Aguayo y Aldea, Nicolás (1808-1878) Político,
escritor e intelectual puertorriqueño, nacido en San Juan el 6 de diciembre de
1808 y fallecido en la misma ciudad el 7 de abril de 1878, fue director de la
Sociedad Económica de Amigos del País, cargo desde el que promovió diversos
proyectos educativos para la Isla.
Huérfano desde muy temprana
edad, se crio con unos parientes y compaginó los estudios con el trabajo como
aprendiz en la Imprenta de San Millán, de la que posteriormente fue gerente.
Aunque emprendió la carrera eclesiástica y llegó a recibir algunas órdenes
menores, las actividades de Aguayo y Aldea trascendieron este ámbito, de forma
que ejerció el cargo de secretario del Cuerpo de Ingenieros de la Plaza, dirigió
uno de los periódicos más importantes de la Isla y ganó la Cátedra de Geografía
en la Sociedad Económica de Amigos del País. Fue en el seno de esta última
institución, primero como secretario y después como director, donde desarrolló
una prolífica labor de reformas educativas, administrativas y económicas, entre
las que destacó un proyecto de 1844 para fundar un Colegio Central, finalmente
impedido por el gobernador de la Isla. Aunque su esposa, con quien contrajo
matrimonio en 1830, procedía de una familia acomodada, Aguayo y Aldea mostró
siempre un talante liberal y fue un convencido abolicionista que emancipó a sus
propios esclavos.
Como profundo conocedor de la
historia de Puerto Rico, fue uno de los principales reivindicadores de dos de
las figuras más relevantes de la Isla, el pintor José Campeche
y Alejandro Ramírez, intendente general que
introdujo reformas en la administración; los retratos de ambos pasaron a
presidir el Ateneo puertorriqueño a raíz de un discurso de Aguayo y Aldea
pronunciado el 25 de febrero de 1841.
En 1847 se trasladó a la localidad interior de Caguas para hacerse cargo de su
Escuela Pública, y como director de ésta permaneció hasta su jubilación en 1868.
En 1871 fue elegido diputado provincial por el distrito de Caguas, puesto desde
el que siguió promoviendo mejoras educativas.
Sus méritos fueron premiados
por el Gobierno español con el título de Comendador del hábito de Carlos III.
Hasta que perdió la vista también llevó a cabo de forma habitual una destacada
labor como articulista en la prensa local.