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El Café de la Montaña
A diferencia de los cañaverales donde la mano de obra era principalmente de negros esclavos, el cafetal se caracterizo por ser eminentemente blanca. A raíz de la otorgación de la Real Cedula de gracia para 1815 a extranjeros para utilizar la tierra de Puerto Rico y hacerla productiva, una oleada de europeos principalmente Corsos llegaron a la isla. Con ellos Traian capital y familias enteras que se dedicarían a cultivar la tierra; y puesto que la caña de azúcar estaba por cientos de años en manos españolas, el cultivo del café vino a ser la mejor opción para ellos. Y así las cosas...
Plantación de Café de finales del siglo 19
Aunque introducido a la isla en 1736, la producción del café en Puerto Rico comenzó a observar una expansión gradual desde mediados del siglo XIX. No obstante, fue en la década de 1870 cuando emprendió un aumento acelerado en su producción y venta mundial. Los cosecheros de la Isla, lo mismo que los de otros países productores en América, aprovechaban el aumento de los precios internacionales. La demanda cada vez mayor por el producto, junto a una reducción de la oferta de algunos de los principales países productores (Brasil, Cuba y Java), invitaban a laproducción del grano
En Puerto Rico, los buenos precios mundiales se conjugaron con circunstancias locales favorables a la expansión cafetalera. Entre estas últimas, cabe destacar la abundancia de tierras fértiles y adecuadas para el cultivo y la disponibilidad de mano de obra. Los comerciantes reaccionaron dispuestos a prestar dinero a los cosecheros, lo cual constituyó otro estímulo para la industria local Además, el cultivo del café tiene la virtud de poder practicarse en todo tipo de fincas. Lo mismo se presta para explotaciones campesinas, que para las estancias, haciendas o plantaciones.
Muy pronto, entonces, los cafetales dominaron los paisajes agrícolas del interior montañoso y las exportaciones puertorriqueñas. Así, el café se convirtió en el producto líder de la economía insular, rebasando a la caña de azúcar (gráfico 1). Ya en 1886, el valor de sus exportaciones alcanzaba los 4,7 millones de pesos y representaba el 49% del valor de las exportaciones totales de la Isla. Diez años después, las exportaciones de café reportaron 13,9millones de pesos y constituían el 77% del valor total de lo exportado, Puerto Rico se había convertido en uno de los mayores exportadores de café en América.
Este proceso ha sido bautizado como la “época de oro” del café en Puerto Rico. Ciertamente, la cordillera cafetalera se convertía en el eje de la vida puertorriqueña. La actividad económica, el aumento poblacional y la actividad política e intelectual son testimonio de la vida alrededor del “redituable” cafetal
LA CRISIS CAFETALERA DEL CAMBIO DE SIGLO
Lo cierto es que en 1897 el auge cafetalero llegó a su fin. Los precios altos que habían caracterizado los intercambios mundiales del producto cedieron ese año, debido a una situación de sobreproducción mundial. A la creciente oferta de los productores americanos no brasileños, se sumó la renovada y colosal producción del gigante cafetalero del sur (Brasil). Ese aumento productivo coincidió con el estancamiento de la demanda, para manifestarse en una verdadera caída de los precios del grano. La crisis cafetalera del cambio de siglo afectó a los cosecheros de toda la América. La clave para entender la profundidad de la crisis en este caso es el crédito. El financiamiento era una de las tantas debilidades estructurales de la economía insular, aunque en el caso del café, el problema se manifestaba en forma de endeudamiento excesivo. Los comerciantes habían facilitado créditos a los hacendados, y lo propio habían hecho los hacendados con los campesinos, peones y productores medianos o pequeños en general. Creando una cadena de dependencia que, al momento de la crisis, desestabilizó las bases más profundas de la economía del café en el país. La crisis provocada por la caída de los precios pareció afectar de un modo particular a las elites productoras. Los hacendados eran los que habían contraído grandes deudas con los comerciantes durante los años de bonanza. La baja en el precio del grano los ponía en grandes aprietos ala hora de cumplir sus compromisos. Muchos de ellos eran víctimas de la especulación excesiva en términos de los precios de la tierra y del producto. No fueron pocos los hacendados que compraron fincas aprecios astronómicos en los 1890 y pidieron prestado contando con producciones que tendrían precios que les permitieran pagar sus deudas . Asimismo, los hacendados fungían como acreedores de los campesinos y estancieros, muchos de ellos sin otra posibilidad de pago que la que el valor de la tierra misma ofrecía. Y era tan poco, que para muchos hacendados el embargo de minifundios no resultaba atractivo.
COMO SI FUERA POCO… UNA INVASIÓN
Esta aguda crisis que, como puede verse combinaba factores internacionales y locales, se agravó con los cambios políticos en la Isla y el azote del huracán San Ciriaco. El 25 de julio de 1898, la colonia española de Puerto Rico fue invadida por tropas militares norteamericanas en el marco de la Guerra Hispanoamericana. La invasión dejó al descubierto las profundas debilidades del colonialismo español en el Caribe y culminó con el traspaso de la posesión a los Estados Unidos. Aún antes del desembarco de las tropas, la guerra hacía estragos. Desde que comenzó el conflicto por la independencia de Cuba (en 1895), el erario de Puerto Rico estaba obligado a contribuir con la causa española, sangrando los presupuestos insulares hasta extremos insostenibles. Pero en 1898, la Isla fue víctima del hambre y el temor. Primero lo fue con la imposición de un bloqueo económico que obstaculizaba la salida de productos puertorriqueños hacia mercados externos y la entrada de productos de primera necesidad; en mayo, con un bombardeo de tres horas sobre la ciudad capital; y, en julio, con la invasión y el establecimiento del gobierno militar norteamericano. Todo esto acabó por alterar la vida puertorriqueña en muchos aspectos.
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