La Segunda
Epístola del Apóstol Pablo a los Corintios
2
1 Pablo,
apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo; a
la iglesia de Dios que está en Corinto, juntamente con todos los santos
que están en toda Acaya: 2 Gracia a vosotros y paz, de parte
de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Acción de gracias en la tribulación
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordias y Dios de toda consolación, 4 quien
nos consuela en todas nuestras tribulaciones. De esta manera, con la
consolación con que nosotros mismos somos consolados por Dios, también
nosotros podemos consolar a los que están en cualquier tribulación.
5 Porque de la manera que abundan a favor nuestro las aflicciones
de Cristo, así abunda también nuestra consolación por el mismo Cristo.
6 Pero si somos atribulados, lo es para vuestro consuelo y
salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación, la cual
resulta en que perseveráis bajo las mismas aflicciones que también
nosotros padecemos. 7 Y nuestra esperanza con respecto a
vosotros es firme, porque sabemos que así como sois compañeros en las
aflicciones, lo sois también en la consolación.
8 Porque no queremos que ignoréis, hermanos, en
cuanto a la tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados
sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, hasta perder aun la esperanza
de vivir. 9 Pero ya teníamos en nosotros mismos la sentencia
de muerte, para que no confiáramos en nosotros mismos sino en Dios que
levanta a los muertos, 10 quien nos libró y nos libra de tan
terrible muerte. Y en él hemos puesto nuestra esperanza de que aún nos
librará, 11 porque vosotros también estáis cooperando a
nuestro favor con ruegos, a fin de que el don que se nos concedió sea
para que muchas personas den gracias a nuestro favor.
La sinceridad de Pablo
12 Porque nuestro motivo de gloria es éste: el testimonio de
nuestra conciencia de que nos hemos conducido en el mundo (y
especialmente ante vosotros), con sencillez y la sinceridad que proviene
de Dios, y no en sabiduría humana, sino en la gracia de Dios. 13
Porque no os escribimos otras cosas que las que leéis y también
comprendéis; y espero que hasta el fin las comprenderéis, 14
como también en parte nos habéis comprendido, que somos vuestro motivo
de gloria, así como también vosotros lo seréis para nosotros en el día
de nuestro Señor Jesús.
Pablo anuncia su visita a Corinto
15 Con esta confianza, quise ir antes a vosotros para que
tuvieseis una segunda gracia, 16 y pasar de vosotros a
Macedonia; y volver otra vez de Macedonia a vosotros para ser encaminado
por vosotros a Judea. 17 Siendo ése mi deseo, ¿acaso usé de
ligereza? ¿O será que lo que quiero hacer, lo quiero según la carne; de
manera que en mí haya un "sí, sí" y un "no, no"?
18 Pero Dios es fiel: Nuestra palabra para
vosotros no es "sí y no". 19 Porque Jesucristo, el Hijo de
Dios, que ha sido predicado entre vosotros por nosotros (por mí, por
Silas y por Timoteo), no fue "sí y no"; más bien, fue "sí" en él.
20 Porque todas las promesas de Dios son en él "sí"; y por tanto,
también por medio de él, decimos "amén" a Dios, para su gloria por medio
nuestro. 21 Y Dios es el que nos confirma con vosotros en
Cristo y el que nos ungió; 22 es también quien nos ha sellado
y ha puesto como garantía al Espíritu en nuestros corazones.
23 Pero yo invoco a Dios por testigo sobre mi
alma, que es por consideración a vosotros que no he pasado todavía a
Corinto. 24 Porque no nos estamos enseñoreando de vuestra fe.
Más bien, somos colaboradores para vuestro gozo, porque por la fe estáis
firmes.
2 Así que decidí
en mí mismo no ir otra vez a vosotros con tristeza. 2 Porque
si yo os causo tristeza, ¿quién será luego el que me alegre, sino aquel
a quien yo causé tristeza? 3 Y a pesar de que estoy confiado
en todos vosotros de que mi gozo es el mismo de todos vosotros, os
escribí esto mismo para que cuando llegue, no tenga tristeza por causa
de aquellos por quienes me debiera gozar. 4 Porque os escribí
en mucha tribulación y angustia de corazón, y con muchas lágrimas; no
para entristeceros, sino para que sepáis cuán grande es el amor que
tengo por vosotros.
Pablo perdona al ofensor
5 Si alguno ha causado tristeza, no me ha entristecido sólo a
mí, sino en cierta medida (para no exagerar) a todos vosotros. 6
Basta ya para dicha persona la reprensión de la mayoría. 7
Así que, más bien, debierais perdonarle y animarle, para que no
sea consumido por demasiada tristeza.
8 Por lo tanto, os exhorto a que reafirméis
vuestro amor para con él. 9 Porque también os escribí con
este motivo, para tener la prueba de que vosotros sois obedientes en
todo. 10 Al que vosotros habréis perdonado algo, yo también.
Porque lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vuestra causa lo
he hecho en presencia de Cristo; 11 para que no seamos
engañados por Satanás, pues no ignoramos sus propósitos.
Triunfantes en Cristo
12 Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de
Cristo, aunque se me había abierto puerta en el Señor, 13 no
tuve reposo en mi espíritu por no haber hallado a mi hermano Tito. Así
que me despedí de ellos y partí para Macedonia.
14 Pero gracias a Dios, que hace que siempre
triunfemos en Cristo y que manifiesta en todo lugar el olor de su
conocimiento por medio de nosotros. 15 Porque para Dios somos
olor fragante de Cristo en los que se salvan y en los que se pierden.
16 A los unos, olor de muerte para muerte; mientras que a los
otros, olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?
17 Porque no somos, como muchos, traficantes de la palabra de
Dios; más bien, con sinceridad y como de parte de Dios, hablamos delante
de Dios en Cristo.
El ministerio del nuevo pacto
3 ¿Comenzamos otra vez a
recomendarnos a nosotros mismos? ¿O acaso tenemos necesidad, como
algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de vosotros? 2
Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones,
conocida y leída por todos los hombres. 3 Es evidente que
vosotros sois carta de Cristo, expedida por nosotros, escrita no con
tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino
en las tablas de corazones humanos.
4 Esta confianza tenemos delante de Dios, por
medio de Cristo: 5 no que seamos suficientes en nosotros
mismos, como para pensar que algo proviene de nosotros, sino que nuestra
suficiencia proviene de Dios. 6 El mismo nos capacitó como
ministros del nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu. Porque la
letra mata, pero el Espíritu vivifica.
7 Y si el ministerio de muerte, grabado con letras
sobre piedras, vino con gloria -tanto que los hijos de Israel no podían
fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro,
la cual se había de desvanecer-, 8 ¡cómo no será con mayor
gloria el ministerio del Espíritu! 9 Porque si el ministerio
de condenación era con gloria, ¡cuánto más abunda en gloria el
ministerio de justificación! 10 Pues lo que había sido
glorioso no es glorioso en comparación con esta excelente gloria.
11 Porque si lo que se desvanecía era por medio de gloria, ¡cuánto
más excede en gloria lo que permanece!
12 Así que, teniendo tal esperanza, actuamos con
mucha confianza; 13 no como Moisés, quien ponía un velo sobre
su cara para que los hijos de Israel no se fijaran en el fin de lo que
se estaba desvaneciendo. 14 Sin embargo, sus mentes fueron
endurecidas; pues hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, el
mismo velo sigue puesto, porque sólo en Cristo es quitado. 15
Aún hasta el día de hoy, cada vez que leen a Moisés, el velo está puesto
sobre el corazón de ellos. 16 Pero cuando se conviertan al
Señor, el velo será quitado. 17 Porque el Señor es el
Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 18
Por tanto, todos nosotros, mirando a cara descubierta como en un
espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en
la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
4 Por esto,
teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que nos fue
dada, no desmayamos. 2 Pero rechazamos los tapujos de
vergüenza, no procediendo con astucia, ni adulterando la palabra de
Dios, sino que, por la clara demostración de la verdad, nos recomendamos
a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de Dios. 3
Pero aun si nuestro evangelio está encubierto, entre los que se pierden
está encubierto. 4 Pues el dios de esta edad presente ha
cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no les ilumine el
resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, quien es la imagen de
Dios. 5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a
Cristo Jesús como Señor; y a nosotros, como siervos vuestros por causa
de Jesús. 6 Porque el Dios que dijo: "La luz resplandecerá de
las tinieblas" es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para
iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de
Jesucristo.
La perseverancia en el ministerio
7 Con todo, tenemos este tesoro en vasos de barro, para que
la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros. 8
Estamos atribulados en todo, pero no angustiados; perplejos, pero no
desesperados; 9 perseguidos, pero no desamparados; abatidos,
pero no destruidos. 10 Siempre llevamos en el cuerpo la
muerte de Jesús por todas partes, para que también en nuestro cuerpo se
manifieste la vida de Jesús. 11 Porque nosotros que vivimos,
siempre estamos expuestos a muerte por causa de Jesús, para que también
la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 12 De
manera que en nosotros actúa la muerte, pero en vosotros actúa la vida.
13 Sin embargo, tenemos el mismo espíritu de fe,
conforme a lo que está escrito: Creí; por lo tanto hablé. Nosotros
también creemos; por lo tanto también hablamos, 14 sabiendo
que el que resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con
Jesús y nos presentará a su lado juntamente con vosotros. 15
Porque todas estas cosas suceden por causa vuestra para que, mientras
aumente la gracia por medio de muchos, abunde la acción de gracias para
la gloria de Dios.
16 Por tanto, no desmayamos; más bien, aunque se
va desgastando nuestro hombre exterior, el interior, sin embargo, se va
renovando de día en día. 17 Porque nuestra momentánea y leve
tribulación produce para nosotros un eterno peso de gloria más que
incomparable; 18 no fijando nosotros la vista en las cosas
que se ven, sino en las que no se ven; porque las que se ven son
temporales, mientras que las que no se ven son eternas.
La esperanza del ministerio
5 Porque sabemos que si
nuestra casa terrenal, esta tienda temporal, se deshace, tenemos un
edificio de parte de Dios, una casa no hecha de manos, eterna en los
cielos. 2 Pues en esta tienda gemimos deseando ser
sobrevestidos de nuestra habitación celestial; 3 y aunque
habremos de ser desvestidos, no seremos hallados desnudos. 4
Porque los que estamos en esta tienda gemimos agobiados, porque no
quisiéramos ser desvestidos, sino sobrevestidos, para que lo mortal sea
absorbido por la vida. 5 Pues el que nos hizo para esto mismo
es Dios, quien nos ha dado la garantía del Espíritu.
6 Así vivimos, confiando siempre y comprendiendo
que durante nuestra estancia en el cuerpo peregrinamos ausentes del
Señor. 7 Porque andamos por fe, no por vista. 8
Pues confiamos y consideramos mejor estar ausentes del cuerpo, y estar
presentes delante del Señor. 9 Por lo tanto, estemos
presentes o ausentes, nuestro anhelo es serle agradables. 10
Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de
Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho por medio del
cuerpo, sea bueno o malo.
El ministerio de la reconciliación
11 Conociendo, entonces, el temor del Señor, persuadimos a
los hombres; pues a Dios le es manifiesto lo que somos, y espero que
también lo sea a vuestras conciencias. 12 No nos recomendamos
otra vez ante vosotros, sino que os damos ocasión de gloriaros por
nosotros, con el fin de que tengáis respuesta frente a los que se
glorían en las apariencias y no en el corazón. 13 Porque si
estamos fuera de nosotros, es para Dios; o si estamos en nuestro juicio,
es para vosotros. 14 Porque el amor de Cristo nos impulsa,
considerando esto: que uno murió por todos; por consiguiente, todos
murieron. 15 Y él murió por todos para que los que viven ya
no vivan más para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
16 De manera que nosotros, de aquí en adelante, a
nadie conocemos según la carne; y aun si hemos conocido a Cristo según
la carne, ahora ya no le conocemos así. 17 De modo que si
alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he
aquí todas son hechas nuevas. 18 Y todo esto proviene de
Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos ha
dado el ministerio de la reconciliación: 19 que Dios estaba
en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta
sus transgresiones y encomendándonos a nosotros la palabra de la
reconciliación. 20 Así que, somos embajadores en nombre de
Cristo; y como Dios os exhorta por medio nuestro, rogamos en nombre de
Cristo: ¡Reconciliaos con Dios!
21 Al que no conoció pecado, por nosotros Dios le
hizo pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él.
6 Y así
nosotros, como colaboradores, os exhortamos también que no recibáis en
vano la gracia de Dios; 2 porque dice:
En tiempo favorable te escuché,
y en el día de la salvación te socorrí.
¡He aquí ahora el tiempo más favorable! ¡He aquí ahora el día
de salvación!
Credenciales del ministerio
3 No damos a nadie ocasión de tropiezo en nada, para que
nuestro ministerio no sea desacreditado. 4 Más bien, en todo
nos presentamos como ministros de Dios: en mucha perseverancia, en
tribulaciones, en necesidades, en angustias, 5 en azotes, en
cárceles, en tumultos, en duras labores, en desvelos, en ayunos, 6
en pureza, en conocimiento, en tolerancia, en bondad, en el
Espíritu Santo, en amor no fingido, 7 en palabra de verdad,
en poder de Dios, por medio de armas de justicia a derecha y a
izquierda; 8 por honra y deshonra, por mala fama y buena
fama; como engañadores, pero siendo hombres de verdad; 9 como
no conocidos, pero bien conocidos; como muriendo, pero he aquí vivimos;
como castigados, pero no muertos; 10 como entristecidos, pero
siempre gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no
teniendo nada, pero poseyéndolo todo.
11 Nuestra boca ha sido franca con vosotros, oh
corintios; nuestro corazón está abierto. 12 No estáis
limitados en nosotros; lo estáis en vuestros propios corazones. 13
Pues para corresponder del mismo modo, como a hijos os hablo:
¡Abrid vosotros también vuestro corazón!
La consagración en el matrimonio
14 No os unáis en yugo desigual con los no creyentes. Porque
¿qué compañerismo tiene la rectitud con el desorden? ¿Qué comunión tiene
la luz con las tinieblas? 15 ¿Qué armonía hay entre Cristo y
Belial? ¿Qué parte tiene el creyente con el no creyente? 16
¿Qué acuerdo puede haber entre un templo de Dios y los ídolos? Porque
nosotros somos templo del Dios viviente, como Dios dijo:
Habitaré y andaré entre ellos.
Yo seré su Dios,
y ellos serán mi pueblo.
17 Por lo cual,
¡Salid de en medio de ellos,
y apartaos! dice el Señor.
No toquéis lo impuro,
y yo os recibiré;
18 y seré para vosotros Padre,
y vosotros me seréis hijos e hijas,
dice el Señor Todopoderoso.
7 Así que,
amados, ya que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda impureza de
cuerpo y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
El arrepentimiento de los corintios
2 Recibidnos. A nadie hemos agraviado; a nadie hemos
corrompido; a nadie hemos explotado. 3 No digo esto para
condenaros; porque ya dije que estáis en nuestros corazones, para juntos
morir y juntos vivir. 4 Tengo mucha confianza en vosotros;
mucho me glorío en vosotros; lleno estoy de consolación; sobreabundo de
gozo en toda nuestra aflicción.
5 Cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo
nuestro cuerpo; más bien, en todo fuimos atribulados: de fuera
conflictos, de dentro temores. 6 Pero Dios, que consuela a
los humildes, nos consoló con la venida de Tito. 7 Y no sólo
con su venida, sino también con la consolación que él recibió en cuanto
a vosotros, haciéndonos saber vuestro anhelo, vuestras lágrimas y
vuestro celo por mí, para que así me gozara más.
8 Porque si bien os causé tristeza con la carta,
no me pesa, aunque entonces sí me pesó; porque veo que aquella carta os
causó tristeza sólo por un tiempo. 9 Ahora me gozo, no porque
hayáis sentido tristeza, sino porque fuisteis entristecidos hasta el
arrepentimiento; pues habéis sido entristecidos según Dios, para que
ningún daño sufrierais de nuestra parte. 10 Porque la
tristeza que es según Dios genera arrepentimiento para salvación, de que
no hay que lamentarse; pero la tristeza del mundo degenera en muerte.
11 Pues he aquí, el mismo hecho de que hayáis sido
entristecidos según Dios, ¡cuánta diligencia ha producido en vosotros!
¡Qué disculpas, qué indignación, qué temor, qué ansiedad, qué celo y qué
vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto. 12
Así que, si bien os escribí, no fue por causa del que cometió la
ofensa ni por causa del que la padeció, sino para que vuestra solicitud
por nosotros se manifestara entre vosotros en la presencia de Dios.
13 Por tanto, hemos sido consolados.
Pero mucho más que por nuestra consolación, nos gozamos por
el gozo de Tito, porque su espíritu ha sido reanimado por todos
vosotros. 14 Pues si en algo me he mostrado orgulloso de
vosotros ante él, no quedé avergonzado. Al contrario, como os habíamos
dicho todo con verdad, así también nuestro motivo de orgullo ante Tito
fue hallado verdadero. 15 Ahora sus sentimientos se han
intensificado con respecto a vosotros, recordando la obediencia de todos
vosotros, de cómo lo recibisteis con temor y temblor. 16 Me
gozo de que en todo puedo confiar en vosotros.
Acerca de la generosidad cristiana
8 Ahora, hermanos, os
hacemos conocer la gracia de Dios que ha sido concedida a las iglesias
de Macedonia; 2 que en grande prueba de tribulación, la
abundancia de su gozo y su extrema pobreza abundaron en las riquezas de
su generosidad. 3 Porque doy testimonio de que
espontáneamente han dado de acuerdo con sus fuerzas, y aun más allá de
sus fuerzas, 4 pidiéndonos con muchos ruegos que les
concediéramos la gracia de participar en la ayuda para los santos.
5 Y superando lo que esperábamos, se dieron primeramente ellos
mismos al Señor y a nosotros, por la voluntad de Dios. 6 De
manera que exhortamos a Tito para que así como ya había comenzado,
también llevase a cabo esta gracia entre vosotros.
7 Por tanto, así como ya abundáis en todo -en fe,
en palabra, en conocimiento, en toda diligencia y en vuestro amor para
con nosotros-, abundad también en esta gracia. 8 No hablo
como quien manda, sino para poner también a prueba, por la eficacia de
otros, la sinceridad de vuestro amor. 9 Porque conocéis la
gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, por amor de
vosotros se hizo pobre, para que vosotros con su pobreza fueseis
enriquecidos. 10 Y en esto doy mi consejo; porque esto os
conviene a vosotros que desde el año pasado tomasteis la iniciativa, no
sólo para hacerlo, sino también para quererlo hacer. 11 Ahora
pues, llevad el hecho a su culminación para que, como fuisteis prontos a
querer, así lo seáis para cumplir conforme a lo que tenéis. 12
Porque si primero se tiene dispuesta la voluntad, se acepta según
lo que uno tenga, no según lo que no tenga. 13 Pero no digo
esto para que haya para otros alivio, y para vosotros estrechez; 14
sino para que haya igualdad. En este tiempo vuestra abundancia
supla lo que a ellos les falta, para que también la abundancia de ellos
supla lo que a vosotros os falte, a fin de que haya igualdad; 15
como está escrito:
El que recogió mucho no tuvo más,
y el que recogió poco no tuvo menos.
Ayuda para los hermanos en Jerusalén
16 Gracias a Dios que puso en el corazón de Tito la misma
solicitud por vosotros. 17 Pues él, a la verdad, aceptó la
exhortación; pero siendo también muy solícito, de su propia iniciativa
partió hacia vosotros. 18 Y enviamos juntamente con él al
hermano cuyo renombre en el evangelio se oye en todas las iglesias.
19 Y no sólo esto, sino que también ha sido designado por las
iglesias como compañero de viaje, para llevar esta expresión de
generosidad que es administrada por nosotros para gloria del Señor
mismo, y para demostrar nuestra solicitud, 20 evitando que
nadie nos desacredite con respecto a este abundante donativo que
administramos. 21 Porque procuramos que las cosas sean
honestas, no sólo delante del Señor, sino también delante de los
hombres. 22 Y enviamos con ellos a nuestro hermano, cuya
diligencia hemos comprobado muchas veces; pero ahora mucho más, por la
mucha confianza que tiene en vosotros. 23 En cuanto a Tito,
él es compañero mío y colaborador para con vosotros; y en cuanto a
nuestros hermanos, ellos son mensajeros de las iglesias y gloria de
Cristo. 24 Mostrad, pues, para con ellos ante las iglesias la
prueba de nuestro amor y de nuestro motivo de orgullo respecto de
vosotros.
9 En cuanto a
esta ayuda para los santos, está de más que os escriba; 2
pues conozco vuestra pronta disposición, por la cual me glorié de
vosotros entre los de Macedonia: "Acaya está preparada desde el año
pasado." Y vuestro celo ha servido de estímulo para muchos. 3
Pero he enviado a estos hermanos para que el orgullo que tenemos de
vosotros no sea vano en este respecto, y para que estéis preparados,
como vengo diciendo. 4 No sea que, si van conmigo algunos
macedonios y os hallan no preparados, nos avergoncemos nosotros (por no
decir vosotros) por haber tenido esta confianza. 5 Por eso he
creído conveniente exhortar a los hermanos a que vayan a vosotros con
anticipación y preparen primero vuestra generosidad antes prometida,
para que esté lista como muestra de generosidad y no como de exigencia.
Exhortación a la generosidad
6 Y digo esto: El que siembra escasamente cosechará
escasamente, y el que siembra con generosidad también con generosidad
cosechará. 7 Cada uno dé como propuso en su corazón, no con
tristeza ni por obligación; porque Dios ama al dador alegre. 8
Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia,
a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario,
abundéis para toda buena obra; 9 como está escrito:
Esparció; dio a los pobres.
Su justicia permanece para siempre.
10 El que da semilla al que siembra y pan para
comer, proveerá y multiplicará vuestra semilla y aumentará los frutos de
vuestra justicia. 11 Esto, para que seáis enriquecidos en
todo para toda liberalidad, la cual produce acciones de gracias a Dios
por medio de nosotros. 12 Porque el ministrar este servicio
sagrado no solamente suple lo que falta a los santos, sino que redunda
en abundantes acciones de gracias a Dios. 13 Al experimentar
esta ayuda, ellos glorificarán a Dios por la obediencia que profesáis al
evangelio de Cristo, y por vuestra liberalidad en la contribución para
con ellos y con todos. 14 Además, por su oración a vuestro
favor, demuestran que os quieren a causa de la sobreabundante gracia de
Dios en vosotros.
15 ¡Gracias a Dios por su don inefable!
Pablo defiende su ministerio
10 Ahora yo, Pablo, os
exhorto por la mansedumbre y ternura de Cristo, ¡yo que en persona soy
humilde entre vosotros, pero ausente soy osado para con vosotros! 2
Os ruego que cuando esté presente, no tenga que usar de la osadía
con que resueltamente estoy dispuesto a proceder contra algunos que
piensan que andamos según la carne. 3 Pues aunque andamos en
la carne, no militamos según la carne; 4 porque las armas de
nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la
destrucción de fortalezas. 5 Destruimos los argumentos y toda
altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios; llevamos cautivo
todo pensamiento a la obediencia de Cristo, 6 y estamos
dispuestos a castigar toda desobediencia, una vez que vuestra obediencia
sea completa.
7 ¡Miráis las cosas según las apariencias! Si
alguien está convencido dentro de sí que es de Cristo, considere de
nuevo que así como él es de Cristo, también nosotros lo somos. 8
Porque si me glorío un poco más de nuestra autoridad, la cual el
Señor nos ha dado para edificación y no para vuestra destrucción, no
seré avergonzado; 9 para que no parezca que quiero
atemorizaros por cartas. 10 Porque dicen: "Aunque sus cartas
son duras y fuertes, su presencia física es débil, y su palabra
despreciable." 11 Esto tenga en cuenta tal persona: Lo que
somos en palabra por carta cuando estamos ausentes, lo mismo seremos
también en hechos cuando estemos presentes.
12 Porque no osamos clasificarnos o compararnos
con algunos que se recomiendan a sí mismos. Pero ellos, midiéndose y
comparándose a sí mismos consigo mismos, no son juiciosos. 13
Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino conforme a la
medida de la regla que Dios nos asignó, para llegar también hasta
vosotros. 14 Porque no nos salimos de nuestros límites, como
si no hubiéramos llegado a vosotros; pues hasta vosotros hemos llegado
con el evangelio de Cristo, 15 no gloriándonos desmedidamente
en trabajos ajenos. Más bien, tenemos la esperanza de que, con el
progreso de vuestra fe, se incrementará considerablemente nuestro campo
entre vosotros, conforme a nuestra norma; 16 para que
anunciemos el evangelio en los lugares más allá de vosotros, sin entrar
en territorio ajeno como para gloriarnos de la obra ya realizada por
otros. 17 Pero el que se gloría, gloríese en el Señor.
18 Porque no es aprobado el que se recomienda a sí mismo, sino
aquel a quien Dios recomienda.
Pablo y los falsos apóstoles
11 ¡Ojalá me toleraseis un
poco de locura! ¡De veras, toleradme! 2 Porque os celo con
celo de Dios, pues os he desposado con un solo marido, para presentaros
como una virgen pura a Cristo. 3 Pero me temo que, así como
la serpiente con su astucia engañó a Eva, de alguna manera vuestros
pensamientos se hayan extraviado de la sencillez y la pureza que debéis
a Cristo. 4 Porque si alguien viene predicando a otro Jesús
al cual no hemos predicado, o si recibís otro espíritu que no habíais
recibido, u otro evangelio que no habíais aceptado, ¡qué bien lo
toleráis! 5 Porque estimo que en nada soy inferior a aquellos
apóstoles eminentes; 6 pues aunque yo sea pobre en
elocuencia, no lo soy en conocimiento, como en todo os lo he demostrado
por todos los medios.
7 ¿Cometí pecado humillándome a mí mismo para que
vosotros seáis enaltecidos, porque os he predicado gratuitamente el
evangelio? 8 He despojado a otras iglesias, recibiendo
sostenimiento para ministraros a vosotros. 9 Cuando estaba
entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga porque lo que me
faltaba lo suplieron los hermanos cuando vinieron de Macedonia. En todo
me guardé de seros gravoso, y así me guardaré. 10 ¡Por la
verdad de Cristo que está en mí, este motivo de orgullo no me será
negado en las regiones de Acaya! 11 ¿Por qué? ¿Porque no os
amo? Dios lo sabe.
12 Pero seguiré haciendo lo que hago, para
quitarles la ocasión a aquellos que la desean, con el fin de que en lo
que se jactan se encuentren en las mismas condiciones que nosotros.
13 Porque los tales son falsos apóstoles, obreros fraudulentos
disfrazados como apóstoles de Cristo. 14 Y no es de
maravillarse, porque Satanás mismo se disfraza como ángel de luz.
15 Así que, no es gran cosa que también sus ministros se disfracen
como ministros de justificación, cuyo fin será conforme a sus obras.
Los sufrimientos de Pablo
16 Otra vez digo: que nadie me tome por loco. Pero si no,
recibidme aunque sea como a loco, para que me gloríe siquiera un
poquito. 17 Lo que ahora digo, no lo digo según el Señor,
sino como en locura, con esta base de jactancia. 18 Ya que
muchos se jactan según la carne, también yo me jactaré. 19
Pues con gusto toleráis a los locos, siendo vosotros sensatos. 20
Porque lo toleráis si alguien os esclaviza, si alguien os devora,
si alguien se aprovecha de vosotros, si alguien se ensalza, si alguien
os hiere en la cara . . . 21 Con vergüenza lo digo, como que
hemos sido débiles.
Pero en lo que otro se atreva (hablo con locura), yo también
me atrevo. 22 ¿Son hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo
también. ¿Son descendientes de Abraham? Yo también. 23 ¿Son
ministros de Cristo? (Hablo como delirando.) ¡Yo más! En trabajos
arduos, más; en cárceles, más; en azotes, sin medida; en peligros de
muerte, muchas veces. 24 Cinco veces he recibido de los
judíos cuarenta azotes menos uno; 25 tres veces he sido
flagelado con varas; una vez he sido apedreado; tres veces he padecido
naufragio; una noche y un día he estado en lo profundo del mar. 26
Muchas veces he estado en viajes a pie, en peligros de ríos, en
peligros de asaltantes, en peligros de los de mi nación, en peligros de
los gentiles, en peligros en la ciudad, en peligros en el desierto, en
peligros en el mar, en peligros entre falsos hermanos; 27 en
trabajo arduo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos
ayunos, en frío y en desnudez. 28 Y encima de todo, lo que se
agolpa sobre mí cada día: la preocupación por todas las iglesias.
29 ¿Quién se enferma sin que yo no me enferme? ¿A quién se hace
tropezar sin que yo no me indigne?
30 Si es preciso gloriarse, yo me gloriaré de mi
debilidad. 31 El Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, quien
es bendito por los siglos, sabe que no miento. 32 En Damasco,
el gobernador bajo el rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos
para prenderme; 33 pero fui descolgado del muro por una
ventana en una canasta, y escapé de sus manos.
Visiones y revelaciones de Pablo
12 Me es preciso gloriarme,
aunque no es provechoso. Sin embargo, recurriré a las visiones y
revelaciones del Señor.
2 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce
años -si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo
sabe- fue arrebatado hasta el tercer cielo. 3 Y sé respecto a
este hombre -si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe-
4 que fue arrebatado al paraíso, donde escuchó cosas
inefables que al hombre no le es permitido expresar. 5 ¡De
aquel hombre me gloriaré! Pero de mí mismo no me gloriaré sino en mis
debilidades. 6 Porque, si acaso quisiera gloriarme, no sería
yo insensato, pues diría la verdad. Pero desisto, para que nadie piense
de mí más de lo que ve en mí u oye de mí. 7 Y para que no me
exalte desmedidamente por la grandeza de las revelaciones, me ha sido
dado un aguijón en la carne, un mensajero de Satanás, que me abofetee
para que no me enaltezca demasiado. 8 En cuanto a esto, tres
veces he rogado al Señor que lo quite de mí; 9 y me ha dicho:
"Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad." Por
tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que
habite en mí el poder de Cristo. 10 Por eso me complazco en
las debilidades, afrentas, necesidades, persecuciones y angustias por la
causa de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Próxima visita de Pablo a Corinto
11 ¡Me he hecho necio! ¡Vosotros me obligasteis! Pues más
bien, yo debería ser recomendado por vosotros; porque en nada he sido
menos que los apóstoles eminentes, aunque nada soy. 12 Las
señales de apóstol han sido realizadas entre vosotros con toda
paciencia, con señales, prodigios y hechos poderosos. 13
Pues, ¿en qué habéis sido menos que las otras iglesias, excepto en que
yo mismo no os he sido carga? ¡Perdonadme este agravio!
14 He aquí estoy listo para ir a vosotros por
tercera vez, y no os seré carga. Porque no busco vuestras cosas, sino a
vosotros; pues los hijos no tienen obligación de atesorar para los
padres, sino los padres para los hijos. 15 Sin embargo, de
muy buena gana gastaré yo de lo mío, y me desgastaré a mí mismo por
vuestras almas. Si os amo más, ¿seré amado menos?
16 Bien, que sea así: Yo no os fui gravoso, ¡pero
siendo astuto, os prendí por engaño! 17 ¿Acaso os he engañado
por medio de alguno de los que he enviado a vosotros? 18
Rogué a Tito y envié con él al hermano. ¿Acaso os engañó Tito? ¿No hemos
procedido con el mismo espíritu y por las mismas pisadas?
19 ¿Os parece que todavía nos estamos defendiendo
ante vosotros? Delante de Dios y en Cristo hablamos; y todo, amados,
para vuestra edificación. 20 Pero me temo que quizás, cuando
llegue, no os halle tales como quiero, y que yo sea hallado por vosotros
tal como no queréis. Temo que haya entre vosotros contiendas, celos,
iras, enojos, disensiones, calumnias, murmuraciones, insolencias y
desórdenes. 21 Temo que, cuando vuelva, Dios me humille entre
vosotros y yo tenga que llorar por muchos que antes han pecado y no se
han arrepentido de los actos de impureza, inmoralidad sexual y
libertinaje que han cometido.
Amonestaciones
13 Esta es la tercera vez
que voy a vosotros. Por la boca de dos o tres testigos se decidirá todo
asunto. 2 Lo he dicho antes, cuando estaba presente en mi
segundo viaje; y ahora que estoy ausente, también lo repito a los que
antes han pecado y a todos los demás: que si voy otra vez, no seré
indulgente, 3 puesto que buscáis una prueba de que Cristo
habla en mí. Y él no es débil para con vosotros, sino que es poderoso en
vosotros. 4 Porque fue crucificado en debilidad, pero vive
por el poder de Dios. Pues nosotros también somos débiles en él, pero
viviremos con él por el poder de Dios para con vosotros.
5 Examinaos a vosotros mismos para ver si estáis
firmes en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no conocéis en cuanto a
vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que ya estéis
reprobados? 6 Pero espero que reconozcáis que nosotros no
estamos reprobados. 7 Y oramos a Dios que no hagáis nada
malo; no para que nosotros luzcamos como aprobados, sino para que
vosotros hagáis lo que es bueno, aunque nosotros quedemos como
reprobados. 8 Porque no podemos nada contra la verdad, sino a
favor de la verdad. 9 Por eso nos gozamos en que nosotros
seamos débiles y que vosotros seáis fuertes. Y esto pedimos: vuestra
madurez. 10 Por tanto, os escribo esto estando ausente, para
que estando presente no use de dureza conforme a la autoridad que el
Señor me ha dado para edificación y no para destrucción.
Conclusión
11 En cuanto a lo demás, hermanos, regocijaos. Sed maduros;
sed confortados; sed de un mismo sentir. Vivid en paz, y el Dios de paz
y de amor estará con vosotros.
12 Saludaos unos a otros con un beso santo.
13 Todos los santos os saludan.
14 La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios
y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.
Reina-Valera Actualizada, 1989. |