron empacadoras de carne. La industria eléctrica se creó
gracias a una serie de inventos: el teléfono, el fonógrafo, el bombillo, las
películas animadas, el motor y el trasformador de corriente alterna. En
Chicago, el arquitecto Louis Sullivan introdujo la construcción a base de
estructuras de acero para dar forma a las ciudades del mundo con una
contribución característicamente estadounidense: el rascacielos.
Los estadounidenses del siglo XIX señalaban con orgullo estos logros, y
no les faltaba razón. Estados Unidos siempre ha sido hospitalario con los
inventores, los experimentadores y los empresarios. La libertad para crear
empresas nuevas se debe, en gran medida, a la vitalidad de la economía
estadounidense. Pero el crecimiento económico irrestricto creó muchos y muy
graves problemas. Algunos negocios crecieron demasiado y se volvieron
extremadamente poderosos. La United States Steel Corporation, creada en
1901, era la mayor sociedad mercantil del mundo y producía el 60% del acero
de la nación. Para limitar la competencia, los ferrocarriles convinieron en
fusionarse y uniformar sus tarifas de embarque. Los "consorcios" (enormes
combinaciones de sociedades mercantiles) trataron de establecer un control
monopólico sobre algunas industrias, especialmente el petróleo.
Estas empresas gigantes podían producir bienes eficientemente y venderlos
a precios bajos, pero también podían fijar dichos precios y destruir a los
competidores pequeños. Los agricultores en especial se quejaban de que los
ferrocarriles cobraban tarifas altas por transportar sus productos. Entonces
como ahora, casi todos los estadounidenses admiraban el éxito en los
negocios y creían en la libre empresa; pero también pensaban que el poder de
las sociedades monopó1icas debía limitarse para proteger los derechos del
individuo.
Una respuesta a este problema era la regulación gubemamental. La Comisión
para el Comercio Interestatal se creó en 1887 para controlar las tarifas
ferrocarrileras. En 1890, la Ley Antimonopólica Sherman proscribió los
consorcios, las fusiones y los acuerdos de negocios''que limitaran el
comercio". Inicialmente, ninguna de estas medidas fue muy efectiva, pero
establecieron el principio de que el gobierno federal podía regular la
industria para bien de todos.
Trabajadores,
inmigrantes
La industrialización trajo consigo el surgimiento de los trabajadores
organizados. La Federación Norteamericana del Trabajo, fundada en 1881, era
una coalición de sindicatos para obreros calificados. No se pronunciaba por
el socialismo, sino en favor de mejores salarios y menos horas de trabajo.
Alrededor de 1900, un obrero no calificado trabajaba 52 horas semanales por
un salario de nueve dólares. En la década de 1890, el descontento por los
salarios bajos y las condiciones insalubres de trabajo desató una ola de
paros en el trabajo industrial, algunos de ellos violentos. Varios obreros y
guardias resultaron muertos durante una huelga de la fábrica de Carnegie
Steel en Homestead, Pennsylvania, en 1892. En 1894 se enviaron tropas del
ejército a Chicago para poner fin a una huelga de trabajadores
ferrocarrileros.
Entre 1819 y 1955, más de 40 millones de inmigrantes entraron a Estados
Unidos, lo que constituye la más grande inmigración de la historia. En el
corto lapso de unos 350 años se pobló todo un continente y se construyó una
sociedad industrial con un grado elevado de diversificación y de pericia. De
todas las tradiciones, costumbres e instituciones heredadas de muchos
países, el idioma inglés se convirtió en la principal influencia
unificadora. Hoy, los 260 millones de habitantes de Estados Unidos, en sus
50 estados, hablan el inglés. Con frecuencia encontraban prejuicio de los
nativos, quienes desde luego eran a su vez descendientes de otros
inmigrantes. Ante la insistencia de los trabajadores que veían con temor a
los inmigrantes asiáticos debido a su disposición a aceptar salarios bajos
por el trabajo no calificado, la legislación federal prohibió la entrada a
los chinos en 1882. Los japoneses fueron excluidos en 1907, pero muchos
otros inmigrantes tenían libertad para entrar a Estados Unidos. Aun así,
Estados Unidos les ofrecía mayor libertad religiosa y política, y mayores
oportunidades económicas de las que podían encontrar en sus países de
origen. El inmigrante de primera generación normalmente tenía que luchar
contra la pobreza, pero sus hijos y nietos podían alcanzar bienestar
económico y éxito profesional. Desde la fundación de Jamestown, la primera
colonia europea permanente en Norteamérica, en 1607, Estados Unidos ha
acogido a dos terceras partes de todos los inmigrantes del mundo: un total
de 50 millones de individuos.
Para los agricultores de Estados Unidos, la última parte del siglo XIX
fue un período difícil. Los precios de los alimentos bajaban, y el
agricultor tenía que soportar el peso de las altas tarifas de embarque por
ferrocarril, hipotecas caras, e impuestos y aranceles elevados sobre los
bienes de consumo. Se crearon varias organizaciones nacionales para defender
los intereses de los pequeños agricultores: los Granjeros en 1867, la
Alianza Nacional de Agricultores en 1877, y el Partido Populista en la
década de 1890. Los populistas pedían la nacionalización de los
ferrocarriles, un impuesto progresivo sobre el ingreso y una relorma
monetaria. En 1896 apoyaron al candidato presidencial demócrata, William
Jennings Bryan, de Nebraska. Gran orador, Bryan realizó una activa campaña
nacional, denunciando los consorcios, los bancos y los ferrocarriles. Obtuvo
los votos de los estados agrícolas del sur y del oeste, pero perdió las
elecciones frente a William McKinley, republicano conservador.
Expansión
allende los mares
Con excepción de la compra de Alaska a Rusia en 1867, la expansión
territorial de Estados Unodos se había detenido en 1848. No obstante,
alrededor de 1890, al tiempo que muchas naciones europeas expandían sus
imperios coloniales, un nuevo espíritu animó la política exterior
estadounidense, la cual en gran medida seguía las pautas de Europa
septentrional. Los políticos, los directores de periódicos y los misioneros
protestantes declararon que la "raza anglosajona" tenía el deber de llevar
los beneficios de la civilización occidental a los pueblos de Asia, Africa y
América Latina. En el punto culminante de este período (1895), Cuba se
sublevó contra el colonialismo de España. El ejército español encerró a
civiles cubanos en campos de detención donde 200.000 personas murieron de
hambre y enfermedades. En Estados Unidos, los dueños de periódicos William
Randolph Hearst y Joseph Pulitzer publicaron espeluznantes relatos de las
atrocidades cometidas por los españoles, y despertaron el sentimiento
popular de que Estados Unidos debía liberar la isla.
El país contaba ya con una marina moderna, y en enero de 1898 el
acorazado Maine salió rumbo a La Habana, Cuba. El 15 de febrero una
misteriosa explosión hizo zozobrar al Maine en el puerto de La Habana. No se
sabe a ciencia cierta quién o qué provocó el desastre, pero la mayoría de
los estadounidenses estaban convencidos de la culpabilidad de España.
Estados Unidos exigió a España retirarse de Cuba, y empezó a movilizar
tropas de voluntarios. España respondió declarando la guerra a Estados
Unidos.
I.as tropas de Estados Unidos arribaron a Cuba y la marina de Estados
Unidos destruyó dos flotas españolas: una en la bahía de Manila en Filipinas
(entonces posesión española), y la otra en Santiago de Cuba. En julio, el
gobierno español pidió negociar la paz. Estados Unidos adquirió gran parte
del imperio español: Cuba, Filipinas, Puerto Rico, y Guam. En una operación
no relacionada con la anterior, se anexaron también las islas de Hawai.
En comparación con la manera en que las potencias europeas construyeron
sus imperios, el período de codicia de Estados Unidos fue limitado en su
ámbito y de corta duración. Después de la guerra hispano-americana, los
estadounidenses justificaron sus acciones con el argumento de que preparaban
a las naciones subdesarrolladas para la democracia. Pero, ¿acaso podían
ellos ser imperialistas? Después de todo, habían sido una vez un pueblo
colonial y se habían rebelado contra el dominio extranjero. La Declaración
de Independencia contenía el principio de autodeterminación nacional. En
Filipinas, los insurgentes que habían peleado contra el colonialisrno
español pronto empezaron a luchar contra las tropas de Estados Unidos.
Muchos intelectuales, como el filósofo William James y el presidente de la
Universidad Harvard, Charles Eliot, denunciaron estas acciones como traición
de los valores estadounidenses.
Pese a las críticas de los antiimperialistas, la mayoría de los
estadounidenses creían que el conflicto español había sido oportuno y
estaban ansiosos por hacer sentir el poder de Estados Unidos. El Presidente
Theodore Roosevelt propuso construir un canal en Centroamérica, y en 1903
ofreció al gobierno colombiano comprar una franja de tierra de lo que hoy es
Panamá. Al mismo tiempo que Colombia rechazó la oferta de Roosevelt, se
desató una rebelión en el área designada para la ubicación del canal.
Roosevelt apoyó la revuelta y rápidamente reconoció la independencia de
Panamá frente a Colombia. Unos días después, aquel vendió a Estados Unidos
la zona del canal. En 1914, el Canal de Panamá se abrió al tráfico marítimo.
Las tropas estadounidenses abandonaron Cuba en 1902, pero se exigió a la
nueva república que otorgara bases navales a Estados Unidos. Asimismo, haste
1934, se prohibió a Cuba suscribir tratados que pudieran atraerla a la
órbita de otra potencia extranjera. A Filipinas se le concedió un
autogobiemo limitado en 1907, e independencia absoluta en 1946. En 1953
Puerto Rico pasó a ser un estado con gobierno propio, y en 1959 Hawai fue
admitido como el quincuagésimo estado de la Unión.
El
movimiento progresista
Mientras los estadounidenses probaban suerte en el extranjero, tarnbién
veían con nuevos ojos los problemas sociales que tenían en casa. Aunque la
economía se hallaba en pleno auge y la prosperidad se extendía, la mitad de
la totalidad de los trabajadores industriales aún vivía en la pobreza;
muchos de esos trabajadores eran mujeres y niños. New York, Boston, Chicago
y San Francisco podían enorgullecerse de sus impresionantes museos,
universidades, bibliotecas públicas. . . y atestados barrios bajos. Antes de
1900, el dogma económico vigente había sido el laissez-faire: la
menor intervención posible del gobierno en la empresa privada. Despué de
1900, la ideología de moda era el "progresismo'': un movimiento para
reformar la sociedad y los individuos mediante la acción del gobierno.
Los trabajadores sociales empezaron a acudir a los barrios bajos para
levantar centros de asistencia social que proporcionaban servicios de salud
e instalaciones recreativas para los pobres. Los prohibicionistas exigieron
que se pusiera fin a la venta de bebidas alcohólicas, en parte para evitar
el sufrimiento que los trabajadores en estado de ebriedad imponían a sus
esposas e hijos. En las ciudades, los políticos de la reforma lucharon
contra la corrupción, reglamentaron el transporte público, crearon empresas
municipales de servicio público y redujeron los impuestos mediante un
gobierno más eficiente. Muchos estados promulgaron leyes que restringían el
trabajo de menores, protegían a las obreras, limitaban las horas de trabajo
y estipulaban la compensación de los trabajadores. Las mujeres se
manifestaron por el derecho al voto, y para 1914 varios estados habían
reconocido ese derecho.
Las revistas populares divulgaron artículos sensacionalistas escritos por
los "descubridores de escándalos" ("muckrakers"), periodistas que
investigaban y exponían los negocios turbios, la corrupción oficial y la
pobreza de las ciudades). En 1906, Upton Sinclair atacó a la industria
empacadora de carnes en su novela The Jungle (La jungla).
Los lectores de la clase media se sintieron aterrados al saber lo que
contenían las salchichas de su desayuno, y pronto se estableció un decreto
federal para la inspección de la carne. La Ley de Alimentos y Fármacos Puros
(1906) puso freno a la venta de alimentos adulterados y medicinas de patente
fraudulenta: y la Ley Harrison (1914) impuso los primeros controles
federales efectivos a los narcóticos.
El Presidente Theodore Roosevelt fortaleció la reglamentación federal de
los ferrocarriles e hizo cumplir la Ley Antimonopólica Sherman en contra de
varias sociedades mercantiles de gran tamaño, incluida la Standard Oil
Company. En 1902, Roosevelt puso fin a una huelga del carbón mediante
amenazas de intervención armada, no contra los trabajadores, sino contra los
inflexibles propietarios de las minas. Este fue un punto decisivo en la
política industrial de Estados Unidos: en lo sucesivo, el gobierno ya no se
aliaría automáticamente con la parte patronal en las disputas laborales. La
Administración Roosevelt también promovió la conservación de los recursos
naturales. Se guardaron para las generaciones futuras vastas reservas de
bosques, carbón, petróleo, minerales y agua. El Movimiento Progresista fue
principalmente un movimiento de economistas, sociólogos, técnicos y
servidores públicos: ingenieros sociales que creían en encontrar soluciones
científicas y eficientes en cuanto a costos, para todos los problernas
políticos.
Algunos ciudadanos preferían ideologías más radicales. El Partido
Socialista, con Eugene V. Debs a la cabeza, propugnaba una transición
pacífica, gradual y democrática a una economía regida por el estado. Los
Trabajadores Industriales del Mundo (o "Wobblies") convocaron a una huelga
general para derrocar al sistema capitalista. Sin embargo, esta organización
jamás gozó de un número importante de adeptos, y prácticamente dejó de
existir para 1920.
Algunos socialistas fueron elegidos para ocupar cargos locales, pero su
partido jamás obtuvo más del 6% de los votos en las contiendas
presidenciales. El socialismo nunca ha gozado de mucha simpatía en Estados
Unidos, donde los debates económicos generalmente han girado en torno a la
cuestión de si el gobierno debe reglamentar a la empresa privada, y hasta
qué punto.
Woodrow Wilson, demócrata quien fue elegido presidente en 1912, creía que
el gobierno federal tenía la responsabilidad de proteger a la pequeña
industria de las sociedades mercantiles de gran magnitud. Como parte de su
programa "Nueva Libertad", Wilson decretó un impuesto personal sobre el
ingreso, hizo más rígidas las leyes antimonopólicas contra enormes fusiones
corporativas y creó la Comisión Federal de Comercio pará vigilar la
competencia industrial injusta. La Ley de la Reserva Federal, de 1913, creó
un sistema con control gubernamental, de 12 bancos regionales de reserva,
que fortaleció el control público del crédito de la nación. Wilson también
promulgó leyes que restringían el trabajo de los menores, otorgaban
préstamos con intereses bajos a los agricultores y fijaban una jornada
laboral de ocho horas como máximo para los trabajadores ferrocarrileros.
La
guerra y la paz
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial en Europa en agosto de 1914,
Wilson recomendó con ahinco una política exterior de estricta neutralidad.
Pero muchosestadounidenses se sentían terriblemente indignados por la
invasión alemana a Bélgica, y la prensa publicó informes (a menudo
exagerados) de las atrocidades cometidas por los alemanes contra civiles
belgas. Los estadounidenses también se encolerizaron cuando en mayo de 1915
un submarino alemán hundió al vapor británico Lusitania, provocando la
muerte de 128 pasajeros estadounidenses. En enero de 1917 Alemania declaró
la guerra submarina irrestricta a todos los barcos que se dirigieran a
puertos aliados, incluidos los buques mercantes neutrales. En febrero,
Wilson se averiguó que si Alemania y Estados Unidos entraban en combate, el
ministro del exterior alemán tenía planeado proponer una alianza a México y
al Japón, prometiendo que el primero recuperaría las tierras que había
perdido en 1848 frente a Estados Unidos. Para entonces, este último había
vendido a los aliados miles de millones de dólares en municiones y otros
productos, casi todo a crédito.
En abril de 1917 Wilson pidió al Congreso una declaración de guerra; no
cólo para derrocar a Alemania o poner fin a la guerra submarina, sino para
salvaguardar "los derechos y las libertades. . . de todos los pueblos
libres". Para Wilson la guerra constituiría una gran cruzada en pro de la
paz mundial y la autodeterminacióin nacional. "El mundo debe convertirse en
un lugar seguro para la democracia", declaró Wilson cuando Estados Unidos
entró en la guerra que pondrá fin a todas las guerras.
Como en Gran Bretaña y Alemania, las necesidades de la guerra obligaron a
Estados Unidos a ampliar temporalmente la autoridad del gobierno federal, el
cual estaba facultado pare coordinar la administración de los ferrocarriles,
las industrias de guerra, las relaciones laborales, y la producción de
alimentos.
Cuando se declaró la guerra, el ejército de Estados Unidos era una
pequeña fuerza de 200.000 soldados. Millones de hombres tuvieron que ser
reclutados, adiestrados, equipados y enviados a Europa a través de un océano
infestado de submarinos. Transcurrió un año para que el ejército de Estados
Unidos estuviera listo para contribuir de manera significativa al esfuerzo
bélico de los aliados.
En la primavera de 1918, los alemanes lanzaron una última y desesperada
ofensiva, con la esperanza de llegar a Paris antes de que el ejército de
Estados Unidos estuviera preparado para el combate. Pero unas cuantas
divisiones estadounidenses estaban listas para ayudar a los franceses y a
los británicos a repeler el ataque. Para el otoño, la posición de Alemania
no podía ser peor: sus ejércitos se retiraban frente al inexorable
fortalecimiento de los estadounidenses.
En enero de ese año, Wilson había delineado sus objetivos de guerra: los
Catorce Puntos. En ellos se pedía, entre otras cosas, diplomacia abierta,
libertad de los mares, libre comercio internacional, desarme y arreglo justo
de disputas coloniales. El mapa de Europa sería retrazado para establecer
estados independientes para cada grupo nacional, y se organizarí una
asociación mundial de naciones para salvaguardar la paz. Wilson esperaba que
al ofrecer condiciones de paz indulgentes, podría convencer a Alemania de
cesar su lucha. En octubre, el gobierno alemán pidió la paz, y el 11 de
noviembre se declaró un armisticio.
En 1919, Wilson viajó a Europa para redactar el tratado de paz. Fue
acogido por muchedumbres jubilosas en las capitales de los países aliados,
pero la bienvenida se agrió cuando las negociaciones comenzaron en Versalles.
Pese a las protestas de Wilson, los aliados impusieron sanciones aplastantes
a Alemania y se repartieron sus colonias. Wilson logró establecer la Liga de
Naciones, pero muchos estadounidenses temían que dicha organización mundial
arrastrara a Estados Unidos a otra guerra extranjera. Un grupo de senadores
republicanos impuso restricciones al Tratado de Versalles: aceptarían la
Liga de Naciones sólo con el entendimiento de que el Congreso, no la Liga,
retendría el control de las fuerzas armadas estadounidenses. Inglaterra y
Francia no objetaron esa restricción, pero Wilson porfiadamente se negó a
modificar el tratado. El Presidente y el Congreso no lograron superar su
desacuerdo respecto a esta cuestión. Estados Unidos nunca ratificó el
Tratado de Versalles ni pasó a formar parte de la Liga de Naciones.
Aislamiento y
prosperidad
La mayoría de los estadounidenses no lamentaron el fracaso del tratado,
ya que se habían desilusionado de los resultados de la guerra. Después de
1920, Estados Unidos volvió la mirada hacia adentro y se retiró de los
asuntos europeos.
Al mismo tiempo, los estadounidenses desconfiaban cada día más de los
extranjeros que encontraban en su entorno, y se mostraban hostiles hacia
ellos. En 1919, una serie de bombardeos terroristas produjo lo que llegó a
conocerse como el ''susto rojo". Bajo la autoridad de A. Mitchell Palmer,
procurador general, se llevaron a cabo incursiones en reuniones políticas,
se hicieron arrestos y se deportaron varios cientos de radicales políticos
nacidos en el extranjero anarquistas, socialistas y comunistas aunque la
mayoría era inocente de cualquier delito. En 1921, dos anarquistas
italianos, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, fueron hallados culpables de
asesinato con base en pruebas muy dudosas. Los intelectuales protestaron
alegando que Sacco y Vanzetti habían sido condenados por sus creencias
políticas, pero se les negó un nuevo juicio. Después de agotar todos los
procedimientos legales de apelación, los dos italianos fueron electrocutados
en 1927.
En 1921 el Congreso había decretado restricciones a la inmigración, que
se hicieron más estrictas en 1924 y de nuevo en 1929. Estas restricciones
eran favorables a los inmigrantes ingleses, irlandeses, escandinavos y
alemanes: gente de raza "anglosajona" y "nórdica". Se reservaron pequeñas
cuotas para los europeos orientales y meridionales, y se prohibió la entrada
a los asiáticos. En 1920, los dirigentes del Partido Republicano arreglaron
la nominación de Warren G. Harding para presidente. Político de poca
escolaridad, Harding prometió a los votantes un regreso a la "normalidad", y
obtuvo un triunfo aplastante. Después de años de reformas, impuestos altos,
guerras y enredos internacionales, la mayoría de los estadounidenses votó
por un candidato que parecía encarnar los valores tradicionales
estadounidenses.
Pero los años 20 fueron todo salvo normales. Fue una década
extraordinaria y contradictoria, en la cual el hedonismo y la bohemia
coexistieron con el conservadurismo puritano. Fueron los años de la
Prohibición: en 1920 una enmienda constitucional proscribió las bebidas
alcohólicas. Pero los bebedores evadieron alegremente la ley en miles de
tabernas clandestinas, y los mafiosos ("gangsters") hicieron fortunas
vendiendo licor ilegal. El Ku Klux Klan, resucitado en 1915, atrajo a
millones de seguidores y aterrorizó a negros, católicos, judíos e
inmigrantes. Al mismo tiempo, hubo un florecimiento de la literatura negra
el "Renacimiento de Harlem" y el jazz cautivó la imaginación de
muchos estadounidenses blancos, incluido el compositor George Gershwin.
Asimismo, en 1928 el demócrata Alfred E. Smith pasó a ser el primer católico
en aspirar a la presidencia del país. Había mucha corrupción en las
administraciones del Presidente Harding y de James J. Walker, el "alcalde
galante" de la ciudad de New York. Pero en 1927 Charles Lindbergh llenó de
entusiasmo a la nación cuando realizó su primer vuelo sin escalas de New
York a Paris. En una era de materialismo y desencanto, este modesto y joven
aviador reafirmó ante sus compatriotas la importancia del heroísmo.
Las controversias de la década se resumieron en el celebre "juicio del
simio", de 1925, en el cual John T. Scopes fue enjuiciado por enseñar la
teoría de Darwin acerca de la evolución en las escuelas públicas de
Tennessee. En su última gran cruzada, William Jennings Bryan prestó su ayuda
al fiscal, afirmando la verdad literal del relato bíblico de la creación.
Scopes fue defendido por Clarence Darrow, famoso agnóstico y abogado
procesal que expuso al ridículo público el fundamentalismo de Bryan. El
juicio fue objeto de atención nacional pues sintetizó el gran cisma cultural
de los años veinte: el choque entre ias ideas modernas y los valores
tradicionales.
A final de cuentas, el Presidente Warren Harding, defensor de la
normalidad, hizo algo positivo al ayudar a detener la represión de los
radicales políticos. Su Secretario de Estado, Charles Evans Hughes, organizó
la Conferencia de Washington de 1921, en donde las principales potencias del
mundo elaboraron un plan de desarme naval y convinieron en respetar la
independencia de China.
El sucesor de Harding, Calvin Coolidge, tenía fama de ser hombre de pocas
palabras. Su aire taciturno ocultaba una mente sagaz: sabía que el silencio
era un medio excelente para intimidar a las personas que solicitaban favores
políticos. Frugal, puritano y honrado a carta cabal, Coolidge fue un
presidente inmensamente popular. Creía que "el principal negocio del pueblo
estadounidense son los negocios", y que el gobierno no debía inmiscuirse en
la empresa privada. "No hizo nada", dijo en tono burlón el comediante Will
Rogers, "pero eso era lo que la gente quería que hiciera".
Para los negocios, los años 20 fueron años de dorada prosperidad. Estados
Unidos era ahora una sociedad de consumo, con un mercado en expansión para
radios, electrodomésticos, textiles sintéticos, y plásticos. El hombre de
negocios pasó a ser un héroe popular; la creación de riqueza, una vocación
noble. Uno de los hombres más admirados de la década fue Henry Ford, quien
había introducido la producción en serie en la fabricación de automóviles.
Ford pudo pagar salarios altos y aun así obtener enormes utilidades al
fabricar el Modelo T, un auto sencillo y sin pretensiones que estaba al
alcance de millones de compradores. Por el momento parecía que Estados
Unidos había resuelto el eterno problema de producir y distribuir la
riqueza.
No obstante, hubo fallas fatales en la prosperidad de los años 20. La
sobreproducción de cosechas deprimió los precios de los alimentos, y los
agricultores sufrieron. Los trabajadores industriales ganaban mejores
salarios, pero aún no tenían el poder adquisitivo suficiente para comprar la
abundancia de productos que salían de sus fábricas. Con ganancias elevadas y
tasas de interés bajas, había mucho dinero disponible para invertir, pero
gran parte de ese capital se destinó a la especulación imprudente. Miles de
millones de dólares fueron a dar al mercado de valores, y la frenética puja
que se suscitó elevó los precios de las acciones mucho más allá de su valor
real. Muchos inversionistas compraron acciones con fondos de margen,
pidiendo dinero prestado a sus corredores para cubrir hasta el 90% del
precio de compra. Mientras el mercado prosperara, los especuladores podían
hacer fortunas de la noche a la mañana, pero se arriesgaban a quedar
arruinados con la misma rapidez si los precios de las acciones caían. La
burbuja de esta frágil prosperidad estalló en 1929 dando paso a una
depresión mundial, y para 1932 los estadounidenses se enfrentaban a la peor
crisis económica de los tiempos modernos. Ese derrumbe, a su vez, condujo a
la revolución más profunda en la historia del pensamiento social y en la
política económica estadounidenses.
La Gran
Depresión
El 24 de octubre de 1929, el "jueves negro" una oleada de ventas de
acciones provocada por el pánico arrasó la Bolsa de Valores de New York. Una
vez iniciado, el derrumbe en los precios de las acciones y de otros valores
no pudo detenerse. Para 1932, miles de bancos y más de 100.000 sociedades
mercantiles habían quebrado. La producción industrial se redujo a la mitad,
el ingreso agrícola decayó en más del 50%, los salarios bajaron un 60%, la
inversión nueva tuvo se redujo un 90%, y uno de cada cuatro trabajadores
estaba desempleado.
Herbert Hoover, presidente republicano, pidió a los empresarios que no
recortaran los salarios, y trató de reducir las tasas de interés y apoyar
los precios agrícolas. En 1932 aprobó la creación de la Corporación
Financiera de Reconstrucción, que prestó dinero a los bancos que se hallaban
en apuros.
Pero estas medidas resultaron inadecuadas para hacer frente al derrumbe
económico, y Hoover se opuso a las propuestas de llevar a cabo programas de
ayuda económica y creación de empleos con fondos federales. Creyó que podría
poner fin a la Depresión equilibrando el presupuesto nacional y restaurando
la confianza de la iniciativa privada. Aseguró a la población que la
recuperación estaba "a la vuelta de la esquina", pero la economía seguía
decayendo. A las masas de trabajadores desempleados les pareció que Hoover
era insensible e incapaz de ayudarlos. En las elecciones de 1932 sufrió una
estruendosa derrota frente al demócrata Franklin Delano Roosevelt, quien
prometió "un Nuevo Trato para el pueblo estadounidense" .
Garboso, optimista e imponente orador, Roosevelt, quien había sido
gobernador del estado de New York, logró inspirar la confianza pública que
Hoover no supo ganarse. "Lo único que hay que temer es el temor mismo",
declaró Roosevelt en su discurso de toma de posesión, y rápidamente tomó
medidas para hacer frente a la emergencia. En un lapso de tres meses (los
históricos "Cien Días" con los que hoy se mide a cada presidente) Roosevelt
sometió a la aprobación del Congreso un gran número de leyes para ayudar a
la recuperación de la economía. El Cuerpo Civil de Conservación (CCC) puso a
hombres jóvenes a trabajar en programas de reforestación y control de
inundaciones. La Administración Federal de Ayuda Urgente (FERA) contribuyó a
los fondos de ayuda estatales y locales que se habían agotado debido a la
Depresión. La Administración de Ajuste Agrícola (AAA) pagó a los
agricultores para que redujeran su producción, elevando así el precio de las
cosechas. La Autoridad del Valle de Tennessee (TVA) construyó una red de
represas en el área del Río Tennessee, en la región sudoriental de Estados
Unidos, para generar electricidad, controlar las inundaciones y producir
fertilizante. Y la Administración de Recuperación Nacional (NRA) reglamentó
la "competencia justa" entre empresas y garantizó derechos de negociación y
salarios mínimos para los trabajadores.
En 1935, la Ley de Seguridad Social estableció pensiones de vejez y para
sobrevivientes a base de contribuciones, así como un programa de seguro de
desempleo. La Ley Wagner de Relaciones Laborales proscribió las prácticas
patronales injustas y protegió el derecho de los trabajadores a la
negociación colectiva.
La Administración de Obras en Progreso (WPA) fue una de las medidas más
efectivas del Nuevo Trato, quizás porque se basaba en la creencia, nacida
con los puritanos y casi universalmente aceptada por los estadounidenses de
años posteriores, de que trabajar para la propia subsistencia es algo
honorable y digno, en tanto que recibir ayuda que no se gana, "caridad", es
algo degradante que resta a las personas independencia y sentido de
autoestima. Financiada por impuestos reunidos por el gobierno federal, la
WPA creó millones de empleos al emprender la construcción de carreteras,
puentes, aeropuertos, hospitales, parques y edificios públicos. Aunque la
WPA resultó quizás más cara que un sistema de dádivas, mantuvo a los
trabajadores ocupados preservando así sus habilidades y el respeto de sí
mismos. En una serie de amigables trasmisiones radiofónicas denominadas
"charlas al calor del hogar" el Presidente explicó sus políticas al pueblo.
Los programas del Nuevo Trato de Roosevelt no pusieron fin a la
Depresión. Aunque la economía mejoró como resultado de este programa de
intervención gubernamental, la recuperación total finalmente llegó cuando
Estados Unidos reforzó sus sistemas de defensa antes de entrar a la Segunda
Guerra Mundial. Este reforzamiento, emprendido para ayudar a los exiliados
de la nación en su batalla contra la agresión, absorbió el excedente de mano
de obra incorporándolo a las industrias de guerra y a las fuerzas armadas.
Pero muchos estadounidenses jóvenes y viejos aún sienten gran afecto por
Franklin D. Roosevelt, el presidente que se acordó del "hombre olvidado en
lo más bajo de la pirámide económica".
En la década de 1930, el Partido Comunista ganó algunos adeptos entre los
trabajadores y los intelectuales, y los partidos socialistas tuvieron un
número mayor de seguidores.
, gobernador de Louisiana, exigió una trasferencia masiva de
riqueza de los ricos a los pobres. Sin embargo, aun cuando hubo mucho
sufrimiento durante los peores años de la Depresión, y tales soluciones
radicales para los problemas económicos de la nación se analizaron en muchos
círculos, la mayoría de los estadounidenses retuvo su fe en una forma
democrática de gobierno. Siguieron creyendo que con buena voluntad y trabajo
arduo el pueblo de Estados Unidos saldría de sus años de dificultades con
sus ideales y sus sistemas político y social intactos.
La
Segunda Guerra Mundial
En septiembre de 1939 la guerra estalló en Europa. Roosevelt anunció que
Estados Unidos sería neutral mas no indiferente. En septiembre de 1940,
cuando Inglaterra se vio amenazada por la invasión alemana, Estados Unidos
dio a los británicos 50 destructores viejos a cambio de bases navales en el
Atlántico occidental. Dos semanas después el Congreso aprobó la primera
conscripción militar en tiempos de paz en la historia de Estados Unidos.
Para principios de 1941 Inglaterra ya no tenía dinero para comprar productos
estadounidenses, así que Roosevelt convenció al Congreso de promulgar una
ley de "préstamo-arrendamiento". Mediante este programa Estados Unidos acabó
por "prestar" US$13.500 millones en pertrechos de guerra a la Gran Bretaña,
y otros US$9.000 millones a la Unión Soviética.
En el Lejano Oriente las fuerzas japonesas habían invadido Manchuria
(1931), China (1937) e Indochina francesa (julio de 1941). Roosevelt
respondió a esta agresión prohibiendo las exportaciones de chatarra, acero y
petróleo a Japón y congelando los créditos japoneses en Estados Unidos.
Para noviembre de 1941 los planificadores militares de Estados Unidos se
preparaban para un asalto japonés, pero esperaban un ataque al sur, hacia
las Indias orientales holandesas (Indonesia) ricas en petróleo. En vez de
ello, bombarderos japoneses estacionados en un portaaviones atacaron la base
naval de Pearl Harbor en Hawai. El sorpresivo ataque hundió o averió ocho
barcos de guerra y destruyó casi 200 aviones. Estados Unidos inmediatamente
declaró la guerra a Japón. Cuatro días después Alemania e Italia, aliadas de
Japón, declararon la guerra a Estados Unidos.
En 1941 Japón contaba con una marina de guerra importante y mayor número
de aviones de los que podían movilizar Estados Unidos. Las posibilidades de
una victoria militar japonesa dependían de que ese país pudiera derrotar a
Estados Unidos antes que éste lograra reorientar su poderoso complejo
industrial hacia la producción de equipo militar. Japón fracasó en esta
empresa, y Estados Unidos pronto produjo enormes cantidades de barcos,
aviones y armas diversas.
El gobierno de Estados Unidos tomó medidas sin precedente a fin de
movilizar la economía para la guerra, incluyendo el decreto de control de
salarios y precios e impuestos más altos sobre el ingreso. Se racionaron la
gasolina y algunos comestibles, en tanto que la construcción de casas y la
producción de automóviles y muchos otros bienes de consumo prácticamente se
paralizaron. Acicateado por el temor de que Alemania creara un arma nuclear,
el gobierno gastó US$2.000 millones en el ultrasecreto Proyecto Manhattan,
que produjo y aprobó una bomba atómica en 1945.
Los planificadores de guerra estadounidenses, británicos y soviéticos
convinieron en orientar sus esfuerzos primero en derrotar a Alemania. Para
aliviar la presión sobre los aliados soviéticos, que se hallaban sitiados,
los jefes de estado mayor conjunto de Estados Unidos recomendaron en 1942
una invasión a Francia pero, bajo la presión de Winston Churchill, primer
ministro británico, los aliados se concentraron en el Mediterráneo. Las
fuerzas angloamericanas llegaron a tierras norafricanas en noviembre de
1942, luego prosiguieron a Sicilia y a Italia continental en 1943, liberando
a Roma el 4 de junio de 1944, tras meses de enconada lucha. Dos días
después, el 6 de junio, conocido como "Día D", las tropas aliadas invadieron
Normandía en la operación anfibia más ambiciosa de la historia militar.
Paris fue liberado el 24 de agosto y, para septiembre, unidades de Estados
Unidos habían cruzado la frontera alemana. Sin embargo, en diciembre de 1944
los alemanes lanzaron un feroz ataque contra la región de las Ardenas en
Bélgica. Les tomó a los aliados una semana reagruparse y un mes contraatacar
y obligar a los alemanes a retirarse en lo que llegó a conocerse como la
"batalla de la Comba". Esta resultó ser la última ofensiva alemana de la
Segunda Guerra Mundial. Finalmente, el 25 de abril de 1945 las fuerzas
aliadas occidentales se reunieron en el pueblo de Torgau, Alemania, con las
fuerzas soviéticas que avanzaban. Los alemanes se rindieron el 5 de mayo de
1945.
En el Pacífico, las fuerzas armadas japonesas lograron inicialmente una
serie de victorias. Para mayo de 1942 habían invadido las Filipinas y
forzado la rendición de 11.500 estadounidenses y filipinos, que fueron
tratados brutalmente por sus captores. En una atmósfera de histeria bélica,
110.000 japoneses-americanos que vivían en la porción occidental de Estados
Unidos fueron detenidos en campos de reubicación. Los funcionarios del
gobierno justificaron esta acción como medida de precaución contra el
sabotaje y el espionaje, pero no hubo un solo japonés-americano que fuera
hallado culpable de algún acto de deslealtad durante la guerra, y muchos de
ellos pelearon valientemente en las fuerzas armadas estadounidenses.
El 8 de mayo de 1942 la amenaza japonesa contra Australia fue detenida en
la batalla del Mar del Coral. En junio la principal flota japonesa, que
navegaba rumbo a Hawai, fue rechazada en la batalla de Midway, con una
pérdida de cuatro portaaviones. Los criptógrafos estadounidenses eran
expertos en descifrar las claves japonesas, así que los aliados generalmente
conocían la disposición de la marina de guerra japonesa.
A lo largo de los tres años siguientes las fuerzas de Estados Unidos
avanzaron hacia Japón "saltando entre islas", es decir, tomando algunas
islas estratégicas en el Pacífico y pasando por alto otras. Una fuerza
aliada bajo el mando del General Joseph W. Stillwell ayudó a los chinos, y
las tropas comandadas por el General Douglas MacArthur regresaron a las
Filipinas en octubre de 1944. La isla de Iwo Jima, en el Pacífico central,
cayó en manos de Estados Unidos en marzo, y Okinawa en junio de 1945. Desde
estas dos islas los bombarderos B-29 lanzaron ataques devastadores contra
ciudades japonesas.
Las fuerzas estadounidenses se prepararon en seguida pare invadir las
islas japonesas. Con la esperanza de llevar la guerra a un rápido fin, el
Presidente Harry Truman ordenó usar la bomba atómica contra Hiroshima (6 de
agosto) y Nagasaki (9 de agosto). Japón convino en rendirse el 14 de agosto.
Casi 200.000 civiles murieron en los ataques nucleares, pero los expertos
militares están de acuerdo en afirmar que las bajas, japonesas y
norteamencanas, hubieran sido mucho mayores si los aliados hubieran tenido
que invadir Japón.
La Guerra Fría
Después de la guerra se crearon rápidamente tensiones entre Estados
Unidos y la Unión Soviética. En la Conferencia de Yalta celebrada en febrero
de 1945 Roosevelt, Churchill y el líder soviético Josef Stalin prometieron
elecciones libres en todas las naciones liberadas de Europa. Los aliados
occidentales restauraron la democracia en Europa occidental y Japón, pero
las fuerzas soviéticas impusieron dictaduras comunistas en Europa oriental.
En 1947 el Secretario de Estado George C. Marshall propuso un programa de
ayuda económica masiva para reconstruir la Europa en ruinas. La URSS y las
naciones europeas fueron invitadas a participar en el Plan Marshall, pero
los soviéticos rechazaron la oferta. Estos se daban cuenta de que una Europa
empobrecida, donde reinaban las privaciones y la desesperación, sería presa
fácil de movimientos sociales y políticos hostiles a las tradiciones
occidentales de libertad individual y gobierno democrático. El Plan Marshall
fue un programa generoso que tuvo un éxito total. En el curso de cuatro años
se proporcionaron por su conducto US$12.500 millones en ayuda y se
restauraron las economías de Europa occidental.
En mayo de 1947 Estados Unidos empezó a enviar ayuda militar al gobierno
griego, que estaba luchando contra guerrillas comunistas, y a Turquía, a
quien los soviéticos estaban presionando para obtener concesiones
territoriales. En ese momento Alemania y Berlín estaban divididas en dos:
una zona occidental ocupada por estadounidenss, ingleses y franceses, y una
zona oriental bajo el dominio de los soviéticos. En la primavera de 1948
estos últimos cercaron Berlín occidental con la intención de someter por
hambre a la aislada ciudad. Las potencias extranjeras respondieron con un
enorme puente aéreo de alimentos y combustible hasta que los soviéticos
levantaron el bloqueo en mayo de 1949. Un mes antes Estados Unidos se había
aliado con Canadá, Gran Bretaña, Francia, Bélgica, los Países Bajos, Italia,
Luxemburgo, Noruega, Dinamarca, Islandia y Portugal para crear la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El 25 de junio de 1950, provisto de armas soviéticas y actuando con la
aprobación de Stalin, el ejército norcoreano invadió Corea del Sur. El
Presidente Truman inmediatamente obtuvo el compromiso de las Naciones Unidas
de defender Corea del Sur, y se enviaron al frente de batalla tropas
estadounidenses a las cuales posteriormente se les unieron contingentes de
Inglaterra, Turquía, Australia, Francia y las Filipinas. Para septiembre de
1950 los norcoreanos habían conquistado la mayor parte de Corea del Sur. Las
fuerzas de la ONU estaban concentradas en un área en Pusan, en el extremo
meridional de la península coreana. Entonces el General Douglas MacArthur
llevó a cabo un intrépido desembarco anfibio en Inchón, en Corea Central. El
ejército norcoreano fue flanqueado y destrozado, y las fuerzas de MacArthur
barrieron el norte hacia el Río Yalu, la frontera entre Corea del Norte y la
República Popular China. No obstante, en noviembre las tropas chinas
contraatacaron y obligaron al ejército de la ONU a retirarse hacia el sur
del paralelo 38 (la frontera entre Corea del Norte y Corea del Sur).
MacArthur estaba a favor de lanzar ataques aéreos y marítimos contra China,
pero el Presidente Truman creyó que semejante estrategia conduciría a una
expansión del conflicto, y el 11 de abril de 1951 relevó a MacArthur del
mando de las fuerzas armadas. Las pláticas de paz comenzaron tres meses
después, pero la actividad bélica continuó hasta junio de 1953, y el arreglo
final no logró unificar a Corea.
Frustrados por el estancamiento de la situación coreana y enojados por
las tomas de poder comunistas en Europa oriental y China, muchos
estadounidenses empezaron a buscar a "los responsables" y acabaron por creer
que también en su gobierno podrían haberse infiltrado conspiradores
comunistas que luchaban por socavar la democracia como sistema político. En
su mayor parte estas sospechas carecían de fundamento, pero el recelo
público se despertó cuando algunos individuos acusados de ser agentes
soviéticos fueron procesados en juicios escandalosos. Joseph McCarthy,
senador republicano, aseguró que la Secretaría de Estado y el ejército
estaban repletos de comunistas. Las sensacionalistas investigaciones de
McCarthy no descrubrieron subversivos, pero sus acusaciones y calumnias
destuyeron la carrera de algunos diplomáticos. En 1954, en el curso de las
trasmisiones por televisión nacional, McCarthy fue denunciado como farsante
y más tarde censurado por el senado. La tolerancia de la disidencia política
es una de las tradiciones más fundamentales y esenciales de Estados Unidos.
La era de McCarthy, la aprobación de las Leyes sobre Extranjeros y Sedición
de 1798, y los excesos del Susto Rojo de 1919-1920, constituyeron graves
desvíos de esta tradición.
Derechos
civiles
De 1945 a 1970 Estados Unidos disfrutó de un largo período de crecimiento
económico, interrumpido sólo por recesiones breves y bastante suaves. Por
primera vez una enorme mayoría de estadounidenses podía gozar de un cómodo
nivel de vida. Para 1960 el 55% de todos los hogares contaba con lavadoras
de ropa, el 77% poseía autos, el 90% tenía televisores, y casi todos eran
dueños de refrigeradores. Había habido una serie de huelgas después de la
Segunda Guerra Mundial en las cuales los trabajadores exigían aumentos para
compensar la inflación; sin embargo, la prosperidad de la posguerra permitió
a los empleadores otorgar salarios más altos.
Al mismo tiempo, Estados Unidos se movía lentamente hacia la justicia
racial. En 1941 la amenaza de protestas por parte de los negros persuadió al
Presidente Roosevelt a prohibir la discriminación en las industrias de
guerra, aunque su orden tuvo sólo un impacto limitado sobre las prácticas de
contratación. En 1948 el Presidente Truman puso fin a la segregación racial
en las fuerzas armadas y en todas las dependencias federales. El fallo Brown
vs. la Junta de Educación de Topeka, Kansas, en 1954, permitió a la Corte
Suprema determinar unánimente que la segregación en las escuelas públicas
era inconstitucional; no obstante, los estados del sur siguieron oponiéndose
a la integración durante varios años después del fallo. En 1955 el Reverendo
Martin Luther King, Jr., encabezó un boicot contra la segregación en el
trasporte público el cual finalmente acabó con la segregación en los buses
urbanos de Montgomery, Alabama. En 1957 el gobernador de Arkansas trató de
impedir que estudiantes negros se inscribieran en una escuela secundaria
para blancos, en Little Rock, capital del estado. Para hacer cumplir la ley
que exigía integración, el Presidente Dwight D. Eisenhower envió al lugar
tropas federales.
Ese mismo año los estadounidenses se sintieron sacudidos por la noticia
de que la Unión Soviética había lanzado el Sputnik, el primer satélite
artificial de la Tierra. Esto fue un golpe para Estados Unidos, nación que
siempre se había enorgullecido de su tecnología. En respuesta, el gobierno
federal estadounidense incrementó los esfuerzos que ya se hacían para
producir un satélite, e invirtió más dinero en educación, especialmente en
las ciencias.
La Nueva
Frontera y la Gran Sociedad
En 1960 el demócrata John F. Kennedy fue elegido presidente. Joven,
vigoroso y atractivo, Kennedy prometió "poner de nuevo en marcha al país";
avanzar sin descanso hacía una Nueva Frontera. Pero uno de sus
primeros experimentos en política exterior fue un desastre. En un esfuerzo
por echar abajo la dictadura comunista de Fidel Castro en Cuba, Kennedy
apoyó una invasión de la isla por un grupo de exiliados cubanos que habían
sido adiestrados por la Agencia Central de Inteligencia. En abril de 1961
los exiliados llegaron a la Bahía de Cochinos donde fueron capturados casi
inmediatamente.
En octubre de 1962 aviones de observación descubrieron que la Unión
Soviética instalaba proyectiles nucleares en Cuba, lo suficientemente cerca
pare atacar ciudades norteamericanas en cuestión de minutos. Kennedy impuso
un bloqueo a Cuba y el primer ministro, Nikita Khrushchev, finalmente
accedió a retirar los proyectiles a cambio de la promesa de los
estadounidenses de no invadir a Cuba.
En abril de 1961 los soviéticos se anotaron otro triunfo en el espacio:
Yuri Gagarin pasó a ser el primer hombre en describir una órbita en torno a
la Tierra. El Presidente Kennedy respondió con la promesa de poner un hombre
en la Luna antes de terminar la década. En febrero de 1962 John Glenn hizo
el primer viaje orbital de Estados Unidos y fue aclamado como héroe a su
regreso (de la misma forma como Charles Lindbergh había sido aplaudido 35
años antes cuando realizó el primer vuelo solo y sin escalas a través del
Atlántico). Costó US$24 millones de y años de investigación, pero la promesa
de Kennedy se cumplió en julio de 1969 cuando Neil Armstrong sacó un pie
fuera de la nave Apolo 11 y lo posó sobre la superficie lunar.
En la décade de 1960, Martin Luther King Jr., encabezó una campaña no
violenta para desegregar en el sur restaurantes, buses interestatales, salas
de teatro y hoteles. Sus seguidores tuvieron que enfrentarse a la policía
hostil, las turbas violentas, el gas lacrimógeno, las mangueras de agua y
los aguijones eléctricos usados para arrear al ganado. La Administracidn
Kennedy trató de proteger a quienes trabajaban en favor de los derechos
civiles, y de obtener el derecho al voto para los negros del sur. En junio
de 1963 el Gobernador George Wallace, de Alabama, simbólicamente se paró
ante las puertas de la universidad estatal para blancos a fin de impedir la
admisión de dos estudiantes negros, pero el gobierno federal lo obligó a
franquearles el paso. Hablando esa noche ante la nación, el Presidente
Kennedy exigió la promulgación de una estricta ley federal de derechos
civiles. El 22 de noviembre, antes de poder lograr ese objetivo, Kennedy fue
asesinado en Dallas, Texas. Aunque no fue un presidente al que todos
quisieran, su muerte fue un golpe terrible para el pueblo estadounidense.
Lyndon Johnson, vicepresidente que asumió la presidencia a la muerte de
Kennedy, aprobó la Ley de Derechos Civiles de 1964, la cual prohibió la
discriminación racial en establecimientos públicos y en cualquier negocio o
institución que recibiera fondos federales. Johnson fue elegido para un
nuevo período presidencial con amplio apoyo popular en 1964. Alentado por su
gran victoria electoral, Johnson envió al Congreso muchos programas sociales
que fueron aprobados por este: ayuda federal para la educación, las artes y
las humanidades; seguro de salud para los ancianos (Medicare) y
para los pobres (Medicaid); viviendas de bajo costo y renovación
urbana. La Ley de Derecho al Voto de 1965 finalmente permitió a los negros
estadounidenses acudir a las urnas. La discriminacidn en la inmigración
también llegó a su fin: se abolieron las cuotas por origen nacional, lo cual
pemmitió un gran aumento en el número de visas de inmigrante para los
asiáticos.
Aunque para entonces la mayoría de los estadounidenses había alcanzado la
prosperidad, el libro de Michael Harrington The Other America (Los
otros Estados Unidos), de 1962, identificó persistente pobreza: en los
barrios bajos urbanos, en la mayoría de los vecindarios de negros y entre
los blancos pobres de las montañas Apalaches orientales. El Presidente
Johnson respondió con su programa Guerra contra la Pobreza, que
incluía educación preescolar especial para los niños pobres, capacitación
vocacional para quienes habían abandonado la escuela y empleos de servicio
comunitario para los jóvenes de los barrios bajos.
Con todos estos programas, el objetivo de Johnson era construir una
gran sociedad: una nación donde la igualdad de oportunidades y una alta
calidad de vida fueran el patrimonio de todos. Y en 1965 había muchas
rezones para sentirse optimista acerca del futuro de la nación. Todas las
formas de discriminación racial legal se habían eliminado, la pobreza iba en
descenso, y los estadounidenses gozaban de mayor prosperidad y mejor
educación que en cualquier período anterior de su historia. Sólo tres años
después, la gran sociedad yacía en ruinas, destrozada por la Guerra
de Vietnam.
La Guerra de
Vietnam
La injerencia estadounidense en Vietnam no comenzó con el Presidente
Johnson. Cuando los rebeldes comunistas y nacionalistas lucharon contra el
colonialismo francés en Indochina después de la Segunda Guerra Mundial, el
Presidente Truman envió ayuda militar a Francia. Después de retirarse los
franceses del sureste de Asia en 1954, el Presidente Eisenhower envió
asesores y ayuda estadounidenses para contribuir al establecimiento de un
gobierno democrático y pro-occidental en Vietnam del Sur. Con el Presidente
Kennedy, miles de oficiales militares adiestraron a soldados survietnamitas
y algunas veces manejaron aviones de guerra vietnamitas en combate.
En agosto de 1964, dos destructores estadounidenses que navegaban en el
Golfo de Tonkin informaron haber recibido ataques de barcos torpederos
norvietnamitas. El Presidente Johnson, en represalia, lanzó ataques aéreos
contra bases navales norvietnamitas. Los primeros soldados de combate
norteamencanos fueron enviados a Vietnam en marzo de 1965. Para 1968 ya
habían llegado 500.000 estadounidenses. Mientras tanto, la fuerza aérea
gradualmente intensificó los ataques con aviones B-52 contra Vietnam del
Norte, bombardeando primero las bases y rutas militares y después las
fábricas y plantas de energía cerca de Hanoi. Pero esta aplicación masiva de
fuerza militar sólo consiguió devastar a Vietnam.
Las universidades fueron escenario de manifestaciones de protesta contra
el involucramiento de Estados Unidos en esta guerra no declarada y, en
opinión de muchos, injustificada. Hubo encuentros violentos entre los
estudiantes y la policía. En octubre de 1967, 200.000 manifestantes
marcharon frente al Pentágono, en Washington, DC, exigiendo la paz.
Al mismo tiempo, en las ciudades empezó a haber agitación a medida que
líderes negros jóvenes y más radicales tachaban de ineficaces las tacticas
no violentas de Martin Luther King. El asesinato de King en Memphis,
Tennessee, en 1968, desencadenó motines raciales en más de 100 ciudades.
Fueron incendiados distritos comerciales en barrios negros, y 43 personas
fueron muertas, en su mayoría negras.
Un número cada vez mayor de estadounidenses de todas las clases sociales
se oponían a la participación de Estados Unidos en la guerra de Indochina, y
en las elecciones de 1968 el Presidente Johnson se enfrentó a fuertes
desafíos por parte de dos demócratas opuestos a la guerra: los senadores
Eugene McCarthy y Robert Kennedy, este último hermano del Presidente John F.
Kennedy. El 31 de mayo, en vista de una humillante derrota en las encuestas
de opinión pública y de la incesante prolongación del conflicto en Vietnam,
Johnson se retiró de la contienda presidencial y ofreció negociar el fin de
la guerra. Robert Kennedy fue asesinado al final de la campaña de elecciones
primarias y los votantes eligieron por escaso márgen al republicano Richard
Nixon. Como presidente, Nixon atrajo el favor de la clase media
estadounidense: la gran mayoria silenciosa que estaba descontenta
con la violencia y la protesta que tenía lugar en el interior del país.
En Indochina, Nixon observó una política de "vietnamización",
reemplazando gradualmente a los soldados estadounidenses con vietnamitas.
Pero el bombardeo intenso de las bases comunistas continuó, y en la
primavera de 1970 Nixon envió soldados estadounidenses a Camboya. Esa acción
provocó las protestas estudiantiles más masivas y violentas de la historia
del país. Durante una manifestación en la Kent State University en Ohio,
miembros de la Guardia Nacional mataron a cuatro estudiantes.
Después, conforme el pueblo estadounidense se percató de que la guerra
tocaba a su fin, la situación cambió repentinamente: la tranquilidad volvió
a las universidades y ciudades de la nación. Para 1973, Nixon había firmado
un tratado de paz con Vietnam del Norte, había traído de regreso a los
soldados y había puesto punto final al reclutamiento. Los estudiantes
empezaron a rechazar la política radical y, en general, se orientaron hacia
la búsqueda de carreras individuales. Muchos negros aún vivían en la
pobreza, pero otros que finalmente ejercían profesiones bien remuneradas.
Muchas ciudades grandes como Cleveland, Newark, Los Angeles, Washington,
Detroit, Atlanta habían elegido alcaldes negros y esto contribuy6 al
relajamiento de las tensiones urbanas.
Décadas de
cambio
No obstante lo anterior, el activismo político no desapareció en la
década del 70, sino que se canalizó en otras causas. Algunos jóvenes
trabajaron a favor del cumplimiento de las leyes contra la contaminación, o
se unieron a grupos de protección del consumidor, o hicieron campaña contra
la industria de la energía nuclear. Siguiendo el ejemplo de los negros,
otras minorías como los latinos, asiáticos, indígenas, homosexuales
exigieron una ampliación de sus derechos. Con frecuencia esas presiones
dieron resultado, sin embargo era inevitable que se produjera una reacción
contraria, aflorando muestras de hostilidad hacia estos grupos.
A partir de la Segunda Guerra Mundial las mujeres se habían estado
incorporando gradualmente a la fuerza laboral, y en los años 70, un
movimiento de liberación femenina pugnó por la obtención legal del aborto,
la creación de guarderías, e igualdad en salarios y trabajo para las
mujeres. En 1973, la Corte Suprema proscribió casi todas las restricciones
concernientes al aborto, pero esta resolución sólo logró que se agudizara
más una furiosa disputa a nivel nacional: las feministas defendían el aborto
como un derecho constitucional, a la vez que otras lo denunciaban como un
crimen en contra de un ser vivo inocente. Una Enmienda Constitucional sobre
la Igualdad de Derechos fue vetada principalmente por conservadores que
temían sus repercusiones.
El Presidente Nixon logró dos importantes objetivos diplomáticos: el
restablecimiento de relaciones formales con la República Popular de China y
la negociación del primer Tratado sobre Limitación de Armas Nucleares (SALT
I) con la Unión Soviética. En las elecciones de 1972 derrotó fácilmente a
George McGovern, demócrata liberal contrario a la guerra.
Sin embargo, durante la campaña, cinco hombres fueron arrestados por
irrumpir en las oficinas generales del Partido Demócrata en el edificio de
apartamentos y oficinas Watergate, en Washington, DC. Periodistas que
investigaban el incidente descubrieron que los ladrones eran hombres
empleados por el comité de reelección del Presidente Nixon. La Casa Blanca
empeoró el escándalo tratando de encubrir su conexión con el asunto. En
julio de 1973 se supo que el Presidente Nixon había grabado en su oficina
sus conversaciones acerca del asunto Watergate. Comités del Congreso,
fiscales especiales, jueces federales y la Corte Suprema exigieron al
unísono que el Presidente entregara las grabaciones. Después de una larga
resistencia, finalmente las hizo públicas. Las cinta revelaron que el
Presidente Nixon estuvo involucrado directamente en el encubrimiento. Para
el verano de 1974 era claro que el Congreso pretendía acusar formalmente al
Presidente y condenarlo. El 9 de agosto Richard Nixon se convirtió en el
único presidente estadounidense que ha debido renunciar a su cargo.
Después de la Guerra de Vietnam y del escándalo Watergate, muchos
estadounidenses se habían desilusionado de los hombres que los gobernaban y
les habían perdido la confianza. Gerald Ford, el presidente republicano que
ascendió al poder tras la renuncia de Richard Nixon, era agradable y
conciliatorio. Ford hizo mucho para restaurar la confianza de los
ciudadanos, aunque algunos votantes nunca le perdonaron que hubiera
indultado a su ex jefe, Richard Nixon. Las elecciones de 1976 favorecieron a
Jimmy Carter, ex gobernador de Georgia, debido en gran medida a su
ostensible honradez personal y a su fe religiosa. Carter tenía experiencia
política limitada, pero muchos votantes preferían a esas alturas a un
"extraño", alguien que no perteneciera al mundo político de la capital.
Precisamente por ser un extraño, al Presidente Carter se le hizo difícil
trabajar con el Congreso, aun cuando ese cuerpo estaba controlado por su
propio Partido Demócrata. Carter atacó frecuentemente a las burocracias de
Washington y al exceso de reglamentación federal, e inició el proceso de
reducir la injerencia del gobierno en las líneas aéreas, la banca, y el
transporte camionero interestatal. Pero no pudo controlar el principal
problema económico de los años 70: la inflación. La Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP) había venido incrementando el costo de esa
materia prima desde 1973, y esos aumentos trajeron consigo un alza general
de los precios. Para 1980 la inflación había alcanzado una tasa anual de
crecimiento de 13,5% y la nación experimentaba un período de dificultad
económica. Carter firmó un segundo Tratado sobre Limitación de Armas
Estrategicas (SALT II) con la Unión Soviética, pero éste no llegó a ser
ratificado por el Senado después de la invasión soviética a Afganistán en
diciembre de 1979. También se mostró poco eficaz frente a otra crisis: en
1979 radicales iraníes irrumpieron en la embajada de Estados Unidos en
Teherán y tomaron como rehenes a 50 ciudadanos estadounidenses. El mayor
éxito de Carter fue la negociación del Acuerdo de Campo David entre Israel y
Egipto, que condujo a un histórico tratado de paz entre ambas naciones.
En las elecciones de 1980 el Presidente Carter fue derrotado por su
contendor republicano Ronald Reagan, y el partido triunfador también ganó
terreno de manera impresionante en ambas cámaras del Congreso. Reagan ganó
las elecciones por un margen amplio gracias a que recurrió a los principios
tradicionales y a la antipatía estadounidense por el "gobierno poderoso" y
los impuestos altos; antipatía que data de 1776. El primer período de Reagan
se caracterizó por la recuperación y el crecimiento económico, y fue
reelegido por abrumadora mayoría en la contienda contra el demócrata Walter
Mondale en 1984.
Hacia el
siglo XXI
Los cambios en la estructura de la sociedad estadounidense se hicieron
más evidentes en la década del 80. La composición de la población y los
trabajos y aptitudes necesarias habían sufrido grandes cambios. El
predominio de los empleos de servicios llegó a tal punto que alrededor del
75% de la población trabajaba en este sector. Estas actividades se vieron
beneficiadas por la accesibilidad a la tecnología de los computadores. Había
llegado la era de la información.
También hubo cambios en las pautas demográficas: al terminar el auge de
nacimientos ("baby boom") de 1946 a 1964, la tasa de crecimiento se redujo y
la población envejeció. La composición de la familia se modificó también, y
una cuarta parte de las viviendas ocupadas por familias entró en la
clasificación de casas no-familiares, en las cuales convivían dos o más
personas que no estaban unidas por lazos de parentesco. La reforma de la
política de inmigración en 1965 hizo aumentar el número de recién llegados
de Asia y América Latina, y el país se convirtió nuevamente en un asilo para
la gente de todo el mundo.
Las tendencias de la economía, la sociedad y la política en la década
anterior provocaron un sentimiento de desilusión en muchos estadounidenses y
una renovada suspicacia hacia el gobierno ante la incapacidad de éste de
lidiar con los más arraigados problemas sociales y políticos. En esa época
muchos fueron receptivos al mensaje conservador de imponer límites al
gobierno, fortalecer la defensa nacional, y proteger los valores
tradicionales.
Un gran número de cristianos fundamentalistas estaban muy alarmados por
el incremento de la delincuencia y de la inmoralidad sexual. Ellos deseaban
que la religión volviera a ocupar un sitio preponderante en la vida del
país. Algunos de los evangelistas que predicaban por televisión se
convirtieron en fuerza poderosa dentro del partido republicano. Otro tema
enconado y emocional que los preocupó fue el del aborto, y las
manifestaciones a favor y en contra de la libre elección llegaron a ser un
rasgo permanente del paisaje político.
En el partido republicano la derecha volvió a ser el ala dominante.
Gracias a la beligerancia intelectual de varios conservadores como Milton
Friedman y William F. Buckley, y a la de ciertas instituciones de
investigación como la Heritage Foundation, la Nueva Derecha ha desempeñado
un papel decisivo desde la década del 80.
Ronald Reagan logró fusionar todas las tendencias de la derecha por su
invariable optimismo y capacidad para exaltar los logros y las aspiraciones
del pueblo. A pesar de su propensión a las declaraciones desacertadas, llegó
a ser conocido como el gran comunicador, sobre todo por su dominio
de la televisión. Reagan se propuso eliminar los programas que a su juicio
no necesitaba el país, y los reglamentos que perjudicaban al consumidor, a
los centros de trabajo, y al medio ambiente. Los primeros años de su
presidencia se caracterizaron por una recesión que afectó a casi todos los
sectores. La tasa de desempleo subió a más del 10%, y la productividad
nacional se frenó, aumentando el consumo de bienes importados.
A principios de 1984 la economía se empezó a recuperar; Japón accedió a
imponer una cuota voluntaria a sus automóviles exportados hacia Estados
Unidos, el gasto del consumidor aumentó en respuesta a la reducción de los
impuestos federales, el mercado de valores ascendió, y la economía generó
más de 13 millones de nuevos empleos. Pero la deuda nacional casi se
triplicó bajo Reagan.
En política exterior Reagan pugnó por darle al país un papel más
afirmativo, y América Central le ofreció su primer campo de pruebas. A pesar
de su vehemente retórica anticomunista, el uso de la fuerza militar durante
su gobierno fue bastante restringido. En octubre de 1983 fuerzas
estadounidenses desembarcaron en Granada, en respuesta a un urgente llamado
de auxilio de los países vecinos del Caribe. En las relaciones con la Unión
Soviética, Reagan buscó la paz por medio de a fuerza.
El heredero político de la popularidad de Ronald Reagan fue George Bush,
quien había ocupado la vicepresidencia y se convirtió en el
cuadragésimoprimer presidente en 1988. Bush firmó leyes para reducir la
contaminación ambiental, y para facilitar el tránsito a los minusválidos, y
emprendió una campaña para fomentar el voluntariado. Su presidencia enfrentó
problemas al intentar contralar el déficit presupuestal. Los fraudes, la
mala administración, la reglamentación laxa, y los reveses económicos fueron
la causa de la insolvencia general de las instituciones de ahorro y
préstamo. A pesar de sus promesas de campaña, aumentó los impuestos.
En 1990, tras conversaciones con el gobierno soviético sobre el control
de armas y la unificación de Alemania, se firmaron el Tratado sobre Fuerzas
Armadas Convencionales en Europa y el Tratado para la Reducción de Armas
Estratégicas. Era evidente que la Guerra Fría había terminado.
Cuando la adicción a la cocaína alcanzó proporciones de epidemia, el
Presidente Bush convirtió la guerra contra las drogas en uno de los
puntos centrales de su programa político. En diciembre de 1989 el Presidente
recibió amplio respaldo del Congreso para llevar a cabo la breve invasión a
Panamá para derrocar al dictador Manuel Antonio Noriega, quien más tarde fue
juzgado y convicto en Florida, por tráfico de drogas y fraude organizado.
En agosto de 1990 Iraq invadió a Kuwait. El Presidente Bush exigió el
retiro inmediato y organizó una coalición militar y política con fuerzas
militares de Asia, Europa, Africa, y Medio Oriente. La campaña aéute;rea
encabezada por Estados Unidos duró un mes. Los aliados lograron su objetivo
militar, pero Saddam Hussein se mantuvo en el poder y más tarde reprimió con
crueldad a los kurdos en el norte y a los chítas en el sur. La Guerra del
Golfo hizo posible que Estados Unidos convenciera a los estados árabes,
Israel y Palestina de dar comienzo a negociaciones directas para resolver
sus intrincados problemas para conducir a una paz duradera en la región.
Al terminar los festejos al finalizar la Guerra del Golfo, Estados Unidos
tuvo que enfrentar la recesión más profunda, bajo la cual se perdieron
puestos administrativos, a diferencia de los de trabajo manual que había
sido el más golpeado en los años anteriores. El déficit federal seguía en
aumento, y muchos ciudadanos se sentían muy pesimistas sobre el futuro. El
gobierno de Bush logró avanzar en la negociación del Tratado de Libre
Comercio para América del Norte, cuya ratificación llegó a ser el centro de
intenso debate nacional antes de su aprobación en 1993 bajo la
Administración Clinton.
El rico empresario tejano H. Ross Perot supo aprovechar las profundas
raíces de la frustración del pueblo respecto a la incapacidad del gobierno
para resolver de modo eficaz los problemas económicos, y su presencia en la
campaña aseguró que los temas económicos se mantuvieran en primer plano. La
campaña de Bush se basó en la experiencia y la confianza; Bill Clinton
organizó la suya en torno al cambio, haciendo eco de la campaña de Kennedy
en 1960.
Habiendo sido gobernador de Arkansas durante 12 años, Bill Clinton hizo
énfasis en su experiencia en la lucha con los problemas de crecimiento
económico, la educación, y el acceso a los programas salud, que según las
encuestas eran los puntos vulnerables de Bush. Clinton ganó la elección a
pesar de obtener únicamente el 43% del voto popular, y fue reelegido en 1996
con un programa dedicado a construir un puente hacia el siglo XXI.
Los mayores logros de su primera administración fueron en el campo
económico: reorganizando el gobierno y reduciendo el déficit federal en dos
terceras partes.
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