Carlo Magno
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No se conoce con certeza la fecha de nacimiento de Carlos, el hijo de Pipino el
Breve y Bertrada. Se proponen dos fechas: 742 ó 747, cualquiera de ellas
anterior al matrimonio de Bertrada y Pipino que tuvo lugar en el año 749. De
esta manera podríamos considerar a Carlos como un hijo ilegítimo que fue
legitimado por su padre, costumbre corriente en el mundo romano que sería
asimilada por los germanos. Sobre su educación, infancia y adolescencia no
tenemos noticias, toda vez que su principal biógrafo, Eginhardo,
omite esta etapa de la vida del rey aludiendo a que "no ha quedado testimonio
alguno por escrito que trate de ello". El 24 de septiembre del año 768 fallecía
en París Pipino el Breve, víctima de la hidropesía. Había sido coronado rey de
los francos por el papa Zacarías
en el año 751, momento en el que el rey Childerico
era depuesto.
A la muerte de Pipino el reino correspondió a sus dos hijos,
Carlos y
Carlomán. La asamblea general de los francos proclamaron a ambos reyes con
la condición de repartirse equitativamente el reino, de la misma manera que
Pipino y su hermano Carlomán
habían gobernado el reino como mayordomos reales durante el reinado de
Childerico. Ambas partes aceptaron y se repartió el reino entre ambos hermanos,
a pesar de que los partidarios de Carlomán deseaban romper esa alianza.
Tras
recibir la corona, Carlos continuó la guerra de Aquitania que su padre no había
concluido. Solicitó ayuda a su hermano, ayuda que no fue concedida. La rebelión
de Hunoldo (769) fue sofocada y éste se refugió en territorio vascón. Esta
acción no fue del agrado de Carlos que envió una delegación a Lupo II para que
el rebelde fuera entregado. El duque vascón entregó a Hunoldo y sometió sus
territorios a la autoridad del monarca franco. En diciembre del año 771 fallecía
Carlomán, tras tres escasos años de reinado. Este fallecimiento evitaría una más
que probable guerra entre los partidarios de ambos monarcas. Carlos era
nombrado, según Eginhardo, "único rey con el consenso de todos los francos". En
realidad, Carlos no respetó los derechos a la corona de sus sobrinos y se
proclamó rey de todos los francos. La esposa de Carlomán, sus hijos y sus
partidarios tuvieron que huir a Italia, poniéndose bajo la protección de
Desiderio, el rey de los longobardos, lo que indica que no eran bien acogidos en
la corte franca.
Una de las primeras acciones que emprendió Carlos como rey
único de los francos fue hacerse eco de la solicitud del papa Adriano I
para expulsar a los longobardos de Italia. La guerra se prolongó entre los años
773 y 774, consiguiendo la rendición del rey Desiderio y la expulsión de su hijo
Adalgiso de Italia. El papa conseguía recuperar las tierras que formarán los
Estados Pontificios pero las amenazas continuaban en la península Itálica. El
duque de Fruil, Rodgauso, se rebeló en el año 776. Carlos volvió a Italia para
acabar con la revuelta y una vez sofocados todos los fuegos impuso a su hijo Pipino
como rey. Corría el año 781. Finalizadas las campañas en Italia, Carlos pudo
destinar mayores esfuerzos a combatir a los sajones, pueblo germánico que
ocupaban el territorio situado entre el Elba y el mar del Norte. La delimitación
de fronteras -donde se producían continuos enfrentamientos- y cuestiones
religiosas -los sajones se mostraban hostiles al cristianismo al considerarlo un
elemento de penetración franca"- serían las causas de la guerra. Los cronistas
hacen referencia a 33 años consecutivos de lucha, manifestando que los sajones
nunca cumplían los tratados y las rendiciones firmados.
Carlos se puso en varias
ocasiones al frente de su ejército para luchar contra el peligro sajón,
confiando también las tropas a los condes cuando otros asuntos requerían su
presencia. La guerra acabó hacia el año 804. Diez mil sajones fueron deportados
mientras que los restantes serían acogidos en la fe cristiana y obligados a
guardar fidelidad al rey franco, "formando un solo pueblo". Las miras
expansionistas de Carlos no se limitaban a la península Itálica o el territorio
de los sajones. En el año de 778 inició una contundente expedición contra el
norte de la península Ibérica, dominada por los musulmanes. Animado por los
cristianos, Carlos llegó a la plaza fuerte de Zaragoza tras tomar Pamplona. El
gobernador musulmán no rindió la plaza lo que motivó el inicio de un largo
asedio. Las noticias que llegaron procedentes de Sajonia no eran muy halagüeñas
por lo que Carlos se retiró a Francia a través del desfiladero de Roncesvalles.
El 15 de agosto de 778 la retaguardia del ejército franco sufrió una emboscada
por parte de grupos de vascones, posiblemente apoyados por musulmanes. Desde lo
alto de los montes, los vascones atacaron a las tropas francas dirigidas por
Roldán, prefecto de la marca de Bretaña. En la desigual lucha perecieron buena
parte de la élite militar franca: Roldán, el senescal Egihardo y el conde
Anselmo. Cuando la vanguardia quiso reaccionar, los asaltante huyeron
aprovechando lo escarpado del terreno y la oscuridad "de la noche que ya
empezaba a caer". Este episodio daría lugar al famoso cantar de gesta titulado
"La chanson de Roland".
En el enclave navarro de Roncesvalles se conserva un
edificio conocido como el "Silo de Carlomagno" donde la tradición cuenta que
están enterrados los huesos de los muertos en esta batalla. Más fácil es de
creer que la cantidad de restos que se conservan en este lugar procedan de los
cuerpos de los peregrinos enfermos que fallecían en este lugar de acceso al
Camino de Santiago. La península de Armorica será el siguiente punto que Carlos
someta a su dominio. Los pueblos bretones de esta zona se sometieron en el año
786 aunque su carácter rebelde les llevó a provocar nuevas intervenciones en los
años 799 y 811. El sometimiento del ducado de Benevento, en el sur de Italia,
será su próximo objetivo. El duque Aragiso se adelantó a los planes del rey
franco y entregó a sus dos hijos como rehenes, al tiempo que juraba fidelidad.
Carlos admitió las ofertas del duque y tras recibir los juramentos se retiró a
tierras francas. En Baviera nos encontramos con el nuevo punto de conflicto
debido al duque Tasilón y su alianza a los ávaros. Carlos no soportó esta
desobediencia y se dirigió con un fuerte ejército la región de Baviera. El
duque, ante la actitud amenazante del monarca franco, suplicó clemencia a Carlos
con lo que se zanjó de manera rápida este frente de conflicto. Tasilón fue
condenado a pena de prisión perpetua en el monasterio de Jumièges debido a sus
antecedentes rebeldes -ya se había rebelado antes contra Carlomagno en el año
787 por lo que debió jurar fidelidad al rey franco-.
En su actitud expansionista
serán los eslavos los nuevos enemigos de Carlos luchando contra los welátabos a
los que se aliaron los sajones. Estos pueblos del mar Báltico se rebelaron en
diferentes ocasiones realizándose diversas expediciones militares contra ellos.
Pero la guerra más importante de esta década de 790 es la emprendida contra los
ávaros, en la que el rey intervino personalmente en las luchas que tuvieron
lugar en la actual Hungría. Serían su hijo Pipino y los demás miembros de la
nobleza quienes recibieron la confianza del monarca para dirigir la larga
contienda pues duraría entre los años 791 y 803. La región de Panonia quedó
deshabitada según Eginhardo mientras el dinero y los tesoros acumulados por los
ávaros pasaron manos francas.
Las últimas guerras libradas por Carlos fueron
contra los bohemios(805), los linones (808-811) y los daneses (810), pueblo este
último que pretendía dominar toda la Germania dirigido por su rey Godofredo.
Como consecuencia de todas estas luchas llevadas a cabo durante los cuarenta y
siete años que duró el reinado, el reino de Carlos se duplicó en proporciones
respecto a lo heredado de su padre. Las fronteras se extendieron hasta la
península Ibérica y el centro de Europa, contando con Italia, Germania, Sajonia
y la Dacia, estableciendo en el Danubio la frontera este. De ahí la denominación
"Carolus Magnus" con la que ha trascendido su nombre a la Historia y la coronación
de Carlos como emperador y augusto en Roma por el papa León III
el 23 de diciembre del año 800, igualándose a los emperadores de Oriente que se
consideraban los auténticos herederos de los emperadores romanos. Este
nombramiento como emperador sería precedido por la ayuda solicitada a Carlos por
el papa León III quien había sido atacado un año antes por un grupo de
conjurados que le obligaron a escapar a Sajonia donde se encontró con Carlos,
solicitando su ayuda. La intervención de Carlos permitió el restablecimiento de
la paz en los Estados Pontificios. Al igual que la guerra, la diplomacia también
será uno de los puntos fuertes de Carlos, estableciendo contactos con los reyes
más reputados de su tiempo como Alfonso II
el Casto de León, Harun al-Rachid
el califa abassí de Bagdad o los emperadores de Constantinopla.
Resulta
francamente interesante conocer la vida privada del rey franco. Antes de sus
numerosos matrimonios Carlos mantuvo relaciones con una joven noble llamada
Himiltrudis, naciendo de esta relación un hijo llamado Pipino el Jorobado. Hacia
el año 770 casó con Ermengarda, hija de Desiderio, el rey de los longobardos, a
la que repudió por desconocidos motivos tras un año del enlace. La segunda
esposa fue Hildelgarda, mujer noble de origen suabo con la que tuvo 9 hijos,
cuatro varones -Carlos, Pipino y Ludovico
entre ellos - y cinco mujeres - Rotrudis, Berta y Gisela son las que conocemos-.
A la muerte de Hildelgarda -30 de abril del año 783- casó con Fastrada, de
origen germánico, con quien al menos tuvo dos hijas: Teodorada y Hiltrudis
mientras que una concubina le daba otra hija de nombre Rodaida. De nuevo viudo
en el año 794 contrajo matrimonio con la alamana Liutgarda con la que no tuvo
hijos. Al fallecer ésta se relacionó con cuatro concubinas: Madelgarda, con
quien tuvo a Rotilda; Gersvinda, madre de Adeltrius; Regina que tuvo dos hijos,
Drogón y Hugo; y Adelinda con la que tuvo a Teodorico. En total, diez relaciones
conocidas de las que nacieron al menos 18 hijos conocidos. Todos estos hijos e
hijas recibieron la formación típica medieval dividida en dos grupos: el "trivium"
formado por la gramática, la retórica y la dialéctica y el "quadrivium"
integrado por aritmética, geometría, música y astronomía. Eginhardo nos presenta
a Carlos absolutamente preocupado por la educación de su vasta descendencia e
incluso cuenta que ""nunca cenó sin ellos ni se fue de viaje sin llevárselos
consigo".
Entre los principales valores de Carlos encontramos, siempre según el
cronista Eginhardo, la amistad, el interés por lo procedente de otras tierras,
la honradez o el afecto hacia sus súbditos. En su descripción física alude a un
hombre de alta estatura -1´92 metros según la exhumación de su cuerpo que se
produjo en el año 1861-, "hermosa cabellera blanca y rostro agradable y alegre".
El cronista dice que gozó de buena salud a excepción de sus últimos cuatro años
en los que eran frecuentes las fiebres e incluso cojeó de un pie, pudiendo
padecer la gota ya que los médicos le recomendaban la abstinencia de guisos
asados, recomendaciones que el rey no seguía. Su moderación en la comida y en
la bebida contrasta con esta atracción hacia los guisos. La comida siempre se
acompañaba de música o de lecturas. Tras el almuerzo solía dormir dos o tres
horas. Entre sus aficiones
encontramos la caza, la equitación, los baños termales y la natación. Eginhardo
dice que "vestía
según la costumbre de su pueblo (...) sobre el cuerpo llevaba una camisa y unos
calzones de lino; encima, una túnica ribeteada de seda y medias calzas y luego
unas bandas alrededor de las piernas y calzado en los pies. (...) Se cubría con
un manto azul y siempre llevaba ceñida una daga cuya empuñadura y cuya vaina
eran de oro o plata".
Durante el reinado de Carlos se manifiesta un importante
renacimiento cultural al proteger a importantes personajes como Alcuino de
York, quien se convirtió en uno de los principales impulsores de la cultura
carolingia. El propio Carlos cultivó las artes liberales, especialmente la
astronomía. También se intereso por la labor legislativa al unificar y completar
las leyes francas al tiempo que ordenó la recopilación de todas las leyes de los
pueblos que estaban bajo su mando. Al igual que los emperadores romanos Carlos
también se preocupó por desarrollar una importante labor
constructiva con la que demostrar la grandeza de su reinado como podemos
constatar en los magníficos palacios de Aquisgran y su capilla palatina o la
construcción de iglesias en todos los rincones de su reino.
Antes de morir,
Carlos asoció al trono a su hijo Ludovico, en aquellos momentos rey de Aquitania,
y le nombró heredero de la corona imperial ante la asamblea de próceres. Esta
ceremonia de coronación se realizó el 11 de septiembre del año 813. A primeros
de noviembre, Carlos regresó de cazar a su palacio de Aquisgrán, donde sufrió un
fuerte proceso febril en el mes de enero del año 814. La dieta que se le impuso
para la recuperación no fue efectiva, complicándose la fiebre con "un dolor en
el costado, lo que los griegos llaman pleuresía" en palabras de Eginhardo. El 28
de enero de ese año fallecía Carlomagno a la edad de 72 años, tras 47 de
reinado. Su cuerpo fue sepultado en Aquisgrán.
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