¿Alguna vez has oído hablar de Mesopotamia? Si lo
has hecho, ¿recuerdas su importancia? En esta zona del
Asia Menor se desarrollaron nada menos que las
civilizaciones más prolíficas en invenciones de la
Antigüedad, cuyas creaciones siguen tan vigentes como
hace 5.000 ó 4.000 años. Los inventores más célebres de Mesopotamia fueron los
sumerios, a quienes debemos, entre otras cosas, la
invención de la escritura cuneiforme, fechada
alrededor del 3.100 a.C. Hito que marca el término de la
Prehistoria y el inicio de la Historia.
Mesopotamia,
que significa país o región entre ríos, está ubicada
entre los ríos Éufrates y Tigris, rodeada al
nordeste por los montes de Anatolia y los Zagros de Irán, y
al oeste por el desierto árabe. Los ríos que la delimitan
nacen en las montañas Antitauro, en el Asia Menor, y cerca
de su desembocadura en el golfo Pérsico forman un único
curso fluvial llamado Shat-al-Arab. En esta región
actualmente encontramos parte de Siria y Turquía y casi todo
Irak.
Las excavaciones arqueológicas, que comenzaron en el siglo
XIX, revelan la existencia de asentamientos humanos en
Mesopotamia a partir del 10.000 a.C. La presencia del hombre
en épocas tan remotas demuestra que las características
geográficas y climáticas eran favorables para que sus
habitantes dejaran la vida nómada, basada en la caza y la
recolección, por el sedentarismo, apoyado en la agricultura.
Al igual que los egipcios, los habitantes de Mesopotamia
descubrieron que podían aprovechar el agua para sus
cultivos, obteniendo grandes beneficios. Pero a diferencia
del Nilo, el Tigris y el Éufrates se desbordaban con gran
violencia, lo que los obligó a crear un sistema de canales y
diques para encauzar el agua. Incluso construyeron grandes
represas para almacenarla, desde donde era conducida por una
red de canales hacia los campos de cultivo, en los que
plantaban trigo, palmeras de dátiles, higueras, vid, sésamo,
granadas y olivos. Además, criaban cerdos, asnos, bovinos y
cabras.
Es importante recalcar que en esta región no se desarrolló
una sola civilización llamada Mesopotamia, sino que se
sucedieron diferentes pueblos -sumerio, acadio,
asirio y babilónico, principalmente-, que fueron
adoptando los adelantos de sus predecesores. Esto, porque a
diferencia del valle del Nilo, Mesopotamia carecía de
defensas naturales, por lo que periódicamente era invadida
por pueblos guerreros, provenientes de las zonas montañosas
y los desiertos circundantes, que buscaban mejores
condiciones de vida.
Geográficamente, esta zona se encuentra dividida en dos: al
norte, la alta Mesopotamia, de llanuras altas, montañosas y
frías, donde se instalaron los asirios y acadios;
y al sur, la baja Mesopotamia, formada por llanuras fértiles
de clima cálido que fueron habitadas por sumerios y
babilónicos.
Algunas de las creaciones que les debemos a las
civilizaciones que habitaron Mesopotamia son la moneda,
la rueda, las primeras nociones de astrología
y astronomía, el desarrollo del sistema
sexagesimal y el primer código de leyes, escrito
por el rey Hammurabi. También idearon el sistema postal o de
correo, la irrigación artificial, el arado, el
botea vela, los arreos para los
animales y desarrollaron la metalurgia del cobre y el
bronce.
Este amplio legado cultural fue la base de las
civilizaciones siguientes, Grecia y Roma, y también de lo
que somos hoy en día.
La
primera civilización: la sumeria
Durante el
cuarto milenio a.C., el sur de Mesopotamia fue invadido y
poblado por los sumerios, provenientes probablemente
de la India o de Asia central.
Este pueblo logró manejar las inundaciones que se producían
anualmente en abril y mayo, a raíz de los deshielos en las
altas montañas de Armenia. Secaron los pantanos,
construyeron diques y crearon canales para
regar los campos, convirtiendo las llanuras en un fértil
huerto. Producían cereales y toda clase de frutas y
legumbres.
Otra de las creaciones sumerias fue la rueda, que
surgió aproximadamente el 3.500 a.C.
Cuatrocientos años más tarde, en el 3.100 a.C., alcanzaron
su máximo apogeo con la invención de la escritura
cuneiforme y la fundación de ciudades que se
constituyeron en estados independientes. La principal de
ellas fue Ur. En el centro de cada ciudad se ubicaba
el templo del dios local, a quien le otorgaban la soberanía
de la ciudad y el dominio de las tierras y el ganado. De
hecho, los campesinos debían entregar parte de su cosecha en
el templo.
El gobernante de la ciudad, el Patesi, era el
representante del dios, y como tal tenía la misión de
proteger el templo, cuidar la paz, preservar la justicia y
preocuparse de la mantención de canales y diques.
Nace el comercio
Los sumerios desarrollaron un
activo comercio basado en el trueque -que consistía en el
intercambio de bienes de acuerdo a las necesidades de las
partes-, que los llevó hasta el Asia Menor, el sur de Rusia
y la India. Esto, porque para sus construcciones
solo disponían de madera de palma, totora y ladrillos,
debiendo importar piedras, cobre, oro y plata.
Eran muy exactos en sus operaciones comerciales, ya que
extendían un documento escrito sobre cada negocio de cierta
envergadura. Con el tiempo, el trueque se hizo ineficiente,
por lo que decidieron intercambiar sus productos por
lingotes de oro y plata, cuyo valor era reconocido en todas
partes.
Los reyes ponían un sello a las barras de metal para
asegurar su peso y ley -calidad-. Así, crearon el concepto
de moneda, que al resultar tan útil fue imitado por
otros pueblos.
La unidad de peso era el talento, y las de medidas,
el pie y la docena. Esas unidades de peso y
medida se utilizaron durante toda la antigüedad.
La invasión de los Acadios
El rico y fértil país de los sumerios atrajo a los pueblos
nómades de los desiertos y las estepas. Desde el interior de
la península arábiga, las tribus semitas -árabes,
hebreos, sirios- invadieron periódicamente Mesopotamia a
partir del 2500 a.C., estableciendo su dominio. Se hicieron
sedentarios y acabaron por fundirse con la población
anterior. Finalmente se establecieron al norte del país del
Súmmer o Sumeria.
Los invasores se sometieron ante la cultura superior de sus
predecesores, pese a que finalmente los sumerios dejaron de
existir.
El mayor esplendor acadio fue durante el reinado de
Sargón I (2334-2279 a.C.), que creó el primer gran
imperio semita, al unificar las ciudades-estado sumerias y
fundar la ciudad de Accad, cuyo nombre se hizo
extensivo a toda la región. Además, logró extender su
dominio hasta el Mediterráneo, por el oeste, y los montes
Zagros, por el este.
El poderío acadio decayó como consecuencia de las invasiones
de los guti y los amoritas, procedentes de las
montañas del norte. Cuando fueron expulsados, la cultura
mesopotámica renació con la dinastía III de Ur, entre los
años 2112 y 2004 a.C.
Escritura
cuneiforme
La
escritura cuneiforme, palabra que
significa en forma de cuña, es quizás el principal logro de
los sumerios, ya que marca el término de la Prehistoria y el
comienzo de la Historia. Su invención, alrededor
del 3100 a.C., suele considerarse contemporánea a la
fundación de las ciudades sumerias.
Desarrollada mucho antes que los jeroglíficos egipcios, tuvo
en un comienzo un carácter ideográfico (representaba
una idea) y se usaba en los templos para registrar bienes e
ingresos.
Escribían sobre tablillas de arcilla blanda de alrededor de
10 cm, utilizando un palo fino que adelgazaban en la punta.
Cuando la arcilla se secaba, era cocida en hornos para que
quedara firme y no se borrara lo escrito.
Como resultaba más fácil trazar líneas rectas, con el tiempo
se simplificaron los ideogramas figurativos a signos
similares a cuñas o clavos que representaban
sonidos.
La escritura cuneiforme fue adoptada por todos los pueblos
que poblaron la región y también por los vecinos. En el
segundo milenio a.C. llegó a ser usada por toda el Asia
occidental.
Las excavaciones arqueológicas modernas efectuadas en los
asentamientos sumerios, entre ellos Eridú, Kish, Uruk,
Lagash y Ur, permitieron encontrar casi medio millón de
documentos. Esto, porque los sumerios tenían verdaderas
bibliotecas, que fueron continuadas y enriquecidas por
los otros pueblos mesopotámicos que adoptaron esta forma de
escritura.
Muchas de estas tablillas son inventarios o registros de
transacciones; otras contienen listas de reyes, algún relato
literario y diferentes temas religiosos, gramaticales o
científicos. Las demás tienen un incalculable valor
histórico: hablan de disputas y guerras entre las ciudades y
reyes de Súmmer.
Esta escritura fue descifrada en 1809 por el profesor alemán
Jorge Grötefend. Sin embargo, su trabajo no tuvo
mayor repercusión. Recién en 1837 el inglés Henry
Rawlinson redescubrió el secreto de los signos
cuneiformes. Gracias a la labor de ambos se han podido
conocer muchos detalles de la culturas mesopotámicas y las
demás civilizaciones del Asia occidental.
Babilonia y el código de Hammurabi
Hacia el año
2000 a.C. llegaron nuevas oleadas de semitas, lo que provocó
una nueva fragmentación de Mesopotamia en diferentes
ciudades-estado. Uno de sus reyes fundó la ciudad de
Babilonia, a orillas del río Éufrates, e impuso su
hegemonía, convirtiéndose en el centro del imperio. El
nombre de Babilonia fue aplicado a todo el territorio
ocupado por los antiguos reinos de Súmmer y Accad.
Alrededor del 1700 a.C., el rey Hammurabi pudo vencer
a los príncipes rivales y fundar un gran reino, en el que
ejercía todo el poder y gobernaba por medio de funcionarios.
Durante su gobierno, Babilonia se convirtió en el principal
centro de comercio de Asia occidental.
Al mismo tiempo que se constituía el imperio babilónico,
alrededor del 2000 a.C. llegaron varios pueblos indoeuropeos
a Asia Menor, adoptando la lengua y creencias religiosas de
sus anteriores habitantes; incluso empezaron a mezclarse. De
este proceso, surgió el pueblo hitita, que fundó un
poderoso imperio y extendió su dominio sobre los pueblos
vecinos. Hacia el 1600 a.C., un rey hitita saqueó y destruyó
la ciudad de Babilonia.
Las primeras leyes
Durante el gobierno del rey Hammurabi se elaboró el
primer código de leyes escritas que se conoce en la historia
de la Humanidad. El código de Hammurabi, conocido por la
célebre sentencia “ojo por ojo, diente por diente”, estaba
conformado por 282 leyes y decretos.
Para elaborar el código, este rey recopiló todas las leyes
civiles y penales existentes y las mandó grabar en columnas
de piedra de más de dos metros que se distribuyeron en todo
el reino. En la parte superior, en un relieve, está el dios
del Sol, Shamash, señor de la justicia que habría dictado
los decretos a Hammurabi.
Las primeras palabras definen el objetivo del código: “Para
humillar a los malos e injustos e impedir que el poderoso
perjudique al débil; para que toda persona perjudicada pueda
leer las leyes y encontrar justicia”.
Las leyes eran sumamente duras y establecían la pena capital
para algunos delitos menores, aunque hacía diferencias en
las sanciones dependiendo de si el agredido era o no un
vecino distinguido.
Algunas de las sentencias de este
código:
• Si un ciudadano acusa a otro
de homicidio, pero no puede demostrarlo, entonces el que lo
acusó será muerto.
• Si un niño ha pegado a su
padre, a ese niño se le cortarán las manos.
• Si un hombre ha destruido el
ojo a un hombre libre, a él también se le destruirá un ojo.
• Si ha roto un hueso al otro,
a él se le romperá un hueso
Los
asirios: destrucción y conquista
A partir del 1250 a.C. tomaron posesión de Mesopotamia los
asirios, de origen semita, que se establecieron al
norte de Babilonia, en el valle superior del Tigris. Este
pueblo era belicoso, cruel y feroz. Sus capitales fueron
Nínive y Assur, ubicadas cerca del río Tigris.
Los reyes asirios estaban convencidos de que su misión era
someter al mundo a su dios Assur. En sus mensajes a
él, rendían cuentas de las campañas que habían realizado en
su nombre y en su honor. Creían que podían alegrar y aplacar
sus iras si aplicaban crueles castigos a los derrotados.
Arrasaron con los pueblos, devastaron países enteros,
enviaron al cautiverio y al exilio a millares de personas y
sembraron en todas partes el terror y la muerte.
El imperio asirio alcanzó su mayor apogeo alrededor del 700
a.C., cuando se extendía de Armenia hasta Egipto y desde el
Asia Menor hasta Irán y el golfo Pérsico por el sur. El
emperador era gran rey de Asiria, rey de Súmmer y Accad,
soberano de los reyes y príncipes sirios, cananeos y judíos
y, desde el año 671 a.C., ocupaba el trono de los faraones.
El último de los grandes emperadores asirios fue
Assurbanipal, quien fomentó las artes y letras, hizo
construir magníficos templos y palacios y formó una gran
biblioteca donde reunió, escritos en signos cuneiformes
sobre tablillas de arcilla, los documentos más importantes
de las civilizaciones sumerio-acadia, babilónica y asiria.
Las ruinas y los escritos fueron encontrados por los
arqueólogos bajo la ciudad de Nínive.
El imperio asirio, por sus características, basado en el
terror y la violencia y, además, cobrador de altos tributos,
no podía durar. Entre los pueblos reprimidos empezó a crecer
el odio y la oposición. El rey de la ciudad de Babilonia se
unió con el pueblo indoeuropeo de los medos, quienes
desde la meseta de Irán ingresaron a Asiria. En el año 612
a.C. cayó la capital, Nínive; sus lujosos palacios y templos
fueron incendiados. Sardanápalo, el último rey de
Asiria, se lanzó a las llamas.
Los
neobabilónicos
La ciudad de
Babilonia resurgió con la tribu semita de los caldeos,
cuando fue refundada por Nabopolasar a fines del
siglo VII. Por este pueblo, la región recibió el nombre de
Caldea, que aparece en los textos bíblicos.
Uno de sus reyes más importantes fue Nabucodonosor II “el
Grande” (605-562 a.C.), quien reconstruyó y embelleció
la ciudad de Babilonia, dotándola de gran magnificencia, y
extendió su dominio desde Mesopotamia hasta Siria y la costa
del Mediterráneo.
Durante su reinado conquistó muchas ciudades: se enfrentó a
Egipto; destruyó Jerusalén (año 587 a.C.), desde donde se
llevó cautivos a miles de israelitas; y conquistó
territorios en Arabia. Las principales construcciones
encontradas en Babilonia son de su época.
Nuevos invasores
En el año 539 a.C., poco después de la muerte de
Nabucodonosor II -de quien se dice se volvió loco al final
de su reinado-, Babilonia fue invadida por el llamado “nuevo
señor de Asia”, el rey persa Ciro. Los persas,
que la dominaron hasta el siglo IV a.C., no saquearon ni
destruyeron la ciudad como los asirios, sino que la
mantuvieron como una de las provincias más poderosas del
imperio Aqueménida.
Babilonia fue conquistada por Alejandro Magno (331 a.
C.), que instaló en ella su corte, transformándola en un
foco cultural en el que confluyeron la cultura griega y
oriental.
A la muerte de Alejandro, la región fue gobernada por los
Seléucidas, dinastía fundada por Seleuco I Nicátor, uno
de los generales de Alejandro.
Con posterioridad, la cultura mesopotámica inició un lento
declive. Fue ocupada por los persas sasánidas y luego
por los romanos, gracias a las campañas del emperador
Trajano. En el siglo VII d.C., la región fue conquistada por
los musulmanes y quedó integrada dentro de la
civilización árabe.
Durante varios siglos, Babilonia siguió siendo la ciudad más
rica y el más importante centro comercial de Asia
occidental.