Las especies dejan de existir de forma natural
cuando no se adaptan al medio o son sustituidas por otras cuya adaptación
es mejor. Este es un proceso que viene sucediendo con continuidad a través
de la historia de la vida en la Tierra, y que se acelera en algunas ocasiones.
Se
conocen varias épocas
en las que se han concentrado grandes extinciones en unos periodos de varias
decenas o miles de años que, para la escala de tiempo geológica,
son tiempos muy cortos. Así sucedió, entre otros, al final
de la era Paleozoica, hace unos 225 millones de años, y al final
del Cretácico (Era Mesozoica) hace unos 65 millones de años.
En estas épocas porcentajes de entre el 50% y el 90% de las especies
que vivían hasta entonces dejaban de existir y al cabo de unos millones
de años, nuevas especies aparecían sobre la Tierra.
Las causas de estas extinciones no las conocemos
bien en todos los casos. Una de las más famosas y mejor conocidas
es la de finales del Cretácico que supuso la desaparición
de los dinosaurios y la de los Ammonites y Belemnites, entre otros muchos
organismos. Muy probablemente esta extinción fue causada por la
caída de un gigantesco meteorito de unos 10 kilómetros de
diámetro, en la zona de la península de Yucatán en
el Golfo de México. Suponemos que el impacto fue tan fuerte que
levantó una gran nube de polvo y otras sustancias por lo que se
modificó el clima y las nuevas condiciones ambientales supusieron
la desaparición de muchos organismos. Al cabo de unos millones de
años la vida se recuperó y esa extinción facilitó,
por ejemplo, el que el grupo de los mamíferos evolucionara originando
una gran diversidad de especies que poblaron muy diferentes hábitats. |