Si prometía yantar le dejaría la
llanta para jugar.
Aquel chiquillo tan pillo resultó ser el
monaguillo.
En el corrillo todos comían barquillos y rosquillas.
Se
hizo un ovillo y saltó por encima del tresillo de cuero.
En la
carretilla llevaba hulla para rellenar una hoya en el suelo.
Tuvo que rayar
toda la hoja para escribir derecho.
No era sencillo trillar con el trillo
estropeado.