De artículo de Angel Puerto en Investigación
y Ciencia, octubre 1997 pp 66 a 73: "La dehesa"
Dehesa
En España se llaman dehesas a los pastizales seminaturales
que se extienden por amplias áreas de suelos pobres del centro,
oeste y suroeste de la península Ibérica.
Son ecosistemas muy interesantes porque son muy buen ejemplo
de equilibrio entre explotación por el hombre y conservación
de los recursos naturales
Formación
La zona en la que están las dehesas estaban ocupadas
por bosques. En tiempos pasados se eliminaron árboles y matorrales,
con talas, siegas, incendios controlados, roturaciones del terreno y por
el ramoneo de las cabras. Así se abrieron claros en el bosque que
se mantienen por los mismos procedimientos, porque si no, el proceso de
sucesión ecológica restauraría el bosque primitivo.
Las cabras fueron sustituidas hace tiempo por el ganado vacuno, ovino,
porcino y caballar que es, desde hace años, el más frecuente
en la dehesa.
Con el pastoreo es suficiente para mantenerla e impedir
que el bosque se reconstituya, aunque al haber menos ganadería alimentada
por pastos se ha complicado su gestión en los tiempos recientes..
Funcionamiento
ecológico
En la dehesa se produce una contraposición clara
entre lo que sucede en las zonas altas y las bajas.
Desde las zonas elevadas se exportan agua, minerales y
materia orgánica que se van acumulando en las zonas más bajas.
Por otra parte, en las zonas bajas abunda más el agua, o está
más cerca de la superficie y el agua es el principal factor limitante
de la producción en las dehesas. La mayor humedad y el aporte de
nutrientes hacen que las zonas bajas sean más fértiles con
suelos más ricos (eutróficos) y que en ellas se desarrollen
sistemas más maduros. En cambio, las zonas altas están sufriendo
un continuo proceso de rejuvenecimiento a causa de las pérdidas
que soportan. Es un caso típico de lo que se llama en ecología
una explotación. El sistema explotador, el que recibe materiales,
gana en madurez, mientras que el explotado, el que cede esos materiales,
se ve obligado a permanecer en fases más juveniles con su evolución
frenada.
Los árboles desempeñan funciones muy importantes
en las dehesas. Los principales son la encina y el alcornoque, seguidos
del roble melojo y el quejigo. El arbolado y el matorral suelen conservarse
en las zonas más altas, más pedregosas o con mayores pendientes.
Forman un sistema protector que mitiga las pérdidas de materiales
ladera abajo.
Los árboles son productores primarios de la dehesa
que siguen la estrategia de la K. Se renuevan lentamente, son estables,
de baja productividad. Indican alta madurez en el ecosistema. Las especies
herbáceas son también productores primarios pero que siguen
una estrategia de la r. Se renuevan rápidamente, su productividad
es alta y son indicadores de zonas del ecosistema poco maduras.
En las zonas soleadas abundan las leguminosas que pueden
fijar el nitrógeno atmosférico con sus nódulos simbióticos,
mientras que en las zonas en las que hay que competir por la luz triunfan
las especies con más rápido desarrollo, que son las hierbas
gramíneas.
Efectos del pastoreo
La explotación ganadera de la dehesa modifica la
situación. Las zonas bajas, con suelos fértiles y más
agua son las más aptas para alimentar al ganado. El pastoreo favorece
a las especies de plantas con tasas de renovación más altas
(encespedamiento del pasto), porque las que no son capaces de regenerarse
o reproducirse rápidamente acaban siendo eliminadas por el ganado.
Esto se traduce en que no aumenta la biomasa vegetal en estas zonas, porque
es comida por el ganado, a pesar de que se mantiene muy alta la producción
gracias a las características del suelo y a las características
de las plantas
Una relación alta entre producción y biomasa,
lo que en ecología se llama una alta productividad, es síntoma
de juventud en el ecosistema. Es decir, la explotación ganadera
rejuvenece a las zonas bajas de la dehesa. Si no fuera por esta explotación,
la producción de esta zona se invertiría en estructuras leñosas,
recuperándose el bosque.
Las zonas altas están en una situación muy
diferente. Por su escasa producción y porque las plantas presentes
son menos gustosas para el ganado, no son casi usadas para el pastoreo.
La poca producción que tienen la pierden arrastrada ladera abajo
o se usa para aumentar la biomasa leñosa.
Lo que se ha producido en la dehesa es lo que llamamos
un proceso de coevolución en el que las interacciones mutuas entre
plantas, herbívoros y microorganismos del suelo han llevado al ecosistema
al mejor equilibrio posible. Se ha logrado que no haya descompensación
entre producción, consumo, inmovilización temporal de nutrientes
en el humus y descomposición de la materia orgánica.
El pastoreo mantiene la dehesa en equilibrio ecológico.
Si es excesivo acaba disminuyendo la resistencia de las plantas a la sequía,
aumenta el pisoteo y termina por desnudar y erosionar el suelo. Si es escaso
favorece la aparición de especies poco apetecibles para el ganado
doméstico que son las propias de la sucesión natural hacia
el bosque.
Las deyecciones del ganado reciclan los nutrientes, manteniéndolos
cerca de la superficie del suelo, a disposición de las plantas.
Se observa que los tallos de las hierbas y arbustos contienen mucho más
nitrógeno en los lugares sometidos a pastoreo que en zonas próximas
pero que no tengan ganado.
Ventajas
que aporta la estructura de la dehesa
El que en la dehesa se alternen espacios ecológicamente
maduros con otros inmaduros supone importantes ventajas que han facilitado
la conservación de este ecosistema y su capacidad de recuperación
después de sequías o cultivos.
El cultivo típico en la dehesa es itinerante, con
periodos cortos de cultivo seguidos por otros más largos de recuperación
del terreno. Cuando se cultiva, el arbolado obliga a dejar zonas sin labrar
en la proximidad de los troncos. Así se mantienen pequeños
lugares en los que no se modifica la estructura del suelo y en los que
se conserva la flora y fauna del suelo y las hierbas propias del pastizal.
Cuando el cultivo se traslada a otra parte, estos núcleos que han
mantenido la diversidad y cierta complejidad en su composición,
facilitan el que el sistema se recupere con rapidez.
La rentabilidad de la dehesa se basa en minimizar las
entradas de energía, buscando el autoabastecimiento. Otros países
están mostrando un gran interés en las prácticas de
la ganadería extensiva en pastos seminaturales arbolados, dado que
constituyen una muestra evidente de que puede alcanzarse un equilibrio
entre explotación y conservación de buena parte de los valores
naturales.
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