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La piedra y el fuego
La
armas y utensilios que existen en este período en que el hombre fue
ante todo un cazador, son muy toscas.
Además de tallar la piedra, el hombre aprendió a aprovechar los
huesos para hacer agujas, puntas de lanzas y arpones.
Los
artefactos humanos más antiguos que se conocen son las hachas
manuales de piedra encontradas en África, en el este de Asia y en
Europa. Datan, aproximadamente, del 250.000 a.C., y sirven para
definir el comienzo de la edad de piedra. Los primeros fabricantes
de herramientas fueron grupos nómadas de cazadores que usaban las
caras afiladas de la piedra para cortar su comida y fabricar ropa y
tiendas. Alrededor del 100.000 a.C., las cuevas de los ancestros
homínidos de los hombres modernos contenían hachas ovaladas,
rascadores, cuchillos y otros instrumentos de piedra que indicaban
que el hacha de mano original se había convertido en una herramienta
para fabricar otras herramientas.
El
más importante descubrimiento realizado por el hombre en el
Paleolítico fue el fuego; primero lo tomó de la naturaleza y luego
lo produjo por sí mismo. Alrededor de una hoguera se podía enfrentar
el frío, cocinar los alimentos y ahuyentar a los animales.
Golpeando piedras contra piritas para producir chispas es posible
encender fuego y liberarse de la necesidad de mantener los fuegos
obtenidos de fuentes naturales. Además de los beneficios obvios de
la luz y el calor, el fuego también se usó para cocer cacharros de
arcilla, fabricando recipientes resistentes que podían utilizarse
para cocinar cereales y para la infusión y la fermentación.
Los primeros hombres que empezaron a
utilizar instrumentos se servían de la naturaleza tal como la
encontraban. El fémur de un animal de buen tamaño o la rama
arrancada de un árbol eran magníficas garrotas. Y, ¿qué mejor
proyectil que una piedra?
Con el paso de los
milenios los hombres primitivos aprendieron a tallar las piedras,
dándoles un borde cortante o una forma que permitiera asirlas
fácilmente. El siguiente paso consistió en unir la piedra a un
astil de madera tallado para este propósito. Pero, de todas
formas, sus piedras talladas seguían siendo piedras, y su madera
tallada seguía siendo madera.
Sin embargo, había
ocasiones en que la naturaleza de las cosas sí cambiaba. Un rayo
podía incendiar un bosque y reducirlo a un montón de cenizas y
restos pulverizados, que en nada recordaban a los árboles que
había antes en el mismo lugar. La carne conseguida mediante la
caza podía estropearse y oler mal; y el jugo de las frutas podía
agriarse con el tiempo, o convertirse en una bebida extrañamente
estimulante.
Este tipo de
alteraciones en la naturaleza de las substancias (acompañadas,
como a veces descubrían los hombres, de cambios fundamentales en
su estructura) constituye el objeto de la ciencia que hemos dado
en llamar Química. Y una alteración fundamental en la naturaleza
y en la estructura de una substancia es un cambio químico.
La posibilidad de
beneficiarse deliberadamente de algunos fenómenos químicos se
hizo realidad cuando el hombre fue capaz de producir y mantener
fuego (lo que en términos históricos se conoce como "descubrimiento
del fuego"). Tras este hallazgo el hombre se convirtió en un
químico práctico al idear métodos para que la madera u otro
material combustible se combinara con el aire a una velocidad
suficiente y producir así luz y calor, junto con cenizas, humo y
vapores.
El calor generado por el
fuego servía para producir nuevas alteraciones químicas: los
alimentos podían cocinarse, y su color, textura y gusto
cambiaban. El barro podía cocerse en forma de ladrillos o de
recipientes. Y finalmente, pudieron hacer cerámicas, piezas
barnizadas e incluso objetos de vidrio.
Los primeros materiales
que usó el hombre eran universales, en el sentido de que se
encuentran en cualquier parte: madera, hueso, pieles, piedras...
De todos ellos la piedra es él más duradero, y los útiles de
piedra tallada son los documentos más claros de que disponemos
actualmente para reconocer aquel dilatado período. Por eso
hablamos de La Edad de Piedra.
Aún estaba el hombre en
esta época de la piedra tallada cuando, unos 8.000 años a.C., en
la región que ahora conocemos como Oriente Medio, se introdujo
un cambio revolucionario en la producción de alimentos: hasta
ahora el hombre obtenía la comida cazando, igual que cualquier
otro animal. Pero a partir de este momento aprendió a domesticar
y cuidar animales, disponiendo así siempre de comida abundante y
segura. Y, lo que es aún más importante, aprendió a cultivar las
plantas. Como consecuencia de la acumulación de alimentos que
trajeron consigo la cría de animales y la agricultura, se
registró un importante aumento de la población. La agricultura
exige fijar el lugar de residencia, y así nuestros ancestros
construyeron viviendas, desarrollándose poco a poco las primeras
ciudades. Esta evolución determina literalmente el comienzo de
la civilización, pues esta palabra viene del término que en
latín significa "ciudad".
Durante los dos primeros
milenios de esta civilización naciente, la piedra se mantuvo
como material característico de los instrumentos, si bien se
descubrieron nuevas técnicas de manufactura. Esta Nueva edad
de piedra o Neolítico sé caracterizó por un cuidadoso
pulido de la piedra. La alfarería fue otro de los factores que
contribuyeron al desarrollo. Lentamente, los logros del
Neolítico superior se extendieron fuera de la región de Oriente
Medio. Hacia el año 4.000 a.c aparecen características de esta
cultura en el oeste de Europa. Pero en esta época las cosas ya
estaban suficientemente maduras en Oriente Medio (Egipto y
Sumeria, lo que hoy es Irak) para que se produjesen nuevos
cambios.
El hombre empezaba a
servirse de unos materiales relativamente raros. Alentado por
las útiles propiedades de estos materiales, aprendió a
sobrellevar las incomodidades de una búsqueda tediosa y unos
procedimientos complicados y llenos de contrariedades. A estos
materiales se les conoce por el nombre de metales,
palabra que expresa ella misma el cambio, ya que probablemente
deriva del vocablo griego que significa "buscar". |
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