L  a  G r a n  E n c i c l o p e d i a   I l u s t r a d a  d e l   P r o y e c t o  S a l ó n  H o g a r


 

Legados de América

y del Viejo Mundo

Una calle del Viejo San Juan en Puerto Rico

Un español que viaja a Hispanoamérica percibe al instante que no está en una tierra ajena, ni ante gentes extrañas. Le son familiares las ciudades y sus edificios, el idioma, la religión y la cultura en general. Todo eso y otras cosas demuestran que durante más de 400 años la Corona española consideró a esa tierra no como una colonia, sino como la España del otro lado del Atlántico.

El descubrimiento, la conquista y la colonización de América constituyen, quizá, la mayor empresa llevada a cabo por un pueblo a lo largo de la historia.

Palacio de Santa Catalina (La Fortaleza) en San Juan Puerto Rico

 

Fundación de ciudades


Esta cita de mediados del siglo XVII de un fraile dominico documenta una típica fundación de un asentamiento en América:

Para esto hicieron primero una planta, porque todos fuesen uniformes en edificar: los primeros dieron lugar a la iglesia mayor o menor, según el número de vecinos. Junto a ella pusieron la casa del padre, delante de la iglesia una plaza muy grande, diferente del cementerio, enfrente la casa del regimiento o concejo, junto a ella la cárcel, y allí cerca el mesón o la casa de la comunidad donde fuesen los forasteros. Todo lo demás del pueblo se dividía por cordel, las calles derechas norte a sur, izquierdas, este a oeste, en forma de cuadras y en esta segunda traza se repartieron los solares conforme a la calidad de los vecinos.


El modelo urbano aplicaba las formas de disposición urbana de finales de la reconquista española, que a su vez volvía a los ideales helenísticos. Este modelo básicamente se trata de unos espacios puestos en rejilla, con plazas en el centro y calles perpendiculares y paralelas en las que los habitantes se colocan a mayor o menor distancia del centro, según la relevancia económica y social de las familias.

Plaza de Armas


Denominada Plaza Mayor o Plaza de Armas, consistía en un espacio polvoriento y abierto donde se desarrollaba la vida urbana y se manifestaban las actividades sociales, oficiales y religiosas. En sus laterales se situaban los edificios administrativos u oficiales y la Catedral o iglesia de la villa.

Catedral


Sin duda el edificio más fastuoso y más importante en la ciudad colonial. La catedral o iglesia era el primer edificio en construirse y el más alto y grande de la villa. Se situaba o en la Plaza Mayor o de Armas o en otra plaza aparte dependiendo de la ciudad y su orografía.

Se construyeron catedrales de varios estilos arquitectónicos: gótico, barroco, renacentista y neoclasicista entre otros. Al principio llegaban los constructores desde la península, pero una vez extendidos y enseñados los estilos por América, éstos se desarrollaron con variedades locales.

Actualmente, gran variedad de catedrales construidas durante la época colonial en América son Patrimonio de la Humanidad dentro de los centros históricos y un gran reclamo turístico de las ciudades hispanoamericanas. Un ejemplo son las catedrales de la Ciudad de México, La Habana, Santo Domingo, Lima o Cartagena de Indias, incluidas dentro de los centros históricos y conjuntos monumentales.

Cabildo colonial


Los cabildos, órganos municipales originales del medioevo español y trasplantados a América por los conquistadores, fueron una de las instituciones más importantes del sistema colonial español, sobre todo en los primeros años de la conquista de América. Constituyeron un eficaz mecanismo de representación de las elites locales frente a la burocracia real.

El cabildo, arquitectónicamente, debía ser un edificio que destacase de los demás dentro de la Plaza Mayor o de Armas. Generalmente era un edificio de dimensiones grandes, dependiendo del tamaño de la villa, que contenía la cárcel, los archivos, salas capitulares y estancias para jueces y escribanos. Como la mayoría de los edificios coloniales españoles, seguía el estilo barroco tan utilizado en la América Española.

Fortificación


Para defender la extensa red de ciudades coloniales, la Corona Española se planteó la necesidad de su fortificación, ya fuese mediante un sistema de ciudades fortificadas o a través de ciudadelas exentas. La protección de estos complejos urbanos se planteó principalmente como un sistema defensivo de los puertos comerciales y el litoral. La fortificación de las plazas hispanoamericanas responde a varios motivos: por una parte, la defensa frente a los ataques de los indígenas americanos y, mayormente, por la incidencia de otras potencias europeas que, movidas por su oposición al monopolio del comercio americano de España con sus colonias, llevaron a cabo diversas actividades ilícitas, como el contrabando, la piratería y las actuaciones de los bucaneros. Esto fue promovido en los siglos XVI y XVII por parte de ingleses, franceses y holandeses que, posteriormente, se convertirían en corsarios, apoyados por las correspondientes patentes de corso, las cuales fueron otorgadas principalmente por la Corona inglesa.

La continua evolución de la bala metálica de pólvora será la causa de las transformaciones y reformas en diversas fortalezas y de la integración de la fortificación menor durante el proceso de organización territorial de los virreinatos de América.

En el siglo XVII se encontraban construidas o en proceso de construcción las primeras fortificaciones de las principales ciudades, pero el espíritu de libertad de las colonias motivó la demolición de algunas estructuras defensivas en el siglo XIX, motivo por el cual algunos sistemas defensivos están incompletos.


 

EL DESCUBRIMIENTO Y LA CONQUISTA DE AMÉRICA

La gran hazaña de Cristóbal Colón, entre 1492 y 1493, fue, por una parte, saber llegar a las Indias y, por otra, saber regresar de ellas. Colón murió convencido de que las Antillas eran la antesala de Asia, de ahí el nombre de Indias. Años más tarde, el florentino Américo Vespucio, que había navegado con los españoles, proclamó que se trataba de un Mundo Nuevo, bautizado después, en su honor, con el nombre de América.

La situación de América hasta 1492 fue algo sorprendente. Siendo un continente de 42 millones de kilómetros cuadrados (una tercera parte de las tierras de este planeta), había permanecido ignorado para los habitantes europeos o del Viejo Mundo. Su aislamiento se debió en gran parte a sus características geográficas: una inmensa masa de tierra alargada (casi 16.000 kilómetros, de norte a sur) y relativamente estrecha (5.000 kilómetros como máximo), rodeada por dos masas oceánicas (el Atlántico y el Pacífico) que lo convirtieron en un continente-isla.

Ese aislamiento del continente y del hombre explica que los americanos desconocieran técnicas e inventos ya habituales en el Viejo Mundo. Cuando los europeos llegaron a América, se encontraron con unos pueblos con grandes carencias técnicas.

Cuando los españoles llegaron en 1492, América estaba poco poblada (40 o 50 millones de habitantes). Las mayores concentraciones de población nativa se localizaban en las tierras templadas y frías de los altiplanos, desde la meseta central de México hasta los valles y las llanuras elevadas de los Andes. Allí se encontraban las llamadas `Altas Culturas´ y los grandes imperios de aztecas e incas.

En poco más de 50 años, los españoles recorrieron gran parte del continente americano, descubriendo las Antillas y el Caribe, Centroamérica, el océano Pacífico, el golfo de México, llegando al Río de la Plata, dando la primera vuelta al mundo, dominando a los aztecas y a los incas, y recorriendo las costas, las selvas y los grandes ríos, desde Estados Unidos hasta la Tierra del Fuego, poniendo nombre a las cosas.

LA COLONIZACIÓN ESPAÑOLA DE AMÉRICA

España no convirtió a América en una colonia, sino que la consideró como una provincia más; era la España del otro lado del Atlántico. Y por eso trasplantó a América sus instituciones y su cultura. A todo esto se le llama hispanización del Nuevo Mundo.

Entre los organismos que los españoles crearon para el gobierno de América hay que señalar la Casa de Contratación de Indias (1503), para controlar el comercio, y el Consejo de Indias (1524), que pretendía regular todos los asuntos americanos. Igualmente, organizó los nuevos territorios creando virreinatos, audiencias, gobernaciones y capitanías generales, corregimientos y cabildos o ayuntamientos. Muchas de estas demarcaciones darían origen después a las naciones de la América independiente.

En el plano religioso, la Corona española, desde un primer momento, obtuvo del Papado, tras las Bulas Alejandrinas (1493), el encargo de evangelizar a los indios. Poco después, la monarquía recibió el `patronato regio´, o derecho de organizar la Iglesia de América, responsabilizándose de los nombramientos, las fundaciones y otros asuntos religiosos.

España dictó numerosas leyes y disposiciones para el gobierno de América y los americanos. Así fue naciendo un ordenamiento jurídico o `Leyes de Indias´, que se ha convertido en un valioso legado de la hispanización del Nuevo Mundo.

En América convivieron blancos, indios y negros. Blancos e indios no se rechazaron, y pronto, ante la escasez de mujeres que pasaban a Indias, se produjo un fuerte mestizaje. De la unión de blancos o indios y negros nacieron los mulatos. Los españoles americanos fueron llamados criollos. Los indios no podían ser reducidos a la condición de esclavos, mientras que sí se admitía la esclavitud de los negros africanos.

La lengua española se fue extendiendo por América al ritmo de la civilización hispana, llevada por conquistadores, frailes, gobernantes y colonos. Al mismo tiempo, el diccionario español se enriqueció con palabras indígenas. Hablamos pues de un nuevo mestizaje, esta vez cultural, parecido al de la sangre.

A mediados del siglo XVI, se habían fundado ya las universidades de Santo Domingo, México y Lima, así como múltiples colegios para españoles e indios. La primera imprenta se estableció muy pronto en México (1539), impulsando las letras y las artes, y creando un ambiente cultural superior al que reinaba en la mayor parte de Europa.

Los españoles no eran partidarios de residir en las ciudades indígenas, sino que su mayor aspiración era fundar sus propios pueblos y ciudades donde vivir. El renacimiento recuperó el modelo de ciudad grecorromana, de trazado rectilíneo y con una gran plaza mayor, centro de la vida ciudadana, que serviría de ejemplo a toda Hispanoamérica. Hacia el año 1630, se habían fundado más de 350 ciudades en la América española, prácticamente todas las capitales importantes, con una característica común: la uniformidad.

En el plano económico, las relaciones entre América y España fueron trascendentales para el futuro. La agricultura americana se enriqueció con productos como azúcar, plátano, cereales, vid, olivo, legumbres o café. Por su parte, América aportó al Viejo Mundo productos tan importantes como maíz, patata, tomate, cacao o tabaco. Con la ganadería, la más beneficiada fue América. La mayor parte del ganado que puebla hoy América, como caballos, cerdos, vacas, ovejas, mulas y burros, fue llevado por los españoles desde los primeros años, adaptándose con gran facilidad y rapidez.

La minería supuso la gran riqueza de América. España y Europa estaban necesitadas de metales preciosos, sobre todo de plata. Las minas de Potosí (Bolivia) y Zacatecas (México) aportaron un inmenso tesoro de metales preciosos que fue llegando a España y, a través de España, a Europa. Esto ayudó a la transformación económica del Viejo Continente. Para asegurar este importante tráfico se formó la Flota de las Indias, cuyos galeones cruzaban el Atlántico bien armados y protegidos para evitar la amenaza de los piratas.

Aportación agricola de América a el Viejo Mundo

Principales cultivos en Norteamérica

Maíz
Calabaza
Poroto, Frijol, Habichuela
Tomate


Otros cultivos conocidos mundialmente:
 
Papa
Camote o Batata
Aguacate
Maní o Cacahuete
Cacao
Vainilla
Piña
Yuca o Mandioca
Chile o ají
Pimienta


Aún cultivados regionalmente:

Oca
Olluco
Nopal
Tuna
Jicama
Papaya
Guayaba
Amaranto
Quinoa
Chirimoya
Kiwicha
Zapote
Mamey
Pitaya
Yerba Buena
Orégano
Verbena
Tupinambo
Stevia
Yerba Mate


Fuentes proteínicas amerindias:

Girasol (cultivados en México y Estados Unidos por miles de años)
Pecana
Piñón
Quinua


Usos ceremoniales:

Tabaco
Pulque
Peyote
Ayahuasca
Coca
Yerba mate


Otros cultivos:

Caucho
Chicle
Algodón 
Quina
Achiote
 

 

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