La oxidación
Proyecto Salón Hogar
En nuestra vida diaria se
realiza una serie de reacciones, llamadas de oxidación,
que son esenciales para el hombre, tales como: respirar, cocinar
y quemar energía.
Antiguamente, el término
oxidación se aplicaba a todas aquellas reacciones donde el
oxígeno se combinaba con otra sustancia. Así, la sustancia que
ganaba oxígeno se decía que se oxidaba, y la que lo
perdía se consideraba que se reducía. Posteriormente, los
términos oxidación y reducción se aplicaron a procesos donde hay
transferencia de electrones. Así, la sustancia pierde
electrones se dice que se oxida, y la que los gana es la que se
reduce.
Siempre que se realiza una
oxidación se produce una reducción, y viceversa, ya que se
requiere que una sustancia química pierda electrones y que otra
los gane. Se dice que la oxidación y la reducción son fenómenos
concomitantes, porque no es posible que una se realice sin la
otra.
Un ejemplo de oxidación se
produce cuando el sodio reacciona con el oxígeno, lo cual hace
formar el óxido de sodio (Na2O). En este caso, se dice que el
átomo de sodio se oxida y esta es la reacción:
4Na
+ 02 2Na2O
Las oxidaciones pueden ser
lentas o rápidas, pero en todas ellas se libera energía. Sin
embargo y por lo general, el término oxidación se aplica a
procesos cuyas manifestaciones son lentas y en donde la energía
que se produce no se percibe, porque se disipa en el ambiente.
Por ejemplo: la respiración, la corrosión de los metales, la
putrefacción de la madera, el envejecimiento del cuerpo, etc.
En las oxidaciones rápidas los
efectos son inmediatos y claramente visibles. En estas
reacciones se generan grandes cantidades de calor, y debido a
esto, se puede producir una llama. Esto es lo que se conoce como
reacciones de combustión.
Nos estamos
oxidando |
La
oxidación del cuerpo humano es un
proceso natural que se produce por el
simple hecho de respirar. Se basa en la
generación de radicales libres o
células incompletas (porque les faltan
electrones), que buscando su estabilidad
dañan a otras células vecinas sanas. En
este proceso el radical libre original
se ve neutralizado, pero las células de
las cuales extrajo los electrones que
necesitaba se convierten en radicales
libres al quedar, ellas mismas,
desestabilizadas. Esto provoca una
cadena por la cual se alteran y dañan
las moléculas de carbohidratos,
proteínas, grasas y el ADN,
traduciéndose en envejecimiento y en el
aumento de las probabilidades de sufrir
enfermedades degenerativas.
Los
radicales libres son neutralizados,
fácilmente, por nuestro propio cuerpo a
través de la producción de algunas
enzimas. Sin embargo, el problema surge
cuando nos enfrentamos a un exceso
sostenido (durante años) de radicales
libres, fenómeno que se conoce como
estrés oxidativo. La contaminación
atmosférica, el humo del tabaco, los
herbicidas, pesticidas o ciertas grasas
son algunos elementos que generan
radicales libres que ingerimos o
inhalamos.
Es por
esto que, ante la incapacidad de nuestro
cuerpo para neutralizar todos los
radicales libres, nos vemos obligados a
recurrir a cierto tipo de nutrientes que,
también, realizan esta función y que
reciben el nombre de antioxidantes.
El betacaroteno, la vitamina C, la
vitamina E y el selenio, que se
encuentran, principalmente, en frutas y
verduras, son antioxidantes por
excelencia. |
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