Sagrada Biblia
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El Evangelio según Juan


El Verbo se hizo carne


1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 El era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas fueron hechas por medio de él, y sin él no fue hecho nada de lo que ha sido hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

6 Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. 7 El vino como testimonio, a fin de dar testimonio de la luz, para que todos creyesen por medio de él. 8 No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. 9 Aquél era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de él, pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, pero los suyos no le recibieron. 12 Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios, 13 los cuales nacieron no de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad de varón, sino de Dios.

14 Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. 15 Juan dio testimonio de él y proclamó diciendo: "Este es aquel de quien dije: El que viene después de mí ha llegado a ser antes de mí, porque era primero que yo." 16 Porque de su plenitud todos nosotros recibimos, y gracia sobre gracia. 17 La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. 18 A Dios nadie le ha visto jamás; el Dios único que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Testimonio de Juan el Bautista


19 Este es el testimonio de Juan cuando los judíos le enviaron de Jerusalén unos sacerdotes y levitas para preguntarle:

-¿Quién eres tú?

20 El confesó y no negó, sino que confesó:

-Yo no soy el Cristo.

21 Y le preguntaron:

-¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?

Y dijo:

-No lo soy.

-¿Eres tú el profeta?

Y respondió:

-No.

22 Le dijeron entonces:

-¿Quién eres?, para que demos respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices en cuanto a ti mismo?

23 Dijo:

-Yo soy la voz de uno que proclama en el desierto: "Enderezad el camino del Señor" como dijo el profeta Isaías.

24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25 Le preguntaron y le dijeron:

-¿Entonces, por qué bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?

26 Juan les respondió diciendo:

-Yo bautizo en agua, pero en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. 27 El es el que viene después de mí, de quien yo no soy digno de desatar la correa del calzado.

28 Estas cosas acontecieron en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

Juan el Bautista testifica de Jesús


29 Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él y dijo:

-¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! 30 Este es aquel de quien dije: "Después de mí viene un hombre que ha llegado a ser antes de mí, porque era primero que yo." 31 Yo no le conocía; pero para que él fuese manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando en agua.

32 Juan dio testimonio diciendo:

-He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y posó sobre él. 33 Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: "Aquel sobre quien veas descender el Espíritu y posar sobre él, éste es el que bautiza en el Espíritu Santo." 34 Yo le he visto y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

Los primeros discípulos


35 Al día siguiente, de nuevo estaba Juan con dos de sus discípulos. 36 Al ver a Jesús que andaba por allí, dijo:

-¡He aquí el Cordero de Dios!

37 Los dos discípulos le oyeron hablar y siguieron a Jesús. 38 Jesús, al dar vuelta y ver que le seguían, les dijo:

-¿Qué buscáis?

Y ellos le dijeron:

-Rabí -que significa maestro-, ¿dónde moras?

39 Les dijo:

-Venid y ved.

Por lo tanto, fueron y vieron dónde moraba y se quedaron con él aquel día, porque era como la hora décima.

40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. 41 Este encontró primero a su hermano Simón y le dijo:

-Hemos encontrado al Mesías -que significa Cristo-.

42 El lo llevó a Jesús, y al verlo Jesús le dijo:

-Tú eres Simón hijo de Jonás. Tú serás llamado Cefas -que significa piedra-.

43 Al día siguiente, Jesús quiso salir para Galilea y encontró a Felipe. Y Jesús le dijo:

-Sígueme.

44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. 45 Felipe encontró a Natanael y le dijo:

-Hemos encontrado a aquel de quien Moisés escribió en la Ley, y también los Profetas: a Jesús de Nazaret, el hijo de José.

46 Y le dijo Natanael:

-¿De Nazaret puede haber algo de bueno?

Le dijo Felipe:

-Ven y ve.

47 Jesús vio que Natanael venía hacia él y dijo de él:

-¡He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño!

48 Le dijo Natanael:

-¿De dónde me conoces?

Respondió Jesús y le dijo:

-Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.

49 Le respondió Natanael:

-Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el rey de Israel!

50 Respondió Jesús y le dijo:

-¿Crees porque te dije: "Te vi debajo de la higuera"? ¡Cosas mayores que éstas verás!

51 Y les dijo:

-De cierto, de cierto os digo que veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.

 


Jesús en la boda de Caná


2 Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. 2 Fue invitado también Jesús con sus discípulos a la boda. 3 Y como faltó el vino, la madre de Jesús le dijo:

-No tienen vino.

4 Jesús le dijo:

-¿Qué tiene que ver eso conmigo y contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.

5 Su madre dijo a los que servían:

-Haced todo lo que él os diga.

6 Había allí seis tinajas de piedra para agua, de acuerdo con los ritos de los judíos para la purificación. En cada una de ellas cabían dos o tres medidas. 7 Jesús les dijo:

-Llenad de agua las tinajas.

Y las llenaron hasta el borde. 8 Luego les dijo:

-Sacad ahora y llevadlo al encargado del banquete.

Se lo llevaron; 9 y cuando el encargado del banquete probó el agua ya hecha vino, y no sabía de dónde venía (aunque los sirvientes que habían sacado el agua sí lo sabían), llamó al novio 10 y le dijo:

-Todo hombre sirve primero el buen vino; y cuando ya han tomado bastante, entonces saca el inferior. Pero tú has guardado el buen vino hasta ahora.

11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él. 12 Después de esto, él descendió a Capernaúm con su madre, sus hermanos y sus discípulos; y se quedaron allí no muchos días.

Jesús purifica el templo


13 Estaba próxima la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 14 Halló en el templo a los que vendían vacunos, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados. 15 Y después de hacer un látigo de cuerdas, los echó a todos del templo, junto con las ovejas y los vacunos. Desparramó el dinero de los cambistas y volcó las mesas. 16 A los que vendían palomas les dijo:

-¡Quitad de aquí estas cosas y no hagáis más de la casa de mi Padre casa de mercado!

17 Entonces se acordaron sus discípulos que estaba escrito: El celo por tu casa me consumirá.

18 Los judíos respondieron y le dijeron:

-Ya que haces estas cosas, ¿qué señal nos muestras?

19 Respondió Jesús y les dijo:

-Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.

20 Por tanto los judíos dijeron:

-Durante cuarenta y seis años se construyó este templo, ¿y tú lo levantarás en tres días?

21 Pero él hablaba del templo de su cuerpo. 22 Por esto, cuando fue resucitado de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto y creyeron la Escritura y las palabras que Jesús había dicho.

23 Mientras él estaba en Jerusalén en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al observar las señales que hacía. 24 Pero Jesús mismo no confiaba en ellos, porque los conocía a todos, 25 y porque no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que había en el hombre.

 


Jesús y Nicodemo


3 Y había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un gobernante de los judíos. 2 Este vino a Jesús de noche y le dijo:

-Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, a menos que Dios esté con él.

3 Respondió Jesús y le dijo:

-De cierto, de cierto te digo que a menos que uno nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.

4 Nicodemo le dijo:

-¿Cómo puede nacer un hombre si ya es viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?

5 Respondió Jesús:

-De cierto, de cierto te digo que a menos que uno nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que ha nacido de la carne, carne es; y lo que ha nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: "Os es necesario nacer de nuevo." 8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; pero no sabes ni de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que ha nacido del Espíritu.

9 Respondió Nicodemo y le dijo:

-¿Cómo puede suceder eso?

10 Respondió Jesús y le dijo:

-Tú eres el maestro de Israel, ¿y no sabes esto? 11 De cierto, de cierto te digo que hablamos de lo que sabemos; y testificamos de lo que hemos visto. Pero no recibís nuestro testimonio. 12 Si os hablé de cosas terrenales y no creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las celestiales? 13 Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que cree en él tenga vida eterna.

16 »Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que cree en él no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y ésta es la condenación: que la luz ha venido al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que practica lo malo aborrece la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no sean censuradas. 21 Pero el que hace la verdad viene a la luz para que sus obras sean manifiestas, que son hechas en Dios.

Otro testimonio de Juan el Bautista


22 Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a la tierra de Judea; y pasaba allí un tiempo con ellos y bautizaba. 23 Juan también estaba bautizando en Enón, junto a Salim, porque allí había mucha agua; y muchos venían y eran bautizados, 24 ya que Juan todavía no había sido puesto en la cárcel.

25 Entonces surgió una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación. 26 Fueron a Juan y le dijeron:

-Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú has dado testimonio, ¡he aquí él está bautizando, y todos van a él!

27 Respondió Juan y dijo:

-Ningún hombre puede recibir nada a menos que le haya sido dado del cielo. 28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: "Yo no soy el Cristo", sino que "he sido enviado delante de él". 29 El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, que ha estado de pie y le escucha, se alegra mucho a causa de la voz del novio. Así, pues, este mi gozo ha sido cumplido. 30 A él le es preciso crecer, pero a mí menguar.

31 El que viene de arriba está por encima de todos. El que procede de la tierra es terrenal, y su habla procede de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. 32 Testifica de lo que ha visto y oído, y nadie recibe su testimonio. 33 El que recibe su testimonio atestigua que Dios es veraz. 34 Porque el que Dios envió habla las palabras de Dios, pues Dios no da el Espíritu por medida. 35 El Padre ama al Hijo y ha puesto todas las cosas en su mano. 36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.

 


Jesús y la mujer samaritana


4 Cuando Jesús se enteró de que los fariseos habían oído que Jesús hacía y bautizaba más discípulos que Juan 2 (aunque Jesús mismo no bautizaba, sino sus discípulos), 3 dejó Judea y se fue otra vez a Galilea. 4 Le era necesario pasar por Samaria; 5 así que llegó a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca del campo que Jacob había dado a su hijo José. 6 Estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era como la hora sexta. 7 Vino una mujer de Samaria para sacar agua, y Jesús le dijo:

-Dame de beber.

8 Pues los discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9 Entonces la mujer samaritana le dijo:

-¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, siendo yo una mujer samaritana? -porque los judíos no se tratan con los samaritanos-.

10 Respondió Jesús y le dijo:

-Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le hubieras pedido a él, y él te habría dado agua viva.

11 La mujer le dijo:

-Señor, no tienes con qué sacar, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob quien nos dio este pozo y quien bebió de él, y también sus hijos y su ganado?

13 Respondió Jesús y le dijo:

-Todo el que bebe de esta agua volverá a tener sed. 14 Pero cualquiera que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.

15 La mujer le dijo:

-Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga más acá a sacarla.

16 Jesús le dijo:

-Vé, llama a tu marido y ven acá.

17 Respondió la mujer y le dijo:

-No tengo marido.

Le dijo Jesús:

-Bien has dicho: "No tengo marido"; 18 porque cinco maridos has tenido, y el que tienes ahora no es tu marido. Esto has dicho con verdad.

19 Le dijo la mujer:

-Señor, veo que tú eres profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar.

21 Jesús le dijo:

-Créeme, mujer, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvación procede de los judíos. 23 Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca a tales que le adoren. 24 Dios es espíritu; y es necesario que los que le adoran, le adoren en espíritu y en verdad.

25 Le dijo la mujer:

-Sé que viene el Mesías -que es llamado el Cristo-. Cuando él venga, nos declarará todas las cosas.

26 Jesús le dijo:

-Yo soy, el que habla contigo.

27 En este momento llegaron sus discípulos y se asombraban de que hablara con una mujer; no obstante, ninguno dijo: "¿Qué buscas?" o "¿Qué hablas con ella?" 28 Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue a la ciudad y dijo a los hombres:

29 -¡Venid! Ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿Será posible que éste sea el Cristo?

30 Entonces salieron de la ciudad y fueron hacia él.

Campos blancos para la siega


31 Mientras tanto, los discípulos le rogaban diciendo:

-Rabí, come.

32 Pero les dijo:

-Yo tengo una comida para comer que vosotros no sabéis.

33 Entonces sus discípulos se decían el uno al otro:

-¿Acaso alguien le habrá traído algo de comer?

34 Jesús les dijo:

-Mi comida es que yo haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra. 35 ¿No decís vosotros: "Todavía faltan cuatro meses para que llegue la siega"? He aquí os digo: ¡Alzad vuestros ojos y mirad los campos, que ya están blancos para la siega! 36 El que siega recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra y el que siega se gocen juntos. 37 Porque en esto es verdadero el dicho: "Uno es el que siembra, y otro es el que siega." 38 Yo os he enviado a segar lo que vosotros no habéis labrado. Otros han labrado, y vosotros habéis entrado en sus labores.

39 Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él a causa de la palabra de la mujer que daba testimonio diciendo: "Me dijo todo lo que he hecho." 40 Entonces, cuando los samaritanos vinieron a él, rogándole que se quedase con ellos, se quedó allí dos días. 41 Y muchos más creyeron a causa de su palabra. 42 Ellos decían a la mujer:

-Ya no creemos a causa de la palabra tuya, porque nosotros mismos hemos oído y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo.

Jesús sana al hijo de un oficial


43 Pasados los dos días, salió de allí para Galilea, 44 porque Jesús mismo dio testimonio de que un profeta no tiene honra en su propia tierra. 45 Luego, cuando entró en Galilea, los galileos le recibieron, ya que habían visto cuántas cosas había hecho en Jerusalén en la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta.

46 Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea donde había convertido el agua en vino. Había un oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm. 47 Cuando éste oyó que Jesús había salido de Judea y estaba presente en Galilea, fue a él y le rogaba que descendiese y sanase a su hijo, porque estaba a punto de morir. 48 Entonces Jesús le dijo:

-A menos que veáis señales y prodigios, jamás creeréis.

49 El oficial del rey le dijo:

-Señor, desciende antes que muera mi hijo.

50 Jesús le dijo:

-Vé, tu hijo vive.

El hombre creyó la palabra que Jesús le dijo y se puso en camino. 51 Mientras todavía descendía, sus siervos salieron a recibirle diciendo que su hijo vivía. 52 Entonces él les preguntó la hora en que comenzó a mejorarse, y le dijeron:

-Ayer, a la hora séptima le dejó la fiebre.

53 El padre entonces entendió que era aquella hora cuando Jesús le había dicho: "Tu hijo vive." Y creyó él con toda su casa. 54 También hizo Jesús esta segunda señal cuando vino de Judea a Galilea.

 


Jesús sana al paralítico en Betesda


5 Después de esto había una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2 En Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, hay un estanque con cinco pórticos que en hebreo se llama Betesda. 3 ,4 En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos.

5 Se encontraba allí cierto hombre que había estado enfermo durante treinta y ocho años. 6 Cuando Jesús lo vio tendido y supo que ya había pasado tanto tiempo así, le preguntó:

-¿Quieres ser sano?

7 Le respondió el enfermo:

-Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras me muevo yo, otro desciende antes que yo.

8 Jesús le dijo:

-Levántate, toma tu cama y anda.

9 Y en seguida el hombre fue sanado, tomó su cama y anduvo. Y aquel día era sábado.

10 Entonces los judíos le decían a aquel que había sido sanado:

-Es sábado, y no te es lícito llevar tu cama.

11 Pero él les respondió:

-El que me sanó, él mismo me dijo: "Toma tu cama y anda."

12 Entonces le preguntaron:

-¿Quién es el hombre que te dijo: "Toma tu cama y anda"?

13 Pero el que había sido sanado no sabía quién había sido, porque Jesús se había apartado, pues había mucha gente en el lugar. 14 Después Jesús le halló en el templo y le dijo:

-He aquí, has sido sanado; no peques más, para que no te ocurra algo peor.

15 El hombre se fue y declaró a los judíos que Jesús era el que le había sanado. 16 Por esta causa los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado. 17 Pero Jesús les respondió:

-Mi Padre hasta ahora trabaja; también yo trabajo.

18 Por esta razón los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios.

Jesús habla de su autoridad


19 Por esto, respondió Jesús y les decía:

-De cierto, de cierto os digo que el Hijo no puede hacer nada de sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre. Porque todo lo que él hace, esto también lo hace el Hijo de igual manera. 20 Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todas las cosas que él mismo hace. Y mayores obras que éstas le mostrará, de modo que vosotros os asombréis. 21 Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. 22 Porque el Padre no juzga a nadie, sino que todo el juicio lo dio al Hijo, 23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.

24 »De cierto, de cierto os digo que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna. El tal no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. 25 De cierto, de cierto os digo que viene la hora y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que oyen vivirán. 26 Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo el tener vida en sí mismo. 27 Y también le dio autoridad para hacer juicio, porque él es el Hijo del Hombre. 28 No os asombréis de esto, porque vendrá la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz 29 y saldrán, los que hicieron el bien para la resurrección de vida, pero los que practicaron el mal para la resurrección de condenación. 30 Yo no puedo hacer nada de mí mismo. Como oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco la voluntad mía, sino la voluntad del que me envió.

Testimonio acerca de Jesús


31 »Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32 El que da testimonio de mí es otro, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero. 33 Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. 34 Pero yo no recibo el testimonio de parte del hombre; más bien, digo esto para que vosotros seáis salvos. 35 El era antorcha que ardía y alumbraba, y vosotros quisisteis regocijaros por un poco en su luz.

36 »Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha dado para cumplirlas, las mismas obras que hago dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado.

37 »Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Pero nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su apariencia, 38 ni tenéis su palabra permaneciendo en vosotros; porque vosotros no creéis a quien él envió. 39 Escudriñad las Escrituras, porque os parece que en ellas tenéis vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí. 40 Y vosotros no queréis venir a mí para que tengáis vida.

41 »No recibo gloria de parte de los hombres. 42 Al contrario, yo os conozco que no tenéis el amor de Dios en vosotros. 43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís. Si otro viene en su propio nombre, a aquél recibiréis. 44 ¿Cómo podéis vosotros creer? Pues recibiendo la gloria los unos de los otros, no buscáis la gloria que viene de parte del único Dios.

45 »No penséis que yo os acusaré delante del Padre. Hay quien os acusa: Moisés, en quien habéis puesto la esperanza. 46 Porque si vosotros creyeseis a Moisés, me creeríais a mí; pues él escribió de mí. 47 Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?

 


Jesús alimenta a cinco mil


6 Después de esto fue Jesús a la otra orilla del mar de Galilea, o sea de Tiberias, 2 y le seguía una gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. 3 Jesús subió a un monte y se sentó allí con sus discípulos. 4 Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.

5 Cuando Jesús alzó los ojos y vio que se le acercaba una gran multitud, dijo a Felipe:

-¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?

6 Pero decía esto para probarle, porque Jesús sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le respondió:

-Doscientos denarios de pan no bastan, para que cada uno de ellos reciba un poco.

8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:

9 -Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescaditos. Pero, ¿qué es esto para tantos?

10 Entonces Jesús dijo:

-Haced recostar a la gente.

Había mucha hierba en aquel lugar. Se recostaron, pues, como cinco mil hombres. 11 Entonces Jesús tomó los panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los que estaban recostados. De igual manera repartió de los pescados, cuanto querían. 12 Cuando fueron saciados, dijo a sus discípulos:

-Recoged los pedazos que han quedado, para que no se pierda nada.

13 Recogieron, pues, y llenaron doce canastas de pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. 14 Entonces, cuando los hombres vieron la señal que Jesús había hecho, decían:

-¡Verdaderamente, éste es el profeta que ha de venir al mundo!

15 Como Jesús entendió que iban a venir para tomarle por la fuerza y hacerle rey, se retiró de nuevo al monte, él solo.

Jesús camina sobre el agua


16 Cuando anochecía, sus discípulos descendieron al mar, 17 y entrando en una barca iban cruzando el mar hacia Capernaúm. Ya había oscurecido, y Jesús todavía no había venido a ellos. 18 Y se agitaba el mar porque soplaba un gran viento. 19 Entonces, cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús caminando sobre el mar y acercándose a la barca, y tuvieron miedo. 20 Pero él les dijo:

-¡Yo soy; no temáis!

21 Entonces ellos quisieron recibirle en la barca, y de inmediato la barca llegó a la tierra a donde iban.

Jesús: el pan de vida


22 Al día siguiente, la multitud que había estado al otro lado del mar se dio cuenta de que no había habido allí sino una sola barca, y que Jesús no había entrado en la barca con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos. 23 (Sin embargo, de Tiberias habían llegado otras barcas cerca del lugar donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias.) 24 Entonces, cuando la multitud vio que Jesús no estaba allí ni tampoco sus discípulos, ellos entraron en las barcas y fueron a Capernaúm buscando a Jesús. 25 Cuando le hallaron al otro lado del mar, le preguntaron:

-Rabí, ¿cuándo llegaste acá?

26 Jesús les respondió diciendo:

-De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis de los panes y os saciasteis. 27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, que el Hijo del Hombre os dará; porque en éste, Dios el Padre ha puesto su sello.

28 Entonces le dijeron:

-¿Qué haremos para realizar las obras de Dios?

29 Respondió Jesús y les dijo:

-Esta es la obra de Dios: que creáis en aquel que él ha enviado.

30 Entonces le dijeron:

-¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra haces? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.

32 Por tanto Jesús les dijo:

-De cierto, de cierto os digo que no os ha dado Moisés el pan del cielo, sino mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que desciende del cielo y da vida al mundo.

34 Le dijeron:

-Señor, danos siempre este pan.

35 Jesús les dijo:

-Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás. 36 Pero os he dicho que me habéis visto, y no creéis. 37 Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que a mí viene, jamás lo echaré fuera. 38 Porque yo he descendido del cielo, no para hacer la voluntad mía, sino la voluntad del que me envió. 39 Y ésta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de todo lo que me ha dado, sino que lo resucite en el día final. 40 Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que mira al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el día final.

41 Entonces los judíos murmuraban de él porque había dicho: "Yo soy el pan que descendió del cielo." 42 Y decían:

-¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que ahora dice: "He descendido del cielo"?

43 Jesús respondió y les dijo:

-No murmuréis más entre vosotros. 44 Nadie puede venir a mí, a menos que el Padre que me envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el día final. 45 Está escrito en los Profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oye y aprende del Padre viene a mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre, sino que aquel que proviene de Dios, éste ha visto al Padre. 47 De cierto, de cierto os digo: El que cree tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. 50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él no muera. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré por la vida del mundo es mi carne.

52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo:

-¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

53 Y Jesús les dijo:

-De cierto, de cierto os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. 55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él. 57 Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, de la misma manera el que me come también vivirá por mí. 58 Este es el pan que descendió del cielo. No como los padres que comieron y murieron, el que come de este pan vivirá para siempre.

59 Estas cosas dijo en la sinagoga, cuando enseñaba en Capernaúm.

Palabras de vida eterna


60 Entonces, al oírlo, muchos de sus discípulos dijeron:

-Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?

61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo:

-¿Esto os escandaliza? 62 ¿Y si vierais al Hijo del Hombre subir a donde estaba primero? 63 El Espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64 Pero hay entre vosotros algunos que no creen.

Pues desde el principio Jesús sabía quiénes eran los que no creían y quién le había de entregar, 65 y decía:

-Por esta razón os he dicho que nadie puede venir a mí, a menos que le haya sido concedido por el Padre.

66 Desde entonces, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. 67 Entonces Jesús dijo a los doce:

-¿Queréis acaso iros vosotros también?

68 Le respondió Simón Pedro:

-Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios.

70 Jesús les respondió:

-¿No os escogí yo a vosotros doce, y uno de vosotros es diablo?

71 Hablaba de Judas hijo de Simón Iscariote; porque éste, siendo uno de los doce, estaba por entregarlo.

 


Jesús en la fiesta de los Tabernáculos


7 Después de esto, andaba Jesús por Galilea. No quería andar por Judea, porque los judíos le buscaban para matarlo. 2 Estaba próxima la fiesta de los Tabernáculos de los judíos. 3 Por tanto, le dijeron sus hermanos:

-Sal de aquí y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. 4 Porque nadie que procura darse a conocer hace algo en oculto. Puesto que haces estas cosas, manifiéstate al mundo.

5 Pues ni aun sus hermanos creían en él. 6 Entonces Jesús les dijo:

-Mi tiempo no ha llegado todavía, pero vuestro tiempo siempre está a la mano. 7 El mundo no puede aborreceros a vosotros; pero a mí me aborrece porque yo doy testimonio de él, que sus obras son malas. 8 Subid vosotros a la fiesta. Yo no subo todavía a esta fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido.

9 Habiendo dicho esto, él se quedó en Galilea. 10 Pero cuando sus hermanos habían subido a la fiesta, entonces él también subió, no abiertamente sino en secreto. 11 Los judíos le buscaban en la fiesta y decían:

-¿Dónde está aquél?

12 Había una gran murmuración acerca de él entre las multitudes. Unos decían: "Es bueno." Pero otros decían: "No, sino que engaña a la gente." 13 Sin embargo, nadie hablaba abiertamente de él, por miedo de los judíos.

14 Cuando ya había pasado la mitad de la fiesta, subió Jesús al templo y enseñaba. 15 Entonces los judíos se asombraban diciendo:

-¿Cómo sabe éste de letras, sin haber estudiado?

16 Por tanto, Jesús les respondió y dijo:

-Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. 17 Si alguien quiere hacer su voluntad, conocerá si mi doctrina proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta. 18 El que habla de sí mismo busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y en él no hay injusticia. 19 ¿No os dio Moisés la Ley? Y ninguno de vosotros la cumple. ¿Por qué buscáis matarme?

20 La multitud respondió:

-Demonio tienes. ¿Quién busca matarte?

21 Jesús respondió y les dijo:

-Una sola obra hice, y todos os asombráis. 22 Por esto Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres), y en sábado circuncidáis al hombre. 23 Si el hombre recibe la circuncisión en sábado a fin de que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en sábado sané a un hombre por completo? 24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.

¿Es Jesús el Cristo?


25 Decían entonces algunos de Jerusalén:

-¿No es éste a quien buscan para matarle? 26 ¡He aquí, habla públicamente, y no le dicen nada! ¿Será que los principales realmente han reconocido que él es el Cristo? 27 Pero éste, sabemos de dónde es; pero cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea.

28 Entonces Jesús alzó la voz en el templo, enseñando y diciendo:

-A mí me conocéis y sabéis de dónde soy. Y yo no he venido por mí mismo; más bien, el que me envió, a quien vosotros no conocéis, es verdadero. 29 Yo le conozco, porque de él provengo, y él me envió.

30 Entonces procuraban prenderle, pero nadie puso su mano sobre él, porque todavía no había llegado su hora. 31 Muchos del pueblo creyeron en él y decían: "Cuando venga el Cristo, ¿hará más señales que las que hizo éste?"

32 Los fariseos oyeron que la multitud murmuraba estas cosas acerca de él, y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron guardias para tomarlo preso. 33 Entonces dijo Jesús:

-Todavía estaré con vosotros un poco de tiempo; luego iré al que me envió. 34 Me buscaréis y no me hallaréis, y a donde yo estaré vosotros no podréis ir.

35 Entonces los judíos se decían entre sí:

-¿A dónde se ha de ir éste, que nosotros no le hallemos? ¿Acaso ha de ir a la dispersión entre los griegos para enseñar a los griegos? 36 ¿Qué significa este dicho que dijo: "Me buscaréis y no me hallaréis, y no podréis ir a donde yo estaré"?

37 Pero en el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso de pie y alzó la voz diciendo:

-Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su interior.

39 Esto dijo acerca del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él, pues todavía no había sido dado el Espíritu, porque Jesús aún no había sido glorificado.

40 Entonces, cuando algunos de la multitud oyeron estas palabras, decían: "¡Verdaderamente, éste es el profeta!" 41 Otros decían: "Este es el Cristo." Pero otros decían: "¿De Galilea habrá de venir el Cristo? 42 ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de la aldea de Belén, de donde era David?" 43 Así que había disensión entre la gente por causa de él. 44 Algunos de ellos querían tomarlo preso, pero ninguno le echó mano.

Las autoridades se oponen a Jesús


45 Luego los guardias regresaron a los principales sacerdotes y a los fariseos, y ellos les dijeron:

-¿Por qué no le trajisteis?

46 Los guardias respondieron:

-¡Nunca habló hombre alguno así!

47 Entonces los fariseos les respondieron:

-¿Será posible que vosotros también hayáis sido engañados? 48 ¿Habrá creído en él alguno de los principales o de los fariseos? 49 Pero esta gente que no conoce la ley es maldita.

50 Nicodemo, el que fue a Jesús al principio y que era uno de ellos, les dijo:

51 -¿Juzga nuestra ley a un hombre si primero no se le oye y se entiende qué hace?

52 Le respondieron y dijeron:

-¿Eres tú también de Galilea? Escudriña y ve que de Galilea no se levanta ningún profeta.

La mujer sorprendida en adulterio


53 [Y se fue cada uno a su casa. 8 1 Pero Jesús se fue al monte de los Olivos, 2 y muy de mañana volvió al templo. Todo el pueblo venía a él, y sentado les enseñaba. 3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, 4 le dijeron:

-Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el mismo acto de adulterio. 5 Ahora bien, en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales. Tú, pues, ¿qué dices?

6 Esto decían para probarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en la tierra con el dedo. 7 Pero como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo:

-El de vosotros que esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.

8 Al inclinarse hacia abajo otra vez, escribía en tierra. 9 Pero cuando lo oyeron, salían uno por uno, comenzando por los más viejos. Sólo quedaron Jesús y la mujer, que estaba en medio. 10 Entonces Jesús se enderezó y le preguntó:

-Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?

11 Y ella dijo:

-Ninguno, Señor.

Entonces Jesús le dijo:

-Ni yo te condeno. Vete y desde ahora no peques más.]

Testimonio de Jesús sobre sí mismo


12 Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo:

-Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

13 Entonces los fariseos le dijeron:

-Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.

14 Jesús respondió y les dijo:

-Aun si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde vine y a dónde voy. Pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy. 15 Vosotros juzgáis según la carne, pero yo no juzgo a nadie. 16 Y aun si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me envió. 17 En vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí.

19 Entonces le decían:

-¿Dónde está tu Padre?

Respondió Jesús:

-Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre. Si a mí me hubierais conocido, a mi Padre también habríais conocido.

20 Estas palabras habló Jesús enseñando en el templo en el lugar de las ofrendas; y nadie le prendió, porque todavía no había llegado su hora.

21 Luego Jesús les dijo otra vez:

-Yo me voy, y me buscaréis; pero en vuestro pecado moriréis. A donde yo voy, vosotros no podéis ir.

22 Entonces los judíos decían:

-¿Será posible que se habrá de matar a sí mismo? Pues dice: "A donde yo voy, vosotros no podéis ir."

23 El les decía:

-Vosotros sois de abajo; yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo; yo no soy de este mundo. 24 Por esto os dije que moriréis en vuestros pecados; porque a menos que creáis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.

25 Así que le decían:

-Tú, ¿quién eres?

Entonces Jesús les dijo:

-Lo mismo que os vengo diciendo desde el principio. 26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros. Pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de parte de él, esto hablo al mundo.

27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre. 28 Entonces Jesús les dijo:

-Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; sino que estas cosas hablo, así como el Padre me enseñó. 29 Porque el que me envió, conmigo está. El Padre no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él.

30 Mientras él decía estas cosas, muchos creyeron en él.

La verdad os hará libres


31 Por tanto, Jesús decía a los judíos que habían creído en él:

-Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

33 Le respondieron:

-Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Llegaréis a ser libres"?

34 Jesús les respondió:

-De cierto, de cierto os digo que todo aquel que practica el pecado es esclavo del pecado. 35 El esclavo no permanece en la casa para siempre; el Hijo sí queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres. 37 Sé que sois descendientes de Abraham; no obstante, procuráis matarme, porque mi palabra no tiene cabida en vosotros. 38 Yo hablo de lo que he visto estando con el Padre, y vosotros hacéis lo que habéis oído de parte de vuestro padre.

Los verdaderos hijos de Dios


39 Respondieron y le dijeron:

-Nuestro padre es Abraham.

Jesús les dijo:

-Puesto que sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. 40 Pero ahora procuráis matarme, hombre que os he hablado la verdad que oí de parte de Dios. ¡Esto no lo hizo Abraham! 41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.

Entonces le dijeron:

-Nosotros no hemos nacido de fornicación. Tenemos un solo padre, Dios.

42 Entonces Jesús les dijo:

-Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais; porque yo he salido y he venido de Dios. Yo no he venido por mí mismo, sino que él me envió. 43 ¿Por qué no comprendéis lo que digo? Porque no podéis oír mi palabra. 44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y queréis satisfacer los deseos de vuestro padre. El era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla, porque es mentiroso y padre de mentira. 45 Pero a mí, porque os digo la verdad, no me creéis. 46 ¿Quién de vosotros me halla culpable de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? 47 El que es de Dios escucha las palabras de Dios. Por esta razón vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios.

Cristo y Abraham


48 Respondieron los judíos y le dijeron:

-¿No decimos bien nosotros que tú eres samaritano y que tienes demonio?

49 Respondió Jesús:

-Yo no tengo demonio. Más bien, honro a mi Padre, pero vosotros me deshonráis. 50 Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzga. 51 De cierto, de cierto os digo que si alguno guarda mi palabra, nunca verá la muerte para siempre.

52 Entonces los judíos le dijeron:

-¡Ahora sabemos que tienes demonio! Abraham murió, y también los profetas; y tú dices: "Si alguno guarda mi palabra, nunca gustará muerte para siempre." 53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham quien murió, o los profetas quienes también murieron? ¿Quién pretendes ser?

54 Respondió Jesús:

-Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no es nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios." 55 Y vosotros no le conocéis. Pero yo sí le conozco. Si digo que no le conozco, seré mentiroso como vosotros. Pero le conozco y guardo su palabra. 56 Abraham, vuestro padre, se regocijó de ver mi día. El lo vio y se gozó.

57 Entonces le dijeron los judíos:

-Aún no tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

58 Les dijo Jesús:

-De cierto, de cierto os digo que antes que Abraham existiera, Yo Soy.

59 Entonces tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.

 


Jesús sana a un ciego de nacimiento


9 Mientras pasaba Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento, 2 y sus discípulos le preguntaron diciendo:

-Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?

3 Respondió Jesús:

-No es que éste pecó, ni tampoco sus padres. Al contrario, fue para que las obras de Dios se manifestaran en él. 4 Me es preciso hacer las obras del que me envió, mientras dure el día. La noche viene cuando nadie puede trabajar. 5 Mientras yo esté en el mundo, luz soy del mundo.

6 Dicho esto, escupió en tierra, hizo lodo con la saliva y con el lodo untó los ojos del ciego. 7 Y le dijo:

-Vé, lávate en el estanque de Siloé -que significa enviado-.

Por tanto fue, se lavó y regresó viendo. 8 Entonces los vecinos y los que antes le habían visto que era mendigo decían:

-¿No es éste el que se sentaba para mendigar?

9 Unos decían:

-Este es.

Y otros:

-No. Pero se parece a él.

El decía:

-Yo soy.

10 Entonces le decían:

-¿Cómo te fueron abiertos los ojos?

11 El respondió:

-El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos y me dijo: "Vé a Siloé y lávate." Entonces cuando fui y me lavé, recibí la vista.

12 Y le dijeron:

-¿Dónde está él?

El dijo:

-No sé.

Los fariseos interrogan al sanado


13 Llevaron ante los fariseos al que antes era ciego, 14 porque el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos era sábado. 15 Entonces, los fariseos le volvieron a preguntar de qué manera había recibido la vista, y les dijo:

-El me puso lodo sobre los ojos; me lavé y veo.

16 Entonces algunos de los fariseos decían:

-Este hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado.

Pero otros decían:

-¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales señales?

Había una división entre ellos. 17 Entonces volvieron a hablar al ciego:

-Tú, ¿qué dices de él, puesto que te abrió los ojos?

Y él dijo:

-Que es profeta.

18 Los judíos, pues, no creían que él había sido ciego y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, 19 y les preguntaron diciendo:

-¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?

20 Respondieron sus padres y dijeron:

-Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. 21 Pero cómo ve ahora, no sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Edad tiene; preguntadle a él, y él hablará por su cuenta.

22 Sus padres dijeron esto porque tenían miedo de los judíos, porque ya los judíos habían acordado que si alguno confesara que Jesús era el Cristo, fuera expulsado de la sinagoga. 23 Por esta razón dijeron sus padres: "Edad tiene; preguntadle a él." 24 Así que por segunda vez llamaron al hombre que había sido ciego y le dijeron:

-¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que este hombre es pecador.

25 Entonces él respondió:

-Si es pecador, no lo sé. Una cosa sé: que habiendo sido ciego, ahora veo.

26 Luego le dijeron:

-¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?

27 Les contestó:

-Ya os dije, y no escuchasteis. ¿Por qué lo queréis oír otra vez? ¿Acaso queréis también vosotros haceros sus discípulos?

28 Entonces le ultrajaron y dijeron:

-¡Tú eres discípulo de él! ¡Pero nosotros somos discípulos de Moisés! 29 Nosotros sabemos que Dios ha hablado por Moisés, pero éste, no sabemos de dónde sea.

30 Respondió el hombre y les dijo:

-¡Pues en esto sí tenemos una cosa maravillosa! Que vosotros no sepáis de dónde es, y a mí me abrió los ojos. 31 Sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguien es temeroso de Dios y hace su voluntad, a ése oye. 32 Desde la eternidad nunca se oyó que alguien abriese los ojos de uno que había nacido ciego. 33 Si éste no procediera de Dios, no podría hacer nada.

34 Le contestaron diciendo:

-Tú naciste sumido en pecado, ¿y tú quieres enseñarnos a nosotros?

Y lo echaron fuera.

El ciego sanado cree en Jesús


35 Jesús oyó que lo habían echado fuera; y cuando lo halló, le dijo:

-¿Crees tú en el Hijo del Hombre?

36 El respondió y dijo:

-Señor, ¿quién es, para que yo crea en él?

37 Jesús le dijo:

-Le has visto, y el que habla contigo, él es.

38 Y dijo:

-¡Creo, Señor!

Y le adoró.

39 Y dijo Jesús:

-Para juicio yo he venido a este mundo; para que vean los que no ven, y los que ven sean hechos ciegos.

40 Al oír esto, algunos de los fariseos que estaban con él le dijeron:

-¿Acaso somos nosotros también ciegos?

41 Les dijo Jesús:

-Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero ahora porque decís: "Vemos", vuestro pecado permanece.

 


Jesús: el buen pastor


10 "De cierto, de cierto os digo que el que no entra al redil de las ovejas por la puerta, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y asaltante. 2 Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. 3 A él le abre el portero, y las ovejas oyen su voz. A sus ovejas las llama por nombre y las conduce afuera. 4 Y cuando saca fuera a todas las suyas, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. 5 Pero al extraño jamás seguirán; más bien, huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños."

6 Jesús les dijo esta figura, pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. 7 Entonces Jesús les habló de nuevo: "De cierto, de cierto os digo que yo soy la puerta de las ovejas. 8 Todos los que vinieron antes de mí eran ladrones y asaltantes, pero las ovejas no les oyeron. 9 Yo soy la puerta. Si alguien entra por mí, será salvo; entrará, saldrá y hallará pastos. 10 El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. 11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor pone su vida por las ovejas. 12 Pero el asalariado, que no es el pastor, y a quien no le pertenecen las ovejas, ve que viene el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo arrebata y esparce las ovejas. 13 Huye porque es asalariado, y a él no le importan las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. 15 Como el Padre me conoce, yo también conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.

16 "También tengo otras ovejas que no son de este redil. A ellas también me es necesario traer, y oirán mi voz. Así habrá un solo rebaño y un solo pastor. 17 Por esto me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. 18 Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre."

19 Hubo división otra vez entre los judíos a causa de estas palabras, 20 y muchos de ellos decían:

-Demonio tiene y está fuera de sí. ¿Por qué le escucháis?

21 Otros decían:

-Estas palabras no son las de un endemoniado. ¿Podrá un demonio abrir los ojos de los ciegos?

Jesús declara ser Hijo de Dios


22 Se celebraba entonces la fiesta de la Dedicación en Jerusalén. Era invierno, 23 y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. 24 Entonces le rodearon los judíos y le dijeron:

-¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.

25 Jesús les contestó:

-Os lo he dicho, y no creéis. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí. 26 Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. 27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen. 28 Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las ha dado, es mayor que todos; y nadie las puede arrebatar de las manos del Padre. 30 Yo y el Padre una cosa somos.

Los judíos rechazan a Jesús


31 Los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. 32 Jesús les respondió:

-Muchas buenas obras os he mostrado de parte del Padre. ¿Por cuál de estas obras me apedreáis?

33 Los judíos le respondieron:

-No te apedreamos por obra buena, sino por blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.

34 Jesús les respondió:

-¿No está escrito en vuestra ley, "Yo dije: Sois dioses"? 35 Si dijo "dioses" a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser anulada), 36 ¿decís vosotros: "Tú blasfemas" a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dije: "Soy Hijo de Dios"? 37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. 38 Pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed a las obras; para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.

39 Procuraban otra vez tomarle preso, pero él se salió de las manos de ellos. 40 Y volvió al otro lado del Jordán al lugar donde al principio Juan había estado bautizando, y se quedó allí. 41 Y muchos fueron a él y decían: "Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad."

42 Y muchos creyeron en él allí.

 


La muerte de Lázaro


11 Estaba entonces enfermo un hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. 2 María era la que ungió al Señor con perfume y secó sus pies con sus cabellos. Y Lázaro, que estaba enfermo, era su hermano. 3 Entonces sus hermanas enviaron para decir a Jesús: "Señor, he aquí el que amas está enfermo." 4 Al oírlo, Jesús dijo:

-Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios; para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6 Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó aún dos días más en el lugar donde estaba; 7 y luego, después de esto, dijo a sus discípulos:

-Vamos a Judea otra vez.

8 Le dijeron sus discípulos:

-Rabí, hace poco los judíos procuraban apedrearte, ¿y otra vez vas allá?

9 Respondió Jesús:

-¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo. 10 Pero si uno camina de noche, tropieza porque no hay luz en él.

11 Habiendo dicho estas cosas después les dijo:

-Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy para despertarlo.

12 Entonces dijeron sus discípulos:

-Señor, si duerme, se sanará.

13 Sin embargo, Jesús había dicho esto de la muerte de Lázaro, pero ellos pensaron que hablaba del reposo del sueño. 14 Así que, luego Jesús les dijo claramente:

-Lázaro ha muerto; 15 y a causa de vosotros me alegro de que yo no haya estado allá, para que creáis. Pero vayamos a él.

16 Entonces Tomás, que se llamaba Dídimo, dijo a sus condiscípulos:

-Vamos también nosotros, para que muramos con él.

Jesús: la resurrección y la vida


17 Cuando llegó Jesús, halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios, 19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María para consolarlas por su hermano. 20 Entonces cuando oyó que Jesús venía, Marta salió a encontrarle, pero María se quedó sentada en casa.

21 Marta dijo a Jesús:

-Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Pero ahora también sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.

23 Jesús le dijo:

-Tu hermano resucitará.

24 Marta le dijo:

-Yo sé que resucitará en la resurrección en el día final.

25 Jesús le dijo:

-Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?

27 Le dijo:

-Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo.

28 Y cuando hubo dicho esto, fue y llamó en secreto a su hermana María, diciendo:

-El Maestro está aquí y te llama.

29 Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y fue a donde él estaba; 30 pues Jesús todavía no había llegado a la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. 31 Entonces, los judíos que estaban en la casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se levantó de prisa y salió, la siguieron, porque pensaban que iba al sepulcro a llorar allí.

32 Luego, cuando María llegó al lugar donde estaba Jesús y le vio, se postró a sus pies diciéndole:

-Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.

33 Entonces Jesús, al verla llorando y al ver a los judíos que habían venido junto con ella también llorando, se conmovió en espíritu y se turbó. 34 Y dijo:

-¿Dónde le habéis puesto?

Le dijeron:

-Señor, ven y ve.

35 Jesús lloró. 36 Entonces dijeron los judíos:

-Mirad cómo le amaba.

37 Pero algunos de ellos dijeron:

-¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, hacer también que Lázaro no muriese?

Lázaro es resucitado


38 Jesús, conmovido otra vez dentro de sí, fue al sepulcro. Era una cueva y tenía puesta una piedra contra la entrada. 39 Jesús dijo:

-Quitad la piedra.

Marta, la hermana del que había muerto, le dijo:

-Señor, hiede ya, porque tiene cuatro días.

40 Jesús le dijo:

-¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?

41 Luego quitaron la piedra, y Jesús alzó los ojos arriba y dijo:

-Padre, te doy gracias porque me oíste. 42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.

43 Habiendo dicho esto, llamó a gran voz:

-¡Lázaro, ven fuera!

44 Y el que había estado muerto salió, atados los pies y las manos con vendas y su cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:

-Desatadle y dejadle ir.

Acuerdo para matar a Jesús


45 Muchos de los judíos que habían venido a María y habían visto lo que había hecho Jesús, creyeron en él. 46 Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.

47 Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron al Sanedrín y decían:

-¿Qué hacemos? Pues este hombre hace muchas señales. 48 Si le dejamos seguir así, todos creerán en él; y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar y nuestra nación.

49 Entonces uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote en aquel año, les dijo:

-Vosotros no sabéis nada; 50 ni consideráis que os conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y no que perezca toda la nación.

51 Pero esto no lo dijo de sí mismo; sino que, como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; 52 y no solamente por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban esparcidos. 53 Así que, desde aquel día resolvieron matarle. 54 Por lo tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se fue de allí a la región que está junto al desierto, a una ciudad que se llama Efraín; y estaba allí con sus discípulos.

55 Ya estaba próxima la Pascua de los judíos, y muchos subieron de esa región a Jerusalén antes de la Pascua para purificarse. 56 Buscaban a Jesús y se decían unos a otros, estando en el templo:

-¿Qué os parece? ¿Que tal vez ni venga a la fiesta?

57 Los principales sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que si alguno supiese dónde estaba, lo informara para que le tomaran preso.

 


Jesús es ungido en Betania


12 Seis días antes de la Pascua, llegó Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús resucitó de entre los muertos. 2 Le hicieron allí una cena. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él.

3 Entonces María, habiendo traído una libra de perfume de nardo puro de mucho valor, ungió los pies de Jesús y los limpió con sus cabellos. Y la casa se llenó con el olor del perfume. 4 Pero uno de sus discípulos, Judas Iscariote, el que estaba por entregarle, dijo:

5 -¿Por qué no fue vendido este perfume por trescientos denarios y dado a los pobres?

6 Pero dijo esto, no porque le importaban los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa a su cargo sustraía de lo que se echaba en ella. 7 Entonces Jesús dijo:

-Déjala. Para el día de mi sepultura ha guardado esto. 8 Porque a los pobres siempre los tenéis con vosotros, pero a mí, no siempre me tendréis.

9 Entonces mucha gente de los judíos se enteró de que él estaba allí; y fueron, no sólo por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien él había resucitado de entre los muertos. 10 Pero los principales sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, 11 porque por causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.

La entrada triunfal en Jerusalén


12 Al día siguiente, cuando oyeron que Jesús venía a Jerusalén, la gran multitud que había venido a la fiesta 13 tomó ramas de palmera y salió a recibirle, y le aclamaban a gritos: "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!"

14 Habiendo encontrado Jesús un borriquillo, montó sobre él, como está escrito:

15 No temas, hija de Sion.

¡He aquí tu Rey viene,

sentado sobre una cría de asna!

16 Sus discípulos no entendieron estas cosas al principio. Pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y que estas cosas le hicieron a él.

17 La gente que estaba con él daba testimonio de cuando llamó a Lázaro del sepulcro y le resucitó de entre los muertos. 18 Por esto también la multitud salió a recibirle, porque oyeron que él había hecho esta señal. 19 Entonces los fariseos dijeron entre sí:

-Ved que nada ganáis. ¡He aquí, el mundo se va tras él!

Ciertos griegos buscan a Jesús


20 Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. 21 Ellos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaban diciendo:

-Señor, quisiéramos ver a Jesús.

22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés. Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. 23 Y Jesús les respondió diciendo:

-Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. 24 De cierto, de cierto os digo que a menos que el grano de trigo caiga en la tierra y muera, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 25 El que ama su vida, la pierde; pero el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estoy, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.

El Hijo del Hombre será levantado


27 »Ahora está turbada mi alma. ¿Qué diré: "Padre, sálvame de esta hora"? ¡Al contrario, para esto he llegado a esta hora! 28 Padre, glorifica tu nombre.

Entonces vino una voz del cielo: "¡Ya lo he glorificado y lo glorificaré otra vez!"

29 La multitud que estaba presente y escuchó, decía que había sido un trueno. Otros decían:

-¡Un ángel le ha hablado!

30 Jesús respondió y dijo:

-No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa vuestra. 31 Ahora es el juicio de este mundo. Ahora será echado fuera el príncipe de este mundo. 32 Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.

33 Esto decía dando a entender de qué muerte había de morir. 34 Entonces la gente le respondió:

-Nosotros hemos oído que, según la ley, el Cristo permanece para siempre. ¿Y cómo es que tú dices: "Es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado"? ¿Quién es este Hijo del Hombre?

35 Entonces Jesús les dijo:

-Aún por un poco de tiempo está la luz entre vosotros. Andad mientras tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas. Porque el que anda en tinieblas no sabe a dónde va. 36 Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz.

Estas cosas habló Jesús, y al apartarse, se escondió de ellos.

Jesús confronta la incredulidad


37 Pero a pesar de haber hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; 38 para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro mensaje? ¿A quién se ha revelado el brazo del Señor? 39 Por eso no podían creer, porque Isaías dijo en otra ocasión:

40 El ha cegado los ojos de ellos

y endureció su corazón,

para que no vean con los ojos

ni entiendan con el corazón,

ni se conviertan, y yo los sane.

41 Estas cosas dijo Isaías porque vio su gloria y habló acerca de él.

42 No obstante, aun de entre los dirigentes, muchos creyeron en él, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. 43 Porque amaron la gloria de los hombres más que la gloria de Dios.

44 Pero Jesús alzó la voz y dijo: "El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; 45 y el que me ve a mí, ve al que me envió. 46 Yo he venido al mundo como luz, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en las tinieblas. 47 Si alguien oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo; porque yo no vine para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. 48 El que me desecha y no recibe mis palabras tiene quien le juzgue: La palabra que he hablado le juzgará en el día final. 49 Porque yo no hablé por mí mismo; sino que el Padre que me envió, él me ha dado mandamiento de qué he de decir y de qué he de hablar. 50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así que, lo que yo hablo, lo hablo tal y como el Padre me ha hablado."

 


Jesús lava los pies a sus discípulos


13 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora para pasar de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.

2 Durante la cena, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas hijo de Simón Iscariote que le entregase, 3 y sabiendo Jesús que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos y que él había salido de Dios y a Dios iba, 4 se levantó de la cena; se quitó el manto, y tomando una toalla, se ciñó con ella. 5 Luego echó agua en una vasija y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido. 6 Entonces llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:

-Señor, ¿tú me lavas los pies a mí?

7 Respondió Jesús y le dijo:

-Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás después.

8 Pedro le dijo:

-¡Jamás me lavarás los pies!

Jesús le respondió:

-Si no te lavo, no tienes parte conmigo.

9 Le dijo Simón Pedro:

-Señor, entonces, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.

10 Le dijo Jesús:

-El que se ha lavado no tiene necesidad de lavarse más que los pies, pues está todo limpio. Ya vosotros estáis limpios, aunque no todos.

11 Porque sabía quién le entregaba, por eso dijo: "No todos estáis limpios." 12 Así que, después de haberles lavado los pies, tomó su manto, se volvió a sentar a la mesa y les dijo:

-¿Entendéis lo que os he hecho? 13 Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque lo soy. 14 Pues bien, si yo, el Señor y el Maestro, lavé vuestros pies, también vosotros debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15 Porque ejemplo os he dado, para que así como yo os hice, vosotros también hagáis. 16 De cierto, de cierto os digo que el siervo no es mayor que su señor, ni tampoco el apóstol es mayor que el que le envió. 17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados sois si las hacéis. 18 No hablo así de todos vosotros. Yo sé a quiénes he elegido; pero para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo levantó contra mí su talón. 19 Desde ahora os lo digo, antes de que suceda, para que cuando suceda, creáis que Yo Soy. 20 De cierto, de cierto os digo que el que recibe al que yo envío, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, recibe al que me envió.

Jesús anuncia la traición de Judas


21 Después de haber dicho esto, Jesús se conmovió en espíritu y testificó diciendo:

-De cierto, de cierto os digo que uno de vosotros me ha de entregar.

22 Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba. 23 Uno de sus discípulos, a quien Jesús amaba, estaba a la mesa recostado junto a Jesús. 24 A él Simón Pedro le hizo señas para que preguntase quién era aquel de quien hablaba. 25 Entonces él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dijo:

-Señor, ¿quién es?

26 Jesús contestó:

-Es aquel para quien yo mojo el bocado y se lo doy.

Y mojando el bocado, lo tomó y se lo dio a Judas hijo de Simón Iscariote. 27 Después del bocado, Satanás entró en él. Entonces le dijo Jesús:

-Lo que estás haciendo, hazlo pronto.

28 Ninguno de los que estaban a la mesa entendió para qué le dijo esto; 29 porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: "Compra lo que necesitamos para la fiesta", o que diese algo a los pobres.

30 Cuando tomó el bocado, él salió en seguida; y ya era de noche.

El mandamiento de amor


31 Cuando Judas había salido, dijo Jesús:

-Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él. 32 Si Dios es glorificado en él, también Dios le glorificará en sí mismo. Y pronto le glorificará. 33 Hijitos, todavía sigo un poco con vosotros. Me buscaréis, pero como dije a los judíos: "A donde yo voy vosotros no podéis ir", así os digo a vosotros ahora.

34 »Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. Como os he amado, amaos también vosotros los unos a los otros. 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros.

Jesús predice la negación de Pedro


36 Simón Pedro le dijo:

-Señor, ¿a dónde vas?

Le respondió Jesús:

-A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; pero me seguirás más tarde.

37 Le dijo Pedro:

-Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? ¡Mi vida pondré por ti!

38 Jesús le respondió:

-¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.

 


Jesús: el camino, la verdad y la vida


14 »No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios; creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay. De otra manera, os lo hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo esté, vosotros también estéis. 4 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.

5 Le dijo Tomás:

-Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo podemos saber el camino?

6 Jesús le dijo:

-Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. 7 Si me habéis conocido a mí, también conoceréis a mi Padre; y desde ahora le conocéis y le habéis visto.

8 Le dijo Felipe:

-Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.

9 Jesús le dijo:

-Tanto tiempo he estado con vosotros, Felipe, ¿y no me has conocido? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo, pues, dices tú: "Muéstranos el Padre"? 10 ¿No crees que yo soy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo; sino que el Padre que mora en mí hace sus obras. 11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creed por las mismas obras.

12 »De cierto, de cierto os digo que el que cree en mí, él también hará las obras que yo hago. Y mayores que éstas hará, porque yo voy al Padre. 13 Y todo lo que pidáis en mi nombre, eso haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14 Si me pedís alguna cosa en mi nombre, yo la haré.

Jesús promete enviar el Espíritu


15 »Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. 16 Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre. 17 Este es el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Vosotros lo conocéis, porque permanece con vosotros y está en vosotros. 18 No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros. 19 Todavía un poquito, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis. Porque yo vivo, también vosotros viviréis. 20 En aquel día vosotros conoceréis que yo soy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. 21 El que tiene mis mandamientos y los guarda, él es quien me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él.

22 Le dijo Judas, no el Iscariote:

-Señor, ¿cómo es que te has de manifestar a nosotros y no al mundo?

23 Respondió Jesús y le dijo:

-Si alguno me ama, mi palabra guardará. Y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada con él. 24 El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me envió.

25 »Estas cosas os he hablado mientras todavía estoy con vosotros. 26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os hará recordar todo lo que yo os he dicho.

27 »La paz os dejo, mi paz os doy. No como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. 28 Oísteis que yo os dije: "Voy y vuelvo a vosotros." Si me amarais, os gozaríais de que voy al Padre, porque el Padre es mayor que yo.

29 »Ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis. 30 Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo y él no tiene nada en mí. 31 Pero para que el mundo conozca que yo amo al Padre y como el Padre me mandó, así hago.

»Levantaos. ¡Vamos de aquí!

 


Jesús: la vid verdadera


15 "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2 Toda rama que en mí no está llevando fruto, la quita; y toda rama que está llevando fruto, la limpia para que lleve más fruto. 3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.

4 "Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como la rama no puede llevar fruto por sí sola, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros las ramas. El que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto. Pero separados de mí, nada podéis hacer. 6 Si alguien no permanece en mí, es echado fuera como rama, y se seca. Y las recogen y las echan en el fuego, y son quemadas.

7 "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis, y os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre: en que llevéis mucho fruto y seáis mis discípulos. 9 Como el Padre me amó, también yo os he amado; permaneced en mi amor. 10 Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

11 "Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea completo. 12 Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos. 14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamo más siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor. Pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todas las cosas que oí de mi Padre.

16 "Vosotros no me elegisteis a mí; más bien, yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y para que vuestro fruto permanezca; a fin de que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre él os lo dé. 17 Esto os mando: que os améis unos a otros.

Los discípulos en el mundo hostil


18 "Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. 19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo. Pero ya no sois del mundo, sino que yo os elegí del mundo; por eso el mundo os aborrece. 20 Acordaos de la palabra que yo os he dicho: ’El siervo no es mayor que su señor.’ Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán. Si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. 21 Pero todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió. 22 Si yo no hubiera venido ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. 23 El que me aborrece, también aborrece a mi Padre. 24 Si yo no hubiese hecho entre ellos obras como ningún otro ha hecho, no tendrían pecado. Y ahora las han visto, y también han aborrecido tanto a mí como a mi Padre. 25 Pero esto sucedió para cumplir la palabra que está escrita en la ley de ellos: Sin causa me aborrecieron.

26 "Pero cuando venga el Consolador, el Espíritu de verdad que yo os enviaré de parte del Padre, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí. 27 Además, vosotros también testificaréis, porque habéis estado conmigo desde el principio.

 


16 "Os he dicho esto para que no os escandalicéis. 2 Os expulsarán de las sinagogas, y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate pensará que rinde servicio a Dios. 3 Esto harán, porque no conocen ni al Padre ni a mí. 4 Sin embargo, os he dicho estas cosas, para que cuando venga su hora, os acordéis de ellas, que yo os las dije.

El ministerio del Espíritu Santo


"Sin embargo, no os dije esto al principio, porque yo estaba con vosotros. 5 Pero ahora voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: ’¿A dónde vas?’ 6 Más bien, porque os he dicho esto, vuestro corazón se ha llenado de tristeza. 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros. Y si yo voy, os lo enviaré.

8 "Cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9 En cuanto a pecado, porque no creen en mí; 10 en cuanto a justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis más; 11 y en cuanto a juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido juzgado.

12 "Todavía tengo que deciros muchas cosas, pero ahora no las podéis sobrellevar. 13 Y cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; pues no hablará por sí solo, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que han de venir. 14 El me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo hará saber. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío. Por esta razón dije que recibirá de lo mío y os lo hará saber.

Jesús: vencedor del mundo


16 "Un poquito, y no me veréis; de nuevo un poquito, y me veréis."

17 Entonces algunos de sus discípulos se dijeron unos a otros:

-¿Qué significa esto que nos dice: "Un poquito, y no me veréis; de nuevo un poquito, y me veréis" y "porque voy al Padre"? 18 -Decían, pues-: ¿Qué significa esto que dice: "un poquito"? No entendemos lo que está diciendo.

19 Jesús comprendió que le querían preguntar y les dijo:

-¿Preguntáis entre vosotros de esto que dije: "Un poquito, y no me veréis; y de nuevo un poquito, y me veréis"? 20 De cierto, de cierto os digo que vosotros lloraréis y lamentaréis; pero el mundo se alegrará. Vosotros tendréis angustia, pero vuestra angustia se convertirá en gozo. 21 La mujer, cuando da a luz, tiene angustia, porque ha llegado su hora. Pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda del dolor, por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. 22 También vosotros, por cierto, tenéis angustia ahora; pero yo os veré otra vez. Se gozará mucho vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo. 23 En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo que todo cuanto pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dará. 24 Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo.

25 »Os he hablado de estas cosas en figuras; pero viene la hora cuando ya no os hablaré más en figuras, sino claramente os anunciaré acerca del Padre. 26 En aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, 27 pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo he salido de la presencia de Dios. 28 Yo salí de la presencia del Padre y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo y voy al Padre.

29 Le dijeron sus discípulos:

-He aquí, ahora hablas claramente y no hablas en ninguna figura. 30 Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte. En esto creemos que has salido de Dios.

31 Jesús les respondió:

-¿Ahora creéis? 32 He aquí la hora viene, y ha llegado ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. 33 Os he hablado de estas cosas para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero ¡tened valor; yo he vencido al mundo!

 


Oración de Jesús por sus discípulos


17 Jesús habló de estas cosas, y levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, la hora ha llegado. Glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti, 2 así como le diste autoridad sobre todo hombre, para que dé vida eterna a todos los que le has dado. 3 Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú has enviado. 4 Yo te he glorificado en la tierra, habiendo acabado la obra que me has dado que hiciera. 5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú en tu misma presencia, con la gloria que yo tenía en tu presencia antes que existiera el mundo.

6 "He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste. Tuyos eran, y me los diste; y han guardado tu palabra. 7 Ahora han conocido que todo lo que me has dado procede de ti; 8 porque les he dado las palabras que me diste, y ellos las recibieron; y conocieron verdaderamente que provengo de ti, y creyeron que tú me enviaste.

9 "Yo ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque tuyos son. 10 Todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío; y he sido glorificado en ellos. 11 Ya no estoy más en el mundo; pero ellos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre que me has dado, para que sean una cosa, así como nosotros lo somos. 12 Cuando yo estaba con ellos, yo los guardaba en tu nombre que me has dado. Y los cuidé, y ninguno de ellos se perdió excepto el hijo de perdición, para que se cumpliese la Escritura. 13 Pero ahora voy a ti y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo completo en sí mismos.

14 "Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció; porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del maligno. 16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. 18 Así como tú me enviaste al mundo, también yo los he enviado al mundo. 19 Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad.

20 "Pero no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por medio de la palabra de ellos; 21 para que todos sean una cosa, así como tú, oh Padre, en mí y yo en ti, que también ellos lo sean en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 Yo les he dado la gloria que tú me has dado, para que sean una cosa, así como también nosotros somos una cosa. 23 Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente unidos; para que el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado, como también a mí me has amado.

24 "Padre, quiero que donde yo esté, también estén conmigo aquellos que me has dado, para que vean mi gloria que me has dado, porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. 25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. 26 Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo daré a conocer todavía, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo en ellos."

 


Jesús es arrestado


18 Habiendo dicho estas cosas, Jesús salió con sus discípulos para el otro lado del arroyo de Quedron, donde había un huerto en el cual entró Jesús con sus discípulos. 2 También Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque Jesús solía reunirse allí con sus discípulos. 3 Entonces Judas, tomando una compañía de soldados romanos y guardias de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con antorchas, lámparas y armas. 4 Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de acontecer, se adelantó y les dijo:

-¿A quién buscáis?

5 Le contestaron:

-A Jesús de Nazaret.

Les dijo Jesús:

-Yo soy.

Estaba también con ellos Judas, el que le entregaba. 6 Cuando les dijo, "Yo soy", volvieron atrás y cayeron a tierra. 7 Les preguntó, pues, de nuevo:

-¿A quién buscáis?

Ellos dijeron:

-A Jesús de Nazaret.

8 Jesús respondió:

-Os dije que yo soy. Pues si a mí me buscáis, dejad ir a éstos.

9 Esto hizo para que se cumpliese la palabra que él dijo: "De los que me diste, ninguno de ellos perdí."

10 Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. 11 Entonces Jesús dijo a Pedro:

-Mete tu espada en la vaina. ¿No he de beber la copa que el Padre me ha dado?

12 Entonces la compañía de soldados, el comandante y los guardias de los judíos prendieron a Jesús y le ataron. 13 Luego le llevaron primero ante Anás, porque era el suegro de Caifás, el sumo sacerdote de aquel año. 14 Caifás era el que había dado consejo a los judíos de que convenía que un hombre muriese por el pueblo.

Pedro niega a Jesús


15 Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote; 16 pero Pedro se quedó fuera, a la puerta. Y salió el otro discípulo que era conocido del sumo sacerdote, habló a la portera y llevó a Pedro adentro. 17 Entonces la criada portera dijo a Pedro:

-¿Tú no serás también de los discípulos de ese hombre?

El dijo:

-No lo soy.

18 Y los siervos y los guardias estaban de pie, pues habían encendido unas brasas porque hacía frío; y se calentaban. Pedro también estaba de pie con ellos, calentándose.

Jesús ante Anás y Caifás


19 El sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. 20 Jesús le respondió:

-Yo he hablado abiertamente al mundo. Siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos. Nada he hablado en secreto. 21 ¿Por qué me preguntas a mí? Pregúntales a los que han oído lo que yo les he hablado. He aquí, ellos saben lo que yo dije.

22 Cuando dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciéndole:

-¿Así respondes al sumo sacerdote?

23 Jesús le contestó:

-Si he hablado mal, da testimonio del mal; pero si bien, ¿por qué me golpeas?

24 Entonces Anás le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.

Pedro niega de nuevo a Jesús


25 Estaba, pues, Pedro de pie calentándose, y le dijeron:

-¿Tú no serás también de sus discípulos?

El negó y dijo:

-No lo soy.

26 Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo:

-¿No te vi yo en el huerto con él?

27 Pedro negó otra vez, y en seguida cantó el gallo.

Jesús ante Pilato


28 Llevaron a Jesús de Caifás al Pretorio. Era al amanecer. Pero ellos no entraron al Pretorio para no contaminarse y para así poder comer la Pascua. 29 Por tanto, Pilato salió fuera a ellos y dijo:

-¿Qué acusación traéis contra este hombre?

30 Le respondieron y dijeron:

-Si éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado.

31 Entonces Pilato les dijo:

-Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley.

Los judíos le dijeron:

-A nosotros no nos es lícito dar muerte a nadie.

32 Así sucedió para que se cumpliera la palabra de Jesús, que dijo señalando con qué clase de muerte había de morir. 33 Entonces Pilato entró otra vez al Pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

-¿Eres tú el rey de los judíos?

34 Jesús le respondió:

-¿Preguntas tú esto de ti mismo, o porque otros te lo han dicho de mí?

35 Pilato respondió:

-¿Acaso soy yo judío? Tu propia nación y los principales sacerdotes te entregaron a mí. ¿Qué has hecho?

36 Contestó Jesús:

-Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos. Ahora, pues, mi reino no es de aquí.

37 Entonces Pilato le dijo:

-¿Así que tú eres rey?

Jesús respondió:

-Tú dices que soy rey. Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz.

38 Le dijo Pilato:

-¿Qué es la verdad?

Pilato entrega a Jesús


Habiendo dicho esto, salió de nuevo a los judíos y les dijo:

-Yo no hallo ningún delito en él. 39 Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte un preso en la Pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al rey de los judíos?

40 Entonces todos gritaron de nuevo diciendo:

-¡No a éste, sino a Barrabás!

Y Barrabás era un asaltante.

 


19 Entonces Pilato tomó a Jesús y le azotó. 2 Los soldados entretejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Le vistieron con un manto de púrpura, 3 y venían hacia él y le decían:

-¡Viva el rey de los judíos!

Y le daban de bofetadas. 4 Pilato salió otra vez y les dijo:

-He aquí, os lo traigo fuera, para que sepáis que no hallo ningún delito en él.

5 Entonces Jesús salió llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo:

-¡He aquí el hombre!

6 Cuando le vieron los principales sacerdotes y los guardias, gritaron diciendo:

-¡Crucifícale! ¡Crucifícale!

Les dijo Pilato:

-Tomadlo vosotros y crucificadle, porque yo no hallo ningún delito en él.

7 Los judíos le respondieron:

-Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley él debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios.

8 Cuando Pilato oyó esta palabra, tuvo aun más miedo. 9 Entró en el Pretorio otra vez y dijo a Jesús:

-¿De dónde eres tú?

Pero Jesús no le dio respuesta. 10 Entonces le dijo Pilato:

-¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y tengo autoridad para crucificarte?

11 Respondió Jesús:

-No tendrías ninguna autoridad contra mí, si no te fuera dada de arriba. Por esto, el que me entregó a ti tiene mayor pecado.

12 Desde entonces Pilato procuraba soltarle. Pero los judíos gritaron diciendo:

-Si sueltas a éste, no eres amigo del César. Todo aquel que se hace rey se opone al César.

13 Cuando Pilato oyó estas palabras, llevó a Jesús afuera y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado El Enlosado, y en hebreo Gabata. 14 Era el día de la Preparación de la Pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos:

-He aquí vuestro rey.

15 Pero ellos gritaron diciendo:

-¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícale!

Pilato les dijo:

-¿He de crucificar a vuestro rey?

Respondieron los principales sacerdotes:

-¡No tenemos más rey que el César!

16 Y con esto entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado.

La crucifixión de Jesús


Tomaron pues a Jesús, 17 y él salió llevando su cruz hacia el lugar que se llama de la Calavera, y en hebreo Gólgota. 18 Allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús estaba en medio. 19 Pilato escribió y puso sobre la cruz un letrero en el cual fue escrito: JESUS DE NAZARET, REY DE LOS JUDIOS. 20 Entonces muchos de los judíos leyeron este letrero, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el letrero estaba escrito en hebreo, en latín y en griego. 21 Los principales sacerdotes de los judíos le decían a Pilato:

-No escribas: "Rey de los judíos", sino: "Este dijo: ’Soy rey de los judíos.’ "

22 Pilato respondió:

-Lo que he escrito, he escrito.

23 Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron los vestidos de él e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Además, tomaron la túnica, pero la túnica no tenía costura; era tejida entera de arriba abajo. 24 Por esto dijeron uno a otro:

-No la partamos; más bien echemos suertes sobre ella, para ver de quién será.

Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice:

Partieron entre sí mis vestidos

y sobre mis vestiduras echaron suertes.

Y así lo hicieron los soldados.

25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María esposa de Cleofas y María Magdalena. 26 Cuando Jesús vio a su madre y al discípulo a quien amaba, de pie junto a ella, dijo a su madre:

-Mujer, he ahí tu hijo.

27 Después dijo al discípulo:

-He ahí tu madre.

Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

La muerte de Jesús


28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo se había consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo:

-Tengo sed.

29 Había allí una vasija llena de vinagre. Entonces pusieron en un hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. 30 Cuando Jesús recibió el vinagre, dijo:

-¡Consumado es!

Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.

31 Entonces los judíos, por cuanto era el día de la Preparación, y para que los cuerpos no quedasen en la cruz en el sábado (pues era el Gran Sábado), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas y fuesen quitados. 32 Luego los soldados fueron y quebraron las piernas al primero, y después al otro que había sido crucificado con él. 33 Pero cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas; 34 pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y salió al instante sangre y agua.

35 El que lo ha visto ha dado testimonio, y su testimonio es verdadero. El sabe que dice la verdad, para que vosotros también creáis. 36 Porque estas cosas sucedieron así para que se cumpliese la Escritura que dice: Ninguno de sus huesos será quebrado. 37 También otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

Jesús es sepultado


38 Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le permitiese quitar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo permitió. Por tanto, él fue y llevó su cuerpo. 39 También Nicodemo, que al principio había venido a Jesús de noche, fue llevando un compuesto de mirra y áloes, como cien libras. 40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con las especias, de acuerdo con la costumbre judía de sepultar.

41 En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto había un sepulcro nuevo, en el cual todavía no se había puesto a nadie. 42 Allí, pues, por causa del día de la Preparación de los judíos y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.

 


La resurrección de Jesús


20 El primer día de la semana, muy de madrugada, siendo aún oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido quitada del sepulcro. 2 Entonces corrió y fue a Simón Pedro y al otro discípulo a quien amaba Jesús, y les dijo:

-Han sacado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto.

3 Salieron, pues, Pedro y el otro discípulo e iban al sepulcro. 4 Y los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó primero al sepulcro. 5 Y cuando se inclinó, vio que los lienzos habían quedado allí; sin embargo, no entró.

6 Entonces llegó Simón Pedro siguiéndole, y entró en el sepulcro. Y vio los lienzos que habían quedado, 7 y el sudario que había estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino doblado en un lugar aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó. 9 Pues aún no entendían la Escritura, que le era necesario resucitar de entre los muertos. 10 Entonces los discípulos volvieron a los suyos.

Jesús aparece a María Magdalena


11 Pero María Magdalena estaba llorando fuera del sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro 12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas que estaban sentados, el uno a la cabecera y el otro a los pies, donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. 13 Y ellos le dijeron:

-Mujer, ¿por qué lloras?

Les dijo:

-Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.

14 Habiendo dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie; pero no se daba cuenta de que era Jesús.

15 Jesús le dijo:

-Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?

Ella, pensando que él era el jardinero, le dijo:

-Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.

16 Jesús le dijo:

-María . . .

Volviéndose ella, le dijo en hebreo:

-¡Raboni! -que quiere decir Maestro-.

17 Jesús le dijo:

-Suéltame, porque aún no he subido al Padre. Pero vé a mis hermanos y diles: "Yo subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios."

18 María Magdalena fue a dar las nuevas a los discípulos:

-¡He visto al Señor!

También les contó que él le había dicho estas cosas.

Jesús aparece a sus discípulos


19 Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, y estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos se reunían por miedo a los judíos, Jesús entró, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡Paz a vosotros!" 20 Habiendo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se regocijaron cuando vieron al Señor. 21 Entonces Jesús les dijo otra vez: "¡Paz a vosotros! Como me ha enviado el Padre, así también yo os envío a vosotros."

22 Habiendo dicho esto, sopló y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. 23 A los que remitáis los pecados, les han sido remitidos; y a quienes se los retengáis, les han sido retenidos."

Jesús convence a Tomás


24 Pero Tomás, llamado Dídimo, uno de los doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús. 25 Entonces los otros discípulos le decían:

-¡Hemos visto al Señor!

Pero él les dijo:

-Si yo no veo en sus manos la marca de los clavos, y si no meto mi dedo en la marca de los clavos y si no meto mi mano en su costado, no creeré jamás.

26 Ocho días después sus discípulos estaban adentro otra vez, y Tomás estaba con ellos. Y aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró, se puso en medio y dijo:

-¡Paz a vosotros!

27 Luego dijo a Tomás:

-Pon tu dedo aquí y mira mis manos; pon acá tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo sino creyente.

28 Entonces Tomás respondió y le dijo:

-¡Señor mío, y Dios mío!

29 Jesús le dijo:

-¿Porque me has visto, has creído? ¡Bienaventurados los que no ven y creen!

El propósito de este libro


30 Por cierto Jesús hizo muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero estas cosas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.

 


Jesús aparece a los suyos en Galilea


21 Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos en el mar de Tiberias. Se manifestó de esta manera: 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado Dídimo, Natanael que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les dijo:

-Voy a pescar.

Le dijeron:

-Vamos nosotros también contigo.

Salieron y entraron en la barca, pero aquella noche no consiguieron nada. 4 Al amanecer, Jesús se presentó en la playa, aunque los discípulos no se daban cuenta de que era Jesús. 5 Entonces Jesús les dijo:

-Hijitos, ¿no tenéis nada de comer?

Le contestaron:

-No.

6 El les dijo:

-Echad la red al lado derecho de la barca, y hallaréis.

La echaron, pues, y ya no podían sacarla por la gran cantidad de peces. 7 Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro:

-¡Es el Señor!

Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó el manto, pues se lo había quitado, y se tiró al mar. 8 Los otros discípulos llegaron con la barca, arrastrando la red con los peces; porque no estaban lejos de tierra, sino como a doscientos codos. 9 Cuando bajaron a tierra, vieron brasas puestas, con pescado encima, y pan.

10 Jesús les dijo:

-Traed de los pescados que ahora habéis pescado.

11 Entonces Simón Pedro subió y sacó a tierra la red llena de grandes pescados, 153 de ellos; y aunque eran tantos, la red no se rompió. 12 Jesús les dijo:

-Venid, comed.

Ninguno de los discípulos osaba preguntarle: "Tú, ¿quién eres?", pues sabían que era el Señor. 13 Vino, entonces, Jesús y tomó el pan y les dio; y también hizo lo mismo con el pescado. 14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos después de haber resucitado de entre los muertos.

Jesús y Pedro


15 Cuando habían comido, Jesús dijo a Simón Pedro:

-Simón hijo de Jonás, ¿me amas tú más que éstos?

Le dijo:

-Sí, Señor; tú sabes que te amo.

Jesús le dijo:

-Apacienta mis corderos.

16 Le volvió a decir por segunda vez:

-Simón hijo de Jonás, ¿me amas?

Le contestó:

-Sí, Señor; tú sabes que te amo.

Jesús le dijo:

-Pastorea mis ovejas.

17 Le dijo por tercera vez:

-Simón hijo de Jonás, ¿me amas?

Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: "¿Me amas?" Y le dijo:

-Señor, tú conoces todas las cosas. Tú sabes que te amo.

Jesús le dijo:

-Apacienta mis ovejas. 18 De cierto, de cierto te digo que cuando eras más joven, tú te ceñías e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos, y te ceñirá otro y te llevará a donde no quieras.

19 Esto dijo señalando con qué muerte Pedro había de glorificar a Dios. Después de haber dicho esto le dijo:

-Sígueme.

Jesús y el discípulo amado


20 Pedro dio vuelta y vio que les seguía el discípulo a quien Jesús amaba. Fue el mismo que se recostó sobre su pecho en la cena y le dijo: "Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?" 21 Así que al verlo, Pedro le dijo a Jesús:

-Señor, ¿y qué de éste?

22 Jesús le dijo:

-Si yo quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué tiene esto que ver contigo? Tú, sígueme.

23 Así que el dicho se difundió entre los hermanos de que aquel discípulo no habría de morir. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: "Si yo quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué tiene que ver eso contigo?"

24 Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las escribió. Y sabemos que su testimonio es verdadero.

25 Hay también muchas otras cosas que hizo Jesús que, si se escribieran una por una, pienso que no cabrían ni aun en el mundo los libros que se habrían de escribir.


Reina-Valera Actualizada, 1989.