Egipto
es, sin duda, uno de los países más atrayentes de África por
haber albergado en su seno una de las más brillantes
civilizaciones de todos los tiempos. Su particular posición
geográfica también ha influido para que el paso de otras
civilizaciones y culturas, como la helénica, la romana, la
cristiana y, especialmente, el Islam en varias de sus formas,
hayan dejado un rastro visible no sólo en los magníficos
edificios que aún continúan en pie. En la presente entrada se
plantea a grandes rasgos la evolución histórica de unas tierras
cuya importancia económica en el Mediterráneo las han hecho
deseables para todas y cada una de las grandes civilizaciones
que han dominado dicho espacio geográfico; la tierra de las
pirámides, la tierra del Nilo, el granero del imperio romano, el
paso más próximo de Europa hacia Oriente ha formado un país
cuyos logros son tan impresionantes que incluso los tiempos
contemporáneos han de plegarse, en obligado reconocimiento, a la
historia de sus habitantes y sus esfuerzos por superar
constantemente las peculiaridades geográficas del país.
Etimológicamente, el vocablo "Egipto"
deriva del latín Aegyptus, el nombre que, en la mitología
griega, tenía uno de los hijos de
Poseidón
y de Libia. Este dios tuvo cincuenta hijos, uno de ellos
homónimo, a los que casó con las cincuenta hijas de su hermano Dánao.
Dicho hijo homónimo, Egipto, se convirtió en rey del territorio
comprendido entre el valle del Nilo y la península del Sinaí, al
que dio su nombre. El origen etimológico del término explica, en
clave mitológica, varios de los rasgos generales de las
costumbres egipcias, como los matrimonios entre hermanos.
El principal problema para el
establecimiento de hipótesis científicas acerca del período
prehistórico de Egipto es la falta de yacimientos.
Paradójicamente, sólo se han excavado las necrópolis en el Alto
Egipto, aunque los resultados han logrado estratificar varias
culturas, denominadas cultura de El Fayum, cultura Amratiense,
cultura Badariense y cultura Guerzeense que se pueden asemejar,
cronológicamente y con las debidas reservas, al clásico período
solutrense
de la prehistoria general. Esto ofrece la posibilidad de cifrar
el momento en el que los fértiles valles del Nilo fueron
habitados por los antepasados biológicos del hombre
aproximadamente en el año 15000 a.C. Por otra parte, también
existen problemas entre quienes se muestran partidarios de
observar una migración en masa de población no autóctona para
explicar los hallazgos cerámicos y de utensilios en los
yacimientos. Supuestamente, parte de la población que habitaba
en el Creciente Fértil (Mesopotamia), cruzó el río Jordán
y la península del Sinaí para establecerse en Egipto hacia esa
fecha. Sin embargo, las actuales líneas de investigación se
muestran más partidarios de: "concentrar la atención en la
continuidad de desarrollo de la cultura egipcia ante la ausencia
de una clara ruptura en la documentación arqueológica".
(Trigger et al., op. cit., p. 17). Ello significa
que, descartando la irrupción de población no originaria de
Egipto, puede que los habitantes prehistóricos de Egipto fuesen
autóctonos, aunque la hipótesis está pendiente de la lógica
certificación científica en forma de hallazgo arqueológico. Pese
a todo, la hipótesis puede ser viable debido a la
correspondencia entre las cerámicas y el estudio geológico de
las terrazas del Nilo, la principal fuente de datación para la
prehistoria egipcia.
Durante el período
paleolítico
(6000-5000 a.C.) el clima de Egipto sufrió una brusca variación
térmica, que provocó el paso a una aridez que destruyó los
incipientes cultivos de las masas de población y, en
consecuencia, los poblados pasaron a construirse no en la
llanura aluvial, sino en el propio valle, donde se constituirían
los primeros asentamientos urbanos. La primera cultura
sedentaria y pre-agrícola datada en Egipto es la cultura de
Jartum (4500-4000 a.C.), durante el período mesolítico.
Algo posterior es la llegada, desde el norte, de población de
origen camita y semita, eminentes agricultores que aprovecharon
las excelentes crecidas del Nilo pero que, sin embargo, tuvieron
un ingenio espectacular: la invención del alfabeto jeroglífico,
acontecimiento ocurrido alrededor del tercer milenio antes de
Cristo y que, como tal, da por finalizada en la división
historiográfica el período. Los habitantes prehistóricos de
Egipto se agrupaban en pequeños asentamientos urbanos alrededor
del valle del Nilo llamados momos o nomos, que
solían estar protegidos por empalizadas de madera dado que los
enfrentamientos entre ellos eran constantes.