Las primeras alarmas
El caso del canal Love, un lugar situado en el estado
de Nueva York (EEUU), junto a las cataratas del Niágara, fue uno
de los primeros que captó la atención pública hacia
el tema de los residuos.
Entre 1947 y 1952 la compañía química
Hooker usó un viejo canal que no se había llegado a terminar,
para depositar 20 000 toneladas de productos químicos muy tóxicos.
En 1952 la ciudad de Niagara Falls expropió esos terrenos para construir
una urbanización y una escuela. La compañía química
advirtió de los peligros, pero se pensó que recubriendo,
como hicieron, todo el vertedero con capas de arcilla y tierra quedaría
suficientemente sellado.
Cuando los obreros que construían la escuela removieron
la arcilla, como se comprobó más tarde cuando empezaron a
surgir problemas al final de los años cincuenta. Niños que
jugaban en el patio sufrían quemaduras, algunos enfermaron y murieron.
Vapores tóxicos emanaban de vez en cuando dañando a las plantas.
Con las lluvias salía barro cargado de una mezcla oscura y tóxica.
Los problemas continuaron durante años. En 1978 se hicieron análisis
de las aguas de la zona que mostraron la presencia de 82 productos químicos
contaminantes. El Departamento de Sanidad comprobó que una de cada
tres mujeres había tenido abortos espontáneos, un porcentaje
muy superior al normal, y que de 24 niños, cinco tenían malformaciones.
Se estudiaron otras enfermedades en niños y se vio que su incidencia
era claramente más alta que en la población general.
La zona fue declarada un área catastrófica.
La escuela fue cerrada y cientos de familias de la zona evacuadas. Todo
el proceso supuso casi 200 millones de dólares además de
los graves daños a la salud de las personas. |