[Biografía]
En
1509 se fundó la Villa
de Caparra, en las
proximidades de las hoy
ciudades de Bayamón y
Guaynabo, y la villa de
Sotomayor, en el litoral
occidental. En 1510,
Cristóbal de Sotomayor,
compañero de Ponce de
León, fundó Tavara,
aldea abandonada poco
después a causa de los
mosquitos, y un año
después estableció el
poblado que lleva su
apellido, en el lugar
donde hoy se asienta la
población de Aguada. En
1512 se fundó en la
desembocadura del Río
Grande de Añasco la
población de San Germán,
que, debido al ataque de
los indios caribes, se
trasladó en 1574 a las
Lomas de Santa Marta.
Como
los indios, al
principio, no ofrecieron
gran resistencia en el
proceso de conquista, ya
que tomaron a los
conquistadores por
dioses <<que cumplían su
promesa de regresar>>.
Un cacique indio llamado
Urayoán creó las
condiciones de una
rebelión y comenzó a
desvanecer la
superstición de su
pueblo: la leyenda
cuenta como Diego de
Salcedo, sumergido en el
agua por los indígenas,
se ahogó. Fue llevado a
la aldea y observado por
los taínos para ver si
volvía a la vida... la
ley de los dioses quedó
rota al comprobar cómo
el conquistador no
resucitaba. La inmediata
rebelión indígena, que
fue aplastada tras
cuatro años de lucha,
finalizó con la derrota
de las huestes de
Agueybana, el último
cacique isleño. La
resistencia continuaría
en el interior
montañoso, aunque,
debido a la represión de
la rebelión, se aceleró
el despoblamiento
indígena de Borinquén,
ya que muchos taínos se
refugiaron en las islas
situadas al este de la
principal.
Tras
ser presionado, Ponce de
León se vio obligado a
entregar sus poderes en
1511, al ser destituido
y entronizado Diego
Colón <<El hijo de
Cristóbal Colón>> en el
gobierno de las
Antillas. A partir de
esta fecha, la isla
estuvo regida por
tenientes gobernadores
enviados desde La
Española. En cada una de
las incipientes villas
la vida municipal era
regida por un cabildo,
del que dependían
diversas aldeas y
caseríos. En 1514 se
repartieron 14.600
indios entre los
conquistadores, que los
dedicaron principalmente
a la minería. La
economía se estructuró
sobre la base de la
producción aurífera y
del cultivo agrícola
(tabaco, yuca, caña de
azúcar), y en 1519 se
hacía el primer
repartimiento de indios.
Desde 1492 hasta 1780,
más de la mitad de carga
que se embarcó entre el
nuevo mundo y Sevilla,
España, fue el tabaco
puertorriqueño.[ver]
La población indígena
mermó considerablemente
debido a las nuevas
enfermedades (sarampión,
viruela, gripe) traídas
por los europeos, a las
guerras, al duro trabajo
(sobre todo minero), a
la emigración y al
mestizaje. La mortandad
de los indígenas trajo
consigo la importación
de esclavos negros
procedentes del golfo de
Guinea, en África, que
comenzaron a llegar a
partir de 1518. La
acción de los huracanes
se hizo sentir
violentamente en
diversos años: 1526,
1530 y 1537.
Al
desaparecer los Indios
Tainos y por haber
conseguido unos derechos
de no esclavitud,
entonces se inicio el
mercado de esclavos
negros.
Otras
colonizaciones como la
del Perú, en 1529, dio
inicio un rápido proceso
de despoblamiento de la
isla, y así, en 1534
llegaron emisarios de
Pizarro para comprar
caballos y muchos de los
colonos se marcharon con
ellos a Perú. En la
cuarta década del siglo
XVI los yacimientos de
oro ya estaban
prácticamente agotados,
y en 1570 se declaró
oficialmente el
agotamiento de las minas
de oro en Puerto Rico. A
la explotación del oro
siguió la de la caña de
azúcar y el cultivo del
jengibre, y en 1636 se
daría inicio al cultivo
del cacao. Antes de la
popularización del
azúcar, en Europa se
endulzaban los platos
con miel de abeja o, en
el caso de los más
acomodados, con clavos y
canela. El azúcar fue
introducido en Europa
por los árabes, a través
del comercio
mediterráneo. En la
década de 1520 hubo un
primer intento de
desarrollar en Puerto
Rico la industria
azucarera, y Tomás de
Castellón intentó
desarrollar un ingenio
de azúcar en el antiguo
partido de San Germán,
en el área actual de
Añasco. En 1582 había 11
ingenios que producían
15.000 arrobas anuales.
El cultivo del jengibre,
raíz altamente cotizada
en Europa tanto para el
condimento de las
comidas como para la
infusión, comenzó en
1582, y en 1593 fueron
embarcados 2.089
quintales de jengibre
desde Puerto Rico hacia
Sevilla. Este producto
acabaría siendo
desplazado en el siglo
XVIII por el café.
Debido a que el interés
metropolitano se había
desplazado hacia los
grandes virreinatos
continentales, no
existía en las Antillas
una organización
comercial que permitiese
el fácil acarreo de
productos hacia mercado
europeo.
Recibía
la Corona de España ya
en 1536 todos los
derechos adjudicados a
la familia de Cristóbal
Colón, y en un arbitraje
se le retiro todos los
honores conseguidos en
las Capitulaciones de
Santa Fe a la familia
del descubridor de
América. Se intentó
regir la isla a través
de los respectivos
alcaldes ordinarios de
la capital y San Germán,
aunque la iniciativa
duró poco. En 1544, la
monarquía decidió
gobernar la isla por
medio de jueces letrados
que al principio fueron
nombrados por la
Audiencia de Santo
Domingo y más tarde por
la metrópoli; en 1582 se
produjo la creación como
institución de la
Capitanía General de
Puerto Rico y en 1586
España estableció, para
la isla, una ayuda
económica llamada el
situado mexicano.
Población Indígena.
Antes
según se ha dicho, la
población de Puerto
Rico, durante la época
de la colonización
española era de 100,000
á 600,000 almas. Según
el historiador Fray
Iñigo Abbad, que publicó
una historia de la isla
en 1788, " - estaba ésta
tan poblada como una
colmena.-" No es
probable que Ponce de
León ó
cualquiera de sus
compañeros hayan hecho
un cálculo exacto del
número de habitantes de
la isla, y como sucede
en cuanto á Cuba, esto
será siempre motivo de
conjetura.
Gracias
al hablar de los rasgos
característicos de los
indios de Puerto Rico,
Fray
Iñigo Abad, dice
que su color era de
cobre, como el común de
los naturales de
América, aunque más
caído y oscuro; su
estatura baja, pero
corpulentos y bien
proporcionados; tenían
las narices chatas y de
ventanas muy rasgadas,
los dientes dañados, la
frente angosta, la
cabeza aplanada por
delante y por detrás,
porque al nacer se la
formaban apretándosela
por el cogote y por la
frente; su cabello
largo, negro y grosero.
Eran flojos é indolentes
y de una aversión
extremada á todo trabajo
y todo lo que no era
satisfacer el hambre ó
divertirse en el baile,
caza ó pesca, lo miraban
con indiferencia. Tenían
caciques que los
gobernaban; sus hijos
mayores heredaban este
empleo, y si á este le
faltaba sucesión ,no
heredaba el hijo mayor
del hermano segundo,
sino el de la hermana
mayor.
Ante
un informe interesante,
compilado por F. Bedwell,
Cónsul de Gran Bretaña
en Puerto Rico, en 1879,
dice que "Los mandatos
de los caciques se
anunciaban como
dimanados de un oráculo
ó de su Cemí, á quien
hacían hablar lo que
querían por medio de los
agoreros ó médicos que
ejercían las funciones
de ministros del ídolo,
y les llamaban Buhitís.
Rostros
indígenas se ocultaban
detrás de la estatua del
Cemí, declaraban la
guerra y la paz,
arreglaban las
estaciones, concedían al
sol, la lluvia y cuanto
convenía, según las
necesidades lo exigían ó
el antojo del Cacique lo
dictaba; y cuando los
anuncios y promesas
salían fallidas,
respondían que el Cemí
había mudado de dictamen
por convenir así, sin
que por esto se dudase
del poder y crédito de
la fingida deidad ni de
sus embusteros
ministros, tanta era la
simplicidad é ignorancia
en que vivían estos
indios.
Como
los cacicazgos estaban
divididos en pequeñas
provincias, que por lo
general sólo comprendían
los habitantes de un
valle, pero los más
dependían del Cacique
Agueynaba que mandaba en
jefe, siendo los otros,
como tenientes suyos,
que hacían cumplir en
sus respectivos
distritos las órdenes de
Agueynaba.
Intriga
el que que todos los
hombres y mujeres
doncellas andaban
enteramente desnudos,
aunque pintaban su
cuerpo con mucha
prolijidad, dibujando en
él, variedad de figuras
con aceites, aguas y
resinas viscosas que
extraían de los árboles.
Con este uniforme se
presentaban bizarros á
las expediciones
militares, á los bailes
públicos, y demás
concursos, pues entre
ellos el ir pintados
equivalía al estar
vestidos; además que la
naturaleza y la
experiencia misma les
habían dictado que las
resinas y aceites con
que pintaban su cuerpo
les preservaba del calor
excesivo y de la
traspiración
superabundante, que en
la zona tórrida, disipa
las fuerzas, espesa la
sangre y abrevia la
vida, sirviéndoles
igualmente de defensivo
contra las injurias del
aire, de la humedad, de
la plaga de innumerable
variedad de mosquitos y
de otros insectos, que
los molestaban
incesantemente sin esta
precaución.
A
esta especie de vestido
simple, que se adquiría
con
poco trabajo y
que se variaba según el
antojo de cada uno,
tenía sus adornos ó
guarniciones, por
decirlo así, en donde se
le ofrecían ocasiones á
la vanidad de manifestar
su invención y gusto, no
sólo en las diferentes
figuras y varios colores
de que cada uno se
pintaba, sino que
también adornaban sus
cabezas con plumas de
exquisitos colores; se
ponían en las megillas
planchuelas de oro,
colgaban en las orejas,
narices y otras partes
del cuerpo caracolillos,
conchas, piedras y otros
diges, sin olvidar jamás
el retrato de su Cemí ó
deidad