Importancia del problema
Algunos de los ecosistemas mas preciosos de la Tierra
están sufriendo daños que amenazan de forma importante su
integridad. La selva tropical disminuye constantemente su extensión
al ser talada y quemada. Los bosques templados se encuentran enfermos en
grandes áreas de todo el mundo. Muchos suelos están en peligro
de desertización por la excesiva erosión y su mal uso. Amplias
zonas de coral pierden el color y mueren. Muchas especies están
extinguiéndose o gravemente amenazadas. Estas y otras realidades
de nuestro planeta son fenómenos lo suficientemente serios y graves
como para alertar a la sociedad humana a que ponga los medios necesarios
para frenar el deterioro.
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La salud del planeta depende de
sus ecosistemas
Es necesario actuar para solucionar estas amenazas. Y
no sólo por un motivo estético o sentimental relacionado
con lo feo que queda un paisaje con el bosque talado o enfermo o la pena
que puede dar que desaparezcan unas especies de mamíferos, aves
o anfibios.
Necesitamos la riqueza biológica de los ecosistemas
porque toda la ecosfera es un gran ecosistema en el que todos sus componentes
están estrechamente relacionados y los daños graves en alguna
de sus partes repercuten, cuando menos lo esperamos, en desequilibrios
en todo el planeta. La humanidad necesita para vivir una biosfera saludable
y un planeta equilibrado. La posibilidad de completar los ciclos de los
elementos químicos, de purificar los residuos que producimos o de
controlar numerosas enfermedades depende de un correcto funcionamiento
de la naturaleza.
Los beneficios de la diversidad
La diversidad de especies y de genes sigue siendo el principal
recurso para la obtención de alimentos, medicinas y sustancias químicas
de muy diferentes usos. Considerado a largo plazo, la evolución
y adaptación de las especies a los cambios ambientales depende también
de la riqueza de genes y especies. Por esto la extinción de una
especie es también una desgracia incluso desde el punto de vista
más utilitario.
La destrución no
es inevitable
Además no es necesario, en absoluto, destruir o
dañar gravemente los ecosistemas para mantener un adecuado nivel
de desarrollo y extenderlo a toda la humanidad. Es más bien un problema
de uso inteligente de los recursos y de poner limitaciones a prácticas
abusivas y caprichosas.
En este capítulo se estudian los ecosistemas especialmente
amenazados y las principales soluciones a estos problemas. |